MATAR AL FARISEO.
En la vida de Jesús y durante sus años de ministerio público hay un constante enfrentamiento entre Él y los fariseos.
· Tenemos en los evangelios algunas sentencias contra los ricos.
· Hay serios enfrentamientos contra los que comercian con las cosas del templo.
· Podría, y no lo hace, discutir con los romanos.
Pero lo que realmente llama la atención es la actitud de Jesús con los fariseos.
Porque esa actitud. ?
Los fariseos eran un partido religioso formado fundamentalmente por hombres de clase media. Se distinguían por su observancia estricta y escrupulosa de la ley de Dios, llegando a la práctica de mucho más de lo que estaba escrito. Eran el prototipo del hombre religioso, el espejo donde todos debían mirarse.
El fariseo era un hombre íntegro, honesto en grado sumo, que practicaba la auténtica religión. Si la ley prescribía un día de ayuno al año, él lo hacía dos veces por semana. , si mandaba el diezmo del trigo y del aceite, él lo pagaba hasta del comino y la menta. Era el hombre que agradecía a Dios que no le hubiera hecho como el resto de los hombres. Su religiosidad le daba derecho a mirar el resto del pueblo como gente pecadora.
El fariseo era observante de la letra de ley más que de su espíritu, era el hombre bueno, "demasiado bueno". , tan bueno que quiere que todos los sepan, que se pone en las esquinas a la hora de la oración, que pone cara triste cuando ayuna. Era el hombre que de su salvación hacía un negocio de compra-venta. Sus matemáticas eran concretas, tantas obras, tantos méritos, tanto capital acumulado, tanto derecho a salvación.
Este es el prototipo de una actitud espiritual que desborda el mundo judío y llena muchas paginas de historia cristiana. Tipifica a todos los hombres que hacen de lo religioso un fin. Es el representante de todos los hombres que pasan por las iglesias vestidos de frac, sin salpicarse con el barro del camino, condenando a los que no cumplen como ellos, acusando a los transgresores de "su ley" y del orden pretendidamente querido por Dios, que son capaces de decir a Dios a quien debe salvar y a quien condenar. Este es el tipo "tieso", "infeliz", derrotado por su propia incapacidad de cumplir y sintiendo horror de caer en las manos de Dios. El Señor para ellos no es el que tiene cuidado de los pajarillos, sino alguien severo a quien tenemos la obligación de aplacar y quien toma nota de nuestros fallos.
Los fariseos no saben alabar a Dios. Cuando se mira a si mismo no ve a Dios, sino su propia imagen y termina por darse culto a el. Su justicia la ha conseguido a base de muchos esfuerzos y por lo tanto no tiene nada que agradecer. Dios no provoca en el ningún estallido de júbilo.
Todo esto a nosotros nos puede parecer una soberana tontería, pero al fariseo le hacia sentirse bien. Les gustaba que los viesen como gente responsable.
El deseo de ir por la vida religiosa con la cara levantada, mirando a los demás por encima del hombro, es cosa que nos puede gustar a todos. Que la gente nos respete. Que bueno es Vd. Sr. Tal.
Que oraciones hace. !!
Suerte de Vd. sino?
Que mensaje. Hacia tiempo que no oíamos algo así.
Nos gusta ser gente religiosa respetable. Que nadie sea más religioso que yo. !!
Por otro lado están los discípulos de Jesús, los niños que le aclaman, la multitud de gente pobre, sencilla, los pecadores. Ellos no tienen nada en que confiar, nada que les dé seguridad y por lo tanto pueden aclamar y extender sus manos ante Jesús. Son los niños y ese tipo de gente la que puede alabar al Señor sin que se le suban los colores a la cara. Son ellos los que pueden agradecer lo que Jesús les había hecho sin que nada ni nadie se lo impida.
La alabanza tiene actitud y asombro de niño. Solo ellos saben maravillarse por todo y reaccionar sin limitaciones. Toda la alabanza pasa por el camino de la infancia.
Cada uno puede elegir el campo donde quiere cultivar, la actitud y el estilo de vida que quiere adoptar, y lo debe hacer con toda su capacidad y libertad. O yo, con todo lo que significa, mi fuerza, mi poder, mi estatus, mi prestigio, mis obras, mi justicia, ........... o Dios., y entonces salgo en su busca, le doy culto, le amo, y le alabo por los siglos de los siglos.
Por mi parte voy a intentar a partir de hoy matar esa parte de “fariseo” que hay dentro mi. Y tu. ?
