Refutación bíblica de la predestinación calvinista desde una perspectiva cristocéntrica.

Sigamos...

4. Dios ama a todos y desea que todos sean salvos: la gracia es ofrecida universalmente, y el ser humano puede resistir a Dios​

La doctrina calvinista de la predestinación personal suele ir de la mano con la idea de una expiación limitada (que Cristo murió sólo por los elegidos) y de una gracia irresistible (los elegidos no pueden resistir finalmente al llamado de Dios). Sin embargo, la revelación bíblica del corazón de Dios hacia la humanidad contradice esas nociones restrictivas. La Escritura declara sin ambigüedades que Dios no ha excluido a nadie de su deseo salvífico. En 1 Timoteo 2:3-4 Pablo escribe: “Dios nuestro Salvador, quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”.
De igual modo 2 Pedro 3:9 afirma: “El Señor… es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
Estas declaraciones reflejan la voluntad salvífica universal de Dios. Sería inexplicable que Dios expresara querer la salvación de “todos” si en realidad en su decreto secreto sólo quisiera salvar a un grupo limitado y excluyera al resto. La lectura más natural es que el ofrecimiento de salvación es sincero y válido para cada persona.

Además, Tito 2:11 proclama que “la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres.
Es decir, con la venida de Cristo y la predicación del evangelio, la gracia salvadora de Dios se ha puesto al alcance de toda la humanidad.

No hay un “doble mensaje” en el Nuevo Testamento donde por un lado Dios diga que ama a todos y ofrece salvación a todos, pero por otro haya decidido negarles a muchos la posibilidad de salvarse.

La invitación del Evangelio es genuinamente universal: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura (Mr 16:15).
“El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap 22:17).
Jesús mismo, al contemplar a Jerusalén, lamentó por aquellos que no quisieron acudir a Él: “¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos... y no quisiste!” (Mt 23:37). Observemos que Jesús expresa su voluntad frustrada por la resistencia de ellos. Esto encaja con la afirmación bíblica de que el ser humano, en su libertad, puede resistir la gracia.

Esteban, lleno del Espíritu Santo, les dijo a los judíos incrédulos: “¡Duros de cerviz!... vosotros resistís siempre al Espíritu Santo.
Si el Espíritu Santo fuera irresistible para los que Dios quiere tocar, ¿cómo es que estos podían siempre resistirle? Claramente, Dios permite al hombre decir “no” a Su gracia, y muchos por desgracia lo hacen.
Eso no significa que el hombre pueda salvarse a sí mismo o iniciar su salvación, sino que Dios soberanamente decidió crear al ser humano capaz de responder libremente. La gracia de Dios habilita al pecador a responder, pero no le coacciona. Por eso hay múltiples llamados a “no endurecer el corazón” (Heb 3:15) y a “recibir la gracia de Dios no en vano” (2 Co 6:1). Dios quiere salvar a todos, Cristo murió por todos (“por los pecados de todo el mundo”, 1 Jn 2:2), pero no todos quieren ser salvados en los términos de Dios.
Jesús dijo tristemente: “y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Jn 5:40).
Entonces, la diferencia entre el salvo y el no salvo no radica en un decreto oculto que dejó a uno fuera, sino en la respuesta de fe o incredulidad a la oferta que Dios extiende a todos.

Al afirmar esto, exaltamos tanto el amor universal de Dios como la responsabilidad humana.
Romanos 1:20 dice que los hombres que rechazan a Dios “no tienen excusa”, precisamente porque pudieron responder y no lo hicieron.
Si uno ya estuviera perdido sin remedio por no ser elegido, sí tendría la excusa de decir “nunca tuve oportunidad”. Pero la Biblia elimina tal excusa: cada persona confrontada con la luz (sea general o especial) es responsable de cómo responde.
Dios no hace acepción de personas (Hch 10:34, Rom. 2:11); Él no creó a algunos para el cielo y otros para el infierno sin opción. “¿Acaso quiero yo la muerte del impío? —dice el Señor—. ¿No vivirá, si se aparta de sus caminos?” (Ez 18:23). El corazón de Dios anhela que el pecador se vuelva y viva, pero respeta la decisión humana. Por eso, a lo largo de la Biblia encontramos esta tensión: la salvación es obra enteramente de Dios, pero si alguien se pierde es por su propia obstinación en rechazar a Dios. Jesús lo ilustró en la parábola de la fiesta de bodas: el rey preparó todo y envió la invitación a muchos, pero “no quisieron venir” y fueron juzgados por despreciar la invitación (Mt 22:1-7). La invitación era sincera y suficiente, pero la respuesta negativa de ellos los excluyó, no una falta de invitación.

En consecuencia, la doctrina calvinista que limita la voluntad salvífica de Dios a unos pocos elegidos se enfrenta a estos claros textos donde “todos” significa todos.
La iglesia primitiva siempre predicó a Cristo a todos los oyentes, suplicando: “Reconciliaos con Dios” (2 Co 5:20), convencida de que Jesús murió por cada uno y cualquiera que invocare Su nombre sería salvo (Rom. 10:13).
Citemos nuevamente Tito 2:11: la gracia se manifestó a todos, pero sólo “nos enseña” (v.12) a los que la recibimos; los que la rechazan, por su propia incredulidad se excluyen del beneficio. “Dios quiere que todos sean salvos” y proveyó expiación para todos, pero obliga a nadie“muchos son llamados, pocos escogidos” (Mt 22:14) no porque Dios haya llamado a unos y a otros no, sino porque pocos aceptan ese llamado y por tanto llegan a ser los “escogidos” o seleccionados para el premio (como en un concurso donde muchos aplican y pocos son “elegidos” porque cumplieron las condiciones).

