Patrañas sabáticas de la secta remanente

21 Diciembre 2008
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Es de conocimiento generalizado que la organización adventista del séptimo día hace mucho hincapié en la presunta necesidad de que los cristianos, cuyo “deber” se supone que es “imitar” a Cristo, emulen con la máxima fidelidad posible el “ejemplo perfecto” de Cristo en la observancia del séptimo día de la semana como “memorial” de una institución que, según cuentan, se remonta a la creación.

Según cuenta la literatura producida por la referida organización, las disputas que, a propósito de la observancia del sábado, surgieron durante el ministerio de Jesús entre los seguidores de este y los judíos representantes de la “ortodoxia” se debían a que estos habían “añadido” normas “absurdas” a la observancia sabática que hacían de ella una carga aborrecible. Tal situación se evita, según nos cuentan, siguiendo el “ejemplo” de Jesús y de sus apóstoles en una observancia del sábado “equilibrada”. En realidad, ese ansiado “equilibrio” queda un tanto nebuloso y al arbitrio de la imaginación del equilibrista, pues, salvo la indicación de que Jesús y sus acompañantes solían acudir a las sinagogas, el Nuevo Testamento no da indicación alguna sobre esa presunta observancia “equilibrada” del sábado que permita sacar conclusiones de qué normativas sabáticas eran “absurdas” y cuáles no.

Ciertos pasajes del Nuevo Testamento, como, sobre todo, Colosenses 2:16s, son “explicados” por la referida organización haciendo que sus referencias al sábado no sean realmente al sábado semanal, sino a ciertos sábados que el adventismo llama “ceremoniales” (por lo visto, en esto no hace falta “imitar” su observancia por parte de Cristo) o, si el invento no cuela, a los ritos del sábado semanal. En el caso concreto de Colosenses 2:16s, Kenneth Wood, en el apéndice D del libro adventista The Sabbath in Scripture and History, editado por Kenneth Strand (Washington, DC: Review and Herald, 1982), tiene el cuajo de proponer o que en la lista «días de fiesta, luna nueva o sábados» (Col. 2:16), los “sábados” son, o bien los “días de fiesta” y los novilunios mencionados anteriormente (de modo que se repetirían en la lista o los “días de fiesta” o los novilunios), o, si se trata de los sábados semanales, habría que llegar a la conclusión de que el apóstol solo menosprecia los rituales judíos celebrados dicho día. Según intentan contar para justificar tan caprichosa explicación, es imposible que San Pablo y otros cristianos fieles menospreciaran el sábado en sí, pues este está relacionado con un mandamiento “moral”, mientras que los sábados mensuales (novilunios) y los anuales (fiestas como los Panes sin levadura, Pentecostés, etc.) eran solo “ceremoniales”. Naturalmente, uno busca en vano tales distinciones en la Biblia, que no son más que un invento de teólogos más interesados en justificarse que en conocer lo que de verdad dice las Escrituras.

En realidad, decir que algo es “moral” solo significa que es “conforme a las costumbres”. Por ello, en el antiguo Israel, era igual de “moral” guardar el sábado que ofrecer un holocausto o que circuncidar a un hijo varón. Las tres cosas tenían que ver con las costumbres, y las tres habían sido objeto de legislación.

Tampoco llegan muy allá los adventistas a la hora de aclarar por qué, si la institución del sábado es “universal” y se remonta a la creación, los profetas de Israel, que reconvinieron a naciones vecinas por su violencia, por su avaricia o por su idolatría, jamás pronunciaron una palabra de condena contra ellas por su inexistente observancia del sábado.

Tales problemas rara vez azoran a los intrépidos paladines de la “verdad presente”, más interesados en “demostrar” la importancia escatológica de la “verdad del sábado” para estos “tiempos finales”. Se imaginan que es su deber pregonar a los cuatro vientos nociones tan pintorescas como que la ira del Señor se desatará contra los que no atiendan las ensoñaciones sabáticas del adventismo y que acepten la “observancia” rival del domingo, que, según ellos, constituye la “marca de la bestia” (que ellos interpretan, según mejor les convenga en cada caso, como el papa, la Iglesia Católica Romana o como un conglomerado político-religioso que se viene fraguando o que se fraguará en torno al papa en “el tiempo del fin”).

En sus publicaciones, diseñadas para mantener a raya a sus adeptos haciéndoles creer que abordan todas las dificultades reales, se empeñan con cierto ahínco en tergiversar la historia del surgimiento de la observancia del domingo, atribuyendo esta a la iniciativa “del papa” (no suelen decir de cuál papa y, cuando lo dicen, tampoco es verdad). Según cuentan en su disparatada escatología, “los tiempos y la ley” habían de ser entregados en mano del “cuerno pequeño” (el papado, según ellos) “tiempo, tiempos y medio tiempo”, que, según sus teorías, es un lapso de 1260 años que se inició el año 538 d.C. Lógicamente, si el sábado forma parte de esos “tiempos” que iban a ser entregados en mano del papado, cabría esperar que el papado hubiera cambiado el sábado por el domingo precisamente ese año 538 d.C. Lamentablemente, ningún adventista ha logrado demostrar semejante cosa. El domingo era una institución asentada y, en realidad, nadie guardaba el sábado (ni siquiera en Etiopía, por mucho que el adventismo se empeñe) en la cristiandad desde hacía siglos en el momento en que, supuestamente, el papado tenía que hacer la “obra perversa” que el adventismo le asigna.

La observancia del domingo está perfectamente documentada, fuera del Nuevo Testamento, ya en el siglo II d.C. Los adventistas suelen admitir que, en efecto, consta la observancia del domingo en toda la cristiandad desde finales o incluso desde mediados del siglo II d.C., pero son reacios a admitir que esté documentada desde COMIENZOS del siglo II o antes. La palabra ‘domingo’ es la versión española de un original latino que es ‘dominica’ o ‘Dominicus [dies]’ y significa “día del Señor”. Nada tiene que ver, como querrían los adventistas, con el “día del sol” de la semana planetaria (más sobre esto al final). En griego, el domingo recibía el nombre equivalente κυριακή [ἡμέρα] (leído algo así como kyriakē [hēmera]), expresión que aparece precisamente así en Apocalipsis 1:10.

