Para Juan Manuel y Luis Fernando

En el Sacramento de la Reconciliación,
el sacerdote representa a Cristo, en cuyo Nombre perdona los pecados al penitente.

¿ Cómo quien representa a Cristo va a tener que confesar pecados, si Cristo nunca pecó ?

Pero ese mismo sacerdote, cuando él mismo se confiesa, sí dice sus pecados, ante "otro Cristo", o sea, otro sacerdote.

Cada cosa se debe hacer en su momento adecuado.
 
Para Daniel Brion:
Haces una afirmación que he encontrado muy interesante y por ello la transcribo:
Un claro ejemplo de ello son los sacramentos en los cuales hay una realidad MATERIAL, dada por el signo VISIBLE que se realiza CONCRETAMENTE y una realidad espiritual que es lo que NO SE VE, y donde se encuentra Dios obrando. TODAS LAS REALIDES HUMANAS; PARA SER VIVIDAS CORRECTAMENTE DEBEN SER DE ESTE MODO.
¿De veras esta doctrina es la que enseña el magisterio de tu iglesia? Si lo aplicamos al Sacramento del Partimiento del Pan, la realidad material son las especies del pan y el vino y la espiritual, LA QUE NO SE VE es la presencia de Cristo en ellas. Si es de esta manera comenzaremos a entendernos. Ahora bien, ¿que necesidad habría de la TRANSUBSTACIÓN? ¿Acaso lo que transubstancia no son la substancia material del pan y el vino? Piensa que se habla del CUERPO de Cristo. ¿No te será necesario repasar lo que realmente dice tu iglesia, porque me temo que esta afirmación cae en el ANATEMA, la afirmación y quien la hace.
Otra de tus afirmaciones tambien es interesante. Transcribo:
Allí el protestante dice (si mal no interpreto) que al adherir a Cristo con la Fé, "reciben un paquete" (al decir de un forista) por el cual "andan", en buenas obras. Si no lo haces es que no tuviste una Fé válida. Entonces al recibir la Fé ya no puede haber malas obras. Eso es MAGIA. Es pretender que el hombre a anulado su voluntad y actúa como un robot "manejado" por Dios. Como si hubiera resignado su voluntad, cuando Di0os nos hizo y nos quiere LIBRES. Que vayamos a El por propia LIBERTAD.
O lo interpretas mal o no has querido interpretarlo bien. Lo del "paquete" se fundamenta en que Pablo dijo en Ef. 2:10 "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas". ¿Y dices que eso mengua nuestra libertad? Al contrario, Dios las preparó y nosotros podemos usarlas mediante nuestra libertad.
Si aplicamos eso a la dichosa "confesión" ¿para que ir a un dudoso sacerdote cuando tenemos LIBERTAD DE IR A CRISTO LIBREMENTE? (valga la redundancia) ¿Acaso eso no forma parte del "paquete" de buenas obras que nos ha sido dadas? ¿O es que el magisterio católico considera malo ir directamente a Cristo? Si nos dice que vayamos a un sacerdote es que no tienen confianza en Aquel del que Juan afirma que es el unico abogado delante del trono de la justicia de Dios. Tampoco creen en las palabras del presunto primer Papa el cual dijo que en ningún otro hay salud porque NO HAY OTRO NOMBRE DADO A LOS HOMBRES EN QUE PODAMOS SER SALVOS. ¿A quien hemos de creer a lo que dicen Pedro y Juan o a lo que dice vuestro magisterio?
Otro de los foristas católico no se ocurrió otra cosa que citar lo que dice Santiago (5:16) pero, claro, como en otras ocasiones mutila el texto y se "olvida" de citar el MUTUAMENTE.
Amigo Daniel, te sugiero que repases tus conocimientos en teología y tambien en lo que respecta a la enseñanza del magisterio de la Institucion donde militas. Filosofar sobre lo material y lo espiritual es bonito, pero tiene sus riesgos.
Mis respetos.
 
Originalmente enviado por Tobi:
Para Daniel Brion:
Haces una afirmación que he encontrado muy interesante y por ello la transcribo:
Un claro ejemplo de ello son los sacramentos en los cuales hay una realidad MATERIAL, dada por el signo VISIBLE que se realiza CONCRETAMENTE y una realidad espiritual que es lo que NO SE VE, y donde se encuentra Dios obrando. TODAS LAS REALIDES HUMANAS; PARA SER VIVIDAS CORRECTAMENTE DEBEN SER DE ESTE MODO.
¿De veras esta doctrina es la que enseña el magisterio de tu iglesia? Si lo aplicamos al Sacramento del Partimiento del Pan, la realidad material son las especies del pan y el vino y la espiritual, LA QUE NO SE VE es la presencia de Cristo en ellas. Si es de esta manera comenzaremos a entendernos. Ahora bien, ¿que necesidad habría de la TRANSUBSTACIÓN? ¿Acaso lo que transubstancia no son la substancia material del pan y el vino? Piensa que se habla del CUERPO de Cristo. ¿No te será necesario repasar lo que realmente dice tu iglesia, porque me temo que esta afirmación cae en el ANATEMA, la afirmación y quien la hace.

daniel:
Estimado Tobi, En el tema del SANTISIMO SACRAMENTO que comentas tenes errores de percepción.
Hay una parte material y visible y otra espiritual invisible.
La parte material es la Liturgia en medio de la cual se desarrolla el Sacramento.
La parte espiritual es la acción del Espíritu Santo, por medio de la cual, el pan y el vino SE TRANSFORMAN REALMENTE en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, bajo la apariencia del pan y el vino (Transubstanciación).
Para ser mas concretos la realidad de la presncia del Cuerpo y la Sangre de Cristo se realizan bajo la apariencia del pan y el vino.
De otra forma, personalmente no me veo comiendo carne y sangre. Por Gracia del Señor ha dispuesto las cosas como son.

Sin embargo la Iglesia conserva pruebas materiales y documentos en los cuales, por PURA GRACIA y REGALO de Dios hay milagros que acreditan la veracidad de lo que, desde hace siglos, VIVE la Iglesia.

El mas impresionante y maravilloso de todos es, a mi juicio el de Lanciano.

Si quieres puedes visitar el sig. link:
http://www.regione.abruzzo.it/giubileo/sp/itinerari/lanciano/index.html

Tobi:
Otra de tus afirmaciones tambien es interesante. Transcribo:
Allí el protestante dice (si mal no interpreto) que al adherir a Cristo con la Fé, "reciben un paquete" (al decir de un forista) por el cual "andan", en buenas obras. Si no lo haces es que no tuviste una Fé válida. Entonces al recibir la Fé ya no puede haber malas obras. Eso es MAGIA. Es pretender que el hombre a anulado su voluntad y actúa como un robot "manejado" por Dios. Como si hubiera resignado su voluntad, cuando Di0os nos hizo y nos quiere LIBRES. Que vayamos a El por propia LIBERTAD.
tobi:
O lo interpretas mal o no has querido interpretarlo bien. Lo del "paquete" se fundamenta en que Pablo dijo en Ef. 2:10 "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas". ¿Y dices que eso mengua nuestra libertad? Al contrario, Dios las preparó y nosotros podemos usarlas mediante nuestra libertad.

daniel:
Es lo que la Iglesia conoce como la acción de la Gracia. Sin su ayuda NINGUNA buena acción podría llegar a ser realizada por el hombre, herido por su naturaleza caída.

Sin embargo el hombre esta fuertemente inclinado a pecar. Y no pecar es el fruto de un ARDUO trabajo que Dios realiza CON nosotros (por medio de la Gracia). Segun lo que entiendo, de acuerdo a la teología (o los dichos) protestantes esta tares de "andar" en las "buenas obras" es fácil. Esto es a lo que llamo pensamiento mágico. Es decir Soy de Cristo, el Espíritu me asiste y no peco. Esta "linealidad argumentativa es amén de errónea, sumamente peligrosa.

Tobi:
Si aplicamos eso a la dichosa "confesión" ¿para que ir a un dudoso sacerdote cuando tenemos LIBERTAD DE IR A CRISTO LIBREMENTE? (valga la redundancia) ¿Acaso eso no forma parte del "paquete" de buenas obras que nos ha sido dadas? ¿O es que el magisterio católico considera malo ir directamente a Cristo? Si nos dice que vayamos a un sacerdote es que no tienen confianza en Aquel del que Juan afirma que es el unico abogado delante del trono de la justicia de Dios. Tampoco creen en las palabras del presunto primer Papa el cual dijo que en ningún otro hay salud porque NO HAY OTRO NOMBRE DADO A LOS HOMBRES EN QUE PODAMOS SER SALVOS. ¿A quien hemos de creer a lo que dicen Pedro y Juan o a lo que dice vuestro magisterio?

daniel:
Yo voy LIBREMENTE a confesarme a CRISTO, PRESENTE en su ministro, el sacerdote.
Es mas si yo le confesara SOLO a Dios mi pecado, aunque EL me perdone yo, ser material POR NATURALEZA, NUNCA, NUNCA, podría estar seguro de su perdón si no lo recibiera materialmente. Tal y como ocurre a través de la confesión.

Como dije, en el AT, para perdonar los pecados se hacía MATERIALMENTE un sacrificio. Cristo perdonaba MATERIALMENTE los pecados y lo hizo también en virtud de su sacrificio MATERIAL en la Cruz.

Esta linealidad de hecho e histórica se "corta" con el advenimiento del protestantismo y el "descubrimiento" de una confesión "espiritual" que niega la materialidad del hombre, que forma parte de su naturaleza.

Tobi:
Otro de los foristas católico no se ocurrió otra cosa que citar lo que dice Santiago (5:16) pero, claro, como en otras ocasiones mutila el texto y se "olvida" de citar el MUTUAMENTE.
Amigo Daniel, te sugiero que repases tus conocimientos en teología y tambien en lo que respecta a la enseñanza del magisterio de la Institucion donde militas. Filosofar sobre lo material y lo espiritual es bonito, pero tiene sus riesgos.
Mis respetos.

daniel:
Espero me digas si en algo logré aclarar tu entendimiento sobre mis aportes.

Por otro lado sin mis "filosofadas" (que son exactamente eso) no podría nunca crecer en la Fé ya que es mi modo personal de aprendizaje.
Es algo que comprendo es dificultoso de entender para aquellos hermanos que tienen conceptualizado y rotulado al católico como un simple libro en blanco donde la jerarquía escribe lo que quiera y que el fiel acepta "ciegamente".

Bendiciones
 
Maripaz:
Yo prefiero obedecer a Cristo, ya que la iglesia está formada por seres pecadores que pueden equivocarse, y de hecho llevan haciendolo 2000 años.
Luis:
Si obedecieras a Cristo, creerías que Cristo dio autoridad a su Iglesia para perdonar y retener los pecados. Pero no lo haces y encima acusas a los miembros de la Iglesia de llevar equivocándose 2000 años. Pues bien, igual de pecadores eran los apóstoles y todos los que escribieron el Nuevo Testamento y eso no impidió que el Espíritu Santo les usara para la obra de Dios. Si tú rechazas que alguien a quien Cristo ha dado autoridad de perdonar pecados lo pueda hacer porque es un pecador, entonces has de rechazar también la Palabra de Dios porque a pesar de que fue inspirada por el Espíritu Santo, intervinieron en su elaboración hombres pecadores.


Replica Maripaz La evidencia es clara, yo no acuso por acusar. La IC se ha apartado de la doctrina apostólica.
Yo rechazo que Cristo haya dado autoridad de perdonar pecados porque según la enseñanza bíblica quien perdona pecados es solo Dios, no los hombres.

Los que escribieron la Biblia eran pecadores, pero la misma Biblia dice que escribieron siendo inspirados por el Espíritu Santo, yo no puedo negar lo que DIOS DICE DE FORMA CLARA EN SU PALABRA.

Diferente es torcer las Escrituras y hacerles decir lo que nosotros queramos que diga.

Maripaz:
La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, pero no la Iglesia que tu dices, sino Su Esposa, que se hará visible en las Bodas del Cordero, y que hoy es invisible a nuestros ojos de forma corporativa, pues el Esposo, también está entre nosotros de forma invisible, aunque algunos sintamos Su bendita presencia de forma tangible y sepamos reconocer a los que forman parte de Su Novia, por sus frutos.
Luis:
Por favor, coge tu eclesiología docetista e intenta vendérsela a otros. A mí ya no me estafan intentando venderme ese concepto incompleto de lo que es la Iglesia de Cristo. De invisible NADA, monada. Es la ciudad que está sobre lo alto para que todo el mundo la vea. Es la que ha de permanecer unidad para que el mundo crea. Es la Plenitud de Aquel que todo lo llena en todo (ya me contarás si puede darse invisibilidad en tal plenitud).
Vamos, es como si a algún profeta del Antiguo Testamento le dices que Israel era el pueblo invisible de Dios.... ¡¡¡JE!!
Por cierto, tú dices que el Esposo está de forma invisible. Bien, yo veo con mis ojos su cuerpo y su sangre en cada Eucaristía.


Replica Maripaz Yo no vendo nada Luis y deja de decir sandeces, eclesiología docetista ja ja ja.
¿Te intentaron estafar Luis?¿No dices que amas tanto a Gregorio y que te ayudó tanto?¿Fue él quien te estafó?
¿No será que alguien te ha metido esa idea en la cabeza?

Si no entiendes el concepto Iglesia es algo grave, ya que al dudar del concepto, escogiste el primero que te ofrecieron y que más renombre tiene, lo cual no quiere decir que sea el verdadero, de hecho ha demostrado que no lo es.

¿Y el mundo ha creido y cree gracias a la IC Luis?

¡¡Qué engañado vives, o que bien disimulas la realidad!!, si la gente rechaza a Cristo entre otras excusas es por el mal ejemplo que a través de los siglos ha dado la IC y en general el cristianismo nominal.
La gente, Luis, no quiere ver la Iglesia de Cristo, ¡¡¡quiere ver al Cristo de la Iglesia EN NOSOTROS!!, si nosotros mostramos en nuestra vida a Cristo, la gente querrá tener lo que nosotros tenemos. Pero el compromiso y el precio son muchos Luis, y pocos hay dispuestos a sacrificar TODA SU VIDA EN ELLO.

Si ves en la Eucaristía el Cuerpo y la sangre de Cristo creo que lo tuyo es milagroso, ya que según entiendo, el “QUID” de la transubstanciación es que parece pan y vino pero en realidad es la carne y sangre del Señor. ¡¡Imaginación ya le pones!!. Yo soy “iluminada” pero todavía no he llegado a tu nivel ;)

Yo sin embargo, con los ojos de la fe, veo en la santa Cena la representación del sacrificio de Cristo hecho una vez para siempre, hago memoria de ello y mantengo comunión con mis hermanos y con Dios, aunque no se reduce solo a ese momento, sino al resto de la semana.

Maripaz:
Tengo el concepto de Iglesia que Dios enseña en Su Palabra, sin añadidos humanos,

Luis:
Tururú,
Replica Maripaz Pues lo que digas tú, claro, TU SIEMPRE LLEVAS LA RAZON, perdone vuescencia. :D


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Maripaz:
y sin la prepotencia de estar en la religión verdadera, sino solo de ESTAR EN CRISTO,
Luis:
Y dale...

Replica Maripaz Y todas las veces que haga falta.


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Maripaz:
lo cual, creo que es más que suficiente. No juegas limpio Luis, yo nunca he dicho que confio en mi propia capacidad de interpretar la Palabra;
Luis:
No digo que lo hayas dicho. Digo que es lo que en realidad haces. Esa es la esencia del protestantismo y/o, al menos, la causa de la división denominacional del protestantismo.

Replica Maripaz - “El os guiará a toda verdad”
La causa de la división es la carnalidad y el pecado de los miembros.
¿Cuál fue la causa de la Reforma?.....La denuncia de Lutero por los excesos del papado con respecto a las bulas, las indulgencias y el robarle el dinero al pueblo para construir un hermoso edificio a costa de los pobres, muy cristiano y bíblico lo que se vivía en esa época

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Maripaz:
eres tu el que cree que tu iglesia tiene la exclusiva, cuando lleva torciendola y mezclandola con enseñanzas de hombres desde hace siglos, poniendo a la altura de Dios las declaraciones de hombres pecadores como tu y como yo.
Luis:
No por mucho repetir algo que no es cierto, ese algo se convierte en verdad, Maripaz.

Replica Maripaz - Cierto y eso lo lleva practicando la IC siglos y siglos

Maripaz:
¿Por qué ha de ser mejor lo que dice Tomás de Aquino, que lo que dice Bruce?,¿Tienes tu la medida?
Luis:
Yo no. La Iglesia sí. Y más concretamente el Papa, siguiendo el mandato de Cristo de confirmar a sus hermanos en la fe.

Replica Maripaz ¿Qué Cristo le ha dado un mandato al Papa?, perdona Luis, ese mandato se lo dio a Pedro y la sucesión apostólica y papal es una de las patrañas más bien elaborada de la IC, pero carente de fundamento y de rigor históricos. ¿Conoces el asunto de las “decretales pseudoisidorianas” y de la falsedad de esos documentos en los que se apoya todo el tema de la sucesión?


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Maripaz:
, la medida es compararla con el resto de las Escrituras, y estamos hartos de demostraros que muchas enseñanzas de la IC CONTRADICEN LAS ESCRITURAS.
Luis:
No, más bien estamos hartos nosotros de que pretendáis haber demostrado que UNA sola enseñanza de la IC contradice abiertamente la Escritura.

Replica Maripaz Las evidencias son palpables, aunque vosotros peleeis como “gato panza arriba” la verdad del Evangelio de Jesucristo y Su poder es algo que ni la poderosa y hegemónica Roma ha logrado oscurecer, aunque lo haya intentado amordazando y matando a millones de portadores del mensaje divino.


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Maripaz contesta
Ya te he dicho una forma de entender el pasaje que no violenta para nada lo enseñado en el resto de las Escrituras, como QUE SOLO DIOS PUEDE PERDONAR PECADOS.
Luis:
Ya te he dicho que tú tienes que violentar ese pasaje, y otros, para que encaje en tu concepto teológico erróneo por el que niegas que Cristo ha dado autoridad a su Iglesia de perdonar pecados.


Replica Maripaz Yo no puedo negar que Cristo dio esa autoridad por la sencilla razón de que esa autoridad NUNCA HA SIDO DADA. NO se puede negar LO QUE NO EXISTE.


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Maripaz contesta
Si, pero sigues sin decirme donde hay un caso CLARO DE CONFESION AURICULAR A UN APOSTOL O SUCESOR Y QUE ESTE PERDONE EL PECADO.
Luis:
Y dale. Oye, ¿admites que un apóstol podía perdonar un pecado aunque no fuera en confesión auricular? Antes de decirme que no, léete de nuevo 2ª Cor 2,5-7. Y entonces, si como la Biblia demuestra, un pecador como Pablo podía perdonar un grave pecado a otro cristiano, ¿hay alguien con dos dedos de frente que piense, una vez que ha aceptado la autoridad apostólica para perdonar pecados, que Pablo no habría podido perdonar a ese mismo pecador en un confesionario?
Estás obsesionadísima con el mosquito de la confesión auricular cuando resulta que te tragas el camello de la autoridad que Cristo dio a su Iglesia para perdonar y retener pecados.

Replica Maripaz Ya hemos hablado sobre eso, el perdón de Pablo es claramente por una ofensa a su persona y él estaba perdonando un agravio particular, no un pecado confesado de forma auricular; fijate que Pablo además añade que los hermanos también perdonen al ofensor. ¿Curioso verdad?

Y tu , basándote en textos como este, te estás tragando lo que enseña tu iglesia,¿ porque eres incapaz de creer que Dios perdona pecados sin necesidad de confesión auricular?.

Necesitas más fe en Dios y mayor conocimiento de Su poder y de Su Gracia y misericordia.


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Maripaz:
Nadie cuestiona la autoridad de Pablo,
Luis:
¿de verdad? ¿confiesas y crees que Pablo tenía autoridad para perdonar pecados? ¿en serio?
Algo habríamos ganado si así lo reconoces

Replica Maripaz Creo que Pablo tenía autoridad; pero de perdonar pecados EN ABSOLUTO.


