Mi querido hermano, creo que tiene Vd. una postura poco clara con respecto a la instauración del Estado de Israel en 1948, y probablemente un pocos datos más de los eventos de esa fecha le podrán hacer pensar en algo por lo cual muchos estamos seguros de que responde a un plan de Dios, que de ninguna manera los hombres podrían haber hecho.
En Palestina, en el siglo XIX no había nada más que algunos rebaños de cabras y las comunidades de religiosos que moraban en Jerusalén y otros lugares considerados santos para las tres religiones. Aparte de estos no había una población autóctona significativa, sino que estaba constituida principalmente por pastores trashumantes y pocos poblados dispersos. Tampoco existía entonces turismo religioso, ni apenas comercio. Podríamos decir que allí no había nada. No había servicios públicos de ningún tipo, ni médicos, ni escuelas, hospitales, ni nada más que miseria. El movimiento sionista nació en el siglo XIX promoviendo un retorno a Palestina de grupos de judíos más socialistas que religiosos, quienes recaudaban fondos para comprar tierras baldías, terrenos pantanosos e improductivos a los árabes, que estos alegremente vendían pensando que aquellos judíos estaban locos pagando por aquello, y que de tales pantanos y piedras nunca podrían sacar nada. Pero los judíos retornados provenían de clases ilustradas y formadas intelectualmente en muchos países occidentales, de modo que establecieron explotaciones agrarias comunitarias, llamadas Kibbutz y con gran trabajo y sabiduría lograron transformar todo aquel erial en una agricultura prospera y creciente. Así que las comunidades árabes empezaron también a repoblarse para proporcionar mano de obra, servicios y comercio para los nuevos habitantes.
Es cierto que el ministro británico Arthur Balfour en su celebre declaración de 1917 se posicionaba a favor de la creación de una patria para los judíos en Palestina. Sin embargo los sucesivos gobiernos británicos hicieron todo lo posible por enterrar esa declaración. Lo que culminó con el Libro Blanco de 1939.
Con la descomposición del imperio otomano tras la primera guerra mundial, los ingleses juntamente con los franceses, por delegación de la Sociedad de Naciones, pasaron a ser administradores de los territorios de aquel imperio ahora desmembrado pero que tenía 7 siglos de historia, y se pusieron a crear naciones ficticias. Así en 1923 se inventaron Transjordania (hoy Jordania), luego Siria, Líbano, Irak, etc. y otorgarles estatuto de naciones independientes basada en una historia mucho más discutible que la que invoca Israel.
Por ejemplo, para inventarse el Líbano se remontaron a Fenicia y Filistea. Para Transjordania, trajeron como razón de derecho histórico aquel gobierno que los romanos toleraron en Petra para los árabes. Para Irak, recordaron la antigua Babilonia, etc. etc. Pero de ninguna manera querían las autoridades británicas reconocer el derecho de los judíos a refundar Israel, con mucha más historia en el territorio, para no enemistarse con los árabes.
Con todo, nunca habría estado de Israel en el siglo XX sin el surgimiento del nazismo y del holocausto. Y ni siquiera aquello por si mismo posibilitaría la creación del estado de Israel, sino fuera por una intervención sobrenatural. Primero porque la propia Gran Bretaña y Francia, como administradoras de la Sociedad de Naciones querían seguir controlando políticamente el Oriente Medio y estrechando lazos con los árabes, a causa de la riqueza del petróleo, del que ellos carecían en sus metrópolis, y para establecerlos como clientes de su industria, y satélites de sus políticas internacionales (a semejanza de la Commonwealth), que les mantendría con un status de potencias mundiales equiparables a USA o a la URSS, cuando por las condiciones con que acabaron la II guerra mundial no podían ni acercarse.
Así que, al acabar la II guerra mundial, Inglaterra decidió impedir el regreso de judíos a Palestina de los supervivientes de los campos de concentración alemanes mediante un bloqueo terrestre y marítimo. Con la consideración de inmigrantes ilegales, detenía a cuantos podía interceptar, para devolverlos a sus países de origen ó recluirlos en diversos campos de concentración que construyó en la isla de Chipre. Simultáneamente puso en marcha una política represiva contra las libertades de los judíos que en los últimos 60 años se habían asentado en Palestina, comprando y pagando por sus terrenos, y cuyos hijos habían nacido allí y tenían tanto arraigo como la mayoría de los árabes que llegaron simultáneamente, como he dicho antes. Es más, el término “Palestina” y “palestinos” fueron de origen judío, para referirse a la región, asi como a los judíos que ya habían nacido allí, a la vez que repudiado por los árabes del lugar que se reconocían mayoritariamente como “sirios”, integrantes de la provincia siria del imperio otomano.
