Re: Para Palermo:¿Cuales son los Diez Mandamientos de la Iglesia Ortodoxa?
Toni dice: Ya ves que eso que tu llamas catolicofobia es una mera forma de llamar a los que tenemos arguementos contundentes contra los dogmas y constumbres que predica la iglesia de Roma.
Pta: Sabes que yo nunca te voy a ignorar, ni a ti, ni a nadie y menos en cuestiones de fe, donde soy inespugnable e idestructible.
Un saludo!!
Estimado Toni, su argumento no es sólido. Las iglesias ortodoxas en sus catecismos mantienen la prohibición sobre las imágenes y si algo hay en sus iglesias son imágenes y si algo hacen con ellas es rendirle culto de veneración. Luego cualquier persona normal debería pensar que entre ellos la palabra imagen del mandamiento (que lleva el número 2 en sus catecismos) según Exodo, no se refiere a pintar imágenes de santos y la Virgen y darles culto de veneración sino que es interpretada de otra manera: no habrá para ti otros dioses delante de mi según lo expresa el libro de Deuteronomio.
Toni dice: Pues ese es el punto, si ellos que no han adulterado el mandamiento, pero ignorando manifiestamente el: "y ninguna semejanza" donde también se encuadran las pinturas y los iconos y de esa forma dan culto a las imagenes, imagina lo que puede suponer eliminar el mandamiento y cambiarlo por otro a total conveniencia. Hoy en día en el catolicismo se produciría una total ecatombe reconocer que Dios prohibe hacerse imagenes de ese tipo, nada que ver con una foto que podamos tener de un familiar, luego si no tenemos claro lo que pueden ser otros dioses, el cacao mental es de inimaginables consecuencias.
No ha respondido mi pregunta: ¿ son San Basilio, San Doroteo y San Juan Damasceno unos idólatras?
Toni dice: No conozco la historia de esos señores, pero si te puedo poner otros casos de padres de la iglesia que no concuerdan con tus planteamientos:
Los Padres de los primeros siglos condenan la veneración de imágenes
De hecho, diversos escritores cristianos primitivos (siglos II y III) fueron explícitos acerca de la prohibición de imágenes en el culto, ya que veían claramente el peligro de idolatría que esto suponía. El autor católico citado, Fortescue, reconoce que ellos no sólo denunciaron la adoración, sino incluso la manufactura y posesión de las tales imágenes, y menciona a Atenágoras en su “Legación a favor de los cristianos”, Teófilo en su “Carta a Autólico”, Minucio Félix en su “Octavio”, Arnobio en “Contra los Gentiles”, Tertuliano en “Sobre la Idolatría” y Cipriano en “La vanidad de los ídolos.”
A esto podríamos agregar el testimonio de Orígenes (m. 254):
"Son los más ignorantes quienes no se avergüenzan de dirigirse a objetos sin vida ... y aunque algunos pueden decir que estos objetos no son sus dioses sino tan sólo imitaciones de ellos y símbolos, sin embargo se necesita ser ignorante y esclavo para suponer que las manos viles de unos artesanos puedan modelar la semejanza de la Divinidad; os aseguramos que el más bajo de los nuestros se ve libre de tamaña ignorancia y falta de discernimiento.” (Contra Celso, 6:14; negritas añadidas).
Javier Gonzaga narra la siguiente ilustrativa anécdota:
“Cuando los soldados de Diocleciano [emperador que lanzó la última gran persecución contra los cristianos] irrumpieron en una iglesia en Nicomedia [en] el año 297 mostraron su ignorancia total del cristianismo al sorprenderse de no encontrar ninguna representación de lo que los cristianos adoraban allí. Esto era precisamente lo que diferenciaba a una iglesia cristiana de un templo pagano.” (Concilios. Grand Rapids: International Publications, 1965; 1: 237).
Por la misma época del acontecimiento recién narrado, Lactancio (240-320) escribió:
“Es indubitable que en donde quiera que hay una imagen no hay religión. Porque si la religión consiste de cosas divinas, y no hay nada divino más que en las cosas celestiales, se sigue que las imágenes se hallan fuera de la esfera de la religión, porque no puede haber nada de celestial en lo que se hace de la tierra ... no hay religión en las imágenes, sino una simple imitación de religión.” (Instituciones Divinas 2:19; negritas añadidas).
En 305 ó 306 un concilio reunido en Elvira, cerca de la actual Granada, estableció en su canon 36: “Ordenamos que no haya pinturas en la Iglesia, de modo que aquello que es objeto de nuestra adoración no será pintado en las paredes.” En el pasado, apologistas católicos como Baronio y Bellarmino cuestionaron este sínodo español, pero su ortodoxia es hoy generalmente admitida.
