¿Porque me hice Catolico?

Re: ¿Porque me hice Catolico?

Dios te bendiga caminante.

Puedes juzgarme como gustes, solo ve esta perspectiva, la biblia dice que Jesus dio autoridad a sus discipulos para remitir ó retener pecados (Juan 20:23).

¿Que iglesia respeta este dogma?.

lo que sucede contigo es que quiere arrollarme, mas no consideras que lo que estoy buscando es guardar la interpretación original de las escrituras.

Te fijas como han cambiado tantos los dogmas y las interpretaciónes que segun muchos grupos ningun hombre en esta tierra puede perdonar ó remitir pecados sino solo Dios, cuando la biblia dice que Jesus "SI DIO ESTA AUTORIDAD".

¿Que sucederia si lo que tu piensas que es la verdad es mentira? ó la persepción que tu tienes de Cristo y de la salvación esta fundamentada en una intepretación erronea de las escrituras.

Tu contestaras, El Espiritu santo me guia a toda verdad y toda justicia, pues entonces ¿porque no aceptan que Jesus dio potestad a sus discipulos para remitir ó retener pecados?.

Yo no soy catolico por defender un grupo religioso, soy catolico porque creo en Jesus y reconozco despues de tanto indagar e investigar que la interpretación correcta de las escrituras, es catolica. (he escuchado predicaciónes pentecostales, bautistas, metodistas, luteranas, muchos).

si deseas, te reto a que investigues y leas las escrituras detalladamente por ti mismo.

Dios te guarde.

no quiero en ningun momento que esto se vea como una pelea, ó que tengo algo encontra del pueblo evangelico, todo lo contrario, los amo mucho, pero veo su amor por Jesus pero estan tan confundidos entre tantas doctrinas erradas, confundiendo muchos mezclando los pactos, malinterpretando el apocalipsis, otros buscan guardar la ley de moises, sacando los versos fuera de contexto, etc.

Cristo los ama y los ama muchisimo.

No hay ningun pecado en ser Cristiano Catolico aunque alguien les haya dicho ó les haya hecho creer que si. busquen estudios de teologia catolica, se van a sorprender de muchas cosas. "no lo estoy obligando a convertirse al catolicismo", de perdida por "pura curiosidad".

aqui hay buenos temas, www.apologeticasiloe.com

Saludos.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

Catecismo de la Iglesia Católica:
424 Movidos por la gracia del Espíritu Santo y atraídos por el Padre nosotros creemos y confesamos a propósito de Jesús: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16). Sobre la roca de esta fe, confesada por San Pedro, Cristo ha construido su Iglesia (cf. Mt 16, 18; San León Magno, serm. 4, 3;51, 1;62, 2;83, 3).

Catecismo, libro de mormón, etc... todo son papeles y más papeles por tal de hallar justificación... ya se va viendo la negación, y cada vez más... ante la Palabra de Dios no pueden, de ahí que acuden a lo más oscuro que pretenden... cuando se deja de utiizar la Biblia, razón más que obvia hay... ella no les da la razón, hay que crear a tal cual es la pretensión por tal de justificar lo injustificable ante Dios...
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

Catecismo, libro de mormón, etc... todo son papeles y más papeles por tal de hallar justificación... ya se va viendo la negación, y cada vez más... ante la Palabra de Dios no pueden, de ahí que acuden a lo más oscuro que pretenden... cuando se deja de utiizar la Biblia, razón más que obvia hay... ella no les da la razón, hay que crear a tal cual es la pretensión por tal de justificar lo injustificable ante Dios...

¿El qué dice usted que no podemos ante la Palabra de Dios?
Mire, el testimonio de Fernando Casanova es impresionante y sin duda producirá otras conversiones a la fe de la Iglesia de Cristo. Además es bíblico a más no poder. Así que a ver si cambian ustedes de chip. La Biblia es fundamental para entender y defender la fe católica. El Catecismo está plagado de citas bíblicas. En realidad, en este foro muchos católicos usamos la Escritura tanto o más que ustedes. Pero si piensan que con citar la Biblia basta para estar en la verdad, recuerden que el mismísimo Satanás la usó para tentar a Cristo. Y todos los herejes habidos y por haber en veinte siglos de cristianismo han querido basar en la Biblia sus herejías y su oposición a la fe de la Iglesia. Así que la fórmula "libre examen de la Biblia = estar en la verdad" no funciona. De hecho se puede demostrar de forma inapelable que esa fórmula en realidad ha de formularse así: "libre examen de la Biblia = nido inagotable de heterodoxias".
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

¿El qué dice usted que no podemos ante la Palabra de Dios?
Mire, el testimonio de Fernando Casanova es impresionante y sin duda producirá otras conversiones a la fe de la Iglesia de Cristo. Además es bíblico a más no poder. Así que a ver si cambian ustedes de chip. La Biblia es fundamental para entender y defender la fe católica. El Catecismo está plagado de citas bíblicas. En realidad, en este foro muchos católicos usamos la Escritura tanto o más que ustedes. Pero si piensan que con citar la Biblia basta para estar en la verdad, recuerden que el mismísimo Satanás la usó para tentar a Cristo. Y todos los herejes habidos y por haber en veinte siglos de cristianismo han querido basar en la Biblia sus herejías y su oposición a la fe de la Iglesia. Así que la fórmula "libre examen de la Biblia = estar en la verdad" no funciona. De hecho se puede demostrar de forma inapelable que esa fórmula en realidad ha de formularse así: "libre examen de la Biblia = nido inagotable de heterodoxias".

Hola Luis Fernando: Exactamente que parte de mi post no entendió?????? Gracias.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

¿El qué dice usted que no podemos ante la Palabra de Dios?
Mire, el testimonio de Fernando Casanova es impresionante y sin duda producirá otras conversiones a la fe de la Iglesia de Cristo. Además es bíblico a más no poder. Así que a ver si cambian ustedes de chip. La Biblia es fundamental para entender y defender la fe católica. El Catecismo está plagado de citas bíblicas. En realidad, en este foro muchos católicos usamos la Escritura tanto o más que ustedes. Pero si piensan que con citar la Biblia basta para estar en la verdad, recuerden que el mismísimo Satanás la usó para tentar a Cristo. Y todos los herejes habidos y por haber en veinte siglos de cristianismo han querido basar en la Biblia sus herejías y su oposición a la fe de la Iglesia. Así que la fórmula "libre examen de la Biblia = estar en la verdad" no funciona. De hecho se puede demostrar de forma inapelable que esa fórmula en realidad ha de formularse así: "libre examen de la Biblia = nido inagotable de heterodoxias".

Por cierto, Luís Fernando, de nuevo vuelve a negar la Palabra de Dios, y por lo cual, de nuevo vuelve a interponer a un hombre por encima del Hijo de Dios.... ¿aun no sabe que la conversión depende en su plenitud de la Obra del Espíritu Santo?... no, parece que no, siempre es lo mismo, hombres y más hombres, pero nunca el Nombre dado a los hombres por cual se puede ser salvo... En fin, cosas de escudriñar el catecismo, los concilios, y demás documentos de hombres... sabe, le diré: de hombre x hombre para hombre = a 666. Quien lea entienda.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

Jo. la parrafada de LFP.
Aqui en este foro los catos no se cansan de colocar citas bíblicas y a la vez muestran la entendederas que tienen al respecto. Uno cita "friamente" lo de remitir - retener ¿y como lo entiende? ¿Como confesión auricular?
Ignora lo que es remitir y tambien ignora lo que significa retener. Y encima nos viene el de la batuta y se explaya sobre lo de la libre interpretación de cuyo significado no tiene ni la más remota idea.
Para quien o quienes fueron inspirados los libros de conforman las Escrituras. ¿A quien escribió Pablo aparte de las epístolas personales a Tito Y Timoteo? ¿Para un magisterio eclesiástico que ha pretendido esconderlas de sus propios fieles? Luego nos viene con el cuento del catecismo en el que unas cuantas gotitas de las Escrituras al tun tun, y seguidamente nos dice que el catecismo se basa en las mismas.
Como escribió el teologo que he citado. Que fue el pueblo, los laicos, los que mantuvieron la fe nicena y que tambien fué la jerarquía la cayo en el arrianismo. ¿Por que? pues porque no se les negaba la lectura de la Escritura.
¿Y que hace el pueblo romanista en la actualidad.
Veamos esta frasecita:
Mire, el testimonio de Fernando Casanova es impresionante y sin duda producirá otras conversiones a la fe de la Iglesia de Cristo. Además es bíblico a más no poder. Así que a ver si cambian ustedes de chip.
¿Producirá otras conversiones? ¿Ganará a un par protestantes nominales (dudoso en grado sumo) y a la vez se incrementará el más de 80% que ya os han vuelto la espalda? La cultura es el principal enemigo del romanismo y esta está dando frutos. Vuestos aspersionados a traición pefieren creer en las pitonisas y en el Tarot que en vuestro magisterio.
Aun recuerdo las famosas conferencias misioneras durante el Nacional catolicismo en mi ciudad natal en las que se obligaba a los obreros a asistir. El conferenciante (un jesuita o franciscano) lanzaba diatribas en contra de la injusticia social, pero al final, ¿con quien creeis que se iba a cenar el conferenciante? ¿Con lo obreros o con los empresarios a los que había poco menos que anatematizado? ¡¡¡A que no lo adivinais!!!
Despues del Vaticano II habeis cambiado los métodos pero demasiado tarde puesto que ha dado peores resultados.
La memoria histórica recuerda estas hipocresias y los padres las han transmitido a los hijos y aquellos que estan más cerca de vosotros exclaman: "Cristo si, iglesia, no". Este es el chip que funciona y no el que quisiera LFP.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

