Como se pusieron de "moda" los testimonios, voy a dar el mío, que aunque no es tan "impresionante" como otros, para mí es muy importante, porque es el relato de mi salvación.
Nací en una familia católica, fui bautizado, hice mi primera comunión y asistía de una manera más o menos regular a misa.
La mamá de uno de mis mejores amigos, compañeros de escuela primaria desde el primer grado se convirtió. Como andábamos mucho juntos, él me contó que la mamá lo llevaba a la iglesia donde asistía, yo le decía "cuidado usted se va a hacer de esa religión!!!". Ahora me hace gracia mi actitud, pero en aquel momento lo decía en serio, tendría yo unos 14 años.
Con el tiempo, y pese a mis advertencias, él aceptó al Señor, se hizo cristiano, se "cambió de religión", según yo veía el asunto. Aunque este cambio en él nos "quitó" tiempo para andar juntos, él siempre tuvo cuidado de no "abandonarme", y me invitaba a las reuniones en su casa, también recuerdo que un día planeamos un paseo a una montaña y su objetivo era hablarme de las Escrituras y del plan de salvación.
Un día en una de las reuniones en su casa, el que estaba compartiendo la Palabra habló del siguiente texto: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados." (Ro.8.14-17). Cuando ese hombre terminó de hablar, yo pensé que yo quería ser un hijo de Dios, que quería poder decirle "Padre", y también quería ser coheredero (participar de la misma herencia) con Cristo. Esa noche fui impactado, pero nada más.
Mi amigo siempre me recomendaba la lectura de la Biblia. Un día, estando en la biblioteca del colegio acomodando unos libros, vi una gran cantidad de Nuevos Testamentos de los que regalan los gedeones (unos pequeños, de pasta azul). Pensé que eran muchos y que ahí nadie los leía, entonces me robé uno!!!!
Lo andaba siempre en el bolsillo de atrás de mi pantalón, jugaba baloncesto con el NT en la bolsa y el pobre fue perdiendo la pasta por la "humedad", pero yo lo leía cada vez que podía, andaba siempre un lápiz azul para subrayar los textos que más me llamaban la atención (como me había recomendado mi amigo). Me llamaban la atención los pasajes sobre la salvación y los escatológicos (jejeje).
Cuando terminé los evangelios lo dejé de leer, porque el libro de Hechos me pareció muy aburrido, pero la lectura de los evangelios ya había impactado mi vida. Yo estaba seguro que el catolicismo no era lo que quería porque había cosas que no "calzaban" con lo que había leído, pero no entendía que tenía que hacer para recibir a Cristo. Así pasé alrededor de un año, en ese tiempo tuve dos sueños que me impactaron también, cuando alguien me preguntaba por mi religión, yo decía que no era católico, sino que era de unos que se reunían en Guadalupe (Guadalupe se llama la ciudad donde está la congregación), a pesar de que nunca había visitado la iglesia!!!!
Un día mi amigo me invitó a la iglesia, acepté, y aunque al final casi decido no asistir, el domingo 22 de noviembre de 1981 estaba yo ahí, en una congregación evangélica. La gente venía a saludarme y yo me avergonzaba. No recuerdo mucho de cómo fue el culto, sin embargo, está muy claro en mi mente que al final del culto, el pastor hizo un llamado para que los que quisieran ser hijos de Dios se pusieran de pie. Esta era mi oportunidad de ser hijo de Dios!!!! Iba a ponerme de pie cuando el diablo hizo su último intento: tenía un abrigo en mis piernas y tuve un pensamiento: "si me pongo de pie, dónde dejo el abrigo???". Pasé unos momentos pensando en ese "gran dilema" mientras el pastor seguía insistiendo en su llamado. Entonces de pronto se me ocurrió una "genial idea": me levanto y pongo el abrigo en la silla!!!!!! (Qué bárbaro).
Entonces me puse de pie y alguien llegó y me dijo que si quería pasábamos atrás para orar (porque había mucho ruido por ahí). Fui atrás, hice una oración que no entendí muy bien y regresé al asiento muy feliz.
Mi amigo, creo que guiado por el Espíritu Santo, después del culto me invitó a una soda a que habláramos, ahí me explicó exactamente lo que yo había hecho, que al aceptar a Jesús Él perdonaba mis pecados, que ahora era una nueva criatura, que era salvo, etc, etc.
Esa noche fue inolvidable. Dos semanas después estaba saliendo a evangelizar por las calles, dos meses después me bauticé, como testimonio público de mi conversión y por obediencia a Jesús.
Empezé a leer los evangelios otra vez, esta vez fue mejor que la primera, ahora entendía más cosas. Además regularmente me reunía con mi amigo a conversar sobre la Palabra, ese fue mi "discipulado", y que puso bases importantes para mantenerme firme hasta el día de hoy.
