¿Qué significa la roca? Disputa eclesiológica con un protestante.

Maripaz especulaba más arriba con la posibilidad de que parte del texto de Mt. 16, 17 y ss. estuviera interpolado.

Contesto:

¿Te parece poco sólido el hecho de que lo recojan *todos* los manuscritos sin que haya excepción? Y si hubiera tal, ¿no debería considerarse más bien, según las reglas de la papirología, que es ÉSA EXCEPCIÓN la que contiene el texto interpolado, no el resto?

Seguís emulando a los MANIQUEOS, que en sus polémicas con los católicos, cuando encontraban pasajes incómodos, optaban por considerarlos interpolaciones posteriores. Lo cual, según ellos, era "un acto de piedad".


Saludos,

Athos.

"Los padecemos como jueces de las Escrituras" (San Agustín)
 
Originalmente enviado por: athos
Maripaz especulaba más arriba con la posibilidad de que parte del texto de Mt. 16, 17 y ss. estuviera interpolado.

Contesto:

¿Te parece poco sólido el hecho de que lo recojan *todos* los manuscritos sin que haya excepción? Y si hubiera tal, ¿no debería considerarse más bien, según las reglas de la papirología, que es ÉSA EXCEPCIÓN la que contiene el texto interpolado, no el resto?

Seguís emulando a los MANIQUEOS, que en sus polémicas con los católicos, cuando encontraban pasajes incómodos, optaban por considerarlos interpolaciones posteriores. Lo cual, según ellos, era "un acto de piedad".


Saludos,

Athos.

"Los padecemos como jueces de las Escrituras" (San Agustín)



¿Para que hablas de manuscritos, si tu le das igual valor a la tradición que a la Palabra de Dios?


Tus creencias te impiden hablar de diferencias entre manuscritos, porque tu no crees en la Palabra de Dios como ÚNICA regla de Fe
 
No ha sido una perdigonada muy propicia...

No ha sido una perdigonada muy propicia...

Originalmente enviado por: athos
"Lutero consintió en dividir la Cristiandad para poder fornicar con una monja sin sentir por ello remordimientos de conciencia".

Un saludo,
Athos.
Lo que está claro es que muchos sacerdotes pederastas, con la connivencia de sus obispos, fornican con niños pero cuidándose muy bien de no "dividir a su Santa Madre Iglesia"...
 
Originalmente enviado por: athos
Toni <<>><<:

¿Por qué te haces imágenes? ¿Adoras a un pez? ¿Rindes culto a los besugos? :)


Saludos,

Athos.

No, simplemente me las saqué del...

sing.gif
..pero mira como veven... los peses en er río... pero mira como veven.... a ver ar dios nasío...
sing.gif


Veven... y veven.... y buerben a vever....
afisch.gif
 
hola.

bueno. es bien claro que la unica Iglesia que sigue hasta hoy es la Iglesia catolica universal. les paresca bien, o les parescamal.
pero no es porque los encargados sean buenos y unos santitos y tengan el poder de mantener esta Iglesia en pie no, no es eso. es el poder de Dios del Espiritu Santo y del hijo. y de ahi viene todo desde pedro y los apostoles, hasta los encargados de la santa Iglesia universal. esto es posible solo por el poder de Dios y no de los hombres.

pero, que hubiera pasado si despues de la muerte de los apostoles no hubiera visto susesores, osea los papas? pues simplemente no hubiera Iglesia catolica! ni protestantes, ni sectas, ni testigos, ni mormones. ni luteranas, ni bautiztas, ni anventistas, ni calvinistas, ni pentecostales, ni evangelicas,etc,etc,etc,etc,etc. pues no se hubiera conocido la fe Cristiana.!

pero, sean sinceros y digan la verdad, de donde salieron los protestantes y todas las demas religiones Cristianas?

acaso no es verdad que se separaron de la Iglesia catolica romana?

entonces deven reconocer que es la unica verdadera Iglesia de Cristo, que el mismo fundo. sin esta Iglesia ni existieran los protestantes Cristianos. y todas las demas sectas(las concidero satanicas.)

los protestantes Cristianos son de la misma Iglesia catolica aunque se separaron pero siguen guardando los domingos y creen en el Señor Jesus como unico salvador, y creen que Jesus es el hijo de Dios, y que es Dios.

pero las demas sectas personalmente las concidero satanicas.

) Esta Iglesia es la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

Todas las demás Iglesias y religiones están equivocadas. Unas, porque no reconocen al verdadero Dios -como el Budismo-; otras, porque se separaron de la Iglesia verdadera -como el Protestantismo-.
Debemos rezar por los no católicos, para que se conviertan, y ellos y nosotros nos unamos en la única y verdadera Iglesia de Cristo que es la Católica.

En el decreto del Concilio Vaticano II sobre el ecumenismo , en el que se dan normas a los católicos para que traten con comprensión y cordialidad a los hermanos separados, se dice que el deseo de unión no debe llevarnos a callar o disimular las discrepancias: «Es totalmente necesario que se exponga con claridad toda la doctrina. Nada es tan ajeno al ecumenismo como el falso irenismo que pretendiera desvirtuar la pureza de la doctrina católica, y oscurecer su genuino y verdadero sentido»(437).

Por eso vamos a ver aquí las razones por las cuales creemos que la Iglesia Católica es la que Cristo fundó, mientras que las Iglesias Protestantes no reúnen las condiciones necesarias para ello. No con ánimo de ofender a los que son protestantes, sino con el deseo de exponer a todos la verdad.

Según el Primer Concilio de Constantinopla, celebrado el año 381, la Iglesia, tal como la fundó Jesucristo, tiene cuatro notas características, es decir, cuatro señales distintivas, que son cuatro propiedades esenciales que, todas juntas, son exclusivas y manifestativas de la verdadera Iglesia de Jesucristo . Estas señales distintivas, estos atributos, son: unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad .
37,4. Es decir, según la mente de Cristo , su Iglesia debe ser: UNA : Jesucristo no fundó más Iglesia, que la que fundó sobre San Pedro : «Tú eres Pedro y sobre esta piedra (San Pedro) edificaré mi Iglesia»(438). Jesucristo habla en singular, es decir, de una sola Iglesia.

En la lengua aramea, que Jesús hablaba, Pedro y piedra se dicen con la misma palabra: «Kefá».
Jesús hace un juego de palabras para expresar que Pedro es la piedra fundamental de su única Iglesia.

La autenticidad de estas palabras ha sido negada de diversas maneras por críticos protestantes. Pero recientemente el célebre teólogo protestante Oscar Cullmann , la ha confirmado de la manera más convincente(439).

Cristo cambió a Pedro su nombre de Simón por el de Pedro , piedra, roca (kefá) porque lo iba a hacer fundamento de su Iglesia. Cuando en la Biblia Dios cambia el nombre de alguien es porque esta mutación es efectiva de lo que el nombre significa(440).

Jesucristo quiere ser el único Pastor del único rebaño que es su Iglesia . Este rebaño se lo entregó a San Pedro antes de partir de este mundo . Y ya nos advirtió Él que todo reino desunido no subsistirá, se arruinará ; es decir, que si la Iglesia debe permanecer hasta el final de los siglos, debe permanecer una.

SANTA : Santificar -o dar la vida de gracia- fue el primer objetivo de la venida de Cristo , y por lo tanto santificar es el primer objetivo de la Iglesia , que lo hace por medio de los sacramentos.

Dice San Pablo que «Cristo amó a su Iglesia y se sacrificó por ella para santificarla..., para hacerla santa»(441). «Cristo nos eligió para que seamos santos»(442). «Ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación»(443). El mismo Jesucristo dijo que Él había venido «para que el mundo se salve»(444). «He venido, dice el Señor, no para juzgar al mundo, sino para salvarlo»(445). Al enviar a sus Apóstoles por el mundo les dijo: «Id y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándosela guardar todas las cosas que Yo os he mandado»(446) . «Predicad a todas las criaturas: el que creyere y se bautizare, se salvará; pero el que no creyere, será condenado»(447).

La Iglesia fundada para llevar los hombres a la gloria debe ser santa, porque el camino de la salvación es la santificación.

CATÓLICA significa universal : Jesucristo fundó su Iglesia para todos los hombres y para todos los tiempos: «Predicad a todas las gentes»(448), «por todo el mundo»(449), «Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos»(450).

Esto evidentemente supone que los Apóstoles tendrían sucesores, pues ellos, en su corta vida, ni podían predicar por todo el mundo y a todas las criaturas, ni iban a vivir hasta el fin del mundo.

APOSTÓLICA : La Iglesia verdadera tiene que entroncar con los Apóstoles, en quienes Cristo fundó su Iglesia . A ellos dio su potestad: «Yo os envío a vosotros»(451), «quien a vosotros oye a Mí me oye»(452).
37,5. Evidentemente Jesucristo fundó su Iglesia para que permaneciera hasta el fin de los tiempos:
«Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos»(453).

Esto quiere decir que la Iglesia fundada por Cristo es indefectible.

Durará hasta el último día, y permanecerá tal como fue constituida por Cristo . Si ella llegara a desaparecer, o si se transformara en otra distinta, la asistencia de Cristo habría faltado, o Cristo habría sido impotente.

Pues, bien, la Iglesia Católica es la única que tiene las cuatro señales distintivas que Cristo puso en su Iglesia.

Jesus es el camino, la verdad, y la vida eterna.:corazon:
 
Hola Rey David

Hola Rey David

El apostol pablo formó varias iglesias entre los gentiles y NO se llamaban Católicos, lo más razonable es que tuviera el nombre de jesús, osea la iglesia de jesucristo, a los miembros de la iglesia de jesucristo se le llamaban santos y no por estar libres de pecado, sino por el esfuerzo que hacian para santificarsen.

NUNCA se menciona en la biblia el nombre de católicos a los miembros o a alguna secta en la época de cristo ni cuando estuvieron los apostoles predicando el evangelio y fortaleciendo las iglesias de los santos que habia establecido pablo.

¿ porqué dices que los papas son sucesores de los apóstoles?

Los apóstoles fueron escogidos por el señor, nadie puede tomar para sí mismo ésta honra.
además jesucristo nunca puso en su iglesia un ofico llamado PAPA.
Esa palabra surgió mucho despues de que ya no hubiera apostoles, por un guerrero llamado constantino que engañó a muchos cristianos por medio de una visión que él se inventó para ganarse el apoyo de esta gran cantidad de personas y lograr recuperar un apoyo, una autoridad que constantino estaba perdiendo y los cristianos eran perfectos devido a que estaban dispuestos a luchar y morir por la fé que tenian, y de ésto se aprovechó constantino, hasta que se inventó la figura del PAPA, para ser la máxima autoridad y obtener así un gran poder y una gran influencia en esa época de la historia.

EL profeta Miqueas vió el día cuando el sol se pondría sobre los profetas, y no habría más visiones, ni guia por que no habría revelación de Dios. La apostasia estaba predicha, y habia dos causas la interna y externa. La externa vino con la muerte de los doce apostoles escogidos por Dios. Con la muerte de los apostoles, quienes fueron la fundación de la iglesia, la iglesia empezó su gran caida. Sin embargo, esto no seria realizado hasta que empezó la apostasia interna. Pablo temindo esto dijo " POR QUE YO SÉ QUE DESPUES DE MI PARTIDA ENTRARÁN EN MEDIO DE VOSOTROS LOBOS RAPACES, QUE NO PERDONARAN AL REBAÑO" Y de en medio de vosotros mismos se levantaran hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discipulos HECHOS 20:29-30.

La biblia católica declara que la palabra APOSTASIA SIGNIFICA UNA CAIDA COMPLETA. Muchas escrituras indicaron los tiempos de esta destrución ( 2TIMOTEO 4:3-4, 2TIMOTEO 3:1-7. 2 PEDRO 3:3, ETC) en timoteo 4:1-3 ÉL ENSEÑÓ QUE UNA SEÑAL DE LA IGLESIA APOSTATA SERIA QUE "PROHIBIRAN CASARSE" Y " ABSTENERSE DE CARNE" , y eran doctrinas en las que pablo dijo " que son del diablo".

ERAN EN LOS CONCILIOS DONDE ESAS DOCTRINAS DIVERSAS Y EXTRAÑAS ERAN A MENUDO NACIDAS. POR CONSIGUIENTE NUESTROS DIOSES INCOMPRENSIBLES, A TRAVEZ DE LA TRANSUBSTANCIACIÓN, LA TRINIDAD, LA POMPA ACTUAL, DESPUES LLEGÓ LA ELEVACIÓN DE LA VIRGEN MARIA, QUE TENIA QUE SER LLEVADA A LOS CIELOS POR DIOS SIN NINGUNA ESCRITURA QUE GARANTICE. LA ADORACION A LA VIRGEN BENDITA ES BASTANTE CONTRARIA A LA MANERA EN QUE CRISTO PENSÓ DE SU MAMÁ , LUCAS 11:27-28.

Con respecto a la Roca NO PODRIA HABER SIDO PEDRO PUES LAS PUERTAS DEL INFIERNO PREVALECIERON CONTRA ÉL MATEO 26:69-75. LA ROCA ES LA REVELACION Y LAS PUERTAS DEL INFIERNO NUNCA HAN PREVALECIDO EN CONTRA DE ELLA. TODAS LAS COSAS VERDADERAS DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO DEBEN SER RESTAURADAS EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS HECHOS 3:19-21. Y DIOS ENTONCES VOLVERÁ A LLAMAR PROFETAS ANTES QUE VENGA JESUCRISTO POR SEGUNDA VEZ.
 
Originalmente enviado por: athos
Leí decir a alguien:

"Lutero consintió en dividir la Cristiandad para poder fornicar con una monja sin sentir por ello remordimientos de conciencia".

¿Pudiera ser que los protestantes no fuerais más que epígonos de la fornicación del psicópata Lutero? Es sólo una hipótesis...


Un saludo,

Athos.

Lamento que no puedas contestar puesto que no me gusta porner en evidencia a quien ha renunciado al derecho de defenderse. (Te sugiero que pidas perdón a quien compite y despues no vuelvas a las andadas)
Te contaré un hecho histórico.
Conocí a en Jesuita el cual tenía un cargo de presidencia con una asociación de profesionales en el campo de las enfermedades y anomalías psiquicas.
Pues bien a este hombre se le encomendo que preparase una serie de conferencias para desbaratar las doctrinas protestantes. Los hechos narrados ocurrieron en mi ciudad natal.
Lo cierto es que dicho jesuita (caso no comprobado) se dijo de él que tenía relaciones ilícitas con su secretaria.
Para preparar los ataques encomendados tuvo que leer lo que dicen los protestantes y compararlo con lo que dice la Sagrada Escritura.
El resultado fué: Quien tenía que convencer fué convencido. Asistí a su testimonio público en mi iglesia y fué muy emotivo.
Como aún no se había celebrado el Conclio Vaticano II y en más pais estabamos bajo el "excelente" Nacional-catolicismo, su libertad e incluso su vida peligraban por lo que no tuvo más remedio que emigrar a Argentina. Con el también marcho su secretaria y una vez en el pais donde emigraron se casó con ella.
Ahora la tambien "excelente" crítica que recibió. La misma que Lutero:
para poder fornicar con una mujer sin sentir por ello remordimientos de conciencia".
Observa, mientras la tuvo como concubina ningún reproche y el mas perfecto disimulo. Pero cuando la elevó a la calidad de esposa con todos los derechos, la más feroz de las críticas.
Por cierto, esta es una curiosa ética.
 
Articulo tomado de la red

Articulo tomado de la red

LA SUCESIÓN APOSTÓLICA Y LA INFABILIDAD PAPAL
(Extracto de "A las fuentes del cristianismo" de Samuel Vila. ED. CLIE)

La Iglesia Católica enseña:

1.1 Que el Señor Jesús, en las palabras dichas al apóstol san Pedro: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia... Y a ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra, será ligado en el cielo" (Mateo 16:18), hizo a este santo apóstol cabeza de la iglesia, lo cual implica, necesariamente, otorgarle el don de la infalibilidad.
2.1 Que san Pedro fue el primer papa en Roma y traspasó esta dignidad a un sucesor, con el privilegio de que el don de su infalibilidad se perpetuara a través de los siglos.

