En la brujería Medieval, el jefe del aquelarre (el brujo principal), se podía convertir, mediante ciertos rituales, en una especie de "recipiente del espíritu de la naturaleza". En un momento dado el espíritu del Dios de los Brujos (o sea Satanás) entraba en él y se convertía en el Dios encarnado. Una especie de posesión controlada (similar a lo que ocurre en el vudú haitiano-cubano cuando los Loas entran en el cuerpo del sacerdote vudú).
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El testimonio de las brujas deja muy claro que el llamado Diablo era un ser humano, generalmente, un hombre, ocasionalmente, una mujer. En los grandes aquelarres, donde aparecía con todas sus galas, iba disfrazado de modo que se le reconociera, en las pequeñas reuniones, al visitar a sus devotos, o al inducir un posible converso a unirse a las filas de la comunidad brujeril, se presentaba en persona con ropas corrientes de acuerdo con la época. Así vestido, era indistinguible de cualquier otro hombre del rango y edad que representaba, pero más de un testimonio sugiere que se daba a conocer por algún ademán, por alguna contraseña verbal, o por alguna señal distintiva llevada en su persona." (El Culto de la Brujería en la Europa Medieval por Margaret Murray, Capítulo 2, el Dios, 2. En forma de ser humano)
Hay ocasiones en las que el brujo principal (cabeza del aquelarre, el dios encarnado) se disfrazaba de animal, veamos:
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La sugerencia de que el Diablo era un hombre que llevaba, unas veces, una piel de animal y, otras, una cabeza del mismo, a modo de disfraz ritual, explica como ninguna otra cosa las declaraciones de las brujas en cuanto al aspecto y cambios de forma del diabólico personaje. Hay, sin embargo, una confusión por lo que respecta al hecho de que las brujas -y, como es lógico, también los registradores- hablaron habitualmente de los familiares como del diablo; no obstante, en casi todos los casos, el hombre disfrazado puede, mediante el examen de los testimonios, ser distinguido del familiar animal. Las formas animales en que aparecía más comúnmente el diablo eran el toro, el gato, el perro, el macho cabrío, el caballo y el carnero." (El Culto de la Brujería en la Europa Medieval por Margaret Murray, Capítulo 2, el Dios, 4. En forma de animal, página 39)
La siguiente pintura de Goya "El aquelarre" (de 1823) ilustra esto ùltimo con mucha claridad:
Señalado con una flecha el jefe del aquelarre (el brujo principal) disfrazado de macho Cabrío)
Véase:
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