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Maripaz:
lo que NO ES CLARO, NI POR ASOMO, QUE ESA AUTORIDAD LA HAYA HEREDADO LA IGLESIA CATOLICO ROMANA, NI EL PAPA EN EXCLUSIVA.
Luis:
¿y quién ha dicho que la hemos heredado en EXCLUSIVA? ¿eh?
Te aseguro que si me encuentro en un país de mayoría ortodoxa, no me importaría NADA el confesarme con un sacerdote ortodoxo. Fíjate que ni me importó el confesar mis pecados a quien fue mi pastor evangélico a pesar de que entonces no creía que él tenía poder alguno para perdonar, en nombre de Cristo, mis pecados....

Replica Maripaz Si claro, con los ortodoxos. Y a Gregorio le pudiste contar y confesar tus pecados, pero para descargarte, lo cual es bueno y aconsejable psicologicamente en algunos casos, pero nadie tiene poder de perdonar pecados, SOLO DIOS.
¿Recuerdas la afirmación de la serpiente en Edén? ”Seréis como Dios”, ese ha sido, es y será el eterno engaño de Satanás, hacernos creer que nosotros o los demás podemos asemejarnos y ser como Dios. ¡¡Cuidado Luis, estas en arenas movedizas!!

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Maripaz:
Pues necesito saber cuando empezó esa costumbre, porque no es bíblica, y mucho menos apostólica.
Luis:
Pues es ambas cosas: bíblica y apostólica

Replica Maripaz - Si claro, porque tu y tu iglesia lo decís, a pesar de que DIOS NO LO DIGA.

La fecha oficial de la confesión auricular fue en 1215, ¡¡un poco tarde para ser una enseñanza apostólica!!


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Maripaz:
¿A quien se confesaban los pecados?; es costumbre, al menos a mi me lo han enseñado así, por ser bíblico que antes de traer la ofrenda a Dios, me arregle con mi hermano.
Luis:
¿A quién? A TODA LA IGLESIA. La confesión era COMUNITARIA. Ahora dime tú si es o no más “misericordioso” con el pecador el que TODA la Iglesia sepa sus pecados o que sólo lo sepan, salvo en casos excepcionales, los ministros de la Iglesia

Replica Maripaz Ya te he comentado antes que el cristiano es libre de hacer una declaración pública de su pecado para testimonio a la iglesia, pero no hay una sola evidencia de una confesión privada o publica con perdon de pecados por parte de ningún apostol .


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Maripaz:
¿Donde esta la confesión auricular que no la veo por ningún lado?, aqui habla de arrepentimiento ,
Luis:
Otra vez el mosquito de la confesión auricular. ¿No ves la relación entre el arrepentimiento y la vuelta a la unidad con la comunión con el obispo (sucesor de los apóstoles), que era el encargado de recibir al pecador en el seno de la Iglesia, perdonándole su pecado?

Replica Maripaz No veo que el obispo (“episkopos”=sobreveedor) perdone el pecado, veo la aceptación a la comunidad una vez el pecador ha mostrado arrepentimiento, y eso, en las iglesias evangélicas se sigue realizando de esa manera cuando hay excomunión.

Te contaré mi experiencia:

Como sabes, yo estuve 15 años alejada de Dios y de la comunión con mi iglesia local y en general con la Iglesia de Cristo. Cuando volví hace casi 9 años, ni se me ocurrió participar del pan y del vino pues yo sentía que mi comunión con Dios y con la iglesia todavía no estaba restaurada y era consciente de que mi vida tenía que dar unos frutos y verse mi testimonio. Poco a poco, y con la ayuda del Señor, mi relación con Dios fue totalmente restaurada, los frutos eran visibles y el “consejo de ancianos” me llamó a parte para preguntarme si quería restablecer de forma visible y palpable la comunión con los hermanos y con el Señor participando de la Santa Cena. Ellos vieron la evidencia, fue sometido a aprobación de toda la iglesia y si yo había sido perdonada y restaurada por Cristo, estaba restaurada como miembro de la iglesia. Nunca confesé publicamente mis pecados, que fueron muchos, aunque alguna vez he dado mi testimonio y he contado cosas; sencillamente los confesé a Dios, me arrepentí y no volví jamás a repetirlos. El Señor había cambiado mi vida y esta dio un giro de 180º. Nunca más he sentido remordimiento por aquellos pecados, sentí el perdón de Dios y Su poder restaurando mi vida. ¡¡¡Alabado sea Su Santo Nombre!!!

Maripaz:
¿Donde está la confesión auricular? ; hay en algunos casos confesión pública; ¿sabes en qué proporción? uno, dos, tres casos........
Luis:
O sea, que aceptas la confesión pública pero no la auricular. ¿Propones que a partir de mañana en todas las iglesias se hagan confesiones públicas de los pecados graves por parte de todos los cristianos?. Precisamente la confesión auricular se acabó imponiendo para evitar el espectáculo que se creaba con las confesiones públicas. Si ya es difícil para el pecador humillarse y confesar sus pecados delante de un ministro de Dios, ¡¡cuánto más lo sería hacerlo delante de toda la Iglesia!! Y, sin embargo, eso es lo que se hacía antes.

Replica Maripaz Yo no puedo proponer nada, cada cristiano ha de obrar según el Señor ponga en su corazón; si siente que ha de hacer confesión pública, ha de ser escuchado y aceptado con amor; esa confesión no es para perdón de pecados, sino una muestra más de su verdadero arrepentimiento; pero NO HA DE SER FORZADO A ELLO, ni las Escrituras dicen JAMAS que se deba hacer así.

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Maripaz:
¿Fecha del escrito?, me gustaría investigar y ver esas palabras en el idioma original.
Luis:
VENGA YA. No me vengas ahora con dudas sobre las palabras en el original, Maripaz. Sé seria. Que yo no me invento las cosas. ¿No tenías tú la Patrología de Quasten? Pues ahí te cuenta algo sobre la enseñanza de Cipriano sobre la penitencia. Además, ¿sabes mucho latín?. Es que el obispo de Cartago escribía en ese idioma, .
Cipriano nació entre el 200 y el 210, y desarrolló su labor en ese siglo hasta que fue decapitado el 14-9-258.

Replica Maripaz No tengo la patrología de Quasten, tengo la obra de Ruiz Bueno “Padres apostólicos”.
Algunos de los actos de penitencia católicos ,flagelaciones, automartirios, mortificaciones y similares NO ES BÍBLICO.
Desconozco la enseñanza de Cipriano, me imagino que estará por ahí en las webs de obras de los padres, ¿verdad? Si tengo tiempo ya le echaré un vistazo. ¿Tienes tu algo para enviarme en documento Word?
Estudié Latín 4 años en el Bachillerato; ahora me costaría más, pero entonces traducía practicamente sin diccionario.


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Maripaz:
Recuerda que es imprescindible saber cuando se empezó a confesar la gente al sacerdote;
Luis:
NO. Lo que es imprescindible es saber si Cristo dio autoridad a sus discípulos para perdonar pecados. El que eso se haga en confesión privada con el presbítero o ante el resto de la Iglesia es menos importante. Pero si no eres capaz de entender lo básico, ¿cómo vas a entender lo otro?

Replica Maripaz No se trata de entender Luis, es que NO ES BIBLICO, por más vueltas que quieras darle.


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Maripaz:
lo que si está claro que NO ERA COSTUMBRE NI APOSTÓLICA NI DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS QUE VIVIERON CONFORME LAS ENSEÑANZAS DIRECTAS DE LOS QUE CONOCIERON A CRISTO.
Luis:
Maripaz, antes te he dicho que no por mucho repetir algo que no es cierto, ese algo se convierte en verdadero. Los primeros cristianos tenían MUY CLARO que los apóstoles y los ancianos tenían autoridad para perdonar pecados y/o para disciplinar a los pecadores. Y esa autoridad pasó a los sucesores de los apóstoles (p.e , Tito, Timoteo).

Replica Maripaz Si está tan claro, ¿por qué no eres capaz de encontrarme en todo el N T UNA SOLA ENSEÑANZA O CASO CONCRETO, en que alguien confesara un pecado (no una ofensa) a algún apóstol y este le perdonara como si de Dios mismo se tratara?

Disciplinar NO ES perdonar pecados.

Lo de la sucesion apostólica, si quieres podemos mirarlo investigando sobre las “Decretales pseudoisidorianas”, ¿Te parece?


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Maripaz:
¿Cuando entendereis lo que significa "adorar a Dios en espíritu y en verdad" y "misericordia quiero y no sacrificio"?
Luis:
¿Cuándo reconocerás que a lo mejor entendemos mucho mejor que tú lo que eso significa?


Replica Maripaz Cuando demostreis que no necesitais ritos y actos externos para relacionaros con Dios. Cuando useis SOLO la fe en el sacrificio de Cristo en vuestro lugar como el único Camino de acercaros a Dios.
Si millones en el mundo podemos, tu también puedes hacerlo y es lo que Dios enseña En espíritu y en verdad


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Maripaz:
Dios te guie y Su Santo Espíritu repose sobre ti y te haga entender
Luis:
Amén. Y que haga lo mismo contigo de forma que al menos seas capaz de reconocer que Cristo dio autoridad a sus discípulos y a su Iglesia para perdonar los pecados.

Replica Maripaz No puedo reconocer lo que ni Cristo ni los apostóles enseñaron JAMAS

Dios te guarde.

Maripaz
 
Réplica Maripaz
Ya tengo Vida Eterna, y estaré en el cielo según la promesa de Cristo "El que cree en mi TIENE vida eterna" ¡¡Y me dices iluminada a mí y resulta que TU YA SABES como es el cielo!! ¡¡Cuidado con los opiáceos Luis y con esnifar demasiado el humo del incienso en misa!!

Luis:
Desde luego, el que CREE, TIENE vida eterna. Pero el que deja de creer, deja de tener vida eterna. Y el que CREA QUE ESTÉ FIRME, MIRE QUE NO CAIGA. Tú sabes que ahora tienes vida eterna porque crees, pero no sabes cuál será tu situación cuando te llegue la hora de morir. Tú, como yo, llegaste a apartarte del Señor durante una temporada no pequeña. A Dios gracias que no moriste entonces, pero más vale que no pienses que ya tienes la salvación asegurada porque ahora crees. No se trata de estar asustados pensando que vamos a perder la salvación a la más mínima. Se trata de perseverar en Cristo si queremos irnos con Cristo. El que no persevera, no se salva. Y si perseveramos es sólo por la gracia de Dios, pero, de nuevo te digo, mucho cuidadito con las confianzas excesivas. Se puede caer de la gracia (Gal 5,4).
De momento no entro más en las consideraciones personales sobre si estás en Cristo y si tienes el poder del Espíritu Santo. Sólo una cosita: no te dejes llevar tanto por lo que “sientas”. El corazón es muy engañoso y demasiado subjetivo como para que nos creamos que la vida espiritual sana consiste en sentirse fabulosamente bien. Eso puede ser muy pentecostaloide, pero no bíblico.


Maripaz:
Yo también me reconcilio con Dios cada vez que le confieso mis pecados y siento Su perdón porque me dá Su paz. Luis, la palabra griega puede tener muchos matices "pecados, ofensas......"
Luis:
La palabra griega que se utiliza en ese versículo de Santiago es la misma que utiliza Pablo en Ef 2,5 (estando muertos en nuestros PECADOS) y en Col 2,13 (estando muertos en PECADOS... perdonándonos todos los PECADOS)

Maripaz:
En Cristo hay libertad para confesar los pecados a quien desees, primero a quien hayas ofendido, si luego quieres confesarlo publicamente a la iglesia para dar testimonio de tu arrepentimiento y así glorificar a Dios, pues bien está; pero NO HAY UN SOLO LUGAR que diga que DEBE HACERSE CONFESION PUBLICA A LA IGLESIA O A UN MINISTRO.

Luis:
Sí que lo hay: Santiago 5,16. Y en 1ª Cor 5 y 6 me parece bien claro que Pablo habla de que el juicio de los pecadores ha de ser realizado en la Iglesia.


Maripaz:
Claro, hay que demostrar que hay arrepentimiento sincero y cambiar de actitud

Luis:
Pues el movimiento se demuestra andando. Obras son amores y no buenas razones. No sé si me explico, :cool:

Maripaz:
NO HAY QUE PAGAR NADA, Cristo en la cuz gritó: "Tetelestai" (consumado es), el significado real del uso de esa palabra es : ESTÁ PAGADO, era la palabra que se usaba para sellar una venta, algo así como el sello en una factura "PAGADO". ¿Entiendes?; ni tu, ni yo, ni nadie podemos añadir NADA AL SACRIFICIO DE CRISTO

Luis:
No me grites eso a mí. Grítaselo a Pablo que dijo “cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1,24)
No me entendiste o no me expliqué. No se trata de añadir algo al sacrificio de Cristo. Se trata de restaurar lo que ha sido robado, lo que ha sido violado. Por ejemplo, en el caso de adulterio, no vale simplemente con el perdón que obtenemos de Dios. Algo habrá que hacer para que el cónyuge engañado pueda volver a tener confianza en el adúltero. ¿Y cuando hay asesinato? ¿basta con pedirle perdón a Dios y ya está? ¿se acabó la responsabilidad del asesino con la absolución divina o puede la Iglesia, o en este caso el Estado, ponerle algún tipo de penitencia?


Maripaz:
Dios no le dio poder de perdonar pecados ni a los discípulos ni a nadie. Dio autoridad para impartir orden y disciplina, pero NUNCA perdonar pecados.

La Biblia:
Juan 20,23
A quienes perdonéis los pecados, les son perdonados. A quienes se los retengáis, les son retenidos.

¿Quién tiene razón? ¿Maripaz o la Biblia?

Maripaz:
Eres tú quien tiene que demostrar que haya un solo caso en el que un creyente novotestamentario pida perdón de forma clara por un pecado grave y que éste le perdone. Pero caso real y palpable, hasta ahora solo me has dado hipótesis y textos a los que hay que "marear" para hacerles decir lo que tu quieres que digan.

Luis:
En Corinto había un adúltero o fornicario. San Pablo reprende a la Iglesia de Corinto por no haber juzgado a ese pecador y dice lo siguiente:
1ª Cor
Ciertamente yo, como ausente en el cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente HE JUZGADO al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús

Tela marinera. Es San Pablo el que, dejando bien clarito que el resto de la Iglesia de Corinto debe de estar en comunión con él en este asunto, juzga y dicta sentencia sobre el pecador adúltero o fornicario. Y la sentencia no es POCA COSA.
Bien, ¿qué pasó?

Deducimos que en ese pecador se produjo aquella tristeza que es según Dios y que produce arrepentimiento para salvación (2ª Cor 7,10) y se arrepintió de su pecado. ¿Quién le perdona?
2ª Cor 2,6-10
Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; así que, el contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él. Porque también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo. Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo

Es Pablo quien da la orden de perdonar al pecador. Fue el que dio la orden de juzgarle y ahora les dice que le perdonen. Y no sólo eso, sino que reconoce que si ellos perdonan a alguien, él acepta ese perdón concedido por la Iglesia.
Ahora bien, ¿qué es lo que se le está perdonando a esa persona? ¿un pecadillo sin importancia? ¿o un pecado gravísimo?

¿Me vas a decir, Maripaz, que Pablo no tenía la autoridad para juzgar ese pecado de fornicación dictando una sentencia durísima y luego, una vez producido el arrepentimiento del pecado, perdonarle? ¿Me vas a decir Pablo no advierte a la Iglesia de Corinto que es su DEBER hacer tal cosa, es decir, juzgar primero y perdonar después?
¿No es este un caso real y palpable? Si dices que no, me temo que tu situación sería la misma que si Tomás, después de haber metido sus dedos en las llagas de Cristo, hubiera seguido diciendo que aquello no era real. :rolleyes:

Maripaz:
Falso, no has demostardo con ninguna cita que algún apóstol haya perdonado los pecados a alguien que se los haya confesado como si de Dios mismo se tratara, con Su autoridad. Mezclas confesión y perdón, con autoridad para ejercer disciplina, y son conceptos diferentes. Espero que al menos veas eso.

Luis:
Acabo de demostrarlo una vez más. El que tiene autoridad para ejercer disciplina por un pecado, también la tiene para perdonar ese pecado en nombre de Dios.


Maripaz:
¿Qué es para ti "retener los pecados"?

Luis:
Algo muy “gordo”. Cuando a una persona le son retenidos los pecados, no puede ser salva. A Ananás y Safira (lo de ella fue todavía más claro), Pedro les retuvo el pecado de haber mentido al Espíritu Santo y ya ves lo que les ocurrió.
Cuando la Iglesia anatemiza o excomulga a alguien, maaaal asunto para ese alguien.

Maripaz:
Sobre la utilidad del confesionario estoy preparando un escrito muy interesante con casos prácticos y reales.

Luis:
Vale, tráenos la prensa amarilla del confesionario. Preséntanos el Diez Minutos y el Hola de los secretos de confesión. Seguro que eso se te da muy bien.


Maripaz:
Ya vimos como David no confesó voluntariamente, sino que literalmente se vió "pillado".

Luis:
¡¡Anda qué gracia!! :cool:. Como todos nosotros. En cuanto pecamos, Dios nos “pilla”. David pudo haberse buscado mil y una excusas, como hicieron Adán y Eva en su momento. Pero no, reconoció su pecado delante del profeta de Yavé.
Y no fue la única vez en que Dios se valió de un profeta para “arreglar” un pecado de David. Échale un vistazo a 2 Samuel 24


Maripaz:
Sobre Nehemias 9:2-3, ¿A quién confesaron sus pecados el pueblo de Israel?, ¿lo ves claro en algún sitio?

Luis:
Pues parece clarísimo que hubo una confesión pública y generalizada de los pecados.

Maripaz:
Sobre 1 Sam 13:10-14, Vemos confesión de Saúl ante Samuel porque también se ve "pillado" y acusado por el profeta Samuel.

Luis:
Claro, y entonces el ejemplo no vale, ¿verdad?... desde luegooooo... :cool:


Maripaz:
Sobre 1 Sam 14:38, No es confesión, es un caso claro de DENUNCIA PUBLICA ante el pueblo

Luis:
Por favor, léete todo el contexto.
No voy a hacer comentarios sobre frases del tipo “dentro del catolicismo al menos lo tienes todo bien "masticadito" y no te has de esforzar en estudiar y comprobar si eso es así, como los de Berea”

Sólo algo más. Cuando dices “lo que de veras me preocuparia es que el Espíritu me redarguyera de pecado y yo rechazara Su corrección; me preocuparía blasfemar contra el Espíritu Santo” estás dando en la clave de porqué últimamente estoy tan preocupado, sé que el sentimiento es recíproco, acerca de ti y de tu salvación. Y no soy el único, créeme.

Bendiciones
 
Respuesta a Daniel.
Amigo, haces una afirmación que aclara todo aquello que sospechaba respecto a la Confesión. Veamoslo:
Es mas si yo le confesara SOLO a Dios mi pecado, aunque EL me perdone yo, ser material POR NATURALEZA, NUNCA, NUNCA, podría estar seguro de su perdón si no lo recibiera materialmente. Tal y como ocurre a través de la confesión.

Perfecto. Entonces se trata de un problema de fe. El "Nunca, nunca podría estar seguro de su perdón" es harto significativo. Pues mira los protestantes si que estamos seguros de su perdón y lo estamos en cuante que tenemos fe en su promesa, observa lo que dice Juan, el discípulo amado: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." Si Juan escribió eso inspirado por el Espíritu Santo, una de dos, o creo en esta promesa o dudo de ella. Luego dudar de ella és dudar de quien hizo la promesa, o lo que és peor, necesito de un soporte humano para ello. Entonces crees más en las palabras mágicas (el ego te asolvo) de un pretendido sacerdote que en la promesa de Dios. Luego el sacerdote te merece mas fiabilidad que el mismo Dios. Como ves una cuestión de fe.
En cuanto a la eucaristia ya estamos en lo mismo de siempre: Aquello de SI, pero, NO o el NO pero SI. Olvidas, o no quieres recordar que el Dogma de la Transubstanciacion se basa en la literalidad de las palabras de Cristo: "Esto ES mi cuerpo". Luego aplicas la lógica protestante diciendo que no vas a comer carne y sangre. Pero la definición católica es que si comes carne y sangre. Además lo arguyen en un texto del evangelio de Juan (6:53-56) Si niegas que sea así te respoderé que por lo visto en segun que casos afirman una cosa y en otros, otra. Es aquello del SI, pero No o el NO pero Si. ¿No es mucho mas sencillo afirmar que el Pan y el Vino REPRESENTAN el cuerpo y la sangre de Cristo y que mediante aquel acto participamos de la muerte vicaria de Cristo como testimonio de una realidad -no solo espiritual- hasta que él venga de nuevo?
En ambos casos lo que se entiende es una evidente falta de fe. Es aquello que, si no veo,y palpo con mis sentidos humanos, no creo.
Claro que la misma Escritura dice que la FE ES UN DON DE DIOS y por lo visto aun no has sido receptivo a este don. Ojalá lo fueses y cuanto antes mejor.
Fraternalmente,
 
Ya que la discusión evidentemente gira en torno del llamado sacramento de la penitencia (o de la reconciliación, que es la nueva denominación «políticamente correcta»), y que Luis Fernando ha tenido a bien reproducir el canon 3 de Trento , estimo conveniente reproducir otros cánones pertinentes:

Canon 1. Si alguno dijere que la penitencia en la Iglesia Católica no es verdadera y propiamente sacramento, instituido por Cristo Señor nuestro para reconciliar con Dios mismo a los fieles, cuantas veces caen en pecado después del bautismo, sea anatema.”


