Re: ORIGEN DE LA DOCTRINA TRINITARIA Y Sus consecuencias
le indique que la revelacion tiene que tener tradicion anterior y no concluciones no recibidas por otro que no estubo en esa cadena de generacion en generacion. y ya le indique que elohim se usa en singular cuando se refiere a moises eso prueba que Elhim no es plural solo con esa prueba basta.
"Bueno yerushalayim, entiendo que a usted le baste con esa prueba, pero a mi no, será porque yo no tuve contacto con esa tradición, pero también porque entiendo que una tradición se puede desviar de la verdad, a menos que haya algo que le preserve de ello, ya que el hombre es imperfecto, y en la Biblia puedo ver que así ha sucedido, hay suficientes ejemplos de ello. En este sentido, debo perguntarle yerushalayim"
"¿Cómo me asegura que la tradición a la que hace referencia se ha mantendio sin desviaciones? Esa pregunta es importante para mí."
esa es la mejor pregunta posible en este momento veamos:
Pero primero que nada mi intencion no es difamar degradar o insultar las demas opiniones solo ,expresar la verdad.
Las tradiciones de los hindúes, chinos, eslavos, escandinavos, griegos, romanos, fenicios, asirios y egipcios, se muestran a sí mismas como una vaga y confusa mezcla de fantásticas mitologías. Aunque tuvieron filósofos y maestros, ninguna de estas tradiciones trata de hacer remontar una tradición ordenada o verosímil de una Verdad dada por D–os. Por ejemplo, las enseñanzas de Confucio influyeron en cierto grado sobre los chinos y las de Sócrates sobre los griegos, pero estos maestros nunca dijeron haber recibido instrucción Divina. Los antiguos galos, godos, tártaros, árabes (antes de Mahoma) y mongoles, tenían sólo tradiciones confusas y desordenadas. Estas tradiciones son en sí mismas la prueba más fuerte de su frivolidad e incredibilidad. Además de la tradición de la Torá, hay sólo otras dos tradiciones que tienen una apariencia de orden, la de los seguidores de Jesus y el Islam.
Entonces nos queda investigar estas tres fuentes y sus ensenanzas para saber quie tiene la verdad ya que cada una de ellas se contradicen. Nuestra tradición se mantiene entre las de las demás naciones como un ser viviente entre las estatuas de cera. Nuestros documentos afirman que toda nuestra nación, (siendo de varios millones), atestiguó con sus propios ojos y oídos la presencia de D–-os cuando Él les dio Su Ley en el Monte Sinai, y nuestros escritos no registraron un solo caso en que alguien desafiara este hecho. Nuestros documentos establecen que las plagas se infligieron sobre Egipto a los ojos de todos, tras haberse predicho que vendrían en la forma designada y en tiempo establecido, toda la nación egipcia las experimentó y todo nuestro pueblo fue testigo. Nuestros documentos establecen que toda nuestra nación presenció la partición del Mar Rojo, a través del cual pasamos y en el que los egipcios se ahogaron. Después de eso, durante 40 años, toda nuestra nación fue testigo constante de la nube de gloria Divina y la columna de fuego nocturna, y por cuarenta años cada persona comió lo que descendía del Cielo. Estos hechos no les fueron contados por individuos, sino que fueron presenciados por millones. La gente no era dócil, sino obstinada, pues se opusieron a sus guías en numerosas ocasiones y aceptaban sólo lo que podían ver. Aceptaron la Torá, no porque Moshé (Moisés) les mostró milagros, sino porque oyeron la voz de D-os que les hablaba desde el Monte Sinai. Tras recibir la Torá, pasaron cuarenta años en estrecha unión y escaso contacto con otras naciones, para que pudiesen consolidar su conocimiento de Torá sin infiltración de influencias extranjeras. Ya que no poseían tierras para labrar ni comercios, tenían el suficiente tiempo libre para dedicarse al estudio de la Torá con la máxima diligencia. La Torá no fue predicada por individuos que posteriormente lograban persuadir o coercer multitudes, como las religiones creadas por el hombre. Desde el primer día, la Torá fue aceptada por toda la nación sin excepción. Nuestras crónicas sagradas son escrupulosamente honestas en revelar las faltas de hasta los hombres más grandes; y aunque se registran casos de desobediencia, nunca hubo un solo caso en que se desafiara la verdad de la Torá o de los eventos del éxodo en el desierto, en los 1380 años desde que fue recibida la Torá en el Monte Sinai hasta la era del Segundo Templo y aún después.
