Estimado Miguel:
Estimado Miguel:
1 - Aunque por supuesto admito cuanto significa la escuela de la experiencia de la vida, considero que no necesariamente alguien esté incapacitado para comprender la bajeza de un vicio en el que no se cayó o la alteza de una virtud a la que no se alcanzó. Creo que precisamente el libro de Proverbios es ideal para prevenir al joven en cuanto a lo primero, e incentivarlo en cuanto a lo segundo. Creo que una educación integral y los buenos ejemplos son fundamentales en la formación del carácter de un niño. Por gracia de Dios, en mi casa y el entorno familiar mayor no presenciamos nunca el triste espectáculo de ver a alguien borracho. En la escuela pública que asistía tanto como en la escuela dominical a la que concurría, se coincidía en advertir las graves consecuencias de los vicios y se enfatizaba el cultivo de la inteligencia y buenas costumbres. Pero era fácil ver por la calle algún borracho andando haciendo eses. En ocasiones que algunos transitaban por veredas estrechas expuestos a caer a la calle y ser atropellados por un vehículo, forcejeé con ellos obligándolos a sentarse en algún escalón. Siempre me impresionó profundamente lo denigrante de ese vicio.
2 - Ahora soy yo quien necesita recordarte que Cristo vino a salvar a los perdidos, tanto al borracho muriendo de cirrosis como a cuantos como yo no sabemos por experiencia propia lo que es estar ebrio. Recuerda entonces que el fariseo de la parábola que se autojustificaba, estaba más perdido que el publicano que se acogía a lo propiciación divina. Admito que quienes en su conversión fueron liberados de un arraigado vicio, tienen luego una excelente oportunidad de testificar del poder del evangelio con mayor fuerza a los que todavía están presos en él. Pero tampoco es cosa de irnos para el otro lado - como actualmente se suele hacer - enmarcando con un halo de celebridad a cuantos fueron notorios delincuentes, mientras desmerecemos el testimonio de quienes no conocieron las profundidades de Satanás.
3 - En el ejemplo que seguidamente me propones, el hermano débil, sea gentil o israelita, no tendría nunca oportunidad de verme bebiendo vino, pues siendo que usualmente no lo hago - mas no por abstención sino por no gastar dinero si puedo beber una limonada casera -, sería una falta de consideración de mi parte si siendo invitados a mi mesa me permito el lujo de poner una botella de vino si me consta que fueron adictos. “Como bebida procura tomar siempre agua pura”.
4 - El mandamiento de Dt.14:26 es “por cualquier cosa que tú desees”. Faltando el deseo de beber vino o sidra, tampoco se falta al mandamiento.
5 - Creo que a esta altura del diálogo ya tendrías que haber comprendido que por gracia de Dios entiendo el sentido de la lección que el Señor le dio a Pedro. Si en mis lecturas de Hechos 10 me hubiera limitado siempre a la mitad del capítulo, todo no hubiera pasado de una cuestión culinaria. Pero seguramente imaginarás que siempre alcancé a leer la segunda mitad. Cinco capítulos más adelante, la abstención de carnes se limita a “lo sacrificado a ídolos, de sangre y de ahogado”.
Indudablemente que en el lienzo que descendía del cielo no venían gorditos
italianos ya adobados y listos para el horno, sino diferentes clases de animales prohibidos como alimento en la Ley de Moisés. Con la excepción de los cristianos de origen judío, los de procedencia gentil comieron luego todo tipo de carne. La única restricción que les pone Pablo es la de no usar de su libertad para que se ofenda, debilite o tropiece el hermano que no la tiene.
De todos modos, el tema de este epígrafe es: Santa Cena ¿Vino o mosto? A lo largo de mi vida (que ya lleva medio siglo en comunión con los hermanos), hay pastores que me han explicado que ellos usan en la Cena del Señor jugo de uva - con conservantes químicos -, pues entre los miembros de su iglesia había hermanos que cuando inconversos habían sido borrachos, y no querían arriesgar que por el vino de la Cena pudieran reincidir en su antiguo vicio.
Invariablemente yo les hacía dos preguntas:
1era. - ¿Ha sabido Vd. de algún caso que por beber el sorbo de vino de la copa - en las iglesias que así lo hacen -, un hermano recayera en el vicio?
Invariablemente contestaban no haber oído nunca tal cosa.
2da. - ¿De veras cree Vd. que la gracia de Dios que obró tan maravillosamente la conversión de un borracho perdido, transformándolo en un nuevo hombre en Cristo, lo dejaría volver a su antigua condición nada más que por beber un sorbo de vino a la semana en obediencia a un mandamiento explícito del Señor Jesús “Haced esto en memoria de mí”?
Invariablemente quedaban desconcertados, sin atinar qué responder.
Saludos.