El Santo Evangelio dice:

"A nadie llaméis padre vuestro sobre la tierra; porque uno es vuestro Padre que está en los cielos. Ni os llaméis maestros, porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos" (Mateo 23:9, 11). (Nota: Papa significa "padre venerable")

Es evidente que el Señor Jesucristo dio un gran privilegio a san Pedro al constituirlo fundador de su Iglesia, y el primero que abrirla a los gentiles las puertas del reino de Dios (Ver Hechos 10); pero las palabras: "Todo lo que ligares en la tierra, será ligado en el cielo", sobre las que se pretende fundar la infalibilidad, son una promesa hecha, no solamente a san Pedro, sino a todos los apóstoles (véase Juan 20:23). Y también a dos o tres discípulos que se reúnan para adorar a Dios de todo corazón, cuando dice: "En verdad os digo, que todo aquello que ligareis sobre la tierra, ligado será también en el cielo; y todo lo que desatareis sobre la tierra, desatado será también en el cielo. Además, os digo que si dos de vosotros se convinieron sobre la tierra de toda cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos; porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos" (Mateo 18:18-20).

Aquí tenemos dos cosas claramente definidas por el Salvador. Primera, una facultad dada a todos los apóstoles, no a san Pedro tan sólo. Segunda, esta facultad es comparada, para mayor abundamiento, a la que Dios mismo concede, no ya solamente a los apóstoles, sino a cualquier grupo de fieles sobre la tierra que se conciertan para orar a Dios, sin que tales palabras signifiquen una promesa de infalibilidad para tales fieles, lo cual seria una locura pensarlo, sino una promesa de lo eficaz que es la oración de fe.

Ahora bien, para los hebreos (ver la Mishná o el Talmud), ligar significaba "declarar ilegal una cosa", y desatar significaba "declarar legal una cosa". Así leemos que el "rabí Meir desató (esto es, permitió) la mezcla de vino con aceite y la unción de un enfermo en día de sábado".

En cuanto a recoger leña en día de sábado, se dice que la escuela del rabí Shamai lo ligaba (esto es, lo declaraba ilegal, lo prohibía), mientras que la escuela del rabí Hillel lo desataba (esto es, lo declaraba legal, lo permitía).

Cuando Jesucristo ascendió a los cielos, sólo los apóstoles y discípulos del Señor que habían estado con Él los tres años de su ministerio sabían cuáles eran las doctrinas cristianas que se debían enseñar a la humanidad; por lo tanto, sólo ellos podían ligar (declarar ilegal) o desatar (declarar legal una doctrina); por esto, aunque la promesa de las llaves para abrir o inaugurar el Reino por la predicación del Evangelio a judíos y gentiles, es hecha solamente a Pedro, la de ligar y desligar es dada a todos los apóstoles.

Ahora bien, antes de que desapareciesen los apóstoles Dios hizo que estas doctrinas quedaran registradas en el Nuevo Testamento, que nosotros los evangélicos tenemos como única regla de fe y de conducta. Procediendo así, no hacemos más que aceptar lo que Pedro y los otros apóstoles ligaron o desligaron, mientras que caen en la herejía los que se apartan de aquellas doctrinas que los apóstoles ataron o desataron, de acuerdo con la autoridad que les dio nuestro Señor Jesucristo.

Por otra parte, es interesante notar que la traducción de Mateo 18:18 es defectuosa en casi todas las versiones católicas y protestantes, ya que la traducción literal y correcta es la siguiente: "Cuanto ligares en la tierra, habrá sido ligado en el cielo; y cuanto desatares en la tierra, habrá sido desatado en el cielo" Esto es porque los verbos "Ligar" y "desatar", que en las traducciones corrientes se traducen como futuros imperfectos de indicativo de la voz pasiva, están en el texto original griego en futuro perfecto. Para ser más exactos: En el versículo en cuestión tenemos dos futuros perfectos pasivos: "esomai dedemenon" ("habrá sido atado") y "esomai lelumenus" ("habrá sido desatado"). Esta forma gramatical se llama parafrásica, y el ser usada aquí por Jesucristo es toda una revelación.

Esto indica que los apóstoles no harían sino declarar ligado en la tierra lo que en el cielo ya habría sido ligado, y desatar en la tierra lo que en el cielo ya habría sido desatado. Es decir, el cielo no está supeditado a las decisiones de la tierra, como parece indicarlo la traducción corriente, sino la tierra a las decisiones del cielo. Eso es lógico, y parece extraño que los traductores no se hubiesen dado cuenta de ello antes, seguramente influenciados por la Interpretación romanista; pero al volver al texto griego nos damos cuenta de que Dios no delegó su soberanía a ningún mortal, ni siquiera al papa de Roma. No podía ser de otra manera siendo Dios.

I. San Pedro no fue considerado Papa por los demás apóstoles

San Pedro no fue considerado como superior o papa por los demás apóstoles; pues poco después de haber pronunciado el Señor las palabras que han adoptado los obispos de Roma para tratar de probar su primacía, los propios discípulos estaban disputando "cuál de ellos seria el mayor"; y Cristo, que tantas veces solía repetir sus enseñanzas cuando éstas no eran bien comprendidas, no pone fin a la disputa diciendo: "Ya os he declarado que Pedro ha de ser el jefe", sino que, poniendo un niño entre ellos, afirma que el primero será quien sea más humilde (Mateo 18:4).

En los Hechos de los Apóstoles, cap. 8, vers. 14, leemos: "Y los apóstoles que estaban en Jerusalén, habiendo oído que Samaria habla recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan"

Fijémonos: ¡el papa, enviado por sus subalternos a una misión evangelizadora! Sería más concebible, desde el punto de vista católico romano, si dijera que san Pedro decidió enviar dos legados suyos para sobrevigilar la misión samaritana, o que el "Jefe Supremo de la Iglesia" decidió ir en persona a visitar la obra iniciada; pero que otros le mandaran o le enviaran, es del todo inconcebible, desde el actual punto de vista de la Iglesia de Roma. Pero esto es, sencillamente, lo que declara la Sagrada Escritura; que en nada favorece la pretensión al papado.

Pero aún hay otra cosa más grave. El primer concilio ecuménico se reúne en Jerusalén. ¿Quién debiera convocarlo y presidirlo sino san Pedro? Sin embargo, no es así. Santiago es quien preside y quien formula las conclusiones. San Pedro asiste como los demás, tomando parte en los debates; y cuando Santiago, en el discurso final, tiene que referirse al testimonio aportado por san Pedro, lo hace en las siguientes palabras: "Varones hermanos, oídme: Simón (Pedro) ha contado cómo Dios primero visitó a los gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre" (Hechos 15:14).

¿Se puede concebir mayor osadía? ¡Nombrar al Vicario de Jesucristo con su antiguo y familiar nombre de Simón, sin darle ningún tratamiento! Si se alega que los de Santidad, Beatísimo Padre, etc., todavía no estaban en uso, podía, por lo menos, haber dicho: "El Jefe de la Iglesia", o "El representante de Nuestro Señor Jesucristo", ha tenido a bien exponernos cómo Dios primero visitó a los gentiles, etc. Pero nada de esto dice Santiago, sino: "Simón ha contado ..." Simón a secas. Y lo más admirable es que ninguno de los demás apóstoles, ni de los millares de fieles que se hallan presentes, protestó contra tamaña insolencia. ¿Qué significa todo ello, sino que los condiscípulos de san Pedro no veían en éste sino un apóstol y servidor de Dios, igual que todos los demás?

Así se desprende, también, de la enumeración de cargos que san Pablo cita en su epístola a los Corintios, cuando dice: "Y a unos puso Dios en la Iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero doctores…" (1ª Corintios 12:28). Vemos que olvida poner el primero y principal de todos los cargos eclesiásticos, según los católicos romanos. ¿No era natural que dijese: "Lo primero papa, luego apóstoles, lo tercero profetas, luego doctores y pastores, etc."?

Que san Pablo no reconocía en san Pedro al jefe infalible de la iglesia, sino un apóstol distinguido, como san Juan o Santiago, se desprende del incidente de Antioquía. Dice así el inspirado apóstol: [/color=red]"Cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí en la cara, porque era de condenar... Cuando vi que no andaban derechamente conforme a la verdad del Evangelio, dije a Pedro, delante de todos: "Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué constriñes a los gentiles a judaizar?" (Gálatas 2: 11 y 14).[/color]

¿Habría podido dirigirse a san Pedro en tales términos, si éste hubiese sido reconocido por todos los fieles como jefe supremo e infalible de la Iglesia, nombrado nada menos que por el mismo Señor Jesucristo?

Si san Pedro hubiese sido papa, si él hubiese entendido por las palabras de Jesucristo que lo era, tenía el deber de declararlo a sus condiscípulos. En lugar de hacerlo, en sus dos cartas se limita a titularse solamente apóstol, como hubiera hecho cualquier otro de los testigos de Jesucristo; y en el capitulo 5 de su 1ª epístola se da a sí mismo el más modesto título de presbítero. Esto es todo lo que sabemos de las pretensiones de san Pedro en días apostólicos. ¿Pueden fundarse sobre ellas las amplísimas pretensiones del papado? El edificio resulta desproporcionado al fundamento; y esto, ni en el terreno físico ni en el de la lógica puede admitirse en manera alguna.

II. San Pedro no fue obispo de Roma ni designó ningún sucesor

Para poder afirmar el dogma de la supremacía e infalibilidad papal serían necesarias tres cosas:

1ª Que el Señor Jesucristo hubiese indicado que los privilegios dados a san Pedro serían transmisibles a otras personas.

2ª Que san Pedro hubiese ejercido durante un largo tiempo el obispado de Roma.

3ª Que hubiese nombrado un sucesor, en documento conservado hasta nuestros días, o del cual tuviésemos noticia por testigos fieles contemporáneos del gran apóstol.


Pero nada de esto encontramos en el Nuevo Testamento ni en la Historia de la Iglesia.

Jesucristo no dijo una sola palabra acerca de la transmisión de aquellos privilegios, concedidos en recompensa a la fe de su gran discípulo.

Sus promesas tienen un carácter netamente personal: "Tú eres Pedro" "A ti daré las llaves…" ¿Por qué no habla Cristo de sucesión? Porque el privilegio de san Pedro era exclusivo. Nadie más que él podía abrir o inaugurar la Era de la gracia en el mundo, como lo hizo el gran apóstol el día de Pentecostés.

III. El apóstol Pedro no ejerció el pontificado de Roma por 25 años

No existe prueba alguna histórica de que san Pedro ejerciera el cargo de obispo de la Iglesia de Roma por 25 años, como pretenden los católicos, ni mucho menos. Todo lo que dice la Iglesia Católica acerca del pontificado de san Pedro en Roma, se basa en una tradición posterior en 120 años a la muerte del gran apóstol, en la cual se afirma solamente que murió juntamente con san Pablo en aquella ciudad.

Según los Hechos de los Apóstoles, san Pedro se quedó en Jerusalén después de la muerte de Esteban. San Pablo, diecisiete años después de su conversión (que no ocurriría sino algunos años después de la muerte de Cristo), encontró al apóstol san Pedro ejerciendo todavía su ministerio en aquella ciudad (Gálatas 1:18 y 2:1). Entonces convinieron los dos grandes apóstoles, juntamente con Jacobo y Juan, que san Pedro dirigiría la obra entre los judíos, y san Pablo la de los gentiles (Gálatas 2:7 al 10).

Esta división de territorio excluye toda posibilidad de que san Pedro llegase a ser el obispo de una iglesia gentil, establecida en la capital del Imperio Romano. Y mucho menos que lo fuese durante 25 años, ya que para ello no solamente habría tenido que faltar a lo pactado con san Pablo, sino que su muerte debería haber ocurrido por lo menos 20 años más tarde de la fecha en que la tradición dice que murió.

Existe una primera epístola del apóstol san Pedro, escrita en edad avanzada, en la cual el propio apóstol se declara residente en Babilonia (1ª Pedro 5:13). Algunos comentadores católicos han pretendido que con este nombre trataba de ocultar el de Roma. Esto podría alegarse si hubiera para ello otros indicios, por ejemplo: que en la misma halláramos citados nombres de cristianos de la Iglesia de Roma, como los tenemos en las cartas de san Pablo; pero sabiendo que Babilonia existía en días del apóstol con buen número de habitantes (entre ellos muchos judíos, a cuya evangelización san Pedro se había dedicado), y no habiendo otros indicios que prueben lo contrario, es mucho más natural creer que se refiere a la Babilonia bañada por el Eufrates.

En la 2ª epístola de san Pedro, escrita poco antes de su muerte, según manifiesta el propio apóstol en su cap. 1º, vers. 14, no hay tampoco el menor indicio de que escribiese desde Roma, pues no menciona a ninguno de los grandes cristianos que por las cartas de san Pablo sabemos que vivían en Roma, a la sazón.

Esta falta de pruebas de carácter positivo es una gran dificultad para los católicos romanos. Pero veamos ahora las que contradicen el obispado de san Pedro en Roma.

Cerca del año 58 (o sea después de dieciséis años de pontificado de san Pedro en Roma, según la tradición católica), san Pablo escribe su carta a los Romanos, y en ella no hace mención alguna a su obispo: aquel gran apóstol tan bien conocido por san Pablo, como vemos en otras epístolas suyas. Al final de esta carta hay una lista de 27 cristianos de Roma, a los cuales el apóstol envía saludos, poniendo alguna frase de elogio para cada uno de ellos; pero no envía ningún saludo para san Pedro, el pastor de la Iglesia. ¿Es ello concebible, de ser cierto el pontificado de san Pedro en aquella ciudad?

Como tres años después, san Pablo mismo llegó a Roma, y muchos cristianos salieron a recibirle a una distancia de 25 kilómetros. Si san Pedro hubiese estado en Roma, ¿no tendríamos alguna noticia del encuentro de estos dos grandes adalides de la misma causa cristiana, por el camino, o en la capital misma? Pero ni una palabra de ello nos dice el autor de los Hechos de los Apóstoles.

San Pablo residió dos años en Roma, en calidad de preso custodiado, en la casa que tenía alquilada. Si san Pedro se halló ausente al tiempo de su llegada, como dicen algunos apologistas católicos, debió haber vuelto en tan largo espacio de tiempo. Durante estos dos años san Pablo escribió muchas epístolas, y en casi todas ellas envía salutaciones de la Iglesia y de varios cristianos prominentes de Roma; pero nunca menciona a san Pedro. En la carta dirigida a los Colosenses da los nombres de sus colaboradores, y añade: "Estos solos me ayudan en el reino de Dios" (Colosenses 4:7, 11). Pero entre éstos no se halla san Pedro, cuando de haber sido el obispo de Roma debía figurar como el primero de sus ayudadores.

En su 2ª carta a Timoteo, refiriéndose san Pablo al final de estos dos años, cuando fue presentado a Nerón, dice: "En mi primera defensa nadie me asistió; todos me desampararon: ruego a Dios que no les sea imputado" ¿Podemos creer que san Pedro era uno de los que desampararon al gran apóstol de los gentiles, si hubiese sido el obispo de Roma? ¿No debía haber aquí una honrosísima excepción a su favor? Los cristianos evangélicos tenemos demasiada buena opinión del gran apóstol Pedro, que tan fiel se mostró después de su confirmación al apostolado, para inferirle la injuria de suponer que se hallaba en Roma en semejante ocasión.

Poco antes de su muerte, como lo expresa al decir: "Yo ya estoy para ser ofrecido, y el tiempo de mi partida está cercano", el apóstol san Pablo envía por última vez saludos de cuatro cristianos principales de Roma: "Eubulo, Pudente, Lino y Claudio" (2ª Timoteo 4:21). (Es este Lino a quien los católicos suponen sucesor de san Pedro y segundo papa de Roma). Pero el nombre de san Pedro no es mencionado, a pesar de que faltaban pocos días para que, según la tradición católica, san Pedro y san Pablo fuesen ejecutados juntos en el monte Tiber, cercano a Roma. De todos estos hechos se deducen, de un modo indubitable, las siguientes conclusiones:

1ª Que san Pedro nunca fue obispo de Roma; y que su pontificado de 25 años es una mera leyenda, ya que no existen pruebas históricas de que él estuviera, no 25 años, sino ni siquiera una semana, ejerciendo el pontificado en aquella ciudad; y, en cambio, nos vemos abrumados de hechos que lo contradicen.