Por tanto, un cristiano que defienda la posición bíblica afirmará simultáneamente la soberanía de Dios en proveer salvación y tomar la iniciativa, y la responsabilidad del hombre de arrepentirse y creer. Cualquier doctrina de la predestinación personal que niegue esta doble verdad (haciendo que todo dependa solo de Dios al punto de que la respuesta del hombre es irrelevante o automática) no armoniza con el testimonio completo de la Palabra.
 
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Estoy de acuerdo con el determinismo, pero el tal está fundamentado en la OMNISCIENCIA de Dios, pues por los pasillos del tiempo, ya de antemano conoce quienes van aceptar o a rechazar a su amado Hijo.
Si el determinismo marcase el destino de cada uno, no habría oportunidad para el arrepentimiento. Sería como negar la intervención de Dios en nuestras vidas. ¿Para qué intervenir si ya hemos tomado esa decisión desde que somos personas?

Yo que soy de ciencia espero impaciente a ver si en esta época que vivimos resolveremos el dilema físico que determinará precisamente si la teoría cuántica puede dar base empírica al libre albedrío o, finalmente, resulta que estamos viviendo simplemente una universal proyección de la Mente que nos hace autoconscientes pero no libres, lo cual derrumbaría la ley y los profetas y tantas otras verdades.

Si una persona por su determinación material no puede elegir el camino, difícilmente podemos atribuirle culpa o pecado. En el simbolismo del Paraíso tuvimos libre elección, comer o no comer de árbol de la ciencia, y decidimos comer, ahí precisamente se abrió el ser humano a la libertad, al precio eso si de ser mortal.
 
No hace falta leer a calvino

Los textos hablan solos y son claros, aunque no te guste como suenan
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

El problema no son los textos, que ciertamente están claros, pero que son tergiversados y mal interpretados por los que no conocen a Dios, para su propia perdición y condenación, por concluir en contra y negando otros textos de las Escrituras que demuestran que sus conclusiones son falsas y contrarias a Dios y a Jesucristo, negando de este modo, obstinadamente, el testimonio claro e irrefutable de Dios en Su Palabra escrita.

De este problema, que tienen los religiosos que no tienen el Espíritu de Cristo, ya testificaba el Espíritu Santo a través de Pablo.


2 Corintios 3:14-16
Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado.

Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés,
el velo está puesto sobre el corazón de ellos.

Pero cuando se conviertan al Señor,
el velo se quitará.

Por tanto, todos los incrédulos «cristianos», que niegan el testimonio del Espíritu Santo en la Escritura, todavía no han creído ni en Dios, ni en Jesucristo, pues no tienen la fe, ni el Espíritu de Cristo para ser salvos,
y como incrédulos y mentirosos están condenados por Dios, al lago de fuego.

Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
No hace falta leer a calvino.
Amén.
Los textos hablan solos y son claros...
Totalmente.
aunque no te guste como suenan.
Me encantan como suenan.

Salmo 119

103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
Más que la miel a mi boca.
104 De tus mandamientos he adquirido inteligencia;
Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.
105 Lámpara es a mis pies tu palabra,
Y lumbrera a mi camino.
 
Terminando...

5. La venida del Verbo en carne y su perfecta obediencia: Dios redime por sustitución real y nueva creación, no por un decreto​

Finalmente, una refutación cristocéntrica de la predestinación calvinista debe subrayar la importancia crucial de la venida en carne histórica del Verbo y de su obediencia como medios de nuestra salvación.

Dios no nos salva declarando salvos a ciertos individuos; nos salva enviando a Su propio Hijo a hacerse hombre, a vivir y morir por nosotros, y a resucitar como cabeza de una nueva humanidad.
Esto toca el corazón del Evangelio: Jesús es el “último Adán” y el “segundo hombre” según 1 Corintios 15:45-47.

Allí Pablo escribe: “El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante... El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo”.

¿Por qué llama a Cristo “último Adán” y “segundo hombre”?

Porque Él vino a reemplazar a nuestro representante caído (Adán) y a fundar una nueva creación.
Donde el primer hombre desobedeció y nos hundió en pecado, el segundo hombre obedeció perfectamente y abrió el camino de regreso a Dios.
“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos, enseña Romanos 5:19.

Este principio de sustitución y representación significa que nuestra salvación es posible gracias a una obra histórica y objetiva realizada por Jesucristo en nuestro lugar.

Dios “envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado” (Rom. 8:3) para condenar al pecado en su carne.
“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1:14) porque era necesario que asumiera nuestra humanidad para redimirla desde adentro.
Jesús vivió la vida perfecta que nosotros no podíamos vivir y luego murió cargando nuestras culpas.
“Llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 P 2:24).

No había otra forma de salvar al ser humano que restaurando en Cristo lo que Adán perdió.
Si Dios hubiera querido salvarnos por mero decreto, no habría necesitado hacerse hombre y venir al mundo.
Pero Dios que es justo y santo, y no pasa por alto el pecado; decidió justificarnos pagando Él mismo el precio por nuestros pecados en la cruz (Rom. 3:24-26).

“Sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Heb 9:22) – esta es la economía divina.
Por eso Jesús ora en Getsemaní: “Padre, si es posible (otra manera), pase de mí esta copa”, pero no había otra manera.
La copa de la ira debió ser bebida por el Hijo de Dios para que nosotros no la bebiéramos.

Ahora bien, ¿cómo se relaciona esto con la predestinación?

En que la elección de Dios no opera en un vacío legal, sino en base a esta obra sustitutiva de Cristo.

