Dejarse llevar solo por nuestras preferencias a la hora de elegir una religión es muy peligroso.
El Cristianismo puro, sin mezclas, es Cristo.
Por lo tanto, no puede ser una religión, esta palabreja, reduce a Cristo a la misma percepción que tiene el hombre natural con el que trabaja la madera, o la piedra, o cualquier otro material, de esta forma:
Isa 44:10 ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho?
Por ejemplo, la Watch Tower Society, consideran que Jesús, antes de su encarnación era un "dios".
Vamos a centrarnos en la "religión de la cristiandad", no vamos a tocar para nada, las otras religiones, de otros países, con otros dioses distintos, como por ejemplo el budismo.
Lo digo porque dentro de la "cristiandad profesante" hay los que consideran que solo "Jesús" es Dios, otros como el caso que nos ocupa, que solo el "Padre" es Dios" y dentro de los que consideran que "Jesús" es Dios, los hay que enseñan que María es la madre de Dios.
Todo este desorden caótico, es debido a la falta de Sana Doctrina.
Dentro de este desorden de la cristiandad profesante, o mundo denominacional, existen elementos de verdad, que las hacen aceptables, para quienes no conocen la Sana Doctrina, como mandamiento apostólico de todo Ministro de Cristo, leemos:
Tit 2:1 Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina.
El genuino creyente en Cristo, se esfuerza, por conocer la Sana Doctrina, los que no son genuinos, son engañados, y los tales se esfuerzan por hacer prevalecer las enseñanzas del grupo, o la secta, que los ha adoctrinado, conforme a sus postulados, los cuales, poseen elementos de verdad, pero se oponen a la Sana Doctrina.
Aquel creyente que ha sido engañado, y Cristo le va revelando la Sana Doctrina, no permanece en su secta o grupo que lo ha engañado.
El Espíritu Santo lo conmina a salir de ese sistema religioso corrupto.
El que permanece en él, a sabiendas que está haciendo lo malo, en cuanto a la equidad de la Deidad, en cuanto a otros dioses o cultos, o prácticas religiosas, ajenas a la Biblia, pero deliberadamente hace apología de su grupo, pone en riesgo el favor divino.
En tal caso, ¿podemos acaso mantener que todos los adscritos a la religión de la cristiandad, o al mundo denominacional, tienen la certidumbre del favor divino?
Si olvidamos por un momento «el espíritu de nuestra época» donde cada cual cree en lo que mejor le convenga, y lo defiende. Y aceptamos la autoridad divina de las Escrituras, nos veremos asaltados por la duda de si la religión en este sentido sirve para nada en absoluto.
Yo creo que no sirve para nada.
Un ejemplo bastará:
Mat 18:20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos.
Congregarnos en el nombre del Señor Jesucristo, como iglesia, significa estar plenamente identificados con Su persona, con Su doctrina, con todo lo que Él es, y actuar de esa manera.
Si un grupo de creyentes dice que “están congregados en el nombre del Señor”, y a la vez están desobedeciendo Su Palabra, ya no están actuando en nombre de Él, sino en nombre de ellos.
Si una iglesia se congrega en el nombre del Señor de veras, le está dando a Él el primer lugar, está reconociendo Su Señorío, se somete a Su Palabra y le obedece.
La cristiandad profesante o mundo denominacional:
Las denominaciones se caracterizan por el concepto que le dan a la iglesia, de manera particular a la iglesia local.
Fijémonos:
1) Tienen su propio nombre: Bautistas, Pentecostales, Libres, Solo Jesús, Testigos de Jehová, etcétera.
Algunas colocan nombre a cada iglesia:
Monte Horeb, el Buen Pastor, la "zarza ardiendo", etcétera.
2) Usan el modelo de un pastor para cada iglesia, las hermanas hablan en público, exigen el diezmo, algunas hermanas no se cubren ni se dejan crecer el cabello, etcétera.
3) Se agrupan en Confederaciones.
Pero nosotros creemos que Jesucristo es Dios, y el solo y suficiente Salvador.
La Palabra de Dios, La Biblia, es la guía infalible que seguimos, la máxima Autoridad en nuestras reuniones.
Nuestra sede está en el cielo.
No nos agrupamos en torno a otro nombre sino el de nuestro Señor Jesucristo y el modelo de cada iglesia a la que pertenecemos es el que fue enseñado por los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento.
Entonces, ¿entendemos la diferencia?
Pregunto de nuevo:
¿Podemos acaso mantener que todos los adscritos a la religión de la cristiandad, o al mundo denominacional, tienen la certidumbre del favor divino?
LA SALVACIÓN DEL ALMA NO ES PARA LOS GRUPOS HERÉTICOS.