NO... NO ES CAMBIO CLIMÁTICO. ES EL PECADO.*


Hay personas que no critican nada de lo que hace la izquierda.
Hay personas que no critican nada de lo que hace la derecha.
El Cristiano, sin embargo, está por encima de este falso dilema y puede criticar el problema de raíz: el pecado.

El pecado no conoce partidos.
El pecado no conoce ideologías.
El pecado no conoce fronteras.
Afecta a todos por igual.

Juan el Bautista perdió la cabeza porque denunció el pecado de su gobernador.
Los santos profetas fueron perseguidos porque hicieron los mismo con sus gobernantes.
Jesús, nuestro Señor, fue hecho un espectáculo y crucificado por exponer el pecado de las autoridades religiosas y políticas de sus días.

No es una cuestión de "izquierda v. derecha"; nunca lo ha sido. Es una cuestión de pecado.

Si eres verdaderamente Cristiano: resiste el maligno y desenmascara el pecado de donde sea que venga, comenzando contigo mismo, y luego, podrás ver mejor el pecado ajeno.

San Pablo Apóstol:

– "No compartan la conducta estéril de los que son de la oscuridad; más bien sáquenla a la luz. Pues hasta vergüenza da hablar de lo que ellos hacen en secreto; pero cuando todas las cosas son puestas al descubierto por la luz, quedan en claro, porque todo lo que se deja poner en claro, participa de la luz" (Efesios 5:11-14).


 



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Y estos lo harán objeto de burla
en sus sátiras y adivinanzas.
¡Ay del que se hace rico con lo ajeno
y acumula prendas empeñadas!
¿Hasta cuándo seguirá con esta práctica?
¿No se levantarán de repente tus acreedores?
¿No se despertarán para hacerte temblar?
Entonces te convertirás en su víctima.
Son tantas las naciones que has saqueado
que los pueblos que se salven
te saquearán a ti;
porque es mucha la sangre
que has derramado
y mucha tu violencia contra estas tierras,
contra esta ciudad y sus habitantes.
»¡Ay del que llena su casa
de ganancias injustas en un intento
por salvar su nido
y escapar de las garras del infortunio!
Son tus maquinaciones
la vergüenza de tu casa:
exterminaste a muchas naciones,
pero causaste tu propia desgracia.
Por eso hasta las piedras del muro claman
y resuenan las vigas del enmaderado.
»¡Ay del que construye una ciudad con sangre
y establece un poblado con maldad!
¿Acaso no ha determinado
el Señor de los Ejércitos
que el trabajo de los pueblos
sea solo leña para el fuego
y las naciones se fatiguen por nada?


Habacuc 2:6-13 NVI

 
Como sabía que alguno aprovecharía el incendio de Los Ángeles para traer la doctrina del pecado destructivo.

La etiología del pecado difiere y mucho en el cristianismo, especialmente si nos atenemos al Evangelio. Llueve sobre justos y pecadores y el Sol sale para ambos.
Jesucristo se adelantó siglos, hasta que en 1755 cayó una catedral en el terremoto de Lisboa matando a tantísimos "justos" que hubo un "cortocircuito" mental en muchos creyentes y los pensadores (o profetas según se mire) concluyeron por fin que los desastres naturales debemos comprenderlos para anticiparnos a ellos, huir de las supersticiones y prepararnos porque son cíclicos, porque tienen explicación y porque el único pecado que nos trae estos desastres es no entender cómo funciona el mundo, y no respetar la naturaleza trae serias consecuencias, tal como pasa si construimos en zonas inundables, deforestamos amplias extensiones de tierra, quemamos sin control combustibles fósiles, etc.

Todo el entendimiento actual desbarata tanta profecía que ya cumplió su cometido. Bajo el prisma del Evangelio comprendemos mucho mejor aquello que nos trae la desgracia: la injusticia, el abuso de recursos, la desigualdad, la explotación, etc. Eso si, mientras tanto muchos viven que da gusto, pero pocos tesoros habrán acumulado en el Cielo.