A los adventistas no les parece bien que κυριακή ἡμέρα en Apocalipsis 1:10 se refiera al domingo, porque, aunque a partir de mediados del siglo II (según ellos; véase, por ejemplo, el apéndice F, de Kenneth Strand, del libro antes citado), sí significa “domingo”, suponen que en Apocalipsis 1:10 debe de significar “algo distinto” (en realidad, les vale cualquier ocurrencia que no sea domingo). Del mismo modo, tampoco admiten los textos de comienzos del siglo II que hablan de κυριακή por el sencillo motivo de que ¡les falta ἡμέρα! O sea, si falta ἡμέρα, ello es licencia para que el adventista “entendido” se imagine cualquier otra traducción: “la vida del Señor”, “el mandamiento del Señor” (en vez del correcto “día del Señor”). Pero si no falta ἡμέρα y el texto es del siglo I, ¡tampoco aceptan “domingo”, sino que ha de significar “otra cosa”! ¡Qué curioso proceder!

Veamos tres pasajes de la patrística griega. Los dos más antiguos son de San Ignacio de Antioquía (a quien cierta tradición identifica con el niño puesto como ejemplo entre sus discípulos por Jesús). En el capítulo 9 de su Epístola a los Magnesianos, escrita cuando iba camino del suplicio hacia Roma (algo antes de 107 d.C.), San Ignacio escribió:

Εἰ οὖν οἱ ἐν παλαιοῖς πράγμασιν ἀναστραφέντες εἰς καινότητα ἐλπίδος ἦλθον, μηκέτι σαββατίζοντες, ἀλλά κατὰ κυριακὴν ζωὴν ζώντες…

El texto está tomado de PG 5:669. Traducción latina conocida desde la antigüedad:

Si igitur, qui in veteri rerum ordine degerunt, ad novam spem pervenerunt, non amplius sabbatum colentes, sed juxta dominicam viventes…

Traducción española:

Entonces, si los que anduvieron en las antiguas costumbres vinieron a una nueva esperanza, ya no viviendo para el sábado, sino para el día del Señor…

Como queda dicho, la secta remanente se opone a esto, puesto que el pasaje aludido no contiene la palabra ἡμέρα. Veamos, sin embargo, la interesante secuencia dada por el propio San Ignacio en el capítulo 9 de su epístola a los Trallanos. En esta ocasión, se ha consultado la versión interpolada en el siglo IV (PG 5:789).

La secuencia, en griego, es:

Τῇ οὖν παρασκευῇ… τὸ σάββατον… κυριακῆς… ἡ μὲν παρασκευῂ… τὸ σάββατον… ἡ κυριακή.

Como puede verse, aquí no aparece la palabra ἡμέρα en ningún sitio (es tan innecesaria como decir “día domingo”, “día martes” y cosas por el estilo). La traducción completa al latín (PG 5:790) es:

In parasceve itaque, hora tertia sententiam accepit a Pilato, permittente id Patre; sexta hora crucifixus est; nona exspiravit; ante solis occasum sepultus est; sabbato, sub terra in monumento remansit, in quo posuit eum Joseph ab Arimathia: iluscencente dominico die resurrexit ex mortuis, juxta id quod dixerat: Sicut fuit Jonas in ventre ceti tribus diebus et tribus noctibus, sic erit Filius hominis in corde terræ tribus diebus et tribus noctibus: complectitur itaque parasceve passionem: sabbatum, sepulturam; dominica, resurrectionem.

Traducción al español:

Entonces en [el día de] la preparación, a la hora tercera recibió la sentencia de Pilato, permitido esto por el Padre; a la sexta hora fue crucificado; a la novena hora expiró; antes del ocaso del sol fue sepultado. El sábado permaneció bajo tierra en la tumba en que José de Arimatea lo puso. Al amanecer del día del Señor resucitó de entre los muertos, tal como había dicho: Igual que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noche, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Entonces, [el día de] la preparación completa la pasión; el sábado, la sepultura; el domingo, la resurrección.

No es de extrañar que este texto, que, como queda dicho, no contiene la palabra ἡμέρα, no sea citado por el adventismo.

Curiosamente, los autores adventistas no tienen empacho alguno en citar textos griegos con κυριακή, pero sin ἡμέρα, si creen que ello puede redundar en su interés. Por ejemplo, en el capítulo 9 de la obra adventista antes citada, Werner Vyhmeister cita un pasaje del capítulo 38 de la Historia lausiaca de Paladio. Según Vyhmeister, el pasaje en cuestión alude al domingo. Veamos el pasaje en su griego original (comienzos del siglo V), tomado de PG 65:1099:

Εἰσιόντες δὲ εἰς τὴν κοινωνίαν τῶν μυστηρίων τοῦ Χριστοῦ κατὰ σάββατον καὶ κυριακὴν τὰς ζώνας λυέτωσαν, καὶ τὴν μηλωτὴν ἀποτιθὲσθωσαν, καὶ μετὰ κουκουλλίου μόνου εἰσίτωσαν.

Traducción latina (tomada de I]PG[/I] 65:1101):

Ingredientes autem ad Christi communionem sabbato et dominica, zonas solvant, et pellem ovillam deponant, et cum sola cuculla ingrediantur.

Según podría dar fe Werner Vyhmeister, la traducción de este pasaje al español es:

Cuando entran a la comunión de Cristo el sábado y el domingo, se aflojan la faja y se quitan la piel de oveja y solo entran con la capucha.

Resulta enormemente llamativo que a Werner Vyhmeister no le diera ningún pasmo al entender que κυριακὴν, sin inflexión alguna de ἡμέρα, significa, por sí mismo, “domingo”, pero que su correligionario Kenneth Strand objete que la falta de ἡμέρα en los escritos de San Ignacio de Antioquía en los que se hace referencia a κυριακή permita suponer que el mártir hacía referencia no al domingo, sino a “otra cosa”. ¡Curiosísimo!

De circunstancias como que hubiera clérigos que iban a misa los sábados (como en varios pasajes de Paladio y de Juan Casiano, etc.) o de que en Armenia y otros lugares los cristianos comieran queso y huevos los sábados, absteniéndose de ayunar, los “entendidos intérpretes” adventistas quieren hacer creer a los incautos que, durante siglos, hubo una “observancia dual” del sábado y el domingo. Por supuesto, tal interpretación es descabellada, pues también hoy hay católicos que van a misa los sábados (como en otros días de la semana) y que ponen comida en sus mesas los sábados y cualquiera de ellos se reiría de la noción de que tales circunstancias signifiquen que mantienen una “observancia dual” del sábado y el domingo.

