Re: ¡No es esto, no es esto!
Cristianismo Protestante nº38
http://www.iee-es.org/pdf/cp38.pdf
La FEREDE apela al brazo secular
para atajar la herejía
En una declaración sin precedentes, y atribuyéndose competencias que no tiene, la Comisión Permanente de la FEREDE ha hecho un comunicado contra los pastores e iglesias que, amparándose en la Ley 13/2005 de modificación del Código Civil, se atrevan a casar personas del mismo sexo, amenazándolos con retirarles el carnet de pastor e iniciar contra ellos un expediente, cuyas consecuencias no se especifican todavía.
El problema no es el tipo de herejía que se persigue –podría ser cualquiera–, sino el hecho inaudito de que una institución protestante que agrupa, por imperativo legal, a las iglesias evangélicas, apele al brazo secular (léase Estado) y al “Concordato” (léase “Acuerdos de Cooperación”) para atajar lo que, al parecer, consideran grandísima herejía.
No lo podrían hacer mejor los “constantinianos” de toda la vida que siempre se han puesto en brazos del Estado para obtener su protección.
¿Qué pretende la FEREDE?
Que el Estado haga una excepción a su favor en lo que se refiere a la Ley 13/2005 que modifica el Código Civil. Es decir, que no admita que los pastores evangélicos casen a personas del mismo sexo. Dicho de otra manera, que el Estado, en virtud de sus poderes, niegue a los pastores evangélicos uno de sus derechos: el de casar cuando los contrayentes sean homosexuales. Concretamente se exige (¿al Estado? ¿a las iglesias? a la FEREDE?) que “no se expidan certificaciones para la celebración de matrimonios por el rito evangélico cuando los contrayentes sean personas del mismo sexo.”
¿En qué se basa la FEREDE para pedir esto? En la aplicación del artículo 7 de los Acuerdos de Cooperación que, dado que fueron pactados y aprobados antes de la modificación del Código Civil, tienen prioridad. Este tipo de razonamiento lo conocíamos –y lo conocemos– cuando la Iglesia Católica apela al Concordato para mantener privilegios.
¿Ahora son nuestros argumentos? Si, como es forzoso que vaya a ocurrir, el Estado no hace caso a las exigencias de la FEREDE, en la propuesta de la Comisión Permanente ya se establecen mecanismos de persecución de la herejía.
A los pastores que no sean obedientes se les privará automáticamente de la conformidad de la Comisión Permanente y “dejarán de ser considerados como ministros de culto a efectos de la citada ley” y, por tanto, no podrán casar legalmente. Y no sólo esto, sino que se les abrirá expediente para posterior resolución.
Lo mismo les pasará a las iglesias que se atrevan a desafiar a este organismo superior que se ha erigido en una especie de Congregación para la Doctrina de la Fe o Santa Inquisición.
Creemos que, totalmente al margen de la discusión sobre la homosexualidad, la decisión de la FEREDE es muy preocupante.
Ya hace años que se viene ocasionalmente denunciando su tendencia a convertirse en un organismo, no sólo
aglutinador, sino también rector, de las iglesias evangélicas, algo que de ninguna forma podemos permitir. No hemos de olvidar que la FEREDE, tal como hoy la conocemos, no es simplemente una federación voluntaria de iglesias evangélicas, sino un organismo que se nos impuso para poder entrar en relación con el Estado, por lo que su representatividad viene muy condicionada por este ámbito.
Que hoy se preocupe de doctrina y, no sólo quiera imponerla a las iglesias miembro, sino que exija al Estado que le ayude en este empeño, es totalmente intolerable y atenta contra los principios de tolerancia y separación de la Iglesia y el Estado que son propios del protestantismo. Que la FEREDE y, por tanto, su Comisión Permanente, esté compuesta por delegados de las iglesias miembro, no desvirtúa la afirmación anterior, ya que estas decisiones, que van más allá del marco de sus competencias, no se toman por unanimidad, sino por simple mayoría, lo cual no es de recibo.
