Espiritualidad sacramental en las catacumbas
La espiritualidad de las catacumbas es también sacramental. En los sacramentos cristianos el mundo exterior de la materia entra, como signo y como instrumento, para realizar la redención y la salvación del hombre: Bautismo y Eucaristía.
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Bautismo. ...El bautismo era administrado todavía en las domus Ecclésiae, que eran las residencias familiares, a menudo secretamente. Pero se conocía la grandeza del sacramento. ..
Una de las más antiguas pinturas en los así llamados Cubículos de los Sacramentos, en las Catacumbas de San Calixto, representa el bautismo. Junto a un espejo de agua está sentado un pescador que con el sedal saca un pez: nos gusta ver en este personaje a un apóstol, que cumple la orden de Jesús: "Síganme; los haré pescadores de hombres" .
Muchos cristianos, "conquistados por Cristo" (Flp 3, 12), después de angustiosas experiencias interiores, sentían que el momento del bautismo había marcado el inicio de una vida nueva. De aquí proviene ese nombre que se lee en una lápida de la tricora de San Calixto, nombre que después se volvió tan común en la cristiandad: "Renatus" (¡Nacido de nuevo!).
Eucaristía. Y henos ahora ante la joya de las capillas de las catacumbas: la trilogía eucarística.
En el fresco, los cristianos sentados a la mesa eucarística son siete, como los discípulos que se reunieron alrededor de Jesús resucitado a orillas del lago; en los platos delante de ellos está el pez: Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador.
En la escena de la izquierda el sacerdote extiende las manos sobre una pequeña mesa con el pan eucarístico: clara figura del acto consagratorio reservado a los ministros; en el otro lado de la mesa, un orante con los brazos levantados nos recuerda que, para ir al cielo, hay que nutrirse de ese pan consagrado.
El tercer panel, a mano derecha , es de clara significación para quien recuerde las palabras del himno eucarístico de Santo Tomás de Aquino: "In figuris praesignátur cum Ísaac immolátur" (En la inmolación de Isaac se prefigura el sacrificio de Cristo).
No podemos omitir una figuración que es preciosa por su antigüedad y por su gran valor espiritual. En la Cripta de Lucina, que se remonta a fines del siglo II, sobre la pared frente a la entrada, están representados simétricamente dos peces, delante de los cuales están colocados dos canastos repletos de panes. Dentro de los canastos se entrevén dos vasos de vino. El pez es Cristo; el pan y el vino, en cambio, son las especies bajo las cuales El se hace presente en la Eucaristía.
Estamos en las fuentes de la cristiandad. El cristiano antiguo, consciente de que "no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres, por el que nosotros debamos salvarnos" (Hch 4, 12), sabe también que a Cristo no podemos asociarnos si no es mediante los sacramentos que El ha instituido para tal finalidad.
La espiritualidad de las catacumbas es también sacramental. En los sacramentos cristianos el mundo exterior de la materia entra, como signo y como instrumento, para realizar la redención y la salvación del hombre: Bautismo y Eucaristía.
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Bautismo. ...El bautismo era administrado todavía en las domus Ecclésiae, que eran las residencias familiares, a menudo secretamente. Pero se conocía la grandeza del sacramento. ..
Una de las más antiguas pinturas en los así llamados Cubículos de los Sacramentos, en las Catacumbas de San Calixto, representa el bautismo. Junto a un espejo de agua está sentado un pescador que con el sedal saca un pez: nos gusta ver en este personaje a un apóstol, que cumple la orden de Jesús: "Síganme; los haré pescadores de hombres" .
Muchos cristianos, "conquistados por Cristo" (Flp 3, 12), después de angustiosas experiencias interiores, sentían que el momento del bautismo había marcado el inicio de una vida nueva. De aquí proviene ese nombre que se lee en una lápida de la tricora de San Calixto, nombre que después se volvió tan común en la cristiandad: "Renatus" (¡Nacido de nuevo!).
Eucaristía. Y henos ahora ante la joya de las capillas de las catacumbas: la trilogía eucarística.
En el fresco, los cristianos sentados a la mesa eucarística son siete, como los discípulos que se reunieron alrededor de Jesús resucitado a orillas del lago; en los platos delante de ellos está el pez: Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador.
En la escena de la izquierda el sacerdote extiende las manos sobre una pequeña mesa con el pan eucarístico: clara figura del acto consagratorio reservado a los ministros; en el otro lado de la mesa, un orante con los brazos levantados nos recuerda que, para ir al cielo, hay que nutrirse de ese pan consagrado.
El tercer panel, a mano derecha , es de clara significación para quien recuerde las palabras del himno eucarístico de Santo Tomás de Aquino: "In figuris praesignátur cum Ísaac immolátur" (En la inmolación de Isaac se prefigura el sacrificio de Cristo).
No podemos omitir una figuración que es preciosa por su antigüedad y por su gran valor espiritual. En la Cripta de Lucina, que se remonta a fines del siglo II, sobre la pared frente a la entrada, están representados simétricamente dos peces, delante de los cuales están colocados dos canastos repletos de panes. Dentro de los canastos se entrevén dos vasos de vino. El pez es Cristo; el pan y el vino, en cambio, son las especies bajo las cuales El se hace presente en la Eucaristía.
Estamos en las fuentes de la cristiandad. El cristiano antiguo, consciente de que "no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres, por el que nosotros debamos salvarnos" (Hch 4, 12), sabe también que a Cristo no podemos asociarnos si no es mediante los sacramentos que El ha instituido para tal finalidad.