¿El qué dice usted que no podemos ante la Palabra de Dios?
Mire, el testimonio de Fernando Casanova es impresionante y sin duda producirá otras conversiones a la fe de la Iglesia de Cristo. Además es bíblico a más no poder. Así que a ver si cambian ustedes de chip. La Biblia es fundamental para entender y defender la fe católica....

Luis, tu sabes mejor que nadie que yo jamás iré a esa institución, porque nadie me puede dar mas de lo que tengo y como te dije hace muchos años que para subir al cielo no se bajan peldaños de la escalera, así que ningún casanovas, ni ningún ser humano podrá apartarme de mi fe en el Señor, y muchísimo menos que yo me postre ante imagenes, santos y papas. Si tuvieres oportunidad de apostar, ponlo todo a que nunca me iré a la iglesia de Roma, no tengo tus conocimientos de la Escritura, pero mi fe es inquebrantable, en eso nunca me has superado.

Shalom!!!
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

Busque lo que significa Mediador, al parecer no lo tiene claro.

Por otra parte, me encantará que me explique, si Cristo es mi Sumo Sacerdote y tengo el Espíritu Santo, y la Palabra Viva del Dios Vivo, ¿para qué necesito a un hombre falible que decida por mí?

Porque la Palabra de Dios lo establece.

¿O acaso la Palabra de Dios no nos enseña que existen la funciones de obispo y diácono en la Iglesia del Señor?

Se ha interpretado muy erradamente 1 de Ti. 2.5.

Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres (1 de Ti. 2.5) en el sentido de que entre nuestro único Dios y los hombres ¡¡como un todo!! ¡¡no hay otros dioses...!!

Pero los obispos son llamados administradores de Dios en la Palabra (Tit. 1.7)

Saludos y Bendiciones.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

hielo, llevo años estudiando las Escrituras (más de 40), además tengo estudios reglados de Teología, y no hay más Doctrina que lo que hallo en la Palabra de Dios, sin interpretaciones, correctamente encuadradas en su contexto.

Los dogmas de hombres, son eso, sólo ideas de hombres. La Palabra de Dios es clara, y lo no revelado en forma explícita, hay que hallarlo de forma implícita, o incluso, si no es decisivo para la Salvación, dejarlo a un lado.

Conozco perfectamente las posturas teológicas, y siendo todas respetables, para mí son sólo deducciones teológicas cuando añaden palabras humanas a lo inspirado por Dios y escrito en Su Palabra.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

Porque la Palabra de Dios lo establece.

¿O acaso la Palabra de Dios no nos enseña que existen la funciones de obispo y diácono en la Iglesia del Señor?

Se ha interpretado muy erradamente 1 de Ti. 2.5.

Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres (1 de Ti. 2.5) en el sentido de que entre nuestro único Dios y los hombres ¡¡como un todo!! ¡¡no hay otros dioses...!!

Pero los obispos son llamados administradores de Dios en la Palabra (Tit. 1.7)

Saludos y Bendiciones.


Usted lo ha dicho, son funciones dentro del Cuerpo de Cristo; lo que vemos en la iglesia de Roma y en muchas otras es jerarquía y abuso de poder.

Un verdadero administrador de Dios en la Palabra, jamás añadirá a ella. Roma ha añadido sus dogmas y los ha convertido en palabra de Dios.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

Se ha interpretado muy erradamente 1 de Ti. 2.5.

Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres (1 de Ti. 2.5) en el sentido de que entre nuestro único Dios y los hombres ¡¡como un todo!! ¡¡no hay otros dioses...!!

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Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6

Jesús es el único Mediador porque nadie puede ir al Padre sino por medio de Él; no hay nadie más, ni otros intermediarios (María o curia romana)






MEDIADOR .Este término aparece poco frecuentemente en las Escrituras (Gá. 3.19–20; 1 Ti. 2.5; He. 8.6; 9.15; 12.24; Job 9.33, LXX [ °vrv2 “árbitro”]; °vrv2 tamb. en Job 33.23). Pero en toda la Biblia aparece el concepto de la mediación, y por lo tanto, de personas que actúan como mediadores. El mediador tiene la función de intervenir entre dos partes a fin de promover entre ellas relaciones que las partes por sí solas no pueden lograr. La situación que requiere los buenos oficios de un mediador a menudo es la desunión y enajenación, y el mediador lleva a cabo la reconciliación. En la esfera de las relaciones humanas Joab actuó como mediador entre David y Absalón (2 S. 14.1–23). Job expresa la necesidad con respecto a sus relaciones con Dios cuando dice: “No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano entre nosotros dos” (Job 9.33).

I. En el Antiguo Testamento
En el AT era característico que el profeta y el sacerdote hicieran las veces de mediadores en la institución que Dios había establecido, en función de las relaciones emanadas del pacto con su pueblo. El profeta era el portavoz de Dios, y actuaba en su nombre ante los hombres (cf. Dt. 18.18–22). El sacerdote representaba a los hombres en la presencia de Dios (Ex. 28.1; Lv. 9.7; 16.6; Nm. 16.40; 2 Cr. 26.18; He. 5.1–4; cf. Job 42.8), En el AT, sin embargo, de todos los instrumentos humanos, Moisés fue el mediador por excelencia (cf. Ex. 32.30–32; Nm. 12.6–8; Gá. 3.19; He. 3.2–5). Él fue el mediador del antiguo pacto, debido a que fue por medio de él que se aplicó y ratificó el pacto en Sinaí (cf. Ex. 19.3–8; 24.3–8; Hch. 7.37–39). Es con Moisés que se compara y se contrasta a Jesús como Mediador del nuevo pacto.

II. Cristo como mediador
La designación “Mediador” pertenece en forma preeminente a Cristo, y aun los que desempeñan el oficio de mediadores en la institución veterotestamentaria fueron nombrados solamente porque la institución en la que se desempeñaban era la sombra de las realidades arquetípicas cumplidas en Cristo (cf. Jn. 1.17; He. 7.27–28; 9.23–24; 10.1). Jesús es el Mediador del nuevo pacto (He. 9.15; 12.24). Y es un mejor pacto (He. 8.6) porque logra el cumplimiento completo de la gracia que incorpora la administración del *pacto. Cristo es el “único mediador entre Dios y los hombres” (1 Ti. 2.5). Investir a otro con esta prerrogativa significa usurpar el honor exclusivo que le pertenece a él, además de negar la afirmación expresa del texto.
Aunque con poca frecuencia se emplea el término “Mediador”, la Escritura abunda en referencias a la obra mediadora de Cristo.

a. Mediación preencarnada
Como Hijo eterno y preexistente actuó como Mediador en la creación de los cielos y la tierra (Jn. 1.3, 10; Col. 1.16; He. 1.2). Esta actividad en la economía de la creación es correlativa con su mediación en la economía de la redención. La omnipotencia evidenciada en la primera, y las prerrogativas que le pertenecen como Creador, son indispensables para la ejecución de la redención. Es en la redención, sin embargo, que se deja ver la amplitud de su mediación. Su mediación aparece a todo lo largo del proceso redentor, desde el comienzo hasta su consumación.
La elección, como fuente última de la salvación, no se produjo aparte de Cristo. Los electos lo fueron en él desde antes de la fundación del mundo (Ef. 1.4), y fueron predestinados a ser conformados a su imagen (Ro. 8.29).

