LA GRACIA. (versión libre)
No quiere decir que de pronto se crea que Dios existe, o que Cristo Jesús es el Salvador, o que La Biblia contiene la verdad de Dios revelada en forma escrita, documentada e historica...esto se puede creer, sin haber experimentado todavía LA GRACIA.
Tampoco LA GRACIA significa simplemente que estamos realizando progresos en nuestro autodominio moral, ni que tenemos un mejor, mayor y más exacto conocimiento de las verdades biblicas, eso puede ser fruto de LA GRACIA, pero no lo es en sí, y he observado a lo largo de mi vida que estas cosas por si sólas hasta pueden impedir recibirla... He visto que LA GRACIA recae sobre las personas generalmente cuando estan sufriendo mucho y muy inquietos, cae como un haz de luz mientras se cruza el oscuro valle de una vida vacia y sin sentido. LA GRACIA acoge al ser humano cuando se siente un aislamiento mayor de lo normal porque tal vez se le ha violentado. LA GRACIA acoge cuando el disgusto, la indiferencia, la debilidad, la hostilidad y la falta de dirección y de compostura se llegan hacer insoportables, intolerables.
LA GRACIA acoge en el momento que menos se merece, cuando año tras año la tan deseada perfección y plenitud de vida no aparece, cuando eso se desea muchisssimo y no se ve, cuando la desesperación destruye toda alegría y todo valor y no se sabe qué hacer, ni a donde ir, ni para qué se vive, ni por qué...porque uno se siente inmerecedor y vive a sabiendas de sus miserias humanas pecaminosas.
Es a veces, en cualquiera de esas situaciones u otras muy diversas y diferentes cuando.......una oleada de luz irrumpe en las tinieblas, y es como si una voz estuviera diciendo: " Eres aceptada, aceptada por Dios que es infinito, más grande que tú y cuyo Nombre no conoces infinitamente. No preguntes ahora nada, tal vez lo descubrirás más tarde. No intentes hacer nada ahora, tal vez más tarde harás. No busques nada, no realices nada, no te propongas nada. ¡Simplemente acepta el hecho de que eres aceptada!.
Ni siquiera te preocupes tanto de la pureza de tu alma, ni de la mayor o menor exactitud de tus conocimientos. Ahora simplemente vuelve la mirada a Dios. Admirale. Regocijate de que Él sea todo santidad. Dale gracias por Él Mismo. Eso es tener el corazón puro...para ver a Dios...para ver por los ojos de Jesús lo que crees y creer por su boca lo que no ves. Y cuando te hayas vuelto así a Dios, sobre todo no vuelvas a tí. No te preguntes donde estas con Dios. La tristeza de no ser perfecta y descubrirte pecadora es también un sentimiento humano, demasiado humano. Debes elevar tu mirada más alto, siempre hacia adelante y hacia arriba. Existe Dios, la inmensidad de Dios y Su inalterable explendor. El corazón puro es el que no cesa de adorar al Señor vivo y verdadero. Se interesa profundamente por la vida misma de Dios y es capaz en medio de todas sus miserias de vibrar por la eterna inocencia y el gozo eterno de Dios. Semejante corazón está a la vez desprendido y colmado. Le basta que Dios sea Dios y en eso mismo encuentra su paz, todo su placer. Y Dios Mismo es entonces toda su santidad".
- Dios sin embargo, dije yo, reclama nuestro esfuerzo y nuestra fidelidad.
"Si, no hay duda, pero también Dios te quiere liberar de la clausura en que te tenía encerrado tu propio deseo de responder perfectamente a la voluntad legistante de Dios, Él también opera la purificación para que tú no sucumbas a tus instintos de dominación, en querer ser perfecta a través de leyes, para que no caigas en el desamor que te pueda crear tu culpabilidad, cuando compruebes que no hay nada externamente que puedas hacer para que seas más aceptada de lo que eres ahora, en este momento.
Creeme, cachorra del Cordero, la santidad no es una realización de sí mismo, ni una plenitud que uno se da. Es primeramente un vacio que se descubre y se acepta y que Dios viene a colmar en la medida que uno se abre a Su plenitud. Mira, nuestra nada si se acepta, se convierte en el espacio libre en el que Dios puede todavia crear. El Señor no deja que nadie le arrebate Su gloria. Él es el Señor, el Único, el sólo Santo. Pero Él coge al pobre por la mano, le saca de cieno y le hace principe en medio de Su pueblo, a fin de que vea Su gloria. Dios se convierte entonces en el cielo de su alma.
Contemplar la gloria de Dios, cachorra del Cordero, descubrir que Dios es Dios, eternamente Dios, más allá de lo que nosotros somos o podemos ser, es regocijarse plenamente de lo que Él es, extasiarse ante Su eterna bondad y belleza, darle gracias por Él Mismo, por Su indefectible misericordia. Tal es la exigencia más profunda de ese amor que el Espíritu del Señor no deja de difundir en nuestros corazones. Eso es ser santa y tener el corazón puro. Pero esa pureza no se obtiene a fuerza de puños y de esfuerzos".
-¿Qué hacer? dije yo.
"Sencillamente, no hay que guardar nada de sí mismo. Barrelo todo. Incluso esa percepción aguda de tu miseria y pecado. Deja el sitio limpio. Acepta ser pobre. Renuncia a todo lo pesado, incluso al peso de tus faltas.
No ver más que la gloria del Señor y dejar que eso te irradie. Dios existe, eso basta. Entonces...el corazón se vuelve ligero. No se siente ya a sí mismo, como la alondra ebria de espacio y firmamento. Ha abandonado todo afán, toda inquietud. Su deseo de perfeccción se ha cambiado en simple y puro querer de Dios".
