Entrevista de Antonio Cambril
a Leonardo Boff
en "El Ideal" de Granada
<http://www.icp-e.org/images/010613boff.jpg>
"Este Papa ha utilizado el
báculo para golpear a las ovejas, no a los lobos"
El teólogo brasileño predica un cristianismo ecológico, combate a la Iglesia
oficial, más preocupada por el ritual que por el hombre, y cree que los
europeos son menos solidarios que hace años
Pregunta: Abandonó el sacerdocio hace 16 años, ¿su fe sigue intacta?
Respuesta: Mi fe sigue intacta porque mucho más grande que el cardenal
Ratzinger, o Juan Pablo II es la Iglesia; no abandono a San Francisco, ni a
san Buenaventura, ni a San Agustín, ni a los grandes testimonios de la fe,
esos que hacen que sienta la Iglesia como un hogar espiritual.
P. ¿No le asusta la posibilidad de convertirse en un heresiarca?
R. El discurso de la herejía es el discurso del otro, no el mío; pero los
herejes son los que más han ayudado a la fe a crecer y modernizarse. Nacimos
de una herejía, en el cristianismo primitivo de los Hechos de los Apóstoles
se habla tres veces de la herejía cristiana.
- P. ¿Teme a la muerte?
- R. No. La muerte es el otro lado de la vida.No vivimos para morir, sino
que morimos para resucitar.
- P. Le acusan de comunista.
- R. Hay que rescatar la grandísima dignidad ética de Marx, porque luchó por
los pobres y por los oprimidos. Marx nos enseñó que el pobre es un
explotado, alguien a quien se ha convertido en pobre. Como eso es verdad, en
último término no viene de Marx, viene del Espíritu Santo.
- P. Ahora vive con una mujer, ¿entiende que debe suprimirse el celibato?
- R. El encuentro con la mujer es el encuentro con algo que viene de Dios;
al prohibir esa experiencia, la Iglesia (católica) atenta contra el deseo
del Señor. Hay que respetar a las personas que optan por vivir el celibato,
pero no debe ser fruto de la imposición de una instancia superior.
- P. La mujer ocupa un segundo plano en la Iglesia (católica) , ¿ por qué?
- R. Todo sistema autoritario, centralizado, es incapaz de ternura. La
Iglesia (católica) se inscribe en esa tradición y no aguanta la fuerza
intelectual que la mujer tiene, ha de negarla para poder mantenerse.
- P. ¿Por qué se desprecia el cuerpo?
- R. La Iglesia (católica) es más hija de San Agustín, enemigo del cuerpo y
de la carne, que heredera del Evangelio. Es fundamental que vuelva a ser
humana, que rescate la sacralidad y la belleza del cuerpo, la altísima
dignidad del placer.
- P. Es curioso que usted, un franciscano, sea el fundador de la Ecología de
la liberación.
- R. Lo llevamos en la sangre: el universo no es mudo, todo habla, todo es
un gran sacramento de Dios. Hay que hacer llegar la democracia más allá de
los límites humanos, a todo el universo, para que todos seamos ciudadanos a
los que hay que respetar e incluir en la sociedad. Yo sueño con reuniones en
las que tú, Antonio, vienes acá con tu perro, tu papagayo y tus animalitos,
porque esa también es tu familia, son hermanos y hermanas de verdad, y no
solamente retórica.
- P. La globalización económica ha hecho más ricos a los ricos y más pobres
a los pobres. ¿Lo denuncia la Iglesia (católica) con la suficiente
contundencia?
- R. La Iglesia (católica) no denuncia porque es parte del proceso, es
cómplice, pertenece al bloque histórico que hace esa globalización.