Dios nos elige en Cristo, como hemos dicho; es decir, nos incluye en la nueva humanidad cuyo cabeza es Cristo.
Somos elegidos “según la obediencia de Jesucristo” y purificados con su sangre (1 P 1:2).
Dios no nos salva diciendo simplemente: “Declaro salva a esta persona porque sí”.
Nos salva uniéndonos a Jesús mediante la fe, de modo que lo que es de Cristo nos es dado a nosotros.
“De Él (Dios) procedéis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho sabiduría, justificación, santificación y redención (1 Co 1:30).

Todo esto lo obtenemos porque estamos en Cristo.
Fuera de Cristo, Dios no tiene por justificado a nadie, aunque haya elegido desde antes de la fundación del mundo salvar lo que mas trade se perdería.

Es indispensable la mediación real de Jesús.

“Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien se dio a sí mismo en rescate por todos” (1 Tim 2:5-6).

Obsérvese: Jesucristo hombre es el mediador y su mediación fue “darse a sí mismo en rescate” por nosotros. Esto es mucho más que un decreto; es un acto sacrificial substitutorio.

Además, mediante la resurrección, Cristo inicia la nueva creación: “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es (2 Co 5:17).
Dios no se contenta con expedir un perdón legal manteniéndonos en el mismo estado caído; Él nos regenera, nos hace nacer de nuevo del Espíritu Santo (Jn 3:5). Esta regeneración es posible porque Jesús, el segundo Adán, se convirtió en “espíritu vivificante” – es decir, el Cristo resucitado nos comunica Su vida nueva por el Espíritu. Efesios 2:10 dice que somos “creados en Cristo Jesús” para buenas obras, indicando una creación real, no ficticia.

Así, la salvación implica un cambio ontológico en el creyente (de muerte a vida, de viejo hombre a nuevo hombre) que ocurre por la efectiva unión con Cristo.
Ningún decreto podía producir ese cambio en nosotros sin la obra de Cristo.
Dios tuvo que obrar históricamente en Cristo para luego obrar espiritualmente en nuestro ser por medio de Cristo.

Por tanto, objetamos a la doctrina calvinista de la predestinación cuando esta se presenta de forma que parezca que Dios simplemente decidió “quién entra y quién no” sin referencia a la venida en carne del Verbo y la cruz.

Bíblicamente, Dios decidió salvar a la humanidad a través de la venida de sus al mundo.
La elección no es un atajo que evita la cruz, sino que procede de la cruz.
Efesios 1:4-7 (ya citado) deja ver que Dios nos escogió en Cristo y nos bendijo en Él teniendo en vista la redención por su sangre.

En otras palabras, el Cordero inmolado está en el centro de la salvación de Dios (Apocalipsis 13:8 llama a Jesús “el Cordero que fue sacrificado desde el principio del mundo”, indicando que desde siempre Dios proveyó a Cristo como la base de la elección).

Cuando comprendemos esto, vemos que la salvación es mucho más gloriosa que una simple “excusa legal” o favoritismo divino: es Dios mismo entrando en nuestra condición y cumpliendo sus propias exigencias de justicia por nosotros, para ofrecernos luego unirnos a Cristo por la fe y así participar de su victoria.

Dios salva por sustitución real, y no por favoritismo. “Por la obediencia de uno (Cristo) muchos serán constituidos justos”constituidos justos, no solo declarados arbitrariamente.
La declaración de justificación es posible porque Cristo nos transfirió realmente Su justicia (2 Co 5:21).

La predestinación personal calvinista retrata a Dios como salvando a algunos por un decreto al margen de ese intercambio en la cruz.
Pero el Dios bíblico no pasa por alto la cruz jamás.
Por eso insistimos en una teología centrada en Cristo y su venida al mundo como hombre: “En esto se mostró el amor de Dios en nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados
(1 Jn 4:9-10).
Allí está la base: el amor eterno de Dios se concretó en enviar a Cristo como propiciación (sacrificio expiatorio).
Nadie es salvo aparte de esa propiciación, y Dios quiere que todos se beneficien de ella, aunque tristemente muchos la rechacen.

En síntesis, la predestinación bíblica es cristocéntrica de principio a fin.
Dios elige salvar mediante Cristo y por causa de Cristo.
Jesús es el electo de Dios y nosotros somos elegidos en Él al creer.
Esto evita dos errores: por un lado, pensar que podemos “ganarnos” la elección (no, es en Cristo y por gracia), y por otro lado, imaginar una elección desvinculada de la respuesta a Cristo (tampoco, porque nadie está en Cristo sin fe).
Su venida al mundo y la cruz son el eje de la historia de salvación; todo verdadero entendimiento de la predestinación debe girar en torno a ese eje, no desplazarlo.
 
Si el determinismo marcase el destino de cada uno, no habría oportunidad para el arrepentimiento. Sería como negar la intervención de Dios en nuestras vidas. ¿Para qué intervenir si ya hemos tomado esa decisión desde que somos personas?

TIENE QUE CORREGIR ESTE PENSAMIENTO

¿Por qué?

PORQUE ANULA POR COMPLETO EL PROPÓSITO DE LA GRACIA DE DIOS DADA EN CRISTO JESÚS ANTES DEL COMIENZO DE LOS SIGLOS. (2Tim.1:9; 1P.1:18.20)

Su razonamiento tiene como base eliminar por completo la voluntad de Dios:

1Ti 2:4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

Ya se le explicó en el mensaje anterior y usted ha cerrado el oído a este axioma:

Estoy de acuerdo con el determinismo, pero el tal está fundamentado en la OMNISCIENCIA de Dios, pues por los pasillos del tiempo, ya de antemano conoce quienes van aceptar o a rechazar a su amado Hijo.

