OBISPO STROSSMAYER ANTE EL PAPA PIO IX
Discurso pronunciado por el obispo Strossmayer en ocasión del Concilio Vaticano I en el año 1870. La claridad de sus palabras es tan nítida que puede ser una sorpresa, para algunos que critican a los Protestantes de Roma por hablar claro.
Venerables Padres y Hermanos
No sin temor, pero con una conciencia libre y tranquila ante Dios que vive y me ve, tomo la palabra en medio de vosotros, en esta augusta asamblea.
Penetrado del sentimiento de responsabilidad, por lo cual Dios me pedirá cuentas, me he propuesto estudiar con escrupulosa atención los escritos del Antiguo y Nuevo Testamento, y he interrogado a estos venerables monumentos de la Verdad, para que me diese a saber si el santo pontífice, que preside aquí, es verdaderamente el sucesor de San Pedro, vicario de Jesucristo e infalible doctor de la iglesia.
Para resolver esta grave cuestión, me he visto precisado a ignorar el estado actual de las cosas y a transportarme en mi imaginación , con la antorcha del Evangelio en las manos a los tiempos en los cuales la iglesia tenía por doctores a San Pablo, San Pedro, Santiago y San Juan, doctores a quienes nadie puede negar la Autoridad Divina sin poner en duda lo que la Santa Biblia, que tengo delante, nos enseña y la cual el concilio de Trento proclamó como LA REGLA DE FE Y DE LA MORAL.
No encuentro en los tiempos apostólicos nada que haya sido cuestión de un papa sucesor de san Pedro y vicario de Jesucristo, como tampoco de Mahoma, que no existía aún.
Vos monseñor Manning, diréis que blasfemo; vos monseñor Fie, diréis que estoy loco. ¡No, monseñores, no blasfemo ni estoy loco¡ ahora bien, habiendo leído todo el Nuevo testamento, declaro ante Dios con mi mano levantada al gran crucifijo, que ningún vestigio he podido encontrar del papado, tal como existe ahora.
Leyendo, pues, los Santos Libros con toda la atención de que el Señor me ha hecho capaz, no encuentro un solo capítulo, o un corto versículo, en el cual Jesús dé a san Pedro la jefatura sobre los apóstoles, sus colaboradores.
Si Simón, el hijo de Jonás, hubiese sido lo que hoy día creemos sea su santidad Pio IX, extraño es que no les hubiese dicho: "Cuando haya ascendido a mi Padre, debéis todos obedecer a Simón Pedro, así como ahora me obedecéis a Mí. Le establezco como mi Vicario en la tierra". No solamente calla Cristo sobre este particular, sino que piensa tan poco en dar una cabeza a la iglesia, que cuando promete tronos a sus Apóstoles, para juzgar a las doce tribus de Israel (Mateo 19.28), les promete doce , uno para cada uno, sin decir que entre dichos tronos uno sería mas elevado, el cual pertenecería a Pedro. Indudablemente, si tal hubiese sido su intento, lo indicaría. ¿ Que hemos de decir de su silencio? La lógica nos conduce a la conclusión de que Cristo no quiso elevar a Pedro a la cabeza del colegio Apostólico.
Cristo, así lo dice la Sagrada Escritura, PROHIBIÓ a Pedro y a sus colegas reinar o ejercer señorío o tener potestad sobre los fieles, como hacen los reyes gentiles ( Lucas 22:25,36). Si San Pedro hubiese sido elegido papa, Jesús no diría esto; por que según vuestra tradición, el papado tiene en sus manos dos espadas, símbolos del poder espiritual y temporal. Hay una cosa que me ha sorprendido muchísimo , revolviéndola en mi mente, me he dicho a mi mismo: Si Pedro hubiese sido elegido papa:
¿ Se permitiría a sus colegas enviarle con san Juan a Samaria para anunciar el Evangelio del Hijo de Dios? ( Hechos 8:14).