Nosotros, nacimos ya globalizados en el siglo XVI, cuando se produjo el
primer gran intento de globalización desde Iberoamérica. Allí, junto a los
globalizadores, estaba la Iglesia(católica), y hoy, bajo este Papa, sigue
igual, es una Iglesia (católica) oficial, imperialista, de misión,
preocupada por extenderse a todo el mundo para conquistarlo, no para
servirlo ni para descubrir lo que Dios ha hecho. La Iglesia (católica) no
condena porque sería un poco condenarse a sí misma; hace un discurso
moralizante, condena la injusticia, la explotación, pero no pone remedios,
no se pone de parte de los pobres, de los sin tierra, de los indígenas.
Cuando se defiende eso, las cosas concretas, la Iglesia (católica) condena,
dice que se está politizando la fe... y crea mecanismos de disculpa para no
intervenir.
- P. En Occidente apenas se oyen argumentos alternativos frente a quienes
entienden la globalización como un mero proceso de aprovechamiento de los
recursos naturales de los países menos desarrollados. ¿De dónde vendrán las
respuestas?
- R. En este momento no hay alternativas, estamos en el purgatorio, para
algunos en el infierno, de la globalización, pero en la periferia del
sistema están apareciendo semillas de contestación, y fuertes, hasta el
punto de que el Banco Mundial no ha podido hacer la reunión que pretendía en
Barcelona. Está surgiendo un antipoder, empiezan a aparecer voces que
pretenden que no se trate a la Tierra como a un banco de negocios ni a los
seres humanos sólo como fuerza de trabajo. A partir de esa conciencia
planetaria se empieza a organizar en muchos lugares de Brasil y América
Latina una forma de producción comunitaria (son muchos los que participan),
autogestionaria (va de abajo a arriba), que crea sus propios mercados y
monedas internas... son semillas de otras forma de producción, que atiende
necesidades y realiza lo que es la economía en su sentido originario: la
atención a demandas concretas de las personas.
- P. ¿Ve algún aspecto positivo en la globalización?
- R. La veo muy positiva, independientemente del proceso económico. Es una
etapa de la evolución de la humanidad, de los que habitamos la misma casa
común, que es la Tierra. Somos una sola especie y tenemos que hacer posible
la convivencia de las diversas culturas. Llegará un momento (en eso sigo a
De Chardin) en que entraremos en una etapa nueva llamada noosfera, la esfera
de una mente y un corazón colectivo, de una globalización del proyecto
humano. Estamos inaugurando esa ilusión. La globalización es un proceso
irrefrenable, se va a producir, queramos o no queramos. Pero al mismo
tiempo, hay que decir que ha ganado la globalización material y se ha
olvidado para qué sirve, que es la base para una globalización ética,
espiritual, política, con la que se inaugurará de verdad el nuevo milenio.
- P. Usted, que viaja continuamente, ¿tiene la sensación de que los europeos
son menos solidarios que hace años?
- R. Donde hace años notaba solidaridad e interés por el Tercer Mundo, la
mujer o la ecología, hoy, dada la gravedad de la situación europea, la gente
entiende que cada uno tiene sus problemas y debe arreglarlos como pueda. El
tathcherismo fue fundamental para el neoliberalismo, y ahora estamos viendo
sus consecuencias: la deconstrucción del Estado, los sindicatos, la
Seguridad Social; las privatizaciones; una disminución fantástica de la
solidaridad, un individualismo creciente y una globalización más amplia,
pero únicamente material, financiera, especulativa. La situación es
dramática, no percibimos los lazos que unen a la familia humana. Somos más
pobres que ayer y tenemos menos esperanzas.
- P. Ha declarado que el Papa se orienta por Roma y no por Belén, ¿por qué?
- R. El Papa es muy eclesiocéntrico, piensa que Roma es el mundo. No
advierte que el llamado más original del cristianismo va por Belén, por la
sencillez, por la periferia. Dios nació entre animales, y la Iglesia debe
estar donde está Jesús, con los marginados, con los anónimos, con los
oprimidos en comunión con los hermanos.
- P. ¿El papado de Juan Pablo II ha supuesto un retroceso?
