Re: ¿Que opinan de los ex anticatolicos ahora convertidos al catolicismo?
Por aquí anda un niño que quedó impactado con mi testimonio. Ni mis hermanos cristianos (que se gozan en el corazón) han quedado tan anonadados con ese testimonio.
Porque usted lo pidió:
Mi testimonio incluye cómo JESUCRISTO ha cambiado radicalmente mi vida. Pero respondo en relación con lo que propuso maliciosamente un "católico" adolorido por ver a tantos viniendo a JESUCRISTO.
Se que este testimonio es para mis hermanos cristianos porque los "católicos" tendrán suficientes argumentos para atribuirle a satanás lo que hizo JESUCRISTO.
Desde niño aprendí el rosario. Muchas veces lo dirigía porque los presentes no lo sabían, cuando solo tenía 10 años de edad.
Desde los 8 años me sabía de memoría la oración de "San" Francisco de Asis (mi "santo" preferido mientras fui "católico"). Aquella que dice: "Señor, quiero ser un instrumento de tu paz, donde haya odio siembre yo amor, donde haya duda, fe... etc". Y obviamente el "Ave María" y el Padre Nuestro.
Cuando crecí, siendo adolescende ayudaba a mi maestra de religión a impartir clases de catecismo y me llegaba del colegio de secundaria a la escuela de primaria a compartir en las clases de religión.
Era monaguillo hasta mi juventud (niñez y adolescencia). Y aún de joven y adulto, cuando no había monaguillos, yo ayudaba.
Estuve en cursos de reconocimiento de la vocación de sacerdote porque siempre dije (antes de los 18 años) que quería ser cura. Prefería ser misionero en zonas de indígenas, pero mi director espiritual, el cura de mi pueblo me dijo que hacían falta muchos como él y que era mejor que estudiara para eso.
Cuando llegó el momento de decidir tenía una novia que.. ustedes saben... la quería mucho. Tenía 18 años cuando eso.
Sin embargo, seguí como maestro de catecismo y miembro activo de la Pastoral de Jóvenes. Tenía un grupo de niños a los que reunía todos los domingos después de misa y comentaba con ellos el Evangelio (la parte leída en la misa)
Durante la mayor parte de mi juventud fui miembro de la Legión de María (la legión del mal). Y llegué a ser el secretario del Senatus de mi región. Todos los días rezaba el rosario hasta dos veces al día (cosa que no hace ni el padre Kal).
Ya de adulto me convertí en ministro de la Palabra y en Ministro de la Comunión. Varias veces el cura me permitió dar el sermón del domingo en la misa con más concurrencia. Muchas veces durante el momento de la comunión me daba el copón a mí, él se sentada, y yo seguía repartiendo las galletitas.
A veces no entraba por la sacristía y me quedaba entre la gente, pero cuando pasaba a comulgar, el sacerdote me entregaba el copón con las galletitas sin levadura y yo las seguía repartiendo (él se iba a sentar).
Mis preocupaciones comenzaron cuando me enviaron a visitar enfermos para llevarles la "comunión" y comentarles el evangelio de los domingos. Para entonces ya estaba asistiendo a la Fraternidad Internacional de Hombres de Negocios del Evangelio Completo. Comencé a escuchar la palabra de Dios tal cual es, sin toda la mentira en la que la envuelve la H.I.C.
Yo tenía acceso sin restricción al Sagrario. Cada vez que iba a sacar las galletitas para llevarlas a los enfermos me quedaba un rato orando y yo le decía a JESUS: "Señor yo no creo que estés en estas galletas (en ese entonces no les decía así). Perdóname si eso te ofende, pero por favor muéstrame la verdad. Sea como sea, llega a las personas que visitaré". Ese fue mi clamor por varios meses.
En ese tiempo ya no pertenecía a la Legión de María pero comencé a rezar el rosario con más frecuencia. Por lo menos dos veces al día, cuando iba y cuando venía de mi trabajo. Le pedía a la "virgen" que me iluminara. (¡Que bruto! Pedirle al diablo que me lleve a Jesús)
No recibía respuesta y entonces cambié mi oración. Se que Cristo miraba mi corazón y escuchó mi oración. De pronto dejé de pedirle a María y le pedí directamente a Él y solo a Él: ilumíname ¿qué debo hacer?.
Un día estaba en un retiro espiritual y decidí apartarme a orar y a leer un libro que habría comprado. Se llama "BABILONIA. MISTERIO RELIGIOSO". Llegó un momento en donde dejé de leer y con pasión le pedí al Señor que me iluminara si tenía que salir de la H.I.C. o si debía serguir. Cuando volví a leer lo que estaba escrito era esto: "Y oí una voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seais partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas" Ap. 18:4
Ese fue el último día en que tuve dudas al respecto. Muchas otras cosas me mostraron el camino correcto, pero desde ese día lo seguí sin sentimientos de culpa.
Desde entonces dedico mi vida a Cristo.