Nuestros opositores se rasgan las vestiduras ante las palabras de este párrafo. Sin embargo, ¿dónde está la prueba concreta del pontificado de san Pedro en Roma, ni por 25 años (lo que es totalmente imposible a la luz del Nuevo Testamento), ni por ningún período de tiempo? No existe un documento de la época que lo acredite, ni tampoco alguna declaración del propio apóstol san Pedro en el sentido de nombrar un sucesor.

Que Pedro sufriera el martirio en Roma, es otra cosa. También lo sufrió Ignacio, y era obispo en Antioquía. Sin duda, fue sobre este suceso histórico que se trató de establecer la supremacía (no infalibilidad) del obispo romano sobre los demás obispos de la antigüedad.

Es muy extraño que aquellos obispos antiguos que, acuciados por la conveniencia de formar un bloque en medio de las controversias dogmáticas de la época, tratan de establecer la supremacía del obispo de Roma como sucesor de san Pedro, no traigan a luz, en sus tiempos, tan cercanos al gran apóstol, ningún documento de su pluma, ni de la de los primeros obispos de Roma, que demuestre que el apóstol les confirió de un modo concreto tal sucesión y poder.

Por el contrario, la enorme diferencia que se nota entre el lenguaje simple, sin pretensiones de poder ni referencia a ninguna sucesión, que observamos, no solamente en las dos cartas de san Pedro, sino también en las de los primeros obispos de Roma, como veremos inmediatamente. Y el lenguaje que usan acerca del obispo establecido en la capital del Imperio sus compañeros de otras diócesis, atribuyéndole cierta jerarquía, pero no autoridad plenaria en todos los asuntos, y mucho menos infalibilidad, demuestra que la sucesión del Pontificado de Roma y la supremacía papal, a falta de ser un hecho histórico, fue, ante todo, un deseo; una conveniencia de carácter orgánico para fomentar la unidad. Conveniencia que la astuta política de los obispos de Roma, que se sintieron halagados por tal deseo, supo bien aprovechar, y la tradición, de siglo en siglo, logró totalmente establecer.

2ª Si se quiere conceder alguna veracidad a la tradición de que san Pedro murió, juntamente con san Pablo, sobre el monte Tiber, en el año 67, sin que dicha tradición se halle en contradicción con los documentos apostólicos, tenemos que suponer que san Pedro fue llevado preso a Roma muy poco antes de la fecha de su muerte; y que el encuentro de los dos grandes apóstoles fue una gran sorpresa para ambos en aquel memorable día, en que iban a morir juntos.

3ª Si san Pedro no ejerció el pontificado en Roma, mal podía nombrar como sucesor suyo a un obispo de aquella ciudad.

Lo más seguro es que no lo hizo en aquella ciudad ni en parte alguna; pues el título de Jefe Universal de la Iglesia el gran apóstol de los judíos (Gálatas 2:8) no lo pretendió jamás, ni ningún cristiano de su tiempo se lo atribuyó, de modo alguno.

Si ello era debido a la mucha humildad del fiel apóstol de Jesucristo, como alegan los católicos, esta virtud de su carácter (poco imitada, por cierto, por algunos que se han llamado sucesores suyos), no debía impedirle nombrar un sucesor. Era su deber hacerlo, para evitar disputas en la Iglesia, si el cargo existía. ¿Por qué no lo hizo? Por la sencilla razón de que él había oído decir a Cristo: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" Porque: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos" Sabía que la Iglesia era una sociedad espiritual y no mundana, en la que cada fiel es responsable directamente a Cristo, y no intentó organizarla como sociedad humana. Recordaba, también, las palabras del Maestro: "El que quiera ser el primero, sea el postrero de todos"; y no trató de darle un jefe visible.

Los católicos podrán poner en duda estas razones del apóstol (a pesar de que el sacerdocio universal de los creyentes se halla enseñado bastante bien en su primera carta, cap. 2, vers. 9), pero lo que no pueden negar es que no existe documento, de parte del apóstol o de otros cristianos de su siglo, que demuestre lo contrario.

De esperar era que en su segunda epístola, cuando el apóstol san Pedro declara la proximidad de su fallecimiento (cap. 2; vers. 14), dijese a quién tenían que obedecer una vez él hubiere dejado "su tabernáculo". Pues en lugar de dar el nombre de un sucesor, se limita a decir que: procurará dejarles memoria de las cosas de las cuales él había sido testigo, en cuanto a la vida gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo. Esta promesa quedó cumplida, según los santos padres, en la redacción del Evangelio de S. Marcos, el cual fue escrito, según Papías, bajo la inspiración de san Pedro.

Los católicos tradicionalistas dicen que nombró a san Lino; pero no aportan de ello ninguna prueba. Por allá del siglo XII, dijeron que se había descubierto un documento, no de san Pedro, sino de otros inmediatos obispos de Roma, declarando que tal nombramiento había tenido lugar. Nos referimos a las Falsas Decretales. Hoy día no hay ningún teólogo católico romano que se atreva a afirmar la autenticidad de tales documentos. Hay en ellos demasiadas contradicciones y señales de haber sido redactadas en el siglo XI y no en el II, para poder apoyar sobre ellos un dogma tan importante para la Iglesia. Incluso los jesuitas, los más ardientes defensores del papado, así lo han reconocido.

Pero, entonces, ¿con qué razón y bajo qué títulos puede llamarse el actual papa de Roma sucesor de san Pedro? En virtud de una tradición que se ha prolongado por muchos siglos. Pero la cuestión no es desde cuántos siglos los obispos de Roma se consideran sucesores de san Pedro y jefes de la Iglesia, sino si lo son en realidad. Si fueron nombrados como tales; si existen pruebas de tal sucesión, donde debieran ser halladas, en los primeros siglos. ¡Tan fácil como hubiera sido al apóstol san Pedro resolver la debatida cuestión con dos líneas que hubiera escrito en las cartas, reconocidas universalmente como suyas por católicos y protestantes! ¡Una palabra solamente, un nombre: Lino, y la unidad de la Iglesia hubiera quedado para siempre establecida! Pero no lo hizo. ¿Por qué?

Primeramente, porque, como hemos podido ver, un Pedro no tenía relación con estos buenos cristianos de Roma, entregado como se hallaba a su ministerio entre los judíos de Oriente.

En segundo lugar, porque no era Pedro quien guiaba su propia pluma, sino que como él mismo declara: "Los santos hombres de Dios escribieron siendo inspirados por el Espíritu Santo> (2.1 Pedro 1:21). Esta gran realidad se cumplía en su propia persona. Y el Santo Espíritu de Dios, que conocía los destinos de la verdadera Iglesia de Cristo, no podía de ningún modo sancionar el sistema autoritario y abusivo que iba a formarse, en el curso de los siglos, sobre el nombre del gran apóstol.

La interpretación de los santos padres

La interpretación que dan a las palabras: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia", no los ortodoxos, protestantes o evangélicos, sino muchos santos padres, anteriores al romanismo y al protestantismo, es que la piedra no es la persona de Pedro, sino la capital declaración que éste acababa de hacer de que Jesús era el Hijo de Dios.

San Cirilo de Alejandría, en su cuarto libro sobre la Trinidad, dice: "Por la roca debéis entender la fe Invariable de los apóstoles" S. Cirilo de Alejandría, Dial. IV. Trinitate, núms. 507-8.

San Hilario, obispo de Poitiers, en su 2º libro sobre la Trinidad, dice: "La roca (piedra) es la bendita y sola roca de la fe confesada por boca de san Pedro"

San Juan Crisóstomo dice en su homilía 55 comentando S. Mateo: "Sobre esta roca edificaré mi Iglesia. Es decir, sobre la fe de su confesión. Ahora bien, ¿cuál fue la confesión del apóstol? Hela aquí: - Tú eres Cristo, el hijo de Dios vivo -." Hom. 54 in Mat. 2; MG 58, 534.

Orígenes exclama: "Si suponéis que Cristo fundó su Iglesia sólo sobre Pedro, ¿qué papel asignáis a los demás apóstoles? ¿Qué les concedéis a Santiago y a Juan, que también Cristo les puso el sobrenombre de hijos del trueno, para indicar su gran significación?"

San Ambrosio escribió: "Petrus primatum confessio acceptit, non honoris" (Pedro no aceptó los honores de su primera confesión).

Fabián, uno de los primeros obispos de Roma (y por ello para los romanistas, un "Papa"), escribió al emperador Zenón que Cristo había dicho a Pedro: "Super ista confessiono, aedificabo Ecclesiam" "(Sobre esta confesión edificaré mi Iglesia) De Incarnat., cap. 4.

San Agustín, en un comentario sobre la primera epístola de S. Juan, dice: "¿Qué significan las palabras "Edificaré mi Iglesia sobre esta roca? Sobre esta fe, sobre eso que me dices: Tú eres el Cristo, el hijo del Dios vivo" El gran obispo creía tan poco que la Iglesia fuese edificada sobre san Pedro, que predicaba a su grey en su sermón XIII: "Tú eres Pedro, y sobre esta roca que tú has confesado, sobre esta roca que tú has reconocido diciendo: "Tú eres Cristo, el hijo del Dios vivo", edificaré mi Iglesia: Sobre mí mismo, que soy el hijo del Dios vivo, la edificaré, y no yo sobre ti." Nos permitimos citar, en la propia lengua en que escribió san Agustín, otra exégesis suya del debatido texto: «Super hanc petram quam confessus es aedificabo Ecclesiam meam. Pera enim erat Christus super quod fundamentum etiam ipse a edificatus est Petrus»

Nuestros críticos tratan de probar el "Magisterio infalible" de los obispos de Roma con citas de éstos mismos, y de otros padres de la Iglesia, en las cuales se refieren con especial respeto al obispo de Roma como sucesor de san Pedro. Que esta tradición se extendió por la Iglesia a partir del siglo II (solo como respeto especial, y no como primacía jerárquica) lo reconocemos y así lo advertimos ya a nuestros lectores; y que fue objeto de especial respeto por sus compañeros de otras ciudades, también lo reconocemos; pero lo cierto es que también fue opuesto y contradicho en algunas ocasiones por obispos y padres muy notables de la cristiandad primitiva; y es imposible que ello hubiese ocurrido si, efectivamente, la primacía y la infalibilidad le hubiesen sido otorgadas al obispo romano por el apóstol san Pedro; si hubiese sido, no una sugerencia o un deseo de tiempos posteriores, sino dogma de fe desde los mismos tiempos apostólicos, como lo eran, por ejemplo, la muerte redentora de Cristo, la Resurrección, la Ascensión, la segunda venida, los milagros del Señor o tantas otras cosas claramente enseñadas por los apóstoles desde el principio.

Para que el lector se dé cuenta de lo complicado que es ir tras la tradición de los padres de la Iglesia, y tratar de asentar nuestra fe sobre la tradición, les diremos que un antiguo escritor francés, el sacerdote católico reverendo padre Launoy, tratando precisamente de establecer su tesis del primado de san Pedro, pero obligado a confesar la verdad acerca de las encontradas opiniones patrísticas, tuvo que declarar haber encontrado lo siguiente:

Citas de padres de la Iglesia en favor de que Pedro es la roca: diecisiete.
Citas de padres de la Iglesia declarando que la roca es la fe confesada por Pedro: cuarenta y cuatro.
Citas declarando que la roca es Cristo mismo: dieciséis.
Citas que expresan que la roca fundamental de la Iglesia es la fe de todos los apóstoles: ocho



IV. Los primeros obispos de Roma no fueron papas, ni pretendieron ser infalibles; y muchos de los que después se arrojaron el título, ni fueron santos, ni infalibles, ni siquiera verdaderos obispos de la Iglesia de Dios.

Tenemos muchas pruebas de que los primeros obispos de Roma no pretendieron el papado para sí mismos, aun cuando el hecho de ser obispos en la Sede del Imperio Romano les confería cierta dignidad y respeto de parte de los demás obispos de la cristiandad.

Esto demuestran las mismas pastorales de los primeros obispos romanos, tales como la carta de Clemente a los corintios, en la cual no aparece ninguna pretensión de poder o dominio sobre los demás obispos.

He aquí el preámbulo y dos fragmentos de la referida carta, que prueban el carácter cristiano evangélico de aquel a quien los católicos llaman tercer papa: "La Iglesia de Dios que mora en Roma como extranjera, a la Iglesia de Dios que mora como extranjera en Corinto; a los electos santificados en la voluntad de Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo: sean cumplidas en vosotros la gracia y la paz de parte de Dios omnipotente por medio de Jesucristo" Obsérvese que la carta no es de un "Papa", sino de una iglesia a otra hermana. ¡Cuán diferente de las encíclicas redactadas en siglos posteriores, tras la invención del papado!

Y en el cap. 32 declara: "Todos fueron honrados, todos ensalzados, no por sí mismos, ni por sus obras y santas oraciones, sino por la voluntad de El. Pues también nosotros, escogidos por la voluntad de El en Cristo Jesús, no nos justificamos por nosotros mismos, ni por nuestra sabiduría o inteligencia o piedad, ni por las obras que hayamos realizado en santidad de corazón, sino por la fe, con la cual el todopoderoso Dios ha justificado a todos, desde el principio. A El sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén" (De El primer siglo cristiano, por Ignacio Errandonea S.I. Editorial Escelicer. Carta de san Clemente a los Corintios, págs. 33, 37 y 50.)

Cuando empezó a debatirse la cuestión de la dignidad de los patriarcas u obispos de las grandes capitales del Imperio, Teodosio II hizo una ley por la cual estableció que el patriarca de Constantinopla tuviese la misma autoridad que el de Roma. Los padres del concilio de Calcedonia colocan a los obispos de la antigua y nueva Roma en la misma categoría en todas las cosas, aun en las eclesiásticas.

El VI concilio de Cartago prohibió a todos los obispos se abrogasen el titulo de obispo de los obispos, u Obispo Soberano.

Ni Teodosio, ni los padres de Calcedonia, ni los de Cartago se hubieran atrevido a atentar contra las prerrogativas del obispo de Roma, si éstas hubiesen sido de origen divino y reconocidas universalmente por la Iglesia desde el principio del cristianismo, en lugar de ser una cuestión de mera dignidad humana, como ellos lo entendieron.

Algunos años más tarde, Nilo, patriarca griego, escribía al obispo de Roma: "Si porque Pedro murió en Roma cuentas como grande la Sede Romana, Jerusalén sería mucho mayor habiéndose verificado allí la muerte vivificadora de nuestro Salvador"

Otro testimonio digno de interés son las palabras del propio san Gregorio I (Un "Papa" entre 590-604 d.C.) Habiendo querido el patriarca de Constantinopla adornarse con el titulo de "obispo universal", le escribió el de Roma: "Ninguno de mis predecesores ha consentido llevar este título profano, porque cuando un patriarca se abroga a sí mismo el nombre de universal, el título de patriarca sufre descrédito. Lejos está, pues, de los cristianos el deseo de darse un título que cause descrédito a sus hermanos" Y en sus cartas al emperador, dice: "Confiadamente afirmo que cualquiera que se llama Obispo Universal, es precursor del anticristo" Dirigiéndose al patriarca de Alejandría, Eulogio, escribe: "Os ruego que no me deis más este título... yo no deseo distinguirme por títulos, sino por virtudes. Además, no juzgo que sea un honor para mí lo que cause detrimento a la honra de mis hermanos. Mi honor es el de toda la Iglesia. Mi honor consiste en que mis hermanos no sufran en el suyo ningún detrimento. Yo recibo mayor honra cuando no se quita a nadie ningún honor... Déjense las palabras que alimentan la vanidad y hieren la caridad." (Ad Eulogium episcopum Alexandr.; ML 77, 933). Sea cual fuere el concepto que Gregorio el Grande tuviese acerca del primado de san Pedro y la sucesión apostólica del obispado de Roma, lo cierto es que debería ser bastante diferente del de los papas posteriores, pues ¿en qué sentido juzgaba que el título de obispo universal causaba detrimento a sus hermanos obispos de otras iglesias? Si era un título legítimo, y no una exageración, todos deberían concedérselo, y él mismo aceptarlo sin reparos.

