Re: REFLEXIONES .....
Los diálogos de Jesús plasmados en el nuevo testamento demuestran su autoridad. Muchas de sus frases están barnizadas de imperativos, que con convencimiento, emitía sabiendo el poder que estos poseían.
Ante la tumba de Lázaro, manda quitar la piedra y con absoluta seguridad exclama: ¡Lázaro, ven fuera!
Cuando encontró en el camino a aquel ciego de nacimiento, escupió en tierra y haciendo lodo lo untó en los ojos, para posteriormente decirle: Ve a lavarte en el estanque de Siloé.
Una mañana, en el templo, mientras enseñaba, le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. Después de dar una lección de justicia a los escribas y fariseos, se dirigió a la mujer diciéndole: Vete y no peques más.
Así, una y otra vez, Jesús, de forma autoritaria emplea imperativos para constatar que es un ser supremo, es Dios.
Hoy en día, él sigue pronunciando imperativos para hacernos despertar de nuestra modorra.
Nos zarandea con sus palabras y nos hace ver que sus mandatos están llenos de vida, plagadas de un poder absoluto que sana, liberta, derrota, culminando con su gracia y misericordia la obra que tiene destinada para cada uno de nosotros.
Hoy en día, sus palabras son igual, o si cabe, aún más necesarias que en antaño.
Palabras de poder que nos indican cual es la acción que debemos realizar, esa función ineludible para conseguir que el trazado de nuestra historia tenga una trayectoria positiva.
Que los márgenes de nuestra existencia estén delineados de sencillos consejos que atajar para conseguir una vida de calidad.
Los diálogos de Jesús plasmados en el nuevo testamento demuestran su autoridad. Muchas de sus frases están barnizadas de imperativos, que con convencimiento, emitía sabiendo el poder que estos poseían.
Ante la tumba de Lázaro, manda quitar la piedra y con absoluta seguridad exclama: ¡Lázaro, ven fuera!
Cuando encontró en el camino a aquel ciego de nacimiento, escupió en tierra y haciendo lodo lo untó en los ojos, para posteriormente decirle: Ve a lavarte en el estanque de Siloé.
Una mañana, en el templo, mientras enseñaba, le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. Después de dar una lección de justicia a los escribas y fariseos, se dirigió a la mujer diciéndole: Vete y no peques más.
Así, una y otra vez, Jesús, de forma autoritaria emplea imperativos para constatar que es un ser supremo, es Dios.
Hoy en día, él sigue pronunciando imperativos para hacernos despertar de nuestra modorra.
Nos zarandea con sus palabras y nos hace ver que sus mandatos están llenos de vida, plagadas de un poder absoluto que sana, liberta, derrota, culminando con su gracia y misericordia la obra que tiene destinada para cada uno de nosotros.
Hoy en día, sus palabras son igual, o si cabe, aún más necesarias que en antaño.
Palabras de poder que nos indican cual es la acción que debemos realizar, esa función ineludible para conseguir que el trazado de nuestra historia tenga una trayectoria positiva.
Que los márgenes de nuestra existencia estén delineados de sencillos consejos que atajar para conseguir una vida de calidad.
Bendiciones para todos .
Manhattan.
Manhattan.