Eusebio de Cesarea habla de una estatua de Cristo existente en Paneas que tuvo ocasión de ver, y comenta:
“Y no es extraño que hayan esto aquellos paganos de otro tiempo que recibieron algún beneficio de nuestro Salvador, cuando hemos indagado que se conservaban pintadas en cuadros las imágenes de sus apóstoles Pablo y Pedro, e incluso del mismo Cristo, cosa natural, pues los antiguos tenían por costumbre honrarlos de este modo, sin miramiento, como a salvadores, según el uso pagano vigente entre ellos.” (Historia Eclesiástica 7,18:4; negritas añadidas).
Asimismo Epifanio (315-403), obispo de Salamina en Chipre, quien era un acérrimo enemigo de las enseñanzas de Orígenes, concuerda con éste contra las imágenes, según una carta a Juan, obispo de Jerusalén , conservada por Jerónimo. Epifanio fue a una iglesia de Palestina a orar y, según dice: “hallé allí una cortina colgada en las puertas de la citada iglesia, teñida y bordada. Tenía una imagen de Cristo o de uno de los santos; no recuerdo precisamente de quién era la imagen. Viendo esto, y oponiéndome a que la imagen de un hombre fuese colgada en la iglesia de Cristo, contrariamente a la enseñanza de las Escrituras, la desgarré ...” Epifanio aconseja además a Juan que instruya a los responsables para que no se cuelguen cortinados de esa clase en ninguna Iglesia de Cristo, “opuestos como están a nuestra religión” , y continúa: “Un hombre de tu rectitud debiera ser cuidadoso en quitar una ocasión de ofensa, indigna por igual de la Iglesia de Cristo como de aquellos cristianos que están confiados a tu cargo.” (Jerónimo, Epist. 51:9; negritas añadidas).
En uno de sus escritos contra los maniqueos, Agustín de Hipona admite que algunos adoran imágenes, pero no reconoce a los tales como a verdaderos cristianos: “No reúnas contra mí a los profesantes del nombre cristiano, quienes ni conocen ni dan evidencia del poder de su profesión... Sé que hay muchos adoradores de tumbas y de pinturas ... Ni es sorprendente que entre tantas multitudes [de cristianos] hayas de encontrar algunos por la condenación de cuya vida puedas engañar a los incautos y seducirlos [para sacarlos] de la seguridad católica.” (De Moribus Eccl. Cath., 34:75).
El obispo de Hipona, como Orígenes antes que él, refutó de antemano el argumento de Santo Tomás acerca de que no se le rinde culto a la imagen, sino a lo que representa:
“¡Avergüéncense todos los que sirven a una escultura, los que se glorían en los ídolos! Pero avanza uno que se cree docto y dice: ‘Yo no adoro a una piedra ni esta imagen que no tiene sentimientos; porque no es posible que vuestros profetas hayan imaginado que tenían ojos y no veían, y que yo sea ignorante hasta el punto de no saber que la imagen no tiene alma y no ve por sus ojos y no oye por sus oídos. Yo no adoro esto; sino que me inclino ante esto que veo y sirvo a aquel a quien no veo’, ‘¿quién es éste?’. ‘Algún poder invisible –se nos dice- que radica en esta imagen.’ Mediante esta clase de explicación acerca de sus imágenes, piensan que son muy listos y que en modo alguno se les puede contar entre los adoradores de ídolos .” (Sobre Salmos 96, 2; negritas añadidas).
De este modo, la enseñanza unánime de los Padres de los primeros siglos, la cual la Iglesia de Roma se precia de respetar y venerar, es radicalmente adversa al uso de imágenes en el culto. Adicionalmente, como notó Agustín, tampoco los paganos, salvo los muy incultos, tomaban a las imágenes como algo más que representaciones; pero son precisamente tales representaciones lo que los escritores cristianos antiguos prohíben como contrarias a las Escrituras y por tanto opuestas al cristianismo.
(Tomado de un aporte de Jetonius)
Mientras no responda esa pregunta con sinceridad seguiré pensando que este tema que ha abierto es a los fines únicos de expresar su personal catolicofobia y nada más.
Puede ignorarme pero no por eso dejará de ser cierto lo que le digo.
Bendiciones. Inés
Toni dice: Ya ves que eso que tu llamas catolicofobia es una mera forma de llamar a los que tenemos arguementos contundentes contra los dogmas y constumbres que predica la iglesia de Roma.
Pta: Sabes que yo nunca te voy a ignorar, ni a ti, ni a nadie y menos en cuestiones de fe, donde soy inespugnable e idestructible.
Un saludo!!