Otra prueba concluyente de que los primeros obispos de Roma no eran reconocidos sino como obispos de especial dignidad, y no como pontífices infalibles de la Iglesia, lo prueba el hecho de que tantos concilios se celebrasen sin ser convocados ni presididos por ellos, frecuentemente aun en oposición a los deseos del obispo de Roma. ¿Quién ignora que el gran Osio, obispo de Córdoba, fue quien presidió el gran concilio ecuménico de Nicea, convocado por el emperador Constantino, y redactó sus cánones? El mismo Osio, presidiendo después el concilio de Sárdica, excluyó al enviado de Julio, obispo de Roma. ¿Se quiere mayor prueba de la independencia con que obraban los grandes cristianos del siglo IV con respecto al obispo de Roma?

La primera noticia que la Historia nos ofrece sobre disciplina eclesiástica de la Iglesia Cristiana en España es una negación de las pretensiones del pontífice romano. He aquí la auténtica historia:

Basílides y Marcial, obispos de León-Astorga y de Mérida, habían claudicado durante la persecución de Galo, apostatando públicamente del cristianismo en el año 254. Por esta y otras faltas fueron depuestos de sus cargos por sus iglesias. Una vez cesó la persecución, éstas nombraron para sustituirles a Sabino y Félix. Basilides se había mostrado arrepentido al principio, y aun había rogado que se le admitiese en la Iglesia como simple laico; pero cuando fueron nombrados sus sucesores, tanto él como Marcial rehusaron someterse; y Basílides marchó a Roma a referir el caso al obispo de la capital del Imperio, que se llamaba Esteban, quien abrazó su causa y escribió a las referidas iglesias para que admitiesen a sus antiguos pastores. Pero las iglesias, en lugar de obedecer la orden del patriarca de Roma, escribieron a otro patriarca, al gran Cipriano, obispo de Cartago. Este convocó un concilio de 36 obispos, y después de examinado el asunto aseguraron a las iglesias españolas que la destitución y nueva elección de pastores había sido hecha conforme a la costumbre de las iglesias cristianas y según la voluntad de Dios; que debían desatender la injerencia de Esteban, obispo de Roma, quien, sin duda, había sido mal informado por Basílides, y que tanto éste como Marcial sólo podían ser recibidos de nuevo en la Iglesia como penitentes.

¿Habríase atrevido a tomar esta decisión y a dar semejante consejo el piadosísimo san Cipriano si él creyera, como los católicos de hoy, que el obispo de Roma era el sucesor de san Pedro, elegido por Dios para gobernar la Iglesia?

Otra disputa de san Cipriano con el Obispo de Roma, Esteban, fue sobre la validez del bautismo practicado por los herejes gnósticos y otros.

A pesar de que el obispo cartaginés reconocía una autoridad jerárquica en el obispo de Roma, debido a la tradición ya extendida en la Iglesia de su tiempo sobre el pontificado de san Pedro y la sucesión apostólica, estaba muy lejos de considerar a su compañero de Roma como un jefe infalible al estilo de los católicos de nuestros días, cuando escribía a un cristiano llamado Pompeyo: "Te he enviado una copia de la respuesta que nuestro hermano Esteban (Obispo de Roma) ha dado a nuestra carta, al leer la cual te darás cuenta del error en que incurre al esforzarse en sostener la causa de los herejes en contra de la Iglesia de Dios; pues entre otras cosas insolentes, inconvenientes y contradictorios que ha escrito, temeraria e irreflexivamente, ha añadido ésta: Que si alguno viene a nosotros de la herejía, se siga la costumbre de la tradición, …" Ep. 74, Ad Pompeium

Y continúa replicando san Cipriano:
"¿De dónde viene la tradición? ¿Procede de la autoridad de Nuestro Señor y de los Evangelios? Dios testifica que debemos cumplir las cosas que están escritas; así lo declara en el libro de Josué: "El libro de esta ley nunca se apartará de tu boca, antes meditarás en ella de día y de noche, para que observes todos las cosas que están escritas..." ¿Qué hacemos cuando el agua de la cañería (se refiere aquí san Cipriano a la tradición) falla? Vamos a la fuente." Cf. Ad Pompeium

¿Qué les parece a nuestros lectores católicos? ¿Creía el padre de la Iglesia san Cipriano en la infalibilidad del obispo de Roma o no? Y así es el caso con otros padres, incluyendo al propio san Agustín.

Este piadoso doctor, honor y gloria de la Iglesia Cristiana, siendo secretario del concilio de Melive, escribió, entre los decretos de esta venerable asamblea: "Todo fiel u obispo que apelase a los de la otra parte del mar, no será admitido a la comunión por ninguno en las Iglesias de Africa" Arguyen nuestros adversarios citando otras frases respetuosas de san Cipriano o san Agustín hacia el obispo de Roma. Por ejemplo: el documento redactado por el Concilio Norteafricano de Melive (s. V d.C.), dirigido a Inocencio, en el cual dice: "Hecho esto, Señor Hermano, hemos juzgado que se debía pedir a tu santa caridad que la autoridad de la Sede Apostólica se añadiese a lo estatuido por nuestra mediocridad, para proteger la salud de muchos y reprimir también la perversidad de algunos." (Véase E. Amann, Conciles de Mileve; ML 33, 762-4.) Nótese, empero, la autonomía con que obraban estos antiguos obispos, llamando al de Roma simplemente hermano y atreviéndose a establecer ellos mismos estatutos sobre los cuales no piden más que el visto bueno de su compañero de Roma. Es innegable que aquí hay un respeto, pero no sujeción absoluta; y por la independencia con que obran en los asuntos eclesiásticos, es bien de suponer que de haber vivido estos grandes hombres, no en el siglo IV, cuando había en la supuesta cátedra de san Pedro obispos virtuosos, sino en el siglo XV, ante la terrible corrupción que existía en el centro orgánico de la cristiandad occidental, se habrían adelantado a Lutero en la proclamación de una Reforma religiosa y de independencia de la autoridad papas.

Que estos padres del siglo IV reconocieron, con todo, una autoridad jerárquica al obispo de Roma es cosa innegable, pero no le atribuían infalibilidad, cuando disputaban con él u obraban con una independencia que escandalizaría hoy a cualquier católico.

Sin embargo, todo el edificio del sistema católico romano descansa sobre la infalibilidad papal. Autoridad jerárquica la reconocen también los cristianos evangélicos de cada grupo en los presidentes de Convenciones, Sínodos u otras agrupaciones eclesiásticas: ya que ello es muy útil para el desarrollo de la obra y las relaciones de unas iglesias con otras. Pero infalibilidad, solamente en Cristo y los escritos de sus inmediatos testigos: Los apóstoles.

De este modo puede el cristianismo evangélico desarrollarse, renovándose constantemente, como ocurre con la misma naturaleza. En virtud de la vida divina que el Espíritu Santo imparte en las almas, los mismos fieles se multiplican en iglesias y organizaciones diversas que rivalizan mutuamente en el propósito de ser más y más leales a su común Señor; poniendo más énfasis unos grupos en un detalle; otros en otro, y oponiéndose a las corrientes de error, por alta que sea su procedencia."

El católico romano, en cambio, no puede sino acatar y aceptar lo que viene de arriba, por mucho que repugne a su conciencia o a su corazón. El estancamiento espiritual y la cauterización de la conciencia es el resultado inevitable de tal sistema.

El papado a través de la Historia

Que los papas de Roma no han sido nunca infalibles se prueba abundantemente por la Historia.

Para ello no necesitamos citar a los que, como Esteban V y Formoso I, no se perdonaban ni en la muerte, anatematizando y excomulgando el cadáver del antecesor; ni a los que, como Benito IX, Juan XX y Gregorio VI, compraban y vendían la silla papal por florines de oro; nuestro espacio no nos permite tampoco citar a todos los que, como Urbano VI, Clemente VII y Gregorio IX, se la disputaron con mutuas excomuniones; ni a los muchos que la ocuparon por la fuerza de las armas.

Tampoco nos entretendremos en relatar las historias inmorales y llenas de crímenes que relata el cardenal Baronio y otras autoridades de la Iglesia Católica, acerca de los Borgia, los Médicis, los Urbanos y Clementes, y otros "infalibles" de la lista papas, pues no lo permite el carácter de esta obrita; pero sí creemos que, de haber sido el plan del Salvador que un hombre le representara a través de los siglos en la tierra, hubiera escogido para ello a hombres virtuosos y abnegados, que no han faltado en la cristiandad, como san Bernardo, san Vicente de Paúl, san Francisco de Asís, san Juan de la Cruz, san Francisco Javier o el gran catalán Raimundo Lulio. Pero sucede todo lo contrario. Estos piadosos cristianos estaban al margen de la política eclesiástica, lamentando la corrupción de la Iglesia y procurando, en vano, interesar a magnates y prelados en sus ideales verdaderamente cristianos.

Verdadero origen del papado

Sentimos tener que decirlo una vez más, pues no quisiéramos herir los sentimientos de los fieles católicos que se imaginan algo tan diferente, ni tratar con menosprecio a algunos papas buenos que han existido; pero el verdadero origen del papado no radica ni en Cristo ni en el apóstol san Pedro, sino que, como tantos otros dogmas expuestos anteriormente, tiene como causa originaria las costumbres y prácticas del paganismo.

A este propósito dice el doctor Hislop: "El colegio de los cardenales, con el papa por cabeza, es justamente la contraposición del colegio pagano de los pontífices, con su Pontifex Maximus, o sea "Soberano Pontífice", que habla existido en Roma desde los tiempos más remotos, y del cual se sabe que fue constituido según el modelo del gran concilio primitivo de los pontífices de Babilonia." Las dos Babilonias, pág. 340.

Las dos llaves que el escudo Papal ostenta son una exacta imitación de las llaves de Jano y Cibeles. Jano fue el dios de las puertas y goznes; y era llamado Patulcius y Clusius, "el que abre y cierra".

El término "cardenal" proviene de cardo, o sea gozne. Afirmaba que esos dioses tenían "Jus vetendi et cardinis", esto es: el poder de dar vuelta a los goznes, o sea abrir y cerrar.

El emperador romano era considerado Pontifex Maximus del paganismo, y como tal tenía que ser adorado. Miles de mártires cristianos dieron su vida por negar adoración a la imagen del Pontifex Maximus de la religión oficial del Imperio Romano.

Los emperadores persas y egipcios pretendían lo mismo, y a todos ellos se les consideraba infalibles, por ser "participantes de la naturaleza de los dioses" De ahí que sus leyes no podían ser mudadas. Wilkinson dice que el rey de Egipto, como Soberano Pontífice, "era reverenciado como representante de la divinidad en la tierra" Wilkinson, Los egipcios, tomo 2, pág. 68

Gausen, citando a Estrabón y Herodoto, dice que a los reyes de Caldea se les besaban los pies.

Aun el detalle de los abanicos de plumas de pavo real, que acompañan la silla gestatoria del papa, parecen copiados de los Pontifex Maximus del mundo gentil.

Es inconcebible cómo tales atributos y tratamientos han llegado a ser aplicados a obispos o pastores de la Iglesia cristiana de Roma, la cual tuvo en su origen hombres tan evangélicos y humildes como Clemente, sin que su bondad les hiciera infalibles, como lo prueba ese obispo romano en su ilustración del ave fénix. Leyenda pagana que cita como un hecho real. Y si no fueron infalibles ellos, que vivieron tan cerca de la fuente de la revelación cristiana, ¿cómo pueden pretender serlo sus sucesores, tantos siglos después?


¿Es indispensable el papado en la Iglesia?

Dicen los católicos: Si en cualquier industria o asociación humana es indispensable una jefatura suprema, ¿cuánto más necesario no es en la Iglesia, sociedad espiritual? ¿Podía Dios dejar al juicio privado de cada uno las normas de fe y conducta que los cristianos deben seguir? ¿Y no era indispensable que el jefe de la Iglesia fuese infalible para que, sin peligro de errar, pudiera guiar a todos los fieles por la senda de la verdad, a través de todos los tiempos?

A esto respondemos que nuestra fe no puede basarse sobre subjuntivos, sino sobre términos presentes y seguros. No se trata de lo que debería ser o sería deseable que fuese, sino lo que es. Hay muchas cosas en el orden de la naturaleza que nos parece debieran ser diferentes de lo que son; sin embargo, debemos aceptar la sabiduría de Dios como superior a la nuestra en aquellas cosas que no comprendemos.

Si hubiera evidencias en la Biblia y en la Historia, de la existencia de un papado infalible, ningún empeño tendríamos en negarlo. Pero ¿las hay? Ya hemos visto cuán difícil es conceder el atributo de infalibilidad a aquellos monstruos de maldad que ocuparon la silla de Roma en la Edad Media. Y en cuanto a los mejores papas que han existido, la presunción de infalibilidad queda descartada al ver cómo se han equivocado a cada momento al dar su apoyo a causas políticas en las que nunca debieran haber tomado parte; o al dar su bendición a aquello que Dios no quería bendecir; y su maldición a aquellos a quienes Dios ha tenido a bien prosperar de un modo admirable.

Todavía es menos admisible que dos "infalibles" se contradigan entre sí; y, sin embargo, cuántas veces le ha faltado tiempo a un papa para deshacer la obra de su predecesor; y ello no solamente en los asuntos humanos, sino en otros de orden tan religioso y dogmático como los siguientes:

Gregorio I (578 a 590) llama anticristo a cualquiera que se diese el nombre de obispo universal; y Bonifacio III (607 a 608) persuadió al emperador Focas a concederle dicho titulo.

Eugenio IV (1431 a 1438) aprobó la restitución del cáliz a la iglesia de Bohemia; y Pío II (1458) revocó la concesión.

Sixto V (1585 a 1590) publicó una edición de la Biblia, y con una bula recomendó su lectura; mas Pío VII condenó a todo aquel que se atreviese a leer la Biblia por sí mismo.

Clemente XIV (1700 a 1721) abolió la Compañía de los jesuitas, autorizada por Paulo M; y Pío VII la restableció.

Podríamos hacer esta lista casi interminable, pero ¿para qué?

Estamos persuadidos de que si nuestro Señor Jesucristo hubiese juzgado necesario tener un representante visible en la tierra lo hubiera expresado de un modo que no dejara lugar a dudas; como nos declaró, por ejemplo, el secreto de su segunda venida, la ruina de Jerusalén o la extensión del Evangelio a todos los países del mundo. Luego, habría hecho que hombres verdaderamente santos e infalibles ocuparan siempre tan alto sitial. Cuando así no ha sido, es porque se reservaba a sí mismo, por su Santo Espíritu, la dirección de la Iglesia.

Indudablemente, Dios quiere, en esta época de prueba para el mundo, que andemos por fe; y un papado infalible hubiera requerido un milagro constante, incompatible con el régimen que el mismo Señor Jesucristo preconizó al incrédulo Tomás, diciéndole: "Bienaventurados los que creerán sin ver" Se ha dicho, con razón, que un papa verdaderamente infalible se habría hecho tan evidente en un mundo de hombres falibles que no habría ningún ateo, pagano o protestante capaz de negar su autoridad.

El genuino cristianismo evangélico no se crea ídolos humanos ni se forja ilusiones de privilegios que la realidad desmiente. Creemos que no debe ser indispensable un jefe infalible para la Iglesia cuando Dios no nos lo dio. El Dios que ha puesto una inmensa variedad en la naturaleza, y que nos ha ocultado por un tiempo sus secretos para que los hombres los vayan descubriendo por sí mismos, quiere también, en el dominio espiritual, que los hombres anden por sí mismos, usando su buen sentido para interpretar los escritos inspirados que nos dejaron sus santos apóstoles y profetas. Estos escritos no son, en modo alguno, oscuros ni propensos a hacer errar en todo aquello que es indispensable y básico para nuestra fe.

Ventajas y peligros del sistema romano

Que el reconocimiento de una autoridad jerárquica, tan bien organizada como la posee la Iglesia Católica Romana, puede tener ciertas ventajas para una gran iglesia en el aspecto material no vamos a negarlo; pero tiene también muchas desventajas, sobre todo en los dos aspectos siguientes:

1º Mata el estímulo para la búsqueda de la verdad y de la voluntad de Dios, según la tenemos revelada en la Sagrada Escritura. La filosofía religiosa no tiene ninguna razón de ser si un representante de Dios en la tierra puede declarar el pensamiento divino en todos los asuntos de fe. Los grandes filósofos del cristianismo podían ahorrarse el trabajo de pensar y de escribir si, mientras ellos trataban de hilvanar lógicamente los misterios de la religión, un hombre inspirado, desde la silla romana, podía declararles la verdad sin error posible. La misma ciencia debe andar con mucho cuidado para no chocar con semejante atributo del supuesto representante de Cristo en la tierra.

