Aquí estoy Catala, ahora vengo de la segunda página, aquí traigo más información.
Creo que indultarán a Safilla, pues son demasiado horribles estas prácticas de los integristas islámicos, y está teniendo mucho eco por todo el mundo, y esto puede salvarle la vida; seguiremos con nuestra campaña en estos foros.
Hasta pronto.
Saludos y bendiciones.
Bart.
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http://www.elmundo.es/2002/03/18/sociedad/1120402.html
«Ojalá Dios me ayude» declara la nigeriana Safiya, la mujer cuya lapidación se decide hoy
«Pediremos a los niños que lancen piedras pequeñas» dice un oficial del tribunal islámico
MARIE-LAURE COLSON. Libération / EL MUNDO
TUNGAR TUDU (NIGERIA).- «La gente que me apoya en todo el mundo me ha dado confianza. Espero ser liberada». Así habla Safiya Husseini, la campesina nigeriana analfabeta acusada de adulterio, cuyo caso ha suscitado centenares de miles de adhesiones. Pero si hoy no lo impide el tribunal islámico de apelaciones del país africano, será condenada a morir lapidada.
La mujer cuyo nombre es conocido desde hace meses en todo el mundo vive en una aldea anónima, a un cuarto de hora por una pista de tierra de Tungar Tudu, un pueblo del estado de Sokoto azotado por un viento que quema y surcado por imponentes rebaños de ganado. En este norte nigeriano, que vivió su edad de oro en la época de las caravanas y de los califas, la vida se centra en torno al mercado y a los desmesurados edificios administrativos. La evocación de Safiya Husseini, la primera adúltera condenada a lapidación desde que aquí se implantó oficialmente la sharia, sólo suscita indiferencia o el relato glorificador de seis siglos de islamización.
Los hombres están demasiado ocupados disputándose las funciones y el maná que ofrece la yuxtaposición de tres leyes en el estado de Sokoto: la del Estado federal de Abuja, la del Gobierno regional y la de Alá, la sharia, adoptada hace dos años con enorme satisfacción por parte de la inmensa mayoría de la población.
Safiya no es la única mujer de la región que concibió un hijo fuera del matrimonio, pero el castigo recayó sobre ella. Si la sentencia es confirmada por el tribunal de apelación hoy, será enterrada hasta el cuello y lapidada hasta la muerte.
En medio de la oscuridad de la choza de tierra, una mano descarnada agita un rosario con la vana esperanza de espantar a los niños burlones. El padre de Safiya es ciego y defiende su choza como puede. En la parte de atrás, en el callejón que conduce al patio de la casa, las mujeres huyen para no ser vistas. Sólo se queda Aisha, la penúltima hija de Safiya, sombría y silenciosa. Lleva los ojos pintados y joyas, como corresponde a una chica de 12 años, la edad en la que su madre fue entregada a su primer marido.
Los niños se ríen sin parar y el padre de Safiya está desorientado.Desde que su hija fue condenada en octubre de 2001, la aldea de chozas ocres rodeada de graneros circulares se ha convertido en un lugar de peregrinación. Miles de peticiones para salvar a Safiya fueron enviadas a las embajadas de Nigeria en los países occidentales y africanos, y el propio presidente Olusegun Obasanjo se ha interesado por la suerte de esta campesina analfabeta.Eso sí, con una enorme prudencia. .
Rentabilizar votos
Las elecciones presidenciales se van a celebrar en 2003 y este anglicano del sur sabe que, en un país en las que las revueltas interconfesionales han dejado más de 10.000 muertos desde el retorno de los gobiernos civiles en 1999, es sumamente arriesgado meterse demasiado en los asuntos de Dios.
Safiya se fue al mercado de Tungar Tudu, dice su hermano Uwaisi.Unas amigas la avisan de nuestra presencia y, al rato, llega ella, pequeña silueta bajo un velo verde, con Adama, el hijo del adulterio, en su espalda. La pecadora, la que, según la sharia, ha cometido el peor de los crímenes, tiene 35 años. Pero aparenta muchos más, con sus dientes podridos por la miseria. Nada más llegar, nos hace una genuflexión para saludar.
