

De todos los dones espirituales sobre los que escribió Pablo en su carta a la iglesia de Corinto en 1a primera carta, capítulos 12 a 14, destacó la profecía como el don que el creyente debe buscar. Creo que hizo esto por una razón: los otros dones, con excepción de las lenguas, son básicamente para la obra del reino, herramientas para el ministerio. La profecía, sin embargo, revela lo que el Padre desea comunicamos. De hecho, Pablo oró por la iglesia de Éfeso para que tuviera "espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él" (Efesios 1:17).
La profecía nos lleva a una intimidad mayor con Dios. Nos saca de la postura religiosa de intentar hacer lo que pensamos que Dios quiere que hagamos, y nos ayuda a entender la voluntad y dirección específica del Padre. Cuando estudiamos la vida de Jesús vemos que solamente hizo las cosas que vio hacer a su Padre (ver Juan 5:19-20, 28-29).
La profecía también nos ayuda a ver las cosas desde la perspectiva de Dios más que desde el entendimiento humano, Por ejemplo, es fácil enfocar en la cantidad de pecado, destrucción, idolatría y violencia en el mundo de hoy, y tener una débil esperanza de que el Evangelio crezca. Pero cuando levantamos los ojos de nuestros corazones hacia Dios, vemos que "los campos están listos para la siega".
Filtrar la palabra
Un problema, sin embargo, es que algunas veces el conocimiento limitado del profeta filtra la revelación que recibe e influencia fuertemente su interpretación de lo que experimenta. Cuando nuestros corazones están bien con Dios y descansan en él, vemos y oímos lo que el Espíritu Santo nos muestra. Esto edifica la fe y confianza en lo que Dios quiere hacer.
Pero cuando tenemos una teología débil e intranquila, concerniente a cosas como la soberanía de Dios, nublamos la revelación con nuestra propia debilidad.
Durante los años 70 y 80 varios pastores noruegos y líderes comenzaron a tener visiones similares y sueños de lo que parecía ser sangre que descendía por un mapa de Noruega. Comenzaban desde el norte, donde Noruega linda con la antigua Unión Soviética, y luego fluían hacia la parte del sur del país. En aquel momento los soviéticos tenían un gran armada y varias bases navales alrededor de Murmansk, cerca del límite norte de Noruega.
Los noruegos estaban asustados de la "superpotencia" soviética que ya había tomado muchas de las naciones vecinas en Europa Oriental. Por causa del temor de que algún día pudieran ser invadidos desde el norte por los soviéticos, muchos noruegos interpretaron la visión en forma negativa, pues entendían que, a menos que la iglesia de Noruega orara con gran diligencia, el país iba a ser tomado por los soviéticos como los vecinos del bloque oriental lo habían sido hacía unos años.
El mapa manchado de sangre representaba para ellos las vidas de los noruegos que serían sacrificados en esta invasión.
Lo que en realidad sucedió fue bastante diferente. Cerca del tiempo del glasnots y la perestroika durante el final de los 80, un fuerte mover del Espíritu Santo comenzó en la parte norte de la Unión Soviética luego de casi setenta años de ateísmo forzado. En lugar de ser destruidas, muchas iglesias noruegas y sus líderes pasaron a estar profundamente involucrados en un maravilloso mover del Espíritu Santo en el país que siempre habían temido. Varias ciudades grandes y grupos distintos étnicos que no habían escuchado el Evangelio durante generaciones comenzaron a responder a Jesús.
Finalmente, se dieron cuenta que lo que Dios les había mostrado no era lo que temían, sino más bien la que "sangre del Cordero" comenzaba a fluir... Nadie con excepción del Señor es infalible. El Espíritu Santo habla perfectamente, mientras que nosotros escuchamos imperfectamente.
A medida que el mover del Espíritu Santo creció, muchas iglesias en Noruega que estaban involucradas en este fresca acción del Espíritu comenzaron a experimentar un mover similar. Empezaron a cosechar localmente lo que estaban sembrando en otro lugar. Finalmente, se dieron cuenta que lo que Dios les había dicho comenzaba a fluir a lo largo de la frontera norte y descendía luego al sur ¡a través de la nación noruega entera!
Examinar las palabras de la profecía
A causa de la tendencia a filtrar las palabras a través de la fragilidad humana, como los hicieron los noruegos, cuando las profecías son dadas a la iglesia, es muy necesario que apliquemos varias pruebas a ellas.
Primero que todo: ¿es la palabra, sueño o visión, consistente con los temas escriturales? No es suficiente que la "palabra" contenga un versículo bíblico, o términos religiosos: debe ser consistente con la doctrina y espíritu de La Biblia. Por ejemplo, una palabra que manipula a los oyentes para que den ofrendas obligadamente será inconsistente con las directivas de Pablo de dar desde un corazón gozoso (vea 2 Corintios 9:7).
