Un Católico de Pensamiento Pragmático
Estimado Señor:
Gracias a su amabilidad recibo su publicación, la cual siempre espero para disfrutarla por el contenido de sus artículos y sus atinados comentarios, aunque tenemos diferentes puntos de vista nos une la fe en Cristo nuestro Señor, pues nuestra fe es la misma: Cristo murió, Cristo resucitó, Cristo es Dios, nuestras diferencias son mas bien disquisiciones filosóficas y semánticas en la interpretación de la Doctrina, lo cual es conveniente pues un debate respetuoso siempre lleva al esclarecimiento y comprensión de las diferencias ideológicas.
Le envío copia de dos artículos escritos por mí para que se dé cuenta que soy un hombre de pensamientos pragmáticos que los expreso con entera libertad sin miedo a la crítica de miembros de mi propia Iglesia Católica o de seguidores de otras denominaciones.
En la edición de julio-agosto encontré un artículo muy interesante, del ex-sacerdote Tomasz Pieczko que dice literalmente: las razones por las que decidí dejar el sacerdocio fueron los dogmas de infalibilidad Papal, el culto a los Santos y el lugar excepcional que se le da a María.
Aplaudo la sinceridad del Sr. Pieczko que al darse cuenta de que no podía continuar ejerciendo su Ministerio debido a sus dudas con respecto a la doctrina católica decidió dejar el sacerdocio, lo cual hizo con dignidad explicándole a sus superiores los motivos y marchando en paz con su propia conciencia. Creo que al Sr. Pieczko le faltó la madurez necesaria al aceptar ser ordenado, cuando una persona decide ser sacerdote o pastor debe estar totalmente convencido de su vocación, de todos modos el hizo lo correcto y yo no soy nadie para juzgarlo.
Particularmente no acepto la infalibilidad Papal, pues aunque considero al Obispo de Roma como un hombre dedicado a servir a Dios y sucesor de San Pedro también es humano y comete errores como el propio Pedro que negó a Jesús en tres oportunidades, esa infalibilidad no fue otorgada por el Señor, aunque lo quieran demostrar con versículos de la Biblia, desgraciadamente muchos utilizan la interpretación del Libro Sagrado para justificar sus acciones no siempre correctas.
Históricamente la infalibilidad Papal en asuntos de Ex Cátedra (relacionados con la Fe y los dogmas) fue presentado por el Papa Pío IX en el Concilio Ecuménico Vaticano I en 1869-1870, y aprobado por la mayoría presente con muchos votos en contra de modo que si Obispos y Patriarcas de nuestra Iglesia no lo aceptaron, por qué motivo todos los católicos tenemos que someternos a esa opinión, desde luego que yo hablo desde mi posición de laico que no ha hecho votos de obediencia, pobreza y menos castidad.
El culto a los santos que por definición significa hombres o mujeres dedicados al servicio del Señor, muchos de ellos mártires del cristianismo, hombres que resistieron las persecuciones y torturas sin abandonar su Fe, otros que han dedicado su vida al cuidado de pobres, enfermos y ancianos, muchos que han predicado la palabra de Dios, en fin personas que deben ser imitadas por sus conductas morales y espirituales. Yo que soy un laico comprometido con la Iglesia Católica tengo mi mayor respeto por esas personas que considero muy superiores a mí por su Fe y su dedicación, pero no al extremo de rendirles culto, nunca la Iglesia me ha obligado a venerarlos de un modo especial. Desgraciadamente muchas personas padecen de ignorancia crónica producto de su falta de estudio y comprensión de la doctrina cristiana, cada día son más actuales las palabras de Ignacio de Alejandría: "cualquiera persona puede llegar a ser un buen cristiano pero solo los que estudien la Doctrina a profundidad llegarán a conocer todo lo que la Cristiandad puede ofrecer al hombre".
