¿Que opinas de los textos Biblicos de 2 de Macabeos?La doctrina del purgatorio es un descarado argumento diabólico, y que tiene como fin, la pérdida eterna de, en éste caso, un incontable número de católicos.
Cuando un católico se va de éste mundo, sin haberse puesto a cuentas con Dios, con la esperanza de un "purgatorio", ... se va derechito al infierno, pues partió de éste mundo como pecador, esperando "arreglar" el asunto del pecado después en aquel supuesto purgatorio.
Su Palabra enseña lo siguiente: "Está establecido a los hombres que mueran una vez... y después...Y DESPUÉS... el juicio" (Hebreos 9:27)
Su Palabra es clarísima... después de la muerte..¡¡EL JUICIO!!... no hay paso, ni fase, ni lugar, ni periodo intermedio.... simplemente, después de la muerte... el paso siguiente, sin apelación, es... EL JUICIO.
Lo que significa entonces, es que cualquier católico, que deja para después el asunto de su pecado con Dios, y se va de éste mundo esperando que en el tristemente famoso purgatorio podrá arreglarlo... está eternamente perdido.
Dios bendiga
2 Macabeos
12:44 porque si no hubiera esperado que los caídos en la batalla iban a resucitar, habría sido inútil y superfluo orar por los difuntos.
12:45 Además, él tenía presente la magnífica recompensa que está reservada a los que mueren piadosamente, y este es un pensamiento santo y piadoso. Por eso, mandó ofrecer el sacrificio de expiación por los muertos, para que fueran librados de sus pecados.
La doctrina del purgatorio es un descarado argumento diabólico, y que tiene como fin, la pérdida eterna de, en éste caso, un incontable número de católicos.
Cuando un católico se va de éste mundo, sin haberse puesto a cuentas con Dios, con la esperanza de un "purgatorio", ... se va derechito al infierno, pues partió de éste mundo como pecador, esperando "arreglar" el asunto del pecado después en aquel supuesto purgatorio.
Su Palabra enseña lo siguiente: "Está establecido a los hombres que mueran una vez... y después...Y DESPUÉS... el juicio" (Hebreos 9:27)
Su Palabra es clarísima... después de la muerte..¡¡EL JUICIO!!... no hay paso, ni fase, ni lugar, ni periodo intermedio.... simplemente, después de la muerte... el paso siguiente, sin apelación, es... EL JUICIO.
Lo que significa entonces, es que cualquier católico, que deja para después el asunto de su pecado con Dios, y se va de éste mundo esperando que en el tristemente famoso purgatorio podrá arreglarlo... está eternamente perdido.
Dios bendiga
Lucas 12:58-59 (Nueva Versión Internacional)
58 Si tienes que ir con un adversario al magistrado, procura reconciliarte con él en el camino, no sea que te lleve por la fuerza ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. 59 Te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo.
Lucas 12:58-59 (Reina-Valera Antigua)
58Pues cuando vas al magistrado con tu adversario, procura en el camino librarte de él; porque no te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel.
59 Te digo que no saldrás de allá, hasta que hayas pagado hasta el último maravedí.
Lucas 12:58-59 (La Biblia de las Américas)
58Porque mientras vas con tu adversario para comparecer ante el magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te eche en la cárcel.
59 Te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado aun el último centavo.
El Purgatorio: Purificación necesaria para el encuentro con DiosCatequesis de Juan Pablo II
Miércoles 4 de agosto 99
1. Como hemos visto en las dos catequesis anteriores, a partir de la opción definitiva por Dios o contra Dios, el hombre se encuentra ante una alternativa: o vive con el Señor en la bienaventuranza eterna, o permanece alejado de su presencia.
Para cuantos se encuentran en la condición de apertura a Dios, pero de un modo imperfecto, el camino hacia la bienaventuranza plena requiere una purificación, que la fe de la Iglesia ilustra mediante la doctrina del «purgatorio» (cf. Catecismo de la Iglesia católica, nn. 1030-1032).