En segundo lugar: ¿sucedió la palabra? Nadie, con excepción del Señor, es infalible. El Espíritu Santo habla perfectamente mientras que nosotros escuchamos imperfectamente. Pero alguien con reconocido ministerio profético debería profetizar ajustadamente, antes que dar cantidades de "falsas profecías" que nunca suceden.
Creo que hay otro tipo de falsa profecía que es muy evidente dentro de la Iglesia hoy. Viene de aquellos que profetizan ajustadamente cosas que vendrán, pero dan un reflejo falso de Dios el Padre. Hay, desafortunadamente, profetas que hacen sensacionalismo de las palabras de juicio, destrucción y desesperanza, sin dar nada de esperanza y aliento a la iglesia. El fruto a corto plazo de estas así llamadas "palabras" son el temor y la falta de fe. Los efectos a largo plazo son la apatía hacia las palabras reales de parte de Dios y una falta de visión para el futuro.
Ciertamente Dios da mensajes de alerta y orientación, pero la verdadera profecía siempre produce paz, esperanza y aliento porque ¡Dios es bueno!
Pablo escribió que la intención de Dios al dar palabras proféticas, visiones y sueños era alentar, fortalecer, consolar (vea 1 Corintios 14:3) y ayudarnos a ver las cosas desde la perspectiva de Dios. De acuerdo a la Biblia, Dios siempre está obrando para bien de aquellos que le aman (Romanos 8:28). De hecho, aún durante tiempos de hambre La Biblia promete que los justos tendrán abundancia (Salmos 37:19). Dios el Padre no permite que nada suceda en nuestras vidas que no esté moldeado por su dulce corazón en favor de nosotros.
Durante los últimos años, con todo, he escuchado muchas profecías dadas a la Iglesia que creo han causado más daño que bien. Muchas de estas palabras profetizaban grandiosos colapsos de sociedades y finanzas que sucederían al fin del milenio por causa de los problemas del Y2K. Otros habían profetizado que partes de los Estados Unidos experimentarían terremotos devastadores que prácticamente diezmarían ciudades enteras y aún Estados. Hay varias palabras más sobre otros desastres grandes a lo largo de la nación tales como bombardeos nucleares en los Estados Unidos.
Muchas de estas palabras se han caracterizado por el sensacionalismo, el cual pareciera que para ambas culturas, la secular y la cristiana, se demanda constantemente, y una falta de los propósitos redentores de Dios. No solamente la mayoría de estas palabras no se cumplieron, sino que han producido mal fruto en algunas iglesias.
Examinar los frutos
La aceptación amplia de estas "palabras" produjeron mal fruto en tres maneras. Primero, algunos cristianos quitaron sus ojos del Señor de la cosecha y se permitieron "descarrilarse" del objetivo que indica que el reino de Dios es un reino siempre creciente. Segundo, muchos cristianos de alguna manera se han olvidado de las maravillosas promesas de que Jesús estaría con nosotros y por nosotros. Tercero, "palabras" de este tipo han hecho que mucha gente descrea completamente de todas las palabras proféticas, aún aquellas que Dios da para traer visión, esperanza y dirección.
En muchos lugares del mundo tales como partes de Asia, África y Sur América, ciudades y naciones experimentan una grandiosa cosecha. Creo también que Dios ha preparado iglesias en Norte América y Europa durante los últimos veinticinco años para tales acciones del Espíritu Santo. Como parte de ese proceso, Dios ha restaurado el ministerio profético para fortalecer a la Iglesia.
Algunos pueden decir que estas profecías "de juicio" eran palabras verdaderas de parte de Dios pero, porque la iglesia ha orado, Dios retiró su mano de juicio. Aunque esto puede ser verdad en algunos casos, necesitamos darnos cuenta de que en los últimos años ha habido un cantidad de oración sin precedentes a favor de nuestras naciones. Miles de iglesias y líderes toman a pecho las palabras de Salomón y alientan a cualquier nación que enfrenta grandes dificultades por causa de su pecado: "Si se humillara mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren y buscaren mí rostro, y se convirtieron de sus malos caminos; entonces, yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra" (2 Crónicas 7:14). De acuerdo a su Palabra, a la vista de la humildad y el quebrantamiento, Dios responderá estas oraciones y continuará derramando su Espíritu. Es el tiempo para que nosotros busquemos su gloria, y no su ira.
Mientras continuamos buscando a Dios para nuestras naciones, levantemos los ojos de nuestros corazones para ver la cosecha en los campos, que está lista. Continuemos buscando al Señor de la cosecha para que envíe obreros a la mies y confiemos en Él porque es un buen Padre. Él habla a sus hijos para traerles aliento, fuerza y consuelo, antes que temor por el futuro. Recordemos la profecía de Isaías: "Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas. Yo Jehová; este es mi nombre, y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas. He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas, antes que salgan a luz, yo os las haré notorias" (Isaías 42:6-9).
EN SU GLORIA
GIOVANNI