Estos no fueron asuntos realizados en forma privada, presenciados por algunos individuos que luego persuadieron multitudes a creer. La multitud fue testigo ocular. "Y habló Aharón todas las palabras que dijo el Eterno a Moshé e hizo las señales a los ojos del pueblo" (exodos 4:30). "Y alzó la vara y golpeó las aguas que había en el río, ante los ojos del Faraón y ante los ojos de sus siervos, y se convirtieron las aguas que había en el río, en sangre" (ibid. 7:20). "E Israel vio a los egipcios muertos sobre la orilla del mar" (ibid.14:30). "Y vio Israel el poder grande que usó el Eterno contra los egipcios" (ibid. 14:31). "Y que estén preparados para el tercer día, porque en el tercer día descenderá el Eterno a la vista de todo el pueblo sobre el Monte Sinai" (ibid. 19:11). "Y todo el pueblo percibía los truenos y las llamas y la voz del cuerno y el monte estaba humeando" (ibid. 20:18). "Y el aspecto de la gloria del Eterno, como fuego devorador en la cima del monte, a los ojos de los hijos de Israel" (ibid. 24:17). "Y vieron Aharón y todos los hijos de Israel a Moshé, y he aquí que brillaba la piel de su rostro y temieron acercarse a él" (ibid. 34:30). "Porque la nube del Eterno estaba sobre el tabernáculo de día y fuego había de noche en él a los ojos de toda la casa de Israel, durante todos sus viajes" (ibid. 40:38). "Que Tú, el Eterno, estás entre este pueblo, que a la vista Te apareciste Tú, el Eterno, y Tu nube está sobre ellos, y en columna de nube, Tú andas delante de ella de día, y en columna de fuego de noche" (Bamidbar 14:14). "Al día siguiente de Pesaj salieron los hijos de Israel con las manos en alto, a los ojos de todo Egipto" (ibid. 33:3). "Y dio el Eterno señales y prodigios grandes y funestos en Egipto, contra el Faraón y contra toda su casa, ante nuestros ojos" (Deutoronomio 6:22).
y sin embargo Las Escrituras sólo dirigen el llamado de cumplimiento de Sus Leyes a Israel, quien presenció los hechos de D-os. Ninguna otra nación es amenazada o culpada por no aceptar la Ley; no tienen esa obligación, pues no presenciaron los milagros que comprueban la verdad de la Ley. Moshé no exigió de los hijos de Israel que creyeran en él, pues ninguno de ellos disputó alguna vez la veracidad de la Ley de la que fueron testigos junto con él. Pero los libros del Islam y del cristianismo maldicen con vehemencia a todas las personas del mundo que no les cree, aunque ellos no demostraron sus pruebas al mundo .
y sin embargo,Las enseñanzas virtuosas no convierten a un hombre en profeta. Sólo el hombre favorecido con la palabra de D-os es un profeta. Además, todas las cosas buenas que se encuentran en sus escritos fueron tomadas de los judíos. Una persona que está familiarizada con las Escrituras y la tradición de la Torá puede reconocer fácilmente en el Corán o en los escritos del nuevo tetamento , las doctrinas y parábolas tomadas de las fuentes judías. Con frecuencia ambos citan equivocadamente o malinterpretan estas fuentes, por ejemplo:
Mateo escribe (23): "Zacarías, hijo de Berequías, al cual matasteis". ¡Éste es un grave error! Pues al que asesinaron fue Zacarías el hijo de Yehoyadá (II Crónicas 24), 254 años antes de la destrucción del Primer Templo; mientras que Zacarías, el hijo de Berequías a quien no mataron, profetizó en el segundo año de Darío, 70 años después de la destrucción del Primer Templo. Un error de 324 años.
También:
(Marco 2) David entró a la casa de D–os siendo Abiatar el sumo sacerdote. ¡Error! Vino a Ajimélej, padre de Abiatar. Era Ajimélej y no Abiatar el sumo sacerdote en esos tiempos; y Abiatar no se menciona en la visita de David (I Shemuel 21).
