Apoc. 5:10 y
nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
Sacerdote del Dios altísimo
1Ped. 2:9 Mas vosotros sois linaje escogido,
real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
Mat. 13:43 Entonces
los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.
Sin padre, sin madre, sin linaje
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va;
así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
Sin principio de días ni fin de vida: eterno
4
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual
nos hizo aceptos en el Amado,
3 Y ésta es
la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
Jn. 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Llamado y constituido directamente por Dios
Rom. 8:30 Y
a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
Mat. 18:18 De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra,
será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra,
será desatado en el cielo.
Apoc. 4:1 Después de esto miré, y h
e aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo:
Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de éstas. 2 Y al instante
yo estaba en el Espíritu;
y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.
Mat. 11:11 De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer
no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista;
pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.
Gál. 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado,
y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
1Ped. 1:16 porque escrito está:
Sed santos, porque yo soy santo.
Salm. 26:6
Lavadas ya mis manos y limpias de pecado, quiero, Señor, acercarme a tu altar,
Heb. 8:12 Porque seré propicio a sus injusticias,
Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.
Heb. 10:17 añade:
Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
Tenga cuidado no termine negando la Sangre de Cristo. Y recuerde:
Heb. 10:22 Por eso, acerquémonos a Dios con corazón sincero y con una fe completamente segura,
limpios nuestros corazones de mala conciencia y lavados nuestros cuerpos con agua pura.
Apartado de los pecadores
¿aun anda usted entre los pecadores?... entonces pues no es miembro de la Iglesia, que como bien sabe está formada por todo LOS QUE HAN SIDO LLAMADOS FUERA, A SALIR DE ENTRE ELLOS.
Más sublime que los cielos
¿esto de dónde lo saca usted?...
Ofrecerse a sí mismo como ofrenda a Dios
5 Respondió Jesús:
De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
Mar. 8:34 Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Apoc. 14:5 y en sus bocas no fue hallada mentira,
pues son sin mancha delante del trono de Dios.
Efes. 1:4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
Efes. 5:27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
