El primer período romano, el de la República mantenían una diversidad de cultos a modo local o familiar, se rendían ciertos honores a los espíritus de los antepasados, así como cierta relación astrológica con fechas señaladas como principales en la agricultura. Los romanos creían que todos los pueblos adoraban a los mismos dioses bajo diferentes nombres (por ejemplo; Hermes – Mercurio) y por tanto, no tuvieron ninguna dificultad en absorber la mitología griega mucho más rica en pensamiento (filosofias). Uno de los cultos autóctonos más importantes era en honor al dios Jano. Es el primer dios al que se le invoca en las ofrendas y plegarias, Jano está presente en el umbral de todas las casas, junto a las puertas y preside la entrada y salida de los lugares de paso, se le dedica el comienzo del calendarios lunar romano, cuando se estableció el calendario solar en Roma también se le otorgó la festividad de inicio del año, cuyo primer mes lleva su nombre Ianuarius (Enero), este dios está presente también en todas las fiestas de calendas, es decir, en el primer día de cada mes. La festividad e importancia de este Dios no se vio eclipsado por el panteón griego, por último a Jano también le es designado con la denominación “pater” y se le situaba en los mismos orígenes del mundo divino como Principio de Todo.
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Tras la llegada al poder de Augusto César (año 27 a. De C.) finaliza la época de la República y se inicia el Imperio Romano, el culto al emperador se convirtió en una obligación religiosa, pero al mismo tiempo empezaron a florecer cultos extranjeros exóticos; los misterios griegos (Órficos, Dionísicos, Eleussis, neoplatonismo, pequeñas comunidades judías que llevaban consigo sus textos sagrados), y desde luego también los cultos de Mitra e Isis, pero estos dos entraron más tarde que el culto cristiano en Roma.
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En cuanto al culto del Sol Invictus (Sol Inconquistado, Sol victorioso) parece ser que apareció en torno a la mitad del siglo II d. De C.), la introducción de su culto y su fiesta a la que le pertenece, el 25 de diciembre, se vio favorecida por su asociación con Apolo, dios romano importante al que se le añadieron los mismos atributos de que gozaba Helios, el dios solar griego). Pero, antes de esto ¿se celebraba de alguna forma el 25 de diciembre?. No hay datos, pero me imagino que así es.
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Hay que tener en cuenta que los astros, la bóveda celeste, o la astrología siempre fueron aspectos importantes de celebración en casi todas las culturas, y en aquellos tiempos la celebración de solsticios y de equinoccios imagino que también se realizarían, ya que mayoritariamente, todas las ciudades y asentamientos o pueblos dependen mucho de la agricultura y del comercio que conlleva. Pero es simplemente una celebración solar, nada más.
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Fue el emperador Aureliano quien en el año 274 unió el significado del culto solar, la fecha de Sol Invictus con el culto al Emperador, de esta forma el Emperador era quien llevaba la iluminación al pueblo, la expansión de los rayos solares como metáfora de la expansión del Imperio, de esta forma se atribuía a Roma el carácter de “invencible” (sol invictus) y el mismo emperador se le reconocía como un dios. De esta forma el emperador Aureliano se proclama a sí mismo “encarnación del Sol viviente” y dicha fecha del Sol Invictus se celebra por obligación del Estado.
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La fiesta del 25 de diciembre atribuida al nacimiento de Jesús empezó a celebrarse en el siglo IV, de hecho, como fiesta cristiana no hay noticias de que se celebre dicho festejo antes de ese siglo, pues ni san Ireneo de Lyon (130-202) ni Tertuliano (155-222) no mencionan fiesta de este tipo en la relación de festividades que realizan.
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El papa San Julio I que inicia su pontificado el mismo año en que muere el emperador Constantino y asume el poder Constancio II, fija legalmente para la Iglesia la solemnidad de Navidad el 25 de diciembre, si bien, eso no implica que quede reflejado oficialmente por el Estado para todo el pueblo, sólo se inicia este proceso para sus comunidades religiosas.
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Precisamente en el texto que se conserva “Depositio martyrum” (una lista de los mártires venerados por la iglesia) del año 354 nos muestra que ese año la festividad del Sol Invictus se le incorpora también la del nacimiento de Jesús (algo que quedaría reflejado seguramente en calendarios romanos posteriores a esa fecha). Un sermón de san Gregorio de Nisa (335-395) corrobora que dicha festividad se sigue celebrando en el año 380.
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Lo que permite intuir que, probablemente, antes de estas dos fechas (354 y 380), durante el reinado de Constantino (306-337) y antes de declararlo oficial por San Julio I, se inició el proceso de cambiar el significado de Sol Invictus por el nacimiento de Jesús, opción que finalmente prosperaría o se haría efectiva en el año 354 a nivel popular.
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¿Y el nacimiento de Mitra?. Nada hay que lo confirme, es una festividad solar, y como tal no es de extrañar que los mitraístas por su lado hicieran también coincidir como fecha de nacimiento del Sol (pues Mitra y Sol son sinónimos, a diferencia de Jesús que es una persona real y no un mito o un dios de un remoto panteón) en sus rituales de iniciación o en sus festividades mistéricas. Además el mitraismo romano, según algunos historiadores (aunque no todos están de acuerdo) empezó de forma tardía, hacia el año 100 d. De C.
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Otro dato de interés, es que como fecha de nacimiento de Jesús, parece ser que ya es algo que los primeros cristianos hablaban de celebrar, si bien se desconocía en que fecha había nacido, ya que Orígenes (185-252 d. De C.) lo comenta en uno de sus escritos, descartando la bondad de esta idea de celebrar el nacimiento del Señor, al sostener que sólo los pecadores (se refería solapadamente a los emperadores romanos) celebraban sus cumpleaños “los natalitia” y que en modo alguno lo hacen los santos (recordemos que las fechas de celebración de los santos coincide con el día de su fallecimiento y no con la del nacimiento).
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Cuando ya se estableció la fecha oficial del nacimiento de Jesús en el 25 de diciembre, algunos autores cristianos como san Agustí (354-430) o el papa san León (440-451) se muestran contrarios a dicha celebración. En cambio san Juan Crisóstomo (344-407) sí ensaya una defensa bíblica (es decir, reinterpretando las escrituras a su modo) a favor de la fecha 25 de diciembre para el nacimiento de Jesús, entre ellas el pasaje de Juan 8,12 “Yo soy la luz del mundo”.
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Total, que ni el cristianismo copió del mitraísmo la fecha, ni tampoco a la inversa, sencillamente ambos cultos buscaron una referencia astronómica relacionada con el Sol, como es el equinoccio de invierno donde el sol inicia de nuevo el recorrido por la bóveda celeste y los días de luz se alargarán como símbolo del triunfo solar; Sol Invictus o la Luz del mundo.
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Rayo Negro
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¿qué sigue ahora, la Trinidad; Padre-Hijo-Espíritu, Osiris-Isis-Horus, Brama-Visnú-Shiva-, Zeus-Poseidón-Hermes, Ormuz-Ahrimán-Mitra, los tres cuerpos de Buda “trikaya”, ........?
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