Por último en referencia al lugar excepcional que tiene María en nuestra religión, estimo que es bien merecido por haber sido escogida por el Padre para llevar en sus entrañas a Jesús, por lo cual fue reconocida como "theotocos" (madre de Dios o paridora de Dios) en el concilio de Éfeso durante los primeros siglos de la cristiandad (aceptado por los fundadores del Protestantismo). Nunca he podido comprender que tienen en contra de María los hermanos protestantes, mencionar su nombre es como mencionar a Satanás a pesar de haber sido ella aceptada por el propio Martín Lutero y Calvino. Nosotros no adoramos a María, porque la adoración es solo para Dios pero sentimos una veneración muy especial por la persona que fue escogida para ser la madre de Jesús y la sensación de paz y felicidad que sentimos al hablar con ella que es símbolo de paz y amor, es un regalo que los hermanos protestantes nunca han podido experimentar, que triste pasar por la vida sin haber disfrutado la presencia de la Madre de Dios.
Un abrazo en Cristo nuestro Señor,
Dr. Pedro E. Fonseca
Ministro Eclesial Laico
Fundador y Cordinador de la Comunidad
Latino Americana
En La Iglesia St. Vincent en Margate
de 1993 a 2001
Florida
Respuesta
Estimado doctor Fonseca:
Me complace felicitarle por ser claro y pragmático en la presentación de los problemas de su Iglesia, como a la hora de hablar del contenido de nuestra revista, lo cual le agradecemos sinceramente.
Con la luz de la Palabra de Dios y la sinceridad del amor de Cristo entro en diálogo con sus puntos de vista doctrinales.
¿El Papa infalible?
En su comentario sobre la decisión del ex-sacerdote Tomasz Pieczko de dejar el sacerdocio por su incompatibilidad con ciertos dogmas de la Iglesia Católica, usted hace causa con él sobre el dogma de la infalibilidad. El Concilio Vaticano I , en su sesión IV, canon 1840, dice: "Si alguien contradice esta Nuestra definición: Sea anatema". Esa definición dice: "El Romano Pontífice por la asistencia divina prometida a él mismo en el beato Pedro, tiene aquella infalibilidad, por lo cual las definiciones del Romano Pontífice por sí mismas son irrefutables".
Como muy bien dice usted: "Esa infalibilidad no fue otorgada por el Señor, aunque lo quieran demostrar con versículos de la Biblia". Pero, esto también se puede aplicar a lo que este mismo Concilio dice en la sesión IV, canon 1825: "Si alguien dijera que no es por institución del mismo Cristo Señor o de derecho divino, que el beato Pedro tenga perpetuos sucesores en el primado sobre la Iglesia universal; o que el Romano pontífice no es el sucesor del beato Pedro en el mismo primado: Sea maldito".
Tuvieron que pasar algunos siglos para que los sucesores de Pedro se dieran cuenta de ese derecho, que ellos llaman divino. Porque el mismo Pedro nunca se dio por enterado de tal privilegio ni de tal don de infalibilidad. El don de la infalibilidad del Papado lo han descubierto 1800 años después.
Estos dogmas no tienen como finalidad el que los hombres conozcan a Jesús, el Salvador de los hombres, sino que un hombre llamado Papa, cabeza de un grupo clerical, tenga la plena y suprema potestad jurídica y doctrinal en la "iglesia universal".
Todo esto sería válido, si solo se tratase de una Institución Religiosa, que no tiene en cuenta para nada, que Cristo viviente es la Cabeza de Su Iglesia y que Su Santo Espíritu es Quien la guía a la Verdad plena. La Iglesia redimida en Cristo vive la salvación en comunión con el mismo Cristo en el Espíritu; la Institución Religiosa vive muerta en sus normas y dogmas históricos esperando alcanzar la salvación con los medios que le brindan sus líderes, para quienes Cristo, en la mayoría de los casos, es un referente histórico sin presencia real en sus vidas.
Todos estos dogmas que en el tiempo han levantado los hombres son un confuso obstáculo que desvía a los hombres del Evangelio de la Gracia de nuestro Señor Jesucristo.
El hombre no necesita dogmas o doctrinas sino la Palabra de Dios viva y eficaz, que tiene poder para llevarnos a la Verdad y sólo la Verdad nos hace libres.
