Querido Jmo:
Ya que abres este tema de los pecados capitales con la gula, te comentaré algo que hace años me contó un pastor amigo mío sobre a una hermana que asistía a su iglesia.
Tal hermana, que era una mujer muy activa y alegre, también era bastante gorda. Un día el pastor se enteró que esta hermana estaba con una fuerte depresión. Ya había notado que desde hacía algún tiempo ella era cada vez menos activa y su alegría se iba esfumando. Ya no era ni sombra de aquella mujer simpática y dispuesta que conoció cuando se convirtió.
Fue a visitarla y en el transcurso de la conversación ella le dijo que había caído en ese estado de postración porque no era capaz de vencer el ‘pecado de la gordura’. Cuando el pastor le preguntó que a qué se refería con ese término, ella le contestó que una hermana le había estado hablando e incluso le había dejado un librito o folleto que trataba el asunto. El pastor le pidió que le dejase tal escrito y después de leerlo le dijo que lo mejor que podía hacer con tal tratado era arrojarlo a la basura y no volver a preocuparse más por ello.
Según me resumió el pastor, aquel escrito venía a decir que estar gordo es pecado de gula, porque se come más de lo necesario, y de avaricia, porque el dinero que gastas en comer demasiado habría que darlo a la iglesia o a alguna organización religiosa en lugar de destinarlo a los placeres de la mesa.
La hermana, que quería ser fiel al Señor, entendió que esto era así y comenzó a comer menos, pero no adelgazaba. Fue restringiendo la ingesta de alimento y como apenas perdía peso se angustió y se debilitó tanto que terminó por caer en estado de anemia y depresión, de los que salió con buenos alimentos, una medicación adecuada, y ...... ¡tirando el tratado a la basura!
El problema aquí es saber ¿qué es gula? porque en esto, como en otras cosas, funciona la relatividad. Por ejemplo: tengo un amigo procedente de Angola (África) y él me dice que en su país sólo se come una vez al día, sin embargo en mi casa comemos 3 veces (desayuno, almuerzo y cena) y no es extraño que entre comidas se abra el frigorífico o la despensa y se tome un pedacito de algo apetitoso.
A mi me gusta mucho comer (no comer mucho, que es distinto). Es decir, soy un sibarita de la buena mesa regada con un excelente vino (de esos tan extraordinarios que hay en España) y entiendo de sabores, olores y colores. Tengo miles de recetas de cocina. Mi esposa es una gran cocinera y mi hijo mayor estudió cocina en una escuela de hostelería. Mi peso excede en unos 15 kilos, o algunos más, del adecuado a mi estatura y edad, y hoy precisamente he tomado la decisión de hacer un régimen para perderlos.
Con todo lo que he dicho cualquier leedor posiblemente pensará: ¡Este hombre es un glotón! Pero hay circunstancias personales que, de conocerse, sin duda variarían ese pensamiento.
Recuerda que a Cristo, porque comía y bebía, lo llamaron ‘glotón y bebedor’.
¿Cuál es la frontera que separa lo lícito de lo ilícito en este tema? ¿Esa frontera es igual para todos? ¿No será también un pecado la ‘anti-gula’ (comer voluntariamente menos de lo necesario para mantener el cuerpo saludable)?
Creo que el pecado más terrible que el hombre puede cometer, el pecado imperdonable, es el de la soberbia extrema de rechazar conscientemente la salvación que Dios ofrece de pura gracia.
Que el Señor te bendiga.