En la fundamentación de este Canon (Denzinger 894) se citan varios textos del Antiguo y del Nuevo Testamento que hablan del arrepentimiento, pero ninguno que hable del «sacramento » tal como lo enseña y practica la Iglesia de Roma. El principal texto aducido es Juan 20:22-23:

«Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonareis los pecados, les son perdonados, y a quienes se los retuviereis, les son retenidos».

Me referiré a este texto más adelante. Por el momento basta decir que no existe la más mínima evidencia bíblica de que Jesús haya instituido nada remotamente parecido al sacramento de la penitencia tal como lo enseña la Iglesia católica. De modo que, con anatema o sin él, el canon falta a la verdad.

“En la Sagrada Escritura no se expresa directamente la institución divina de la confesión particular de los pecados y su necesidad para conseguir la salvación, pero estas verdades se deducen del hecho de que Cristo instituyera la potestad para perdonar los pecados dándole forma judicial.
...
Los pasajes de 1 Ioh [Juan] 1,9; Iac [Santiago] 5,16; Act [Hechos] 19,18, que nos hablan de la confesión de pecados, no dejan ver con claridad si se trata en efecto de una confesión sacramental; hay razones poderosas que parecen abogar en contra.”

(Ludwig Ott, Manual de Teología Dogmática, Ed. Rev . Barcelona: Herder, 1969, p. 633.

Canon 2. Si alguno, confundiendo los sacramentos, dijere que el mismo bautismo es el sacramento de la penitencia, como si estos dos sacramentos no fueran distintos y que, por ende, no se llama rectamente a la penitencia «segunda tabla después del naufragio» , sea anatema.”
No hay forma de confundir el bautismo con la penitencia. El primero es un mandamiento u ordenanza - sacramento, si se desea- directo y claro del Señor: el segundo no es nada de esto.

Por otra parte, el texto que se invoca (Juan 20:22-23) no establece la condición de que tal perdón debe otorgarse o denegarse después del bautismo.

Canon 3. Si alguno dijere que las palabras del Señor Salvador nuestro: Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonareis los pecados, les son perdonados; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos [Ioh. 20, 22 s], no han de entenderse del poder de remitir y retener los pecados en el sacramento de la penitencia, como la Iglesia Católica lo entendió siempre desde el principio, sino que las torciere, contra la institución de este sacramento, a la autoridad de predicar el Evangelio, sea anatema.

«Siempre desde el principio» son palabras muy osadas, que por cierto la Iglesia católica se limita a proferir sin poder demostrarlas.

Este pasaje del Evangelio de Juan es el equivalente de la «Gran Comisión» de Mateo 28:16-20. Los discípulos son enviados por el Señor del mismo modo en que el Padre envió a Jesucristo, con una diferencia importante: el Señor Jesús no solamente anunció las buenas nuevas de la salvación, sino que la hizo posible a través de su obra expiatoria; ahora le resta a sus discípulos proclamar este evangelio.

“Enviados como Él fue enviado, no son enviados para condenar al mundo, sino para que el mundo pueda salvarse a través de Él; pero en la obra de ellos, como en la de Él, los hombres son condenados porque la luz es venida al mundo, y los hombres aman las tinieblas más que la luz.
Los principios últimos sobre los que descansa este poder son aquellos señalados arriba -haber sido enviados por Cristo, y la recepción del Espíritu Santo. Dios ha prometido perdón doquiera haya arrepentimiento; no ha prometido arrepentimiento doquiera haya pecado. Resulta de cada declaración de perdón hecha en el nombre del Padre a través de Jesucristo, que los corazones que en arrepentimiento la aceptan, reciben remisión de sus pecados, y que la dureza de los corazones que voluntariamente la rechazan es aumentada por su rechazo, y las mismas palabras por las cuales sus pecados hubiesen sido remitidos se tornan las palabras por las cuales son retenidos”.

(H.W. Watkins, The Gospel according to St. John. En Charles John Ellicott (Ed.), A Bible Commentary for Bible Students. London- Edinburgh: Marshall Brothers, 1890; 6:544).

Para determinar si esta interpretación condenada por Trento es verdadera o no, lo más apropiado es ver qué hicieron los discípulos en obediencia al mandato del Señor. Por cierto que nunca jamás los vemos oyendo confesiones en privado, es decir «administrando la penitencia» como lo entendieron los obispos de Trento. Tampoco vemos que hayan enseñado a otros a hacer tal cosa.

En cambio, vemos que en el Día de Pentecostés proclaman la Buena Nueva de salvación, la cual luego se extiende a samaritanos y a gentiles. Cuando las tareas de servicio en las mesas se hacen excesivamente gravosas, los Apóstoles solicitan a los hermanos que escojan a siete varones de buena reputación, llenos del Espíritu y sabios, para que se hagan cargo. De este modo, los Apóstoles quedarían libres ... ¿para oír confesiones? No, para entregarse «a la oración y al ministerio de la Palabra» (Hechos 6:1-7).

En la primera Carta a los Corintios, Pablo declara la misión a la que fue llamado:

Pues Cristo no me envió a bautizar, sino a predicar el evangelio, no con palabras elocuentes, para que no se haga vana la cruz de Cristo» (1:17)

Admite sin embargo que bautizó a unos pocos, pero no dice en absoluto que haya administrado el «sacramento» de la penitencia a nadie.

En la segunda Carta a los Corintios, Pablo da lo que podría considerarse su propia versión de la Gran Comisión:


De manera que nosotros de ahora en adelante ya no conocemos a nadie según la carne; aunque hemos conocido a Cristo según la carne, sin embargo, ahora ya no le conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas. Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; a saber, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación. Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os rogamos: ¡Reconciliaos con Dios! Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El.
(2 Corintios 5:16-21)

El ministerio de la reconciliación que menciona aquí Pablo no está dirigido a la restauración de los creyentes, sino a la conversión de los incrédulos.

Tampoco el apóstol Pedro parece haber conocido el «sacramento de la penitencia». En su primera carta exhorta una y otra vez a una vida santa, pero el antídoto contra el pecado no es para él la confesión auricular, sino el amor:

Sobre todos, sed fervientes en vuestro amor los unos para con los otros, pues el amor cubre multitud de pecados (1 Pedro 4: 8).

Jacobo exhorta a los creyentes a que confiesen sus pecados unos a otros, como también que oren unos por otros (Santiago 5: 16). Esta mutua confesión y oración tampoco se asemeja a la confesión auricular. A primera vista el pasaje parece promisorio para el dogma católico, porque habla de los ancianos (presbyteroi) de la Iglesia:

¿Está alguno de vosotros enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor; y la oración de fe restaurará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si ha cometido pecados le serán perdonados.

Sin embargo, nada se dice aquí de una confesión privada y secreta. Por el contrario, como dije antes Jacobo prosigue diciendo que debemos confesarnos nuestros pecados unos a otros y orar los unos por los otros.

Finalmente, el apóstol Juan dice lo siguiente con respecto al pecado en los creyentes:

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1: 8-9)

De nuevo, no hay el menor indicio de una confesión privada a un presbítero, y quien pronuncia la absolución del pecador arrepentido es Dios. No podría ser de otra forma, pues solamente Dios conoce nuestros corazones.

De manera que quien retuerce las Escrituras para justificar sus prácticas ajenas a la Biblia no es otra que la Iglesia de Roma.

Canon 6. Si alguno dijere que la confesión sacramental o no fue instituida o no es necesaria para la salvación por derecho divino; o dijere que el modo de confesarse secretamente con el sacerdote, que la Iglesia Católica observó siempre desde el principio y sigue observando, es ajeno a la institución y mandato de Cristo, y una invención humana, sea anatema.


Con este infortunado canon la Iglesia de Roma ratificó nada más y nada menos que ir a contarle los pecados al sacerdote es necesaria para la salvación, y esto de derecho divino. Sinceramente me parece que bordea la blasfemia el invocar autoridad divina para una práctica que la Biblia ni enseña ni recomienda.

Además de eso, nuevamente afirma lo que no puede demostrar y es altamente improbable, a saber, que la práctica de la confesión auricular se observó siempre desde el principio.


Enseñanzas del Catecismo de la IC acerca de la penitencia:

986. "Por voluntad de Cristo, la Iglesia posee el poder de perdonar los pecados de los bautizados, y lo ejerce de forma habitual en el sacramento de la PENITENCIA por medio de los obispos y de los presbíteros."


Las palabras aducidas de Cristo no establecen en absoluto que el perdón que Jesús dio potestad de pronunciar se limite a los bautizados. ¿De dónde habrá salido esta extraña doctrina?

1422. "'Los que se acercan al sacramento de la PENITENCIA obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones'."

Este párrafo es casi más curioso. Los que acceden al sacramento de la penitencia, ¿no son según la misma doctrina tridentina ya necesariamente miembros de la Iglesia? Si esto es así, cuando un fiel peca, la Iglesia peca. ¿Por qué se la coloca como si fuera algo diferente de los que la componen? ¿de dónde sacaron que los pecadores que forman parte de la Iglesia deben reconciliarse con ella?

1423. "Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión, la vuelta al Padre del que el hombre se había alejado por el pecado.
Se denomina sacramento de la PENITENCIA porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador."


Aquí habría varias cosas para comentar, pero simplemente observaré que la ahora llamada «reparación» y antes denominada «satifacción» (es notable como al impulso de los tiempos Roma adapta su terminología para hacerla más tragable) se efectúa principalmente por oraciones, ayunos y limosnas.

1424. "Es llamado sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En un sentido profundo este sacramento es también una 'confesión', reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador.

Aquel «elemento esencial» es el que brilla por su ausencia en las Escrituras. ¿Cómo puede ser esencial en un acto del cual supuestamente pende nada menos que el destino eterno de una persona, una cosa de la cual la Biblia no dice nada?

Se le llama sacramento del perdón porque, por la absolución sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente 'el perdón y la paz'.

Lo interesante es que es el sacerdote mismo el que pronuncia la sentencia de absolución. No se dice «Dios te perdona», sino «Yo te absuelvo». Ahora bien , esto no lo hace según la propia doctrina católica en virtud de una revelación especial, sino a partir de lo que el propio pecador ha expresado. Como señala un autor:

los sacerdotes no pueden saber con certeza si el arrepentimiento del pecador es genuino o no ... Nada significa el Ego te absolvo si el penitente no tiene la seguridad absoluta que su compunción es verdadera y que es real su propósito de apartarse de una vida pecaminosa. Si puede estar seguro de esto como católico, también puede estarlo siendo protestante. Pero el protestante lleva la ventaja, porque él busca y obtiene el testimonio directo del Espíritu [Santo] con su espíritu, a no ser que Dios no pueda comunicarse personalmente con un protestante arrepentido de sus pecados, amante de Dios y de su prójimo y rendido por completo a su Creador.

J.A. Phillips, Análisis del Romanismo, 2ª Ed. Trad. E.B. Vargas. El Paso: Casa Bautista, 1956, p. 121.

Se le denomina sacramento de Reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios que reconcilia: 'Dejaos reconciliar con Dios' [2Co 5,20 .]. El que vive del amor misericordioso de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor: 'Ve primero a reconciliarte con tu hermano' [Mt 5,24 .]."

La primera cita está arrancada de su contexto, ya que no se refiere al falso sacramento de la penitencia sino a la predicación apostólica del Evangelio. Después se acusa a los protestantes de sacar textos de su contexto....

La segunda cita, por otra parte, es irrelevante para lo que se quiere defender, ya que se trata de una acción privada de un creyente para con otro, y supongo que no se pretenderá que este último pueda pronunciar la absolución.


1428. "Ahora bien, la llamada de Cristo a la conversión sigue resonando en la vida de los cristianos. Esta segunda conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia que 'recibe en su propio seno a los pecadores' y que siendo 'santa al mismo tiempo que necesitada de purificación constante, busca sin cesar la PENITENCIA y la renovación'. Este esfuerzo de conversión no es sólo una obra humana. Es el movimiento del 'corazón contrito' [Sal 51,19 .], atraído y movido por la gracia a responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero."

Perfecto, si bien no se entiende qué tengan que ver estos principios con la confesión sacramental.


Y por si acaso alguno piensa que en la IC no se enseña sobre la penitencia o arrepentimiento interior del creyente, que lea esto:
1430, 1431, 1432,1433

Muy bien, pero de nuevo plantea el problema de que ningún hombre puede ver los corazones ajenos (a veces no ve bien ni el suyo propio), lo cual hace ociosas las absoluciones que pueda pronunciar por más sacerdote que sea. Si hay verdadero arrepentimiento son innecesarias, y si no lo hay sólo sirven para crear una peligrosa ilusión.

Bendiciones en Cristo,

Jetonius

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Originalmente enviado por Luis Fernando:
Réplica Maripaz
Ya tengo Vida Eterna, y estaré en el cielo según la promesa de Cristo "El que cree en mi TIENE vida eterna" ¡¡Y me dices iluminada a mí y resulta que TU YA SABES como es el cielo!! ¡¡Cuidado con los opiáceos Luis y con esnifar demasiado el humo del incienso en misa!!

Luis:
Desde luego, el que CREE, TIENE vida eterna. Pero el que deja de creer, deja de tener vida eterna. Y el que CREA QUE ESTÉ FIRME, MIRE QUE NO CAIGA. Tú sabes que ahora tienes vida eterna porque crees, pero no sabes cuál será tu situación cuando te llegue la hora de morir. Tú, como yo, llegaste a apartarte del Señor durante una temporada no pequeña. A Dios gracias que no moriste entonces, pero más vale que no pienses que ya tienes la salvación asegurada porque ahora crees. No se trata de estar asustados pensando que vamos a perder la salvación a la más mínima. Se trata de perseverar en Cristo si queremos irnos con Cristo. El que no persevera, no se salva. Y si perseveramos es sólo por la gracia de Dios, pero, de nuevo te digo, mucho cuidadito con las confianzas excesivas. Se puede caer de la gracia (Gal 5,4).
De momento no entro más en las consideraciones personales sobre si estás en Cristo y si tienes el poder del Espíritu Santo. Sólo una cosita: no te dejes llevar tanto por lo que “sientas”. El corazón es muy engañoso y demasiado subjetivo como para que nos creamos que la vida espiritual sana consiste en sentirse fabulosamente bien. Eso puede ser muy pentecostaloide, pero no bíblico.

2replica MaripazBien, gracias por los consejos.


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Maripaz:
Yo también me reconcilio con Dios cada vez que le confieso mis pecados y siento Su perdón porque me dá Su paz. Luis, la palabra griega puede tener muchos matices "pecados, ofensas......"
Luis:
La palabra griega que se utiliza en ese versículo de Santiago es la misma que utiliza Pablo en Ef 2,5 (estando muertos en nuestros PECADOS) y en Col 2,13 (estando muertos en PECADOS... perdonándonos todos los PECADOS)


2replica MaripazSi sabes algo de hermeneutica, también sabes que una palabra puede ser la misma y según el contexto o las palabras que la rodean significar una cosa u otra. Una misma palabra puede tener diferentes connotaciones y variar de significado según la palabra que tenga al lado. El griego es así.

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Maripaz:
En Cristo hay libertad para confesar los pecados a quien desees, primero a quien hayas ofendido, si luego quieres confesarlo publicamente a la iglesia para dar testimonio de tu arrepentimiento y así glorificar a Dios, pues bien está; pero NO HAY UN SOLO LUGAR que diga que DEBE HACERSE CONFESION PUBLICA A LA IGLESIA O A UN MINISTRO.

Luis:
Sí que lo hay: Santiago 5,16. Y en 1ª Cor 5 y 6 me parece bien claro que Pablo habla de que el juicio de los pecadores ha de ser realizado en la Iglesia.

2replica MaripazA tí te parece claro, porque lo miras con tus gafas católicas, a mí NO.

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Maripaz:
Claro, hay que demostrar que hay arrepentimiento sincero y cambiar de actitud

Luis:
Pues el movimiento se demuestra andando. Obras son amores y no buenas razones. No sé si me explico.


2replica MaripazSi claro que te explicas


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Maripaz:
NO HAY QUE PAGAR NADA, Cristo en la cuz gritó: "Tetelestai" (consumado es), el significado real del uso de esa palabra es : ESTÁ PAGADO, era la palabra que se usaba para sellar una venta, algo así como el sello en una factura "PAGADO". ¿Entiendes?; ni tu, ni yo, ni nadie podemos añadir NADA AL SACRIFICIO DE CRISTO

Luis:
No me grites eso a mí. Grítaselo a Pablo que dijo “cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1,24)

2 replica Maripaz

1.24 Cuando Pablo dice: «Cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo», no dice que la muerte de Cristo fue insuficiente para salvarnos, tampoco dice que haya una cantidad predeterminada de sufrimiento que deba ser pagada por todos los creyentes. Pablo afirma simplemente que el sufrimiento es inevitable cuando las buenas nuevas de Cristo se llevan al mundo. A esto se le llama «los sufrimientos de Cristo», porque todos los cristianos están unidos a Él. Cuando sufrimos, Cristo lo siente con nosotros. Pero este sufrimiento puede ser soportado con gozo porque cambia vidas y conduce personas al reino de Dios (véase 1 Pedro 4.1, 2, 12–19). (Biblia del diario Vivir Ed Caribe)

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No me entendiste o no me expliqué. No se trata de añadir algo al sacrificio de Cristo. Se trata de restaurar lo que ha sido robado, lo que ha sido violado. Por ejemplo, en el caso de adulterio, no vale simplemente con el perdón que obtenemos de Dios. Algo habrá que hacer para que el cónyuge engañado pueda volver a tener confianza en el adúltero. ¿Y cuando hay asesinato? ¿basta con pedirle perdón a Dios y ya está? ¿se acabó la responsabilidad del asesino con la absolución divina o puede la Iglesia, o en este caso el Estado, ponerle algún tipo de penitencia?


2replica Maripaz¿Y una prostituta o un homosexual que han de devolver? :D

¿No crees que bastante tiene el que ha pecado, con soportar las secuelas que guarde de él, imagina a un drogadicto convertido a Cristo pero con el SIDA, yo conozco varios; Cristo les ha perdonado sus pecados, pero la secuela ha quedado. Conozco muchas personas que tienen secuelas del pecado en sus vidas, y han sido perdonadas y restauradas. Luis, otro hombre no es quien para imponer una penitencia, en sí la palabra penitencia es anti Amor de Dios; es como si dijeras que Cristo nos salva pero ha de haber un castigo porque el sacrificio de Cristo no ha sido suficiente; para mi esa idea roza la blasfemia contra Jesucristo y Su obra expiatoria en la cruz.


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Maripaz:
Dios no le dio poder de perdonar pecados ni a los discípulos ni a nadie. Dio autoridad para impartir orden y disciplina, pero NUNCA perdonar pecados.

La Biblia:
Juan 20,23
A quienes perdonéis los pecados, les son perdonados. A quienes se los retengáis, les son retenidos.

¿Quién tiene razón? ¿Maripaz o la Biblia?


2replica MaripazLa Biblia, pero teniendo en cuenta que SOLO DIOS PUEDE PERDONAR PECADOS.


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Maripaz:
Eres tú quien tiene que demostrar que haya un solo caso en el que un creyente novotestamentario pida perdón de forma clara por un pecado grave y que éste le perdone. Pero caso real y palpable, hasta ahora solo me has dado hipótesis y textos a los que hay que "marear" para hacerles decir lo que tu quieres que digan.