¿ Que os parecería, venerables hermanos, si nos permitiésemos ahora mismo enviar a su santidad Pio IX, y su eminencia monseñor Plautier al patriarca de Constantinopla para persuadirle a que pusiese fin al cisma de Oriente ?.
Mas, he aquí otro hecho de mayor importancia:
Un concilio Ecuménico se reúne en Jerusalén para decidir cuestiones que dividían a los fieles,
¿Quién debía presidirlo?
san Pedro o su delegado ,
¿Quién debería formular o promulgar los cánones? san Pedro.
Pues bien ¡Nada de eso sucedió¡ Nuestro Apóstol asistió al concilio, así como los demás, pero no fue el quien resumió la discusión, sino Santiago; y cuando se promulgaron los decretos se hizo en nombre de los Apóstoles, ancianos y hermanos(He.15)
¿ Es esta la práctica de nuestra iglesia ?
Cuanto mas lo examino. ¡oh venerables hermanos¡, tanto mas estoy convencido que en las Sagradas escrituras, el hijo de Jonás ( Pedro) no aparece ser el primero.
Ahora bien: Mientras nosotros señalamos que la iglesia está edificada sobre san Pedro, san Pablo cuya autoridad no puede dudarse, dice, en su epístola a los Efesios 2.20, que está edificada sobre el fundamento de los Apóstoles y Profetas, siendo la principal piedra del ángulo , Cristo mismo.
El mismo apóstol Pablo, al enumerar los oficios de la Iglesia, menciona Apóstoles, profetas, evangelistas, doctores y pastores.
¿Es creíble, mis venerables hermanos, que san Pablo, el Gran Apóstol de los gentiles, olvidase el primero de estos oficios el papado, si el papado fuese de divina institución? Ese olvido me parece tan imposible como el de un historiador de este concilio que no hiciese mención de su santidad Pío IX ( varias voces: ¡ silencio, hereje, silencio ¡).
Ahora bien; si no opináis que la Iglesia de los Apóstoles fue herética, lo que ninguno de vosotros desearía ni osaría decir, estamos obligados a confesar que la Iglesia nunca fue más bella, más pura ni más santa que en los tiempos en que no hubo papa.
Lo que más me ha sorprendido y que además , se puede demostrar, es el silencio del mismo san Pedro. Si el Apóstol fuese lo que proclamáis que fue, es decir, vicario de Jesucristo en la tierra, él al menos, debiera saberlo.
Si lo sabía ¿Como sucede que ni una sola vez obró como papa? Podría haberlo hecho el día de Pentecostés, y no lo hizo; en Antioquía, y no lo hizo; como tampoco lo hace en las dos epístolas que dirige a la Iglesia. ¿Podéis imaginar a un tal papa, mis venerables hermanos, si Pedro era papa?
Resulta, pues, que si queréis sostener que fue papa, la consecuencia natural es que el no lo sabía. Ahora pregunto a todo el que tenga cabeza con que pensar y mente con que reflexionar: ¿son posibles estas dos suposiciones? Digo, pues, que mientras los Apóstoles vivían, la Iglesia nunca pensó que había papa. Para sostener lo contrario, sería necesario entregar las Sagradas Escrituras a las llamas o ignorarlas por completo.
Oigo a la derecha estas palabras: " Tu eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia" ( Mateo 16:18). No hallando ningún vestigio del papado en los tiempos apostólicos, me dije a mismo : quizá hallaré al papa en los cuatro primeros siglos y no he podido dar con él.
He dicho ya que desde los primeros siglos, el Patriarca de Roma aspiraba al gobierno universal de la iglesia. Desgraciadamente casi lo alcanzó; pero no consiguió ciertamente sus pretensiones porque el emperador Teodoro II hizo una ley, por la cual estableció que el Patriarca de Constantinopla tuviese la misma autoridad que el de Roma.