2. En la sagrada Escritura se pueden captar algunos elementos que ayudan a comprender el sentido de esta doctrina, aunque no esté enunciada de modo explícito. Expresan la convicción de que no se puede acceder a Dios sin pasar a través de algún tipo de purificación.
Según la legislación religiosa del Antiguo Testamento, lo que está destinado a Dios debe ser perfecto. En consecuencia, también la integridad física es particularmente exigida para las realidades que entran en contacto con Dios en el plano sacrificial, como, por ejemplo, los animales para inmolar (cf. Lv 22, 22), o en el institucional, como en el caso de los sacerdotes, ministros del culto (cf. Lv 21, 17-23). A esta integridad física debe corresponder una entrega total, tanto de las personas como de la colectividad (cf. 1R 8, 61), al Dios de la alianza de acuerdo con las grandes enseñanzas del Deuteronomio (cf. Dt 6, 5). Se trata de amar a Dios con todo el ser, con pureza de corazón y con el testimonio de las obras (cf . Dt 10, 12 s).
La exigencia de integridad se impone evidentemente después de la muerte, para entrar en la comunión perfecta y definitiva con Dios. Quien no tiene esta integridad debe pasar por la purificación. Un texto de san Pablo lo sugiere.
El Apóstol habla del valor de la obra de cada uno, que se revelará el día del juicio, v dice: «Aquel, cuya obra, construida sobre el cimiento (Cristo), resista, recibirá la recompensa. Mas aquel, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego» (1Co 3, 14-15).
3. Para alcanzar un estado de integridad perfecta es necesaria, a veces, la intercesión o la mediación de una persona. Por ejemplo, Moisés obtiene el perdón del pueblo con una súplica, en la que evoca la obra salvífica realizada por Dios en el pasado e invoca si fidelidad al juramento hecho a los padres (cf. Ex 32, 30 y vv. 11-13). La figura del Siervo del Señor, delineada por el libro de Isaías, se caracteriza también por su función de interceder y expiar en favor de muchos; al término de sus sufrimientos, él «verá la luz» y «justificará a muchos», cargando con sus culpas (cf. Is 52, 13-53, 12, especialmente, 53, 11).
El Salmo 51 puede considerarse, desde la visión del Antiguo Testamento, una síntesis del proceso de reintegración: el pecador confiesa y reconoce la propia culpa (v. 6), y pide insistentemente ser purificado o «lavado» (vv. 4. 9. 12 y 16), para poder proclamar la alabanza divina (v. 17).
4. El Nuevo Testamento presenta a Cristo como el intercesor, que desempeña las funciones del sumo sacerdote el día de la expiación (cf. Hb 5, 7; 7, 25). Pero en él el sacerdocio presenta una configuración nueva y definitiva. Él entra una sola vez en el santuario celestial para interceder ante Dios en favor nuestro (cf. Hb 9, 23-26, especialmente el v. 24). Es Sacerdote y, al mismo tiempo, «víctima de propiciación» por los pecados de todo el mundo (cf. 1 Jn 2, 2).
Jesús, como el gran intercesor que expía por nosotros, se revelará plenamente al final de nuestra vida, cuando se manifieste con el ofrecimiento de misericordia, pero también con el juicio inevitable para quien rechaza el amor y el perdón del Padre.
El ofrecimiento de misericordia no excluye el deber de presentarnos puros o íntegros ante Dios, ricos de esa caridad que Pablo llama «vínculo de la perfección» (Col 3, 14).
5. Durante nuestra vida terrena, siguiendo la exhortación evangélica a ser perfectos como el Padre celestial (cf. Mt 5, 48), estamos llamados a crecer en el amor, para hallarnos firmes e irreprensibles en presencia de Dios Padre, en el momento de «la venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos» (1Ts 3, 12 s). Por otra parte, estamos invitados a «purificamos de toda mancha de la carne y del espíritu» (2Co 7, 1; cf. 1 Jn 3, 3), porque el encuentro con Dios requiere una pureza absoluta.