No es un determinismo ciego, basado solo en su soberanía, sino la expresión infinita del amor de ambos (Jn.3:16; 1Juan.4:19).

Ojalá ahora entienda.
 

Conclusión​

La doctrina calvinista de la predestinación personal incondicional, cuando sustituye la obra histórica de Cristo o elimina la responsabilidad humana, no se sostiene ante el testimonio conjunto de los 66 libros de la Biblia.

Hemos presentado seis énfasis bíblicos que corrigen esa visión:
1. La cruz de Cristo es indispensable – somos salvos por la muerte sustitutiva de Jesús por los impíos, no por ser “justos” desde antes de la fundación del mundo por elección.
2. La elección divina es “en Cristo” – Dios escogió desde antes del mundo formar un pueblo unido a su Hijo, no escoger individuos al margen de Cristo.
3. La salvación se recibe por fe y arrepentimiento – nadie está salvo hasta que responde al evangelio; la fe no es un mero efecto secundario sino una condición que Dios pide (aunque Él mismo ayuda a cumplirla).
4. Dios ama a todos y ofrece gracia a todos – Él quiere la salvación de todos y muchos perecen contra Su deseo, por resistir voluntariamente al Espíritu Santo.
5. La venida en carne y obediencia de Cristo son el fundamento de la elección – Dios salva justo y amorosamente porque Cristo fue nuestro sustituto, el segundo Adán que inaugura una nueva creación de hombres y mujeres redimidos.
En lugar de un simple decreto, Dios obró nuestra redención de forma concretaen la historia.

Estas verdades configuran una teología cristocéntrica de la salvación, donde la elección eterna de Dios no compite con la obra objetiva de Cristo, sino que fluye de ella y la exalta.
Así, podemos afirmar confiados que Dios es soberano en la salvación –pues fue su plan y su ejecución en Cristo– y a la vez el ser humano es responsable ante el llamado de Dios –pues nadie será salvo a espaldas de su voluntad, sino involucrando su fe activa en Jesús.
Este equilibrio honra todo el consejo de Dios revelado en la Escritura.

Dios soberanamente decidió otorgar libre perdón a todo el que crea en Su Hijo.
“Esta es la obra de Dios, que creáis en Aquel que Él ha enviado” (Jn 6:29).

Sometámonos, pues, a la revelación bíblica completa: el plan eterno de Dios centra todo en Jesucristo.
En Cristo, Dios elige, llama, justifica y glorifica al pecador arrepentido.
Fuera de Cristo no hay salvación para nadie, ni siquiera para un supuesto “predestinado”.
Por eso, la invitación final para todos es: “¡Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo!”.
Porque Dios realmente quiere que todos procedan al arrepentimiento y ha provisto todo lo necesario en la persona y obra de su Hijo para que así sea.
¡Que nuestra teología de la predestinación nunca oscurezca esta gloriosa verdad, sino que la resalte más aún, llevando a todos a los pies de Cristo el Redentor!
 
No hay justicia en Dios, solo hay soberania de su voluntad
Ni pablo puede decirles a sus alumnos, de que hay justicia
Sino que les dice: la olla no puede discutir con el alfarero


Pero, hay hombres que discuten e incluso blasfeman , eso es una realidad, ¿entonces…?
 
cuidado trinitario hijo de stamateoas
no vay a ser que creyendo que vas para arriba por tu libre albedrío, termines abajo por predstinación
Tranquilo.
Mi salvación nunca dependió de mi sino de Cristo.
Pero la perdición es otra cosa.
 
La predestinación calvinista es bastante contradictoria con el mensaje evangélico. Contradice y anula la misericordia de Dios y la obra redentora de Jesús. Dios quiere la redención de todos. Pero puede haber seres que tengan más facilidad para tener fe y otras virtudes. Los seres pueden estar predeterminados; pero difícilmente puede haber una predestinación. Dios, por su omnisciencia, sabe desde la eternidad cual será el destino de todos los seres. Pero no debe confundirse esto con una predestinación.

¿Si Dios ya tiene decidido desde la eternidad el destino de todos los seres; de qué serviría tener fe, esperanza y caridad para la salvación?

¿Si todo ya está decidido y no importa lo que se haga; de qué serviría la obra y muerte del Mesías Jesús enviado por Dios?
 
La doctrina calvinista de la predestinación personal incondicional sostiene que desde la eternidad Dios escogió a ciertos individuos para ser salvos, independientemente de cualquier respuesta de fe por parte de ellos.
Esta creencia suele llevar a debates con el arminianismo clásico, que enfatiza el libre albedrío y la presciencia divina de la fe.
Sin embargo, más allá de los argumentos tradicionales, es fundamental examinar lo que enseñan las Escrituras al respecto centrándonos en la obra objetiva y llevada a cabo por Jesucristo.
A continuación voy a presentar una refutación bíblica, apologética y cristocéntrica, de la predestinación calvinista entendida como elección incondicional de individuos, mostrando que tal idea contradice el énfasis bíblico en el sacrificio sustitutivo de Cristo, la elección “en Cristo” de un pueblo creyente, la necesidad de fe y perseverancia, el amor universal de Dios, y la importancia de la venida al mundo de Cristo para una redención real y una nueva creación en Cristo.


1. La predestinación calvinista no debe anular la obra sustitutiva de Cristo​

La primera y mayor objeción bíblica contra una predestinación entendida como elección eterna que salva por sí misma es que minimiza o anula la necesidad de la cruz de Cristo.

Si fuésemos salvos únicamente por un decreto de elección divina hecho antes de los siglos, entonces ¿qué necesidad había de que el Hijo de Dios muriera en la cruz?.