El culto a los "santos"
En otro de sus apartados habla del culto a los "Santos", el culto que la iglesia llama de dulía, que se da a los "santos y ángeles". El problema no es tanto el nombre de "santo" sino que en la liturgia de la misa se presentan como verdaderos intercesores ante Dios y como merecedores de las gracias. Este culto implícitamente está reconociendo que el sacrificio de Cristo no fue perfecto y completo, y que el Señor Jesús no es el único mediador entre Dios y los hombres. Y además, ¿cómo se puede ofrecer el sacrificio incruento del mismísimo Hijo de Dios, (como denomina la doctrina católica al sacrificio de la misa), en honor de la fiesta de una criatura de Dios como son los llamados "santos o santas"? Aquí caben las palabras del salmista que dice: "Hijos de los hombres (o hijos de Roma), ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira?" (Salmo 4:2).
Cristo murió en la cruz para honra y gloria del Padre, es, pues, una gran infamia pretender honrar con ese sacrificio a los llamados "santos" en su onomástica. Esto es amar la vanidad e ir en busca de la mentira. Porque sólo Cristo es la Verdad.
La Palabra de Dios llama santos a los santificados en Cristo por medio de la fe. La santidad no es un fruto de las obras meritorias que esos hombres hacen, sino que es un fruto de la obra redentora de Cristo que el mismo Espíritu hace realidad en los que aceptan a Cristo como su perfecto Salvador. Por eso la Palabra los llama santificados en Cristo no en sus obras personales. El apóstol Pablo cuando se dirige por carta a las iglesias llama a todos los que son de la fe de Jesucristo, santos: "A la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en Acaya; a los santos en Cristo Jesús que están en Éfeso; a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos; A los santos en Cristo que están en Colosas". El apóstol no habla de unos pocos dentro de la iglesia, sino que se refiere a todos los que por una fe viva han sido santificados en Cristo Jesús. La Iglesia Católica solo nos presenta a unos pocos privilegiados como modelos de santidad a imitar y para pedirles ayuda en ese camino de santidad. Pero se olvida de Aquel que es la fuente de toda santidad para el hombre, porque "Él es el Santo y el que santifica, al que es de la fe de Jesucristo" (Rom. 3:26). Si uno no es de la fe de Jesucristo jamás será santificado por el Espíritu en Cristo, aunque los hombres le tengan por "santo" y le den "culto".
¿María madre de Dios?
Usted también se refiere al lugar excepcional que tiene María en nuestra religión, y añade: "estimo que es bien merecido por haber sido escogida por el Padre para llevar en sus entrañas a Jesús, por lo cual fue reconocida como "theotocos" (madre de Dios) en el concilio de Éfeso".
¿Quién reconoció a María como "theotocos", Dios o los hombres?
Usted sabe muy bien que en este concilio se trató de condenar al patriarca de Constantinopla, Nestorio, que decía que María era "christotocos" (madre de Cristo). Según Nestorio, María era madre de la naturaleza humana de Cristo, pero de ninguna manera pudo haber engendrado a la naturaleza divina, es decir, no es madre de Dios.
Lo lamentable de todo esto es que, los hombres se preocupen tanto de predicar sus propias doctrinas y, se olviden por completo del Evangelio de Jesucristo.
Los hombres no podemos comprender la Obra infinita de la redención de Dios, ni mucho menos lo que Él ha hecho realidad en Su Santo Hijo para salvación de los pecadores.
¿Quién ha causado más daño a la cristiandad, Nestorio con su christotocos (María madre de Cristo) o el Papado con su theotocos (Maria madre de Dios)?
La historia nos ha demostrado que esa frase ha hecho de María no una madre sino una "diosa", como en esa misma ciudad de Éfeso lo había sido la gran diosa Diana (Hech. 19:35).
Todo esto no honra para nada a la Madre del Señor Jesús, como le titula la Palabra de Dios, cuando se refiere a ella. Más aún, el mismo Señor Jesús pregunta, "¿quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos (y María estaba presente), dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre" (Mt. 12:48-50). "Mi madre y mis hermanos son los que oyen la Palabra de Dios, y la hacen" (Lc. 8:21).
