Re: Ni una jota ni una tilde...
Es muy curioso que aquellos que decimos (yo me incluyo) que vivimos bajo la gracia (de cualquier manera o expresión) cuando nos topamos con este verso tenemos un problema enorme para explicarlo.
Mat 5:17 No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir.
Mat 5:18 Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla.
Ni una jota ni una tilde....DE LA LEY!!!!!
Yo tengo una explicacion muy mia, pero en realidad me encantaria escuchar las diferentes explicaciones.
De verdad espero le "metan mano al verso" quizas en el proceso descubramos una que otra cosita.
Bendiciones.
No penséis.
Como ocurrió en casi todas las ocasiones durante los dos últimos años de su ministerio (Mar. 2: 6; Luc. 6: 11), estaban presentes espías que tenían la tarea de averiguar e informar acerca de las actividades de Jesús. Mientras él hablaba, ellos murmuraban entre los que allí estaban, que Jesús daba poca importancia a la ley. Pero, como en muchas otras ocasiones (Mar. 2: 8; Luc. 4: 23; 6: 8), Jesús leyó lo que pensaban y respondió a las objeciones que habían suscitado, dando así una evidencia de su divinidad.
He venido.
Jesús se refiere aquí a su venida procedente del Padre (Juan 16: 28) al mundo (cap. 18: 37).
Abrogar.
Gr. katalúÇ, "desatar", "deshacer", como se desarma una tienda. Significa "abrogar", "dejar sin validez", "anular", "abolir". Cristo había proclamado la ley en el monte Sinaí.
¿Por qué habría ahora de anularla?
La ley.
Gr. nómos, que aquí equivale al Heb. torah, que comprende toda la voluntad revelada de Dios (Sal. 119: 1, 33; Prov. 3: 1). La expresión "la ley y los profetas" representa la división de las Escrituras del AT en dos partes (Mat. 7: 12; 11: 13; 22: 40; Luc. 16: 16; Juan 1: 45; Rom. 3: 21). Esta clasificación se encuentra también en la antigua literatura judía (ver 4 Mac. 18: 10). Sin embargo, la división más común entre los judíos era la triple división: la ley, los profetas y los salmos (Luc. 24: 44), o, según el título de la Biblia hebrea, "Ley, Profetas y Escritos". El contexto indica que con toda probabilidad Jesús se estaba refiriendo en primera instancia a la ley moral y a los estatutos civiles contenidos en los libros de Moisés y confirmados por los profetas. En Mat. 5: 21-47 Jesús elige ciertos
preceptos de los Diez Mandamientos (vers. 21, 27) y de las leyes de Moisés (vers. 33, 38, 43), y presenta el contraste entre su interpretación y la de los escribas, expositores oficiales y maestros de la ley (Mar. 1: 22; 2: 6, 16; Luc. 5: 17).
Cristo muestra claramente que no era él sino ellos quienes destruían la ley,
invalidándola con su tradición (Mat. 15: 3, 6). Es probable que las ilustraciones tomadas de la ley (cap. 5: 21-47) representen sólo una parte de lo que Cristo dijo en esa oportunidad. Su discurso pudo haber sido mucho más amplio.
Cuando afirmó que había venido a cumplir la ley y los profetas, también pudo haber hecho notar que en él se cumplían los símbolos de la ley ritual que se referían a él, y que en él se cumplían todas las predicciones mesiánicas de todas las Escrituras (Luc. 24: 44).
No había venido a abrogar ninguna parte de las Escrituras que él mismo había dado (1 Ped. 1: 11), y que testificaban de él (Juan 5: 39; Luc. 4: 21).
El punto básico de desacuerdo entre Jesús y los escribas tenía que ver con las tradiciones mediante las cuales ellos interpretaban la santa ley de Dios (Mar. 1: 22, 44; 2: 19, 24; 7: 1-14; Luc. 6: 9). Desde la niñez Jesús había actuado sin tomar en cuenta esas leyes rabínicas que no tenían su base en el AT. Lo que ahora ponía de lado era la falsa interpretación que los escribas habían dado a la ley, y no la ley en sí.
Cumplir.
Gr. pl'róÇ, "completar", "llenar". En el Sermón del Monte el Autor de la ley dejó en claro el verdadero significado de sus preceptos, y la manera en que sus principios habían de expresarse en el pensamiento y en la vida de los ciudadanos del reino que había venido a establecer (Isa. 59: 7).
El mismo gran Dador de la ley reafirmó los pronunciamientos del Sinaí, diciendo que estaban en vigencia para los que quisieran ser sus súbditos, y anunció que cualquiera que se atreviera a anularlos, ya fuera por precepto o por ejemplo, de ningún modo entraría en el "reino de los cielos" (Mat. 5: 20).
La afirmación de que al
cumplir la ley moral Cristo la abrogó no armoniza con el contexto de la declaración del Maestro. Tal interpretación niega el sentido que evidentemente Jesús quiso transmitir. Según esa interpretación contradictoria, Cristo habría dicho que no había venido a destruir la ley, sino que al cumplirla la abrogaba. Esa interpretación pasa por alto la clara antítesis que hay en la palabra allá- "sino", "pero"- y hace que las dos ideas sean virtualmente sinónimos.
Al cumplir la ley, Cristo tan sólo le dio un sentido más amplio, dando a los hombres un ejemplo de perfecta obediencia a la voluntad de Dios a fin de que la misma ley "se cumpliese [pl'róÇ] en nosotros" (Rom. 8: 3-4).
Quebrante. (verso 19)
Gr. lúÇ, "desatar" (ver cap. 18: 18); al referirse a mandamientos significa "quebrantar", "anular", "rescindir". KatalúÇ, "destruir" (cap. 5: 17), es una forma más enfática del mismo vocablo. Al emplear la forma verbal más débil, lúÇ,
Cristo pudo haber querido mostrar que aun por una leve transgresión de los mandamientos se justifica que alguien sea llamado "muy pequeño" en el reino.
Estos mandamientos muy pequeños.
Los escribas habían ordenado minuciosamente en una escala de importancia relativa todos los preceptos de la ley de Dios, las leyes de Moisés -tanto civiles como ceremoniales- y sus propios reglamentos, suponiendo que si un mandamiento menos importante contradecía a uno más importante, éste anulaba el primero.
Por medio de ese legalismo minucioso era posible inventar maneras para eludir los más claros requisitos de la ley de Dios. Pueden encontrarse ilustraciones de la aplicación de este principio en Mat. 23: 4, 14, 17-19, 23-24; Mar. 7: 7-13; Juan 7: 23. Se consideraba que era una prerrogativa de los rabinos declarar que ciertas acciones eran permitidas, y otras, prohibidas. Jesús planteó claramente que, lejos de liberar a los hombres del cumplimiento de los mandamientos de la ley moral, era aún más estricto que los expositores oficiales de la ley -los escribas y rabinos- porque no permitía en ningún momento excepciones. Todos los mandamientos eran igual y permanentemente obligatorios.
Muy pequeño será llamado.
Es decir, será considerado como el menos digno.
Cristo no insinuó de ningún modo que el que quebrantaba los mandamientos y enseñaba a otros a hacerlo iría al cielo. Aquí afirma claramente cuál sería el proceder que habría en el reino para con los transgresores, es decir, la forma en que se justipreciarían sus caracteres. Esto se aclara en el vers. 20, donde los "escribas y fariseos" que quebrantaban los mandamientos y enseñaban a otros la forma de hacer lo mismo, quedan terminantemente excluidos del reino.
Bendiciones.
Marco