El adventismo pretende apuntalar su descabellada noción de esa “observancia dual” con un par de citas de historiadores eclesiásticos del siglo V. Así, en su Historia de la iglesia 5.22, Sócrates el Escolástico afirma lo siguiente:

Porque aunque casi todas las iglesias del mundo entero celebran los sagrados misterios el sábado de cada semana, los cristianos de Alejandría y Roma, no obstante, por razón de alguna tradición antigua, han dejado de hacerlo. Los egipcios de las inmediaciones de Alejandría y los habitantes de la Tebaida celebran sus asambleas religiosas el sábado, pero no participan de los misterios de la manera habitual entre los cristianos en general, porque, después de haber comido y haberse satisfecho con alimentos de todo tipo, por la noche, realizando sus ofrendas, participan de los misterios.

Por su parte, Sozomeno, en su Historia de la iglesia 7.19, señala:

La gente de Constantinopla, y casi en todas partes, se reúne el sábado, así como también el primer día de la semana, costumbre que nunca es observada en Roma ni en Alejandría. Hay varias ciudades y varios pueblos en Egipto en los que, al contrario del uso establecido en los demás lugares, la gente se reúne los sábados de noche y, aunque hayan cenado previamente, participan de los misterios.

¿Se han fijado los sectarios del adventismo en lo que de verdad dicen Sócrates el Escolástico y Sozomeno sobre esa imaginaria “doble observancia” del sábado y el domingo? En efecto: aquellas gentes participaban de la eucaristía el sábado de noche, horas después de que el sábado judío hubiese terminado. Con ello, esa supuesta “doble observancia” acaba de irse por el retrete.

Otro cuentecito sabático predilecto de la secta remanente es la noción de que los “paganos” sentían una enorme veneración por el “día del sol” (aquí echan mano del inglés y de otras lenguas, por aquello de que Sunday, domingo, significa precisamente “día del sol”) y que la Iglesia Católica decidió amoldarse a tan dilecta celebración “pagana” para ganar adeptos. Sin embargo, basta una somera lectura de textos clásicos para constatar que esos “paganos” jamás tuvieron ningún día semanal de observancia religiosa. La civilización grecorromana nunca tuvo ninguna celebración religiosa semanal, de modo que este cuento adventista puede ser desechado sin más.

Con el surgimiento de la semana planetaria se popularizaron nombres como “día de Saturno”, “día de Marte”, “día del sol”, etcétera, pero en ese “día de Saturno” no se adoraba a Saturno de forma especial en lugar alguno, ni el “día del sol” se adoraba al sol, ni en el de Marte se adoraba a Marte. La designación de “día de Saturno” hacía referencia a un día cuya primera hora era regida, supuestamente, por el planeta Saturno, atribuyéndose la segunda hora a Júpiter, la tercera a Marte, la cuarta al sol, la quinta a Venus, la sexta a Mercurio y la séptima a la luna (el orden inverso de los “planetas” en el sistema geocéntrico); luego el ciclo se repetía. Tras veinticuatro horas, la primera hora corría tres planetas, por lo que la primera hora del día era regida por el sol. Veinticuatro horas después llegaba el turno de la luna, y al día siguiente le tocaba a Marte. Otras veinticuatro horas más llevaban a Mercurio; un día más, a Júpiter y, por fin, tras otras veinticuatro horas, le llegaba el turno a Venus. Después se volvía al “día de Saturno”.

Pero la cosa es mucho más grave para el adventismo que constatar que nadie adorara a Venus de forma especial el “día de Venus”, ni nadie reverenciara en especial el “día del sol” o cualquier otro día. Sucede lo siguiente: En la obra adventista que venimos citando, tanto Samuele Bacchiocchi como S. Douglas Waterhouse aluden indirecta o directamente a una interesante inscripción encontrada en Pompeya:

En el consulado de Nerón César Augusto y de Coso Léntulo, ocho días antes de los idus de febrero, en el día del sol, en el decimosexto día de la luna, día de mercado en Cumas, cinco días antes del día de mercado en Pompeya.— Jack Lindsay, Origins of Astrology (Londres, 1971), p. 234. Véase http://books.google.es/books?id=-QI...="8 days before the ides of February"&f=false

La fecha en cuestión corresponde al 6 de febrero del año 60 d.C. Lamentablemente para los intereses sectarios del adventismo, cualquier programa informático de astronomía revelará que el mediodía (hora de Greenwich) del 6 de febrero del año 60 d.C. correspondió al día juliano 1.743.009,0 y que ese día fue MIÉRCOLES. O sea, el “día del sol” de la semana planetaria NO correspondía a nuestro domingo, sino a nuestro miércoles. ¿Por qué oculta la secta remanente esta realidad?

Por su parte, Waterhouse también quiere apuntalar sus caprichosas nociones citando otra inscripción hallada en Alba Iulia, Transilvania, correspondiente al 23 de mayo de 205 d.C., “día de la luna” (F. H. Colson, The Week [Cambridge, 1926], p. 25). Resulta que el mediodía (hora de Greenwich) del 23 de mayo de 205 d.C. correspondió al día juliano 1.796.077,0 y ese día fue, como cabía esperar, JUEVES, no lunes.

O sea, los adventistas echan mano, para apuntalar sus intereses sectarios, de la semana planetaria, pero no revelan a sus incautos lectores que la semana planetaria (o “semana de los dioses”) NO coincidía con la semana usada por la iglesia o “semana de Juan” (pese a que finalmente los días de la semana eclesiástica recibieran los nombres que habían tenido OTROS días de la semana planetaria). Tal proceder de ocultación no puede ser interpretado en términos benévolos. No cabe aplicarle el beneficio de la duda o suponer que tal ocultación responda a la supina ignorancia de los “expertos” del adventismo. Cabe suponerles los conocimientos suficientes como para darse cuenta de la falsedad radical de sus planteamientos aunados a intereses inconfesables de no divulgar la realidad que desenmascara sus falsas enseñanzas.