¿Faltó el Señor Jesús al respeto de su madre por no presentarla como la mujer más importante de la creación de Dios?
Antes bien, con su respuesta condenó a todos aquellos que dan más importancia a lo que sucede en la carne (aunque sea la carne de una madre, María), que a la voluntad de Dios y Su Palabra.
Cristo no se identifica con los lazos de sangre o carne, ni tampoco con aquellos que los proclaman, sino con todos aquellos que con fe viva hacen la voluntad del Padre y permanecen en Su Palabra.
El concilio de Éfeso, que se celebró del 22 de junio a septiembre de 431, cuando trata de "Incarnatione Filii Dei" (de la encarnación del Hijo de Dios) y "de duabus naturis in Christo" (de las dos naturalezas en Cristo), define: "Si alguien no confiesa, que Dios es según la verdad el Emmanuel, y por eso la virgen santa (Theotocon=Dei genitricem) es madre de Dios (engendró, pues, carnalmente de Dios al Verbo hecho carne). Sea anatema".
Me parece justo aclarar que la palabra latina "genitricem" (que la tradución latina usa por la griega "tocon") signifca madre o la que concibe, por lo cual se puede traducir: Dei genitricem= la que concibe de Dios. Esto estaría más en concordancia con lo que este canon coloca entre paréntesis "(engendró, pues, carnalmente de Dios al Verbo hecho carne)".
No debemos olvidar la gran batalla que se levantó en el siglo cuarto en contra de la divinidad de Cristo y su persona. Y para rebatir esas afirmaciones heréticas, muchas veces se echó mano de los conceptos filosóficos antes que de la Palabra de Dios. Querer explicar la Obra de Dios en Su Hijo por medio de conceptos filosóficos, es más absurdo que tratar de mostrarle a un ciego, con el tacto de sus manos, los colores del arco iris.
Es hasta lógico que nos preguntemos, igual que hizo la misma María: "¿Cómo será esto?", pero una vez obtenida la respuesta, solo nos queda decir: "hágase en mí conforme a tu Palabra".
¿Y cuál es la explicación que Dios Mismo nos da? Una sola: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios" (Lucas 1:35).
Aquí no caben más explicaciones porque es la Obra infinita de amor del Altísimo hacia el hombre pecador, inexplicable e incomprensible. Ante el misterio de la Obra de Dios, solo caben dos actitudes del corazón: fe o incredulidad.
María tomó una actitud de fe ante las explicaciones de Dios, por eso se le dice: "bienaventurada la que creyó" (Lucas 1:45).
Nuestra aceptación de la Obra de Dios no puede estar basada en nuestra propia capacidad de comprensión o explicación, sino en Dios Mismo: "porque nada hay imposible para Dios" (Lc. 1:37).
La obra en María no es de ella sino de Dios, por lo cual toda la gloria y toda la honra es para el Altísimo y para el Hijo, "que siendo en forma de Dios... se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres... se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte , y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla... y toda lengua confiese que Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Efesios 2:6-11).
La Iglesia Católica en cambio exalta hasta lo sumo a la Virgen María; pone su nombre por encima de todo nombre; hace que ante la Virgen María se doble toda rodilla; y toda lengua confiese que la Virgen María es la Señora, reina del universo y medianera de todas las gracias, para gloria y honra de la Santa Madre Iglesia Católica Romana.
Parece como si esta Iglesia nos quisiera demostrar que en el capítulo 5 de Apocalispsis hay una persona más, que podría abrir los sellos del libro. Allí se pregunta, "¿quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el cielo, ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo". Sólo "el Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, ... la honra, la gloria y la alabanza".
Un autentico hijo de Dios que permanece fiel a la Palabra de Dios en Cristo, tendrá a María, la madre del Señor, un profundo respeto, porque es bienaventurado por haber creído.