Luis:
En Corinto había un adúltero o fornicario. San Pablo reprende a la Iglesia de Corinto por no haber juzgado a ese pecador y dice lo siguiente:
1ª Cor
Ciertamente yo, como ausente en el cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente HE JUZGADO al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús

Tela marinera. Es San Pablo el que, dejando bien clarito que el resto de la Iglesia de Corinto debe de estar en comunión con él en este asunto, juzga y dicta sentencia sobre el pecador adúltero o fornicario. Y la sentencia no es POCA COSA.
Bien, ¿qué pasó?

2replica MaripazAutoridad espiritual para declarar y hacer público un juicio divino, NO PERDON DE PECADOS O CONDENA.

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Deducimos que en ese pecador se produjo aquella tristeza que es según Dios y que produce arrepentimiento para salvación (2ª Cor 7,10) y se arrepintió de su pecado. ¿Quién le perdona?
2ª Cor 2,6-10
Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; así que, el contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él. Porque también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo. Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo

Es Pablo quien da la orden de perdonar al pecador. Fue el que dio la orden de juzgarle y ahora les dice que le perdonen. Y no sólo eso, sino que reconoce que si ellos perdonan a alguien, él acepta ese perdón concedido por la Iglesia.
Ahora bien, ¿qué es lo que se le está perdonando a esa persona? ¿un pecadillo sin importancia? ¿o un pecado gravísimo?

2replica Maripaz¿Orden? :confused:

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Me vas a decir, Maripaz, que Pablo no tenía la autoridad para juzgar ese pecado de fornicación dictando una sentencia durísima y luego, una vez producido el arrepentimiento del pecado, perdonarle? ¿Me vas a decir Pablo no advierte a la Iglesia de Corinto que es su DEBER hacer tal cosa, es decir, juzgar primero y perdonar después?
¿No es este un caso real y palpable? Si dices que no, me temo que tu situación sería la misma que si Tomás, después de haber metido sus dedos en las llagas de Cristo, hubiera seguido diciendo que aquello no era real. :rolleyes:


2replica MaripazSOLO DIOS PUEDE PERDONAR PECADOS, este caso eres tu quien lo ve palpable, tu cristal es el católico y miras a través de ese prisma, recuerda:

Padrenuestro que estás en los cielos.........PERDONANOS NUESTRAS DEUDAS

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Maripaz:
Falso, no has demostardo con ninguna cita que algún apóstol haya perdonado los pecados a alguien que se los haya confesado como si de Dios mismo se tratara, con Su autoridad. Mezclas confesión y perdón, con autoridad para ejercer disciplina, y son conceptos diferentes. Espero que al menos veas eso.

Luis:
Acabo de demostrarlo una vez más. El que tiene autoridad para ejercer disciplina por un pecado, también la tiene para perdonar ese pecado en nombre de Dios.


Pero es que no se produce lo que tu dices, o sea, que elpecador acuda a Pablo, le haga confesión auricular y Pablo le absuelva y diga: como yo tengo poder de perdonar pecados te perdono en nombre de Dios.No Luis, tienes que fijarte más en el texto y no ver lo que buscas, sino solo LO QUE HAY.


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Maripaz:
¿Qué es para ti "retener los pecados"?

Luis:
Algo muy “gordo”. Cuando a una persona le son retenidos los pecados, no puede ser salva. A Ananás y Safira (lo de ella fue todavía más claro), Pedro les retuvo el pecado de haber mentido al Espíritu Santo y ya ves lo que les ocurrió.
Cuando la Iglesia anatemiza o excomulga a alguien, maaaal asunto para ese alguien.


2replica MaripazInteresante explicación católica para un caso de juicio divino.

Según la iglesia yo estoy anatemizada, y no me va tan mal ;), tengo grandes bendiciones de Dios, sobre todo de carácter espiritual.


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Maripaz:
Sobre la utilidad del confesionario estoy preparando un escrito muy interesante con casos prácticos y reales.

Luis:
Vale, tráenos la prensa amarilla del confesionario. Preséntanos el Diez Minutos y el Hola de los secretos de confesión. Seguro que eso se te da muy bien.

2replica Maripazja ja ja ja ja


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Maripaz:
Ya vimos como David no confesó voluntariamente, sino que literalmente se vió "pillado".

Luis:
¡¡Anda qué gracia!! :cool:. Como todos nosotros. En cuanto pecamos, Dios nos “pilla”. David pudo haberse buscado mil y una excusas, como hicieron Adán y Eva en su momento. Pero no, reconoció su pecado delante del profeta de Yavé.
Y no fue la única vez en que Dios se valió de un profeta para “arreglar” un pecado de David. Échale un vistazo a 2 Samuel 24

2replica MaripazDavid no confesó su pecado por arrepentimiento sino porque Natán le acusó y lo puso en evidencia. Ahora si tu quieres ver confesión auricular, yo no te voy a convencer, será el Espíritu Santo


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Maripaz:
Sobre Nehemias 9:2-3, ¿A quién confesaron sus pecados el pueblo de Israel?, ¿lo ves claro en algún sitio?

Luis:
Pues parece clarísimo que hubo una confesión pública y generalizada de los pecados.


2replica MaripazSi, ¿pero a quién?¿ a los sacerdotes, a Dios? :confused:


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Maripaz:
Sobre 1 Sam 13:10-14, Vemos confesión de Saúl ante Samuel porque también se ve "pillado" y acusado por el profeta Samuel.

Luis:
Claro, y entonces el ejemplo no vale, ¿verdad?... desde luegooooo... :cool:

2replica MaripazTu mismo, ahora resultará que cuando Eva le dijo a Adán que había comido del arbol se estaba confesando y que Adán la perdonó :D


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Maripaz:
Sobre 1 Sam 14:38, No es confesión, es un caso claro de DENUNCIA PUBLICA ante el pueblo

Luis:
Por favor, léete todo el contexto.
No voy a hacer comentarios sobre frases del tipo “dentro del catolicismo al menos lo tienes todo bien "masticadito" y no te has de esforzar en estudiar y comprobar si eso es así, como los de Berea”

Sólo algo más. Cuando dices “lo que de veras me preocuparia es que el Espíritu me redarguyera de pecado y yo rechazara Su corrección; me preocuparía blasfemar contra el Espíritu Santo” estás dando en la clave de porqué últimamente estoy tan preocupado, sé que el sentimiento es recíproco, acerca de ti y de tu salvación. Y no soy el único, créeme.


2replica MaripazNo te preocupes por mi salvación, Cristo ya pagó en la cruz por mis pecados, pasados, presentes y futuros; claro que procuraré seguir en la voluntad de Dios, pero nadie me apartará ya de Su Amor.


Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. (Juan 10:27)


Hermosa promesa, ¿no crees Luis Fernando?


Yo si la creo y glorifico a Dios por ello, por hacerme ese hermoso regalo de la salvación en Cristo Jesús y de la vida eterna, que HOY YA TENGO Y DISFRUTO AL MAXIMO.

Maripaz
 
dice Luis Fernando:
a- El otro día estaba yo reflexionando....

b- dime, dime

a- ...sobre lo mucho que se pierden los protestantes por no tener el sacramento de la confesión

b- es que no lo saben bien. Hmmm... para quien, como yo, soy más bien de conciencia escrupulosa, puede ser una auténtica tortura... pero, no por ello,claro, menos sacramento instituido por Cristo, y medio de gracia...

a- sï, te entiendo, pero no me negarás que el mismo hecho de prepararse para la confesión es un elemento purificador, aunque duela.

b- sin duda...te hace verte cómo, en realidad, eres...

a- O sea, yo veo muuuucho más complicado el confesarse como católico que como protestante, pero es más purificador el sacramento católico que el acto de contricción personal protestante.

b- Sï, y además, se une un componente de cierta humillación al tener que compartir con un hombre tus pecados, y no solamente delante de Dios


y bien que es mas dificil confesarte con alguien humano al igual que tu, o con Alguien que es fuego consumidor, PADRE ETERNO (unico), OMNIPOTENTE Y con voz de trueno que ni aun su pueblo escogido podia escuchar (solo Moises), y que sin embargo con Jesucristo tenemos ABOGADO Y MEDIADOR (unico, no maria, no una estatuilla, no una estampita adquirida po 1 pesito), y que podemos llegar a EL confiadamente porque EL es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad.

¿No crees que tal vez te da miedo aceptar que tiene razon la Biblia y no la iglesia catolica?. <IMG SRC="no.gif" border="0">

Por cierto... si de conversaciones hablamos, creo que he escuchado infinidad de ellas como para decirte que un catolico, no es tan feliz como los pobres a los que escuchaste hablar. que lastima que no te entregues verdaderamente a Cristo (y no lo dudo que lo hayas hecho, pero no has dejado a la idolatria y blasfemia) porque obtendrias una paz y satisfaccion enorme al reconocer que EL es el unico que te puede perdonar (no un sacerdote, no veite Padres nuestro y 1000 aves Maria).

DIOS TE BENDIGA Y TE DE PAZ.
Jehova - jireh.
PD. POFAVOR!! No respondas con catesismos pues he visto que es mas vergonzoso como te responden cuando citas eso.
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como dices , pero para ti:

CATOLICOS A LA BIBLIA!! ;)
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Originalmente enviado por Luis Fernando:
Tras leer los últimos mensajes que Maripaz y Daniel se han cruzado, no me queda más remedio que volver a repetir lo que dije en una de mis participaciones anteriores en este epígrafe:
Se reproduce el eterno debate entre el "esto Y esto" del catolicismo y la ortodoxia por un lado, y el "esto O esto" del protestantismo.

"fe y obras (ambas como consecuencia de la gracia)"
"fe o obras"

"espíritu y carne (sujeta al espíritu)"
"espíritu o carne"

La Palabra dice ciertamente que hemos de adorar a Dios en espíritu y en verdad. Pero también dice que hemos de presentar nuestros CUERPOS en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Rom 12,1)

Algunos-as, de tan espirituales que son, parece que un día van a salir volando cual entes etéreos. Esa manía de oponer lo espiritual a lo material, como si Cristo hubiera venido sólo a redimir nuestros espíritus y no a nuestro ser por completo, tiene un nombre: gnosticismo.

Hubo quien se me ha enfadó mucho porque sugerí que el protestantismo y el gnosticismo se dan la mano en muchas áreas. Lo cierto es que cada vez tengo más claro que mi sugerencia estaba plenamente fundamentada en la realidad. Entre la eclesiología docetista y el espiritualismo iluminado, menudo "cristianismo evangélico" se están inventando muchos desde hace cinco siglos.

Presentando nuestros cuerpos en sacrificio vivo lo hacemos en espíritu y en verdad, pues nos vaciamos de nuestro “yo” y dejamos que el Espíritu Santo actúe en nosotros.

Los evangélicos creemos que Cristo vino a redimirnos en NUESTRAS TRES DIMENSIONES, espíritu, alma y cuerpo. No nos acuses de herejes tan pronto, que ya tuvimos bastante con la Inquisición, la matanza de San Bartolomé y tantas otras atrocidades que se han cometido en todos los bandos en el nombre de Cristo.

¿Cómo van a creer en Cristo los que nos rodean?

¿Les llevará a Cristo quizá María, acaso la organización eclesial, el misticismo, el ritualismo......?

No, Luis, el camino es Cristo y a Cristo nos lleva el Espíritu Santo, y nosotros seremos Sus amigos si hacemos lo que Él nos manda y Él nos enseñó:

“Padrenuestro que estás en el cielo.................y PERDONANOS NUESTRAS DEUDAS.................”


Luis, recuerda, situate: Edén, serpiente, Eva..........”Seréis como Dios”


Nadie puede poner otro fundamento, y ese fundamento es Jesucristo


¿Docetistas?....Luis, ¿ya estás preparando una base para ayudar al "Torquemada" del s. XXI?


Deprimente


Maripaz
 
Originalmente enviado por Tobi:
Respuesta a Daniel.
Amigo, haces una afirmación que aclara todo aquello que sospechaba respecto a la Confesión. Veamoslo:
Es mas si yo le confesara SOLO a Dios mi pecado, aunque EL me perdone yo, ser material POR NATURALEZA, NUNCA, NUNCA, podría estar seguro de su perdón si no lo recibiera materialmente. Tal y como ocurre a través de la confesión.

Perfecto. Entonces se trata de un problema de fe. El "Nunca, nunca podría estar seguro de su perdón" es harto significativo. Pues mira los protestantes si que estamos seguros de su perdón y lo estamos en cuante que tenemos fe en su promesa, observa lo que dice Juan, el discípulo amado: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." Si Juan escribió eso inspirado por el Espíritu Santo, una de dos, o creo en esta promesa o dudo de ella. Luego dudar de ella és dudar de quien hizo la promesa, o lo que és peor, necesito de un soporte humano para ello. Entonces crees más en las palabras mágicas (el ego te asolvo) de un pretendido sacerdote que en la promesa de Dios. Luego el sacerdote te merece mas fiabilidad que el mismo Dios. Como ves una cuestión de fe.

daniel:
Bueno, releyendo mi aporte que origina tus comentarios veo que falta información importante al respecto. Primero te confirmo que si, que ma falta Fé, eso ya lo sé. Pero no te preocupes, ya la pido al Señor y el no me va a dejar sin respuesta. Me hubieras hace tan solo 4 años ......

Respecto del tema de la confesión, es un tema que no se reduce al tema del sacerdote sí o no, como vos proponés. Es un Sacramento de Sanación.
Y como tal: sana.
Sana del pecado que se comete contra DIos y contra Su Iglesia. Sana porque satanas SIEMPRE aprovecha cualquier resquicio para tenterte. Y una tentación "favorita" es la de susurrarte que Dios, en realidad, no te perdonó. NO por causa de Dios, sino tuya.
Te preguntas entonces, habré hecho contrición perfecta? (ya sabes: tener un corazón contrito y humillado de su agrado), habré confesado bien?, habrá sido de su agrado?
Dios quiera que NUNCA sucumban a estas tentaciones, pero lo que atravesarlas.....tendran que hacerlo. Por eso SOLO UNA de las razones de sanación en mi Iglesia es la de "robar" esta oportunidad de tentaciones a satanas.
Además, al pecar produzco daños a la Iglesia. Escándolos, dolores, humillaciones y mil otros. Entonces también con mi Iglesia debo reconciliarme. Para ello la presencia de Cristo en el sacerdote es lo necesario.

Además si fuera por falta de Fé, simplemente no me confesaría y ya. Sin embargo el ejercicio de contrición necesario para la contrición ES MUCHO MAS RICO Y AGRADABLE A DIOS al tener que ESFORZARSE en confensarse ante un ministro. HAY QUE TENER FE en el Sacramento tal cual lo CREEMOS para recurrir a EL. Y bendito sea Dios que tan grande auxilio y sanación ha dispuesto para nosotros. GLORIA Y ALABANZA A DIOS POR SU AMOR !!!

Tobi:

En cuanto a la eucaristia ya estamos en lo mismo de siempre: Aquello de SI, pero, NO o el NO pero SI. Olvidas, o no quieres recordar que el Dogma de la Transubstanciacion se basa en la literalidad de las palabras de Cristo: "Esto ES mi cuerpo".

daniel:
No lo olvido, es en lo que tengo puesta mi Fé. Es mas ni es necesario tal "dogma" (si es que lo hay) porque la Escritura es CLARA E IRREBATIBLE.

Tobi:
Luego aplicas la lógica protestante diciendo que no vas a comer carne y sangre.

daniel:

No, no hago tal cosa. He dicho que Dios, en su bondad dispuso las cosas tal cual son para que bajo la apariencia de pan y vino, comamos y bebamos su sangre para la Vida Eterna.

Tobi:
Pero la definición católica es que si comes carne y sangre. Además lo arguyen en un texto del evangelio de Juan (6:53-56)

daniel:
AMEN. Es correcto. Y BIBLICO, tal cual lo citas.

Tobi:
Si niegas que sea así te respoderé que por lo visto en segun que casos afirman una cosa y en otros, otra. Es aquello del SI, pero No o el NO pero Si. ¿No es mucho mas sencillo afirmar que el Pan y el Vino REPRESENTAN el cuerpo y la sangre de Cristo y que mediante aquel acto participamos de la muerte vicaria de Cristo como testimonio de una realidad -no solo espiritual- hasta que él venga de nuevo?

daniel:
No. Ningún si pero no o no pero si. ES CUERPO Y SANGRE, ALMA Y DIVINIDAD DE CRISTO PRESENTE REAL Y MATERIALMENTE. TAL CUAL DICE LA ESCRITURA.

Tobi:
En ambos casos lo que se entiende es una evidente falta de fe. Es aquello que, si no veo,y palpo con mis sentidos humanos, no creo.

daniel:
Espero que te haya aclarado el punto en estas respuestas.

Tobi:
Claro que la misma Escritura dice que la FE ES UN DON DE DIOS y por lo visto aun no has sido receptivo a este don. Ojalá lo fueses y cuanto antes mejor.
Fraternalmente,

daniel:
No tengo la Fé que quisiera, pero confío (Fé) en Dios que me ayudará.

Dios te bendiga.
 
¿QUIEN TIENE EL PODER DE PERDONAR PECADOS?

Escudriñemos las Escrituras, en concreto la oración de Salomón antes de dedicar el templo a Dios.


Mas tú mirarás a la oración de tu siervo, y a su ruego, oh Jehová Dios mío, para oír el clamor y la oración con que tu siervo ora delante de ti. 20Que tus ojos estén abiertos sobre esta casa de día y de noche, sobre el lugar del cual dijiste: Mi nombre estará allí; que oigas la oración con que tu siervo ora en este lugar. 21Asimismo que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo Israel, cuando en este lugar hicieren oración, que tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada; que oigas y perdones.
22Si alguno pecare contra su prójimo, y se le exigiere juramento, y viniere a jurar ante tu altar en esta casa, 23tú oirás desde los cielos, y actuarás, y juzgarás a tus siervos, dando la paga al impío, haciendo recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo al darle conforme a su justicia.
24Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante del enemigo por haber prevaricado contra ti, y se convirtiere, y confesare tu nombre, y rogare delante de ti en esta casa, 25tú oirás desde los cielos, y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y les harás volver a la tierra que diste a ellos y a sus padres.
26Si los cielos se cerraren y no hubiere lluvias, por haber pecado contra ti, si oraren a ti hacia este lugar, y confesaren tu nombre, y se convirtieren de sus pecados, cuando los afligieres, 27tú los oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, y les enseñarás el buen camino para que anden en él, y darás lluvia sobre tu tierra, que diste por heredad a tu pueblo.
28Si hubiere hambre en la tierra, o si hubiere pestilencia, si hubiere tizoncillo o añublo, langosta o pulgón; o si los sitiaren sus enemigos en la tierra en donde moren; cualquiera plaga o enfermedad que sea; 29toda oración y todo ruego que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cualquiera que conociere su llaga y su dolor en su corazón, si extendiere sus manos hacia esta casa, 30tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y perdonarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, habiendo conocido su corazón; porque sólo tú conoces el corazón de los hijos de los hombres; 31para que te teman y anden en tus caminos, todos los días que vivieren sobre la faz de la tierra que tú diste a nuestros padres.
32Y también al extranjero que no fuere de tu pueblo Israel, que hubiere venido de lejanas tierras a causa de tu gran nombre y de tu mano poderosa, y de tu brazo extendido, si viniere y orare hacia esta casa, 33tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y harás conforme a todas las cosas por las cuales hubiere clamado a ti el extranjero; para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre, y te teman así como tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo he edificado.
34Si tu pueblo saliere a la guerra contra sus enemigos por el camino que tú les enviares, y oraren a ti hacia esta ciudad que tú elegiste, hacia la casa que he edificado a tu nombre, 35tú oirás desde los cielos su oración y su ruego, y ampararás su causa.
36Si pecaren contra ti (pues no hay hombre que no peque), y te enojares contra ellos, y los entregares delante de sus enemigos, para que los que los tomaren los lleven cautivos a tierra de enemigos, lejos o cerca, 37y ellos volvieren en sí en la tierra donde fueren llevados cautivos;[/b] si se convirtieren, y oraren a ti en la tierra de su cautividad, y dijeren: Pecamos, hemos hecho inicuamente, impíamente hemos hecho; 38si se convirtieren a ti de todo su corazón y de toda su alma en la tierra de su cautividad, donde los hubieren llevado cautivos, y oraren hacia la tierra que tú diste a sus padres, hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia la casa que he edificado a tu nombre; 39tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, su oración y su ruego, y ampararás su causa, y perdonarás a tu pueblo que pecó contra ti[/b]. 40Ahora, pues, oh Dios mío, te ruego que estén abiertos tus ojos y atentos tus oídos a la oración en este lugar. 41Oh Jehová Dios, levántate ahora para habitar en tu reposo, tú y el arca de tu poder; oh Jehová Dios, sean vestidos de salvación tus sacerdotes, y tus santos se regocijen en tu bondad. 42Jehová Dios, no rechaces a tu ungido; acuérdate de tus misericordias para con David tu siervo. (2 Cronicas 6:19:42)
 
De "Madre yo te acuso", autor Herman J. Hegger, ex sacerdote católico-romano y fundador de "En la calle recta", publicación para difundir el evangelio entre el pueblo católico.