Tales son las “verdades” sabáticas del adventismo. Como siempre, contribuir a la difusión de tan ocultas "verdades" resulta enormemente placentero, y supone para mí motivo de inmensa satisfacción aguardar la previsible impotente reacción de los secuaces de al secta remanente.
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

hola Sylvester, es una gran alegría volver a verte por aquí. te saludo porque es obvio que el perturbado gabrielín, como ya es un viejo chocho, no se ha dado cuenta de tu mensaje y, al contestarte yo, lo hará y se pondrá a echar espuma por la boca y tendremos diversión asegurada.

siempre es un placer leerte y lamento que te prodigues tan poco últimamente.

aprovecho para preguntarte por una cosa más mundana que lo que has expuesto. he estado intentando en vano que el demente gabriel admita que al entierro de JP2 fue una delegación oficial de la iglesia adventista a presentar sus respetos pero no lo he conseguido. ¿sabes tu si fueron al entierro?

un saludo
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

Hola, Aitor. Yo también lamento no venir por aquí tan a menudo como solía, pero el trabajo me deja muy poco tiempo libre, y ese poco tiempo libre normalmente hay que dedicárselo a la familia más allegada. Solo ocasionalmente tengo tiempo para leer foros y participar en ellos.

Ayer, antes de escribir mi aportación a la manipulación de textos antiguos por parte de los "eruditos" adventistas, estuve leyendo tus incisivas observaciones sobre el chusco asunto del entierro por entregas de Ellen White. Nunca he escuchado ni leído ninguna versión oficial que explique tan anormal proceder por parte de los encargados de supervisar el enterramiento. Si pretendían someter el cadáver a algún proceso físico-químico (embalsamamiento, salazón, ahumado o similares) o a oscuras ceremonias, no sé determinarlo. Conociendo el percal, no me extrañaría que aquellos sujetos pretendieran hacer coincidir el enterramiento con alguna cábala relativa al supuesto proceso de "juicio investigador" en el "santuario celestial"; quizá habían recibido algún chivatazo al respecto. Por cierto, vi la desesperación de Gabriel intentando zafarse sin éxito de semejante empaste. Lo encontré divertido.

En cuanto a lo que ese sujeto pueda decir de mis observaciones sobre las manipulaciones y las falsificaciones de los adventistas, ya veremos lo que da de sí. Supongo que lo habitual en él. Me he reservado alguna observación sobre la Didajé y otros escritos antiguos para usarla contra los propagandistas del adventismo cuando me plazca.
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

Saludos;

Aunque NO soy adventista, Ni NUNCA lo he sido, soy defensor de que El Shabat fue dado como un día a observar, no solo al Judaísmo, sino a toda la humanidad, y SI, está estrechamente relacionado con la Creación, pues Así lo expone la propia escritura, por lo tanto NO es un concepto adventista, es una realidad escritural.

En cuanto a Colosenses, admito que los adventistas lo tuercen y manipulan, parcializando el pasaje, y declarando que allí no se está hablando del Shabat, cuando es obvio que Si. Con todo, para mi Colosenses 2, mas que un pasaje contrario al Shabat y a la ley, me parece que es un Cap. claro y especifico en defensa del Shabat y las demás festividades.

Para conocer mi criterio al respecto, pueden dirigirse a este epigrafe; http://forocristiano.iglesia.net/sh...6-¿A-favor-o-en-contra-de-la-Torah-(Para-Mat)

Para concluir, solo diré que es una verdadera pena, que los epígrafes se abran y se comenten para burlarse de los demás, y para "disfrutar", cuando deberían ser abiertos y comentados para enseñar, edificar y exhortar.

En fin, aquí está mi criterio.

Wilson G.
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

Por regla general, los adventistas que pululan o pululaban por estos foros no lo han hecho para dialogar con educación. En ellos, tal virtud brilla por su ausencia. Toda vez que no es menester entrar en ningún tipo de diálogo con tales sujetos, es perfectamente lógico, y necesario, que se los desenmascare de la manera que mejor yugule sus intereses, sin el menor tipo de miramiento. No busco "ganármelos". Lo que hagan o dejen de hacer me resulta indiferente y, en cualquier caso, irrisorio.

La noción de que el sábado fuera dado para la humanidad en el momento de la creación es exactamente igual de "bíblica" que la noción de que el primer hombre dejó la casa de su padre y de su madre cuando se unió a su mujer (Gén. 2:22-24). Ambos conceptos son igual de absurdos y, francamente, no tienen nada de bíblicos. Y, como queda dicho, si el sábado hubiese sido dado a la raza humana en su conjunto, resulta incomprensible que Ezequiel y otros profetas que no dudaron en recriminar comportamientos inmorales de naciones vecinas de Israel jamás les recriminasen su falta de observancia de un día supuestamente tan importante. Esa condena no existe. Tampoco existe ningún relato que muestre algún episodio "heroico" de observancia del sábado por parte de un hebreo en territorio gentil. Por ejemplo, aunque el libro de Daniel se destaca la resistencia de compañeros de Daniel a la idolatría de Mesopotamia, se echa de menos que no se dedique ni un versículo a destacar cómo hacían los hebreos "fieles" para guardar el sábado en Babilonia en pleno exilio. No hace falta ser muy avispado para darse cuenta de que el sábado jamás se concibió para naciones ajenas a Israel. Es más, si has leído la literatura rabínica al respecto, sabrás que la mejor tradición judía considera una intromisión digna de muerte el que un gentil incircunciso pretenda guardar el sábado. Así que no.

La iglesia cristiana se desvinculó del sábado en el momento mismo en que los apóstoles y dirigentes de la iglesia admitieron que no era preciso que los gentiles se circuncidaran. En el momento en que se dio acceso directo a los gentiles incircuncisos al cuerpo de Cristo, la suerte estaba echada: esos creyentes NO podían legalmente participar del culto de sus hermanos circuncidados, de modo que, una vez que Jerusalén fue liquidada (en 70 d.C. y, posteriormente, en 135 d.C., con la prohibición imperial expresa de que un judío pisase Ælia Capitolina), el peso relativo de los cristianos circuncidados dentro del conjunto del cristianismo disminuyó tremendamente, por lo que únicamente quedó vestigio del sábado entre grupos heréticos enemigos del evangelio de Pablo. No hay constancia de que los cristianos de origen gentil, una vez alejados del círculo de influencia de la sinagoga, se congregasen los sábados para realizar ningún tipo de adoración especial. Sí hay constancia, en cambio, de que se reunían los domingos. Por supuesto, todo ello demuestra la falsedad radical de la calumnia adventista de que la Iglesia de Roma tuvo algo que ver en que los cristianos empezasen a celebrar el domingo como recordatorio de la resurrección. El domingo era el día normal de culto de los cristianos de todo el Imperio romano mucho tiempo antes de que en Roma hubiera ningún papa que pudiera tomar esa imaginaria decisión que el adventismo le atribuye tan a la ligera.
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

Para concluir, solo diré que es una verdadera pena, que los epígrafes se abran y se comenten para burlarse de los demás, y para "disfrutar", cuando deberían ser abiertos y comentados para enseñar, edificar y exhortar.