Fco. Rdoríguez
http://www.epos.nl/ecr/
Estimado Señor:
Gracias a su amabilidad recibo su publicación, la cual siempre espero para disfrutarla por el contenido de sus artículos y sus atinados comentarios, aunque tenemos diferentes puntos de vista nos une la fe en Cristo nuestro Señor, pues nuestra fe es la misma: Cristo murió, Cristo resucitó, Cristo es Dios, nuestras diferencias son mas bien disquisiciones filosóficas y semánticas en la interpretación de la Doctrina, lo cual es conveniente pues un debate respetuoso siempre lleva al esclarecimiento y comprensión de las diferencias ideológicas.
Le envío copia de dos artículos escritos por mí para que se dé cuenta que soy un hombre de pensamientos pragmáticos que los expreso con entera libertad sin miedo a la crítica de miembros de mi propia Iglesia Católica o de seguidores de otras denominaciones.
En la edición de julio-agosto encontré un artículo muy interesante, del ex-sacerdote Tomasz Pieczko que dice literalmente: las razones por las que decidí dejar el sacerdocio fueron los dogmas de infalibilidad Papal, el culto a los Santos y el lugar excepcional que se le da a María.
Aplaudo la sinceridad del Sr. Pieczko que al darse cuenta de que no podía continuar ejerciendo su Ministerio debido a sus dudas con respecto a la doctrina católica decidió dejar el sacerdocio, lo cual hizo con dignidad explicándole a sus superiores los motivos y marchando en paz con su propia conciencia. Creo que al Sr. Pieczko le faltó la madurez necesaria al aceptar ser ordenado, cuando una persona decide ser sacerdote o pastor debe estar totalmente convencido de su vocación, de todos modos el hizo lo correcto y yo no soy nadie para juzgarlo.
Particularmente no acepto la infalibilidad Papal, pues aunque considero al Obispo de Roma como un hombre dedicado a servir a Dios y sucesor de San Pedro también es humano y comete errores como el propio Pedro que negó a Jesús en tres oportunidades, esa infalibilidad no fue otorgada por el Señor, aunque lo quieran demostrar con versículos de la Biblia, desgraciadamente muchos utilizan la interpretación del Libro Sagrado para justificar sus acciones no siempre correctas.
Históricamente la infalibilidad Papal en asuntos de Ex Cátedra (relacionados con la Fe y los dogmas) fue presentado por el Papa Pío IX en el Concilio Ecuménico Vaticano I en 1869-1870, y aprobado por la mayoría presente con muchos votos en contra de modo que si Obispos y Patriarcas de nuestra Iglesia no lo aceptaron, por qué motivo todos los católicos tenemos que someternos a esa opinión, desde luego que yo hablo desde mi posición de laico que no ha hecho votos de obediencia, pobreza y menos castidad.
El culto a los santos que por definición significa hombres o mujeres dedicados al servicio del Señor, muchos de ellos mártires del cristianismo, hombres que resistieron las persecuciones y torturas sin abandonar su Fe, otros que han dedicado su vida al cuidado de pobres, enfermos y ancianos, muchos que han predicado la palabra de Dios, en fin personas que deben ser imitadas por sus conductas morales y espirituales. Yo que soy un laico comprometido con la Iglesia Católica tengo mi mayor respeto por esas personas que considero muy superiores a mí por su Fe y su dedicación, pero no al extremo de rendirles culto, nunca la Iglesia me ha obligado a venerarlos de un modo especial. Desgraciadamente muchas personas padecen de ignorancia crónica producto de su falta de estudio y comprensión de la doctrina cristiana, cada día son más actuales las palabras de Ignacio de Alejandría: "cualquiera persona puede llegar a ser un buen cristiano pero solo los que estudien la Doctrina a profundidad llegarán a conocer todo lo que la Cristiandad puede ofrecer al hombre".
