Jesus nunca dijo que los incrédulos vivirán eternamente.
La sangre de Cristo redime de la muerte a los que creen en él y aunque estos tengan que morir, serán resucitados para vida eterna, porque "todo aquel que vive y cree en mi (dijo Jesús) no morira eternamente" Juan 11:26.
Los enemigos de Cristo, o sea aquellos que rehúsen creer en Jesús volverán a vivir hasta el final del milenio, pero por muy poco tiempo, pues el lago de fuego les causará una segunda muerte. Apocalipsis 20:14.
Después de que cada enemigo de Dios haya sido destruido, entonces le tocará el turno final a la muerte, pues "el postrer enemigo que será destruido es la muerte" 1 Corintios 15:26.