El papa no fue declarado infalible hasta el año 1870; pero como quiera que el espíritu que se plasmó en la declaración del dogma existía desde mucho antes, ello dio lugar a errores como el de la condenación de Galileo, que los apologistas católicos se ven apurados para justificar.

Es tan fuerte el compromiso en que se encuentra hoy día el catolicismo romano para salvar el dogma de la infalibilidad, que ya empieza a tambalear, sobre todo desde el Concilio. El Nuevo Catecismo Holandés afirma que "el papa sólo puede declarar lo que la Iglesia Universal cree"; expresión muy ambigua, pero que difiere mucho del tono con que hasta ahora se había venido hablado del papado.

El obispo misionero holandés F. Simons, en su libro Infalibilidad y evidencia (traducido y publicado en Barcelona en 1970), niega rotundamente la infalibilidad, tanto del papa como de la Iglesia, asegurando que sólo la Palabra de Dios es infalible, y que la prerrogativa de la Iglesia no es infalibilidad, sino fidelidad.

El golpe más fuerte al papado lo ha dado, empero, más recientemente, el jesuita español José María Diez Alegría en un libro publicado en Bilbao que lleva por título Creo en la Esperanza, el credo que ha dado sentido a mi vida, en el cual el conocido profesor de la Universidad Gregoriana de Roma afirma: "Respecto al magisterio pontificio es necesaria una rigurosa desmitificaci6n. Este magisterio ordinario -escribe- no tiene ninguna infalibilidad. Se puede equivocar y se equivoca frecuentemente" Y añade más adelante: "Que el sucesor de Pedro el pescador, llamado, a partir del medievo, Vicario de Cristo, posea un capital de 500 a 1.000 mirones de dólares, es una cosa degradante e inquietante"

Creemos que ningún protestante podría hablar, en nuestro siglo, en términos más fuertes.
 
Observo que el señor Daniel Sapia establece una comparación ultrajante entre el Cristo humilde, montado encima de un asno a su entrada en Jerusalén, y las pompas papales. ¿Significa eso, señor Sapia, que considera blasfemas las representaciones de Cristo como Pantocrator? En este caso, supongo que le resultarán ignominiosas todas las menciones de Jesús que subrayen su aspecto regio. Así, por ejemplo:

"Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza". (Ap. 1, 12-16).
¿Habrá que condenar también todos los pasajes evangélicos en este sentido, en aras de una mayor pureza?
Espero su respuesta.
 
De Joseph_K

Observo que el señor Daniel Sapia establece una comparación ultrajante entre el Cristo humilde, montado encima de un asno a su entrada en Jerusalén, y las pompas papales. ¿Significa eso, señor Sapia, que considera blasfemas las representaciones de Cristo como Pantocrator? En este caso, supongo que le resultarán ignominiosas todas las menciones de Jesús que subrayen su aspecto regio. Así, por ejemplo:

Dinos: ¿Y que paralelismo tienen las pompas papales con el Pantocrator? :confused: :confused: :confused:

Por si faltara algo le añade este otro paralelismo:
"Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza". (Ap. 1, 12-16).

¿Es que pretendes que el Hijo del Hombre es el papa? :confused: :D

¿Quien les senseña a razonar?
 
Cada día más sorprendido...

Cada día más sorprendido...

Paz de Dios..


Joseph_K dijo:
“Observo que el señor Daniel Sapia establece una comparación ultrajante entre el Cristo humilde, montado encima de un asno a su entrada en Jerusalén, y las pompas papales.”
Bueno, no tomo en poco el hecho de que evidentemente usted haya notado la diferencia existente entre la humildad de Cristo y las pompas papales (según lo expuesto en la hoja 6 de este tema).

¿Ultrajante? Discúlpeme. No veo el motivo para que lo sea. Menos para los defensores y admiradores de la pompa papal.



Joseph_K dijo:
¿Significa eso, señor Sapia, que considera blasfemas las representaciones de Cristo como Pantocrator? En este caso, supongo que le resultarán ignominiosas todas las menciones de Jesús que subrayen su aspecto regio. Así, por ejemplo:


"Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza". (Ap. 1, 12-16). ”
Veamos…

ETIMOLOGÍA
Pantocrátor”: 1. m. En el arte bizantino y románico, representación del Salvador sentado, bendiciendo, y encuadrado en una curva cerrada en forma de almendra.”
www.rae.es

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“ El modelo del Cristo en Majestad que tanta fuerza y significado tendrá en la Edad Media, se configura en Bizancio. La rigidez y severidad, tan ajena a toda tentación del naturalismo, ayudan a la impresión de solemnidad y eternidad.

http://www.fortunecity.com/victorian/museum/309/pantor.html




monrealecristopan.jpg


Monreale, el Duomo:
Cristo Pantocrátor


El ábside mediano de la basílica con la gigantesca figura de Cristo Pantocrátor (del griego Pantocrator = omnipotente).

http://www.arnoneeditore.com/spa/sicilia1.htm
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La representación del Cristo “Pantocrátor” hace referencia al Cristo GLORIFICADO, ascendido y reinando a la derecha del Padre (Pantocrátor=omnipotente, como resume la leyenda de la imagen superior).

Además, la imagen del Pantocrátor expresa “autoridad divina”, en absoluto expresa alguna especie de pompa.
Sin embargo, comparemos...

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PioXIIsediagestatoria.jpg


“Conforme a una costumbre ya secular, desfila entre una doble hilera de suizos con sus brillantes cotas y yelmos. Detrás de ellos viene un Capellán con capa encarnada, acompañado de dos suizos armados con alabardas. Lleva sobre una almohada de rica seda, la grande tiara ornada de piedras preciosas, cuyas tres coronas significan los tres poderes de la autoridad Papal. Después se acercan los encargados apostólicos, los abogados consistoriales, los camareros de capa y espada, los cantores de la Sixtina, los prelados del tribunal pontificio...Siguen el Subdiácono latino y el Diácono griego, los abades, los obispos, Arzobispos, Patriarcas y Cardenales.

Al fin se acerca destacando sobre toda la comitiva y su pompa, rodeado de ricos abanicos de plumas de avestruz, bajo el grande baldaquino cuya tela bordada en oro despide brillantes fulgores, sobre la Sedia Gestatoria, llevada por dieciséis nobles, ¡el Papa!"


Extraído del libro "PIO XII, Su vida y su personalidad", Otto Walter, Ed. Lumen, Barcelona, 1943, página 228.
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Con lo cual la exhuberancia y pompa palaciega ostentada por el papa de Roma ni siquiera puede ser comparada con la imagen denominada “Pantocrátor”.



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«The image of the Pantocrator proclaims Jesus of Nazareth as the same person as the Eternal and Almighty Word of God. The Pantocrator is the Creator, the Sustainer and the Great Judge of the Universe»

“La imagen del Pantocrátor proclama que Jesús de Nazareth es la misma persona que la Eterna y Colosal Palabra de Dios. El Pantocrátor es el Creador, el Sostenedor y el Gran Juez del Universo”.


http://www.arimathea.co.uk/pantocra.htm
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Ahora bien, tomando su observación primaria...
¿Me sugiere usted que el Sumo Pontífice puede ser comparado con el Cristo Pantocrátor?

Pues, ni el mejor de ellos... ni siquiera los doscientos sesenta y pico todos juntos sumados (y multiplicado por 4) llegan al 0,001% del Cristo Pantocrátor...

Me pregunto... de haber sido conocido el término ya en la época apostólica ¿Se hubiera sentido digno el apóstol Pedro siquiera de insinuar compararse con el Cristo Pantocrátor?

Por supuesto no descarto que usted pueda haberse sentido “ultrajado” por la comparación expuesta (y lo siento). Pero al menos espero que su consecuente reacción, y lo ofrecido como respuesta, le sean de utilidad para reflexionar...


Si al Papa se lo conoce con el (inapropiado) título de “Vicario de Cristo en la tierra”, en absoluto podría ser comparado con la imagen artísticamente representada (sin ostentación de la menor "pompa") del Jesucristo Pantocrátor (Glorificado y Omnipotente).

¿O si?



Joseph_K dijo:
”¿Habrá que condenar también todos los pasajes evangélicos en este sentido, en aras de una mayor pureza?
Espero su respuesta.
Obviamente que no.
Yo creo que sería suficiente con evitar caer en comparaciones ridículas.

Bendiciones en Cristo.
 
Re: ¿Qué significa la roca? Disputa eclesiológica con un protestante.

Maripaz dijo:
Mateo 16:18 en los Padres de la Iglesia (1)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

INTRODUCCIÓN

Según las declaraciones oficiales del Magisterio Católico, el consenso de los Padres es un criterio fundamental en la recta interpretación de las Escrituras. Esto está documentado en muchas declaraciones; me limito a citar dos que son representativas:

quote:


Además, para reprimir los ingenios petulantes, [el Sacrosanto Concilio] decreta que nadie, apoyado en su prudencia, sea osado a interpretar la Escritura Sagrada, en materias de fe y costumbres, que pertenecen a la edificación de la doctrina cristiana, retorciendo la misma Sagrada Escritura conforme al propio sentir, contra aquel sentido que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien atañe juzgar del verdadero sentido e interpretación de las Escrituras Santas, o también contra el unánime sentir de los Padres, aun cuando tales interpretaciones no hubieren de salir a la luz en tiempo alguno.

Concilio de Trento, Sesión IV del 8 de abril de 1546 (Denzinger # 786; negritas añadidas)

a nadie le es lícito interpretar la misma Escritura contra este sentido ni tampoco contra el sentir unánime de los Padres

Concilio Vaticano I, 1870 (Denzinger # 1788).



Por otra parte, es sabido que Mateo 16,18 es un texto crucial en la justificación bíblica de los dogmas que establecen al obispo de Roma como Cabeza visible de la Iglesia.

Sin embargo, los textos patrísticos que he podido recopilar no muestran un consenso unánime de los Padres en este sentido, ni mucho menos.

He hallado textos de 30 Padres de la Iglesia, que expresan 40 opiniones sobre el texto en cuestión; la diferencia en los números de autores y el de opiniones se debe a que algunos Padres, notablemente Jerónimo y Agustín, expresan más de una interpretación en sus diferentes escritos.

La interpretación más común en los Padres es que la roca sobre la cual se edifica la Iglesia no es Pedro personalmente, sino la fe o confesión que hace Pedro.

Se alinean en esta postura Ambrosiáster, Pablo de Constantinopla, Hilario de Poitiers, Atanasio de Alejandría, Basilio el Grande, Gregorio de Nisa, Ambrosio de Milán, Dídimo el Ciego, Epifanio de Salamis, Juan Crisóstomo, Paladio de Helenópolis, Agustín de Hipona, Cirilo de Alejandría, Isidoro de Pelucio, Teodoreto de Ciro y Basilio de Seleucia, un total de 16 Padres.

A esto pueden añadirse las interpretaciones que consideran “rocas” todos los verdaderos discípulos de Cristo porque ellos confiesan lo mismo que Pedro, y aquí hallamos a Orígenes, Ambrosio de Milán y Agustín de Hipona, lo cual lleva el total a 20.

La segunda interpretación en frecuencia es la que considera a la Roca como Cristo mismo.

Es defendida por Tertuliano de Cartago, Afraates el Sirio, Jacobo de Nisbis, Eusebio de Cesarea, Juan Crisóstomo, Jerónimo, Agustín de Hipona, Casiodoro, Isidoro de Sevilla, Beda el Venerable y Juan de Damasco. Esto hace un total de 11 Padres.

Una opinión minoritaria dice que la Roca son todos los Apóstoles (así Jerónimo e Isidoro de Sevilla) . Otra, elaborada por Cipriano de Cartago, ve en el episcopado universal la roca sobre la que se fundamenta la Iglesia.

En uno de sus polémicos escritos, Tertuliano de Cartago afirmó que Pedro y solamente él, personalmente, es la roca.

No he podido hallar la opinión de que Pedro y sus sucesores en la figura de los obispos de Roma sean la roca en la literatura patrística antes de fines del siglo IV.

Dos Padres de dicha época que pueden invocarse a favor de esta posición son Jerónimo y Agustín. Sin embargo, es interesante que el primero la exprese en una carta dirigida precisamente al obispo de Roma, y el segundo en una carta escrita a propósito de una amenaza de cisma.

Además, en otros de sus escritos, Jerónimo expresa que la Roca es Cristo mismo, o que se trataba de Pedro y los demás los Apóstoles.
Asimismo Agustín, en sus Sermones y Exposiciones dice que:

(1) Pedro era la roca como figura de toda la Iglesia, es decir que, en su fe y también en su debilidad, representaba a todos los que componen el Cuerpo de Cristo (Sermón 26)

(2) Que la roca era Pedro, en cuanto permaneciera en la fe (Exp Salm 45:14)

(3) Que la roca era la confesión de Pedro (Sermón 229P).

(4) Que la Roca era Cristo mismo (Exp Salm 61:3)

De modo que el ilustre obispo de Hipona y Doctor de la Iglesia no parece haber tenido una interpretación única de este versículo.

En definitiva, el único de los Padres que de manera consistente sostiene que la roca era Pedro personalmente y sus sucesores en la persona de los Obipos de Roma, es precisamente un Obispo de Roma, León Magno, a mediados del siglo V.

Por tanto, parece difícil evitar la conclusión de que en este caso en particular, la interpretación oficial católica no cuenta, ni con mucho, con el consenso unánime de los Padres.

La única razón que puede aducirse es que el Magisterio hoy la cree. Es decir, debe ser cierto, sólo porque Roma lo dice y, como todos saben, ella no puede equivocarse.

Mateo 16:18 en los Padres (2)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres de los siglos II y III
Tertuliano de Cartago (c. 160-220)
Si, porque el Señor le dijo a Pedro, «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia», «a ti te he dado las llaves del reino celestial», o «cualquier cosa que hayas atado o desatado en la tierra, será atada o desatada en los cielos», tú por tanto supones que el poder de atar y desatar se ha derivado hacia ti, es decir, a toda Iglesia similar a Pedro, ¿qué clase de hombre eres, subvirtiendo y cambiando totalmente la intención manifiesta del Señor, confiriendo (como lo hizo aquella intención) esto personalmente a Pedro? «Sobre ti», dice, «edificaré mi Iglesia»; y «Te daré las llaves a ti», no a la Iglesia; y «lo que desatares o atares», no lo que «ellos hayan desatado o atado». Pues así enseña el resultado junto con esto. En (Pedro) mismo la Iglesia fue criada; esto es, a través de (Pedro) mismo; él mismo probó la llave; tú ves cuál: «Hombres de Israel, dejad que lo que digo penetre en vuestros oídos: Jesús Nazareno, hombre destinado por Dios para vosotros», y así. (Pedro) mismo, por tanto, fue el primero en despejar, en el bautismo de Cristo, la entrada al reino celestial, en el cual son desatados los pecados que estaban antes atados; y aquellos que no han sido desatados son atados, según la verdadera salvación...
Sobre la Modestia, 21 (ANF 4:99)
Otra vez, Él cambia el nombre de Simón a Pedro ... Pero, ¿por qué Pedro? Si era por el vigor de su fe, había muchos materiales sólidos los cuales podrían prestar su nombre a causa de su fuerza. ¿Fue porque Cristo era tanto una roca como una piedra? Pues leemos que fue puesto «como piedra de tropiezo y roca de contención».
Contra Marción, IV, 13 (ANF 3:365)