La Escritura enseña claramente que nuestra salvación fue obtenida mediante la muerte real de Jesucristo, quien actuó como cordero de Dios sustituto por los pecadores.

Por ejemplo, “Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos… Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”

Jesús no vino a morir por “justos predestinados”, sino precisamente por los injustos, por los perdidos y pecadores que necesitaban rescate (cf. Lc 19:10).

La implicación es evidente: ningún ser humano era justo o salvo desde la eternidad en sí mismo, pues “no hay justo, ni aun uno” (Rom. 3:10).

Si Dios “escogió” a algunos, no fue porque ya fuesen justos, sino que tuvo que enviar a su Hijo para justificar a impíos (Rom. 4:5).
La Biblia afirma que somos justificados por la sangre de Cristo (Rom. 5:9) y mediante la fe (Rom. 5:1), no por haber sido seleccionados de antemano aparte de Cristo.

Si la elección eterna por sí sola pudiera salvarnos o justificarnos, la muerte de Jesús sería superflua, contradiciendo totalmente el Evangelio.

Pablo incluso advierte que “si por la ley (o por cualquier otro medio) viniera la justicia, entonces en vano murió Cristo (Gál. 2:21).

Del mismo modo podemos decir: si por una elección soberana anterior viniera la salvación, en vano murió Cristo.
La predestinación calvinista, tal como la proclaman algunos, hace innecesaria la cruz, vaciando de sentido la obra objetiva del Hijo de Dios.

La Biblia presenta a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1:29), el “Justo que muere por los injustos para llevarnos a Dios” (1 P 3:18).

Él es nuestro sustituto real, cargando nuestros pecados (Is 53:5-6). No somos salvos por un decreto secreto, sino por un sacrificio público y eficaz.

Romanos 5:6-8 resalta que Cristo murió por personas que en ese momento eran impías y pecadoras, subrayando que la salvación nos llega por ese acto redentor histórico y no porque ya estuviéramos "salvos" de antemano.

En otras palabras, la elección de Dios nunca pretende anular la cruz, sino que la cruz es el fundamento sobre el cual Dios puede elegir salvarnos con justicia.

Dios “se propuso, antes de la creación... formar un pueblo a través de la muerte redentora de Cristo en la cruz”, es decir, su plan eterno estaba centrado en el sacrificio de su Hijo.

Por lo tanto, cualquier entendimiento de la predestinación que eclipse o haga opcional la obra sustitutiva de Jesús es ajeno al mensaje bíblico.

Jesús vino a “buscar y salvar lo que se había perdido” (Lc 19:10), no a confirmar a unos pocos elegidos que realmente no tendrían nada que perder.

2. La Biblia enseña una predestinación en Cristo, no una elección personal incondicional antes de creer​

Un examen cuidadoso de las Escrituras revela que la elección divina para salvación está inseparablemente unida a Jesucristo y a la respuesta de fe, no a una selección arbitraria de individuos considerada al margen de Cristo.

Efesios 1 es el pasaje clásico sobre predestinación, y allí Pablo deja claro el contexto de dicha predestinación: “Dios... nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha... habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo... en el Amado... en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”.

Noten cómo repetidamente afirma que la elección y las bendiciones ocurren “en Cristo”, “por medio de Cristo” y “en el Amado”.
Esto implica que Cristo es el verdadero elegido de Dios (cf. Mt 12:18, 1 P 2:4) y que nosotros somos elegidos por estar unidos a Él.
Como bien resume un estudioso: “Nadie es escogido aparte de una unión con Cristo a través de la fe”.

Dios predestinó un pueblo en su Hijo; en términos prácticos, los que están “en Cristo” (es decir, los creyentes) son los predestinados a ser salvos y santos. La elección no se concibe jamás al margen de la relación con Jesús.

Esto refuta la idea de una elección personal e incondicional previa a la fe.
En el plan eterno, Dios determinó que todo el que esté en Cristo, por la fe, tendría vida eterna y adopción como hijo.

Pero no dice la Biblia que Dios haya “colocado” a personas en Cristo sin considerar si creerían o no.
Al contrario, Efesios 1:13 (continuando el pasaje) dice que los efesios “después que oyeron el evangelio... y creyeron en Él, fueron sellados con el Espíritu Santo”, lo cual muestra el orden: escuchar el evangelio, creer en Cristo, y así entrar a formar parte de los escogidos en Él.

La predestinación bíblica, entonces, se entiende corporativa y condicional: Dios eligió a un pueblo redimido en su Hijo no a individuos aislados para luego traerlos a Cristo.
Cualquier individuo pasa a ser “elegido” en el momento en que, por la fe, se une a Cristo y por tanto comparte las bendiciones predestinadas para el cuerpo de Cristo (la Iglesia).

El capítulo 8 de Romanos confirma esta perspectiva.

Romanos 8:28-30 declara que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Fíjese que se refiere a personas que aman a Dios (es decir, creyentes). Sigue diciendo: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo... y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, justificó; y... glorificó”.

Vemos aquí que la predestinación tiene como objetivo claro la santificación y glorificación (ser conformados a la imagen de Cristo). Además, Dios “antes conoció” a esos que predestinó. ¿Qué significa “conocer de antemano”? En la Biblia conocer a alguien a menudo implica una relación íntima (Amós 3:2, Mt 7:23). Podemos entender que Dios “conoció de antemano” a su pueblo (1 P 1:2 habla de “elegidos según la presciencia –conocimiento previo– de Dios Padre”).
Esto no significa simplemente prever acciones, sino que Dios puso su amor anticipado en quienes estarían en Cristo. En todo caso, el énfasis de Romanos 8 es que los que ahora aman a Dios (los creyentes) pueden tener seguridad porque Dios ha determinado llevarlos a la gloria.
No está enseñando que Dios predestinó a algunos a creer y otros a no creer, sino que aquellos que responden al llamado de Dios y aman a Cristo están en un proceso asegurado por Dios que culmina en la glorificación.
La predestinación bíblica es a la gloria en Cristo (“predestinados para ser hechos conformes a la imagen de su Hijo”) más que una predestinación arbitraria de quién podrá o no creer.