En fin, aquí está mi criterio.

Wilson G.


estimado wilson creo que eres injusto. ¿como crees tu entonces que se debe tratar a un personaje como gabriel si no es aprovechando la ocasión para reírse de sus memeces?

por lo demás es obvio que en los foros es complicado abordar un tema con profundidad porque siempre aparecen comentarios de otras personas que aprovechan la ocasión para dar evasivas y ocultar el tema fundamental del debate. ¿no recuerdas lo que sucedió con el tema del obelisco o con lo de los alunizajes? no aprovechaban los locos cualquier excusa para desviar la atención del tema principal?
la cosa es así querido wilson

un saludo
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

Es de conocimiento generalizado que la organización adventista del séptimo día hace mucho hincapié en la presunta necesidad de que los cristianos, cuyo “deber” se supone que es “imitar” a Cristo, emulen con la máxima fidelidad posible el “ejemplo perfecto” de Cristo en la observancia del séptimo día de la semana como “memorial” de una institución que, según cuentan, se remonta a la creación.

Según cuenta la literatura producida por la referida organización, las disputas que, a propósito de la observancia del sábado, surgieron durante el ministerio de Jesús entre los seguidores de este y los judíos representantes de la “ortodoxia” se debían a que estos habían “añadido” normas “absurdas” a la observancia sabática que hacían de ella una carga aborrecible. Tal situación se evita, según nos cuentan, siguiendo el “ejemplo” de Jesús y de sus apóstoles en una observancia del sábado “equilibrada”. En realidad, ese ansiado “equilibrio” queda un tanto nebuloso y al arbitrio de la imaginación del equilibrista, pues, salvo la indicación de que Jesús y sus acompañantes solían acudir a las sinagogas, el Nuevo Testamento no da indicación alguna sobre esa presunta observancia “equilibrada” del sábado que permita sacar conclusiones de qué normativas sabáticas eran “absurdas” y cuáles no.

Ciertos pasajes del Nuevo Testamento, como, sobre todo, Colosenses 2:16s, son “explicados” por la referida organización haciendo que sus referencias al sábado no sean realmente al sábado semanal, sino a ciertos sábados que el adventismo llama “ceremoniales” (por lo visto, en esto no hace falta “imitar” su observancia por parte de Cristo) o, si el invento no cuela, a los ritos del sábado semanal. En el caso concreto de Colosenses 2:16s, Kenneth Wood, en el apéndice D del libro adventista The Sabbath in Scripture and History, editado por Kenneth Strand (Washington, DC: Review and Herald, 1982), tiene el cuajo de proponer o que en la lista «días de fiesta, luna nueva o sábados» (Col. 2:16), los “sábados” son, o bien los “días de fiesta” y los novilunios mencionados anteriormente (de modo que se repetirían en la lista o los “días de fiesta” o los novilunios), o, si se trata de los sábados semanales, habría que llegar a la conclusión de que el apóstol solo menosprecia los rituales judíos celebrados dicho día. Según intentan contar para justificar tan caprichosa explicación, es imposible que San Pablo y otros cristianos fieles menospreciaran el sábado en sí, pues este está relacionado con un mandamiento “moral”, mientras que los sábados mensuales (novilunios) y los anuales (fiestas como los Panes sin levadura, Pentecostés, etc.) eran solo “ceremoniales”. Naturalmente, uno busca en vano tales distinciones en la Biblia, que no son más que un invento de teólogos más interesados en justificarse que en conocer lo que de verdad dice las Escrituras.

En realidad, decir que algo es “moral” solo significa que es “conforme a las costumbres”. Por ello, en el antiguo Israel, era igual de “moral” guardar el sábado que ofrecer un holocausto o que circuncidar a un hijo varón. Las tres cosas tenían que ver con las costumbres, y las tres habían sido objeto de legislación.

Tampoco llegan muy allá los adventistas a la hora de aclarar por qué, si la institución del sábado es “universal” y se remonta a la creación, los profetas de Israel, que reconvinieron a naciones vecinas por su violencia, por su avaricia o por su idolatría, jamás pronunciaron una palabra de condena contra ellas por su inexistente observancia del sábado.

Tales problemas rara vez azoran a los intrépidos paladines de la “verdad presente”, más interesados en “demostrar” la importancia escatológica de la “verdad del sábado” para estos “tiempos finales”. Se imaginan que es su deber pregonar a los cuatro vientos nociones tan pintorescas como que la ira del Señor se desatará contra los que no atiendan las ensoñaciones sabáticas del adventismo y que acepten la “observancia” rival del domingo, que, según ellos, constituye la “marca de la bestia” (que ellos interpretan, según mejor les convenga en cada caso, como el papa, la Iglesia Católica Romana o como un conglomerado político-religioso que se viene fraguando o que se fraguará en torno al papa en “el tiempo del fin”).

En sus publicaciones, diseñadas para mantener a raya a sus adeptos haciéndoles creer que abordan todas las dificultades reales, se empeñan con cierto ahínco en tergiversar la historia del surgimiento de la observancia del domingo, atribuyendo esta a la iniciativa “del papa” (no suelen decir de cuál papa y, cuando lo dicen, tampoco es verdad). Según cuentan en su disparatada escatología, “los tiempos y la ley” habían de ser entregados en mano del “cuerno pequeño” (el papado, según ellos) “tiempo, tiempos y medio tiempo”, que, según sus teorías, es un lapso de 1260 años que se inició el año 538 d.C. Lógicamente, si el sábado forma parte de esos “tiempos” que iban a ser entregados en mano del papado, cabría esperar que el papado hubiera cambiado el sábado por el domingo precisamente ese año 538 d.C. Lamentablemente, ningún adventista ha logrado demostrar semejante cosa. El domingo era una institución asentada y, en realidad, nadie guardaba el sábado (ni siquiera en Etiopía, por mucho que el adventismo se empeñe) en la cristiandad desde hacía siglos en el momento en que, supuestamente, el papado tenía que hacer la “obra perversa” que el adventismo le asigna.