Por aquí anda un niño que quedó impactado con mi testimonio. Ni mis hermanos cristianos (que se gozan en el corazón) han quedado tan anonadados con ese testimonio.
Porque usted lo pidió:
TESTIMONIO DE GLuis
Me dijeron el otro día que cuando era católico era posible no nisiquiera fuera a misa el domingo.
Mi testimonio incluye cómo JESUCRISTO ha cambiado radicalmente mi vida. Pero respondo en relación con lo que propuso maliciosamente un "católico" adolorido por ver a tantos viniendo a JESUCRISTO.
Se que este testimonio es para mis hermanos cristianos porque los "católicos" tendrán suficientes argumentos para atribuirle a satanás lo que hizo JESUCRISTO.
Desde niño aprendí el rosario. Muchas veces lo dirigía porque los presentes no lo sabían, cuando solo tenía 10 años de edad.
Desde los 8 años me sabía de memoría la oración de "San" Francisco de Asis (mi "santo" preferido mientras fui "católico"). Aquella que dice: "Señor, quiero ser un instrumento de tu paz, donde haya odio siembre yo amor, donde haya duda, fe... etc". Y obviamente el "Ave María" y el Padre Nuestro.
Cuando crecí, siendo adolescende ayudaba a mi maestra de religión a impartir clases de catecismo y me llegaba del colegio de secundaria a la escuela de primaria a compartir en las clases de religión.
Era monaguillo hasta mi juventud (niñez y adolescencia). Y aún de joven y adulto, cuando no había monaguillos, yo ayudaba.
Estuve en cursos de reconocimiento de la vocación de sacerdote porque siempre dije (antes de los 18 años) que quería ser cura. Prefería ser misionero en zonas de indígenas, pero mi director espiritual, el cura de mi pueblo me dijo que hacían falta muchos como él y que era mejor que estudiara para eso.
Cuando llegó el momento de decidir tenía una novia que.. ustedes saben... la quería mucho. Tenía 18 años cuando eso.
Sin embargo, seguí como maestro de catecismo y miembro activo de la Pastoral de Jóvenes. Tenía un grupo de niños a los que reunía todos los domingos después de misa y comentaba con ellos el Evangelio (la parte leída en la misa)
Durante la mayor parte de mi juventud fui miembro de la Legión de María (la legión del mal). Y llegué a ser el secretario del Senatus de mi región. Todos los días rezaba el rosario hasta dos veces al día (cosa que no hace ni el padre Kal).
Ya de adulto me convertí en ministro de la Palabra y en Ministro de la Comunión. Varias veces el cura me permitió dar el sermón del domingo en la misa con más concurrencia. Muchas veces durante el momento de la comunión me daba el copón a mí, él se sentada, y yo seguía repartiendo las galletitas.
A veces no entraba por la sacristía y me quedaba entre la gente, pero cuando pasaba a comulgar, el sacerdote me entregaba el copón con las galletitas sin levadura y yo las seguía repartiendo (él se iba a sentar).
Mis preocupaciones comenzaron cuando me enviaron a visitar enfermos para llevarles la "comunión" y comentarles el evangelio de los domingos. Para entonces ya estaba asistiendo a la Fraternidad Internacional de Hombres de Negocios del Evangelio Completo. Comencé a escuchar la palabra de Dios tal cual es, sin toda la mentira en la que la envuelve la H.I.C.
Yo tenía acceso sin restricción al Sagrario. Cada vez que iba a sacar las galletitas para llevarlas a los enfermos me quedaba un rato orando y yo le decía a JESUS: "Señor yo no creo que estés en estas galletas (en ese entonces no les decía así). Perdóname si eso te ofende, pero por favor muéstrame la verdad. Sea como sea, llega a las personas que visitaré". Ese fue mi clamor por varios meses.
En ese tiempo ya no pertenecía a la Legión de María pero comencé a rezar el rosario con más frecuencia. Por lo menos dos veces al día, cuando iba y cuando venía de mi trabajo. Le pedía a la "virgen" que me iluminara. (¡Que bruto! Pedirle al diablo que me lleve a Jesús)
No recibía respuesta y entonces cambié mi oración. Se que Cristo miraba mi corazón y escuchó mi oración. De pronto dejé de pedirle a María y le pedí directamente a Él y solo a Él: ilumíname ¿qué debo hacer?.
Un día estaba en un retiro espiritual y decidí apartarme a orar y a leer un libro que habría comprado. Se llama "BABILONIA. MISTERIO RELIGIOSO". Llegó un momento en donde dejé de leer y con pasión le pedí al Señor que me iluminara si tenía que salir de la H.I.C. o si debía serguir. Cuando volví a leer lo que estaba escrito era esto: "Y oí una voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seais partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas" Ap. 18:4
Ese fue el último día en que tuve dudas al respecto. Muchas otras cosas me mostraron el camino correcto, pero desde ese día lo seguí sin sentimientos de culpa.
Desde entonces dedico mi vida a Cristo.