Una vez más:
(Hechos 7) Y enviando Yosef, hizo venir a su padre Yaakob y a toda su parentela, en número de setenta y cinco personas. ¡Otro error! Sólo eran setenta. Otro ejemplo (ibid.) Así descendieron Yaakob y nuestros padres (sus hijos) a Egipto, donde murieron y fueron trasladados a Shejem para ser sepultados ahí. ¡Error! Yaakob no fue enterrado en Shejem. Otra vez (ibid.) …trasladados a Shejem para ser sepultados en la tumba que compró Abraham de los hijos de Jamor en Shejem. ¡Varios errores! No fue Abraham sino Yaakob quien compró tierra en Shejem (Bereshit 33); Abraham no compró tierra en Shejem de los hijos de Jamor, sino en Jebrón a Efrón, como lo dice textualmente en Bereshit 23 y en otras partes. Otra versión aún peor dice que Abraham compró de Jamor el hijo de Shejem. ¡Error! Shejem era el hijo de Jamor.
Pero fuera de estos pasajes, sus escritos están llenos de malicia. Tanto el cristianismo como Mahoma, mencionan a nuestros sagrados Sabios con los peores epítetos. Describen a nuestros grandes maestros como "víboras" e "hipócritas". Ambos estaban animados por el odio hacia aquéllos que no los reconocían e inspiraron el interminable registro de terribles persecuciones en contra de nuestro pueblo. Por ejemplo, Pablo trata de probar que el verdadero pueblo de D-os no es Israel, sino aquellos seguidores de Jesus, aun gentiles, y dice (Romanos 9): como está dicho en Hoshea (2) "¡Llamaré al que no era mi pueblo, pueblo mío!" ¡Una distorsión evidente! Lee al final del primer capítulo de Hoshea. "Y D–os dijo, ponle por nombre LO-AMMÍ, porque no sois Mi pueblo". Luego al principio del segundo capítulo: "El número de los hijos de Israel será como la arena del mar, que no puede ser medida ni contada y sucederá, que en vez de lo que se les dijo "Vosotros no sois Mi pueblo", se les dirá "Vosotros sois los hijos del D–os viviente". Ésta es la misma idea que se repite al final del capítulo "Y les diré a los que no habían sido Mi pueblo, eres Mi pueblo". Pablo distorsiona la misma promesa que D-os hizo a Israel como Su pueblo, para demostrar lo contrario de lo que significa el versículo, y probar que los gentiles serán llamados el pueblo de D-os.
Otro caso: el párrafo (Debarim 30) "Pues este mandamiento que Yo te ordeno hoy, no es incomprensible para ti y no está lejos. No está en los Cielos para decir: ¿Quién subirá por nosotros a los Cielos, lo tomará para nosotros y nos lo hará escuchar para que lo cumplamos? Y no está más allá del mar para decir: ¿Quién pasará por nosotros al otro lado del mar y nos lo traerá y nos lo hará escuchar para que lo cumplamos? Sino que la palabra está muy próxima a ti en tu boca y en tu corazón, para cumplirla". Éste es un claro y evidente pasaje acerca de "Los Mandamientos" y la "palabra" de D–os que debemos "cumplir". Pero ellos (Romanos 10) lo citan para comprobar su propio punto de vista: "No digas en tu corazón quién subirá al Cielo, esto es, para traer abajo al Mesías, o quién descenderá al abismo, esto es para traer al Mesías de los muertos". Otro caso: el pasaje (Salmos 40) "Sacrificios y ofrendas no quisiste, (me hiciste entender) al abrir mis oídos". Un pasaje claro y manifiesto que el escuchar y obedecer a D–os es más importante que el donar ofrendas. Pero ellos (Hebreo 10) lo citan para probar que el cuerpo de su guía se escogió como expiación en lugar de las ofrendas y lo explican así: "Sacrificios y ofrendas no quisiste, mas te apropiaste un cuerpo". Otro ejemplo: el pasaje de Hoshea (11) "Cuando Israel era joven Yo le amaba, y al sacarle de Egipto le llamaba hijo Mío". ¿Qué puede ser más obvio que eso? Pero ellos alegan que este pasaje es prueba de que D–os mandó llamar a su guía de Egipto, lugar al que dicen fue llevado de niño. Hasta un ignorante sabría que este versículo es una repetición del pasaje (exodos 4): "Y dirás al Faraón, así dijo el Eterno: mi hijo, mi primogénito es Israel. Y dije a ti envía a mi hijo y me servirá". La lista de tales ejemplos es muy larga.