En resumen, Dios escogió salvarnos “en Cristo”. Esto preserva tanto la iniciativa soberana de Dios (pues fue su plan regalar la salvación por medio de Su Hijo) como la responsabilidad humana de creer en el Evangelio para ser unidos a Cristo. Efesios 1 y Romanos 8, leídos en contexto, no enseñan una elección incondicional de individuos al margen de la fe, sino la predestinación de un pueblo santo unido al Mesías. Dios nos eligió en unión con Jesús para hacernos santos, adoptarnos y redimirnos por Su sangre.

Toda la gloria final es de Dios y de Su gracia, pero el camino trazado incluye la respuesta del hombre al llamado de Cristo.
 
NO SE TRATA DE CALVINISMO SINO DE SOLA ESCRITURA.
El calvinismo no se ajusta a la escritura sino que la tuerce.
Salmo 65:4
“Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti,
para que habite en tus atrios;
Seremos saciados del bien de tu casa,
de tu santo templo”.
Se puede decir de todo el que habita en sus atrios, que Dios lo escogió y lo atrajo a sí. Porque todos estabamos destinados a no vivir para siempre.
No hace falta ser influenciado o ponerse los lentes de algún ismo para llegar a la conclusión de que debido a que para los muertos espirituales las cosas del Espíritu le son locura, de no ser por un llamamiento eficaz conforme a un propósito eterno, nadie, absolutamente nadie vendría a la luz.
Es cierto que no hace falta del calvinismo para llegar a la verdad que Dios mismo se encarga de revelarnos, pero eso deberían decírselo a ustedes mismos.
El error básico del calvinismo es que confunde muerte espiritual con incapacidad absoluta para oír y responder a Dios.
La Biblia jamás afirma que un hombre muerto espiritualmente sea incapaz de oír y de creer el Evangelio.
Al contrario, Jesús dijo claramente en
Juan 5:25 De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.
Aquí Jesús demuestra que los muertos espirituales sí pueden oír la voz del Hijo de Dios y que la condición para vivir (recibir vida espiritual) es justamente oír y creer la Palabra de Dios.
La corrupción humana inclina al hombre al mal pero no es falta de oído espiritual, aunque es verdad que el hombre corrupto aún después de haber oído del amor de Dios, no le interese seguirlo. De todas maneras puede creerle. El diablo le cree a Dios pero aún así elije revelársele.
Estar muerto espiritualmente significa estar separado de Dios y bajo condenación, pero no significa una total incapacidad para oír, entender o responder en fe.
El calvinismo confunde muerte espiritual (Efesios 2:1) con la incapacidad absoluta, lo cual no está sustentado en la Escritura.

Génesis 3:8-10 Y oyeron la voz de Jehová Dios... Y llamó Jehová Dios al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió...
Adán y Eva estaban ya muertos espiritualmente (separados de Dios por el pecado), pero aún podían oír y responder. No estaban incapacitados de reconocer y responder a la voz de Dios, aunque ya estaban espiritualmente muertos.
La salvación es por fe precisamente porque el pecador sí puede escuchar, creer y arrepentirse cuando oye la Palabra (Romanos 10:17; Efesios 1:13).
Así que, según las Escrituras, Dios no necesita primero "resucitar" o "vivificar" a un hombre para que pueda creer. El poder de salvación está en la Palabra misma (Romanos 1:16) cuando está es creída.

La Biblia nunca enseña que Dios tome posesión de la voluntad humana para creer.
Al contrario, continuamente exhorta al hombre a tomar decisiones personales basadas en la evidencia que Dios mismo ofrece.

Deuteronomio 30:19 He puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida...
Josué 24:15 Escogeos hoy a quién sirváis...

Estas expresiones pierden sentido si Dios es quien obliga irresistiblemente a creer.

Dios conoce la resistencia interna del hombre corrompido, y por eso respalda SU mensaje con señales, prodigios y milagros que actúan desde fuera hacia dentro.
Esta evidencia impacta, persuade, convence, pero no violenta ni anula la voluntad humana.

Hebreos 2:3-4 ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.
Si Dios simplemente "inyectara fe" o forzara al hombre a creer, no habría necesidad alguna de evidencias externas tan poderosas.
Lázaro muerto físicamente representa lo máximo del poder externo de Dios cuando Cristo lo llama desde fuera.

Pero esta señal no es una "vivificación espiritual" irresistible del calvinismo, sino un acto milagroso externo con el propósito evidente de que los espectadores creyeran libremente.
Juan 11:42-45

Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado... Entonces muchos de los judíos que habían venido... y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.

Aquí está claro que la señal no actúa sobre la voluntad corrompida anulándola, sino ofreciéndole pruebas que permiten creer.
Que el diablo crea que Dios existe no significa que se someta voluntariamente a Él.
La fe que salva implica reconocer nuestra condición de perdidos y aceptar el ofrecimiento de salvación.
Dios le ofrece a todo hombre la evidencia suficiente (Romanos 1:20), pero respeta la respuesta del hombre.
Mas tarde la FE en la palabra de Dios libera todo el poder que reside en ella.