La observancia del domingo está perfectamente documentada, fuera del Nuevo Testamento, ya en el siglo II d.C. Los adventistas suelen admitir que, en efecto, consta la observancia del domingo en toda la cristiandad desde finales o incluso desde mediados del siglo II d.C., pero son reacios a admitir que esté documentada desde COMIENZOS del siglo II o antes. La palabra ‘domingo’ es la versión española de un original latino que es ‘dominica’ o ‘Dominicus [dies]’ y significa “día del Señor”. Nada tiene que ver, como querrían los adventistas, con el “día del sol” de la semana planetaria (más sobre esto al final). En griego, el domingo recibía el nombre equivalente κυριακή [ἡμέρα] (leído algo así como kyriakē [hēmera]), expresión que aparece precisamente así en Apocalipsis 1:10.

A los adventistas no les parece bien que κυριακή ἡμέρα en Apocalipsis 1:10 se refiera al domingo, porque, aunque a partir de mediados del siglo II (según ellos; véase, por ejemplo, el apéndice F, de Kenneth Strand, del libro antes citado), sí significa “domingo”, suponen que en Apocalipsis 1:10 debe de significar “algo distinto” (en realidad, les vale cualquier ocurrencia que no sea domingo). Del mismo modo, tampoco admiten los textos de comienzos del siglo II que hablan de κυριακή por el sencillo motivo de que ¡les falta ἡμέρα! O sea, si falta ἡμέρα, ello es licencia para que el adventista “entendido” se imagine cualquier otra traducción: “la vida del Señor”, “el mandamiento del Señor” (en vez del correcto “día del Señor”). Pero si no falta ἡμέρα y el texto es del siglo I, ¡tampoco aceptan “domingo”, sino que ha de significar “otra cosa”! ¡Qué curioso proceder!

Veamos tres pasajes de la patrística griega. Los dos más antiguos son de San Ignacio de Antioquía (a quien cierta tradición identifica con el niño puesto como ejemplo entre sus discípulos por Jesús). En el capítulo 9 de su Epístola a los Magnesianos, escrita cuando iba camino del suplicio hacia Roma (algo antes de 107 d.C.), San Ignacio escribió:

Εἰ οὖν οἱ ἐν παλαιοῖς πράγμασιν ἀναστραφέντες εἰς καινότητα ἐλπίδος ἦλθον, μηκέτι σαββατίζοντες, ἀλλά κατὰ κυριακὴν ζωὴν ζώντες…

El texto está tomado de PG 5:669. Traducción latina conocida desde la antigüedad:

Si igitur, qui in veteri rerum ordine degerunt, ad novam spem pervenerunt, non amplius sabbatum colentes, sed juxta dominicam viventes…

Traducción española:

Entonces, si los que anduvieron en las antiguas costumbres vinieron a una nueva esperanza, ya no viviendo para el sábado, sino para el día del Señor…

Como queda dicho, la secta remanente se opone a esto, puesto que el pasaje aludido no contiene la palabra ἡμέρα. Veamos, sin embargo, la interesante secuencia dada por el propio San Ignacio en el capítulo 9 de su epístola a los Trallanos. En esta ocasión, se ha consultado la versión interpolada en el siglo IV (PG 5:789).

La secuencia, en griego, es:

Τῇ οὖν παρασκευῇ… τὸ σάββατον… κυριακῆς… ἡ μὲν παρασκευῂ… τὸ σάββατον… ἡ κυριακή.

Como puede verse, aquí no aparece la palabra ἡμέρα en ningún sitio (es tan innecesaria como decir “día domingo”, “día martes” y cosas por el estilo). La traducción completa al latín (PG 5:790) es:

In parasceve itaque, hora tertia sententiam accepit a Pilato, permittente id Patre; sexta hora crucifixus est; nona exspiravit; ante solis occasum sepultus est; sabbato, sub terra in monumento remansit, in quo posuit eum Joseph ab Arimathia: iluscencente dominico die resurrexit ex mortuis, juxta id quod dixerat: Sicut fuit Jonas in ventre ceti tribus diebus et tribus noctibus, sic erit Filius hominis in corde terræ tribus diebus et tribus noctibus: complectitur itaque parasceve passionem: sabbatum, sepulturam; dominica, resurrectionem.

Traducción al español:

Entonces en [el día de] la preparación, a la hora tercera recibió la sentencia de Pilato, permitido esto por el Padre; a la sexta hora fue crucificado; a la novena hora expiró; antes del ocaso del sol fue sepultado. El sábado permaneció bajo tierra en la tumba en que José de Arimatea lo puso. Al amanecer del día del Señor resucitó de entre los muertos, tal como había dicho: Igual que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noche, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Entonces, [el día de] la preparación completa la pasión; el sábado, la sepultura; el domingo, la resurrección.

No es de extrañar que este texto, que, como queda dicho, no contiene la palabra ἡμέρα, no sea citado por el adventismo.

Curiosamente, los autores adventistas no tienen empacho alguno en citar textos griegos con κυριακή, pero sin ἡμέρα, si creen que ello puede redundar en su interés. Por ejemplo, en el capítulo 9 de la obra adventista antes citada, Werner Vyhmeister cita un pasaje del capítulo 38 de la Historia lausiaca de Paladio. Según Vyhmeister, el pasaje en cuestión alude al domingo. Veamos el pasaje en su griego original (comienzos del siglo V), tomado de PG 65:1099:

Εἰσιόντες δὲ εἰς τὴν κοινωνίαν τῶν μυστηρίων τοῦ Χριστοῦ κατὰ σάββατον καὶ κυριακὴν τὰς ζώνας λυέτωσαν, καὶ τὴν μηλωτὴν ἀποτιθὲσθωσαν, καὶ μετὰ κουκουλλίου μόνου εἰσίτωσαν.

Traducción latina (tomada de I]PG[/I] 65:1101):

Ingredientes autem ad Christi communionem sabbato et dominica, zonas solvant, et pellem ovillam deponant, et cum sola cuculla ingrediantur.

Según podría dar fe Werner Vyhmeister, la traducción de este pasaje al español es:

Cuando entran a la comunión de Cristo el sábado y el domingo, se aflojan la faja y se quitan la piel de oveja y solo entran con la capucha.

Resulta enormemente llamativo que a Werner Vyhmeister no le diera ningún pasmo al entender que κυριακὴν, sin inflexión alguna de ἡμέρα, significa, por sí mismo, “domingo”, pero que su correligionario Kenneth Strand objete que la falta de ἡμέρα en los escritos de San Ignacio de Antioquía en los que se hace referencia a κυριακή permita suponer que el mártir hacía referencia no al domingo, sino a “otra cosa”. ¡Curiosísimo!