Lo mismo sucede con el Islam:
Las propias palabras de Mahoma en el Corán refutan cualquier pretensión de veracidad. Sitúan a Hamán en los tiempos del Faraón que esclavizó a los israelitas en Egipto. Comete dos veces este craso error en dos distintas ocasiones. Él dice que fue el rey Shaúl y no Guidón quien probó a sus hombres bajándolos al agua a beber (Jueces 7). Acusa a los judíos de considerar a Ezrá como hijo de D–os, tal como lo fue Jesus para sus seguidores, aun siendo que nadie de nuestro pueblo oyó alguna vez tal actitud para con Ezrá o cualquier otro de nuestros Profetas o Sabios. Sus narraciones de la Biblia son una miscelánea de errores. Alega que los judíos falsifican las Escrituras para contradecir al Islam; sin embargo, el hecho que las Escrituras ya estaban traducidas y en posesión de otras naciones 800 años antes de Mahoma, contradice esta declaración. Errores obvios como estos, refutan cualquier pretensión de profecía. Además, Mahoma declara en numerosos pasajes que sus contemporáneos se mofaban de él como un impostor y le exigían milagros y señales convincentes. El tema más frecuentemente mencionado en el Corán, es la oposición y el escepticismo de su generación. Para impugnar a sus opositores que lo ridiculizaban, su única arma era la amenaza de castigo en el mundo por venir y la amenaza de destrucción en esta vida, de la que frecuentemente se encargaba con su propia espada. Tanto Mahoma, como los seguidores de Jesus admiten que los judíos los rechazaban y que sólo los idólatras se adherían a su causa. Los mahometanos han mantenido en alto la verdad de nuestros libros proféticos por 1300 años, y los seguidores de Jesus lo han hecho por 2000 años. Y aun así, ambos admiten que nuestros Sabios se oponían a ellos. Al admitir esto, comprueban su error.
hay quienes dicen que los Judios no son la simente de Abraham
¿Acaso no dice la Torá: "Y porque amó a tus padres, y escogió a su simiente tras ellos, y te sacó Él mismo con su enorme fortaleza de Egipto"? (Deutorinomio 4:37). La Biblia entera se refiere a la simiente de los patriarcas. Y simiente significa simiente.
para el hombre sin prejuicios eso es Pero aunque ignoran todas las leyes de la Torá, sostienen que es su Biblia y no la nuestra. A pesar de todas sus afirmaciones, nunca fueron devotos para con las Sagradas Escrituras. Sólo nuestra nación cumplió la profecía que se dijo de la simiente de Israel: "Éste es mi pacto con ellos, dice el Eterno, Mi espíritu que está sobre ti, y Mis palabras que he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tu simiente, ni de la boca de la simiente de tu simiente, dice el Eterno, desde ahora y por siempre" (Yishayá 59:21). Somos nosotros los que no comemos puerco ni encendemos fuego en Shabbat. "Y que nunca dejarán de observarse esos días de Purim, ni perecerá su memoria de su simiente" (Esther 9:28). Nosotros y nadie más celebramos Purim. "Y aconteció que cada nación que quede de todas las que vinieron contra Jerusalem subirá cada año a adorar al Rey, el Eterno de los ejércitos, y guardar la fiesta de las Cabañas (Sucot)... Tal será el castigo...de todas las naciones que no subieran a celebrar la fiesta de las Cabañas (Sucot)" (Zejariá 14:16-19). Nosotros, y nadie más celebramos Sucot.
pero la tracicion de los Judios es verdad?
¿Ha sido continua la tradición desde la entrega de la Torá en el Monte Sinai hasta nuestros días?