ROMANOS 1
16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Esta clarito bien clarito en las Escrituras que la regeneración es un acto enteramente de Dios en el cual el hombre no tiene participación alguna, como así también de que esa obra divina es totalmente irreversible Porque el que es nacido de Dios vence al mundo, así está escrito y no hace falta ponerse los lentes calvinistas para llegar a tal conclusión.
Primero que nada, ustedes solos ven eso en las escrituras por haberse puesto los lentes calvinistas, por eso tantos otros, leyendo las mismas escrituras, no lo ven igual.

No existe tan regeneración física real.

Todo ocurre en el ámbito de la fe y de la convicción de lo que se cree pero no se ve.
Todo es fruto de una esperanza o certeza en Dios, su palabra y sus promesas.

Lo que es irreversible es la venida de Cristo por amor, su despojamiento, su concepción, su nacimiento, su vida, su obediencia, sus obras, su muerte y su resurrección.

No existe una des despravación física REAL como si hubo un depravación física REAL al comer del árbol prohibido.

Ustedes no son capaces de separar el ambito físico del ámbito de la fe, al que llamamos espiritual.

El hombre nacido de Dios también es un producto de la fe porque la palabra de Dios llama las cosas que no son como si lo fueran.

Existe un mundo REAL y una realidad ESPIRITUAL que está sostenida en la palabra de Dios y sus promesas.
Por eso sin FE es imposible ver esta REALIDAD ESPIRITUAL y por ende poder agradar a Dios.

En cuanto a la predestinación basta leer textos como Romanos 8;28 al 30 para entender que Dios según el puro afecto de su voluntad predestinó a aquellos que él escogió salvar, para ser llamados eficazmente a la salvación para así justificarlos e inexorablemente glorificarlos.
No es así. Esa es la interpretación con los lentes calvinistas.
Dios nos predestinó a todos, pero aunque nos dió un destino de antemano, el hombre se reveló contra Dios.
También el dice que nos escogió porque nos escogió a todos EN Cristo.
Tienen que entender que si la salvación partió del corazón de Dios, y así fue porque Dios debió haber destruido toda carne bajo el sol, el resultado, sea cual sea, es su pura elección.
Creer en Dios no implica ningún mérito personal.
La salvación es TODA de Dios.
Lo nuestro es sencillamante creer que Dios mismo nos salvó y no nosotros mismos.
Están torciendo el mensaje.
No hay mérito propio alguno en creer en otro.
Yo puedo creer en mi esposa pero eso no me hace bueno ni me da ninguna ventaja ni me hace mejor o peor.
El diablo sabe que Dios es Dios y sin embargo es una porquería.
Y aunque lo conocía mejor que nadie, un día decidió rebelarse contra él.
El asunto es que si alguien al final se salva es porque Dios así lo determinó.
Lo dispuso, lo predestinó, lo escogió, lo permitió. TODO.
El hombre creado por Dios y caído no podía, de ninguna manera, forzar a Dios para que le salvase.

Pero si hacen falta las heréticas aseveraciones del arminianismo para llegar a la conclusión que quien ha sido predestinado podría finalmente perderse frustrándose así el propósito de Dios, o que alguien que ha sido justificado podría ser finalmente condenado por el mismo Dios que lo adoptó y lo justificó y eso a pesar de que en el mismo contexto Dios mismo pregunta ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió.
¿Y a quien le importan mas hereticas aseveraciones para justificar al herético calvinismo?
Tanto el calvinismo como el arminianismo contiene verdades como mentiras.
Lo mezclan todo para generar tanta confusión que la gente necesite de un EXPERTO para conducirse dentro de ella.
Buen truco. Y después se presentan como los MAESTROS del mismo caos que producen.
Astutamente han sabido enfrentar a Dios con el hombre como hacen los zurdos, que crean el antagonismo entre hombres y mujeres, ricos y pobres, ateos y creyentes, blancos y negros, heterosexuales y homosexuales...
El latigillo de ellos se acienta en determinar si la salvación vine de Dios o viene del hombre y si la salvación se puede perder.
El calvinismo es una buena receta para simples y vagos no pensantes.
Te lo venden todo cocinado y listo para consumir.
Comida rápida chatarra.

También hacen falta las heréticas inferencias del arminianismo para no llegar a la inequívoca conclusión de que las ovejas de Cristo no perecerán jamás y que nadie las puede arrebatar de las manos del Señor. Jamás es jamás, y nadie es absolutamente nadie. Nadie me incluye a mí mismo. Solo encapsulando Juan 10;27-28 en un sistema doctrinal de salvación por obras se puede llegar a la conclusión que de que ese pasaje no dice lo que claramente dice en cuanto a la seguridad eterna de la salvación.
Es que el truco de ellos es infalible.
El que resultó salvo, mas allá de lo que vivió, terminó salvo y el que se perdió, nunca se podría salvar porque ya vemos que se perdió.
Trasfieren un resultado al presente y aunque hablan potencialmente lo hacen como profecia.
Sos degenerados concientes o inconcientes.
Y despúes ellos mismos te dicen que no poseen las listas.
Nosotros los programadores conocemos y entendemos profundamente las asignaciones dinámicas porque las manejamos todo el tiempo.

Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición...
No les molesta decir que la sangre de Cristo no se aplica a todos y que es limitada pero si les molesta decir que la permanencia en Cristo no puede fallar.
Chicos ya declararon fallada su sangre.
Porque ellos lo aplican todo retrospectivamante a los que al final se salvan de manera de nunca perder. Así la sangre solo cubrió a los que al final se salvaron.
No funciona así.
Pero en su soberbia ya cerraron sus universidades porque encontraron la piedra filosofal.
Son los "intocables escogidos" de Dios.

