Dios te bendiga Krelian.
Lo segundo que dices es lo más cercano a la realidad y está más cercano al problema real entre el protestantismo naciente y el Catolicismo medieval-moderno.
Si "Sola Fe" significa que para pasar del estado de impiedad al de justificados ningún elemento humano puede lograr ese paso, si "Sola Fe" significa que la justificación primera no es merecida ni se otorga como recompensa a actos u obras que hagan los hombres entonces no hay problemas entre Protestantismo y Catolicismo.
El problema es cuando surge este segundo elemento que mencionas: la Fe de Jesús. Lo que Lutero empezó a vislumbrar y a producir como fruto de sus estudios bíblicos es que Cristo ocupa nuestro lugar en la Cruz, le encantaba a Lutero la frase de Los Padres de La Iglesia que decía que en la Cruz ocurrió un "Admirable Comercio" en el que Cristo tomaba nuestro pecado y nos daba su Justicia. Es Melancthon, íntimo y discípulo de Lutero, quien lleva esas ideas al extremo y empieza a desarrollar la doctrina de que Jesús cuando nos da su justicia no nos la da como algo real sino que es una mera declaración jurídica o forense de Justicia. Es decir, en la justificación no pasa absolutamente nada en la realidad-alma-mente-corazón del individuo justificado sino que él es meramente declarado como justo, pero que en realidad no lo es, sigue siendo el mismo pecador de antes, no ha habido ningún cambio en él.
Es ahí, y en este más que en ningún otro sitio, donde el Catolicismo levanta su oposición. Para el Catolicismo no existe tal justificación, eso no es más que una "ficción legal" y el Catolicismo optó por preservar su teología en la que la justificación no es solo el hecho de que Dios no nos impute el pecado o nos impute una justicia externa a nosotros sino en el acto por el cual Dios nos sana, regenera, santifica y eleva a un estado de verdaderos y reales hijos de Dios. Por lo que el Catolicismo optó (desde siglos antes a la Reforma) fue por entender que nosotros somos hechos realmente justos con una justicia merecida, producida y creada sobrenaturalmente por el Espíritu Santo en nosotros gracias al sacrifico de Cristo. Esta justicia nunca se puede mantener por sí sola, el hombre no puede hacer nada para preservarla sin el influjo directo y constante del Espíritu Santo, y de la única manera que esta justicia puede permanecer viva es mientras el hombre tenga como fundamento y raíz la fe que le una vitalmente a Cristo como el sarmiento a la vid.
En el Amor de Jesús.
Gabaon.