NO ESCUDRIÑADORES, SINO PESCADORES

1. Las torturas del confesionario


.:YO culpo al sistema romano-católico de que a través de un proceso de siglos se ha sacado de la manga (el "sacramento" de> la confesión auricular, mediante la cual subyuga las conciencias de las gen-tes a fin de sostener y apuntalar su propio poder. Bajo la amenaza del infierno los creyentes son empujados al confesionario. Allí deben arrodillarse ante otro hombre, pecador como ellos, el cual no obstante se sienta en su trono como juez.

Yo acuso por causa de la humillación que en el confesionario se infiere a muchas personas, por motivo del dolor que han de sufrir, y por razón de las angustias que tienen que soportar.

Yo culpo al sistema romano-católico de que oculta a las gentes, que, incluso según la doctrina romano-católica, la confesión jamás puede dar la verdadera certeza del perdón de los pecados. Pues, para una buena confesión es necesario que el arrepentimiento sea sobrenatural. Ahora bien, según la doctrina de Roma, el hombre nun-ca puede saber con certeza de fe si su arrepentimiento es sobrena-tural.

Yo culpo al sistema romano-católico de que obliga al pecador a fun-dar la esperanza del perdón de sus pecados en sí mismo, en el examen de su conciencia y su arrepentimiento. En lugar de indicar al pecador exclusivamente hacia el Cordero de Dios que quita los pe-cados del mundo, el hombre es empujado por la confesión hacia el desierto y soledad de la propia oscuridad de su alma, donde vagará sin esperanza y sin poder encontrar la paz verdadera. Mientras que Jesús, el buen Pastor, precisamente va a buscar a la oveja perdida en el desierto.

Yo culpo al sistema romano-católico de todos los tormentos y torturas, del terrible sufrimiento, de las inquietudes y de la vergüenza que por medio del confesionario son inferidos a las gentes.

Yo acuso por causa de aquella mujer en el pueblo Bergen-op-Zoom, la cual durante la Misión, se acercó hasta mí en el confesionario y llorando me recriminó: "Vosotros siempre con vuestros truenos y rayos sobre el juicio final y el infierno. ¡¡Ya estáis aquí con vuestras intimidaciones!! iVosotros mismos deberíais haberos casado y haber tenido hijos, ¡entonces hablaríais de manera muy diferente!".

Yo acuso por motivo de aquella joven en Limburgo, la cual había padecido durante muchos años una lucha terrible, porque no se atrevió a confesar un pecado, y constantemente era zarandeada por la angustia del infierno y la vergüenza de tener que confesar a otro su pecado, y esto se le convirtió en una obsesión que le perseguía hasta en sueños. Y para acabar con aquella zozobra insoportable, saltó desde el tercer piso de una casa, y sólo cuando fue llevada al hospital declaró entre sollozos su culpa a un sacerdote.

Yo acuso por causa de tantos como nosotros, padres redentoristas, vemos acercarse a nuestro confesionario, que hace veinte, treinta y hasta cuarenta años que han ocultado un "pecado mortal", y que por ello han acumulado sobre sus conciencias sacrilegio sobre sacrilegio, y habían vivido en enemistad con Dios, y que, finalmente, aco-rralados por nuestras predicaciones penitenciales acerca de la con-denación eterna, en un último esfuerzo desecharon todo su sentimiento de vergüenza, y nos contaban todo lo acontecido en sus vidas. Yo culpo al sistema romano-católico de que al alivio que el hombre obtiene tras la confesión, lo presenta como la verdadera paz que Jesús ha venido a traer, mientras que no deja de ser otra cosa que una liberación natural después de la desaparición de la terrible presión que Roma ha puesto sobre las conciencias por medio de la obligación de la confesión.

Yo desafío a cualquier sacerdote a que demuestre con las Sagradas Escrituras, que el creyente debe confesar sus pecados mortales con el número exacto de veces que los cometió, con la especie y las circunstancias que hacen cambiar la especie de pecado. ¿De dónde sacan el derecho de poner semejantes cargas a las conciencias de las gentes?

Yo desenmascaro la confesión como una intervención sobre las conciencias de las gentes que reclama venganza. Yo hago esta inculpación, porque el sacerdote quiere ocupar en el alma de la persona el lugar dónde solo a Dios le corresponde estar como Juez único. Yo acuso por motivo de la actitud inquisitorial que de ello se deriva, y por causa de la superficialidad que de eso se deduce.

Yo acuso, porque en la predicación romano-católica a las gentes se les va con el cuento de que haya protestantes que añorarían esta clase de confesión, mientras que los sacerdotes saben muy bien que los protestantes se refieren a otra cosa muy distinta. Yo acuso, porque los sacerdotes, mediante esta equivocada información, in-tentan encadenar aun más fuertemente al confesionario a sus propios súbditos.

Yo culpo en el nombre del Padre, el cual se ha inclinado con piedad tierna e infinita sobre el hijo perdido, y no le ha preguntado por el número exacto, la especia y la circunstancia de los pecados que había cometido durante su ausencia.

Yo acuso en el nombre del Hijo, cuya obra vicaria de reconciliación es decir, que El murió por nuestros pecados es mancillada por la confesión auricular.

Yo acuso en el nombre del Espíritu Santo, cuya obra callada y silenciosa en el alma es estorbada por la irrupción estruendosa del sacerdote, el cual opina que le es permitido descerrajar con las llaves del papa la puerta de este templo del Espíritu Santo.

Yo testifico, que Jesús ha venido a este mundo, no para martirizar a pecadores, sino para salvarles.

Yo testifico, que en nadie se puede encontrar paz y sosiego, sino en Jesús. El mismo lo ha dicho: "venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mt. 11:28). Nunca jamás ha mandado a alguien con todos sus trabajos y cargas hacia otra persona, sino que siempre ha invitado al hombre atormentado a venir junto a El.

Yo testifico con el Profeta Isaías, que (Jesucristo) "él herido fue por nuestras rebeliones, y sufrió por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Is. 53:5).

Yo testifico, que Jesús "como cordero fue llevado al matadero", y que en consecuencia, nosotros ahora no debemos ser llevados una vez más al matadero espiritual del confesionario.

Yo testifico, que el pecador, que en el templo declara sus pecados únicamente a Dios, vuelve justificado a su casa, según la seguridad que le da el mismo Jesús en Lc. 18: 9-14

Yo testifico, que Jesús, a la mujer que en la ciudad era conocida como una pecadora, y que ungió Sus píes y los regó con sus lágrí-mas y los besó y los secó con su cabello, no le martirizó haciéndola confesar nuevamente ante El su pasado impuro. Ella no necesitaba volver a despojarse ante Jesús del mal uso de su vida pasada, ni precisaba contar el número de veces que había mancillado su honor de mujer, ni tenía necesidad de clasificar su prostitución según la especie y circunstancias que hacen cambiar de especie al pecado.

El Salvador no le dijo más que esto: "Tus pecados te son perdonados... Tu fe te ha salvado, ve en paz" (Lc. 7: 48 y 50). Obsérvese bien: Tu fe, no el confesionario, te ha salvado! ( Lucas 7: 36-50).

Yo testifico, que Jesús a dicho a Sus discípulos: "Yo os haré pes-cadores de hombres" (Mt. 4:19), y no: Yo os haré escudriñadores de injusticias, indagadores de escándalos, removedores de cieno y su-ciedad.

Yo testifico con el apóstol Pablo, que nosotros somos" salvos por medio de la fe...; no por obras, para que nadie se gloríe" (Ef. 2:8-9). Luego tampoco por medio de la obra meritoria de la confesión.

Yo testifico, que el mismo Jesús ha prometido solemnemente: "De cierto, de cierto os digo: El que cree en mi, tiene vida eterna" (Jn. 6:47>. Y el gran predicador penitencial, Juan el Bautista, dijo exacta-mente lo mismo; "El que cree en el Hijo tiene vida eterna" (Jn. 3:36) Jesús dice: El que cree en mi tiene vida eterna, es decir, va al cielo. Pero el sistema romano-católico dice: No, pues además de la fe en Jesús también es necesario que confeséis vuestros pecados morta-les al sacerdote. Pues de otra manera, a pesar de vuestra fe, vais al infierno. Por consiguiente, uno de los dos expresa la verdad: Jesús o el sistema romano-católico.

Yo testifico, que anteriormente, en cuanto romano-católico, nunca encontré en la confesión esa auténtica paz que ahora poseo por la fe en Jesucristo.

Yo testifico, que ahora estoy absolutamente cierto que todos mis pecados han sido perdonados. Pues ahora confío en la promesa de Jesús, y no en palabras de otros hombres, aun cuando tengan un bonete sobre su cabeza o una estola sobre sus hombros. Yo sé que Jesús jamás puede engañar. Y El lo ha dicho clara y expresamente, que quien lleno de confianza se entrega a Su amor misericordioso, obtiene la absolución o perdón de toda culpa. Yo sé ciertamente, que Jesús, tras mi muerte, no me indicará o señalará hacia el infier-no porque no haya llevado mis pecados a un confesionario. Pues no es alguien que primeramente alegre al hombre con hermosas promesas, para después volverle a desilusionar imponiéndole to-da clase de insoportables exigencias.
Yo testifico esto en el nombre del Padre, el cual, "cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones"(Salmo 103: 12); el cual no quiere que el poder absolutamente reconciliador -de la Sangre de Su propio Hijo sea negado por la inspiración de la confesión. Pues "el que no escatimó ni a Su propio Hijo, sino lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?" (Rom. 8:32).

Yo testifico esto en el nombre del Hijo, el cual amó a los Suyos hasta el fin, y cuya sangre tiene un valor infinito; el cual ha entrega-do su vida no para que los pecadores pudieran por ese medio salvarse a si mismo -tal y como Roma enseña-, sino para salvar a los pecadores sin más.

Yo testifico esto en el nombre del Espíritu Santo, el cual llega a nuestros corazones a santificar la Palabra de Jesús, pero no la pala-bra de un padre espiritual o confesor. El Espíritu Santo, el cual Jesús nos ha enviado como Consolador, y al cual El nos ha confiado después de su ascensión, y no a un severo y duro padre espiritual o confesor.
Yo testifico esto en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


2 ¿No puede Jesús hacerlo sin ayuda?

Jesús siempre habló muy sencillamente. Jamás usó palabras difíciles o términos intelectuales. Casi siempre enseñó a las gentes por medio de parábolas.

Yo quiero seguir también este método de Jesús. Aunque sé muy bien que mi empeño es torpe comparado con la agudeza, sencillez y profundidad de las parábolas de Jesús

¿Qué piensas de este padre?
Su hijo mejor ha partido a un país lejano, donde ha dilapidado sus bienes en una vida opulenta. Cuando todo lo hubo malgastado reflexionó sobre sí mismo y lleno de vergüenza y arrepentimiento vuelve a casa y humildemente confiesa su culpa a su padre.

Ahora ese padre le dice: No, yo te concederé el perdón cuando primeramente hayas confesado tu culpa a nuestro vecino.

No diría entonces todo el mundo: ¿Por qué debe hacerse eso? Pues si ese padre piensa aceptar nuevamente a su hijo en virtud del arrepentimiento, ¿por qué, pues, habría de ir primeramente al vecino? ¿qué tiene éste que ver en el asunto?

Y ahora la aplicación: Una persona es hecha hija del Padre celestial por la fe en Jesucristo. Ese hombre o mujer fue débil, y quebrantó los mandamientos de su Padre.

Ahora, sin embargo, tiene pesar de ello, y lamenta y confiesa su culpa al Padre.

Y Roma afirma que Dios envía a su hijo a otro hombre, a un sacer-dote, al cual debe contar lo que ha hecho.

¿No dirá, pues, todo el mundo: -Qué tiene que ver esa otra persona en todo esto? ¿Acaso no es asunto entre Dios y su hijo? ¿Quizá no puede Dios tratar asunto tan persona únicamente con su propio hi-jo?


Qué piensas de este hombre?
Su mujer no ha sido totalmente correcta. No, no ha dado su corazón a otro hombre; pero sin embargo ha jugado con fuego. Pero en cual-quier caso, esta frivolidad fue una injuria para su propio marido.

Mas si ella, por un momento, piensa en el amor puro de su marido, tendrá un profundo pesar de lo ocurrido; se avergüenza de ello en lo intimo de su ser, y confiesa su culpa a su marido.

Este envía ahora a su esposa a otro hombre, que nada tiene que ver en el caso, y ella debe contarle todo el relato de su desliz. ¿Acaso esto no carece de sentido, y además no resulta peligroso?

Pues bien, en la Biblia la iglesia , congregación de creyentes ver-daderos es llamada esposa de Jesucristo; esta esposa no es com-pletamente fiel. Si, su corazón permanece junto al Señor; pero aquí sobre la tierra hay tanto que nos cautiva y atrae y nos quiere apartar de El

Pero la esposa vuelve una y otra vez hasta Jesús. ¿Puedes imaginar-te que Jesús la remita a otro hombre, a un sacerdote, y que El, si no lo hace no quiera aceptarla como esposa? En asuntos tan Íntimos ¿acaso vas a mezclar a otra persona? Eso lo deben solucionar mutuamente esposo y esposa, hombre y mujer. ¿Y acaso Jesús no es lo "suficientemente hombre" para solventar las relaciones con su esposa de una forma total? ¿Acaso necesita para ello de la concurrencia de un "padre espiritual"?

"he aqui que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Y te desposaré conmigo para siempre... y conocerás a Jehová' (Oseas 2:13, 19 y 20).

Las excepciones que confirman la regla.
Ahora bien, imagínenos que un muchacho ha dado la tabarra a un vecino y le rompe un cristal de la ventana. Pero tiene pesar de lo y se lo dice a su padre. Es seguro que su padre le dirá: ya veo que tienes sincero arrepentimiento. Por eso te lo per-dono totalmente, pero debes ir enseguida hasta nuestro vecino, y pedirle disculpas, y ese cristal lo has de pagar con el dinero de tus ahorros.

Efectivamente hasta aquí todo está bien: pero en este caso también se halla implicado de forma esencial el vecino; pues ese muchacho tiene que arreglar un asunto con él.

Pero si yo me he revelado porque Dios me mandó una enfermedad; yo me examino profundamente y no me quiero someter a la voluntad del -Padre celestial, ¿acaso el sacerdote tiene algo que ver en esto? O si yo he robado a otra persona, esto lo deberé solu-cionar con esa persona. Un sacerdote no precisa inmiscuirse en en esto, si yo mismo he decidido reparar el mal causado.

Por eso el apóstol Santiago dice: "Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados" (Sant. 5:16).

SI, cuando hemos hecho algo contra otro, eso puede afectarnos tan profundamente que nos ponga enfermos. En ese caso deberemos quitarnos de la conciencia semejante carga confesándole a nuestro prójimo nuestra ofensa y culpa, pues de otra manera de nada sirven la ayuda del doctor y la oración con el fin de obtener curación. ¡Confesaos unos a otros vuestras mutuas ofensas! En ningún lugar de la Biblia leemos: Confesad a los sacerdotes vuestros pecados.


A quienes perdonéis las pecados. -.

Pero Jesús ha dicho a sus discípulos: "A quienes perdonéis los pe-cados, les son perdonados" ( Juan 20:23).

Mas con esto, Jesús no ha obligado a los cristianos a confesar sus pecados a los sacerdotes! Esto es una conclusión que Roma ha sa-cado de ese texto. Roma asegura; Jesús quiso decir también lo siguiente: Y si los hombres no quieren confesaros sus pecados, entonces van al infierno.

Pero sí Jesús realmente nos hubiera querido ordenar algo de tanta gravedad, entonces El mismo lo hubiera añadido de forma clara y contundente.

Además, sí alguien pudo saber lo que Jesús realmente quiso decir, esos son los apóstoles, no cabe duda. Ahora bien, los apóstoles jamás han entendido estas palabras de Jesús en el sentido de una confesión de los pecados obligatoria a ellos o a los sacerdotes. Los apóstoles nunca escucharon confesiones, ni aconsejan a las gentes a confesar.

Fue en el cuarto concilio lateranense, en 1215, el que definitivamente promulgó la obligación de confesar. Pero ¿piensan nuestros lectores que los participantes de dicho concilio sabían mejor lo que Jesús había querido decir a los apóstoles con aquellas palabras?

El anuncio gozoso

Este es el gozoso anuncio del Evangelio: que nos podemos acercar directamente a Jesús y a nuestro Padre celestial. Cuando en fe nos hemos entregado totalmente a Jesús, entonces surge una relación intima y personal entre Dios y nosotros, y Jesús ya no nos señala o indica hacia un hombre extraño; sino que dice: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mt.11:28).

Pero ahora oigo que mis lectores vuelven a preguntar: -¿Cómo, pues, actúa Jesús en su obra? ¿Es que acaso obtienes la certeza íntima de que tus pecados han sido perdonados, cuando en oración hablas sobre ellos con Jesús?

Para muchos romano-católicos que están acostumbrados a apoyarse en cosas externas: en la mano del sacerdote que hace la señal de la cruz, en su boca que pronuncia las palabras de la absolución, esta es una cosa muy posible y comprensible.

Pero Jesús vino a establecer una "religión" para ser vivida "es espi-ritu y en verdad" (Jn. 4:24). Este es precisamente el contraste con el Antiguo Testamento, cuando todo aun estaba lleno de ceremonias mas. Por eso, según nosotros, el romano-católicismo es propiamente un retroceso a los tiempos previos a la venida de Jesús, una vuelta o regreso a lo imperfecto del Antiguo Testamento. Pero si ustedes quieren hablar acerca de todo esto, háblenlo con un creyente protestante. Pero sobre todo lean mucho la Biblia. Esta es la Palabra viva de Dios; y de ahí aprenderán a conocer y comprender la verdadera religión del espíritu y la verdad.
 
