No puede confundir la lucha de la concupiscencia de la carne con «abrir puertas a demonios» son dos cosas distintas.
Por ejemplo, si yo soy tentado por una mujer para fornicar y caigo en el pecado, significa que me dejé vencer por mi propia concupiscencia, y esto no es «abrir puertas a demonios»
Cómo cristiano estoy consciente de mi lucha contra mi propia carne (no contra demonios, es otra cosa)
Y si peco, no tengo que ser liberado o ministrado, sólo basta con arrepentirme de mi pecado y no volverlo hacer, porque es un asunto de mi carne, y no de demonios ni entes espirituales.
La inclinación al mal, no surge en la tierra, sino en el cielo.
Y es el fruto del libre albedrío, en la criatura angelical y terrenal.
Cuando leemos que el pecado entró al mundo por un hombre, claramente entendemos que el mal ya existía, pues está contenido en el árbol plantado en el centro del huerto, y esto nos remite a la rebelión angelical, donde el Querubín, Protector, fue transformado en diablo y arrastró a muchos otros a su ruina.
Cuando a Adán se le advierte:
Efe 4:27 ni deis lugar al diablo.
Esta advertencia se halla implícita en esta vigilancia:
Gén 2:15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara
y lo guardase.
Había un enemigo al acecho, haciendo inteligencia sobre Adán y sobre Eva, por mucho tiempo, hasta que llegó el momento propicio, y engañó a Eva.
Eva, cuando abrió el oído al diablo, personificado por la serpiente antigua, y obedeció su voz, instantáneamente, perdió el resplandor refulgente de la gloria de Dios, quién acostumbraba a descender y compartir con Adán Eva, allí en el huerto del Edén.
Gén 2:25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.
Eva ha caído de la gracia y va en busca de su marido, pero va desnuda, sin el resplandor de la gloria de Dios.
El plan de Satanás va en marcha, hacerlos caer de la gracia de Dios a ambos.
1Ti 2:14
y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.
ADÁN NO FUE ENGAÑADO
En ese momento, no existía la concupiscencia en él, Dios lo había hecho recto, inocente, pero con su libre albedrío intacto, pues Dios no hizo robots.
Deslumbrado por la desnudez de Eva, le dio la espalda a Dios y se fue con ella saboreando el fruto prohibido.
De manera que la concupiscencia surge, como fruto de la desobediencia de la criatura.
Pero en el principio no fue así, leemos:
Ecl 7:29 He aquí, solamente esto he hallado:
que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.
Y cuando se habla de que el mundo entero está bajo el maligno, es obvio que la descendencia del primer Adán está incluida.
El cuerpo del creyente es templo del Espíritu Santo, y los pecados de inmoralidad afecta este templo.
De manera que tengo suficiente base bíblica para declarar lo siguiente:
El punto sobre una influencia demoníaca en un creyente, es responsabilidad del creyente mismo, pues cuando se contrista al Espíritu Santo, se abre una puerta para el fortalecimiento de la "carne", ocasión que es aprovechada por cualquier entidad espiritual cercana, pues este lenguaje:
Efe 4:27 ni deis lugar al diablo.
Considero que es adoptar conductas impropias, inmorales, contrarias a la santidad que un redimido debe observar y, por lo tanto, la comunión con Cristo es echada a perder.
Allí en Edén ocurrió algo similar.
El pecado es rebeldía.
La posesión de una voluntad independiente es la vanagloria orgullosa, pero peligrosa, del hombre.
Su deber, seguridad y felicidad demandan por igual que su voluntad quede subordinada a la voluntad de Dios, y toda revuelta contra la voluntad divina es pecado.
Su esencia es rebeldía; el elemento de inmoralidad es totalmente accidental, porque los ángeles que pecaron son asexuados, pero influyen para que el templo del Espíritu Santo que es nuestro cuerpo, sea contaminado mediante pecados sexuales, leemos:
1Co 6:18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo;
más el que fornica, contra su propio cuerpo peca.
1Co 6:19 ¿O ignoráis que
vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
1Co 6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.