Otro error en el que caemos es en creer que nuestra misión es convertir a la gente o "salvarla".
Nadie puede hacer eso porque esa premisa se fundamenta en una concepción autoritaria de la vida.
Una concepción donde unos son mejores que los otros y tienen derecho a gobernarlos para su bien.
En una concepción de igualdad ante Dios esa premisa es completamente errada.
Yo solo puedo predicar la verdad que me fue predicada, o sea repetir el mensaje de Dios para los hombres y es prerrogativa de cada uno, recibirlo y obrar en consecuencia.
Si Dios siendo Dios, no se mete y no nos fuerza en lo absoluto, que nos da derecho a nosotros a hacer distinto.
Algunos se creen con el deber de salvar al mundo y terminan haciendo desastres y matando a todo el que se le opone.
La historia es testigo fiel de todas estas intentonas de sometimiento.
Religiosos o no. Porque esa una estupidez propia del hombre caído, degenerado y petulante.
Por eso el hombre debe ser humilde.
Y humilde no es ser pobre, pordiosero, sumiso a los demás, de poco caracter, cobarde...
Humilde es tener una justa estima del lugar que se ocupa en el contexto de las edades, en referencia a un Dios creador y a todos aquellos que están en el barco con nosotros.
Humildad es certeza de posición. El humilde es ubicado.
El humilde sabe que está bajo autoridad y va a dar cuentas de todo lo que hace.
Pero no "un dar cuentas" amenazante, condenatorio, agorero, sino por el contrario, "un dar cuentas" justo, esperanzador, liberador, desafiante, atractivo y motivador.
Voy a dar cuentas por eso quiero ser mejor, quiero superarme.
Los bendigo
despues ya ni eso era...