Para que nadie, ni unos ni otros, utilice parcialmente la doctrina de Trento sobre este asunto, reproduzco los decretos y cánones tridentinos sobre este asunto


SESION XIV (25 de noviembre de 1551)
Doctrina sobre el sacramento de la penitencia

El sacrosanto, ecuménico y universal Concilio de Trento, legítimamente reunido en el Espíritu Santo, presidiendo en él los mismos legado y nuncios de la Santa Sede Apostólica: Si bien en el decreto sobre la justificación [v. 807 y 839], a causa del parentesco de las materias, hubo de interponerse por cierta necesaria razón más de una declaración acerca del sacramento de la penitencia; tan grande, sin embargo, es la muchedumbre de los diversos errores acerca de él en esta nuestra edad, que no ha de traer poca utilidad pública proponer una más exacta y más plena definición acerca del mismo, en la que, puestos patentes y arrancados con auxilio del Espíritu Santo todos los errores, quede clara y luminosa la verdad católica. Y ésta es la que este santo Concilio propone ahora para ser perpetuamente guardada por todos los cristianos.
Cap. 1. De la necesidad e institución del sacramento de la penitencia
Si en los regenerados todos se diera tal gratitud para con Dios, que guardaran constantemente la justicia recibida en el bautismo por beneficio y gracia suya, no hubiera sido necesario instituir otro sacramento distinto del mismo bautismo para la remisión de los pecados [Can 2]. Mas como Dios, que es rico en misericordia [Eph, 2, 4], sabe bien de qué barro hemos sido hechos [Ps. 102, 14], procuró también un remedio de vida para aquellos que después del bautismo se hubiesen entregado a la servidumbre del pecado y al poder del demonio, a saber, el sacramento de la penitencia [Can. 1], por el que se aplica a los caídos después del bautismo el beneficio de la muerte de Cristo. En todo tiempo, la penitencia para alcanzar la gracia y la justicia fue ciertamente necesaria a todos los hombres que se hubieran manchado con algún pecado mortal, aun a aquellos que hubieran pedido ser lavados por el sacramento del bautismo, a fin de que, rechazada y enmendada la perversidad, detestaran tamaña ofensa de Dios con odio del pecado y dolor de su alma De ahí que diga el Profeta: Convertíos y haced penitencia de todas vuestras iniquidades, y la iniquidad no se convertirá en ruina para vosotros [Ez. 18, 30]. Y el Señor dijo también: Si no hiciereis penitencia, todos pereceréis de la misma manera [Luc. 18, 3]. Y el príncipe de los Apóstoles Pedro, encareciendo la penitencia a los pecadores que iban a ser iniciados por el bautismo, decía: Haced penitencia, y bautícese cada uno de vosotros [Act. 2, 38]. Ahora bien, ni antes del advenimiento de Cristo era sacramento la penitencia, ni después de su advenimiento lo es para nadie antes del bautismo. El Señor, empero, entonces principalmente instituyó el sacramento de la penitencia, cuando, resucitado de entre los muertos, insufló en sus discípulos diciendo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonareis los pecados, les son perdonados, y a quienes se los retuviereis, les son retenidos [Ioh. 20, 22 s]. Por este hecho tan insigne y por tan claras palabras, el común sentir de todos los Padres entendió siempre que fue comunicada a los Apóstoles y a sus legítimos sucesores la potestad de perdonar y retener los pecados, para reconciliar a los fieles caídos después del bautismo [Can. 3], y con grande razón la Iglesia Católica reprobó y consideró como herejes a los novacianos, que antaño negaban pertinazmente el poder de perdonar los pecados. Por ello, este santo Concilio, aprobando v recibiendo como muy verdadero este sentido de aquellas palabras del Señor, condena las imaginarias interpretaciones de aquellos que, contra la institución de este sacramento, falsamente las desvían hacia la potestad de predicar la palabra de Dios y de anunciar el Evangelio de Cristo.
Cap. 2. De la diferencia entre el sacramento del bautismo y el de la penitencia
Por lo demás, por muchas razones se ve que este sacramento se diferencia del bautismo [Can. 2]. Porque, aparte de que la materia y la forma, que constituyen la esencia del sacramento, están a larguísima distancia; consta ciertamente que el ministro del bautismo no tiene que ser juez, como quiera que la Iglesia en nadie ejerce juicio, que no haya antes entrado en ella misma por la puerta del bautismo. Porque ¿qué se me da a mí —dice el Apóstol— de juzgar a los que están fuera? [1 Cor. 5, 12]. Otra cosa es de los domésticos de la fe, a los que Cristo Señor, por el lavatorio del bautismo, los hizo una vez miembros de su cuerpo [1 Cor. 12, 13]. Porque éstos, si después se contaminaren con algún pecado, no quiso qué fueran lavados con la repetición del bautismo, como quiera que por ninguna razón sea ello lícito en la Iglesia Católica, sino que se presentaran como reos antes este tribunal, para que pudieran librarse de sus pecados por sentencia de los sacerdotes, no una vez, sino cuantas veces acudieran a él arrepentidos de los pecados cometidos; uno es además el fruto del bautismo, y otro el de la penitencia. Por el bautismo, en efecto, al revestirnos de Cristo [Gal. 3, 27], nos hacemos en Él una criatura totalmente nueva, consiguiendo plena y entera remisión de todos nuestros pecados; mas por el sacramento de la penitencia no podemos en manera alguna llegar a esta renovación e integridad sin grandes llantos y trabajos de nuestra parte, por exigirlo así la divina justicia, de suerte que con razón fue definida la penitencia por los santos Padres como "cierto bautismo trabajoso". Ahora bien, para los caídos después del bautismo, es este sacramento de la penitencia tan necesario, como el mismo bautismo para los aún no regenerados [Can. 6].
Cap. 3. De las partes y fruto de esta penitencia
Enseña además el santo Concilio que la forma del sacramento de la penitencia, en que está principalmente puesta su virtud, consiste en aquellas palabras del ministro: Yo te absuelvo, etc., a las que ciertamente se añaden laudablemente por costumbre de la santa Iglesia algunas preces, que no afectan en manera alguna a la esencia de la forma misma ni son necesarias para la administración del sacramento mismo. Y son cuasi materia de este sacramento, los actos del mismo penitente, a saber, la contrición, confesión y satisfacción [Can. 4]; actos que en cuanto por institución de Dios se requieren en el penitente para la integridad del sacramento y la plena y perfecta remisión de los pecados, por esta razón se dicen partes de la penitencia. Y a la verdad, la realidad y efecto de este sacramento, por lo que toca a su virtud y eficacia, es la reconciliación con Dios, a la que algunas veces, en los varones piadosos y los que con devoción reciben este sacramento, suele seguirse la paz y serenidad de la conciencia con vehemente consolación del espíritu. Y al enseñar esto el santo Concilio acerca de las partes y efecto de este sacramento, juntamente condena las sentencias de aquellos que porfían que las partes de la penitencia son los terrores que agitan la conciencia, y la fe [Can. 4].
Cap. 4. De la contrición
La contrición, que ocupa el primer lugar entre los mencionados actos del penitente, es un dolor del alma y detestación del pecado cometido, con propósito de no pecar en adelante. Ahora bien, este movimiento de contrición fue en todo tiempo necesario para impetrar el perdón de los pecados, y en el hombre caído después del bautismo, sólo prepara para la remisión de los pecados si va junto con la confianza en la divina misericordia y con el deseo de cumplir todo lo demás que se requiere para recibir debidamente este sacramento. Declara, pues, el santo Concilio que esta contrición no sólo contiene en sí el cese del pecado y el propósito e iniciación de una nueva vida, sino también el aborrecimiento de la vieja, conforme a aquello: Arrojad de vosotros todas vuestras iniquidades, en que habéis prevaricado y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo [Ez. 18, 31]. Y cierto, quien considerare aquellos clamores de los santos: Contra ti solo he pecado, y delante de ti solo he hecho el mal [Ps. 50, 6]; trabajé en mi gemido; lavaré todas las noches mi lecho [Ps. 6, 7]; repasaré ante ti todos mis años en la amargura de mi alma [Is. 38, 15], y otros a este tenor, fácilmente entenderá que brotaron de un vehemente aborrecimiento de la vida pasada y de muy grande detestación de los pecados.
Enseña además el santo Concilio que, aun cuando alguna vez acontezca que esta contrición sea perfecta por la caridad y reconcilie el hombre con Dios antes de que de hecho se reciba este sacramento; no debe, sin embargo, atribuirse la reconciliación a la misma contrición sin el deseo del sacramento, que en ella se incluye. Y declara también que aquella contrición imperfecta [Can. 5], que se llama atrición, porque comúnmente se concibe por la consideración de la fealdad del pecado y temor del infierno y sus penas, si excluye la voluntad de pecar y va junto con la esperanza del perdón, no sólo no hace al hombre hipócrita y más pecador, sino que es un don de Dios e impulso del Espíritu Santo, que todavía no inhabita, sino que mueve solamente, y con cuya ayuda se prepara el penitente el camino para la justicia. Y aunque sin el sacramento de la penitencia no pueda por sí misma llevar al pecador a la justificación; sin embargo, le dispone para impetrar la gracia de Dios en el sacramento de la penitencia. Con este temor, en efecto, provechosamente sacudidos los ninivitas ante la predicación de Jonás, llena de terrores, hicieron penitencia y alcanzaron misericordia del Señor [cf. Ion. 3]. Por eso, falsamente calumnian algunos a los escritores católicos como si enseñaran que el sacramento de la penitencia produce la gracia sin el buen movimiento de los que lo reciben, cosa que jamás enseñó ni sintió la Iglesia de Dios. Y enseñan también falsamente que la contrición es violenta y forzada y no libre y voluntaria [Can. 5].
Cap. 5. De la confesión
De la institución del sacramento de la penitencia ya explicada, entendió siempre la Iglesia universal que fue también instituída por el Señor la confesión íntegra de los pecados [Iac. 5, 16; 1 Ioh. 1, 9; Lc. 17, 14], y que es por derecho divino necesaria a todos los caídos después del bautismo [Can. 7], porque nuestro Señor Jesucristo, estando para subir de la tierra a los cielos, dejó por vicarios suyos [Mt. 16, 19; 18, 18; Ioh. 20, 23] a los sacerdotes, como presidentes y jueces, ante quienes se acusen todos los pecados mortales en que hubieren caído los fieles de Cristo, y quienes por la potestad de las llaves, pronuncien la sentencia de remisión o retención de los pecados.
Consta, en efecto, que los sacerdotes no hubieran podido ejercer este juicio sin conocer la causa, ni guardar la equidad en la imposición de las penas, si los fieles declararan sus pecados sólo en general y no en especie y uno por uno. De aquí se colige que es necesario que los penitentes refieran en la confesión todos los pecados mortales de que tienen conciencia después de diligente examen de si mismos, aun cuando sean los más ocultos y cometidos solamente contra los dos últimos preceptos del decálogo [Ex. 29, 17; Mt. 5, 28], los cuales a veces hieren más gravemente al alma y son más peligrosos que los que se cometen abiertamente. Porque los veniales, por los que no somos excluídos de la gracia de Dios y en los que con más frecuencia nos deslizamos, aun cuando, recta y provechosamente y lejos de toda presunción, puedan decirse en la confesión [Can. 7], como lo demuestra la practica de los hombres piadosos; pueden, sin embargo, callarse sin culpa y ser por otros medios expiados. Mas, como todos los pecados mortales, aun los de pensamiento, hacen a los hombres hijos de ira [Eph. 2, 3] y enemigos de Dios, es indispensable pedir también de todos perdón a Dios con clara y verecunda confesión. Así, pues, al esforzarse los fieles por confesar todos los pecados que les vienen a la memoria, sin duda alguna todos los exponen a la divina misericordia, para que les sean perdonados [Can. 7]. Mas los que de otro modo obran y se retienen a sabiendas algunos, nada ponen delante a la divina bondad para que les sea remitido por ministerio del sacerdote. "Porque si el enfermo se avergüenza de descubrir su llaga al médico, la medicina no cura lo que ignora". Colígese además que deben también explicarse en la confesión aquellas circunstancias que mudan la especie del pecado [Can. 7], como quiera que sin ellas ni los penitentes expondrían integramente sus pecados ni estarían éstos patentes a los jueces, y seria imposible que pudieran juzgar rectamente de la gravedad de los crímenes e imponer por ellos a los penitentes la pena que conviene. De ahí que es ajeno a la razón enseñar que estas circunstancias fueron excogitadas por hombres ociosos, o que sólo hay obligación de confesar una circunstancia, a saber, la de haber pecado contra un hermano.
Mas también es impío decir que es imposible la confesión que así se manda hacer, o llamarla carnicería de las conciencias; consta, en efecto, que ninguna otra cosa se exige de los penitentes en la Iglesia, sino que, después que cada uno se hubiera diligentemente examinado y hubiere explorado todos los senos y escondrijos de su conciencia, confiese aquellos pecados con que se acuerde haber mortalmente ofendido a su Dios y Señor; mas los restantes pecados, que, con diligente reflexión, no se le ocurren, se entiende que están incluídos de modo general en la misma confesión, y por ellos decimos fielmente con el Profeta: De mis pecados ocultos limpiame, Señor [Ps. 18, 13]. Ahora bien, la dificultad misma de semejante confesión y la vergüenza de descubrir los pecados, pudiera ciertamente parecer grave, si no estuviera aliviada por tantas y tan grandes ventajas y consuelos que con toda certeza se confieren por la absolución a todos los que dignamente se acercan a este sacramento.
Por lo demás, en cuanto al modo de confesarse secretamente con solo el sacerdote, si bien Cristo no vedó que pueda alguno confesar públicamente sus delitos en venganza de sus culpas y propia humillación, ora para ejemplo de los demás, ora para edificación de la Iglesia ofendida; sin embargo, no está eso mandado por precepto divino ni sería bastante prudente que por ley humana alguna se mandara que los delitos, mayormente los secretos, hayan de ser por pública confesión manifestados [Can. 6]. De aquí que habiendo sido siempre recomendada por aquellos santísimos y antiquísimos Padres, con grande y unánime sentir, la confesión secreta sacramental de que usó desde el principio la santa Iglesia y ahora también usa, manifiestamente se rechaza la vana calumnia de aquellos que no tienen rubor de enseñar sea ella ajena al mandamiento divino y un invento humano y que tuvo su principio en los Padres congregados en el Concilio de Letrán [Can. 8]. Porque no estableció la Iglesia por el Concilio de Letrán que los fieles se confesaran, cosa que entendía ser necesaria e instituída por derecho divino, sino que el precepto de la confesión había de cumplirse por todos y cada uno por lo menos una vez al año, al llegar a la edad de la discreción. De ahí que ya en toda la Iglesia, con grande fruto de las almas, se observa la saludable costumbre de confesarse en el sagrado y señaladamente aceptable tiempo de cuaresma; costumbre que este santo Concilio particularmente aprueba y abraza como piadosa y que debe con razón ser mantenida [Can. 8 ¡ v. 437 s].
Cap. 6. Del ministro de este sacramento y de la absolución
Acerca del ministro de este sacramento declara el santo Concilio que son falsas y totalmente ajenas a la verdad del Evangelio todas aquellas doctrinas que perniciosamente extienden el ministerio de las llaves a otros que a los obispos y sacerdotes [Can. 10], por pensar que las palabras del Señor: Cuanto atareis sobre la tierra, será también atado en el cielo, y cuanto desatareis sobre la tierra será también, desatado en el cielo [Mt. 18, 18], y: A los que perdonareis los pecados, les son perdonados, y a los que se los retuviereis, les son retenidos [Ioh. 20, 23], de tal modo fueron dichas indiferente y promiscuamente para todos los fieles de Cristo contra la institución de este sacramento, que cualquiera tiene poder de remitir los pecados, los públicos por medio de la corrección, si el corregido da su aquiescencia; los secretos, por espontánea confesión hecha a cualquiera. Enseña también, que aun los sacerdotes que están en pecado mortal, ejercen como ministros de Cristo la función de remitir los pecados por la virtud del Espíritu Santo, conferida en la ordenación, y que sienten equivocadamente quienes pretenden que en los malos sacerdotes no se da esta potestad. Mas, aun cuando la absolución del sacerdote es dispensación de ajeno beneficio, no es, sin embargo, solamente el mero ministerio de anunciar el Evangelio o de declarar que los pecados están perdonados; sino a modo de acto judicial, por el que él mismo, como juez, pronuncia la sentencia (Can. 9]. Y, por tanto, no debe el penitente hasta tal punto lisonjearse de su propia fe que, aun cuando no tuviere contrición alguna, o falte al sacerdote intención de obrar seriamente y de absolverle verdaderamente; piense, sin embargo, que por su sola fe está verdaderamente y delante de Dios absuelto. Porque ni la fe sin la penitencia otorgaría remisión alguna de los pecados, ni otra cosa sería sino negligentísimo de su salvación quien, sabiendo que el sacerdote le absuelve en broma, no buscara diligentemente otro que obrara en serio.
Cap. 7. De la reserva de casos
Como quiera, pues, que la naturaleza y razón del juicio reclama que la sentencia sólo se dé sobre los súbditos, la Iglesia de Dios tuvo siempre la persuasión y este Concilio confirma ser cosa muy verdadera que no debe ser de ningún valor la absolución que da el sacerdote sobre quien no tenga jurisdicción ordinaria o subdelegada. Ahora bien, a nuestros Padres santísimos pareció ser cosa que interesa en gran manera a la disciplina del pueblo cristiano, que determinados crímenes, particularmente atroces y graves, fueran absueltos no por cualesquiera, sino sólo por los sumos sacerdotes. De ahí que los Pontífices Máximos, de acuerdo con la suprema potestad que les ha sido confiada en la Iglesia universal, con razón pudieron reservar a su juicio particular algunas causas de crímenes más graves. Ni debiera tampoco dudarse, siendo así que todo lo que es de Dios es ordenado, que esto mismo es lícito a los obispos, a cada uno en su diócesis, para edificación, no para destrucción [2 Cor. 13, 10], según la autoridad que sobre sus súbditos les ha sido confiada por encima de los demás sacerdotes inferiores, particularmente acerca de aquellos pecados, a los que va aneja censura de excomunión. Ahora bien, está en armonía con la divina autoridad que esta reserva de pecados, no sólo tenga fuerza en el fuero externo, sino también delante de Dios [Can. 11]. Muy piadosamente, sin embargo, a fin de que nadie perezca por esta ocasión, se guardó siempre en la Iglesia de Dios que ninguna reserva exista en el artículo de la muerte, y, por tanto, todos los sacerdotes pueden absolver a cualesquiera penitentes de cualesquiera pecados y censuras. Fuera de ese artículo, los sacerdotes, como nada pueden en los casos reservados, esfuércense sólo en persuadir a los penitentes a que acudan por el beneficio de la absolución a los jueces superiores y legítimos.
Cap. 8. De la necesidad y fruto de la satisfacción
Finalmente, acerca de la satisfacción que, al modo que en todo tiempo fue encarecida por nuestros Padres al pueblo cristiano, así es ella particularmente combatida en nuestros días, so capa de piedad, por aquellos que tienen apariencia de piedad, pero han negado la virtud de ella [2 Tim. 3, 5], el Concilio declara ser absolutamente falso y ajeno a la palabra de Dios que el Señor jamás perdona la culpa sin perdonar también toda la pena [Can. 12 y 15]. Porque se hallan en las Divinas Letras claros e ilustres ejemplos [cf. Gen, 3, 16 ss; Num. 12, 14 s; 20, 11 s; 2 Reg. 12, 13 s, etc.], por los que, aparte la divina tradición, de la manera más evidente se refuta victoriosamente este error. A la verdad, aun la razón de la divina justicia parece exigir que de un modo sean por Él recibidos a la gracia los que antes del bautismo delinquieron por ignorancia; y de otro, los que una vez liberados de la servidumbre del demonio y del pecado y después de recibir el don del Espíritu Santo, no temieron violar a sabiendas el templo de Dios [1 Cor. 3, 17] y contristar al Espíritu Santo [Eph. 4, 30]. Y dice por otra parte con la divina clemencia que no se nos perdonen los pecados sin algún género de satisfacción, de suerte que, venida la ocasión [Rom. 7, 8], teniendo por ligeros los pecados, como injuriando y deshonrando al Espíritu Santo [Hebr. 10, 29], nos deslicemos a otros más graves, atesorándonos ira para el día de la ira [Rom. 2, 5; Iac. 5, 3]. Porque no hay duda que estas penas satisfactorias retraen en gran manera del pecado y sujetan como un freno y hacen a los penitentes más cautos y vigilantes para adelante; remedian también las reliquias de los pecados y quitan con las contrarias acciones de las virtudes los malos hábitos contraídos con el mal vivir. Ni realmente se tuvo jamás en la Santa Iglesia de Dios por más seguro camino para apartar el castigo inminente del Señor, que el frecuentar los hombres con verdadero dolor de su alma estas mismas obras de penitencia [Mt. 3, 28; 4, 17; 11, 21, etc.]. Añádase a esto que al padecer en satisfacción por nuestros pecados, nos hacemos conformes a Cristo Jesús, que por ellos satisfizo [Rom. 5, 10; 1 Ioh. 2, 1 s] y de quien viene toda nuestra suficiencia [2 Cor. 3, 5], por donde tenemos también una prenda certísima de que, si juntamente con Él padecemos, juntamente también seremos glorificados [cf Rom. 8, 17]. A la verdad, tampoco es esta satisfacción que pagamos por nuestros pecados, de tal suerte nuestra, que no sea por medio de Cristo Jesús; porque quienes, por nosotros mismos, nada podemos, todo lo podemos con la ayuda de Aquel que nos conforta [cf. Phil. 4, 13]. Así no tiene el hombre de qué gloriarse; sino que toda nuestra gloria está en Cristo [cf. 1 Cor. 1, 31; 2 Cor. 2,17; Gal. 6, 14], en el que vivimos, en el que nos movemos [cf. Act. 17, 28], en el que satisfacemos, haciendo frutos dignos de penitencia [cf. Lc. 3, 8], que de Él tienen su fuerza, por Él son ofrecidos al Padre, y por medio de Él son por el Padre aceptados [Can. 13 s].
Deben, pues, los sacerdotes del Señor, en cuanto su espíritu y prudencia se lo sugiera, según la calidad de las culpas y la posibilidad de los penitentes, imponer convenientes y saludables penitencias, no sea que, cerrando los ojos a los pecados y obrando con demasiada indulgencia con los penitentes, se hagan partícipes de los pecados ajenos [cf. 1 Tim. 5, 22], al imponer ciertas ligerísimas obras por gravísimos delitos. Y tengan ante sus ojos que la satisfacción que impongan, no sea sólo para guarda de la nueva vida y medicina de la enfermedad, sino también en venganza y castigo de los pecados pasados; porque es cosa que hasta los antiguos Padres creen y enseñan, que las llaves de los sacerdotes no fueron concedidas sólo para desatar, sino para atar también [cf. Mt. 16, 19; 18, 18; Ioh. 20, 23; Can. 15]. Y por ello no pensaron que el sacramento de la penitencia es el fuero de la ira o de los castigos; como ningún católico sintió jamás que por estas satisfacciones nuestras quede oscurecida o en parte alguna disminuída la virtud del merecimiento y satisfacción de nuestro Señor Jesucristo; al querer así entenderlo los innovadores, de tal suerte enseñan que la mejor penitencia es la nueva vida, que suprimen toda la fuerza de la satisfacción y su práctica [Can. 13].
Can. 9. De las obras de satisfacción
Enseña además [el santo Concilio] que es tan grande la largueza de la munificencia divina, que podemos satisfacer ante Dios Padre por medio de Jesucristo, no sólo con las penas espontáneamente tomadas por nosotros para vengar el pecado o por las impuestas al arbitrio del sacerdote según la medida de la culpa, sino también (lo que es máxima prueba de su amor) por los azotes temporales que Dios nos inflige, y nosotros pacientemente sufrimos [Can. 13].