Ante esta política que consideraban intolerable, una facción de judíos se apuntó al terrorismo contra los británicos hasta hacerles la vida imposible con sus ataques y atentados, a los que respondían los británicos ahorcando a un buen número de terroristas judíos que detuvieron. También había grupos terroristas árabes que golpeaban a los judíos asaltando sus asentamientos, pero como no golpeaban a los británicos, la mayoría de los militares de este país incluso estos simpatizaban con ellos. Al fin y al cabo los enemigos de mis enemigos son mis amigos.
Con todo la situación se hizo insoportable para la opinión pública británica. Su gobierno por razones políticas había establecido países fantasma que no habían existido, pero se negaba a hacerlo con Israel dividiendo Palestina para las dos comunidades numerosas asentadas en su geografía, y que habían llegado (los árabes también) en los últimos 60 años. Y la población británica, mayoritariamente cristiana simpatizaba con la causa judía, por sus creencias proféticas y conmocionados por el holocausto alemán. Así que había un divorcio entre la política de Estado y la opinión publica. El golpe de gracia lo constituían los militares que morían en Palestina, sobre todo los que se produjeron en el atentado que tuvo como resultado la voladura del Hotel Rey David, sede del gabinete de seguridad del gobierno británico en Jerusalén, que se saldó con unos 92 muertos, 28 de ellos militares británicos. Así que unilateralmente decidieron presentar a la recientemente constituida ONU, su renuncia al protectorado.
La ONU constituyó el UNSCOP (United Nations Special Committee on Palestine), que tras inspeccionar Palestina propuso un plan de reparto territorial para ser sometido a la Asamblea General. Los judíos aceptaban las conclusiones y propuestas del Comité, los árabes lo rechazaron y declararon que aquello significaría la guerra.
Las naciones árabes, que habían simpatizado con el régimen nazi, cuando vieron que este perdía la guerra, a finales de 1944, cambiaron formalmente de bando y declararon la guerra a Alemania. Con esa maniobra se hicieron con el derecho de pertenecer a la ONU. Y para la fecha de la votación consiguieron también que fueran reconocidos como países con derecho, al Yemen y Afganistán, con lo que contaban con 11 votos fijos en la Asamblea. Por su parte, los judíos que habían combatido a los nazis en las fuerzas armadas de Gran Bretaña, con los franceses libres y en el ejército de USA, no tenía ninguna representación, ni voto.
Para que el plan fuera aprobado era necesario que no se opusiese más de 1/3 de los votos de la ONU, ó que entre votos favorables y abstenciones superaran los 2/3. Simplemente con 16 votos en contra no saldría adelante el plan. Aquí empieza el milagro. Como fijo se podía entrever lo siguiente: La URSS y USA, enfrentados ahora en las políticas de administración de la Alemania vencida, votaban enfrentados en todo. Los judíos sabían que si USA votaba a favor, la URSS lo haría en contra, y con ellos Ucrania y Bielorrusia, probablemente Yugoslavia, y China. Los árabes como ya dije tenían 11 votos propios. Inglaterra dolida por sus muertos y la pérdida de su status en el Oriente Medio, votaría en contra. Así que los árabes estaban seguros de ganar la votación con holgura, contando además con las presiones que conjuntamente ejercían sobre otros muchos países a través de sus legaciones diplomáticas. Pesaba su potencial como importantes clientes comerciales de muchos países y proveedores de petróleo. Sus presiones sobre las multinacionales que explotaban sus pozos y tenían concesiones para prospección en sus territorios. Los millones y millones de árabes frente a un pequeño pueblo y terriblemente diezmado, aunque ciertamente tuviese personajes destacados. Con todo, muchos judíos, sobre de América, no tenían el menor interés en emigrar a Palestina para convertirse en granjeros y vivir en un territorio conflictivo.