Ricardo.
Estimado Miguel:
1 - Aunque por supuesto admito cuanto significa la escuela de la experiencia de la vida, considero que no necesariamente alguien esté incapacitado para comprender la bajeza de un vicio en el que no se cayó o la alteza de una virtud a la que no se alcanzó. Creo que precisamente el libro de Proverbios es ideal para prevenir al joven en cuanto a lo primero, e incentivarlo en cuanto a lo segundo. Creo que una educación integral y los buenos ejemplos son fundamentales en la formación del carácter de un niño. Por gracia de Dios, en mi casa y el entorno familiar mayor no presenciamos nunca el triste espectáculo de ver a alguien borracho. En la escuela pública que asistía tanto como en la escuela dominical a la que concurría, se coincidía en advertir las graves consecuencias de los vicios y se enfatizaba el cultivo de la inteligencia y buenas costumbres. Pero era fácil ver por la calle algún borracho andando haciendo eses. En ocasiones que algunos transitaban por veredas estrechas expuestos a caer a la calle y ser atropellados por un vehículo, forcejeé con ellos obligándolos a sentarse en algún escalón. Siempre me impresionó profundamente lo denigrante de ese vicio.
2 - Ahora soy yo quien necesita recordarte que Cristo vino a salvar a los perdidos, tanto al borracho muriendo de cirrosis como a cuantos como yo no sabemos por experiencia propia lo que es estar ebrio. Recuerda entonces que el fariseo de la parábola que se autojustificaba, estaba más perdido que el publicano que se acogía a lo propiciación divina. Admito que quienes en su conversión fueron liberados de un arraigado vicio, tienen luego una excelente oportunidad de testificar del poder del evangelio con mayor fuerza a los que todavía están presos en él. Pero tampoco es cosa de irnos para el otro lado - como actualmente se suele hacer - enmarcando con un halo de celebridad a cuantos fueron notorios delincuentes, mientras desmerecemos el testimonio de quienes no conocieron las profundidades de Satanás.
3 - En el ejemplo que seguidamente me propones, el hermano débil, sea gentil o israelita, no tendría nunca oportunidad de verme bebiendo vino, pues siendo que usualmente no lo hago - mas no por abstención sino por no gastar dinero si puedo beber una limonada casera -, sería una falta de consideración de mi parte si siendo invitados a mi mesa me permito el lujo de poner una botella de vino si me consta que fueron adictos. “Como bebida procura tomar siempre agua pura”.
4 - El mandamiento de Dt.14:26 es “por cualquier cosa que tú desees”. Faltando el deseo de beber vino o sidra, tampoco se falta al mandamiento.
5 - Creo que a esta altura del diálogo ya tendrías que haber comprendido que por gracia de Dios entiendo el sentido de la lección que el Señor le dio a Pedro. Si en mis lecturas de Hechos 10 me hubiera limitado siempre a la mitad del capítulo, todo no hubiera pasado de una cuestión culinaria. Pero seguramente imaginarás que siempre alcancé a leer la segunda mitad. Cinco capítulos más adelante, la abstención de carnes se limita a “lo sacrificado a ídolos, de sangre y de ahogado”.
Indudablemente que en el lienzo que descendía del cielo no venían gorditos
italianos ya adobados y listos para el horno, sino diferentes clases de animales prohibidos como alimento en la Ley de Moisés. Con la excepción de los cristianos de origen judío, los de procedencia gentil comieron luego todo tipo de carne. La única restricción que les pone Pablo es la de no usar de su libertad para que se ofenda, debilite o tropiece el hermano que no la tiene.
De todos modos, el tema de este epígrafe es: Santa Cena ¿Vino o mosto? A lo largo de mi vida (que ya lleva medio siglo en comunión con los hermanos), hay pastores que me han explicado que ellos usan en la Cena del Señor jugo de uva - con conservantes químicos -, pues entre los miembros de su iglesia había hermanos que cuando inconversos habían sido borrachos, y no querían arriesgar que por el vino de la Cena pudieran reincidir en su antiguo vicio.
Invariablemente yo les hacía dos preguntas:
1era. - ¿Ha sabido Vd. de algún caso que por beber el sorbo de vino de la copa - en las iglesias que así lo hacen -, un hermano recayera en el vicio?
Invariablemente contestaban no haber oído nunca tal cosa.
2da. - ¿De veras cree Vd. que la gracia de Dios que obró tan maravillosamente la conversión de un borracho perdido, transformándolo en un nuevo hombre en Cristo, lo dejaría volver a su antigua condición nada más que por beber un sorbo de vino a la semana en obediencia a un mandamiento explícito del Señor Jesús “Haced esto en memoria de mí”?
Invariablemente quedaban desconcertados, sin atinar qué responder.
Saludos.
Ricardo.