S. —No sólo desde la entrega de la Torá, sino que la cadena de tradición continúa intacta desde el principio del mundo hasta nuestros días. Cuando murió Adam en el año 930, Metushelaj (Matusalén) lo había conocido ya durante 243 años; y Noaj (Noé) había conocido a Metushelaj por 600 años, cuando este último murió en 1656. Al morir Noaj en 2006, Abraham tenía 58 años. Abraham, Yitzjak y Yaakob eran una familia unida. Al morir Yaakob en 2255, Yosef tenía 56 años y Amram, el padre de Moshé había nacido ya. Al venir Moshé al Faraón, Abraham era todavía recordado por los egipcios, entre los que había residido temporalmente. Cuando Moshé trajo la Torá a los hijos de Israel, las tradiciones y la historia inscrita en ella, eran bien conocidas por la gente. Entre Adam, que fue testigo de la Creación, y Amram, el padre de Moshé, sólo intervinieron cuatro hombres: Metushelaj, Noaj, Abraham y Yaakob. El Diluvio estaba sólo dos eslabones atrás en la cadena de tradición, pues entre Noaj y Amram intervinieron sólo Abraham y Yaakob. Los hijos de Israel en Egipto ya habían oído de antemano las crónicas de Abraham, Yitzjak y Yaakob de boca de Yaakob y sus hijos, a quienes la generación previa a Moshé conoció personalmente (no a todos). Leví, el hijo de Yaakob, murió en Egipto en 2332 y su bisnieto Moshé nació sólo 33 años después en 2365. De este modo puedes ver qué tan unidos están los eslabones de la cadena de tradición desde la Creación hasta Moshé. y desde moshe Si Moshé, D-os me perdone, hubiera inventado cualquiera de las crónicas, los israelitas se hubieran opuesto a él y lo hubieran rechazado. Eran muy numerosos, habían muchos ancianos y sus tradiciones eran recientes. Tú puedes ver que eran obstinados, que no se persuadían fácilmente y cómo algunas veces se oponían a sus peticiones. Si hubieran tenido cualquier objeción a sus crónicas, no hubieran vacilado en anunciarla abiertamente.
Toda la nación estudió Torá bajo la tutela de Moshé durante cuarenta años, sin tener el deber de trabajar para comer pan. De esta forma, la nación entera se convirtió en transmisores de la tradición, pues se educaron en la más grande academia de Torá que el mundo vería alguna vez. Inmediatamente después de morir Moshé, se establecieron en la Tierra de Israel bajo el liderazgo de Yehoshúa, el principal discípulo de Moshé; y se estableció el Santuario en Shiló (Silo) bajo la guía de Pinjás el Cohén, discípulo de Moshé. En este Santuario, que se mantuvo por más de 300 años, Shemuel (Samuel) el profeta fue educado en la tradición de la Torá por Elí el Cohén. El Rey David recibió la tradición de la Torá de su maestro Shemuel. 440 años después de Moshé, Shelomó el hijo de David, construyó el Primer Templo. Este Templo se mantuvo durante 410 años. Hasta la destrucción del Primer Templo, por un período de 890 años después del Éxodo, poseyeron el Arca que contenía "las dos tablas de piedra que Moshé puso en Joreb, cuando el Eterno hizo un pacto con los hijos de Israel cuando salieron de la tierra de Egipto" (I Reyes 8:9). El libro de la Ley fue colocado "al lado del Arca de la Alianza del Eterno" (Debarim 31:26). El Tabernáculo del Santuario, que Moshé y su generación hicieron, y todos sus utensilios sagrados, se guardaron en el Templo de Shelomó (I Reyes 8:4) y permanecieron allí hasta el final
La tradición se transmitía en forma organizada . Cada generación tuvo guías de Torá y asambleas de Torá. La principal línea de tradición de la Torá era así: Moshé recibió la Torá en el Monte Sinai, y la transmitió a Yehoshúa. Éste la transmitió a los ancianos del pueblo (incluyendo a Elazar, Pinjás, los jueces y Elí ). Shemuel, David, Ajías de Silo, Eliahu (Elías), Elishá, Yoyadá, Zejariá (Zacarías), Hoshea (Oseas), Amós, Yishayá, Mijá (Miqueas), Yoel, Najum, Jabakuk, Tzefaniá, Yirmiyá (Jeremías), Baruj ben Neria y Ezrá. Ezrá fue la cabeza de la Gran Asamblea, y la línea de tradición desde entonces, está enumerada en la Mishná de Abot. Desde Moshé en adelante, cada uno de estos Sabios estaba asociado con un gran número de colegas y discípulos, de manera que la tradición se transmitía en cada generación de una multitud de Sabios a una multitud de discípulos.
que era en senedrin?