Por último en referencia al lugar excepcional que tiene María en nuestra religión, estimo que es bien merecido por haber sido escogida por el Padre para llevar en sus entrañas a Jesús, por lo cual fue reconocida como "theotocos" (madre de Dios o paridora de Dios) en el concilio de Éfeso durante los primeros siglos de la cristiandad (aceptado por los fundadores del Protestantismo). Nunca he podido comprender que tienen en contra de María los hermanos protestantes, mencionar su nombre es como mencionar a Satanás a pesar de haber sido ella aceptada por el propio Martín Lutero y Calvino. Nosotros no adoramos a María, porque la adoración es solo para Dios pero sentimos una veneración muy especial por la persona que fue escogida para ser la madre de Jesús y la sensación de paz y felicidad que sentimos al hablar con ella que es símbolo de paz y amor, es un regalo que los hermanos protestantes nunca han podido experimentar, que triste pasar por la vida sin haber disfrutado la presencia de la Madre de Dios.
Un abrazo en Cristo nuestro Señor,
Dr. Pedro E. Fonseca
Ministro Eclesial Laico
Fundador y Cordinador de la Comunidad
Latino Americana
En La Iglesia St. Vincent en Margate
de 1993 a 2001
Florida
Respuesta
Estimado doctor Fonseca:
Me complace felicitarle por ser claro y pragmático en la presentación de los problemas de su Iglesia, como a la hora de hablar del contenido de nuestra revista, lo cual le agradecemos sinceramente.
Con la luz de la Palabra de Dios y la sinceridad del amor de Cristo entro en diálogo con sus puntos de vista doctrinales.
¿El Papa infalible?
En su comentario sobre la decisión del ex-sacerdote Tomasz Pieczko de dejar el sacerdocio por su incompatibilidad con ciertos dogmas de la Iglesia Católica, usted hace causa con él sobre el dogma de la infalibilidad. El Concilio Vaticano I , en su sesión IV, canon 1840, dice: "Si alguien contradice esta Nuestra definición: Sea anatema". Esa definición dice: "El Romano Pontífice por la asistencia divina prometida a él mismo en el beato Pedro, tiene aquella infalibilidad, por lo cual las definiciones del Romano Pontífice por sí mismas son irrefutables".
Como muy bien dice usted: "Esa infalibilidad no fue otorgada por el Señor, aunque lo quieran demostrar con versículos de la Biblia". Pero, esto también se puede aplicar a lo que este mismo Concilio dice en la sesión IV, canon 1825: "Si alguien dijera que no es por institución del mismo Cristo Señor o de derecho divino, que el beato Pedro tenga perpetuos sucesores en el primado sobre la Iglesia universal; o que el Romano pontífice no es el sucesor del beato Pedro en el mismo primado: Sea maldito".
Tuvieron que pasar algunos siglos para que los sucesores de Pedro se dieran cuenta de ese derecho, que ellos llaman divino. Porque el mismo Pedro nunca se dio por enterado de tal privilegio ni de tal don de infalibilidad. El don de la infalibilidad del Papado lo han descubierto 1800 años después.
Estos dogmas no tienen como finalidad el que los hombres conozcan a Jesús, el Salvador de los hombres, sino que un hombre llamado Papa, cabeza de un grupo clerical, tenga la plena y suprema potestad jurídica y doctrinal en la "iglesia universal".
Todo esto sería válido, si solo se tratase de una Institución Religiosa, que no tiene en cuenta para nada, que Cristo viviente es la Cabeza de Su Iglesia y que Su Santo Espíritu es Quien la guía a la Verdad plena. La Iglesia redimida en Cristo vive la salvación en comunión con el mismo Cristo en el Espíritu; la Institución Religiosa vive muerta en sus normas y dogmas históricos esperando alcanzar la salvación con los medios que le brindan sus líderes, para quienes Cristo, en la mayoría de los casos, es un referente histórico sin presencia real en sus vidas.
Todos estos dogmas que en el tiempo han levantado los hombres son un confuso obstáculo que desvía a los hombres del Evangelio de la Gracia de nuestro Señor Jesucristo.
El hombre no necesita dogmas o doctrinas sino la Palabra de Dios viva y eficaz, que tiene poder para llevarnos a la Verdad y sólo la Verdad nos hace libres.