Orígenes de Alejandría (c. 185-c.254)
Y si nosotros también hemos dicho como Pedro, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», no como si carne y sangre nos lo hubiese revelado, sino por la luz del Padre en los cielos habiendo resplandecido en nuestro corazón, nos tornamos un Pedro, y a nosotros nos podría decir el Verbo, «Tú eres Pedro», etc. Pues es una roca cada discípulo de Cristo de quien bebieron aquellos que bebieron de la roca espiritual que los seguía, y sobre cada roca así se construye toda palabra de la Iglesia, y la constitución que corresponde a ella; pues en cada uno de los perfectos, quienes poseen la combinación de palabras y actos y pensamientos que llenan la bendición, la Iglesia es construida por Dios.
Comentario sobre Mateo, 10 (ANF 10:456)
La promesa dada a Pedro no es restringida a él, sino aplicable a todos los discípulos como él.
Pero si supones que sobre este Pedro solamente toda la Iglesia es construida por Dios, ¿qué dirías sobre Juan el hijo del trueno o de cada uno de los Apóstoles? ¿Nos atreveremos, de otro modo, a decir que contra Pedro en particular no prevalecerán las puertas del Hades, pero que prevalecerán contra los otros Apóstoles y los perfectos? ¿Acaso el dicho previo, «las puertas del Hades no prevalecerán contra ella», no se sostiene con respecto a todos y en el caso de cada uno de ellos? ¿Y también el dicho, «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia?» ¿Son las llaves del reino de los cielos dadas por el Señor a Pedro solo, y ningún otro de los benditos las recibirá? Pero si esta promesa, «Te daré las llaves del reino de los cielos» es común con los otros, ¿cómo no lo serán también todas las cosas de las que previamente se habló, y las cosas que están subordinadas como habiendo sido dirigidas a Pedro, ser comunes para ellos? Pues en este lugar estas palabras parecen haber sido dirigidas como sólo a Pedro ... Pero en el Evangelio de Juan, el salvador habiendo dado a los discípulos el Espíritu Santo soplando sobre ellos, dijo, «Recibid el Espíritu Santo»...
«Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Y si alguno le dice esto a Él ... obtendrá las cosas que fueron habladas conforme a la letra del Evangelio a aquel Pedro, pero, como el espíritu del Evangelio enseña, a todo el que se torna tal como era Pedro. Pues llevan el sobrenombre de «roca» todos los que son imitadores de Cristo, esto es, de la roca espiritual que seguía a quienes estaban siendo salvados, para que puedan beber de ella [en] la sequía espiritual. Pero éstos llevan el sobrenombre de la roca tal como lo hace Cristo. Pero también como miembros de Cristo que derivan su sobrenombre de Él ellos son llamados cristianos, y de la roca, Pedros.
Y también en relación con Sus otros nombres, los aplicarás a modo de sobrenombre a los santos; y a todos los tales se les puede decir la declaración de Jesús: «Tú eres Pedro», etc., hasta las palabras [no] «prevalecerán contra ella». Pero ¿qué es el «ella»? ¿Es la roca sobre la cual Cristo construye la Iglesia, o es la propia Iglesia? Pues la frase es ambigua. ¿O es como si la roca y la Iglesia fuesen una misma cosa? Yo creo que esto es lo cierto; pues ni contra la roca sobre la que Cristo construye la Iglesia, ni contra la Iglesia, prevalecerán las puertas del Hades...
Comentario sobre Mateo XII, 11 (ANF 10:456)

Cipriano de Cartago (c. 200- 258)
Nuestro Señor, cuyos preceptos y admoniciones debemos observar, describiendo el honor de un obispo y el orden de Su Iglesia, habla en el Evangelio, y le dice a Pedro: «Te digo a ti, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino del cielo, y lo que atases en la tierra, será atado en el cielo, y lo que desatares en la tierra, será desatado en el cielo». De aquí, a través de los cambios de tiempos y sucesiones, el ordenamiento de los obispos y el plan de la Iglesia fluye hacia delante; de modo que la Iglesia está fundada sobre los obispos, y cada acto de la Iglesia está controlado por estos mismos gobernantes.
Epístolas 26:1 (ANF 5:305)
Y el Señor también en el Evangelio, cuando los discípulos lo abandonaron mientras él hablaba, tornándose hacia los doce, dijo «¿también vosotros os iréis?»; entonces Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes la palabra de vida eterna; y creemos, y estamos seguros, de que eres el Hijo del Dios viviente». Aquí habla Pedro, sobre quien la Iglesia había de ser edificada, enseñando y mostrando en el nombre de la Iglesia, que aunque una rebelde y arrogante multitud de aquellos que no oirían ni obedecerían pudiera apartarse, aun así la Iglesia no se apartará de Cristo; y son la Iglesia quienes forman un pueblo unido al sacerdote, y el rebaño que se adhiere a su pastor.
Epístolas 68:8 (ANF 5:374)
El Señor le dijo a Pedro: Te digo (dijo Él) que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino del cielo, y lo que atases en la tierra, será atado en el cielo, y lo que desatares en la tierra, será desatado en el cielo (Mateo 16:18-19). A él de nuevo, después de Su resurrección, le dice:, Alimenta mis ovejas. Sobre él siendo uno, edifica Su Iglesia; y aunque Él da a todos los Apóstoles un poder igual, y dice: Como mi Padre me envió, así también yo os envío; recibid el Espíritu Santo; a quienes les remitáis los pecados, les serán remitidos, y a quienes se los retengáis, les serán retenidos (Juan 20:21); - empero para manifestar unidad, Él por su propia autoridad ha colocado así la fuente de la misma unidad, como para comenzar de uno. Ciertamente los otros Apóstoles también eran lo que era Pedro, dotados de un igual compañerismo de honor y poder; pero se hace un comienzo desde la unidad, para que la Iglesia pueda presentarse como una; la cual una Iglesia, en el Cantar de los Cantares, el Espíritu Santo designa y nombra en la Persona de nuestro Señor: Mi paloma, Mi inmaculada, no es sino una; ella es la única de su madre, elegida de ella que la concibió (Cantares 9:6).
Sobre la unidad de la Iglesia 3-4 (ANF 5:672


Mateo 16:18 en los Padres (3)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres del siglo IV
(Parte 1 de 2)

Afraates el Sirio (principios del siglo IV)

La fe ... es como una construcción que se construye de muchas piezas de artesanía y así su edificio se eleva hasta la cima. Y sabed, mis amados, que en los fundamentos del edificio se colocan piedras, y así descansando sobre piedras, todo el edificio se eleva hasta que es perfeccionado. Así también la verdadera Piedra, nuestro Señor Jesucristo, es el fundamento de toda fe. Y en Él, en (esta) Piedra, se basa la fe. Y descansando sobre la fe toda la estructura se eleva hasta ser completada. Pues es el fundamento lo que constituye el principio de todo el edificio. Pues cuando alguien es traído cerca de la fe, es puesto por él sobre la Piedra, es decir nuestro Señor Jesucristo. Y Su edificio no puede ser zarandeado por las olas, ni dañado por los vientos. Por los embates de la tormenta no se cae, porque su estructura está levantada sobre la roca de la verdadera Piedra. Y en que he llamado a Cristo la Piedra, no he hablado mi propio pensamiento, sino que los Profetas le llamaron de antemano la Roca.
Y ahora oíd lo concerniente a la fe que es basada sobre la Piedra, y lo concerniente a la estructura que se levanta sobre la Piedra ... Así también que el hombre quien se torna una casa, sí, una morada para Cristo, preste atención a lo que se necesita para el servicio de Cristo, quien se aloja en él, y con qué cosas puede complacerle. Pues primero él construye su edificio sobre la Piedra, la cual es Cristo. Sobre Él, sobre la piedra, se edifica la fe ... Todas estas cosas demanda la fe que está basad en la roca de la verdadera Piedra, es decir Cristo. Y si por ventura dijeses: «Si Cristo está puesto por fundamento, ¿cómo es que Cristo también mora en el edificio cuando éste se completa?» Pues el bendito Apóstol dijo ambas cosas. Pues dijo: «Yo como perito arquitecto he puesto el fundamento». Y allí él definió el fundamento y lo hizo claro, pues dijo como sigue: «Ningún hombre puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Cristo Jesús» ... Y por tanto se cumple aquella palabra, que Cristo mora en los hombres, a saber, en aquellos que creen en Él, y Él es el fundamento sobre el cual se levanta todo el edificio.

Demostraciones Selectas, 1:2-6,13, 19


Jacobo de Nisbis (principios del siglo IV)

La fe está compuesta y compactada de muchas cosas. Es como un edificio, porque se construye y completa con mucha esperanza. No ignoras que se ponen grandes piedras en los fundamentos de un edificio, y entonces todo lo que es edificado encima tiene sus piedras unidas entre sí, y así se eleva hasta que se completa la obra. Así, de toda nuestra fe, nuestro Señor Jesucristo es el firme y verdadero fundamento; y sobre esta roca se establece nuestra fe. Por tanto, cuando alguno ha venido a la fe, es puesto sobre una roca firme, la cual es nuestro Señor Jesucristo. Y, a llamar a Cristo una roca, no digo nada por mí mismo, pues los profetas lo han llamado antes una roca.
Sermón 1, Sobre la Fe 1,13

Ambrosiaster (siglo IV)

Pablo escribe sobre las órdenes eclesiásticas; aquí se ocupa de los fundamentos de la Iglesia. Los profetas prepararon, los apóstoles establecieron los fundamentos. Por lo cual el Señor le dice a Pedro: «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia», esto es, sobre la confesión de fe católica estableceré en vida a los fieles.

Comentario sobre Efesios (PL 17:380)

Eusebio de Cesarea (c. 260-340)

Empero, no errarás en absoluto del ámbito de la verdad si supones que «el mundo» es en realidad la Iglesia de Dios, y que su «fundamento» es en el primer lugar, aquella inefablemente sólida roca sobre la cual está fundada, como dice la Escritura: «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella»; y en otra parte: «La roca, además, era Cristo». Pues, como el Apóstol indica con estas palabras: «Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Cristo Jesús». Entonces, también, luego del Salvador mismo, puedes rectamente juzgar que los fundamentos de la Iglesia son las palabras de los profetas y los apóstoles, de acuerdo con la afirmación del Apóstol: «Edificada sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular».
Comentario sobre los Salmos (PG 23:173, 176)

Pablo de Constantinopla (= Pablo de Emesa, m. 350)

Sobre esta fe la Iglesia de Dios ha sido fundada. Con esta expectativa, sobre esta roca el Señor Dios colocó los fundamentos de la Iglesia. Cuando, entonces, el Señor estaba yendo a Jerusalén, les preguntó a los discípulos, diciendo: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Los apóstoles dicen: «Algunos que Elías, otros que Jeremías, o uno de los profetas». Y Él dice, pero vosotros, esto es, mis elegidos, vosotros que me habéis seguido por tres años, y han visto mi poder, y milagros, y presenciaron caminando sobre el mar, quienes han compartido mi mesa, «¿Quién decís que soy?» Instantáneamente, el Corifeo de los apóstoles, la boca de los discípulos, Pedro, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente».
Homilía sobre la Natividad

9. Hilario de Poitiers (c. 315-367)

Una creencia de que el Hijo de Dios es Hijo sólo de nombre, y no en naturaleza, no es la fe de los Evangelios y de los Apóstoles ... por lo cual pregunto, ¿fue que el bendito Simón bar-Jonás le confesó, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente? ... Si Él era Hijo por adopción, ¿en dónde descansa la bendición de la confesión de Pedro, la cual ofreció un tributo al Hijo para el cual, en este caso, no hubiese tenido más derecho que cualquier miembro de la comunidad de los santos? La fe del Apóstol penetró en una región cerrada al razonamiento humano... Y esta es la roca de confesión sobre la cual la Iglesia se edifica ... que Cristo no debe ser solamente nombrado, sino creído, como Hijo de Dios.
Sobre la Trinidad, VI,36 (NPNF2 9:111)

Esta fe es aquella que es el fundamento de la Iglesia; a través de esta fe las puertas del infierno no pueden prevalecer contra ella. Esta es la fe que tiene las lla ves del reino de los cielos. Cualquier cosa que esta fe haya desatado o ligado en la tierra será desatada o ligada en el cielo ... La razón misma por la cual él es bendecido es que confesó al Hijo de Dios. Esta es la revelación del Padre, este es el fundamento de la Iglesia, esta es la seguridad de la permanencia de ella. De aquí que ella tiene las llaves del reino de los cielos, de aquí el juicio en el cielo y el juicio en la tierra ...
Sobre la Trinidad, VI,37 (NPNF2 9:112)

Así nuestro único inconmovible fundamento, nuestra única bendita roca de fe, es la confesión de la boca de Pedro, Tú eres el Hijo del Dios viviente. Sobre ella podemos basar una respuesta a toda objeción con la cual el ingenio pervertido o la amarga traición puedan atacar la verdad.
Sobre la Trinidad, II,23 (NPNF2 9: 58)


Mateo 16:18 en los Padres (4)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres del siglo IV

(Parte 2 de 2)

Atanasio de Alejandría (c. 297- 373)


Por esto debemos buscar antes que todas las cosas, si Él es Hijo, y sobre este punto escudriñar especialmente las Escrituras: «pues esto fue, cuando los apóstoles fueron preguntados, que Pedro respondió, diciendo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente” ... esta es la verdad y el principio soberano de nuestra fe ... Y como Él es un fundamento, y nosotros piedras construidas sobre él ... La Iglesia está firmemente establecida; está fundada sobre la roca, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella ... Y porque esta es la fe de la Iglesia, que ellos de alguna manera entiendan que el Señor envió a los Apóstoles y les mandó hacer de esto el fundamento de la Iglesia.

Cuatro Cartas a Serapión 1:28.


Basilio el Grande (330-379)

Y la casa de Dios, ubicada en los picos de las montañas, es la Iglesia según la opinión del Apóstol. Pues él dice que uno debe saber «cómo comportarse en la casa de Dios». Ahora, los fundamentos de esta Iglesia están sobre las montañas sagradas, ya que está construida sobre el fundamento de los apóstoles y profetas. Una de estas montañas era ciertamente Pedro, sobre la cual roca el Señor prometió construir su Iglesia. Verdaderamente por cierto y por el mayor derecho son las almas sublimes y elevadas, almas que se elevan sobre las cosas terrenales, llamadas «montañas». El alma del bendito Pedro fue llamada una alta roca porque él tenía un fuerte asidero en la fe y soportó constante y valientemente los golpes inflingidos por las tentaciones. Todos, por tanto, quienes han adquirido un entendimiento de la divinidad – por causa de la amplitud de la mente y de aquellas acciones que proceden de ella- son los picos de las montañas, y sobre ellos se edifica la casa de Dios.

Comentario sobre el Profeta Isaías, 2:66 (PG 30:233)


Gregorio de Nisa (c. 330-c. 395)

La calidez de nuestras alabanzas no se extienden a Simón [Pedro] en cuanto él era un pescador; más bien se extiende a su firme fe, la cual es al mismo tiempo el fundamento de toda la Iglesia.

Panegírico sobre San Esteban (PG 46:733)


Ambrosio de Milán (c. 337-397)

La fe, pues, es el fundamento de la Iglesia, pues no fue dicho de la carne de Pedro (su persona), sino de su fe, que «las puertas del Hades no prevalecerían contra ella» ... ¡Haz un esfuerzo, por tanto, en ser una roca! ¡No busques la roca fuera de ti, sino dentro de ti! Tu roca es tu obra, tu roca es tu mente. Sobre esta roca se construye tu casa. Tu roca es tu fe, y la fe es el fundamento de la Iglesia. Si eres una roca, estarás en la Iglesia, porque la Iglesia está sobre una roca. Si estás en la Iglesia las puertas del infierno no prevalecerán contra ti.

Comentario sobre Lucas VI,98 (CSEL 32:4)


Dídimo el Ciego (c. 318-398)

Cuán poderosa es la fe de Pedro y su confesión de que Cristo es el Dios unigénito, el Verbo, el verdadero Hijo de Dios, y no meramente una criatura. Aunque él vio a Dios sobre la tierra vestido de carne y sangre, Pedro no dudó, pues estaba dispuesto a recibir lo que «carne y sangre no te han revelado». Más aún, reconoció al consubstancial y coeterno retoño de Dios, glorificando de este modo aquella raíz increada, aquella raíz sin comienzo, la cual le había revelado la verdad. Pedro creyó que Cristo era una misma deidad con el Padre; y así fue llamado bendito por aquel quien solo es el bendito Señor. Sobre esta roca la Iglesia fue construida, la Iglesia a la cual las puertas del infierno –esto es, los argumentos de los herejes- no vencerán.

Sobre la Trinidad, I, I,30 (PG 39:416)


Epifanio de Salamis (c. 315-403)

Esto es, ante todo, porque él confesó que «Cristo» es «el Hijo del Dios viviente», y se le dijo, «Sobre esta roca de fe segura edificaré mi Iglesia» -pues él claramente confesó que Cristo es el verdadero Hijo.