De circunstancias como que hubiera clérigos que iban a misa los sábados (como en varios pasajes de Paladio y de Juan Casiano, etc.) o de que en Armenia y otros lugares los cristianos comieran queso y huevos los sábados, absteniéndose de ayunar, los “entendidos intérpretes” adventistas quieren hacer creer a los incautos que, durante siglos, hubo una “observancia dual” del sábado y el domingo. Por supuesto, tal interpretación es descabellada, pues también hoy hay católicos que van a misa los sábados (como en otros días de la semana) y que ponen comida en sus mesas los sábados y cualquiera de ellos se reiría de la noción de que tales circunstancias signifiquen que mantienen una “observancia dual” del sábado y el domingo.

El adventismo pretende apuntalar su descabellada noción de esa “observancia dual” con un par de citas de historiadores eclesiásticos del siglo V. Así, en su Historia de la iglesia 5.22, Sócrates el Escolástico afirma lo siguiente:

Porque aunque casi todas las iglesias del mundo entero celebran los sagrados misterios el sábado de cada semana, los cristianos de Alejandría y Roma, no obstante, por razón de alguna tradición antigua, han dejado de hacerlo. Los egipcios de las inmediaciones de Alejandría y los habitantes de la Tebaida celebran sus asambleas religiosas el sábado, pero no participan de los misterios de la manera habitual entre los cristianos en general, porque, después de haber comido y haberse satisfecho con alimentos de todo tipo, por la noche, realizando sus ofrendas, participan de los misterios.

Por su parte, Sozomeno, en su Historia de la iglesia 7.19, señala:

La gente de Constantinopla, y casi en todas partes, se reúne el sábado, así como también el primer día de la semana, costumbre que nunca es observada en Roma ni en Alejandría. Hay varias ciudades y varios pueblos en Egipto en los que, al contrario del uso establecido en los demás lugares, la gente se reúne los sábados de noche y, aunque hayan cenado previamente, participan de los misterios.

¿Se han fijado los sectarios del adventismo en lo que de verdad dicen Sócrates el Escolástico y Sozomeno sobre esa imaginaria “doble observancia” del sábado y el domingo? En efecto: aquellas gentes participaban de la eucaristía el sábado de noche, horas después de que el sábado judío hubiese terminado. Con ello, esa supuesta “doble observancia” acaba de irse por el retrete.

Otro cuentecito sabático predilecto de la secta remanente es la noción de que los “paganos” sentían una enorme veneración por el “día del sol” (aquí echan mano del inglés y de otras lenguas, por aquello de que Sunday, domingo, significa precisamente “día del sol”) y que la Iglesia Católica decidió amoldarse a tan dilecta celebración “pagana” para ganar adeptos. Sin embargo, basta una somera lectura de textos clásicos para constatar que esos “paganos” jamás tuvieron ningún día semanal de observancia religiosa. La civilización grecorromana nunca tuvo ninguna celebración religiosa semanal, de modo que este cuento adventista puede ser desechado sin más.

Con el surgimiento de la semana planetaria se popularizaron nombres como “día de Saturno”, “día de Marte”, “día del sol”, etcétera, pero en ese “día de Saturno” no se adoraba a Saturno de forma especial en lugar alguno, ni el “día del sol” se adoraba al sol, ni en el de Marte se adoraba a Marte. La designación de “día de Saturno” hacía referencia a un día cuya primera hora era regida, supuestamente, por el planeta Saturno, atribuyéndose la segunda hora a Júpiter, la tercera a Marte, la cuarta al sol, la quinta a Venus, la sexta a Mercurio y la séptima a la luna (el orden inverso de los “planetas” en el sistema geocéntrico); luego el ciclo se repetía. Tras veinticuatro horas, la primera hora corría tres planetas, por lo que la primera hora del día era regida por el sol. Veinticuatro horas después llegaba el turno de la luna, y al día siguiente le tocaba a Marte. Otras veinticuatro horas más llevaban a Mercurio; un día más, a Júpiter y, por fin, tras otras veinticuatro horas, le llegaba el turno a Venus. Después se volvía al “día de Saturno”.

Pero la cosa es mucho más grave para el adventismo que constatar que nadie adorara a Venus de forma especial el “día de Venus”, ni nadie reverenciara en especial el “día del sol” o cualquier otro día. Sucede lo siguiente: En la obra adventista que venimos citando, tanto Samuele Bacchiocchi como S. Douglas Waterhouse aluden indirecta o directamente a una interesante inscripción encontrada en Pompeya:

En el consulado de Nerón César Augusto y de Coso Léntulo, ocho días antes de los idus de febrero, en el día del sol, en el decimosexto día de la luna, día de mercado en Cumas, cinco días antes del día de mercado en Pompeya.— Jack Lindsay, Origins of Astrology (Londres, 1971), p. 234. Véase http://books.google.es/books?id=-QI...="8 days before the ides of February"&f=false

La fecha en cuestión corresponde al 6 de febrero del año 60 d.C. Lamentablemente para los intereses sectarios del adventismo, cualquier programa informático de astronomía revelará que el mediodía (hora de Greenwich) del 6 de febrero del año 60 d.C. correspondió al día juliano 1.743.009,0 y que ese día fue MIÉRCOLES. O sea, el “día del sol” de la semana planetaria NO correspondía a nuestro domingo, sino a nuestro miércoles. ¿Por qué oculta la secta remanente esta realidad?

Por su parte, Waterhouse también quiere apuntalar sus caprichosas nociones citando otra inscripción hallada en Alba Iulia, Transilvania, correspondiente al 23 de mayo de 205 d.C., “día de la luna” (F. H. Colson, The Week [Cambridge, 1926], p. 25). Resulta que el mediodía (hora de Greenwich) del 23 de mayo de 205 d.C. correspondió al día juliano 1.796.077,0 y ese día fue, como cabía esperar, JUEVES, no lunes.

O sea, los adventistas echan mano, para apuntalar sus intereses sectarios, de la semana planetaria, pero no revelan a sus incautos lectores que la semana planetaria (o “semana de los dioses”) NO coincidía con la semana usada por la iglesia o “semana de Juan” (pese a que finalmente los días de la semana eclesiástica recibieran los nombres que habían tenido OTROS días de la semana planetaria). Tal proceder de ocultación no puede ser interpretado en términos benévolos. No cabe aplicarle el beneficio de la duda o suponer que tal ocultación responda a la supina ignorancia de los “expertos” del adventismo. Cabe suponerles los conocimientos suficientes como para darse cuenta de la falsedad radical de sus planteamientos aunados a intereses inconfesables de no divulgar la realidad que desenmascara sus falsas enseñanzas.