El sexto concilio de Cartago prohibió a todos los obispos se abrogasen el título de príncipes de los obispos u obispos soberanos. En cuanto al título de obispo universal, que los papas se abrogaron más tarde, Gregorio I, creyendo que sus sucesores nunca pensarían en adornarse con él, escribió estas notables palabras: " Ninguno de mis antecesores ha consentido en llevar este título profano porque cuando un patriarca se abroga a sí mismo, el nombre de universal, el título de patriarca sufre descrédito".
El papa Pelagio II llama a Juan, obispo de Constantinopla, que aspiraba a sumo pontífice: Impío y Profano.
Los primeros obispos de Roma no fueron reconocidos como obispos y cabezas de la iglesia, sino hasta tiempos muy posteriores.
RECAPITULACIÓN
1º Jesús dio a los Apóstoles el mismo poder que dio a Pedro
2 Los Apóstoles nunca reconocieron en Pedro al vicario de Jesucristo y al infalible doctor de la Iglesia.
3º Los concilios en los cuatro primeros siglos, mientras reconocían la alta posición que el obispo de Roma ocupaba en la iglesia por motivo de Roma, tan sólo le otorgaban una preeminencia honoraria, nunca el poder y la jurisdicción.
4º Los llamados padres de la Iglesia en el famoso pasaje : " Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia", nunca entendieron que la Iglesia estaba edificada sobre Pedro, sino sobre la roca, es decir, la confesión de fe de los Apóstoles.
Si he dicho algo que la historia pruebe ser falso, mostrádmelo con la historia; y aun si la pira fúnebre me aguardase en la plaza de san Pedro, no callaría porque me siento precisado a proseguir.
Monseñor Dupanloup, en sus célebres "Observaciones" sobre el concilio Vaticano, ha dicho, y con razón, que si declaramos a Pío IX infalible, debemos necesariamente, y de lógica natural, vernos precisados a mantener que todos sus predecesores eran también infalibles. Pero, venerables hermanos, aquí la historia levanta su voz con autoridad, asegurándonos que algunos papas erraron.
UNA MUESTRA
El papa Víctor (192), primero aprobó el montanismo y después lo condenó.
Marcelino (296 a 303) era un idólatra. Entro en el templo de Vesta y ofreció incienso a la diosa.
Leberio (358), consintió en la condenación de Anastasio; después hizo profesión de arianismo para lograr que se le revocara el destierro.
Gregrorio I (578 a 590), llama anticristo a cualquiera que se diese el nombre de obispo universal, y al contrario Bonifacio III (607), persuadió al emperador Phocas, a que le confiriera dicho título.
Pascual II (1088), y Eugenio III (1145), autorizaron lo desafíos; mientras que Julio (1599) y Pío IV, los prohibieron.
Adriano II (867 a 872) declaró válido el matrimonio civil ; pero Pío VII (1800 a 1823), lo condenó.
Sixto V (1585 a 1590), compró una edición de la Biblia y con una bula recomendó su lectura; Mas Pío VII condenó su lectura.
Mas ¿A que buscar pruebas tan remotas?:
¿No ha hecho otro tanto nuestro "santo padre" que está aquí, en su bula dando reglas para este mismo concilio, en el caso de que muriese mientras se hallaba reunido, revocando cuanto en tiempos pasados fue contrario a ello, aun cuando procediese de las decisiones de sus predecesores?
Nunca concluiría , mis venerables hermanos, si tratase de presentar a vuestra vista las contradicciones de los papas en sus enseñanzas; por lo tanto, si proclamáis la infalibilidad del papa actual, tendréis que probar o bien que los papas nunca se contradijeron, lo que es imposible, o bien tendréis que declarar que el Espíritu Santo os ha revelado que la infalibilidad del papado es tan solo de fecha 1870.
¿ Sois bastante atrevidos para hacer esto ?. Pues bien; no os engañéis a vosotros mismos.
Resumiendo una vez más, vuelvo a decir que , si decretáis la infalibilidad del actual obispo de Roma, deberíais establecer la infalibilidad de todos los anteriores, sin excluir a ninguno; mas ¿ Podéis hacer esto cuando la historia está allí probando con una claridad igual a la del sol mismo, que los papas han errado en sus enseñanzas? ¿ Podéis hacerlo y sostener que papas avaros, incestuosos, homicidas, simoniacos han sido vicarios de Jesucristo?. Mantener tal enormidad sería traición a Cristo peor que Judas; sería echarle suciedad en la cara.