b. Mediación en la salvación y la redención
Es particularmente en el cumplimiento, una vez para siempre, de la salvación y la redención que resulta patente su acción mediadora (cf. Jn. 3.17; Hch. 15.11; 20.28; Ro. 3.24–25; 5.10–11; 7.4; 2 Co. 5.18; Ef. 1.7; Col. 1.20; 1 Jn. 4.9). El énfasis recae sobre la muerte, la sangre, y la cruz de Cristo como la acción por medio de la cual se ha obtenido la redención. En las Escrituras la muerte de Cristo siempre se concibe como un acontecimiento en el que Jesús actúa intensamente en obediencia al mandato del Padre y en cumplimiento de su comisión (cf. Jn. 10.17–18; Fil. 2.8). Es la actividad de Jesús como Mediador en el derramamiento de su sangre lo que otorga eficacia salvadora a su muerte. Cuando consideramos la salvación lograda como reconciliación y propiciación, vemos aquí ilustrada más claramente la función de mediación. La reconciliación presupone alejamiento entre Dios y los hombres, y consiste en la anulación de ese alejamiento. El resultado es paz con Dios (cf. Ro. 5.1; Ef. 2.12–17). La propiciación está dirigida a la ira de Dios, y Jesús, como propiciación, hace que Dios nos sea propicio (cf. 1 Jn. 2.2).

c. La mediación continua
La mediación de Cristo no se limita a su obra de redención terminada. Nunca se suspende su actividad mediadora. En nuestra participación de los frutos de la redención dependemos de su continua intervención como Mediador. Nuestro acceso a Dios y nuestra introducción a la gracia de Dios se realizan por intermedio de él; el nos lleva a la presencia del Padre (Jn. 14.6; Ro. 5.2; Ef. 2.18). Es por intermedio de él que reina la gracia por medio de la justicia para la vida eterna, y la gracia y la paz se multiplican para el disfrute de la plenitud de Cristo (cf. Ro. 1.5; 5.21; 2 Co. 1.5; Fil. 1.11). Los ejercicios de devoción más característicos por parte del creyente se ofrecen por intermedio de Cristo. No sólo se ejerce la acción de gracias y la oración en la gracia que imparte Cristo, sino que también se presentan a Dios por medio de Cristo (cf. Jn. 14.14; Ro. 1.8; 7.25; Col. 3.17; He. 13.15). La aceptabilidad de la adoración y el servicio del creyente surge de la virtud y la eficacia de la mediación de Cristo; y no hay sacrificio espiritual a menos que sea ofrecido por intermedio de él (1 P. 2.5). Incluso las intercesiones presentadas a otros para el cumplimiento de sus obligaciones derivan su sanción más solemne del hecho de que se impulsan por medio de Cristo y en su nombre (Ro. 15.30; 2 Co. 10.1; cf. Ro. 12.1).
La mediación continua de Cristo queda especialmente ejemplificada en su ministerio celestial a la diestra de Dios. Este ministerio se refiere particularmente a su oficio de rey y sacerdote. Él es Sacerdote para siempre (He. 7.21, 24). Un aspecto importante de este ministerio sacerdotal en los cielos es la intercesión dirigida al Padre, que abarca todas las necesidades del pueblo de Dios. Jesús ha sido exaltado en su naturaleza humana, y valiéndose del depósito de sus sentimientos solidarios, surgidos de las pruebas y tentaciones de su humillación (He. 2.17–18; 4.15), satisface todas las exigencias de las luchas del creyente. Cada gracia concedida llega a través del canal de la intercesión de Cristo (Ro. 8.34; He. 7.25; cf. 1 Jn. 2.1) hasta que la salvación que ha asegurado para los suyos alcance su culminación de conformidad con su imagen. El ministerio sacerdotal de Cristo, empero, no debe restringirse a la intercesión. Él es el Sumo sacerdote sobre la casa de Dios (He. 3.1–6), y esta administración comprende muchas otras funciones. En su oficio real ha sido exaltado por encima de todo principado y poder (Ef. 1.20–23), y reinará con el fin de sujetar a todos sus enemigos a su dominio (1 Co. 15.25). Este es el dominio mediador de Cristo, y comprende toda la autoridad en el cielo y en la tierra (Mt. 28.15; Jn. 3.35; 5.26–27; Hch. 2.36; Fil. 2.9–11).
La escatología es lo que finalmente manifestará vindicará la actividad mediadora de Cristo; él levará a cabo la resurrección y el juicio. Todos los muertos, justos e injustos, se levantarán cuando él lo ordene (Jn. 5.28–29). Es en él que los justos serán resucitados y adquirirán inmortalidad e incorrupción (1 Co. 15.22, 52–54; 1 Ts. 4.16), y con él serán glorificados (Ro. 8.17; cf. Jn. 11.25; Ro. 14.9). El juicio final será ejecutado por él (Mt. 25.31–46; Jn. 5.27; Hch. 17.31).

d. Conclusión
La mediación de Cristo se ejerce, en consecuencia, en todas las fases de la redención, desde la elección en el consejo eterno de Dios hasta la consumación de la salvación. Él es Mediador en humillación y exaltación. Por lo tanto, su actividad mediadora es multiforme, y no puede definirse en función de una sola idea o actividad. Su mediación tiene tantas facetas como su persona, su oficio y su obra. Y así como hay diversidad en los oficios y las tareas que lleva a cabo, y en las relaciones que mantiene con los hombres como Mediador, así también hay diversidad en las relaciones que mantiene con el Padre y el Espíritu Santo en la economía de la redención. La fe y el culto de adoración por parte del hombre requieren que reconozcamos esta diversidad. Y su gloria única como Mediador exige que no atribuyamos a otro ni siquiera la sombra de esa prerrogativa, que a él le pertenece como único Mediador entre Dios y el hombre.
Bibliografía. °J. Calvino, Institución de la religión cristiana, 1968; T. Castillo Aguado, Jesucristo Salvador, 1957; F. Lacueva, La persona y la obra de Jesucristo, 1979; O. Becker, “Alianza”, °DTNT, t(t). I, pp. 89–93; N. Fuglister, “Fundamentos veterotestamentarios de la cristología del Nuevo Testamento”, Mysterium salutis, 1971, t(t). III, pp. 94–185; C. Spicq, “Mediación”, °DTB, 1967, cols. 623–631; C. Gancho, “Mediación”, °EBDM, t(t). V, cols. 6–15.
J. Calvin, Institutes of the Christian Religion, 2.12; G. Stevenson, Treatise on the Offices of Christ, 1845; R. I. Wilberforce, The Doctrine of the Incarnation of Our Lord Jesus Christ, 1875, pp. 166–211; P. G. Medd, The One Mediator, 584; W. Symington, On the Atonement and Intercession of Christ, parte 2, 1839; W. L. Alexander, A System of Biblical Theology, 1888, 1, pp. 425, 2, pp. 212; J. S. Candlish, The Christian Salvation, 1899, pp. 1–12; E. Brunner, The Mediator, 1934; H. B. Swete, The Ascended Christ, 1916, pp. 87–100; V. Taylor, The Names of Jesus, 1954, pp. 110–113; A. Oepke; TDNT 4, pp. 598–624; J. Guhrt, O. Becker, NIDNTT 1, pp. 365–376.

Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

Luis, tu sabes mejor que nadie que yo jamás iré a esa institución, porque nadie me puede dar mas de lo que tengo y como te dije hace muchos años que para subir al cielo no se bajan peldaños de la escalera, así que ningún casanovas, ni ningún ser humano podrá apartarme de mi fe en el Señor, y muchísimo menos que yo me postre ante imagenes, santos y papas. Si tuvieres oportunidad de apostar, ponlo todo a que nunca me iré a la iglesia de Roma, no tengo tus conocimientos de la Escritura, pero mi fe es inquebrantable, en eso nunca me has superado.

Shalom!!!

Cada cual es muy libre de perderse lo mucho de bueno que hay en el tesoro de la Iglesia Católica. Cada cierto tiempo dices que no te harás católico. De verdad yo no necesito repetirme a mí mismo que nunca volveré a ser protestante evangélico. Ocurre que yo sí sé lo que un protestante se pierde por no hacerse católico. Y no es poco. De hecho es mucho incluso en la mismísima relación personal con Cristo como puede atestiguar cualquiera que haya dado el paso.
En Estados Unidos se está produciendo un hecho realmente curioso. Son ya más de 1000 los pastores o ministros protestantes que se han hecho católicos en los últimos años gracias, entre otras cosas, al ministerio de Marcus Grodi. Y entre la población anglosajona son ya más los protestantes que se hacen católicos u ortodoxos que al revés.
Por cierto, una de las cosas que más me llama la atención es que cuando os dedicáis a poner testimonios de ex-curas convertidos al protestantismo, en su práctica totalidad son de hace varias décadas. No es que eso suponga que dichos testimonios tengan más o menos fuerza, pero me pregunto si hoy se dan también casos de curas católicos que se hagan protestantes.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

Se ha interpretado muy erradamente 1 de Ti. 2.5.

Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres (1 de Ti. 2.5) en el sentido de que entre nuestro único Dios y los hombres ¡¡como un todo!! ¡¡no hay otros dioses...!!

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Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6

Jesús es el único Mediador porque nadie puede ir al Padre sino por medio de Él; no hay nadie más, ni otros intermediarios (María o curia romana)






MEDIADOR .Este término aparece poco frecuentemente en las Escrituras (Gá. 3.19–20; 1 Ti. 2.5; He. 8.6; 9.15; 12.24; Job 9.33, LXX [ °vrv2 “árbitro”]; °vrv2 tamb. en Job 33.23). Pero en toda la Biblia aparece el concepto de la mediación, y por lo tanto, de personas que actúan como mediadores. El mediador tiene la función de intervenir entre dos partes a fin de promover entre ellas relaciones que las partes por sí solas no pueden lograr. La situación que requiere los buenos oficios de un mediador a menudo es la desunión y enajenación, y el mediador lleva a cabo la reconciliación. En la esfera de las relaciones humanas Joab actuó como mediador entre David y Absalón (2 S. 14.1–23). Job expresa la necesidad con respecto a sus relaciones con Dios cuando dice: “No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano entre nosotros dos” (Job 9.33).

I. En el Antiguo Testamento
En el AT era característico que el profeta y el sacerdote hicieran las veces de mediadores en la institución que Dios había establecido, en función de las relaciones emanadas del pacto con su pueblo. El profeta era el portavoz de Dios, y actuaba en su nombre ante los hombres (cf. Dt. 18.18–22). El sacerdote representaba a los hombres en la presencia de Dios (Ex. 28.1; Lv. 9.7; 16.6; Nm. 16.40; 2 Cr. 26.18; He. 5.1–4; cf. Job 42.8), En el AT, sin embargo, de todos los instrumentos humanos, Moisés fue el mediador por excelencia (cf. Ex. 32.30–32; Nm. 12.6–8; Gá. 3.19; He. 3.2–5). Él fue el mediador del antiguo pacto, debido a que fue por medio de él que se aplicó y ratificó el pacto en Sinaí (cf. Ex. 19.3–8; 24.3–8; Hch. 7.37–39). Es con Moisés que se compara y se contrasta a Jesús como Mediador del nuevo pacto.

II. Cristo como mediador
La designación “Mediador” pertenece en forma preeminente a Cristo, y aun los que desempeñan el oficio de mediadores en la institución veterotestamentaria fueron nombrados solamente porque la institución en la que se desempeñaban era la sombra de las realidades arquetípicas cumplidas en Cristo (cf. Jn. 1.17; He. 7.27–28; 9.23–24; 10.1). Jesús es el Mediador del nuevo pacto (He. 9.15; 12.24). Y es un mejor pacto (He. 8.6) porque logra el cumplimiento completo de la gracia que incorpora la administración del *pacto. Cristo es el “único mediador entre Dios y los hombres” (1 Ti. 2.5). Investir a otro con esta prerrogativa significa usurpar el honor exclusivo que le pertenece a él, además de negar la afirmación expresa del texto.
Aunque con poca frecuencia se emplea el término “Mediador”, la Escritura abunda en referencias a la obra mediadora de Cristo.

a. Mediación preencarnada
Como Hijo eterno y preexistente actuó como Mediador en la creación de los cielos y la tierra (Jn. 1.3, 10; Col. 1.16; He. 1.2). Esta actividad en la economía de la creación es correlativa con su mediación en la economía de la redención. La omnipotencia evidenciada en la primera, y las prerrogativas que le pertenecen como Creador, son indispensables para la ejecución de la redención. Es en la redención, sin embargo, que se deja ver la amplitud de su mediación. Su mediación aparece a todo lo largo del proceso redentor, desde el comienzo hasta su consumación.
La elección, como fuente última de la salvación, no se produjo aparte de Cristo. Los electos lo fueron en él desde antes de la fundación del mundo (Ef. 1.4), y fueron predestinados a ser conformados a su imagen (Ro. 8.29).

b. Mediación en la salvación y la redención
Es particularmente en el cumplimiento, una vez para siempre, de la salvación y la redención que resulta patente su acción mediadora (cf. Jn. 3.17; Hch. 15.11; 20.28; Ro. 3.24–25; 5.10–11; 7.4; 2 Co. 5.18; Ef. 1.7; Col. 1.20; 1 Jn. 4.9). El énfasis recae sobre la muerte, la sangre, y la cruz de Cristo como la acción por medio de la cual se ha obtenido la redención. En las Escrituras la muerte de Cristo siempre se concibe como un acontecimiento en el que Jesús actúa intensamente en obediencia al mandato del Padre y en cumplimiento de su comisión (cf. Jn. 10.17–18; Fil. 2.8). Es la actividad de Jesús como Mediador en el derramamiento de su sangre lo que otorga eficacia salvadora a su muerte. Cuando consideramos la salvación lograda como reconciliación y propiciación, vemos aquí ilustrada más claramente la función de mediación. La reconciliación presupone alejamiento entre Dios y los hombres, y consiste en la anulación de ese alejamiento. El resultado es paz con Dios (cf. Ro. 5.1; Ef. 2.12–17). La propiciación está dirigida a la ira de Dios, y Jesús, como propiciación, hace que Dios nos sea propicio (cf. 1 Jn. 2.2).

c. La mediación continua
La mediación de Cristo no se limita a su obra de redención terminada. Nunca se suspende su actividad mediadora. En nuestra participación de los frutos de la redención dependemos de su continua intervención como Mediador. Nuestro acceso a Dios y nuestra introducción a la gracia de Dios se realizan por intermedio de él; el nos lleva a la presencia del Padre (Jn. 14.6; Ro. 5.2; Ef. 2.18). Es por intermedio de él que reina la gracia por medio de la justicia para la vida eterna, y la gracia y la paz se multiplican para el disfrute de la plenitud de Cristo (cf. Ro. 1.5; 5.21; 2 Co. 1.5; Fil. 1.11). Los ejercicios de devoción más característicos por parte del creyente se ofrecen por intermedio de Cristo. No sólo se ejerce la acción de gracias y la oración en la gracia que imparte Cristo, sino que también se presentan a Dios por medio de Cristo (cf. Jn. 14.14; Ro. 1.8; 7.25; Col. 3.17; He. 13.15). La aceptabilidad de la adoración y el servicio del creyente surge de la virtud y la eficacia de la mediación de Cristo; y no hay sacrificio espiritual a menos que sea ofrecido por intermedio de él (1 P. 2.5). Incluso las intercesiones presentadas a otros para el cumplimiento de sus obligaciones derivan su sanción más solemne del hecho de que se impulsan por medio de Cristo y en su nombre (Ro. 15.30; 2 Co. 10.1; cf. Ro. 12.1).
La mediación continua de Cristo queda especialmente ejemplificada en su ministerio celestial a la diestra de Dios. Este ministerio se refiere particularmente a su oficio de rey y sacerdote. Él es Sacerdote para siempre (He. 7.21, 24). Un aspecto importante de este ministerio sacerdotal en los cielos es la intercesión dirigida al Padre, que abarca todas las necesidades del pueblo de Dios. Jesús ha sido exaltado en su naturaleza humana, y valiéndose del depósito de sus sentimientos solidarios, surgidos de las pruebas y tentaciones de su humillación (He. 2.17–18; 4.15), satisface todas las exigencias de las luchas del creyente. Cada gracia concedida llega a través del canal de la intercesión de Cristo (Ro. 8.34; He. 7.25; cf. 1 Jn. 2.1) hasta que la salvación que ha asegurado para los suyos alcance su culminación de conformidad con su imagen. El ministerio sacerdotal de Cristo, empero, no debe restringirse a la intercesión. Él es el Sumo sacerdote sobre la casa de Dios (He. 3.1–6), y esta administración comprende muchas otras funciones. En su oficio real ha sido exaltado por encima de todo principado y poder (Ef. 1.20–23), y reinará con el fin de sujetar a todos sus enemigos a su dominio (1 Co. 15.25). Este es el dominio mediador de Cristo, y comprende toda la autoridad en el cielo y en la tierra (Mt. 28.15; Jn. 3.35; 5.26–27; Hch. 2.36; Fil. 2.9–11).
La escatología es lo que finalmente manifestará vindicará la actividad mediadora de Cristo; él levará a cabo la resurrección y el juicio. Todos los muertos, justos e injustos, se levantarán cuando él lo ordene (Jn. 5.28–29). Es en él que los justos serán resucitados y adquirirán inmortalidad e incorrupción (1 Co. 15.22, 52–54; 1 Ts. 4.16), y con él serán glorificados (Ro. 8.17; cf. Jn. 11.25; Ro. 14.9). El juicio final será ejecutado por él (Mt. 25.31–46; Jn. 5.27; Hch. 17.31).