Cánones sobre el sacramento de la penitencia
Can. 1. Si alguno dijere que la penitencia en la Iglesia Católica no es verdadera y propiamente sacramento, instituído por Cristo Señor nuestro para reconciliar con Dios mismo a los fieles, cuantas veces caen en pecado después del bautismo, sea anatema [cf. 894].
Can. 2. Si alguno, confundiendo los sacramentos, dijere que el mismo bautismo es el sacramento de la penitencia, como si estos dos sacramentos no fueran distintos y que, por ende, no se llama rectamente la penitencia "segunda tabla después del naufragio", sea anatema [cf. 894].
Can. 3. Si alguno dijere que las palabras del Señor Salvador nuestro: Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonareis los pecados, les son perdonados; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos [Ioh. 20, 22 s], no han de entenderse del poder de remitir y retener los pecados en el sacramento de la penitencia, como la Iglesia Católica lo entendió siempre desde el principio, sino que las torciere, contra la institución de este sacramento, a la autoridad de predicar el Evangelio, sea anatema [cf. 894].
Can. 4. Si alguno negare que para la entera y perfecta remisión de los pecados se requieren tres actos en el penitente, a manera de materia del sacramento de la penitencia, a saber: contrición, confesión y satisfacción, que se llaman las tres partes de la penitencia; o dijere que sólo hay dos partes de la penitencia, a saber, los terrores que agitan la conciencia, conocido el pecado, y la fe concebida del Evangelio o de la absolución, por la que uno cree que sus pecados le son perdonados por causa de Cristo, sea anatema [cf. 896].
Can. 5. Si alguno dijere que la contrición que se procura por el examen, recuento y detestación de los pecados, por la que se repasan los propios años en amargura del alma [Is. 38, 16], ponderando la gravedad de sus pecados, su muchedumbre y fealdad, la pérdida de la eterna bienaventuranza y el merecimiento de la eterna condenación, junto con el propósito de vida mejor, rio es verdadero y provechoso dolor, ni prepara a la gracia, sino que hace al hombre hipócrita y más pecador; en fin, que aquella contrición es dolor violentamente arrancado y no libre y voluntario, sea anatema [cf. 898].
Can. 6. Si alguno dijere que la confesión sacramental o no fue instituida no es necesaria para la salvación por derecho divino; o dijere que el modo de confesarse secretamente con solo el sacerdote, que la Iglesia Católica observó siempre desde el principio y sigue observando, es ajeno a la institución y mandato de Cristo, y una invención humana, sea anatema [cf. 899 s].
Can. 7. Si alguno dijere que para la remisión de los pecados en el sacramento de la penitencia no es necesario de derecho divino confesar todos y cada uno de los pecados mortales de que con debida y deligente premeditación se tenga memoria, aun los ocultos y los que son contra los dos últimos mandamientos del decálogo, y las circunstancias que cambian la especie del pecado; sino que esa confesión sólo es útil para instruir y consolar al penitente y antiguamente sólo se observó para imponer la satisfacción canónica; o dijere que aquellos que se esfuerzan en confesar todos sus pecados, nada quieren dejar a la divina misericordia para ser perdonado; o, en fin, que no es licito confesar los pecados veniales, sea anatema [cf. 899 y 901].
Can. 8. Si alguno dijere que la confesión de todos los pecados, cual la guarda la Iglesia, es imposible y una tradición humana que debe ser abolida por los piadosos; o que no están obligados a ello una vez al año todos los fieles de Cristo de uno y otro sexo, conforme a la constitución del gran Concilio de Letrán, y que, por ende, hay que persuadir a los fieles de Cristo que no se confiesen en el tiempo de Cuaresma, sea anatema [cf. 900 s].
Can. 9. Si alguno dijere que la absolución sacramental del sacerdote no es acto judicial, sino mero ministerio de pronunciar y declarar que los pecados están perdonados al que se confiesa, con la sola condición de que crea que está absuelto, aun cuando no esté contrito o el sacerdote no le absuelva en serio, sino por broma; o dijere que no se requiere la confesión del penitente, para que el sacerdote le pueda absolver, sea anatema [cf. 902].
Can. 10. Si alguno dijere que los sacerdotes que están en pecado mortal no tienen potestad de atar y desatar; o que no sólo los sacerdotes son ministros de la absolución, sino que a todos los fieles de Cristo fue dicho: Cuanto atareis sobre la tierra, será atado también en el cielo, y cuanto desatareis sobre ¿a tierra, será desatado también en el cielo [Mt. 18, 18], y: A quienes perdonareis los pecados, les son perdonados, y a quienes se los retuviereis, les son retenidos [Ioh. 20, 23], en virtud de cuyas palabras puede cualquiera absolver los pecados, los públicos por la corrección solamente, caso que el corregido diere su aquiescencia, y los secretos por espontánea confesión, sea anatema [cf. 902].
Can. 11. Si alguno dijere que los obispos no tienen derecho de reservarse casos, sino en cuanto a la policía o fuero externo y que, por ende, la reservación de los casos no impide que el sacerdote absuelva verdaderamente de los reservados, sea anatema, [cf. 903].
Can. 12. Si alguno dijere que toda la pena se remite siempre por parte de Dios juntamente con la culpa, y que la satisfacción de los penitentes no es otra que la fe por la que aprehenden que Cristo satisfizo por ellos, sea anatema [cf. 904].
Can. 13. Si alguno dijere que en manera alguna se satisface a Dios por los pecados en cuanto a la pena temporal por los merecimientos de Cristo con los castigos que Dios nos inflige y nosotros sufrimos pacientemente o con los que el sacerdote nos impone, pero tampoco con los espontáneamente tomados, como ayunos, oraciones, limosnas y también otras obras de piedad, y que por lo tanto la mejor penitencia es solamente la nueva vida, sea anatema [cf. 904 ss].
Can. 14. Si alguno dijere que las satisfacciones con que los penitentes por medio de Cristo Jesús redimen sus pecados, no son culto de Dios, sino tradiciones de los hombres que oscurecen la doctrina de la gracia y el verdadero culto de Dios y hasta el mismo beneficio de la muerte de Cristo, sea anatema [cf. 905].
Can. 15. Si alguno dijere que las llaves han sido dadas a la Iglesia solamente para desatar y no también para atar, y que, por ende, cuando los sacerdotes imponen penas a los que se confiesan, obran contra el fin de las llaves y contra la institución de Cristo; y que es una ficción que, quitada en virtud de las llaves la pena eterna, queda las más de las veces por pagar la pena temporal, sea anatema [cf. 904].

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Originalmente enviado por Maripaz:
De "Madre yo te acuso", autor Herman J. Hegger, ex sacerdote católico-romano y fundador de "En la calle recta", publicación para difundir el evangelio entre el pueblo católico.


NO ESCUDRIÑADORES, SINO PESCADORES

1. Las torturas del confesionario


.:YO culpo al sistema romano-católico de que a través de un proceso de siglos se ha sacado de la manga (el "sacramento" de> la confesión auricular, mediante la cual subyuga las conciencias de las gen-tes a fin de sostener y apuntalar su propio poder. Bajo la amenaza del infierno los creyentes son empujados al confesionario. Allí deben arrodillarse ante otro hombre, pecador como ellos, el cual no obstante se sienta en su trono como juez.

daniel:
FALSO. Absolutamente falso. Además la "amenaza del infierno" se cierne tammbién sobre los no católicos si no se confiesan.

S:
Yo acuso por causa de la humillación que en el confesionario se infiere a muchas personas, por motivo del dolor que han de sufrir, y por razón de las angustias que tienen que soportar.

responde daniel:
Es que NO ES inmenso el dolor de haber pecado contra DIos?. O es una "FIESTA"? O los no católicos "danzan y bailan" porque han pecado?

S:
Yo culpo al sistema romano-católico de que oculta a las gentes, que, incluso según la doctrina romano-católica, la confesión jamás puede dar la verdadera certeza del perdón de los pecados. Pues, para una buena confesión es necesario que el arrepentimiento sea sobrenatural. Ahora bien, según la doctrina de Roma, el hombre nun-ca puede saber con certeza de fe si su arrepentimiento es sobrena-tural.

responde daniel:
FALSO. Si hay dolor, hay arrepentimiento. Dios no quiere sacrificios, sino un corazón contrito y humillado.

S:
Yo culpo al sistema romano-católico de que obliga al pecador a fun-dar la esperanza del perdón de sus pecados en sí mismo, en el examen de su conciencia y su arrepentimiento. En lugar de indicar al pecador exclusivamente hacia el Cordero de Dios que quita los pe-cados del mundo, el hombre es empujado por la confesión hacia el desierto y soledad de la propia oscuridad de su alma, donde vagará sin esperanza y sin poder encontrar la paz verdadera. Mientras que Jesús, el buen Pastor, precisamente va a buscar a la oveja perdida en el desierto.

responde daniel:
ASOMBROSAMENTE FALSO. Y TENDENCIOSO!!!. ¿Cómo puedo yo saber si pequé si no me examino a la Luz de Dios?. Y una vez que descubro mi pecado, ¿cómo dice el Señor que no voy ante el Cordero para que me redima?
INCREIBLE.

S:
Yo culpo al sistema romano-católico de todos los tormentos y torturas, del terrible sufrimiento, de las inquietudes y de la vergüenza que por medio del confesionario son inferidos a las gentes.

responde daniel:
Ya sabes. Gran dolor el rebelarse al Señor. Si así no fuera, ¿qué clase de "arrepentimiento" sería?, ¿Cómo tener un corazón contrito y humillado?

S:
Yo acuso por causa de aquella mujer en el pueblo Bergen-op-Zoom, la cual durante la Misión, se acercó hasta mí en el confesionario y llorando me recriminó: "Vosotros siempre con vuestros truenos y rayos sobre el juicio final y el infierno. ¡¡Ya estáis aquí con vuestras intimidaciones!! iVosotros mismos deberíais haberos casado y haber tenido hijos, ¡entonces hablaríais de manera muy diferente!".

responde daniel:
Muy "conmovedor". Habría que decirle a Dios el porque castiga el pecado!!!!!.

S:
Yo acuso por motivo de aquella joven en Limburgo, la cual había padecido durante muchos años una lucha terrible, porque no se atrevió a confesar un pecado, y constantemente era zarandeada por la angustia del infierno y la vergüenza de tener que confesar a otro su pecado, y esto se le convirtió en una obsesión que le perseguía hasta en sueños. Y para acabar con aquella zozobra insoportable, saltó desde el tercer piso de una casa, y sólo cuando fue llevada al hospital declaró entre sollozos su culpa a un sacerdote.

responde daniel:
Peor le fue a Judas, que no fue capaz de arrepentirse lo que hizo y se mató, en lugar de hacer como San Pedro. En todo caso ALABADO SEA DIOS que permitió que no se muriera y perdiera antes de confesarse. HAbría que preguntarle como se sitnió luego de ser redimida por tan Amoroso Sacramento!!!

S:
Yo acuso por causa de tantos como nosotros, padres redentoristas, vemos acercarse a nuestro confesionario, que hace veinte, treinta y hasta cuarenta años que han ocultado un "pecado mortal", y que por ello han acumulado sobre sus conciencias sacrilegio sobre sacrilegio, y habían vivido en enemistad con Dios, y que, finalmente, aco-rralados por nuestras predicaciones penitenciales acerca de la con-denación eterna, en un último esfuerzo desecharon todo su sentimiento de vergüenza, y nos contaban todo lo acontecido en sus vidas.

responde daniel:
Que le digan al buen ladrón que por su arrepentimiento a última hora "robó" el Cielo.

S:
Yo culpo al sistema romano-católico de que al alivio que el hombre obtiene tras la confesión, lo presenta como la verdadera paz que Jesús ha venido a traer, mientras que no deja de ser otra cosa que una liberación natural después de la desaparición de la terrible presión que Roma ha puesto sobre las conciencias por medio de la obligación de la confesión.

responde daniel:

JAJAJAJAJ, JOJOJOJO, JUJUUUUU. Y QUE ES LO QUE HACEN LOS PROTESTANTES CUANDO SE CONFIESAN DIRECTAMENTE A DIOS?, ¿QUE ES ESA "PAZ" QUE SIENTEN SINO LIBERACIÓN "NATURAL".

S:
Yo desafío a cualquier sacerdote a que demuestre con las Sagradas Escrituras, que el creyente debe confesar sus pecados mortales con el número exacto de veces que los cometió, con la especie y las circunstancias que hacen cambiar la especie de pecado. ¿De dónde sacan el derecho de poner semejantes cargas a las conciencias de las gentes?

responde daniel:
Pobre hombre....¿Cómo pudo ser sacerdote SIN conocer la realidad de la Iglesia?.

YO, DANIEL BRION, DECLARO SOLEMNEMENTE ANTE DIOS Y LOS HOMBRES QUE NUNCA, NADIE EN LA IGLESIA ME HA DICHO SEMEJANTE COSA.

De toda la vida, para confesarse se debe hacer un examen de conciencia Y CONFESAR AQUELLOS PECADOS QUE RECUERDEN. ESO BASTA.

Y si alguna vez se "recuerda" un pecado previo no confesado, A NO DESESPERAR, a confesarlo y LISTO!!!!

S:
Yo desenmascaro la confesión como una intervención sobre las conciencias de las gentes que reclama venganza. Yo hago esta inculpación, porque el sacerdote quiere ocupar en el alma de la persona el lugar dónde solo a Dios le corresponde estar como Juez único. Yo acuso por motivo de la actitud inquisitorial que de ello se deriva, y por causa de la superficialidad que de eso se deduce.

responde daniel:
El sacerdote ME AUXILIA a hacer una confesion BIEN HECHA. En ello me ayuda A CRECER.

Por otra parte no dice este buen señor que la confesion es A MI GUSTO, muy suave y LAXA de parte del sacerdote. Claro, habrá de los otros.Hasta ahora no los encontré.

S:
Yo acuso, porque en la predicación romano-católica a las gentes se les va con el cuento de que haya protestantes que añorarían esta clase de confesión, mientras que los sacerdotes saben muy bien que los protestantes se refieren a otra cosa muy distinta. Yo acuso, porque los sacerdotes, mediante esta equivocada información, in-tentan encadenar aun más fuertemente al confesionario a sus propios súbditos.

responde daniel:
En la Iglesia, al menos en mi caso, NUNCA escuché tal afirmacion. Si, por el contrario, la insistencia de la confesión en sí, único modo de liberarse del yugo del Pecado.

S:
Yo culpo en el nombre del Padre, el cual se ha inclinado con piedad tierna e infinita sobre el hijo perdido, y no le ha preguntado por el número exacto, la especia y la circunstancia de los pecados que había cometido durante su ausencia.

responde daniel:
Es insultante. Acaso no sabe Dios TODO?.
Por otra parte, para este buen Señor, ¿qué es la confesión?, ES CUALQUIER COSA?????

S:
Yo acuso en el nombre del Hijo, cuya obra vicaria de reconciliación es decir, que El murió por nuestros pecados es mancillada por la confesión auricular.

responde daniel:
¿¿¿¿¿¿QUE??????. ¿Porque dice esto este muchacho????

S:
Yo acuso en el nombre del Espíritu Santo, cuya obra callada y silenciosa en el alma es estorbada por la irrupción estruendosa del sacerdote, el cual opina que le es permitido descerrajar con las llaves del papa la puerta de este templo del Espíritu Santo.

responde daniel:
Bueno, bueno, ¿Y quien dijo que el Espíritu Santo así "interrumpido?. ¿Ignora acaso que es el mismo Espíritu que el que revela esta Bendito Sacramento a la Iglesia?, ¿Quién le dijo que "esa" es la "opinión" del Espíritu?

S:
Yo testifico, que Jesús ha venido a este mundo, no para martirizar a pecadores, sino para salvarles.

responde daniel:
¿Y que será "salvarles"? Si es un "martirio" el reconocer el pecado cometido y pedirle perdón a Dios por ellos, y enmendarse y corergir las consecuencias del error cometido, confieso que Jesús estaría FELIZ por el tal "martirio".

S:
Yo testifico, que en nadie se puede encontrar paz y sosiego, sino en Jesús. El mismo lo ha dicho: "venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mt. 11:28). Nunca jamás ha mandado a alguien con todos sus trabajos y cargas hacia otra persona, sino que siempre ha invitado al hombre atormentado a venir junto a El.

responde daniel:
Pero si es precisamente a EL a quien nos dirigimos !!!!!

S:
Yo testifico con el Profeta Isaías, que (Jesucristo) "él herido fue por nuestras rebeliones, y sufrió por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Is. 53:5).

responde daniel:
VAYA NOVEDAD, ¿y que tiene que ver con el tema???

S:
Yo testifico, que Jesús "como cordero fue llevado al matadero", y que en consecuencia, nosotros ahora no debemos ser llevados una vez más al matadero espiritual del confesionario.

responde daniel:
Esto que dice supone una IGNORANCIA SUPINA. Decir que el lugar en el que recogemos la Misericordia, el Perdon de Dios, donde se restablece nuestra comunión con El, donde El nos reintegra su Gracia y a la comunión con la Iglesia...... es un matadero???????

S:
Yo testifico, que el pecador, que en el templo declara sus pecados únicamente a Dios, vuelve justificado a su casa, según la seguridad que le da el mismo Jesús en Lc. 18: 9-14

responde daniel:
QUE GRACIA, SI AUN NO HABIA NACIDO LA IGLESIA TAL LA CUAL LA CONCEBIMOS !!!!!!!
¿Qué validez tiene el tal argumento?

S:
Yo testifico, que Jesús, a la mujer que en la ciudad era conocida como una pecadora, y que ungió Sus píes y los regó con sus lágrí-mas y los besó y los secó con su cabello, no le martirizó haciéndola confesar nuevamente ante El su pasado impuro. Ella no necesitaba volver a despojarse ante Jesús del mal uso de su vida pasada, ni precisaba contar el número de veces que había mancillado su honor de mujer, ni tenía necesidad de clasificar su prostitución según la especie y circunstancias que hacen cambiar de especie al pecado.

El Salvador no le dijo más que esto: "Tus pecados te son perdonados... Tu fe te ha salvado, ve en paz" (Lc. 7: 48 y 50). Obsérvese bien: Tu fe, no el confesionario, te ha salvado! ( Lucas 7: 36-50).

responde daniel:
Lo dicho, no existía aún la Iglesia. Además si aún Jesús estuviera entre nosotros en las mismas condiciones que frente a la Mujer, no lo dudaría. IRIA A CONFESARME A EL !!!!

S:
Yo testifico, que Jesús a dicho a Sus discípulos: "Yo os haré pes-cadores de hombres" (Mt. 4:19), y no: Yo os haré escudriñadores de injusticias, indagadores de escándalos, removedores de cieno y su-ciedad.

responde daniel:
Claro, si no hace falta convertirse del pecado, ¿Para qué?. Decile a Jesús SOLAMENTE Señor, Señor,.... que El cerá que hace contigo.