Hay que eliminar todo vestigio de apego al mal y corregir toda imperfección del alma. La purificación debe ser completa, y precisamente esto es lo que enseña la doctrina de la Iglesia sobre el purgatorio. Este término no indica un lugar, sino una condición de vida. Quienes después de la muerte viven en un estado de purificación ya están en el amor de Cristo, que los libera de los residuos de la imperfección (cf. concilio ecuménico de Florencia, Decretum pro Graecis: Denzinger-Schönmetzer, 1304; concilio ecuménico de Trento, Decretum de justificatione y Decretum de purgatorio: ib., 1580 y 1820).
Hay que precisar que el estado de purificación no es una prolongación de la situación terrena, como si después de la muerte se diera una ulterior posibilidad de cambiar el propio destino. La enseñanza de la Iglesia a este propósito es inequívoca, y ha sido reafirmada por el concilio Vaticano 11, que enseña: «Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en tierra (cf. Hb 9, 27), mereceremos entrar con él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir, como siervos malos y perezosos al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde "habrá llanto y rechinar de dientes" (Mt 22, 13 y 25, 30)» (Lumen gentium, 48).
6. Hay que proponer hoy de nuevo un último aspecto importante, que la tradición de la Iglesia siempre ha puesto de relieve: la dimensión comunitaria. En efecto, quienes se encuentran en la condición de purificación están unidos tanto a los bienaventurados, que ya gozan plenamente de la vida eterna, como a nosotros, que caminamos en este mundo hacia la casa del Padre (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1032).
Así como en la vida terrena los creyentes están unidos entre sí en el único Cuerpo Místico, así también después de la muerte los que viven en estado de purificación experimentan la misma solidaridad eclesial que actúa en la oración, en los sufragios y en la caridad de los demás hermanos en la fe. La purificación se realiza en el vínculo esencial que se crea entre quienes viven la vida del tiempo presente y quienes ya gozan de la bienaventuranza eterna.
Enteramente de acuerdo.La doctrina del purgatorio es un descarado argumento diabólico, y que tiene como fin, la pérdida eterna de, en éste caso, un incontable número de católicos.
Cuando un católico se va de éste mundo, sin haberse puesto a cuentas con Dios, con la esperanza de un "purgatorio", ... se va derechito al infierno, pues partió de éste mundo como pecador, esperando "arreglar" el asunto del pecado después en aquel supuesto purgatorio.
Su Palabra enseña lo siguiente: "Está establecido a los hombres que mueran una vez... y después...Y DESPUÉS... el juicio" (Hebreos 9:27)
Su Palabra es clarísima... después de la muerte..¡¡EL JUICIO!!... no hay paso, ni fase, ni lugar, ni periodo intermedio.... simplemente, después de la muerte... el paso siguiente, sin apelación, es... EL JUICIO.
Lo que significa entonces, es que cualquier católico, que deja para después el asunto de su pecado con Dios, y se va de éste mundo esperando que en el tristemente famoso purgatorio podrá arreglarlo... está eternamente perdido.
Dios bendiga
Poco a poco va saliendo el jesuita disfrazado, primero de adventista, luego de protestante.Citas Biblicas Para Reflexionar:
Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo. Lucas 12,58-59
En estos pasajes Jesús hace referencia a un castigo temporal que no puede ser el infierno ni tampoco el cielo.
El purgatorio hace vana la cruz de Cristo.!!!
La simple idea de morir en pecado con la esperanza de que después de la muerte haya algún medio de ser redimido del pecado, es una clara oposición al sacrificio expiatorio de Cristo. (Post # 8)
Por favor Paxinchristi! Has oído que dice la palabra "...el alma que pecare esa morirá..." Ese morir no es como el morir de todos los humanos, ese morir es para siempre. No hay misericordia en esa muerte, lo que hay es juicio y justicia de Dios. (Post # 11)
Cuando un católico se va de éste mundo, sin haberse puesto a cuentas con Dios, con la esperanza de un "purgatorio",... se va derechito al infierno, pues partió de éste mundo como pecador, esperando "arreglar" el asunto del pecado después en aquel supuesto purgatorio.