d. Conclusión
La mediación de Cristo se ejerce, en consecuencia, en todas las fases de la redención, desde la elección en el consejo eterno de Dios hasta la consumación de la salvación. Él es Mediador en humillación y exaltación. Por lo tanto, su actividad mediadora es multiforme, y no puede definirse en función de una sola idea o actividad. Su mediación tiene tantas facetas como su persona, su oficio y su obra. Y así como hay diversidad en los oficios y las tareas que lleva a cabo, y en las relaciones que mantiene con los hombres como Mediador, así también hay diversidad en las relaciones que mantiene con el Padre y el Espíritu Santo en la economía de la redención. La fe y el culto de adoración por parte del hombre requieren que reconozcamos esta diversidad. Y su gloria única como Mediador exige que no atribuyamos a otro ni siquiera la sombra de esa prerrogativa, que a él le pertenece como único Mediador entre Dios y el hombre.
Bibliografía. °J. Calvino, Institución de la religión cristiana, 1968; T. Castillo Aguado, Jesucristo Salvador, 1957; F. Lacueva, La persona y la obra de Jesucristo, 1979; O. Becker, “Alianza”, °DTNT, t(t). I, pp. 89–93; N. Fuglister, “Fundamentos veterotestamentarios de la cristología del Nuevo Testamento”, Mysterium salutis, 1971, t(t). III, pp. 94–185; C. Spicq, “Mediación”, °DTB, 1967, cols. 623–631; C. Gancho, “Mediación”, °EBDM, t(t). V, cols. 6–15.
J. Calvin, Institutes of the Christian Religion, 2.12; G. Stevenson, Treatise on the Offices of Christ, 1845; R. I. Wilberforce, The Doctrine of the Incarnation of Our Lord Jesus Christ, 1875, pp. 166–211; P. G. Medd, The One Mediator, 584; W. Symington, On the Atonement and Intercession of Christ, parte 2, 1839; W. L. Alexander, A System of Biblical Theology, 1888, 1, pp. 425, 2, pp. 212; J. S. Candlish, The Christian Salvation, 1899, pp. 1–12; E. Brunner, The Mediator, 1934; H. B. Swete, The Ascended Christ, 1916, pp. 87–100; V. Taylor, The Names of Jesus, 1954, pp. 110–113; A. Oepke; TDNT 4, pp. 598–624; J. Guhrt, O. Becker, NIDNTT 1, pp. 365–376.

Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

Usted lo ha dicho, son funciones dentro del Cuerpo de Cristo; lo que vemos en la iglesia de Roma y en muchas otras es jerarquía y abuso de poder.

Un verdadero administrador de Dios en la Palabra, jamás añadirá a ella. Roma ha añadido sus dogmas y los ha convertido en palabra de Dios.

La Biblia enseña claramente que no todos los creyentes son obispos.

Por otra parte, los obispos según la Escritura son nada menos que ADMINISTRADORES DE DIOS (Tit. 1.7).

Por lo tanto, no sólo es una función distinta sino que también es una jerarquía mayor que el resto, dentro de la iglesia de Cristo.

En este caso concreto es evidente que el que le está quitando a la Palabra de Dios eres tú al negar la existencia de creyentes con mayor jerarquía y con funciones de mayor responsabilidad que otros en la iglesia de Cristo como los obispos por ejemplo.

Bendiciones.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?


Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6

Jesús es el único Mediador porque nadie puede ir al Padre sino por medio de Él; no hay nadie más, ni otros intermediarios (María o curia romana)






MEDIADOR .Este término aparece poco frecuentemente en las Escrituras (Gá. 3.19–20; 1 Ti. 2.5; He. 8.6; 9.15; 12.24; Job 9.33, LXX [ °vrv2 “árbitro”]; °vrv2 tamb. en Job 33.23). Pero en toda la Biblia aparece el concepto de la mediación, y por lo tanto, de personas que actúan como mediadores. El mediador tiene la función de intervenir entre dos partes a fin de promover entre ellas relaciones que las partes por sí solas no pueden lograr. La situación que requiere los buenos oficios de un mediador a menudo es la desunión y enajenación, y el mediador lleva a cabo la reconciliación. En la esfera de las relaciones humanas Joab actuó como mediador entre David y Absalón (2 S. 14.1–23). Job expresa la necesidad con respecto a sus relaciones con Dios cuando dice: “No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano entre nosotros dos” (Job 9.33).

I. En el Antiguo Testamento
En el AT era característico que el profeta y el sacerdote hicieran las veces de mediadores en la institución que Dios había establecido, en función de las relaciones emanadas del pacto con su pueblo. El profeta era el portavoz de Dios, y actuaba en su nombre ante los hombres (cf. Dt. 18.18–22). El sacerdote representaba a los hombres en la presencia de Dios (Ex. 28.1; Lv. 9.7; 16.6; Nm. 16.40; 2 Cr. 26.18; He. 5.1–4; cf. Job 42.8), En el AT, sin embargo, de todos los instrumentos humanos, Moisés fue el mediador por excelencia (cf. Ex. 32.30–32; Nm. 12.6–8; Gá. 3.19; He. 3.2–5). Él fue el mediador del antiguo pacto, debido a que fue por medio de él que se aplicó y ratificó el pacto en Sinaí (cf. Ex. 19.3–8; 24.3–8; Hch. 7.37–39). Es con Moisés que se compara y se contrasta a Jesús como Mediador del nuevo pacto.

II. Cristo como mediador
La designación “Mediador” pertenece en forma preeminente a Cristo, y aun los que desempeñan el oficio de mediadores en la institución veterotestamentaria fueron nombrados solamente porque la institución en la que se desempeñaban era la sombra de las realidades arquetípicas cumplidas en Cristo (cf. Jn. 1.17; He. 7.27–28; 9.23–24; 10.1). Jesús es el Mediador del nuevo pacto (He. 9.15; 12.24). Y es un mejor pacto (He. 8.6) porque logra el cumplimiento completo de la gracia que incorpora la administración del *pacto. Cristo es el “único mediador entre Dios y los hombres” (1 Ti. 2.5). Investir a otro con esta prerrogativa significa usurpar el honor exclusivo que le pertenece a él, además de negar la afirmación expresa del texto.
Aunque con poca frecuencia se emplea el término “Mediador”, la Escritura abunda en referencias a la obra mediadora de Cristo.

a. Mediación preencarnada
Como Hijo eterno y preexistente actuó como Mediador en la creación de los cielos y la tierra (Jn. 1.3, 10; Col. 1.16; He. 1.2). Esta actividad en la economía de la creación es correlativa con su mediación en la economía de la redención. La omnipotencia evidenciada en la primera, y las prerrogativas que le pertenecen como Creador, son indispensables para la ejecución de la redención. Es en la redención, sin embargo, que se deja ver la amplitud de su mediación. Su mediación aparece a todo lo largo del proceso redentor, desde el comienzo hasta su consumación.
La elección, como fuente última de la salvación, no se produjo aparte de Cristo. Los electos lo fueron en él desde antes de la fundación del mundo (Ef. 1.4), y fueron predestinados a ser conformados a su imagen (Ro. 8.29).

b. Mediación en la salvación y la redención
Es particularmente en el cumplimiento, una vez para siempre, de la salvación y la redención que resulta patente su acción mediadora (cf. Jn. 3.17; Hch. 15.11; 20.28; Ro. 3.24–25; 5.10–11; 7.4; 2 Co. 5.18; Ef. 1.7; Col. 1.20; 1 Jn. 4.9). El énfasis recae sobre la muerte, la sangre, y la cruz de Cristo como la acción por medio de la cual se ha obtenido la redención. En las Escrituras la muerte de Cristo siempre se concibe como un acontecimiento en el que Jesús actúa intensamente en obediencia al mandato del Padre y en cumplimiento de su comisión (cf. Jn. 10.17–18; Fil. 2.8). Es la actividad de Jesús como Mediador en el derramamiento de su sangre lo que otorga eficacia salvadora a su muerte. Cuando consideramos la salvación lograda como reconciliación y propiciación, vemos aquí ilustrada más claramente la función de mediación. La reconciliación presupone alejamiento entre Dios y los hombres, y consiste en la anulación de ese alejamiento. El resultado es paz con Dios (cf. Ro. 5.1; Ef. 2.12–17). La propiciación está dirigida a la ira de Dios, y Jesús, como propiciación, hace que Dios nos sea propicio (cf. 1 Jn. 2.2).