La víspera, en una conversación en Sokoto, la capital del estado donde fue juzgada, un profesor de la Universidad admitía que «la sharia no es aplicable a los ricos, porque tienen los medios suficientes para burlarla».
Safiya, en cambio, es pobre y, además, confesó. «Safiya ha sido condenada porque confesó. Habría tenido que decir que había sido forzada», explica el profesor. Pero Safiya sólo recuerda el «miedo» atroz que sintió, cuando la policía llegó a su aldea. Estaba, entonces, encinta. Un tal Yakuba Abubakar, que tiene dos mujeres y varios hijos, fue detenido al mismo tiempo que ella. «Le había declarado su amor a Safiya, al tiempo que le hacía tomar unas medicinas. Quedaron tres veces juntos y Safiya comenzó a desconfiar porque, al cabo de un tiempo, no le venía la regla», cuenta su hermano Uwaisi.
El hombre, tras negar que se hubiese acercado a ella, fue liberado sin mayores investigaciones y se encuentra en paradero desconocido.«¡Ojalá Dios le ayude y me ayude!», dice Safiya. En cuatro palabras, dice también que confesó todo lo que querían, porque tenía miedo.
A Safiya, la asociación de juristas de Lagos Baobab le buscó un abogado que apeló, asegurando que el niño no es de Yakuba, sino del último de sus tres maridos, que la abandonó hace dos años, obligando a Safiya a volver a casa de sus padres. En este caso, según la sharia, no se trataría de adulterio.
Cuando se le pregunta quién es el padre, Safiya baja la cabeza y cierra los ojos. Aquí, en el norte, las mujeres no hablan.Incluso en las familias más acomodadas, una mujer que sienta algún dolor tiene que pedirle primero permiso a su marido para poder ir al hospital. Por eso, es su hermano Uwaisi el que responde.«Se divorciaron porque no se entendían», lo cual, a su juicio, no es obstáculo para que su hermana hubiese podido quedarse embarazada de él. «Para nosotros es muy fácil divorciarnos y volver a casarnos con otra mujer», comenta un funcionario.
Si su apelación ante la Corte islámica es rechazada, Safiya podría apelar a la Corte de apelación federal y, por último, al Tribunal Supremo. Ante la Corte federal, correría mejor suerte, porque las instancias nacionales quieren terminar con esta historia de la sharia que tan mala imagen proporciona de Nigeria. «La gente que me apoya en todo el mundo me ha dado confianza. Espero ser liberada», dice Safiya. ¿Volverá con su marido? «Eso lo tiene que decidir el hombre», dice secamente un vecino. Safiya sonríe, acostumbrada como está a obedecer y a sufrir, hoy las risas y los desprecios, mañana la amenaza de la muerte. En el tribunal de Sokoto preparan los detalles. «Haremos una invitación para que venga la gente y le pediremos a niños de siete u ocho años que lancen pequeñas piedras». El oficial del tribunal islámico explica que «la lapidación no es peor que la silla eléctrica o la inyección letal de Estados Unidos». Y nos tranquiliza: «A veces, basta una sola piedra para matar a la lapidada».
Nigeria: la 'sharia' en 12 estados
Desde el mes de enero de 2000, 12 estados del norte, de los 36 con los que cuenta la federación de Nigeria, han oficializado la sharia. El país más poblado de Africa, con unos 120 millones de habitantes, cuenta con tantos musulmanes como cristianos.La mayoría de los musulmanes son originarios del norte, aunque también lo es un número importante de yorubas del sudoeste. A la ley coránica y a las leyes federales se añade un código de costumbres, interpretado por emires agrupados en torno a un sultán, tanto entre los haoussas como entre los foulanis, las dos etnias del norte. Su autoridad moral y religiosa sigue siendo importante.En efecto, la colonización británica había dejado a los emires la libertad de gestionar sus territorios y practicar la sharia, a condición de que renunciasen a los castigos corporales. El indirect rule, que terminó en el año 1960 con la independencia del país, acentuó las particularidades políticas y sociales del norte, una concepción del poder influida por la representación étnica y una existencia replegada sobre la comunidad.