- R. Creo que es un retroceso dramático, porque no se han negado verdades,
pero se han matado las esperanzas de muchos cristianos, de los mejores. Este
Papa, más que nadie, ha utilizado el báculo, y no para golpear lobos, sino
para golpear ovejas. Lamento profundamente que aquí, en Granada, se golpeara
de manera injusta a Castillo y Estrada, dos de los teólogos más brillantes
de España, que constituían una esperanza. El Papa hace esto para mantener
una unidad más cercana a la de un ejército que a la de un pueblo.
- P. ¿Está la Iglesia (católica) más preocupada por el ritual que por el
hombre?
- R. Sí. Bajo este Papa, el rito y la disciplina, han sido más importantes
que las personas. Pongo dos ejemplos. En Brasil han prohibido la Misa de los
Negros porque, dicen, no se veía el carácter romano. También han prohibido,
por las mismas razones, la Misa de la Tierra sin Males, de los indígenas.
Permite que se haga teatro, que se monten 'shows', pero no con la forma con
que el pueblo gusta alabar al Señor.
- P. ¿Actúa la Iglesia (católica) como un estado?
- R. Esa es la dimensión más escandalosa de la Iglesia (católica): se
comporta como los paganos y no como dicta el Evangelio, se entiende a sí
misma como un poder, como un estado. Lamento que no hubiera una fuerza
política en Italia que acabara con el Estado Vaticano.
- P. Ahora que se habla de la mala salud de Juan Pablo II...
- R. Sí, está reunido el consistorio, los cardenales, todos...
- P. ¿Que Papa necesita la Iglesia (católica)?
- R. Alguien sensible a la nueva etapa de la humanidad (que es la etapa
planetaria), que entienda su función como espiritual, destinada a mantener
en las personas la convicción de que tenemos un fuego interior. Segundo: que
trate de unir a todos los que están en búsqueda espiritual y hacer una paz
religiosa amplísima, porque todos somos hijos de Dios. Después: que luche en
defensa de las vidas que son más negadas, de la vida de la Tierra, de la
vida de los pobres, de la vida de los que no pueden comer una vez al día al
menos (millones y millones de personas). Y por último: defender el derecho
del ser viviente a ser abrazado como ciudadano de la Tierra, ya sea la la
hormiga, el árbol o la persona... hacer una democracia sociocósmica.
- P. ¿Si el Vaticano no cambia, se producirá un cisma en Suramérica?
- R. Sufrimos mucho, porque los pobres dicen: "Si el Papa tuviera asesores
mejores estaría de nuestra parte, que raro que esté junto con los que nos
oprimen". Nosotros no tenemos ganas de separación, pero me temo que llegue
un día en que Roma, víctima de su dogmática, tenga que condenar a millones
de cristianos que están en las comunidades de base. Ese sería el gran cisma,
porque si la Iglesia (católica) pierde a los pobres, perderá a Jesucristo;
y, sin Jesús, no tendrá ningún valor religioso.
- P. Usted propone un pacto ético por la humanidad. ¿lo cree posible?
- R. Es posible, y probablemente vendrá de una crisis tremenda de la
humanidad, de la economía de especulación financiera que, a mi juicio, va a
explotar, o de una crisis ecológica. Habrá que desarrollar una sensibilidad
que nos permita sentir unidos nuestros destinos y garantizar un espacio de
comunicación mínimo para fortalecer los lazos de sociabilidad y vivir
nuestra humanidad.
- P. ¿Sabe dónde habita hoy el Anticristo?
- R. El Anticristo no es una figura, es un tipo de espíritu, es el gran
opositor, el ser que se opone a la vida y a su desarrollo, a que todos los
seres tengan su dignidad garantizada, a que la dimensión religiosa pueda
desarrollarse en libertad. Ese Anticristo está en nosotros, en los
religiosos, en el mismo Vaticano... Y, sobre todo, en el proceso de
globalización económica.