El culto a los "santos"
En otro de sus apartados habla del culto a los "Santos", el culto que la iglesia llama de dulía, que se da a los "santos y ángeles". El problema no es tanto el nombre de "santo" sino que en la liturgia de la misa se presentan como verdaderos intercesores ante Dios y como merecedores de las gracias. Este culto implícitamente está reconociendo que el sacrificio de Cristo no fue perfecto y completo, y que el Señor Jesús no es el único mediador entre Dios y los hombres. Y además, ¿cómo se puede ofrecer el sacrificio incruento del mismísimo Hijo de Dios, (como denomina la doctrina católica al sacrificio de la misa), en honor de la fiesta de una criatura de Dios como son los llamados "santos o santas"? Aquí caben las palabras del salmista que dice: "Hijos de los hombres (o hijos de Roma), ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira?" (Salmo 4:2).
Cristo murió en la cruz para honra y gloria del Padre, es, pues, una gran infamia pretender honrar con ese sacrificio a los llamados "santos" en su onomástica. Esto es amar la vanidad e ir en busca de la mentira. Porque sólo Cristo es la Verdad.
La Palabra de Dios llama santos a los santificados en Cristo por medio de la fe. La santidad no es un fruto de las obras meritorias que esos hombres hacen, sino que es un fruto de la obra redentora de Cristo que el mismo Espíritu hace realidad en los que aceptan a Cristo como su perfecto Salvador. Por eso la Palabra los llama santificados en Cristo no en sus obras personales. El apóstol Pablo cuando se dirige por carta a las iglesias llama a todos los que son de la fe de Jesucristo, santos: "A la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en Acaya; a los santos en Cristo Jesús que están en Éfeso; a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos; A los santos en Cristo que están en Colosas". El apóstol no habla de unos pocos dentro de la iglesia, sino que se refiere a todos los que por una fe viva han sido santificados en Cristo Jesús. La Iglesia Católica solo nos presenta a unos pocos privilegiados como modelos de santidad a imitar y para pedirles ayuda en ese camino de santidad. Pero se olvida de Aquel que es la fuente de toda santidad para el hombre, porque "Él es el Santo y el que santifica, al que es de la fe de Jesucristo" (Rom. 3:26). Si uno no es de la fe de Jesucristo jamás será santificado por el Espíritu en Cristo, aunque los hombres le tengan por "santo" y le den "culto".
¿María madre de Dios?
Usted también se refiere al lugar excepcional que tiene María en nuestra religión, y añade: "estimo que es bien merecido por haber sido escogida por el Padre para llevar en sus entrañas a Jesús, por lo cual fue reconocida como "theotocos" (madre de Dios) en el concilio de Éfeso".
¿Quién reconoció a María como "theotocos", Dios o los hombres?
Usted sabe muy bien que en este concilio se trató de condenar al patriarca de Constantinopla, Nestorio, que decía que María era "christotocos" (madre de Cristo). Según Nestorio, María era madre de la naturaleza humana de Cristo, pero de ninguna manera pudo haber engendrado a la naturaleza divina, es decir, no es madre de Dios.
Lo lamentable de todo esto es que, los hombres se preocupen tanto de predicar sus propias doctrinas y, se olviden por completo del Evangelio de Jesucristo.
Los hombres no podemos comprender la Obra infinita de la redención de Dios, ni mucho menos lo que Él ha hecho realidad en Su Santo Hijo para salvación de los pecadores.
¿Quién ha causado más daño a la cristiandad, Nestorio con su christotocos (María madre de Cristo) o el Papado con su theotocos (Maria madre de Dios)?
La historia nos ha demostrado que esa frase ha hecho de María no una madre sino una "diosa", como en esa misma ciudad de Éfeso lo había sido la gran diosa Diana (Hech. 19:35).
Todo esto no honra para nada a la Madre del Señor Jesús, como le titula la Palabra de Dios, cuando se refiere a ella. Más aún, el mismo Señor Jesús pregunta, "¿quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos (y María estaba presente), dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre" (Mt. 12:48-50). "Mi madre y mis hermanos son los que oyen la Palabra de Dios, y la hacen" (Lc. 8:21).
