
¿Cómo apareció el primer “papa”?
La historia del papado no comenzó con Pedro, sino con un proceso lento de distorsión de la estructura bíblica del liderazgo eclesial. Lejos de tener raíces apostólicas, el papado fue producto de siglos de acumulación de poder, teología corrompida y sincretismo con el sistema imperial romano.
El Señor Jesucristo enseñó con claridad:
“No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos” (Mateo 23:9).
esús está denunciando en Mateo 23 a los escribas y fariseos, no por su enseñanza en sí (“en la cátedra de Moisés se sientan…”, v.2), sino por su hipocresía, su amor a los títulos, y su deseo de exaltarse a sí mismos sobre los demás (v.5-7).
En el judaísmo del segundo templo, era común que los discípulos llamaran “padres” a sus rabinos o maestros religiosos como señal de respeto y sumisión. Este uso no era necesariamente maligno, pero en el contexto farisaico, se había corrompido hacia un sistema jerárquico de honra humana, donde los líderes exigían reverencia desproporcionada.

Por ejemplo, en la literatura rabínica se decía:
“El que transgrede las palabras del sabio es más culpable que el que transgrede las palabras de la Torá.” (Mishná, Sanedrín 11:3)
Esto muestra cómo los rabinos se veían casi como mediadores infalibles entre Dios y el pueblo. ¿Te suena familiar?
Jesús está denunciando un sistema religioso que desplaza la gloria de Dios hacia los hombres. Al prohibir llamar "padre" en este contexto, Él no se refiere al uso natural del término (biológico o afectivo), sino a la atribución de autoridad espiritual última a un ser humano, como si fuera fuente de vida, verdad y dirección espiritual autónoma.

La frase “uno es vuestro Padre, el que está en los cielos” subraya la exclusividad de Dios como fuente suprema de autoridad, origen espiritual y guía del alma.
Esto encaja con la crítica del Señor a toda búsqueda de títulos honoríficos como “Rabí” (v.8), “Guía” (v.10), y “Padre” (v.9), todos los cuales sólo pertenecen legítimamente al Hijo o al Padre celestial.
¿Cómo lo entendieron los discípulos?
Los discípulos de Jesús, formados dentro del judaísmo, habrían entendido esto como una prohibición de adoptar las estructuras jerárquicas farisaicas que promovían un liderazgo exaltado, arrogante y separado del pueblo. Ellos no debían construir una comunidad religiosa basada en rangos y honores, sino en la hermandad bajo el único Maestro y el único Padre.
El lenguaje de Jesús tenía implicaciones radicales:
Destruye la posibilidad de un "clero" superior espiritualmente al "laicado".
Establece la igualdad esencial de todos los creyentes ante Dios.
Anticipa la doctrina del sacerdocio universal de los santos, que sería recapturada por la Reforma (cf. 1 Pedro 2:9).
Y sin embargo, el título “Papa”, derivado del latín papa (“padre”), fue adoptado gradualmente por los obispos romanos que se elevaron por encima de sus hermanos en el ministerio. Como explica Philip Schaff, historiador reformado monumental:
“El ascenso del papado fue una usurpación progresiva de autoridad espiritual. No fue instituido por Cristo ni los apóstoles, sino que se desarrolló bajo la influencia de factores eclesiásticos, políticos y culturales.”
(History of the Christian Church, Vol. III, 1884)
En el siglo IV, Dámaso I comenzó a reclamar primacía sobre todas las iglesias, no por mandato divino, sino por conveniencia política, aprovechando el traslado del poder imperial hacia Constantinopla. J.H. Merle d’Aubigné, otro historiador reformado, lo describió así:
“El papado surgió de una ambición disfrazada de piedad. Fue el resultado de un cristianismo corrompido por su alianza con el trono.”
(History of the Reformation of the Sixteenth Century, Vol. I, 1846)
Y como afirmaba Bavinck:
“La Iglesia romana no es la continuación pura de la Iglesia apostólica, sino una degeneración organizada de la misma.”
(Reformed Dogmatics, Vol. 4, 2008)
Incluso Samuel Waldron, en su análisis moderno de la eclesiología reformada, nos recuerda que:
“El único fundamento de la Iglesia es Cristo, no Pedro. Cualquier afirmación de primacía petrina perpetuada en un oficio humano es un retroceso a estructuras eclesiásticas no bíblicas.”
(A Modern Exposition of the 1689 Baptist Confession of Faith, 2016)

Por tanto, como herederos de la Reforma, proclamamos con claridad: Cristo es el único Cabeza de Su Iglesia. Él no necesita un vicario humano, pues dijo: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).

Conocer la historia del papado no es un acto de odio, sino de amor por la verdad. El Señor nos llama a volver a la simplicidad del Evangelio, a la autoridad exclusiva de las Escrituras, y al liderazgo humilde que sirve, no que se enseñorea (1 Pedro 5:1-4).

Que muchos ojos sean abiertos. Que Cristo, y no Roma, sea el centro de la fe y de la Iglesia.
#SoliDeoGloria

Bibliografía
Bavinck, Herman. Reformed Dogmatics, Vol. 4: Holy Spirit, Church, and New Creation. Edited by John Bolt. Translated by John Vriend. Grand Rapids: Baker Academic, 2008.
d’Aubigné, J.H. Merle. History of the Reformation of the Sixteenth Century, Vol. I. New York: Robert Carter, 1846.
Schaff, Philip. History of the Christian Church, Vol. III: Nicene and Post-Nicene Christianity. New York: Charles Scribner’s Sons, 1884.
Waldron, Samuel E. A Modern Exposition of the 1689 Baptist Confession of Faith. Darlington, UK: Evangelical Press, 2016.
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