Tuve problemas con mi familia, antes de convertirme yo le pregunté a mi madre que qué pensaría ella si yo me "cambiara de religión", ella creo que no lo tomó muy en serio y me dijo que si era para mejorar estaba bien. (Creo que hasta hoy se arrepiente de esas palabras, jejejeje)
Cuando le conté que ya lo había hecho, me advirtió que tuviera cuidado de que mi padre no se enterara porque habría un gran problema. Evidentemente cuando mi padre me vio leyendo la Biblia se cumplió la profecía de mi madre!!!! Se armó el problema. Pero fue algo que no pasó a más hasta que mi tío y mi abuela se enteraron. Mi abuela dijo que cambiar de religión es como cambiar de piel y que solamente las serpientes hacían eso. Mi tío dijo que iba a ir a mi casa a hablar con mis padres para decirles que me echaran de la casa, porque "una manzana podrida pudre a las demás". Cuando me enteré de esa visita, le conté a la gente del grupo de crecimiento y estuvimos orando para que no me echaran.
LLegó el día en que mi tío fue a mi casa, estábamos todos sentados alrededor de la mesa y mi tío empezó hablando de que yo me había cambiado de religión por culpa de mis padres que no me dieron "educación cristiana", entonces le dijo a mi mamá que ella no tenía fe, porque si tuviera, creería que Jesús está en la hostia y entonces estaría visitando a "Jesús" en la iglesia todos los días. Hubiera sido mejor que le insultara la madre a mi mamá que decirle eso!!!! Mi mamá se enojó muchísimo. Siguieron conversando y mi tío dijo que no caía una hoja de un árbol a tierra sin que Dios lo supiera. Entonces mi papá dijo que Dios no se ocupaba de esas vagabunderías y se armó otro pleito, esta vez mi papá con mi tío sobre si era cierto o no lo de las hojas. En medio de las discusiones, yo no hacía nada más que verlos, no dije ni una palabra, no hubo tiempo para que se dirijieran a mí. Al final, mi mamá echó a mi tío de la casa, por el insulto que le hizo diciéndole que ella no tenía fe, y mi papá terminó peleado con mi tío, mi tío se puso a llorar y yo terminé consolándolo. Cuando veo hacia ese día, doy gracias a Dios por su cuidado y cómo se movió todo ese día, porque por supuesto, no me echaron de la casa.
Dios ha hecho muchas cosas en mi vida en estos casi 19 años, y le doy gracias por lo que hace, recordando cada día que Dios es bueno y para siempre es su misericordia
Nací en una familia católica, fui bautizado, hice mi primera comunión y asistía de una manera más o menos regular a misa.
La mamá de uno de mis mejores amigos, compañeros de escuela primaria desde el primer grado se convirtió. Como andábamos mucho juntos, él me contó que la mamá lo llevaba a la iglesia donde asistía, yo le decía "cuidado usted se va a hacer de esa religión!!!". Ahora me hace gracia mi actitud, pero en aquel momento lo decía en serio, tendría yo unos 14 años.
Con el tiempo, y pese a mis advertencias, él aceptó al Señor, se hizo cristiano, se "cambió de religión", según yo veía el asunto. Aunque este cambio en él nos "quitó" tiempo para andar juntos, él siempre tuvo cuidado de no "abandonarme", y me invitaba a las reuniones en su casa, también recuerdo que un día planeamos un paseo a una montaña y su objetivo era hablarme de las Escrituras y del plan de salvación.
Un día en una de las reuniones en su casa, el que estaba compartiendo la Palabra habló del siguiente texto: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados." (Ro.8.14-17). Cuando ese hombre terminó de hablar, yo pensé que yo quería ser un hijo de Dios, que quería poder decirle "Padre", y también quería ser coheredero (participar de la misma herencia) con Cristo. Esa noche fui impactado, pero nada más.
Mi amigo siempre me recomendaba la lectura de la Biblia. Un día, estando en la biblioteca del colegio acomodando unos libros, vi una gran cantidad de Nuevos Testamentos de los que regalan los gedeones (unos pequeños, de pasta azul). Pensé que eran muchos y que ahí nadie los leía, entonces me robé uno!!!!
Lo andaba siempre en el bolsillo de atrás de mi pantalón, jugaba baloncesto con el NT en la bolsa y el pobre fue perdiendo la pasta por la "humedad", pero yo lo leía cada vez que podía, andaba siempre un lápiz azul para subrayar los textos que más me llamaban la atención (como me había recomendado mi amigo). Me llamaban la atención los pasajes sobre la salvación y los escatológicos (jejeje).