¿Faltó el Señor Jesús al respeto de su madre por no presentarla como la mujer más importante de la creación de Dios?
Antes bien, con su respuesta condenó a todos aquellos que dan más importancia a lo que sucede en la carne (aunque sea la carne de una madre, María), que a la voluntad de Dios y Su Palabra.
Cristo no se identifica con los lazos de sangre o carne, ni tampoco con aquellos que los proclaman, sino con todos aquellos que con fe viva hacen la voluntad del Padre y permanecen en Su Palabra.
El concilio de Éfeso, que se celebró del 22 de junio a septiembre de 431, cuando trata de "Incarnatione Filii Dei" (de la encarnación del Hijo de Dios) y "de duabus naturis in Christo" (de las dos naturalezas en Cristo), define: "Si alguien no confiesa, que Dios es según la verdad el Emmanuel, y por eso la virgen santa (Theotocon=Dei genitricem) es madre de Dios (engendró, pues, carnalmente de Dios al Verbo hecho carne). Sea anatema".
Me parece justo aclarar que la palabra latina "genitricem" (que la tradución latina usa por la griega "tocon") signifca madre o la que concibe, por lo cual se puede traducir: Dei genitricem= la que concibe de Dios. Esto estaría más en concordancia con lo que este canon coloca entre paréntesis "(engendró, pues, carnalmente de Dios al Verbo hecho carne)".
No debemos olvidar la gran batalla que se levantó en el siglo cuarto en contra de la divinidad de Cristo y su persona. Y para rebatir esas afirmaciones heréticas, muchas veces se echó mano de los conceptos filosóficos antes que de la Palabra de Dios. Querer explicar la Obra de Dios en Su Hijo por medio de conceptos filosóficos, es más absurdo que tratar de mostrarle a un ciego, con el tacto de sus manos, los colores del arco iris.
Es hasta lógico que nos preguntemos, igual que hizo la misma María: "¿Cómo será esto?", pero una vez obtenida la respuesta, solo nos queda decir: "hágase en mí conforme a tu Palabra".
¿Y cuál es la explicación que Dios Mismo nos da? Una sola: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios" (Lucas 1:35).
Aquí no caben más explicaciones porque es la Obra infinita de amor del Altísimo hacia el hombre pecador, inexplicable e incomprensible. Ante el misterio de la Obra de Dios, solo caben dos actitudes del corazón: fe o incredulidad.
María tomó una actitud de fe ante las explicaciones de Dios, por eso se le dice: "bienaventurada la que creyó" (Lucas 1:45).
Nuestra aceptación de la Obra de Dios no puede estar basada en nuestra propia capacidad de comprensión o explicación, sino en Dios Mismo: "porque nada hay imposible para Dios" (Lc. 1:37).
La obra en María no es de ella sino de Dios, por lo cual toda la gloria y toda la honra es para el Altísimo y para el Hijo, "que siendo en forma de Dios... se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres... se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte , y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla... y toda lengua confiese que Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Efesios 2:6-11).
La Iglesia Católica en cambio exalta hasta lo sumo a la Virgen María; pone su nombre por encima de todo nombre; hace que ante la Virgen María se doble toda rodilla; y toda lengua confiese que la Virgen María es la Señora, reina del universo y medianera de todas las gracias, para gloria y honra de la Santa Madre Iglesia Católica Romana.
Parece como si esta Iglesia nos quisiera demostrar que en el capítulo 5 de Apocalispsis hay una persona más, que podría abrir los sellos del libro. Allí se pregunta, "¿quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el cielo, ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo". Sólo "el Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, ... la honra, la gloria y la alabanza".
Un autentico hijo de Dios que permanece fiel a la Palabra de Dios en Cristo, tendrá a María, la madre del Señor, un profundo respeto, porque es bienaventurado por haber creído.
Fco. Rdoríguez
http://www.epos.nl/ecr/