c. La mediación continua
La mediación de Cristo no se limita a su obra de redención terminada. Nunca se suspende su actividad mediadora. En nuestra participación de los frutos de la redención dependemos de su continua intervención como Mediador. Nuestro acceso a Dios y nuestra introducción a la gracia de Dios se realizan por intermedio de él; el nos lleva a la presencia del Padre (Jn. 14.6; Ro. 5.2; Ef. 2.18). Es por intermedio de él que reina la gracia por medio de la justicia para la vida eterna, y la gracia y la paz se multiplican para el disfrute de la plenitud de Cristo (cf. Ro. 1.5; 5.21; 2 Co. 1.5; Fil. 1.11). Los ejercicios de devoción más característicos por parte del creyente se ofrecen por intermedio de Cristo. No sólo se ejerce la acción de gracias y la oración en la gracia que imparte Cristo, sino que también se presentan a Dios por medio de Cristo (cf. Jn. 14.14; Ro. 1.8; 7.25; Col. 3.17; He. 13.15). La aceptabilidad de la adoración y el servicio del creyente surge de la virtud y la eficacia de la mediación de Cristo; y no hay sacrificio espiritual a menos que sea ofrecido por intermedio de él (1 P. 2.5). Incluso las intercesiones presentadas a otros para el cumplimiento de sus obligaciones derivan su sanción más solemne del hecho de que se impulsan por medio de Cristo y en su nombre (Ro. 15.30; 2 Co. 10.1; cf. Ro. 12.1).
La mediación continua de Cristo queda especialmente ejemplificada en su ministerio celestial a la diestra de Dios. Este ministerio se refiere particularmente a su oficio de rey y sacerdote. Él es Sacerdote para siempre (He. 7.21, 24). Un aspecto importante de este ministerio sacerdotal en los cielos es la intercesión dirigida al Padre, que abarca todas las necesidades del pueblo de Dios. Jesús ha sido exaltado en su naturaleza humana, y valiéndose del depósito de sus sentimientos solidarios, surgidos de las pruebas y tentaciones de su humillación (He. 2.17–18; 4.15), satisface todas las exigencias de las luchas del creyente. Cada gracia concedida llega a través del canal de la intercesión de Cristo (Ro. 8.34; He. 7.25; cf. 1 Jn. 2.1) hasta que la salvación que ha asegurado para los suyos alcance su culminación de conformidad con su imagen. El ministerio sacerdotal de Cristo, empero, no debe restringirse a la intercesión. Él es el Sumo sacerdote sobre la casa de Dios (He. 3.1–6), y esta administración comprende muchas otras funciones. En su oficio real ha sido exaltado por encima de todo principado y poder (Ef. 1.20–23), y reinará con el fin de sujetar a todos sus enemigos a su dominio (1 Co. 15.25). Este es el dominio mediador de Cristo, y comprende toda la autoridad en el cielo y en la tierra (Mt. 28.15; Jn. 3.35; 5.26–27; Hch. 2.36; Fil. 2.9–11).
La escatología es lo que finalmente manifestará vindicará la actividad mediadora de Cristo; él levará a cabo la resurrección y el juicio. Todos los muertos, justos e injustos, se levantarán cuando él lo ordene (Jn. 5.28–29). Es en él que los justos serán resucitados y adquirirán inmortalidad e incorrupción (1 Co. 15.22, 52–54; 1 Ts. 4.16), y con él serán glorificados (Ro. 8.17; cf. Jn. 11.25; Ro. 14.9). El juicio final será ejecutado por él (Mt. 25.31–46; Jn. 5.27; Hch. 17.31).

d. Conclusión
La mediación de Cristo se ejerce, en consecuencia, en todas las fases de la redención, desde la elección en el consejo eterno de Dios hasta la consumación de la salvación. Él es Mediador en humillación y exaltación. Por lo tanto, su actividad mediadora es multiforme, y no puede definirse en función de una sola idea o actividad. Su mediación tiene tantas facetas como su persona, su oficio y su obra. Y así como hay diversidad en los oficios y las tareas que lleva a cabo, y en las relaciones que mantiene con los hombres como Mediador, así también hay diversidad en las relaciones que mantiene con el Padre y el Espíritu Santo en la economía de la redención. La fe y el culto de adoración por parte del hombre requieren que reconozcamos esta diversidad. Y su gloria única como Mediador exige que no atribuyamos a otro ni siquiera la sombra de esa prerrogativa, que a él le pertenece como único Mediador entre Dios y el hombre.
Bibliografía. °J. Calvino, Institución de la religión cristiana, 1968; T. Castillo Aguado, Jesucristo Salvador, 1957; F. Lacueva, La persona y la obra de Jesucristo, 1979; O. Becker, “Alianza”, °DTNT, t(t). I, pp. 89–93; N. Fuglister, “Fundamentos veterotestamentarios de la cristología del Nuevo Testamento”, Mysterium salutis, 1971, t(t). III, pp. 94–185; C. Spicq, “Mediación”, °DTB, 1967, cols. 623–631; C. Gancho, “Mediación”, °EBDM, t(t). V, cols. 6–15.
J. Calvin, Institutes of the Christian Religion, 2.12; G. Stevenson, Treatise on the Offices of Christ, 1845; R. I. Wilberforce, The Doctrine of the Incarnation of Our Lord Jesus Christ, 1875, pp. 166–211; P. G. Medd, The One Mediator, 584; W. Symington, On the Atonement and Intercession of Christ, parte 2, 1839; W. L. Alexander, A System of Biblical Theology, 1888, 1, pp. 425, 2, pp. 212; J. S. Candlish, The Christian Salvation, 1899, pp. 1–12; E. Brunner, The Mediator, 1934; H. B. Swete, The Ascended Christ, 1916, pp. 87–100; V. Taylor, The Names of Jesus, 1954, pp. 110–113; A. Oepke; TDNT 4, pp. 598–624; J. Guhrt, O. Becker, NIDNTT 1, pp. 365–376.

Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.

Eso no quiere decir que en la iglesia de Cristo no puedan existir los obispos los cuales desempeñan funciones de mayor jerarquía y con mayores responsabilidades que el común de los creyentes porque... la Biblia así lo establece.

Todo eso proviene de una muy errada interpretación de 1 de Ti. 2.5.

"PORQUE HAY UN SOLO DIOS, Y UN SOLO MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES, JESUCRISTO HOMBRE," (1 de Ti. 2.5)

Un mediador es una persona encargada de resolver un conflicto entre dos partes.

Jesucristo es el único mediador, en efecto.

Pero eso no implica que la parte constituida por los hombres (es decir por varias personas) no puedan nombrar a algunos de entre ellos para relacionarse con el mediador y por su intermedio con la otra...parte...

Al honrar a la santa virgen María por su rol eminente en la historia de la salvación y a los obispos como administradores de Dios no se le está agregando a la Palabra de Dios porque sigue habiendo un solo mediador, Jesucristo.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?


Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6

Jesús es el único Mediador porque nadie puede ir al Padre sino por medio de Él; no hay nadie más, ni otros intermediarios (María o curia romana)






MEDIADOR .Este término aparece poco frecuentemente en las Escrituras (Gá. 3.19–20; 1 Ti. 2.5; He. 8.6; 9.15; 12.24; Job 9.33, LXX [ °vrv2 “árbitro”]; °vrv2 tamb. en Job 33.23). Pero en toda la Biblia aparece el concepto de la mediación, y por lo tanto, de personas que actúan como mediadores. El mediador tiene la función de intervenir entre dos partes a fin de promover entre ellas relaciones que las partes por sí solas no pueden lograr. La situación que requiere los buenos oficios de un mediador a menudo es la desunión y enajenación, y el mediador lleva a cabo la reconciliación. En la esfera de las relaciones humanas Joab actuó como mediador entre David y Absalón (2 S. 14.1–23). Job expresa la necesidad con respecto a sus relaciones con Dios cuando dice: “No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano entre nosotros dos” (Job 9.33).

I. En el Antiguo Testamento
En el AT era característico que el profeta y el sacerdote hicieran las veces de mediadores en la institución que Dios había establecido, en función de las relaciones emanadas del pacto con su pueblo. El profeta era el portavoz de Dios, y actuaba en su nombre ante los hombres (cf. Dt. 18.18–22). El sacerdote representaba a los hombres en la presencia de Dios (Ex. 28.1; Lv. 9.7; 16.6; Nm. 16.40; 2 Cr. 26.18; He. 5.1–4; cf. Job 42.8), En el AT, sin embargo, de todos los instrumentos humanos, Moisés fue el mediador por excelencia (cf. Ex. 32.30–32; Nm. 12.6–8; Gá. 3.19; He. 3.2–5). Él fue el mediador del antiguo pacto, debido a que fue por medio de él que se aplicó y ratificó el pacto en Sinaí (cf. Ex. 19.3–8; 24.3–8; Hch. 7.37–39). Es con Moisés que se compara y se contrasta a Jesús como Mediador del nuevo pacto.