LA GRACIA DE DIOS sea contigo
No quiere decir que de pronto se crea que Dios existe, o que Cristo Jesús es el Salvador, o que La Biblia contiene la verdad de Dios revelada en forma escrita, documentada e historica...esto se puede creer, sin haber experimentado todavía LA GRACIA.
Tampoco LA GRACIA significa simplemente que estamos realizando progresos en nuestro autodominio moral, ni que tenemos un mejor, mayor y más exacto conocimiento de las verdades biblicas, eso puede ser fruto de LA GRACIA, pero no lo es en sí, y he observado a lo largo de mi vida que estas cosas por si sólas hasta pueden impedir recibirla... He visto que LA GRACIA recae sobre las personas generalmente cuando estan sufriendo mucho y muy inquietos, cae como un haz de luz mientras se cruza el oscuro valle de una vida vacia y sin sentido. LA GRACIA acoge al ser humano cuando se siente un aislamiento mayor de lo normal porque tal vez se le ha violentado. LA GRACIA acoge cuando el disgusto, la indiferencia, la debilidad, la hostilidad y la falta de dirección y de compostura se llegan hacer insoportables, intolerables.
LA GRACIA acoge en el momento que menos se merece, cuando año tras año la tan deseada perfección y plenitud de vida no aparece, cuando eso se desea muchisssimo y no se ve, cuando la desesperación destruye toda alegría y todo valor y no se sabe qué hacer, ni a donde ir, ni para qué se vive, ni por qué...porque uno se siente inmerecedor y vive a sabiendas de sus miserias humanas pecaminosas.
Es a veces, en cualquiera de esas situaciones u otras muy diversas y diferentes cuando.......una oleada de luz irrumpe en las tinieblas, y es como si una voz estuviera diciendo: " Eres aceptada, aceptada por Dios que es infinito, más grande que tú y cuyo Nombre no conoces infinitamente. No preguntes ahora nada, tal vez lo descubrirás más tarde. No intentes hacer nada ahora, tal vez más tarde harás. No busques nada, no realices nada, no te propongas nada. ¡Simplemente acepta el hecho de que eres aceptada!.
Ni siquiera te preocupes tanto de la pureza de tu alma, ni de la mayor o menor exactitud de tus conocimientos. Ahora simplemente vuelve la mirada a Dios. Admirale. Regocijate de que Él sea todo santidad. Dale gracias por Él Mismo. Eso es tener el corazón puro...para ver a Dios...para ver por los ojos de Jesús lo que crees y creer por su boca lo que no ves. Y cuando te hayas vuelto así a Dios, sobre todo no vuelvas a tí. No te preguntes donde estas con Dios. La tristeza de no ser perfecta y descubrirte pecadora es también un sentimiento humano, demasiado humano. Debes elevar tu mirada más alto, siempre hacia adelante y hacia arriba. Existe Dios, la inmensidad de Dios y Su inalterable explendor. El corazón puro es el que no cesa de adorar al Señor vivo y verdadero. Se interesa profundamente por la vida misma de Dios y es capaz en medio de todas sus miserias de vibrar por la eterna inocencia y el gozo eterno de Dios. Semejante corazón está a la vez desprendido y colmado. Le basta que Dios sea Dios y en eso mismo encuentra su paz, todo su placer. Y Dios Mismo es entonces toda su santidad".
- Dios sin embargo, dije yo, reclama nuestro esfuerzo y nuestra fidelidad.
"Si, no hay duda, pero también Dios te quiere liberar de la clausura en que te tenía encerrado tu propio deseo de responder perfectamente a la voluntad legistante de Dios, Él también opera la purificación para que tú no sucumbas a tus instintos de dominación, en querer ser perfecta a través de leyes, para que no caigas en el desamor que te pueda crear tu culpabilidad, cuando compruebes que no hay nada externamente que puedas hacer para que seas más aceptada de lo que eres ahora, en este momento.
Creeme, cachorra del Cordero, la santidad no es una realización de sí mismo, ni una plenitud que uno se da. Es primeramente un vacio que se descubre y se acepta y que Dios viene a colmar en la medida que uno se abre a Su plenitud. Mira, nuestra nada si se acepta, se convierte en el espacio libre en el que Dios puede todavia crear. El Señor no deja que nadie le arrebate Su gloria. Él es el Señor, el Único, el sólo Santo. Pero Él coge al pobre por la mano, le saca de cieno y le hace principe en medio de Su pueblo, a fin de que vea Su gloria. Dios se convierte entonces en el cielo de su alma.
Contemplar la gloria de Dios, cachorra del Cordero, descubrir que Dios es Dios, eternamente Dios, más allá de lo que nosotros somos o podemos ser, es regocijarse plenamente de lo que Él es, extasiarse ante Su eterna bondad y belleza, darle gracias por Él Mismo, por Su indefectible misericordia. Tal es la exigencia más profunda de ese amor que el Espíritu del Señor no deja de difundir en nuestros corazones. Eso es ser santa y tener el corazón puro. Pero esa pureza no se obtiene a fuerza de puños y de esfuerzos".
-¿Qué hacer? dije yo.
"Sencillamente, no hay que guardar nada de sí mismo. Barrelo todo. Incluso esa percepción aguda de tu miseria y pecado. Deja el sitio limpio. Acepta ser pobre. Renuncia a todo lo pesado, incluso al peso de tus faltas.
No ver más que la gloria del Señor y dejar que eso te irradie. Dios existe, eso basta. Entonces...el corazón se vuelve ligero. No se siente ya a sí mismo, como la alondra ebria de espacio y firmamento. Ha abandonado todo afán, toda inquietud. Su deseo de perfeccción se ha cambiado en simple y puro querer de Dios".
LA GRACIA DE DIOS sea contigo