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Y estos lo harán objeto de burla
en sus sátiras y adivinanzas.
¡Ay del que se hace rico con lo ajeno
y acumula prendas empeñadas!
¿Hasta cuándo seguirá con esta práctica?
¿No se levantarán de repente tus acreedores?
¿No se despertarán para hacerte temblar?
Entonces te convertirás en su víctima.
Son tantas las naciones que has saqueado
que los pueblos que se salven
te saquearán a ti;
porque es mucha la sangre
que has derramado
y mucha tu violencia contra estas tierras,
contra esta ciudad y sus habitantes.
»¡Ay del que llena su casa
de ganancias injustas en un intento
por salvar su nido
y escapar de las garras del infortunio!
Son tus maquinaciones
la vergüenza de tu casa:
exterminaste a muchas naciones,
pero causaste tu propia desgracia.
Por eso hasta las piedras del muro claman
y resuenan las vigas del enmaderado.
»¡Ay del que construye una ciudad con sangre
y establece un poblado con maldad!
¿Acaso no ha determinado
el Señor de los Ejércitos
que el trabajo de los pueblos
sea solo leña para el fuego
y las naciones se fatiguen por nada?
Habacuc 2:6-13 NVI