II. Cristo como mediador
La designación “Mediador” pertenece en forma preeminente a Cristo, y aun los que desempeñan el oficio de mediadores en la institución veterotestamentaria fueron nombrados solamente porque la institución en la que se desempeñaban era la sombra de las realidades arquetípicas cumplidas en Cristo (cf. Jn. 1.17; He. 7.27–28; 9.23–24; 10.1). Jesús es el Mediador del nuevo pacto (He. 9.15; 12.24). Y es un mejor pacto (He. 8.6) porque logra el cumplimiento completo de la gracia que incorpora la administración del *pacto. Cristo es el “único mediador entre Dios y los hombres” (1 Ti. 2.5). Investir a otro con esta prerrogativa significa usurpar el honor exclusivo que le pertenece a él, además de negar la afirmación expresa del texto.
Aunque con poca frecuencia se emplea el término “Mediador”, la Escritura abunda en referencias a la obra mediadora de Cristo.

a. Mediación preencarnada
Como Hijo eterno y preexistente actuó como Mediador en la creación de los cielos y la tierra (Jn. 1.3, 10; Col. 1.16; He. 1.2). Esta actividad en la economía de la creación es correlativa con su mediación en la economía de la redención. La omnipotencia evidenciada en la primera, y las prerrogativas que le pertenecen como Creador, son indispensables para la ejecución de la redención. Es en la redención, sin embargo, que se deja ver la amplitud de su mediación. Su mediación aparece a todo lo largo del proceso redentor, desde el comienzo hasta su consumación.
La elección, como fuente última de la salvación, no se produjo aparte de Cristo. Los electos lo fueron en él desde antes de la fundación del mundo (Ef. 1.4), y fueron predestinados a ser conformados a su imagen (Ro. 8.29).

b. Mediación en la salvación y la redención
Es particularmente en el cumplimiento, una vez para siempre, de la salvación y la redención que resulta patente su acción mediadora (cf. Jn. 3.17; Hch. 15.11; 20.28; Ro. 3.24–25; 5.10–11; 7.4; 2 Co. 5.18; Ef. 1.7; Col. 1.20; 1 Jn. 4.9). El énfasis recae sobre la muerte, la sangre, y la cruz de Cristo como la acción por medio de la cual se ha obtenido la redención. En las Escrituras la muerte de Cristo siempre se concibe como un acontecimiento en el que Jesús actúa intensamente en obediencia al mandato del Padre y en cumplimiento de su comisión (cf. Jn. 10.17–18; Fil. 2.8). Es la actividad de Jesús como Mediador en el derramamiento de su sangre lo que otorga eficacia salvadora a su muerte. Cuando consideramos la salvación lograda como reconciliación y propiciación, vemos aquí ilustrada más claramente la función de mediación. La reconciliación presupone alejamiento entre Dios y los hombres, y consiste en la anulación de ese alejamiento. El resultado es paz con Dios (cf. Ro. 5.1; Ef. 2.12–17). La propiciación está dirigida a la ira de Dios, y Jesús, como propiciación, hace que Dios nos sea propicio (cf. 1 Jn. 2.2).

c. La mediación continua
La mediación de Cristo no se limita a su obra de redención terminada. Nunca se suspende su actividad mediadora. En nuestra participación de los frutos de la redención dependemos de su continua intervención como Mediador. Nuestro acceso a Dios y nuestra introducción a la gracia de Dios se realizan por intermedio de él; el nos lleva a la presencia del Padre (Jn. 14.6; Ro. 5.2; Ef. 2.18). Es por intermedio de él que reina la gracia por medio de la justicia para la vida eterna, y la gracia y la paz se multiplican para el disfrute de la plenitud de Cristo (cf. Ro. 1.5; 5.21; 2 Co. 1.5; Fil. 1.11). Los ejercicios de devoción más característicos por parte del creyente se ofrecen por intermedio de Cristo. No sólo se ejerce la acción de gracias y la oración en la gracia que imparte Cristo, sino que también se presentan a Dios por medio de Cristo (cf. Jn. 14.14; Ro. 1.8; 7.25; Col. 3.17; He. 13.15). La aceptabilidad de la adoración y el servicio del creyente surge de la virtud y la eficacia de la mediación de Cristo; y no hay sacrificio espiritual a menos que sea ofrecido por intermedio de él (1 P. 2.5). Incluso las intercesiones presentadas a otros para el cumplimiento de sus obligaciones derivan su sanción más solemne del hecho de que se impulsan por medio de Cristo y en su nombre (Ro. 15.30; 2 Co. 10.1; cf. Ro. 12.1).
La mediación continua de Cristo queda especialmente ejemplificada en su ministerio celestial a la diestra de Dios. Este ministerio se refiere particularmente a su oficio de rey y sacerdote. Él es Sacerdote para siempre (He. 7.21, 24). Un aspecto importante de este ministerio sacerdotal en los cielos es la intercesión dirigida al Padre, que abarca todas las necesidades del pueblo de Dios. Jesús ha sido exaltado en su naturaleza humana, y valiéndose del depósito de sus sentimientos solidarios, surgidos de las pruebas y tentaciones de su humillación (He. 2.17–18; 4.15), satisface todas las exigencias de las luchas del creyente. Cada gracia concedida llega a través del canal de la intercesión de Cristo (Ro. 8.34; He. 7.25; cf. 1 Jn. 2.1) hasta que la salvación que ha asegurado para los suyos alcance su culminación de conformidad con su imagen. El ministerio sacerdotal de Cristo, empero, no debe restringirse a la intercesión. Él es el Sumo sacerdote sobre la casa de Dios (He. 3.1–6), y esta administración comprende muchas otras funciones. En su oficio real ha sido exaltado por encima de todo principado y poder (Ef. 1.20–23), y reinará con el fin de sujetar a todos sus enemigos a su dominio (1 Co. 15.25). Este es el dominio mediador de Cristo, y comprende toda la autoridad en el cielo y en la tierra (Mt. 28.15; Jn. 3.35; 5.26–27; Hch. 2.36; Fil. 2.9–11).
La escatología es lo que finalmente manifestará vindicará la actividad mediadora de Cristo; él levará a cabo la resurrección y el juicio. Todos los muertos, justos e injustos, se levantarán cuando él lo ordene (Jn. 5.28–29). Es en él que los justos serán resucitados y adquirirán inmortalidad e incorrupción (1 Co. 15.22, 52–54; 1 Ts. 4.16), y con él serán glorificados (Ro. 8.17; cf. Jn. 11.25; Ro. 14.9). El juicio final será ejecutado por él (Mt. 25.31–46; Jn. 5.27; Hch. 17.31).

d. Conclusión
La mediación de Cristo se ejerce, en consecuencia, en todas las fases de la redención, desde la elección en el consejo eterno de Dios hasta la consumación de la salvación. Él es Mediador en humillación y exaltación. Por lo tanto, su actividad mediadora es multiforme, y no puede definirse en función de una sola idea o actividad. Su mediación tiene tantas facetas como su persona, su oficio y su obra. Y así como hay diversidad en los oficios y las tareas que lleva a cabo, y en las relaciones que mantiene con los hombres como Mediador, así también hay diversidad en las relaciones que mantiene con el Padre y el Espíritu Santo en la economía de la redención. La fe y el culto de adoración por parte del hombre requieren que reconozcamos esta diversidad. Y su gloria única como Mediador exige que no atribuyamos a otro ni siquiera la sombra de esa prerrogativa, que a él le pertenece como único Mediador entre Dios y el hombre.
Bibliografía. °J. Calvino, Institución de la religión cristiana, 1968; T. Castillo Aguado, Jesucristo Salvador, 1957; F. Lacueva, La persona y la obra de Jesucristo, 1979; O. Becker, “Alianza”, °DTNT, t(t). I, pp. 89–93; N. Fuglister, “Fundamentos veterotestamentarios de la cristología del Nuevo Testamento”, Mysterium salutis, 1971, t(t). III, pp. 94–185; C. Spicq, “Mediación”, °DTB, 1967, cols. 623–631; C. Gancho, “Mediación”, °EBDM, t(t). V, cols. 6–15.
J. Calvin, Institutes of the Christian Religion, 2.12; G. Stevenson, Treatise on the Offices of Christ, 1845; R. I. Wilberforce, The Doctrine of the Incarnation of Our Lord Jesus Christ, 1875, pp. 166–211; P. G. Medd, The One Mediator, 584; W. Symington, On the Atonement and Intercession of Christ, parte 2, 1839; W. L. Alexander, A System of Biblical Theology, 1888, 1, pp. 425, 2, pp. 212; J. S. Candlish, The Christian Salvation, 1899, pp. 1–12; E. Brunner, The Mediator, 1934; H. B. Swete, The Ascended Christ, 1916, pp. 87–100; V. Taylor, The Names of Jesus, 1954, pp. 110–113; A. Oepke; TDNT 4, pp. 598–624; J. Guhrt, O. Becker, NIDNTT 1, pp. 365–376.

Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.

Eso no quiere decir que en la iglesia de Cristo no puedan existir los obispos los cuales desempeñan funciones de mayor jerarquía y con mayores responsabilidades que el común de los creyentes porque... la Biblia así lo establece.

Todo eso proviene de una muy errada interpretación de 1 de Ti. 2.5.

"PORQUE HAY UN SOLO DIOS, Y UN SOLO MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES, JESUCRISTO HOMBRE," (1 de Ti. 2.5)

Un mediador es una persona encargada de resolver un conflicto entre dos partes.

Jesucristo es el único mediador, en efecto.

Pero eso no implica que la parte constituida por los hombres (es decir por varias personas) no puedan nombrar a algunos de entre ellos para relacionarse con el mediador y por su intermedio con la otra...parte...

Al honrar a la santa virgen María por su rol eminente en la historia de la salvación y a los obispos como administradores de Dios no se le está agregando a la Palabra de Dios porque sigue habiendo un solo mediador, Jesucristo.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

Cada cual es muy libre de perderse lo mucho de bueno que hay en el tesoro de la Iglesia Católica. Cada cierto tiempo dices que no te harás católico. De verdad yo no necesito repetirme a mí mismo que nunca volveré a ser protestante evangélico. Ocurre que yo sí sé lo que un protestante se pierde por no hacerse católico. Y no es poco. De hecho es mucho incluso en la mismísima relación personal con Cristo como puede atestiguar cualquiera que haya dado el paso.
En Estados Unidos se está produciendo un hecho realmente curioso. Son ya más de 1000 los pastores o ministros protestantes que se han hecho católicos en los últimos años gracias, entre otras cosas, al ministerio de Marcus Grodi. Y entre la población anglosajona son ya más los protestantes que se hacen católicos u ortodoxos que al revés.
Por cierto, una de las cosas que más me llama la atención es que cuando os dedicáis a poner testimonios de ex-curas convertidos al protestantismo, en su práctica totalidad son de hace varias décadas. No es que eso suponga que dichos testimonios tengan más o menos fuerza, pero me pregunto si hoy se dan también casos de curas católicos que se hagan protestantes.

Luis Fernando; Paz en Dios.

El tesoro está en Cristo, la conversión real y genuina es volverse a Él, tenerlo como único Señor y Maestro... todo esto que usted indica, tanto de unos como de otros, nomás es un andar errante de todo cuantos no logran ser uno con Cristo... ni los protestantes, ni los católicos llevan a Cristo y Su Iglesia, sino que es cuando uno se convierte a Cristo genuinamente que pasa a ser miembro de Su Cuerpo, y por ello, IGLESIA.

NO confunda las cosas, pues la Palabra bien le da razón de ello, y a la vez, nada necesita más que el Evangelio genuino para poder conocer a Cristo y creyendo en Él tener vida.

Hablar de conversiones y cambios de congregaciones, es hablar de nada, pues Cristo es uno, y uno con él se ha de ser, sin ello logrado: NADA SE ES.

Lo que uno ha de hallar es a Cristo en su vida, que sea Cristo su vida, y que viva porque Cristo en Él vive... hay que lograr ser guiado por el Espíritu de Dios, pues son estos quienes son hijos de Dios... no los que acuden, no los nominales, no los que dicen ser, no los que más saben... todo es por Gracia, y la Gracia es Cristo mismo en nosotros, siendo Él nuestra vida, nuestro todo.

Aquí está y de nuevo poniendo instituciones, iglesias, doctrinas, tradiciones y hombres, por encima del NOMBRE... pero bueno, aun así dice que no le niega, sí, lo hace y continuamente, en cada aporte, pues jamás le veo glorificar Su Santísimo Nombre, ante el cual, toda rodilla ha de doblar.

Si usted medita, ora y pide, Dios le dará conocimiento verdadero de ello a tal cual es la Promesa del Padre.

Que Dios le bendiga.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

Eso no quiere decir que en la iglesia de Cristo no puedan existir los obispos los cuales desempeñan funciones de mayor jerarquía y con mayores responsabilidades que el común de los creyentes porque... la Biblia así lo establece.


Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:42-45

Todo eso proviene de una muy errada interpretación de 1 de Ti. 2.5.

"PORQUE HAY UN SOLO DIOS, Y UN SOLO MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES, JESUCRISTO HOMBRE," (1 de Ti. 2.5)

Un mediador es una persona encargada de resolver un conflicto entre dos partes.

Jesucristo es el único mediador, en efecto.


¿Y María mediadora de todas las gracias?



Pero eso no implica que la parte constituida por los hombres (es decir por varias personas) no puedan nombrar a algunos de entre ellos para relacionarse con el mediador y por su intermedio con la otra...parte...


No hay nombramientos, sólo hay funciones del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, mediante la Vida de Dios que es otorgada por medio de los dones espirituales y los ministerios establecidos por el Espíritu Santo, y recuerde, es el Espíritu, no un colegio cardenalicio, ni nada similar.



Al honrar a la santa virgen María por su rol eminente en la historia de la salvación y a los obispos como administradores de Dios no se le está agregando a la Palabra de Dios porque sigue habiendo un solo mediador, Jesucristo.


María es llamad mediadora, y los obispos son intermediarios, puesto que ustedes no tienen capacidad de llegar a Dios, al no poner en práctica el Sumo Sacerdocio de Cristo; ustedes conocen que es Sumo Sacerdote, pero jamás lo han puesto en práctica. La curia están impidiendo que ustedes se acerquen a Dios, por medio de Jesucristo.


Amigo, vivir a Cristo y en Cristo es algo sublime, y muy diferente a la vana religión que practican. Cristo no es religión, EL ES EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, y no hay otro NOMBRE dado a los hombres en quien podamos ser salvos.

Acuda a Cristo, no a una religión, o a los hombres que han creado sus propios dogmas
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?



Según las Escrituras, los obispos han sido puestos por el mismísimo Espíritu Santo para apacentar a la iglesia de Cristo (Hechos 20.28)

"POR TANTO, MIRAD POR VOSOTROS, Y POR TODO EL REBAÑO EN QUE EL ESPÍRITU SANTO OS HA PUESTO POR OBISPOS, PARA APACENTAR LA IGLESIA DEL SEÑOR, LA CUAL ÉL GANÓ POR SU PROPIA SANGRE" (Hechos 20.28)

Entonces, la voluntad de Dios fue establecer una jerarquía dentro de Su propia Iglesia y los obispos tienen la obligación de apacentar al creyente en general en la iglesia del Señor, entre otras responsabilidades y funciones.

Lo anterior es sin perjuicio de que Jesucristo sea en efecto el único mediador entre Dios y los hombres (1 de Ti. 2.5).

Por cuanto una cosa no quita la otra... por los motivos ya expuestos...

Bendiciones.
 
Re: ¿Porque me hice Catolico?

Investir a otro con esta prerrogativa significa usurpar el honor exclusivo que le pertenece a él, además de negar la afirmación expresa del texto.
Aunque con poca frecuencia se emplea el término “Mediador”, la Escritura abunda en referencias a la obra mediadora de Cristo.

Según las Escrituras, los obispos han sido puestos por el mismísimo Espíritu Santo para apacentar a la iglesia de Cristo (Hechos 20.28)

"POR TANTO, MIRAD POR VOSOTROS, Y POR TODO EL REBAÑO EN QUE EL ESPÍRITU SANTO OS HA PUESTO POR OBISPOS, PARA APACENTAR LA IGLESIA DEL SEÑOR, LA CUAL ÉL GANÓ POR SU PROPIA SANGRE" (Hechos 20.28)

Entonces, la voluntad de Dios fue establecer una jerarquía dentro de Su propia Iglesia y los obispos tienen la obligación de apacentar al creyente en general en la iglesia del Señor, entre otras responsabilidades y funciones.

Lo anterior es sin perjuicio de que Jesucristo sea en efecto el único mediador entre Dios y los hombres (1 de Ti. 2.5).

Por cuanto, por los motivos ya expuestos... una cosa no quita la otra...