S:
Yo testifico con el apóstol Pablo, que nosotros somos" salvos por medio de la fe...; no por obras, para que nadie se gloríe" (Ef. 2:8-9). Luego tampoco por medio de la obra meritoria de la confesión.

responde daniel:
Lo dicho, si no quieres confesarte no lo hagas.... Mientras el "otro" te preparará un lugar bien "calentito". JEJEJEJE

S:
Yo testifico, que el mismo Jesús ha prometido solemnemente: "De cierto, de cierto os digo: El que cree en mi, tiene vida eterna" (Jn. 6:47>. Y el gran predicador penitencial, Juan el Bautista, dijo exacta-mente lo mismo; "El que cree en el Hijo tiene vida eterna" (Jn. 3:36) Jesús dice: El que cree en mi tiene vida eterna, es decir, va al cielo. Pero el sistema romano-católico dice: No, pues además de la fe en Jesús también es necesario que confeséis vuestros pecados morta-les al sacerdote. Pues de otra manera, a pesar de vuestra fe, vais al infierno. Por consiguiente, uno de los dos expresa la verdad: Jesús o el sistema romano-católico.

responde daniel:
Nooooo, querido amigo, no confieses NADA. Solo en Fé, NADA MAS. ¿Es que este sacerdote reniega de la confesión? Me parece que MAS que lo sugiere.

S:
Yo testifico, que anteriormente, en cuanto romano-católico, nunca encontré en la confesión esa auténtica paz que ahora poseo por la fe en Jesucristo.

responde daniel:
ZAS, enonces no se confesaba. Ahora veo porque no entiende nada de nada. El pecado lo obnubila !!!!

S:
Yo testifico, que ahora estoy absolutamente cierto que todos mis pecados han sido perdonados. Pues ahora confío en la promesa de Jesús, y no en palabras de otros hombres, aun cuando tengan un bonete sobre su cabeza o una estola sobre sus hombros. Yo sé que Jesús jamás puede engañar. Y El lo ha dicho clara y expresamente, que quien lleno de confianza se entrega a Su amor misericordioso, obtiene la absolución o perdón de toda culpa. Yo sé ciertamente, que Jesús, tras mi muerte, no me indicará o señalará hacia el infier-no porque no haya llevado mis pecados a un confesionario. Pues no es alguien que primeramente alegre al hombre con hermosas promesas, para después volverle a desilusionar imponiéndole to-da clase de insoportables exigencias.
Yo testifico esto en el nombre del Padre, el cual, "cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones"(Salmo 103: 12); el cual no quiere que el poder absolutamente reconciliador -de la Sangre de Su propio Hijo sea negado por la inspiración de la confesión. Pues "el que no escatimó ni a Su propio Hijo, sino lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?" (Rom. 8:32).

responde daniel:
Si, pero para ello debes estar libre de pecado, como el Hijo.

S:

Yo testifico esto en el nombre del Hijo, el cual amó a los Suyos hasta el fin, y cuya sangre tiene un valor infinito; el cual ha entrega-do su vida no para que los pecadores pudieran por ese medio salvarse a si mismo -tal y como Roma enseña-, sino para salvar a los pecadores sin más.

responde daniel:
¡Cómo "salvarse a sí mismos"?. O somos salvos por Cristo, my friend, o no lo somos. No hay otra categoría.

S:
Yo testifico esto en el nombre del Espíritu Santo, el cual llega a nuestros corazones a santificar la Palabra de Jesús, pero no la pala-bra de un padre espiritual o confesor. El Espíritu Santo, el cual Jesús nos ha enviado como Consolador, y al cual El nos ha confiado después de su ascensión, y no a un severo y duro padre espiritual o confesor.
Yo testifico esto en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

responde daniel:
Sin embargo yo testifico que el Espíritu Santo me alienta y me ayuda a bien confesarme.

S:
2 ¿No puede Jesús hacerlo sin ayuda?

Jesús siempre habló muy sencillamente. Jamás usó palabras difíciles o términos intelectuales. Casi siempre enseñó a las gentes por medio de parábolas.

Yo quiero seguir también este método de Jesús. Aunque sé muy bien que mi empeño es torpe comparado con la agudeza, sencillez y profundidad de las parábolas de Jesús

¿Qué piensas de este padre?
Su hijo mejor ha partido a un país lejano, donde ha dilapidado sus bienes en una vida opulenta. Cuando todo lo hubo malgastado reflexionó sobre sí mismo y lleno de vergüenza y arrepentimiento vuelve a casa y humildemente confiesa su culpa a su padre.

Ahora ese padre le dice: No, yo te concederé el perdón cuando primeramente hayas confesado tu culpa a nuestro vecino.

No diría entonces todo el mundo: ¿Por qué debe hacerse eso? Pues si ese padre piensa aceptar nuevamente a su hijo en virtud del arrepentimiento, ¿por qué, pues, habría de ir primeramente al vecino? ¿qué tiene éste que ver en el asunto?

responde daniel:
Es que este "vecino" es un ministro válidamente ordenado, con el poder de atar y desatar que a la Iglesia le ha conferido el Salvador.
Esto no quita la obra de Dios, el cual actúa efectivamente como dice la parábola salvo que el tal "vecino" es aquel que EL mismo llamó y consagró para ser sacerdote y adnministrar los Sacramentos como este, el de la reconciliación.

S:
Y ahora la aplicación: Una persona es hecha hija del Padre celestial por la fe en Jesucristo. Ese hombre o mujer fue débil, y quebrantó los mandamientos de su Padre.

responde daniel:
AJA, como todos.

S:
Ahora, sin embargo, tiene pesar de ello, y lamenta y confiesa su culpa al Padre.

responde daniel:
Y bien?

S:
Y Roma afirma que Dios envía a su hijo a otro hombre, a un sacer-dote, al cual debe contar lo que ha hecho.

responde daniel:

Si. El eligió esta modalidad como está expresado. Ese "hombre" es el ministro que El designó.

S:
¿No dirá, pues, todo el mundo: -Qué tiene que ver esa otra persona en todo esto? ¿Acaso no es asunto entre Dios y su hijo? ¿Quizá no puede Dios tratar asunto tan persona únicamente con su propio hi-jo?

responde daniel:
Dios si, la persona no.

S:
Qué piensas de este hombre?
Su mujer no ha sido totalmente correcta. No, no ha dado su corazón a otro hombre; pero sin embargo ha jugado con fuego. Pero en cual-quier caso, esta frivolidad fue una injuria para su propio marido.

Mas si ella, por un momento, piensa en el amor puro de su marido, tendrá un profundo pesar de lo ocurrido; se avergüenza de ello en lo intimo de su ser, y confiesa su culpa a su marido.

Este envía ahora a su esposa a otro hombre, que nada tiene que ver en el caso, y ella debe contarle todo el relato de su desliz. ¿Acaso esto no carece de sentido, y además no resulta peligroso?

responde daniel:
Peligroso para que?. De donde saca este afiebrado sacerdote que "carece de sentido"?.

Es que el protestantismo ha devenido en un FALSO "espiritualismo" por el cual intentan relacionarse con Dios EN ESPIRITU, cuando nuestra realidad es CUERPO-ESPIRITU, por lo cual en la práctica de la confesión, Dios respeta (como no puede ser de otro modo) nuestra naturaleza. Materialmente frente a un sacerdote, espiritualmente frente a El mismo.

S:
Pues bien, en la Biblia la iglesia , congregación de creyentes ver-daderos es llamada esposa de Jesucristo; esta esposa no es com-pletamente fiel. Si, su corazón permanece junto al Señor; pero aquí sobre la tierra hay tanto que nos cautiva y atrae y nos quiere apartar de El

Pero la esposa vuelve una y otra vez hasta Jesús. ¿Puedes imaginar-te que Jesús la remita a otro hombre, a un sacerdote, y que El, si no lo hace no quiera aceptarla como esposa? En asuntos tan Íntimos ¿acaso vas a mezclar a otra persona? Eso lo deben solucionar mutuamente esposo y esposa, hombre y mujer. ¿Y acaso Jesús no es lo "suficientemente hombre" para solventar las relaciones con su esposa de una forma total? ¿Acaso necesita para ello de la concurrencia de un "padre espiritual"?

responde daniel:
Utiliza una figura poco pedagógica. Porque resulta que ese "hombre" ES Iglesia. Y no solo es Iglesia sino que su papel es el de ser Ministro de Dios. ¿Qué les parece?

S:
"he aqui que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Y te desposaré conmigo para siempre... y conocerás a Jehová' (Oseas 2:13, 19 y 20).

responde daniel:
Si, si. Por medio de la Iglesia.

S:
Las excepciones que confirman la regla.
Ahora bien, imagínenos que un muchacho ha dado la tabarra a un vecino y le rompe un cristal de la ventana. Pero tiene pesar de lo y se lo dice a su padre. Es seguro que su padre le dirá: ya veo que tienes sincero arrepentimiento. Por eso te lo per-dono totalmente, pero debes ir enseguida hasta nuestro vecino, y pedirle disculpas, y ese cristal lo has de pagar con el dinero de tus ahorros.

Efectivamente hasta aquí todo está bien: pero en este caso también se halla implicado de forma esencial el vecino; pues ese muchacho tiene que arreglar un asunto con él.

Pero si yo me he revelado porque Dios me mandó una enfermedad; yo me examino profundamente y no me quiero someter a la voluntad del -Padre celestial, ¿acaso el sacerdote tiene algo que ver en esto? O si yo he robado a otra persona, esto lo deberé solu-cionar con esa persona. Un sacerdote no precisa inmiscuirse en en esto, si yo mismo he decidido reparar el mal causado.

Por eso el apóstol Santiago dice: "Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados" (Sant. 5:16).

SI, cuando hemos hecho algo contra otro, eso puede afectarnos tan profundamente que nos ponga enfermos. En ese caso deberemos quitarnos de la conciencia semejante carga confesándole a nuestro prójimo nuestra ofensa y culpa, pues de otra manera de nada sirven la ayuda del doctor y la oración con el fin de obtener curación. ¡Confesaos unos a otros vuestras mutuas ofensas! En ningún lugar de la Biblia leemos: Confesad a los sacerdotes vuestros pecados.

responde daniel:
Bien me eximo de comentaros porque continúa con algo muy interesante:

S:
A quienes perdonéis las pecados. -.

Pero Jesús ha dicho a sus discípulos: "A quienes perdonéis los pe-cados, les son perdonados" ( Juan 20:23).

Mas con esto, Jesús no ha obligado a los cristianos a confesar sus pecados a los sacerdotes! Esto es una conclusión que Roma ha sa-cado de ese texto.

responde daniel:
PERO RESULTA QUE ESOS DISCIPULOS ERAN LOS APOSTOLES.
Y los sacerdotes son hoy quienes han recibido ese poder, de parte de las apóstoles de hoy, los Obispos cuando fueron ordenados, qué tal?

S:
Roma asegura; Jesús quiso decir también lo siguiente: Y si los hombres no quieren confesaros sus pecados, entonces van al infierno.

Pero sí Jesús realmente nos hubiera querido ordenar algo de tanta gravedad, entonces El mismo lo hubiera añadido de forma clara y contundente.

responde daniel:
Foristas todos, ¿Uds. creen como este sacerdote que NO ES NECESARIO CONFESAR LOS PECADOS?. Hasta ahora creía que católicos y protestantes ceríamos en que SI deben confesarse los pecados pero diferíamos en el modo. No es así?

S:
Además, sí alguien pudo saber lo que Jesús realmente quiso decir, esos son los apóstoles, no cabe duda. Ahora bien, los apóstoles jamás han entendido estas palabras de Jesús en el sentido de una confesión de los pecados obligatoria a ellos o a los sacerdotes. Los apóstoles nunca escucharon confesiones, ni aconsejan a las gentes a confesar.

responde daniel:
Je, eso NO LO DICE la Escritura, lo dice este "sacerdote". Para ello me remito a las referencias que Luis ha hecho en este mismo epígrafe.

S:
Fue en el cuarto concilio lateranense, en 1215, el que definitivamente promulgó la obligación de confesar. Pero ¿piensan nuestros lectores que los participantes de dicho concilio sabían mejor lo que Jesús había querido decir a los apóstoles con aquellas palabras?

responde daniel:
He encontrado una página protestante que dice, siendo protestante, que las "primeras" confesiones auriculares eran del 329.

Cito esa página:
2) La confesión hecha al sacerdote fue introducida por primera vez en 329, pero aun en 411 la confesión de "pecados privados" no fue requerida. En la iglesia primitiva la confesión auricular, como la practica hoy la Iglesia Romana fue absolutamente desconocida. Fue León el Grande, que fue Papa 440-461, quien hizo la confesión auricular un requisito legal.

POR SUPUESTO NO DOY COMO VALIDA ESTA EXPRESION. Sólo la traigo a colación porque los mismos protestantes reconocen que, AL MENOS, ya en los primeros siglos había confesiones a los sacerdotes.

S:
El anuncio gozoso

Este es el gozoso anuncio del Evangelio: que nos podemos acercar directamente a Jesús y a nuestro Padre celestial. Cuando en fe nos hemos entregado totalmente a Jesús, entonces surge una relación intima y personal entre Dios y nosotros, y Jesús ya no nos señala o indica hacia un hombre extraño; sino que dice: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mt.11:28).

Pero ahora oigo que mis lectores vuelven a preguntar: -¿Cómo, pues, actúa Jesús en su obra? ¿Es que acaso obtienes la certeza íntima de que tus pecados han sido perdonados, cuando en oración hablas sobre ellos con Jesús?

Para muchos romano-católicos que están acostumbrados a apoyarse en cosas externas: en la mano del sacerdote que hace la señal de la cruz, en su boca que pronuncia las palabras de la absolución, esta es una cosa muy posible y comprensible.

responde daniel:
No estamos "acostumbrados". Y no es ninguna señal "Externa". Es un Sacramento y como tal, consta de una parte material (lo que vemos) y una parte espiritual, el perdón que Dios nos concede.

S:
Pero Jesús vino a establecer una "religión" para ser vivida "es espi-ritu y en verdad" (Jn. 4:24). Este es precisamente el contraste con el Antiguo Testamento, cuando todo aun estaba lleno de ceremonias mas. Por eso, según nosotros, el romano-católicismo es propiamente un retroceso a los tiempos previos a la venida de Jesús, una vuelta o regreso a lo imperfecto del Antiguo Testamento.

responde daniel:
Otra vez con el espíritu. No se entiende QUE NO SOMOS ESPIRITU SINO CUERPO-ESPIRITUALES?

Suena muy lindo lo de ser "espirituales". Pero es IMPOSIBLE en sentido LITERAL porque nuestra naturaleza también es CORPORAL.

S:
Pero si ustedes quieren hablar acerca de todo esto, háblenlo con un creyente protestante.

responde daniel:
Claro, después se escandalizan cuando un forista publica un folleto en el cual un sacerdote pide que no hablen con los protestantes. JE JE JE. SALVO con la diferencia de que el sacerdote del folleto aclara que tal cosa no se haga HASTA ESTAR DEBIDAMENTE PREPARADO.

S:
Pero sobre todo lean mucho la Biblia. Esta es la Palabra viva de Dios; y de ahí aprenderán a conocer y comprender la verdadera religión del espíritu y la verdad.

responde daniel:
Maripaz, algún otro "testimonio" tan edificante como este?.

Particularmente te agradezco el aporte porque me ha reafirmado en la Fé.

Lo único que me da pena es el escándalo, desde el punto de vista bíblico, que este sacerdote genera entre los hombres hacia la Iglesia.

Quiera Dios apiadarse de él para que no se pierda definitivamente. Para que no se ate la piedra de molino al cuello y se arrepienta.

Dios los bendiga
 
responde daniel:
Maripaz, algún otro "testimonio" tan edificante como este?.

Particularmente te agradezco el aporte porque me ha reafirmado en la Fé.

Lo único que me da pena es el escándalo, desde el punto de vista bíblico, que este sacerdote genera entre los hombres hacia la Iglesia.

Quiera Dios apiadarse de él para que no se pierda definitivamente. Para que no se ate la piedra de molino al cuello y se arrepienta.

Y yo que me alegro que te haya gustado y te hayas entretenido en contestarle. También me alegra que te haya afirmado en tu fe católica y en tu religión. ;)

Lo que no puedes decir es que este hombre desconocía el catolicismo;`sobre todo piensa que el tiene ahora unos 90 años y que quizá haya vivido "lo antiguo" que tu desconoces, (no se, digo yo).

aportes como este? cuando quieras vuelvo a poner ese que me gusta tanto sobre las blasfemias en los rezos marianos ;)

Otro día iré poniendo testimonios de ex sacerdotes, tengo 52, que según tu, no conocerían el catolicismo cuando lo abandonaron para entregarse a Cristo; abandonaron un sistema religioso para vivir una relación personal con el Salvador; fueron valientes y dijeron SI a Cristo y NO a las tradiciones de hombres, porque se dieron cuenta que las tradiciones de hombres no tienen palabras de vida eterna y Cristo SI.

"Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús"


Maripaz
 
Originalmente enviado por Maripaz:
Y yo que me alegro que te haya gustado y te hayas entretenido en contestarle. También me alegra que te haya afirmado en tu fe católica y en tu religión. ;)

responde daniel.
Gracias por tu ayuda.
Y no es entretenimiento. Es deber. Es trabajo para el Señor. Es Amor a la verdad.

maripaz:
Lo que no puedes decir es que este hombre desconocía el catolicismo;`sobre todo piensa que el tiene ahora unos 90 años y que quizá haya vivido "lo antiguo" que tu desconoces, (no se, digo yo).

responde daniel:
A estas alturas deberías NO asombrarte de lo que el hombre es capaz. Si aún vive redoblaré mni oración por él. Tal vez Dios le quiera conceder su Gracia antes que parta de este mundo.

Maripaz:
aportes como este? cuando quieras vuelvo a poner ese que me gusta tanto sobre las blasfemias en los rezos marianos ;)

responde daniel:
ja,ja,ja. No te impacientes, tal vez aparezca algún otro católico NUEVO pronto !!!!!. JA,JA,JA,JA.

Maripaz:
Otro día iré poniendo testimonios de ex sacerdotes, tengo 52, que según tu, no conocerían el catolicismo cuando lo abandonaron para entregarse a Cristo; abandonaron un sistema religioso para vivir una relación personal con el Salvador; fueron valientes y dijeron SI a Cristo y NO a las tradiciones de hombres, porque se dieron cuenta que las tradiciones de hombres no tienen palabras de vida eterna y Cristo SI.

daniel:
Permiteme corregirte. No son "ex" sacerdotes. Jamás dejan de ser sacerdotes. Además, si quieres te puedo ubicar testimonios de satanistas que te dirán que lo mejor es..... no me animo ni a decirlo.

Maripaz:
"Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús"

Daniel:
AMEN. Lástima para vos que estar en Cristo es estar en Su Iglesai, de la cual Cristo es Cabeza. Y ese Iglesai es material (lo que se ve) y espiritual (que no se ve).

Bendiciones.
 
Para Luis Fernando, que ha escrito:
El sacrosanto, ecuménico y universal Concilio de Trento, legítimamente reunido en el Espíritu Santo, presidiendo en él los mismos legado y nuncios de la Santa Sede Apostólica:

¿Sacrosanto? ¿¡¡¡Ecuménico!!!? ¿Universal?
Eso no te lo crees ni tu.
De haber sido ecumenico habrian asistido los luteranos y los ortodoxos. ¿O no?
¿Que narices significará eso de "ecuménico?
Saludos
 
Originalmente enviado por Tobi:
Para Luis Fernando, que ha escrito:
El sacrosanto, ecuménico y universal Concilio de Trento, legítimamente reunido en el Espíritu Santo, presidiendo en él los mismos legado y nuncios de la Santa Sede Apostólica:

¿Sacrosanto? ¿¡¡¡Ecuménico!!!? ¿Universal?
Eso no te lo crees ni tu.
De haber sido ecumenico habrian asistido los luteranos y los ortodoxos. ¿O no?
¿Que narices significará eso de "ecuménico?
Saludos


Estimado Tobi:

¿Ha oido usted la expresion «justo en su propia opinion»?

De todos modos, creo que Luis Fernando ha prestado un gran servicio a este foro para que todos los que no tienen un Denzinger a mano vean los canones de Trento.
Muy util para futuras discusiones...

Bendiciones en Cristo,

Jetonius

<{{{><
 
¿verdad que sí, Jetonius?
Ya puse los decretos y cánones sobre la justificación. Ahora esto.
Y si se tercia, pongo lo demás.

A ver si mañana me pongo a comentar algunas inexactitudes de su anterior mensaje.

Bendiciones en Cristo