Aquí el único que se cree iluminado eres tú. Yo solamente soy un pobrecillo hombre que ama a Jesucristo. Y Jesucristo se manifiesta a los humildes. Tú, que te crees que lo sabes todo en cuanto a la Ley, odias terriblemente los verdaderos mandamientos de Dios, que son los que Jesucristo te enseña en el Evangelio.
Tu ley del viejo testamento quedó abolida por Jesucristo porque en esa ley se encuentran muchos mandamientos de penas de muerte, guerras y esclavitud que Dios no había mandado. Jesucristo es Dios, que cuando vio a su pueblo confundido con tus leyes del viejo testamento, se hizo Hombre y volvió a enseñar a sus hijos e hijas la verdadera Ley de Dios.
La Ley de Dios te enseña que hagas con los hombres lo que tú quieras que ellos hagan contigo. Entonces, esto quiere decir que si tú quieres ser apreciado en lo que dices, debes apreciar y respetar lo que dicen los hombres de buena voluntad. Pero el caso es que tú no respetas a nadie, nada más que tu propia opinión, por eso no recibes con respeto lo que te enseña Jesucristo en el Evangelio, pues Jesucristo te dice que si quieres entrar en la vida, guardes los mandamientos del Evangelio:
"Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones" (Mateo 19:16-22)
Como ves, si eres hombre codicioso y no quieres repartir tus bienes con los pobres, difícilmente vas a entrar en la vida.
Nadie te ha dado nado.