© El Ideal de Granada, 2001
a Leonardo Boff
en "El Ideal" de Granada
<http://www.icp-e.org/images/010613boff.jpg>
"Este Papa ha utilizado el
báculo para golpear a las ovejas, no a los lobos"
El teólogo brasileño predica un cristianismo ecológico, combate a la Iglesia
oficial, más preocupada por el ritual que por el hombre, y cree que los
europeos son menos solidarios que hace años
Pregunta: Abandonó el sacerdocio hace 16 años, ¿su fe sigue intacta?
Respuesta: Mi fe sigue intacta porque mucho más grande que el cardenal
Ratzinger, o Juan Pablo II es la Iglesia; no abandono a San Francisco, ni a
san Buenaventura, ni a San Agustín, ni a los grandes testimonios de la fe,
esos que hacen que sienta la Iglesia como un hogar espiritual.
P. ¿No le asusta la posibilidad de convertirse en un heresiarca?
R. El discurso de la herejía es el discurso del otro, no el mío; pero los
herejes son los que más han ayudado a la fe a crecer y modernizarse. Nacimos
de una herejía, en el cristianismo primitivo de los Hechos de los Apóstoles
se habla tres veces de la herejía cristiana.
- P. ¿Teme a la muerte?
- R. No. La muerte es el otro lado de la vida.No vivimos para morir, sino
que morimos para resucitar.
- P. Le acusan de comunista.
- R. Hay que rescatar la grandísima dignidad ética de Marx, porque luchó por
los pobres y por los oprimidos. Marx nos enseñó que el pobre es un
explotado, alguien a quien se ha convertido en pobre. Como eso es verdad, en
último término no viene de Marx, viene del Espíritu Santo.
- P. Ahora vive con una mujer, ¿entiende que debe suprimirse el celibato?
- R. El encuentro con la mujer es el encuentro con algo que viene de Dios;
al prohibir esa experiencia, la Iglesia (católica) atenta contra el deseo
del Señor. Hay que respetar a las personas que optan por vivir el celibato,
pero no debe ser fruto de la imposición de una instancia superior.
- P. La mujer ocupa un segundo plano en la Iglesia (católica) , ¿ por qué?
- R. Todo sistema autoritario, centralizado, es incapaz de ternura. La
Iglesia (católica) se inscribe en esa tradición y no aguanta la fuerza
intelectual que la mujer tiene, ha de negarla para poder mantenerse.
- P. ¿Por qué se desprecia el cuerpo?
- R. La Iglesia (católica) es más hija de San Agustín, enemigo del cuerpo y
de la carne, que heredera del Evangelio. Es fundamental que vuelva a ser
humana, que rescate la sacralidad y la belleza del cuerpo, la altísima
dignidad del placer.
- P. Es curioso que usted, un franciscano, sea el fundador de la Ecología de
la liberación.
- R. Lo llevamos en la sangre: el universo no es mudo, todo habla, todo es
un gran sacramento de Dios. Hay que hacer llegar la democracia más allá de
los límites humanos, a todo el universo, para que todos seamos ciudadanos a
los que hay que respetar e incluir en la sociedad. Yo sueño con reuniones en
las que tú, Antonio, vienes acá con tu perro, tu papagayo y tus animalitos,
porque esa también es tu familia, son hermanos y hermanas de verdad, y no
solamente retórica.
- P. La globalización económica ha hecho más ricos a los ricos y más pobres
a los pobres. ¿Lo denuncia la Iglesia (católica) con la suficiente
contundencia?
- R. La Iglesia (católica) no denuncia porque es parte del proceso, es
cómplice, pertenece al bloque histórico que hace esa globalización.