Enric Capó
Cristianismo Protestante nº38
http://www.iee-es.org/pdf/cp38.pdf
La FEREDE apela al brazo secular
para atajar la herejía
En una declaración sin precedentes, y atribuyéndose competencias que no tiene, la Comisión Permanente de la FEREDE ha hecho un comunicado contra los pastores e iglesias que, amparándose en la Ley 13/2005 de modificación del Código Civil, se atrevan a casar personas del mismo sexo, amenazándolos con retirarles el carnet de pastor e iniciar contra ellos un expediente, cuyas consecuencias no se especifican todavía.
El problema no es el tipo de herejía que se persigue –podría ser cualquiera–, sino el hecho inaudito de que una institución protestante que agrupa, por imperativo legal, a las iglesias evangélicas, apele al brazo secular (léase Estado) y al “Concordato” (léase “Acuerdos de Cooperación”) para atajar lo que, al parecer, consideran grandísima herejía.
No lo podrían hacer mejor los “constantinianos” de toda la vida que siempre se han puesto en brazos del Estado para obtener su protección.
¿Qué pretende la FEREDE?
Que el Estado haga una excepción a su favor en lo que se refiere a la Ley 13/2005 que modifica el Código Civil. Es decir, que no admita que los pastores evangélicos casen a personas del mismo sexo. Dicho de otra manera, que el Estado, en virtud de sus poderes, niegue a los pastores evangélicos uno de sus derechos: el de casar cuando los contrayentes sean homosexuales. Concretamente se exige (¿al Estado? ¿a las iglesias? a la FEREDE?) que “no se expidan certificaciones para la celebración de matrimonios por el rito evangélico cuando los contrayentes sean personas del mismo sexo.”
¿En qué se basa la FEREDE para pedir esto? En la aplicación del artículo 7 de los Acuerdos de Cooperación que, dado que fueron pactados y aprobados antes de la modificación del Código Civil, tienen prioridad. Este tipo de razonamiento lo conocíamos –y lo conocemos– cuando la Iglesia Católica apela al Concordato para mantener privilegios.
¿Ahora son nuestros argumentos? Si, como es forzoso que vaya a ocurrir, el Estado no hace caso a las exigencias de la FEREDE, en la propuesta de la Comisión Permanente ya se establecen mecanismos de persecución de la herejía.
A los pastores que no sean obedientes se les privará automáticamente de la conformidad de la Comisión Permanente y “dejarán de ser considerados como ministros de culto a efectos de la citada ley” y, por tanto, no podrán casar legalmente. Y no sólo esto, sino que se les abrirá expediente para posterior resolución.
Lo mismo les pasará a las iglesias que se atrevan a desafiar a este organismo superior que se ha erigido en una especie de Congregación para la Doctrina de la Fe o Santa Inquisición.
Creemos que, totalmente al margen de la discusión sobre la homosexualidad, la decisión de la FEREDE es muy preocupante.
Ya hace años que se viene ocasionalmente denunciando su tendencia a convertirse en un organismo, no sólo
aglutinador, sino también rector, de las iglesias evangélicas, algo que de ninguna forma podemos permitir. No hemos de olvidar que la FEREDE, tal como hoy la conocemos, no es simplemente una federación voluntaria de iglesias evangélicas, sino un organismo que se nos impuso para poder entrar en relación con el Estado, por lo que su representatividad viene muy condicionada por este ámbito.
Que hoy se preocupe de doctrina y, no sólo quiera imponerla a las iglesias miembro, sino que exija al Estado que le ayude en este empeño, es totalmente intolerable y atenta contra los principios de tolerancia y separación de la Iglesia y el Estado que son propios del protestantismo. Que la FEREDE y, por tanto, su Comisión Permanente, esté compuesta por delegados de las iglesias miembro, no desvirtúa la afirmación anterior, ya que estas decisiones, que van más allá del marco de sus competencias, no se toman por unanimidad, sino por simple mayoría, lo cual no es de recibo.
Enric Capó