Mateo 18:21 Entonces se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?".Leemos en Mateo 22, 35-38: "Y le preguntó uno de ellos, doctor, tentándole: Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley? Él (Jesús) le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el más grande y el primer mandamiento."Ahora bien más se ama a quien más se obedece, y si la obediencia a Dios está por encima de la obediencia a los hombres, es evidente que el amor a Dios está, como a cualquiera con buen sentido se le ocurre, por encima del amor a los hombres.Ahora bien, sentado que el amor a Dios es lo primero, tenemos que preguntarnos si es posible amar a Dios odiando o no amando a los hombres, pues no quien diga "Señor, Señor" entrará en el Reino de los Cielos, "sino el que hace la voluntad de Mi Padre Celestial" (Mt 7, 21). Y S. Juan como vocero del Espíritu Santo nos responde (I Juan 4, 20):"Si alguno dice: sí, yo amo a Dios, al paso que aborrece a su hermano, es un mentiroso. Pues el que no ama a su hermano, a quien ve, ¿a Dios, a quien no ve, cómo podrá amarle?". Así el amor a Dios para ser auténtico debe traducirse en amor al prójimo a los hombres: "Y tenemos este mandamiento de Dios, que quien ama a Dios, ame también a su hermano" (I Juan 4, 21).Aparte la justa norma de prioridad en cuanto al culto que se ha de tributar al Supremo, el orden guardado en los 10 Mandamientos fue regulado por un perfecto pensamiento de amor paterno de Dios hacia los hombres a los que Él desea verles felices en su Reino eterno"…"Ya lo dije: "Si no sabes amar a Dios ¿cómo podrás amar a tu hermano? Si no amas al Buenísimo, al Benefactor y al Amigo, ¿cómo habrás de poder y saber amar a un semejante tuyo tan excepcionalmente bueno, benéfico y amigo?"
"He aquí, por tanto, que el Padre Santísimo les enseña en primer lugar a amarle a Él. Como Maestro sapientísimo, lo primero los alienta y vigoriza en el amor dándose a ustedes para que lo amen a Él, el eterno Bueno. Después, una vez que el amor los unió a Él y realizó en vosotros la inhabitación de Dios, los mueve a que amen a los hermanos, al prójimo, y para hacerse cada vez más fuertes en el dulce y a la vez difícil amor del prójimo, como al primer prójimo al que han de amar les indica al padre y a la madre. El hombre que, después de Dios, sabe amar con perfección al padre y a la madre, fácilmente podrá más tarde contenerse de ser violento con el prójimo ladrón, fornicador, perjuro y ávido de la mujer y bienes ajenos"Queda clara pues la primacía del amor de Dios en el doble mandamiento de amor a Dios y al prójimo. Así como queda claro que si no amamos al prójimo no podemos decir que amamos a Dios.
En suma, los dos mandamientos de amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, no puede darse uno sin el otro, ya que el que ama a Dios ama a sus hijos, a los hombres. Y no se puede amar a los hijos, a nuestro prójimo, que tan raras veces es perfecto, si no amamos al Bueno sin límites, al Creador y Padre de los hombres, si no amamos a Dios.Y es el amor a Dios el más importante y la raíz fundamental de todo amor: porque Dios es infinitamente bueno y digno de amor, en tanto que las criaturas, los hombres, son limitadas y sólo pueden amarse en Dios, por amor a Dios que quiso morir por su salvación, y con el amor que Dios nos infunde. Si bien, sentado esto, también es cierto que estaríamos cerrados al amor a Dios si no le amáramos en sus hijos, en nuestros hermanos.
Concluyendo, el pecado ofende a Dios y al prójimo, nosotros pedimos perdón a nuestros hermanos por la ofensa al pròjimo,pero también debemos de pedir perdón a Dios porque también a El lo hemos ofendido.