Nosotros, nacimos ya globalizados en el siglo XVI, cuando se produjo el
primer gran intento de globalización desde Iberoamérica. Allí, junto a los
globalizadores, estaba la Iglesia(católica), y hoy, bajo este Papa, sigue
igual, es una Iglesia (católica) oficial, imperialista, de misión,
preocupada por extenderse a todo el mundo para conquistarlo, no para
servirlo ni para descubrir lo que Dios ha hecho. La Iglesia (católica) no
condena porque sería un poco condenarse a sí misma; hace un discurso
moralizante, condena la injusticia, la explotación, pero no pone remedios,
no se pone de parte de los pobres, de los sin tierra, de los indígenas.
Cuando se defiende eso, las cosas concretas, la Iglesia (católica) condena,
dice que se está politizando la fe... y crea mecanismos de disculpa para no
intervenir.
- P. En Occidente apenas se oyen argumentos alternativos frente a quienes
entienden la globalización como un mero proceso de aprovechamiento de los
recursos naturales de los países menos desarrollados. ¿De dónde vendrán las
respuestas?
- R. En este momento no hay alternativas, estamos en el purgatorio, para
algunos en el infierno, de la globalización, pero en la periferia del
sistema están apareciendo semillas de contestación, y fuertes, hasta el
punto de que el Banco Mundial no ha podido hacer la reunión que pretendía en
Barcelona. Está surgiendo un antipoder, empiezan a aparecer voces que
pretenden que no se trate a la Tierra como a un banco de negocios ni a los
seres humanos sólo como fuerza de trabajo. A partir de esa conciencia
planetaria se empieza a organizar en muchos lugares de Brasil y América
Latina una forma de producción comunitaria (son muchos los que participan),
autogestionaria (va de abajo a arriba), que crea sus propios mercados y
monedas internas... son semillas de otras forma de producción, que atiende
necesidades y realiza lo que es la economía en su sentido originario: la
atención a demandas concretas de las personas.
- P. ¿Ve algún aspecto positivo en la globalización?
- R. La veo muy positiva, independientemente del proceso económico. Es una
etapa de la evolución de la humanidad, de los que habitamos la misma casa
común, que es la Tierra. Somos una sola especie y tenemos que hacer posible
la convivencia de las diversas culturas. Llegará un momento (en eso sigo a
De Chardin) en que entraremos en una etapa nueva llamada noosfera, la esfera
de una mente y un corazón colectivo, de una globalización del proyecto
humano. Estamos inaugurando esa ilusión. La globalización es un proceso
irrefrenable, se va a producir, queramos o no queramos. Pero al mismo
tiempo, hay que decir que ha ganado la globalización material y se ha
olvidado para qué sirve, que es la base para una globalización ética,
espiritual, política, con la que se inaugurará de verdad el nuevo milenio.
- P. Usted, que viaja continuamente, ¿tiene la sensación de que los europeos
son menos solidarios que hace años?
- R. Donde hace años notaba solidaridad e interés por el Tercer Mundo, la
mujer o la ecología, hoy, dada la gravedad de la situación europea, la gente
entiende que cada uno tiene sus problemas y debe arreglarlos como pueda. El
tathcherismo fue fundamental para el neoliberalismo, y ahora estamos viendo
sus consecuencias: la deconstrucción del Estado, los sindicatos, la
Seguridad Social; las privatizaciones; una disminución fantástica de la
solidaridad, un individualismo creciente y una globalización más amplia,
pero únicamente material, financiera, especulativa. La situación es
dramática, no percibimos los lazos que unen a la familia humana. Somos más
pobres que ayer y tenemos menos esperanzas.
- P. Ha declarado que el Papa se orienta por Roma y no por Belén, ¿por qué?
- R. El Papa es muy eclesiocéntrico, piensa que Roma es el mundo. No
advierte que el llamado más original del cristianismo va por Belén, por la
sencillez, por la periferia. Dios nació entre animales, y la Iglesia debe
estar donde está Jesús, con los marginados, con los anónimos, con los
oprimidos en comunión con los hermanos.
- P. ¿El papado de Juan Pablo II ha supuesto un retroceso?