Tales son las “verdades” sabáticas del adventismo. Como siempre, contribuir a la difusión de tan ocultas "verdades" resulta enormemente placentero, y supone para mí motivo de inmensa satisfacción aguardar la previsible impotente reacción de los secuaces de al secta remanente.
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

Mi humilde opinión al Shabbat es que Jehová trabajo 6 días y descansó el 7 pero no hay indicios de que ese mandamiento se le haya dado a Adán y por lo tanto a la humanidad, no existe base bíblica. El sábado fue una señal entre Jehová y ELA nación de Israel. La señal entre Jesucristo y la iglesia que es su esposa es el espíritu Santo. El sábado semanal era la sombra del verdadero descanso el cual es Cristo.
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

Estimada Sarita Roldán. Saludos cordiales.

Tú dices:


Mi humilde opinión al Shabbat es que Jehová trabajo 6 días y descansó el 7 pero no hay indicios de que ese mandamiento se le haya dado a Adán y por lo tanto a la humanidad, no existe base bíblica. El sábado fue una señal entre Jehová y ELA nación de Israel. La señal entre Jesucristo y la iglesia que es su esposa es el espíritu Santo. El sábado semanal era la sombra del verdadero descanso el cual es Cristo.

Respondo: Pensemos un poco.

¿Supo Adán que Dios es el creador?

Si estás en el buen camino, dirás que si.

¿Supo Adán que Dios descansó, bendijo y santificó el séptimo día?

Si estás en el buen camino, dirás que si.

¿Transmitió Adán esa información a su descendencia?

Si estás en el buen camino, dirás que si.

Las generaciones posteriores a Adán hasta Matusalén y y el Diluvio; luego Noé y su descendencia sabrían de ello?

Si estás en el buen camino, dirás que si.

¿Los hebreos en tiempo de Moisés se acordarían de lo que transmitió Adán en forma oral?

Moisés, ¿usó dicha información para escribir Génesis?

Si estás en el buen camino, dirás que si.

Ahora dime, según la Biblia:

¿Quién es la esposa del Cordero?

"Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido." Apocalipsis 21:2.

"Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.
Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal." Apocalipsis 21:9-11.

Si estás en el buen camino, dirás ¡¡¡Amén!!!

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

¿Quién es la esposa del Cordero?


¿la señora de cordero?

"Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido." Apocalipsis 21:2.

"Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.
Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal." Apocalipsis 21:9-11.

Si estás en el buen camino, dirás ¡¡¡Amén!!!

¡¡¡Amén!!! ¿a qué?

gabriel, ¿no te das cuenta que parece que hablas tu sólo?


¿qué quieres decir que un cordero y una ciudad se unen en matrimonio?

y ¿qué tendrían como hijos corderitos o casitas?
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

Estimado aitor. Saludos cordiales.

Tú dices:

¿la señora de cordero?

¡¡¡Amén!!! ¿a qué?

gabriel, ¿no te das cuenta que parece que hablas tu sólo?


¿qué quieres decir que un cordero y una ciudad se unen en matrimonio?

y ¿qué tendrían como hijos corderitos o casitas?

Respondo: Como no sabes nada de la Biblia, te informo:

El Cordero es nuestro Señor.

La Santa Ciudad es la Nueva Jerusalén.

"Ven, y te mostraré la novia, la esposa del Cordero".
Me llevó en espíritu a un grande y alto monte, y me mostró la gran ciudad santa,
la Jerusalén que descendía del cielo, de Dios.
Resplandecía con la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante a una piedra
preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal
.” Apocalipsis 21: 9 – 11
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

ya pero como es esa boda entre el cordero y una ciudad.

¿es una boda por lo civil, por el rito budista o como?

y ¿como es la noche de bodas?

y los hijos como serán ¿corderitos? ¿pueblecitos? ¿como?

ya que eres un exegeta enajenado me gustaría saber como haces tus exégesis. lo digo para hacer una película de humor
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

Estimado aitor. Saludos cordiales.

Tú dices:

ya pero como es esa boda entre el cordero y una ciudad.

¿es una boda por lo civil, por el rito budista o como?

y ¿como es la noche de bodas?

y los hijos como serán ¿corderitos? ¿pueblecitos? ¿como?

ya que eres un exegeta enajenado me gustaría saber como haces tus exégesis. lo digo para hacer una película de humor

Respondo: No te preocupes de como será, sino la de ser invitado.

Los convidados lo sabrán, pero tienes que ir vestido con el traje apropiado para tal solemnidad y no desentonar. ¡Ah, no olvides que el atuendo lo proporciona nuestro Señor Jesucristo!, por lo tanto deja de usar tus trapos de inmundicia y ponte el vestido de la justificación divina que Dios ha provisto gratuitamente por medio de la cruz de Cristo.


"Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos." Gálatas 3:27.

"Así el vencedor será vestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del Libro de la Vida, y reconoceré su nombre delante de Mi Padre y delante de Sus ángeles." Apocalipsis 3:5.

"Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría" Judas 1: 24.


"Y el ángel me dijo: Escribe: ``Bienaventurados los que están invitados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios." Apocalipsis 19:9.

¿Aceptarás la invitación que el Señor te ofrece?

"Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a El la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado." Apocalipsis 19:7.
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

y ¿ya tienes tu el traje? te advierto que ir con esa camisa de fuerza que usas no es la vestimenta adecuada
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

Estimado aitor. Saludos cordiales.

Tú dices:


y ¿ya tienes tu el traje? te advierto que ir con esa camisa de fuerza que usas no es la vestimenta adecuada

Respondo: Me alegra que hayas reflexionado sobre este tema.

El traje lo da nuestro Señor. Sólo hay que reconocer que somos pecadores, que en nuestro ser, no hay ningún merito arrepentirnos de todos nuestro pecados, confesarlos arrepentidos; y aceptar los méritos de Cristo.

Por mi parte acepto su justicia y el manto que él pone en sus siervos que le aman y le siguen.
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

Aitor, te crees: ¿Experto en suplantación?

Eso lo hace el virus del Sida, infiltrarse en un organismo como un conocido, para causar el mayor daño posible.

Los jesuitas hacen esto.
 
Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

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Re: Patrañas sabáticas de la secta remanente

Déjenlo sin respuestas y verán como le aumentan la dosis de medicamentos...