Así que, en términos reales no había sionismo que pudiera lograr el milagro, porque los judíos podría tener cierta influencia en USA y en algunos países occidentales, pero ¿cómo tenerlo con la URSS, que lo tenía proscrito por ley, y en sus satélites, ó en Etiopía, China, Liberia, la India, Islandia, Haiti, Honduras, México, Cuba, Paraguay, Nueva Zelanda, Brasil, Polonia (ahora en manos de los comunistas soviéticos), etc.
Bueno, pues basta ver el resultado final para entender que este fue el primer milagro de Dios. Por primera y única vez en la historia de la postguerra la URSS y USA votaron en el mismo sentido, a favor. Inglaterra por primera y única vez en la historia fue abandonada en una votación de la ONU por todos los países de la Commonwealth. Así que no se atrevió a votar en contra de todos sus asociados, y se abstuvo. Los únicos votos que consiguieron los árabes para su causa, que no fueran de naciones islámicas, fueron Cuba y Grecia.
Pero esto tampoco consolidaría la formación del Estado de Israel, sino el segundo milagro, la victoria sobre sus enemigos. Los ingleses se fueron de Palestina y entregaron casi todas sus fortificaciones y cuarteles a los árabes, incluso aquellos que correspondían a los territorios asignados por la ONU a Israel. Y mientras, USA declaraba un embargo de armas para los contendientes "de la zona", pero en la practica solo afectaba a Israel, porque los otros beligerantes eran naciones soberanas que tenían sus ejércitos regulares, sus industrias militares y estaban facultadas para comprar armas (y tenían el dinero del petróleo, que no era tanto como ahora, pero mucho más que los judíos que habían perdido a 7000000 de sus congéneres y el expolio de los bienes de estos por toda Europa y la Urss).
Así que la mayoría de los árabes estaban convencidos de que los judíos renunciarían atemorizados a declarar la independencia al verse amenazados por los ejércitos regulares de Líbano, Siria, Transjordania, Egipto, Irak y Arabia Saudita. Mientras los hostigaban con fuerzas de irregulares que constituyeron con civiles voluntarios a los que llamaban fuerzas de liberación, armados por los arsenales de los ejércitos regulares, para atentar contra la población civil judía con el propósito de desanimarlos, bloqueando sus granjas, cortando sus vías de aprovisionamiento, disparando contra sus casas, etc.
Entre tanto, los ejércitos regulares estaban bien pertrechados y entrenados y dirigidos por ex-oficiales británicos mercenarios, como la Legión Árabe de Transjordania, se preparaban para las operaciones militares. Así que desde la votación el 29 de Noviembre de 1947 hasta la declaración de independencia el 14 de Mayo de 1948, un país que no tenía gobierno, ni ejercito, rodeado de enemigos muy superiores en número y equipo, imposibilitado de movimientos internos por la presencia militar británica, sin apenas armas, separados por miles de kilómetros de sus simpatizantes civiles americanos, con una población dedicada a la agricultura y al comercio y con muchos refugiados provenientes de los campos de concentración nazis, rusos y británicos que arrastraban graves enfermedades crónicas, solo estaba condenado a ser exterminado bajo toda lógica militar.
Sin embargo, proclamaron su independencia, fueron invadidos por ejércitos con gran superioridad de hombres y equipos, pero milagrosamente consiguieron expulsar a los invasores y resultaron vencedores en todos los frentes. Ni siquiera perdieron los barrios judíos de Jerusalén, a pesar de un bloqueo terrible que perseguía rendirlos por el hambre. Si esto no fue un milagro de Dios, no sé que puede serlo.
Si aquellos refugiados supervivientes de los campos de concentración que llegaron textual y físicamente en los huesos de todas partes, sin ninguna esperanza, y vencieron para asentar a Israel en su tierra, no son el cumplimiento de la profecía de Ezequiel 37 no creo que haya otra profecía con un cumplimiento más claro.
Y después de aquello, sostenerse frente al Egipto de Nasser, a la Siria del partido BAAS, al Irak de Saddam y resultar victorioso en 5 guerras, creo que sigue siendo el testimonio de que Dios no permitirá que sea desalojado de allí hasta que se cumplan las otras profecías que esperan a que el tiempo del calendario de Dios sea cumplido.