- R. Creo que es un retroceso dramático, porque no se han negado verdades,
pero se han matado las esperanzas de muchos cristianos, de los mejores. Este
Papa, más que nadie, ha utilizado el báculo, y no para golpear lobos, sino
para golpear ovejas. Lamento profundamente que aquí, en Granada, se golpeara
de manera injusta a Castillo y Estrada, dos de los teólogos más brillantes
de España, que constituían una esperanza. El Papa hace esto para mantener
una unidad más cercana a la de un ejército que a la de un pueblo.
- P. ¿Está la Iglesia (católica) más preocupada por el ritual que por el
hombre?
- R. Sí. Bajo este Papa, el rito y la disciplina, han sido más importantes
que las personas. Pongo dos ejemplos. En Brasil han prohibido la Misa de los
Negros porque, dicen, no se veía el carácter romano. También han prohibido,
por las mismas razones, la Misa de la Tierra sin Males, de los indígenas.
Permite que se haga teatro, que se monten 'shows', pero no con la forma con
que el pueblo gusta alabar al Señor.
- P. ¿Actúa la Iglesia (católica) como un estado?
- R. Esa es la dimensión más escandalosa de la Iglesia (católica): se
comporta como los paganos y no como dicta el Evangelio, se entiende a sí
misma como un poder, como un estado. Lamento que no hubiera una fuerza
política en Italia que acabara con el Estado Vaticano.
- P. Ahora que se habla de la mala salud de Juan Pablo II...
- R. Sí, está reunido el consistorio, los cardenales, todos...
- P. ¿Que Papa necesita la Iglesia (católica)?
- R. Alguien sensible a la nueva etapa de la humanidad (que es la etapa
planetaria), que entienda su función como espiritual, destinada a mantener
en las personas la convicción de que tenemos un fuego interior. Segundo: que
trate de unir a todos los que están en búsqueda espiritual y hacer una paz
religiosa amplísima, porque todos somos hijos de Dios. Después: que luche en
defensa de las vidas que son más negadas, de la vida de la Tierra, de la
vida de los pobres, de la vida de los que no pueden comer una vez al día al
menos (millones y millones de personas). Y por último: defender el derecho
del ser viviente a ser abrazado como ciudadano de la Tierra, ya sea la la
hormiga, el árbol o la persona... hacer una democracia sociocósmica.
- P. ¿Si el Vaticano no cambia, se producirá un cisma en Suramérica?
- R. Sufrimos mucho, porque los pobres dicen: "Si el Papa tuviera asesores
mejores estaría de nuestra parte, que raro que esté junto con los que nos
oprimen". Nosotros no tenemos ganas de separación, pero me temo que llegue
un día en que Roma, víctima de su dogmática, tenga que condenar a millones
de cristianos que están en las comunidades de base. Ese sería el gran cisma,
porque si la Iglesia (católica) pierde a los pobres, perderá a Jesucristo;
y, sin Jesús, no tendrá ningún valor religioso.
- P. Usted propone un pacto ético por la humanidad. ¿lo cree posible?
- R. Es posible, y probablemente vendrá de una crisis tremenda de la
humanidad, de la economía de especulación financiera que, a mi juicio, va a
explotar, o de una crisis ecológica. Habrá que desarrollar una sensibilidad
que nos permita sentir unidos nuestros destinos y garantizar un espacio de
comunicación mínimo para fortalecer los lazos de sociabilidad y vivir
nuestra humanidad.
- P. ¿Sabe dónde habita hoy el Anticristo?
- R. El Anticristo no es una figura, es un tipo de espíritu, es el gran
opositor, el ser que se opone a la vida y a su desarrollo, a que todos los
seres tengan su dignidad garantizada, a que la dimensión religiosa pueda
desarrollarse en libertad. Ese Anticristo está en nosotros, en los
religiosos, en el mismo Vaticano... Y, sobre todo, en el proceso de
globalización económica.
© El Ideal de Granada, 2001