Aparece mucho antes. Más de 400 años antes de la destrucción del Segundo Templo, Sisines, el gobernador persa, asistió a los judíos ancianos y líderes del Sanhedrín a construir el Templo (Josefo, Antigüedades, libro XI, cap. IV, 7). Pero en realidad, la palabra Sanhedrín es una palabra extranjera. La contraparte hebrea es los ancianos y este término se encuentra a través de todas las páginas de nuestra historia. Los setenta Ancianos de Israel (Éxodo 24:1-9), fueron el primer Sanhedrín. Los ancianos que vivieron mucho tiempo después de Yehoshúa (Yehoshúa 24:31); los Ancianos de la Congregación (Jueces 21:16); los Ancianos de Israel (I Shemuel 4:3); se reunieron todos los Ancianos de Israel y vinieron a Shemuel (I Shemuel 8:4); los Ancianos de mi pueblo (I Shemuel 15:30); Abner habló con los Ancianos de Israel (II Shemuel 3:17); los Ancianos de Israel vinieron al rey (I Reyes 8:1); reunió el rey de Israel a todos los Ancianos de la tierra (I Reyes 20:7); los Ancianos de Yehudá (Judá) y Jerusalem (II Reyes 23:1); los Ancianos de los cautivos (Yirmiyá 29:1). Josefo se refiere a éstos como el Senado (Antig. V, 1, 2; V, 11, 2 y en numerosos pasajes más). Hay muchos pasajes en las Escrituras donde también se mencionan los Ancianos de la ciudad y los Ancianos de la tribu, como ordena la Torá: "Jueces y guardianes se pondrán para ustedes en todas sus ciudades... para todas tus tribus" (Debarim 16:18). Además de los líderes nacionales de la Torá, el gran tribunal de los Ancianos, los tribunales locales y las academias de la Torá, estaba la familia organizada de los Cohanim y de la tribu de Leví, de los que se predijo: "Enseñarán Tus ordenanzas a Yaakob, y Tu Ley a Israel" (Debarim 33:10). Su tradición era notable por el extremo cuidado con la que se preservó.
Permíteme citar a Josefo (Contra Apión, libro I,5,6,7): "Nosotros los judíos admitimos a los escritores griegos en cuanto a la elocuencia de la composición, pero no les damos tal preferencia en lo referente a la veracidad de la historia antigua... Nuestros antepasados... encomendaban este asunto a sus sumos sacerdotes y profetas, y estos datos han sido escritos desde el principio y hasta nuestros días con la máxima precisión... Desde el principio nuestros antepasados no sólo elegían para este propósito a los mejores sacerdotes y a aquéllos dedicados al culto Divino, sino que también se preocupaban que la simiente sacerdotal continuara pura y sin mezclas, pues aquél que participa en el sacerdocio debe multiplicarse de una esposa... cuya genealogía se toma de las listas antiguas y tenga muchos testigos de ello. Ésta es nuestra costumbre no sólo en Judea, sino en cualquier lugar donde habita algún grupo de nuestra nación; y aun ahí, se lleva un catálogo preciso de los matrimonios de nuestros sacerdotes en: Egipto, en Babilonia o en cualquier otra parte de la Tierra en donde se encuentren nuestros sacerdotes, pues éstos mandan por escrito a Jerusalem los nombres antiguos de sus padres, así como los nombres de sus ancestros más remotos y declaran también quiénes son testigos... El argumento más fuerte de nuestro manejo de este asunto es que poseemos en nuestros documentos, los nombres de los sumos sacerdotes de padre a hijo por un período de dos mil años. Si algunos han violado estas leyes, se les prohibe presentarse en el altar y tomar parte en cualquiera de las purificaciones. Esto... necesariamente se hace, porque no cualquiera por voluntad propia puede ser escritor, ni existe desacuerdo alguno en los escritos; y sólo los profetas han escrito las narraciones originales y más recientes de cosas como las aprendieron por inspiración de D-os mismo... Pues nosotros no tenemos una incontable multitud de libros que están en desacuerdo unos con otros así como los griegos... pues durante todo el tiempo que ya ha transcurrido, nadie ha sido tan atrevido como para agregarles o quitarles algo o hacerles algún cambio".
