Amados, por la gran solicitud que tenía de escribirosacerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Lucas 1:3
La palabra contender implica que los seguidores de Cristo tienen algo por lo cual vale la pena luchar, El resto de esta epístola nos dice que nuestras batallas por la fe a veces ocurrirán aún dentro de la iglesia.
Cuando tenemos un amor profundo por la verdad, tenemos que defender nuestras convicciones bien consideradas. No podemos conformarnos con una imitación y perder lo auténtico.
La gente no siempre se siente cómoda con los rigores de nuestras convicciones firmes. El mundo y Satanás vez tras vez confrontarán nuestra fe, no dejándonos otra opción que manifestar firmemente nuestra fe. Si no actuamos con firmeza en tales situaciones, no nos queda más que la retirada.
Trágicamente, el enemigo a veces engaña a los creyentes o envía creyentes falsos. En tales circunstancias tenemos que contender por la fe dentro de la iglesia misma. A Dios gracias, peleamos esas batallas con su ayuda.
Sin embargo, el otro lado de la moneda es que algunos han colocado los asuntos de preferencia u opinión personal a nivel de una doctrina escencial. Cuando los creyentes llegan a contender sobre estilos, gustos o distinciones culturales, ya son demasiado contenciosos. Tenemos que luchar por el mensaje, no por el método.
La palabra contender implica que los seguidores de Cristo tienen algo por lo cual vale la pena luchar, El resto de esta epístola nos dice que nuestras batallas por la fe a veces ocurrirán aún dentro de la iglesia.
Cuando tenemos un amor profundo por la verdad, tenemos que defender nuestras convicciones bien consideradas. No podemos conformarnos con una imitación y perder lo auténtico.
La gente no siempre se siente cómoda con los rigores de nuestras convicciones firmes. El mundo y Satanás vez tras vez confrontarán nuestra fe, no dejándonos otra opción que manifestar firmemente nuestra fe. Si no actuamos con firmeza en tales situaciones, no nos queda más que la retirada.
Trágicamente, el enemigo a veces engaña a los creyentes o envía creyentes falsos. En tales circunstancias tenemos que contender por la fe dentro de la iglesia misma. A Dios gracias, peleamos esas batallas con su ayuda.
Sin embargo, el otro lado de la moneda es que algunos han colocado los asuntos de preferencia u opinión personal a nivel de una doctrina escencial. Cuando los creyentes llegan a contender sobre estilos, gustos o distinciones culturales, ya son demasiado contenciosos. Tenemos que luchar por el mensaje, no por el método.