En cuanto a la fe se refiere, de sí es un don de Dios o es algo que el hombre natural puede producir, tampoco hace falta ser influenciados por premisas calvinistas para llegar a la conclusión de que es un don de Dios, pues solo basta considerar la definición que la misma Biblia nos da de la fe en Hebreos 11;1 Es pues, la Fe la certeza de los que se espera, la convicción de lo que no se ve ¿Que certeza y convicción de cosas que no se ven, puede tener alguien para quien las cosas del Espíritu le son locura?
La palabra de Dios nos enseña claramente que la fe viene por el oir.
Y es así porque lo que se puede ver no requiere de fe.
¿Y que es la fe?
Es poner nuestra confianza en lo que se oye sin comprobarlo de manera visual o científica.
Pero fe tampoco es presunción.
La fe está relacionada con lo que se cree y con lo que se lee u oye.
Pero el PODER, si hay alguno, está en la proclama pero nunca en el creer.
Dejenme explicarlo.
Tengo dos autos, uno con nafta y el otro sin ella.
Me subo a los dos y los trato de ponerlos en marcha y uno arranca con poder y me lleva y el otro no.
De mi parte yo hice lo mismo en ambos casos pero el poder estaba solo en uno de los autos.
Así yo tengo la palabra de verdad y la palabra de mentira y puedo poner mi fe en cualquiera de ellas, pero sola la palabra de verdad va a producir resultados verdaderos.
El PODER siempre está en Dios pero podemos creerle a Dios o al diablo.
Luego es este poder de la palabra viva de Dios el que produce en nosotros así el querer como el hacer, por su perfecta y buena voluntad.
¿Se entiende?
El calvinista pone el PODER en la fe cuando el PODER está en Dios y en su PALABRA VIVA.

En cuanto a la elección incondicional, si alguien vacacionando por la vieja Europa, visitando algún viejo castillo, accidentalmente accionará algún pasadizo secreto en donde se hallaran pruebas irrefutables de que Agustín, Calvino y Lutero fueron tres falsos maestros, aun así La Doctrina de la Elección incondicional brillaría en las sagradas Escrituras para hacer rechinar los dientes de todos sus detractores.
La elección incondicional está en Dios desde antes de la fundación del mundo y se mostró en las ropas que les hizo a Adán y Eva en vez de matarlos. Y se volvió a manifestar con Noé cuando no lo ahogó como a todos los demás.
Su amor es una elección y es una elección incondicional porque aún habiendo el hombre pecado Dios decidió salvarlo.
Jamás puede estar basada la salvación en el hombre desobediente pero si en Dios y su caracter misericordioso y amoroso.
Pero esta incondicionalidad se desplegó en la GRACIA.
Toda la iniciativa fue de Dios y todo la salvación también.
Y de nuevo, como hacen los zurdos, esta gente crea detractores de esta salvación divina entre los mismos creyentes, para introducir su mezquina batalla cultural y dividirlos.

Romanos 9;19-23 19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? 20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así? 21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? 22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, 23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,
Nunca pusieron voluntad sincera en entender estos versículos pero en cambió los usan para su mezquina batalla cultural.
¿De que se está hablando acá y que se está defendiendo?
Precisamente la elección de Dios en Israel por descendencia.

Y Pablo empieza golpeando esa mala creencia:
"No todos los que descienden de Israel son israelitas".
"No por descender de Abraham, son todos hijos".
"No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios".
"Los que son contados como descendientes en realidad son los hijos según la promesa".
¿Pero que nos dice este tipo? Nosotros somo elegidos de Dios... Somos sus hijos amados...
No chicos.
Se les viene una super revelación y es que Dios no va a salvar a los israelitas por ser hijos de Abraham o de Isaac sino a los que le crean.
Y esta gente se enojó.
Por años habían creido ser únicos y especiales y ahora Pablo les dice que Dios tiene la última palabra y que va a salvar a los creyentes.
La gente se enojó.... y contestó. Dios no puede hacer eso.
Y Pablo lo que les termina diciendo es que Dios puede hacer lo que quiera, aunque no de cualquier forma y por eso debe enviar a Cristo y todo lo demás.
Acá se está explicando a mentes cerradas que Dios va a cambiar la Justificación por OBRAS, por la Justificación por FE y que aparte la Justificación nunca fue porque uno sea simplemente hijo de Abraham o de Isaac.
Y luego, en la explicación de la soberanía que tiene Dios de salvar con absoluta decisión, lo que ya se había perdido y no tenía esperanza alguna se usan de ejemplos que el calvinismo tuerce con ignoracia absulota y/o mala disposición.
Por ejemplo al decir que la elección de isaac nada tenía que ver con él mismo ni tampoco que la de Jacob en lugar de Esau tuviera que ver con ellos. Pero esto es como decir que Dios decidió salvar al hombre a pesar de que ese hombre estuviera completamente corrompido. Adán se iba a rebelar contra Dios y Dios lo creó igual.
Pero usar esto para hablar de elecciones personales es lo mismo que decir que Dios es injusto porque no los salva a todos.
Cuando el calvinismo quiere justificar su mentira bien encuentra como hacerlo.
Por otro lado la elección de los que se salvan si es completamente arbitraria pero EN Cristo, sangre mediante.
Y el obtiene ese derecho al comprar nuestra vidas a precio de sangre.

Y así podríamos seguir citando ejemplos que dejan al descubierto lo falaz de esa argumentación que alega que nadie podría llegar a abrazar las doctrinas de la gracia a no ser que se ponga los lentes calvinistas.
Primero que nada las doctrinas de la GRACIA o la misma GRACIA no es calvinista.
Dejen de robarse gloria que no les pertence.
Sigan abusándose del amor incondicional de Dios.
El calvinismo es un evangelio ANATEMA.