Panarion, II-III



Juan Crisóstomo (c. 347-407)

Por tanto Él añadió esto, «Y te digo, tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; esto es, sobre la fe de su confesión ... Pues Cristo no le añadió nada más a Pedro, sino que como si su fe fuera perfecta, dijo, que sobre esta confesión Él edificaría la Iglesia, pero en el otro caso [Juan 1:49-50] no hizo nada parecido, sino lo contrario ...

Homilías sobre el Evangelio de Juan XXI,1 (NPNF 14:73)

Su significado [1 Cor 3:11] es este: He predicado a Cristo, os he entregado el fundamento. «Pues ningún otro fundamento puede un hombre poner, que aquel que está puesto». Sobre éste entonces edifiquemos, y como un fundamento adhirámonos a él, como una rama a una viña; y que no haya distancia entre nosotros y Cristo.

Homilías sobre 1 Corintios VIII, ver. 11 (NPNF 12:47


Mateo 16:18 en los Padres (5)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres del siglo V

Parte 1 de 2

Jerónimo (342-420)

Empero, aunque tu grandeza me aterra, tu amabilidad me atrae. Del sacerdote demando el cuidado de la víctima, del pastor la protección debida a las ovejas ... Mis palabras son dirigidas al sucesor del pescador, al discípulo de la cruz. Así como no sigo a otro líder que a Cristo, no comulgo con otro que con vuestra bendición, esto es, con la cátedra de Pedro. ¡Pues esta, yo sé, es la roca sobre la cual se edifica la Iglesia! Esta es la sola casa donde el cordero pascual puede justamente ser comido. Esta es el arca de Noé, y quien no se encuentre en ella perecerá cuando prevalece el diluvio.

Carta al papa Dámaso, XV, 2 (NPNF2 6:18)

Si, entonces, el Apóstol Pedro, sobre quien el Señor ha fundado la Iglesia, ha dicho expresamente que la profecía y la promesa del Señor fueron entonces y allí cumplidas, ¿cómo podemos afirmar otro cumplimiento por nuestra cuenta?

Epístola a Marcela XLI, 2 (NPNF2 6:55)

Pero, dices, la Iglesia fue fundada sobre Pedro: aunque en otra parte lo mismo se atribuye a todos los Apóstoles, y ellos reciben todos las llaves del reino del cielo, y la fuerza de la Iglesia depende de todos ellos por igual, empero uno de entre los doce es escogido de modo que cuando una cabeza hubo sido dispuesta, no hubiese ocasión para cisma. ¿Pero por qué no fue elegido Juan, que era virgen? Se le prestó deferencia a la edad, porque Pedro era el mayor: uno que era joven, casi diría un muchacho, no podía ser puesto por sobre hombres de edad avanzada; y un buen maestro que estaba dispuesto a quitar toda ocasión de contienda entre sus discípulos ... no ha de pensarse que daría causa de envidia contra el joven que había amado... Pedro es un Apóstol, y Juan es un Apóstol; pero Pedro es solamente un Apóstol, mientras que Juan es un Apóstol, y un Evangelista, y un profeta. Un Apóstol, porque escribió a las Iglesias como maestro; un Evangelista, porque compuso un Evangelio, cosa que ningún otro de los Apóstoles, excepto Mateo, hizo; un profeta, porque vio en la isla de Patmos, donde había sido exiliado por el emperador Domiciano como un testigo del Señor, un Apocalipsis conteniendo los ilimitados misterios del futuro... El escritor virgen expuso misterios que no pudo exponer el casado, y para resumir brevemente todo y mostrar cuán grande fue el privilegio de Juan, la Madre virgen fue confiada por el Señor virgen al discípulo virgen.

Contra Joviniano I, 26 (NPNF2 6:366)

El fundamento singular que el arquitecto apostólico puso es nuestro Señor Jesucristo. Sobre este estable y firme fundamento, el cual ha sido depositado sobre terreno sólido, se edifica la Iglesia de Cristo ... Pues la Iglesia fue fundada sobre una roca ... sobre esta roca el Señor estableció su Iglesia; y el Apóstol Pedro recibió su nombre de esta roca (Mt 16,18) ... Ella, que con una firme raíz está fundada sobre la roca, Cristo, la Iglesia católica, es la única paloma; ella se yergue como la perfecta, y cercana a Su diestra, y nada siniestro tiene en ella ... La roca es Cristo, quien concedió a sus discípulos que ellos también fuesen llamados rocas, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia».

Comentario sobre Mateo 7:25; Epístola 65:15; Sobre Amós VI,12-13


Paladio de Helenópolis (c. 365-425)

«¿Vosotros, empero, quién decís que soy?» No todos respondieron, sino solamente Pedro, interpretando la mente de todos: «Tú eres el Cristo, Hijo del Dios viviente». El Salvador, aprobando la corrección de esta respuesta, habló, diciendo: «Tú eres Pedro, y sobre esta roca» -esto es, sobre esta confesión- «edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella».

Diálogo sobre la vida de Juan Crisóstomo (PG 47:48)


Nilo de Ancira (m. hacia 430)

Si, más aún, se significa un hombre del Señor, el primero en ser comparado con el oro sería Cefas, cuyo nombre es, interpretado, «roca». Este es el más alto de los Apóstoles, también llamado Cefas, quien proveyó en su confesión de fe el fundamento para la edificación de la Iglesia.

Comentario sobre el Cantar de los Cantares (PG 87 [ii]: 1693)


Agustín de Hipona (354-430)

Pues si la sucesión lineal de obispos ha de ser tomada en cuenta, ¡con cuántos más certeza y beneficio para la Iglesia reconocemos hacia atrás hasta que llegamos a Pedro mismo, a quien, como llevando en una figura a toda la Iglesia, el Señor dijo: «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella»! El sucesor de Pedro fue Lino, y sus sucesores en una continuidad inquebrantada fueron estos...

Epístola a Generoso , LIII,2 (NPNF2 12:298)


El Evangelio que ha sido leído recién ... nos da a entender que el mar es el mundo presente, y el Apóstol Pedro el tipo de la única Iglesia. Pues Pedro, primero en el orden de los Apóstoles, y en el amor de Cristo, adelantadísimo, responde a menudo solo por todo el resto. De nuevo, cuando el Señor Jesucristo preguntó, “Pero ¿quién decis vosotros que soy?” Pedro respondió “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Uno dio la respuesta por muchos, Unidad en la multiplicidad. Entonces le dijo el Señor, “Bendito eres tú, Simón bar Jonás, porque carne y sangre no te lo ha revelado, sino mi Padre que está en el cielo”. Entonces agregó “Y te digo a ti” . Como si Él hubiera dicho, “Porque tú me lo dijiste a mí, « eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», yo también te digo «Tú eres Pedro»”. Pues antes él era llamado Simón. Ahora, este nombre de Pedro le fue dado por el Señor, y esto en una figura, que él significaba la Iglesia. Pues viendo que Cristo es la Roca (Petra), Pedro es el pueblo cristiano. Pues la roca (Petra) es el nombre original. Por tanto, Pedro es así llamado por la roca, no la roca por Pedro; al igual que Cristo no es llamado Cristo por los cristianos, sino los cristianos por Cristo. “Por tanto”, dijo, “tú eres Pedro; y sobre esta Roca” que tú has confesado, sobre esta Roca que has reconocido, diciendo “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente, edificaré mi Iglesia”. Te construiré a ti sobre mí, no a mí sobre ti.

A continuación Agustín trata del incidente registrado unos pocos versículos más adelante, en Mateo 16:22ss, donde cuando el Señor anuncia su pasión, Pedro trata de persuadirlo, y Jesús le dice “Apártate de mí, Satanás, porque me eres tropiezo”. El obispo de Hipona prosigue:


Distingamos, mirándonos a nosotros mismos en este miembro de la Iglesia, lo que es de Dios y lo que es nuestro. Pues entonces no vacilaremos, entonces estaremos fundados sobre la Roca, entonces estaremos fijos y firmes contra los vientos, y tormentas, y corrientes, las tentaciones, quiero decir, de este mundo presente. Empero ved a este Pedro, quien era entonces nuestra figura; ahora confía, ahora vacila; ahora confiesa al Inmortal, y ahora tema que Él muera. ¿Por qué? Porque la Iglesia de Cristo tenía tanto débiles como fuertes ... En que Pedro dijo “Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente”representa a los fuertes”; pero en que vacila, y no admite que Cristo pueda sufrir, en temer la muerte de Él, y no reconocer la vida, él representa a los débiles de la Iglesia. En aquel un Apóstol, entonces, esto es Pedro, en el orden de los Apóstoles primero y principal, en quien la Iglesia estaba figurada, ambas clases estaban representadas, esto es, tanto los fuertes como los débiles; porque la Iglesia no existe sin ambos.

Sermón 26.


Cristo, como ves, edificó su Iglesia no sobre un hombre sino sobre la confesión de Pedro. ¿Cuál es la confesión de Pedro? «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Aquí está la roca para vosotros, aquí el fundamento, aquí es donde la Iglesia ha sido construida, la cual las puertas del inframundo no pueden conquistar.

Sermón 229P.1

De aquí que Él amoneste así a Pedro cuando éste le dio mal consejo. Pues el Señor, cuando estaba a punto de sufrir por nuestra salvación, también anunció lo que habría de ocurrir concerniente a aquella misma Pasión; y Pedro dice, «¡Lejos esté esto de Ti!, ¡Dios no lo permita!, ¡Esto no será!» ... Pero el Señor, para hacerlo que no fuera delante de Él, sino siguiéndole, dices, «¡Apártate de mí, Satanás!» Es por esta razón que dijo «Satanás», porque estás pretendiendo ir delante de Él, a quien debes seguir; pero si estás detrás, si lo sigues a Él, no serás de aquí en adelante «Satanás». ¿Qué entonces? «Sobre esta Roca edificaré mi Iglesia».

Exposiciones sobre Salmos 40:24 (NPNF 8:127)

Pero inmediatamente cuando el Señor comenzó a hablar de Su Pasión, él temió que pereciese por muerte, en tanto que nosotros mismos habríamos de perecer a menos que Él muriese; y dijo: «Lejos de ti, oh Señor, está no será hecho». Y el Señor, a aquel a quien poco antes le había dicho, «Benditos eres, y sobre esta Roca edificaré mi Iglesia», le dijo, «Apártate de mí, Satanás, porque eres una ofensa para mí». ¿Por qué entonces es «Satán» aquel que poco antes era «bendito» y una «Roca»? «Porque no saboreas las cosas que son de Dios», dijo Él, «sino aquellas que son del hombre». Un poco antes él saboreaba las cosas que son de Dios: porque «no te lo ha revelado carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos». Cuando [Pedro estaba] en Dios, alabó su discurso, no Satán sino Pedro, de petra; pero cuando [estaba] en sí mismo y desde la enfermedad humana, el amor carnal del hombre, el cuál sería un impedimento para su propia salvación, y la del resto, es llamado Satán. ¿Por qué? Porque pretendía ir delante del Señor, y darle consejo terrenal al Líder celestial... Tú dices, «Lejos esté» y tú dices, «Oh, Señor»; ciertamente si Señor es Él, sabe lo que hace, sabe lo que dice. Pero tú deseas guiar a tu Líder, enseñar a tu maestro, mandar a tu Amo, escoger por Dios: has ido demasiado lejos, retrocede...

Exposiciones sobre Salmos 45:14 (NPNF 8:222-223)

Si en Él hemos sido tentados, en Él vencemos al diablo ... «Sobre la Roca me has exaltado Tú». Ahora por tanto percibimos aquí quién está clamando desde los confines de la tierra. Traigamos a la mente el Evangelio: «Sobre esta Roca edificaré mi Iglesia». Por tanto clama desde los confines de la tierra Ella, quien Él había querido que fuese construida sobre una Roca. Pero para que la Iglesia pudiese ser edificada sobre la Roca, ¿quién fue hecho tal Roca? Escucha a Pablo diciendo: «Pero la Roca era Cristo». En Él entonces hemos sido edificados. Por esta razón aquella Roca sobre la cual hemos sido edificados, primero había sido azotada con vientos, inundación, lluvia, cuando Cristo estaba siendo tentado por el diablo. Ved sobre qué firmeza Él ha querido establecerte. Con razón nuestra voz no es en vano, sino que es escuchada con atención: pues en grande esperanza hemos sido dispuestos: «Sobre la Roca me has exaltado».

Exposiciones sobre Salmos 61:3 (NPNF 8:249)


Mateo 16:18 en los Padres (6)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los Padres del siglo V

Parte 2 de 2


Cirilo de Alejandría (m. 444)

Pero ¿por qué decimos que ellos son «fundamentos de la tierra»? Pues Cristo es el fundamento y la base inconmovible de todas las cosas ... Pero los siguientes fundamentos, aquéllos más cercanos a nosotros, puede entenderse que son los apóstoles y evangelistas, aquellos testigos oculares y ministros de la Palabra quienes se han levantado para el fortalecimiento de la fe. Pues cuando reconocemos que sus propias tradiciones deben ser seguidas, servimos a una fe que es verdadera y no se desvía de Cristo. Pues cuando [Pedro] sabia y osadamente confesó su fe a Jesús diciendo, «Tú eres Cristo, Hijo del Dios viviente», Jesús le dijo al divino Pedro, «Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia». Ahora, por la palabra «roca» Jesús indicó, creo, la inamovible fe del discípulo...


Comentario sobre Isaías IV,2 (PG 70:940)

«Y te digo, tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». El apodo, creo, llama a ninguna otra que a la inconmovible y muy firme fe del discípulo «una roca», sobre la cual la Iglesia fue fundada y hecha firme y permanece continuamente inexpugnable aun con respecto a las mismas puertas del infierno.

Diálogo sobre la Trinidad IV (PG 75:866)


Isidoro de Pelusio (m. hacia 450)

Cristo, quien escudriña los corazones, no preguntó a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que yo, el Hijo del Hombre, soy?». No porque no supiera las diversas opiniones de los hombres concernientes a Él mismo, sino que estaba deseoso de enseñar a todos la misma confesión la cual Pedro, inspirado por Él, puso como la base y fundamento, sobre los cuales el Señor edificó su Iglesia.

Epístola 253


Teodoreto de Ciro (c. 393- c. 458)

Que nadie neciamente suponga que el Cristo es cualquier otro que el Hijo unigénito. No nos imaginemos más sabios que el don del Espíritu. Escuchemos las palabras del gran Pedro, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Escuchemos al Señor Cristo confirmando esta confesión, pues «Sobre esta roca», dice, «edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». Por tanto también el sabio Pablo, excelentísimo arquitecto de las iglesias, no fijó otro fundamento que éste. «Yo», dice, «como perito arquitecto he puesto el fundamento, y otro construye encima. Pero que cada quien vea cómo edifica. Pues ningún hombre puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo». ... Por tanto nuestro Señor Jesucristo permitió al primero de los apóstoles, cuya confesión Él había fijado como una suerte de cimiento y fundamento de la Iglesia, que vacilase, y que lo negase, y entonces lo levantó de nuevo... Ciertamente él está llamando a la fe piadosa y a la confesión verdadera una «roca». Pues cuando el Señor preguntó a sus discípulos quién decía el pueblo que era él, el bendito Pedro habló, diciendo «Tú eres Cristo, el Hijo del Dios viviente». A lo cual el Señor respondió: «De cierto, de cierto te digo que eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella».

Epístola 146; 77; Comentario al Cantar de los Cantares, II,14. (NPNF2 3)


Basilio de Seleucia (m. cerca de 459)

En obediencia la lengua de Pedro se puso en movimiento y aunque ignorante de la doctrina, aportó una respuesta: «Tú eres Cristo, Hijo del Dios viviente»... Ahora Cristo llamó a esta confesión una roca, y nombró a quien la confesó «Pedro», percibiendo la apelación como apropiada para el autor de esta confesión. Pues esta es la solemne roca de la religión , esta es el muro de la fe y el fundamento de la verdad: «Pues nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Cristo Jesús».