Mis hermanos, volvamos a la Doctrina de los Apóstoles, puesto que fuera de ella no hay mas que horrores, tinieblas y traiciones falsas. Aprovechémonos de nuestra razón e inteligencia, tomando a los Apóstoles y profetas como nuestros únicos maestros, en cuanto a la cuestión de cuestiones: ¿Que debo hacer para ser salvo ?. Cuando hallamos decidido esto, habremos puesto el fundamento de nuestro sistema dogmático, firme e inmóvil como la roca, no reconoceremos más que a Jesucristo y a éste crucificado, como el Apóstol Pablo. (Los presentes gritaron: ¡Bájate¡ ¡fuera con el protestante, el calvinista, el traidor de la iglesia¡).
Yo no soy de Lutero, ni de Calvino, ni de Pablo, ni de los Apóstoles, pero si de Cristo.
Bien sabéis que no estáis protestando contra mí, sino contra los Apóstoles:
¿Hablarían ellos de una manera diferente a la mía? ¿Que les dirías cuando con sus escritos os dicen que el papado se ha apartado del Evangelio del Hijo de Dios, que ellos predicaron y confirmaron tan generosamente con su sangre?
¿ Os atreveríais a decirles: " Preferimos las doctrinas de nuestros papas a la vuestra?.
No , mil veces no , a no ser que hayáis tapado vuestros oídos para no oír, cubierto vuestros ojos para no ver, y embotada vuestra mente para no entender. ¡Ah ¡ , si el que reina arriba quiere castigarnos, bastará con dejar que hagáis a Pío IX un dios, así como se ha hecho una diosa a la bienaventurada virgen.
Salvad la iglesia del naufragio que la amenaza, buscando en las Sagradas Escrituras solamente la regla de Fe que debemos creer u profesar.
He dicho. ¡Dígnese Dios asistirme¡.
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Hasta aquí el discurso del obispo Strossmayer
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En otras ocasiones se ha presentado este discurso y algunos han sido incapaces de refutar al obispo Stossmayer, como seguramente ocurrió con el mismísimo Pio IX en el concilio Vaticano I, en particular el prójimo Sindone, quién abiertamente puso los pies en polvorosa cuando recién llegado se le solicitó su comentario, evidentemente por ese tiempo en este foro no se le conocía bien y aun no se acuñaba el concepto de "Sindonizar".
Sobre los descubrimientos arqueológicos que se mencionan y considerando que se trata de una ciencia secular, será interesante que junto con presentar la supuesta evidencia arqueológica, en el epígrafe que corresponde, se muestre también a las instituciones involucradas y principalmente a los que financiaron tales trabajos, no sea cosa que estas excavaciones arqueológicas modernas hayan sido financiadas directa o indirectamente por el Vaticano & Cia.
En lo que respecta a las personas que gustan de la información histórica, con la cual se construyen dogmas religiosos y edificios teológicos enormes, siempre es bueno y recomendable verificar a quien beneficia la información que se presenta, quien es el que la presenta y principalmente cual es la fuente de la información, esto por el bien de que la información histórica sea verificable por distintas fuentes y que el promotor y divulgador de la información sea digno de confianza.
En cuanto a lo estrictamente cristiano, es importante que la información sea revisada en detalle, de manera que se verifique si contribuye o no a la Gloria de Dios o si por el contrario está diseñada y es difundida públicamente con la finalidad de llevar gloria a las criaturas. Como cristianos bien sabemos que la jactancia y la soberbia, no provienen de Dios.
En Cristo
Rogelio
Ref.
Tomado con permiso de los editores de " Stichting In de Rechte Straat", pag. 21-23, Nº 126, Año XXVI, Ene-Feb 1994.