Cuando terminé los evangelios lo dejé de leer, porque el libro de Hechos me pareció muy aburrido, pero la lectura de los evangelios ya había impactado mi vida. Yo estaba seguro que el catolicismo no era lo que quería porque había cosas que no "calzaban" con lo que había leído, pero no entendía que tenía que hacer para recibir a Cristo. Así pasé alrededor de un año, en ese tiempo tuve dos sueños que me impactaron también, cuando alguien me preguntaba por mi religión, yo decía que no era católico, sino que era de unos que se reunían en Guadalupe (Guadalupe se llama la ciudad donde está la congregación), a pesar de que nunca había visitado la iglesia!!!!
Un día mi amigo me invitó a la iglesia, acepté, y aunque al final casi decido no asistir, el domingo 22 de noviembre de 1981 estaba yo ahí, en una congregación evangélica. La gente venía a saludarme y yo me avergonzaba. No recuerdo mucho de cómo fue el culto, sin embargo, está muy claro en mi mente que al final del culto, el pastor hizo un llamado para que los que quisieran ser hijos de Dios se pusieran de pie. Esta era mi oportunidad de ser hijo de Dios!!!! Iba a ponerme de pie cuando el diablo hizo su último intento: tenía un abrigo en mis piernas y tuve un pensamiento: "si me pongo de pie, dónde dejo el abrigo???". Pasé unos momentos pensando en ese "gran dilema" mientras el pastor seguía insistiendo en su llamado. Entonces de pronto se me ocurrió una "genial idea": me levanto y pongo el abrigo en la silla!!!!!! (Qué bárbaro).
Entonces me puse de pie y alguien llegó y me dijo que si quería pasábamos atrás para orar (porque había mucho ruido por ahí). Fui atrás, hice una oración que no entendí muy bien y regresé al asiento muy feliz.
Mi amigo, creo que guiado por el Espíritu Santo, después del culto me invitó a una soda a que habláramos, ahí me explicó exactamente lo que yo había hecho, que al aceptar a Jesús Él perdonaba mis pecados, que ahora era una nueva criatura, que era salvo, etc, etc.
Esa noche fue inolvidable. Dos semanas después estaba saliendo a evangelizar por las calles, dos meses después me bauticé, como testimonio público de mi conversión y por obediencia a Jesús.
Empezé a leer los evangelios otra vez, esta vez fue mejor que la primera, ahora entendía más cosas. Además regularmente me reunía con mi amigo a conversar sobre la Palabra, ese fue mi "discipulado", y que puso bases importantes para mantenerme firme hasta el día de hoy.
Tuve problemas con mi familia, antes de convertirme yo le pregunté a mi madre que qué pensaría ella si yo me "cambiara de religión", ella creo que no lo tomó muy en serio y me dijo que si era para mejorar estaba bien. (Creo que hasta hoy se arrepiente de esas palabras, jejejeje)
Cuando le conté que ya lo había hecho, me advirtió que tuviera cuidado de que mi padre no se enterara porque habría un gran problema. Evidentemente cuando mi padre me vio leyendo la Biblia se cumplió la profecía de mi madre!!!! Se armó el problema. Pero fue algo que no pasó a más hasta que mi tío y mi abuela se enteraron. Mi abuela dijo que cambiar de religión es como cambiar de piel y que solamente las serpientes hacían eso. Mi tío dijo que iba a ir a mi casa a hablar con mis padres para decirles que me echaran de la casa, porque "una manzana podrida pudre a las demás". Cuando me enteré de esa visita, le conté a la gente del grupo de crecimiento y estuvimos orando para que no me echaran.
LLegó el día en que mi tío fue a mi casa, estábamos todos sentados alrededor de la mesa y mi tío empezó hablando de que yo me había cambiado de religión por culpa de mis padres que no me dieron "educación cristiana", entonces le dijo a mi mamá que ella no tenía fe, porque si tuviera, creería que Jesús está en la hostia y entonces estaría visitando a "Jesús" en la iglesia todos los días. Hubiera sido mejor que le insultara la madre a mi mamá que decirle eso!!!! Mi mamá se enojó muchísimo. Siguieron conversando y mi tío dijo que no caía una hoja de un árbol a tierra sin que Dios lo supiera. Entonces mi papá dijo que Dios no se ocupaba de esas vagabunderías y se armó otro pleito, esta vez mi papá con mi tío sobre si era cierto o no lo de las hojas. En medio de las discusiones, yo no hacía nada más que verlos, no dije ni una palabra, no hubo tiempo para que se dirijieran a mí. Al final, mi mamá echó a mi tío de la casa, por el insulto que le hizo diciéndole que ella no tenía fe, y mi papá terminó peleado con mi tío, mi tío se puso a llorar y yo terminé consolándolo. Cuando veo hacia ese día, doy gracias a Dios por su cuidado y cómo se movió todo ese día, porque por supuesto, no me echaron de la casa.
Dios ha hecho muchas cosas en mi vida en estos casi 19 años, y le doy gracias por lo que hace, recordando cada día que Dios es bueno y para siempre es su misericordia