Su Palabra enseña lo siguiente: "Está establecido a los hombres que mueran una vez... y después...Y DESPUÉS... el juicio" (Hebreos 9:27)
Su Palabra es clarísima... después de la muerte...¡¡EL JUICIO!!... no hay paso, ni fase, ni lugar, ni periodo intermedio.... simplemente, después de la muerte... el paso siguiente, sin apelación, es... EL JUICIO.
Lo que significa entonces, es que cualquier católico, que deja para después el asunto de su pecado con Dios, y se va de éste mundo esperando que en el tristemente famoso purgatorio podrá arreglarlo... está eternamente perdido. (Post # 17)
LA PURIFICACION FINAL O PURGATORIO
1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
1031 La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados.
La doctrina del purgatorio es un descarado argumento diabólico, y que tiene como fin, la pérdida eterna de, en éste caso, un incontable número de católicos.
Cuando un católico se va de éste mundo, sin haberse puesto a cuentas con Dios, con la esperanza de un "purgatorio", ... se va derechito al infierno, pues partió de éste mundo como pecador, esperando "arreglar" el asunto del pecado después en aquel supuesto purgatorio.
Su Palabra enseña lo siguiente: "Está establecido a los hombres que mueran una vez... y después...Y DESPUÉS... el juicio" (Hebreos 9:27)
Su Palabra es clarísima... después de la muerte..¡¡EL JUICIO!!... no hay paso, ni fase, ni lugar, ni periodo intermedio.... simplemente, después de la muerte... el paso siguiente, sin apelación, es... EL JUICIO.
Lo que significa entonces, es que cualquier católico, que deja para después el asunto de su pecado con Dios, y se va de éste mundo esperando que en el tristemente famoso purgatorio podrá arreglarlo... está eternamente perdido.
Poco a poco va saliendo el jesuita disfrazado, primero de adventista, luego de protestante.
Para salir tiene que pagar todo.
Si vamos a quemar un madero hasta la mitad, simplemente no hemos quemado el madero. Si lo quemamos todo lo que "saldrá" o quedará son cenizas. De la paga del pecado se sale muerto, no queda nada de la madera.
¡Con mayor razón se hace innecesario el purgatorio!Pero hay pecados que no son meritorios de muerte;
1Jn 5:17 Toda maldad es pecado, pero no es necesariamente pecado que lleva a la muerte.
¡Con mayor razón se hace innecesario el purgatorio!
Si confesamos los pecados de muerte y somos perdonados y limpiados, por los que no son de muerte, el purgatorio sale sobrando. Fue un invento para sacar dinero a los ingenuos.
Es como decirle a alguien que pagó toda la cuenta, ¡hey, falta pagar unos extras en la factura!. Cristo pagó TODO
Bendiciones en El Eterno
Sobre el Purgatorio
1.- La Biblia no indica nada sobre este lugar...
2.- La Biblia tampoco enseña que después de morir se necesita mayor purificación para ir al cielo.
3.- Lo que si enseña la Biblia es que la salvación es un regalo
Romanos
6:23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos
5:9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Y otros mas...
Ahora... ¿Dios nos daría la vida Eterna como regalo (don) para hacernos sufrir antes de disfrutar plenamente de ella?
Este es la verdadera purificación...la Sangre de Cristo, que nos limpia de todo pecado.
Romanos
8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Paz de Cristo
2 Macabeos
12:44 porque si no hubiera esperado que los caídos en la batalla iban a resucitar, habría sido inútil y superfluo orar por los difuntos.
12:45 Además, él tenía presente la magnífica recompensa que está reservada a los que mueren piadosamente, y este es un pensamiento santo y piadoso. Por eso, mandó ofrecer el sacrificio de expiación por los muertos, para que fueran librados de sus pecados.
PURGATORIO
MT 12, 32. Pecado contra el E.S.
MT 5, 25-26. Estar preso hasta pagar el último centavo.
I COR 3, 13-15. Probados por el fuego.
II MAC. 12, 38-46. Oraciones y sacrificios por los muertos.
I JN 5, 17. Hay pecados que no merecen la muerte.