Los judíos no poseían ningún otro libro excepto las Sagradas Escrituras. Éste es un hecho singular que no tiene igual en ninguna otra nación. Tal condición garantiza la inviolabilidad de la tradición escrita.
Estaba prohibido guardar por escrito cualquier cosa fuera de estas Escrituras, hasta muchos años después de la destrucción del Segundo Templo. Podían escribirse documentos secretos pero no podían hacerse públicos. De esta forma, libros como los libros apócrifos no se permitían. Por esta razón, nuestra tradición escrita permaneció intacta y uniforme a través de la historia y evitamos la confusión y contradicción que sufrieron las demás naciones en sus crónicas por tener tantos y tan irresponsables escritores. Toda nuestra nación está unida de acuerdo a un libro: las Escrituras. Nunca sucedió que alguna parte de nuestro pueblo contradijera o estuviera en desacuerdo con la tradición de las Escrituras, no sólo desde Moshé hasta fines de la era del Segundo Templo cuando Josefo escribió sus palabras, sino a través de los años hasta los tiempos modernos.
Hay quienes dícen que sacerdotes de épocas anteriores o los Levitas escribieron la Torá.
Pero sólo una persona ciega podría pasar por alto los hechos de la Torá que ningún Levita hubiera admitido, o aún menos, creado voluntariamente. Los Levitas no hubieran afirmado voluntariamente que descendían de Leá (la esposa menos amada de Yaakob), mientras declaraban que las tribus tercas e idólatras de Efraim y Menashé descendían de Rajel, la matriarca favorita. Los Levitas no habrían deseado publicar el hecho que Yaakob maldijo a Leví por su enojo. No hubieran escrito que el sacerdocio se había dado originalmente a los primogénitos y sólo después a los Cohanim. No hubieran divulgado el hecho que Aharón mienbro se esa tribu participó en la construcción del becerro de oro.
En la tierra de Israel, nuestros antepasados eran acosados por enemigos vecinos que los odiaban amargamente. Ningún escritor humano hubiera hecho de Abraham, el honorable progenitor de nuestro pueblo, el padre de Yishmael y de los hijos de Keturá. Ningún escritor humano hubiera hecho a Yitzjak el padre del odiado Esav, que es Edom. Cuando mucho, los hubieran hecho parientes como Amón y Moab de Lot. Ningún escritor humano hubiera hecho padecer a su nación la tremenda mancha de ser esclavos por tantas generacionesen Egipto.Y en tiempos de David, cuando se libraban batallas contra Moab, Amón y Edom, ningún escritor hubiera mencionado la prohibición de pelear contra ellos : Debarim 2:4, 9, 19. Y la prohibición de matar ganado a menos de que sea llevado como ofrenda al Templo (Debarim 12:21) no tiene cabida en ningún lugar más que en el desierto. Y ¿qué escritor humano revelaría que D-os se negó a que Moshé y Aharón entraran en la Tierra de Canaán "porqueno creísteis en Mí para glorificarme"? (Bamidbar 20:10), un castigo sin paralelo para la persona más venerada en nuestra historia. ¿O que se acredite a un extranjero, Yitró por algunas de nuestras prácticas nacionales (Éxodo 18)? Nuestra Torá y los demás libros sagrados, están llenos de críticas. Se señalan errores y faltas de cada persona. Son criticados Abraham, Yitzjak, Yaakob, los diez hermanos de Yosef en conjunto, Reubén, Yosef, Shimón y Leví, Yehudá, Moshé, Aharón, el levita Koraj y sus asociados, algunos de los Jueces, Elí y sus hijos, los hijos de Shemuel, Shaúl, David, Shelomó y otros.
Porque éste es un signo de autenticidad. La pretensión de infalibilidad es signo de falsedad.