Oración XXV,4 (PG 85:297-298)


León I Magno (papa 440-461)

Nuestro Señor Jesucristo, Salvador de la humanidad, instituyó la observancia de la religión divina, la cual Él quiso que por la gracia de Dios derramase su brillo sobre todas las naciones y todos los pueblos de tal forma que la Verdad, que antes estaba confinada al anuncio de la Ley y los Profetas, pudiese a través del sonido de trompeta de los Apóstoles salir para la salvación de todos los hombres, como está escrito: «Su sonido ha salido a cada tierra, y sus palabras hasta los confines del mundo». Mas este sacramento misterioso el Señor deseó que fuese la ocupación de todos los Apóstoles, pero de tal forma que Él ha puesto el cargo principal en el bendito Pedro, jefe de todos los Apóstoles; y de él como de la Cabeza desea que sus dones fluyan a todo el cuerpo; de modo que cualquiera que se atreve a separarse de la sólida roca de Pedro pueda entender que no tiene parte ni porción en el misterio divino. Pues Él deseó que aquel que había sido recibido al compañerismo en Su unidad indivisa que fuese nombrado como Él mismo lo fue, cuando dijo: «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia»; para que la edificación del templo divino por el maravilloso don de Dios pudiese descansar el la sólida roca de Pedro: fortaleciendo a Su Iglesia tan ciertamente que ni la precipitación humana pudiera asaltarla, ni las puertas del infierno pudieran prevalecer contra ella. Pero a esta santísima firmeza de la roca, levantada, como hemos dicho, por la mano edificadora de Dios, un hombre debe desear destruirla en extrema impiedad cuando trata de quebrantar el poder de ella, favoreciendo sus propios deseos, y no siguiendo lo que él recibió de los antiguos...

Epístola a los Obispos de la Provincia de Viena, X (NPNF2 12:8-9)

Y cuando ellos hubieron registrado las varias opiniones de otras gentes, Él dijo, «Pero vosotros, ¿quién decís que soy?» ... Ante lo cual el bendito Pedro, cuya confesión divinamente inspirada estaba destinada a beneficiar a todas las naciones, dijo, «Tú eres Cristo, el Hijo del Dios viviente». Y no inmerecidamente fue declarado él bendito por el Señor, tomando de la piedra angular principal la solidez del poder cuyo nombre también expresa, él, quien, a través de la revelación del Padre, le confesó ser a la vez Cristo e Hijo de Dios...

Carta a Flaviano, XXVIII, 5 (NPNF2 12:41-42)

Y si Eutiques hubiese creído esto inteligente y totalmente, nunca se hubiera retirado del camino de esta Fe. Pues Pedro recibió esta respuesta del Señor por su confesión: «Bendito eres tú, Simón bar Jonás; pues carne y sangre no te lo ha revelado, sino mi Padre que está en el cielo. Y te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella». Pero el que tanto rechaza la confesión del bendito Pedro como contradice el Evangelio de Cristo, está muy lejos de la unión con este edificio; pues se muestra a sí mismo como no habiendo nunca tenido ningún celo por entender la Verdad, y tener solamente la vacía apariencia de alta estima, quien no adornó las canas de la ancianidad con ningún juicio maduro del corazón.

Carta al Sínodo de Éfeso XXXIII, 1 (NPNF2 12: 47)

Ya que, por tanto, la Iglesia universal ha devenido una roca (petra) a través de la edificación de la Piedra original, y el primero de los Apóstoles, el beatísimo Pedro, oyó la voz del Señor diciendo, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca )petra) edificaré mi Iglesia», quién hay allí que se atreva a asaltar tal fuerza inexpugnable, a menos que sea el anticristo o el diablo, quien, permaneciendo inconverso en su impiedad, está ansioso por sembrar mentira mediante los vasos de ira que son apropiados para su perfidia, mientras bajo el falso nombre de la diligencia pretende estar en busca de la Verdad.

Carta a León César CLVI, 2 (NPNF2 12:100)

Y de Su gobierno y protección eterna hemos recibido también el apoyo de la ayuda de los Apóstoles, la cual ciertamente no cesa en su operación; y la fuerza del fundamento, sobre la cual se levanta toda la superestructura de la Iglesia, no se debilita por el peso del templo que descansa sobre él. Pues la solidez de aquella fe que fue alabada en el jefe de los Apóstoles es perpetua; y como permanece aquello que Pedro creyó en Cristo, así permanece lo que Cristo instituyó en Pedro. Pues cuando, como se ha leído en la lección del Evangelio, el Señor hubo preguntado a los discípulos quién creían ellos que era Él, en medio de las variadas opiniones sostenidas, y el bendito Pedro hubo replicado, diciendo, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», el Señor dice, «Bendito eres tú, Simón bar Jonás, porque carne y sangre no te lo ha revelado, sino mi Padre que está en el cielo. Y te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino de los cielos. Y lo que atares en la tierra, será atado en el cielo; y lo que desatares en la tierra, será desatado también en el cielo».

La dispensación de la Verdad por tanto permanece, y el bendito Pedro perseverando en la fuerza de la Roca, que él ha recibido, no ha abandonado el timón de la Iglesia, que él tomó. Pues él fue ordenado antes que el resto en tal forma que de ser llamado la Roca, de ser pronunciado el Fundamento, de ser constituido el Portero del reino de los cielos, de ser colocado como Árbitro para atar y desatar, cuyos juicios retendrían su validez en el cielo, de todos estos títulos místicos podemos conocer la naturaleza de su asociación con Cristo. Y aún hoy él más plena y efectivamente desempeña lo que le está confiado, y realiza cada parte de su obligación y encargo en Él y con Él, a través de Quien ha sido glorificado. Y así, si cualquier cosa es rectamente hecha y rectamente decretada por nosotros, si cualquier cosa se gana de la misericordia de Dios por nuestras cotidianas súplicas, es por su obra y méritos cuyo poder vive y cuya autoridad prevalece en su Sede. Pues esto, amadísimos, fue ganado por aquella confesión, la cual, inspirada en el corazón del Apóstol por Dios el Padre, trascendió toda la incertidumbre de las opiniones humanas, y fue dotada con la firmeza de una roca, la cual ningún asalto podría conmover. Pues en toda la Iglesia Pedro diariamente dice: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», y toda lengua que confiesa al Señor acepta la instrucción que su voz trae. Esta Fe conquista al diablo, y quebranta las ataduras de sus prisioneros. Nos arranca de esta tierra y nos planta en el cielo, y las puertas del Hades no pueden prevalecer contra ella. Pues con tal solidez está dotada por Dios que la depravación de los heréticos no pueden dañarla ni la incredulidad de los gentiles vencerla.

Sermón III , 2-3 (NPNF2 12:117)

Y rectamente fue el bendito Apóstol Pedro alabado por confesar esta unión, quien cuando el Señor estaba averiguando qué conocían de Él los discípulos, rápidamente se anticipó al resto y dijo, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Y esto ciertamente vio, no por la revelación de carne o sangre, que podrían haber retardado su visión interior, sino por el mismo Espíritu del Padre obrando en su corazón creyente, para que en preparación para gobernar toda la Iglesia él pudiera primero aprender lo que habría de enseñar, y para la solidificación de la Fe, la cual estaba destinado a predicar, pudiese recibir este reaseguro, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». Esta fuerza, por tanto, de la Fe cristiana, la cual, construida sobre una roca inexpugnable no teme a las puertas de la muerte, reconoce al único Señor Jesucristo como tanto verdadero Dios y verdadero Hombre, creyéndolo asimismo el Hijo de la Virgen, quien es el Creador de su Madre; nacido también al final de los tiempos, aunque es el Creador del tiempo; Señor de todo poder, y aún así mortal; ignorante del pecado, y aun así sacrificado por los pecadores según la semejanza de carne pecaminosa.

Sermón sobre la Pasión, XI Sermón LXII, 2 (NPNF2 12:174)


Mateo 16:18 en los Padres (7)
MATEO 16:18 EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

Mateo 16,18 en los siglos VI a IX


Casiodoro (c. 485- c. 580)

«No será conmovida» se dice acerca de la Iglesia a la cual sola aquella promesa le ha sido dada: «Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella». Pues la Iglesia no puede ser conmovida porque se sabe que ha sido fundada sobre la roca más sólida, a saber, Cristo el Señor ... De este «fundamento», es inferido rectamente Cristo, quien es una roca inconmovible y una roca inexpugnable. Concerniente a esto dice el Apóstol: «Pues ningún otro fundamento puede ningún hombre poner que aquel que está ya puesto, el cual es Cristo Jesús».

Exposiciones sobre los Salmos 45:5 (PL 70:330)

Gregorio I Magno (nacido c. 540; papa 590-604)

Pero ya que no es mi causa, sino la de Dios, ya que las leyes piadosas, ya que los santos sínodos, ya que los mismos mandamientos de nuestro Señor Jesucristo son trastornados por la invención de una cierta orgullosa y pomposa frase, que sea el piadosísimo Señor que corte el lugar de la llaga, y ate al paciente remiso en las cadenas de la augusta autoridad. Pues al ligar estas cosas ajustadamente alivias a la república; y, mientras cortas estas cosas, provees el alargamiento de tu reinado.
Pues a todos los que conocen el Evangelio les es evidente que por la voz del Señor el cuidado de toda la Iglesia le fue confiado al santo Apóstol y Príncipe de todos los Apóstoles, Pedro. Pues a él se le dice, «Pedro, ¿me amas? Apacienta a mis ovejas». A él le es dicho, «He aquí, Satanás ha deseado zarandearos como trigo; y yo he orado por ti, Pedro, para que tu fe no falle. Y tú, cuando te hayas convertido, fortalece a tus hermanos». A él se le dice, «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino del cielo; y lo que atares en la tierra será también atado en el cielo; y lo que desatares en la tierra, será desatado también en el cielo».
Ved, él recibió las llaves del reino celestial, y le es dado poder para atar y desatar, le es confiado el cuidado y la principalidad de toda la Iglesia, y aún así él no es llamado el Apóstol universal; mientras que el santísimo hombre, mi compañero sacerdote Juan, intenta ser llamado obispo universal. Estoy forzado a gritar y decir ¡Oh tiempos, oh costumbres!
Ved, todas las cosas en las regiones de Europa son entregadas al poder de los bárbaros, las ciudades son destruidas, los campos arrasados, las provincias despobladas, ningún labriego habita la tierra, los adoradores de ídolos prevalecen y dominan para la matanza de los fieles, y aun sí sacerdotes, quienes deberían ellos mismos yacer llorando sobre el piso y en cenizas, buscan para sí nombres de vanagloria, y se glorían en en nombres nuevos y profanos.
¿Defiendo yo mi propia causa en este asunto, piadosísimo Señor? ¿Resiento que se me haya hecho mal a mí especialmente? No, la causa de Dios Omnipotente, la causa de la Iglesia universal.
¿Quién es éste que, contra las ordenanzas evangélicas, contra los decretos de los cánones, presume para usurpar para sí un nuevo nombre? Lo haría aquél si por él mismo fuese, si pudiera ser sin ninguna mengua de los demás – codicia ser universal.
Y ciertamente sabemos que muchos sacerdotes de la Iglesia de Constantinopla han caído a la vorágine de la herejía ... Si entonces cualquiera de esa Iglesia toma para sí aquel nombre, por el cual se hace la cabeza de todos los buenos, se sigue que la Iglesia universal cae de su pedestal (lo cual no permita Dios) cuando aquel que es llamado universal cae. Pero lejos de los corazones cristianos esté aquel nombre de blasfemia, en el cual es quitado el honor de todos los sacerdotes, mientras se lo arroga locamente para sí uno (solo).
Ciertamente, en honor de Pedro, Príncipe de los Apóstoles, le fue ofrecido por el venerable sínodo de Calcedonia al romano pontífice. Pero ninguno de ellos ha jamás consentido usar tal nombre de singularidad, no sea que, por algo que se le da peculiarmente a uno, los sacerdotes en general sean deprivados del honor que se les debe. ¿Cómo es que nosotros no buscamos la gloria de este título aun cuando es ofrecida, y otro pretende arrebatarlo para sí mismo aunque no se le ofrece?

Epístola XX a Mauricio César (NPNF 2 12:170-171)


Isidoro de Sevilla (c. 560-636)

Pedro lleva el carácter de la Iglesia, el cual tiene el poder de perdonar pecados y de llevar a los hombres desde el Hades hasta el reino celestial ... Todos los Apóstoles también llevan el tipo de la Iglesia entera, ya que ellos también han recibido un poder igual de perdonar pecados. Ellos llevan también el carácter de los patriarcas, quienes por la palabra de la predicación espiritualmente engendraron al pueblo de Dios en todo el mundo ...

Alegorías en el Nuevo Testamento (PL 83:117-118)

El hombre sabio que edificó su casa sobre la roca significa el maestro fiel, quien ha establecido los fundamentos de su doctrina y vida sobre Cristo ... Más aún, Cristo es llamado un «fundamento» porque la fe se establece en él, y porque la Iglesia católica está construida sobre él.

Etimologías VII,2 (PL 82:267)


Beda el Venerable (c. 673-735)

Tú eres Pedro y sobre esta roca de la cual has tomado tu nombre, esto es, sobre mí mismo, edificaré mi Iglesia, sobre aquella perfección de la fe que tú confesaste edificaré mi Iglesia por cuya unanimidad de confesión si alguno se desviase aunque en sí mismo pareciera hacer grandes cosas, él no pertenence al edificio de mis Iglesia. ... Metafóricamente se le dice a él que la Iglesia ha de ser construida sobre esta roca, es decir, el Salvador que tú confesaste, quien ha concedido participación al fiel confesor de su nombre.

Homilías 23 (PL 94:260)


Juan de Damasco (c. 675-c. 749)

Y Pedro, encendido por un ardiente celo y preparado por el Espíritu Santo, replicó: «Tu eres Cristo, el Hijo del Dios viviente». ¡Oh, bendita boca! ¡Perfectos, benditos labios! ¡Oh, alma teológica! ¡Mente llenada por Dios y hecha digna por la instrucción divina! ¡Oh, divino órgano por el cual Pedro habló! Rectamente eres bendito, Simón hijo de Jonás ... porque ni carne ni sangre ni la mente humana, sino mi Padre en el cielo te ha revelado esta divina y misteriosa verdad a ti. Pues nadie conoce al Hijo, salvo aquél que es conocido por él ... Esta es la firme e inamovible fe sobre la cual, como sobre la roca cuyo sobrenombre llevas, la Iglesia está fundada. Contra ésta las puertas del infierno, las bocas de los herejes, las máquinas de los demonios –pues ellos habrán de atacar- no prevalecerán. Ellos tomarán las armas pero no vencerán.

Homilía sobre la Transfiguración (PG 96:554-555)


Pascasio Radberto (c. 785-860)

Hay una respuesta de todos sobre los cuales la Iglesia es fundada y contra los cuales las puertas del infierno no prevalecerán ... Tan grande fe no surge excepto de la revelación de Dios el Padre y la inspiración del Espíritu Santo de modo que cualquiera que tenga fe, como una piedra firme, es llamado Pedro ... Debiera notarse que cualquiera de los fieles es una roca en la medida en que es un imitador de Cristo y es luz en la medida en que es iluminado por la luz y por esto la Iglesia de Cristo está fundada sobre aquéllos en cuanto son fortalecidos por Cristo. De modo que no en Pedro solo sino sobre todos los Apóstoles y los sucesores de los Apóstoles se edifica la Iglesia de Dios. Pero estas montañas son primero edificadas en la montaña, Cristo, elevada sobre todas las montañas y cerros.... Esta es ciertamente la vera e inviolable fe dada a Pedro por Dios el Padre, según la cual si no hubiese habido siempre un Hijo no hubiera habido siempre un Padre, sobre la cual fe la Iglesia toda está fundada y permanece firme, creyendo que Dios es el Hijo de Dios.

Comentario sobre Mateo (PL 120:561, 555-556)




Jetonius
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Venga Athos, demuestre que no ha venido solo a pegar mamotretos de otros foros, y responda con coherencia a cada uno de estos padres...:D

No lo leí todo, Pero la parte de las Rocas la Iglesia si
¿Será como dice la Palabra de Dios, todos lo que creemos en Jesús y confesamos que es el único Salvador, le ama y guarda su palabra viene a ser una pequeña roca como Pedro ?
 
Re: ¿Qué significa la roca? Disputa eclesiológica con un protestante.

Maripaz

No lo leí todo, Pero la parte de las Rocas la Iglesia si
¿Será como dice la Palabra de Dios, todos lo que creemos en Jesús y confesamos que es el único Salvador, le ama y guarda su palabra viene a ser una pequeña roca como Pedro ?



Ana Yris


Cuidar nuestra salvación con templor y temor