En la vida de Jesús y durante sus años de ministerio público hay un constante enfrentamiento entre Él y los fariseos.
· Tenemos en los evangelios algunas sentencias contra los ricos.
· Hay serios enfrentamientos contra los que comercian con las cosas del templo.
· Podría, y no lo hace, discutir con los romanos.
Pero lo que realmente llama la atención es la actitud de Jesús con los fariseos.
Porque esa actitud. ?
Los fariseos eran un partido religioso formado fundamentalmente por hombres de clase media. Se distinguían por su observancia estricta y escrupulosa de la ley de Dios, llegando a la práctica de mucho más de lo que estaba escrito. Eran el prototipo del hombre religioso, el espejo donde todos debían mirarse.
El fariseo era un hombre íntegro, honesto en grado sumo, que practicaba la auténtica religión. Si la ley prescribía un día de ayuno al año, él lo hacía dos veces por semana. , si mandaba el diezmo del trigo y del aceite, él lo pagaba hasta del comino y la menta. Era el hombre que agradecía a Dios que no le hubiera hecho como el resto de los hombres. Su religiosidad le daba derecho a mirar el resto del pueblo como gente pecadora.
El fariseo era observante de la letra de ley más que de su espíritu, era el hombre bueno, "demasiado bueno". , tan bueno que quiere que todos los sepan, que se pone en las esquinas a la hora de la oración, que pone cara triste cuando ayuna. Era el hombre que de su salvación hacía un negocio de compra-venta. Sus matemáticas eran concretas, tantas obras, tantos méritos, tanto capital acumulado, tanto derecho a salvación.
Este es el prototipo de una actitud espiritual que desborda el mundo judío y llena muchas paginas de historia cristiana. Tipifica a todos los hombres que hacen de lo religioso un fin. Es el representante de todos los hombres que pasan por las iglesias vestidos de frac, sin salpicarse con el barro del camino, condenando a los que no cumplen como ellos, acusando a los transgresores de "su ley" y del orden pretendidamente querido por Dios, que son capaces de decir a Dios a quien debe salvar y a quien condenar. Este es el tipo "tieso", "infeliz", derrotado por su propia incapacidad de cumplir y sintiendo horror de caer en las manos de Dios. El Señor para ellos no es el que tiene cuidado de los pajarillos, sino alguien severo a quien tenemos la obligación de aplacar y quien toma nota de nuestros fallos.
Los fariseos no saben alabar a Dios. Cuando se mira a si mismo no ve a Dios, sino su propia imagen y termina por darse culto a el. Su justicia la ha conseguido a base de muchos esfuerzos y por lo tanto no tiene nada que agradecer. Dios no provoca en el ningún estallido de júbilo.
Todo esto a nosotros nos puede parecer una soberana tontería, pero al fariseo le hacia sentirse bien. Les gustaba que los viesen como gente responsable.
El deseo de ir por la vida religiosa con la cara levantada, mirando a los demás por encima del hombro, es cosa que nos puede gustar a todos. Que la gente nos respete. Que bueno es Vd. Sr. Tal.
Que oraciones hace. !!
Suerte de Vd. sino?
Que mensaje. Hacia tiempo que no oíamos algo así.
Nos gusta ser gente religiosa respetable. Que nadie sea más religioso que yo. !!
Por otro lado están los discípulos de Jesús, los niños que le aclaman, la multitud de gente pobre, sencilla, los pecadores. Ellos no tienen nada en que confiar, nada que les dé seguridad y por lo tanto pueden aclamar y extender sus manos ante Jesús. Son los niños y ese tipo de gente la que puede alabar al Señor sin que se le suban los colores a la cara. Son ellos los que pueden agradecer lo que Jesús les había hecho sin que nada ni nadie se lo impida.
La alabanza tiene actitud y asombro de niño. Solo ellos saben maravillarse por todo y reaccionar sin limitaciones. Toda la alabanza pasa por el camino de la infancia.
Cada uno puede elegir el campo donde quiere cultivar, la actitud y el estilo de vida que quiere adoptar, y lo debe hacer con toda su capacidad y libertad. O yo, con todo lo que significa, mi fuerza, mi poder, mi estatus, mi prestigio, mis obras, mi justicia, ........... o Dios., y entonces salgo en su busca, le doy culto, le amo, y le alabo por los siglos de los siglos.
Por mi parte voy a intentar a partir de hoy matar esa parte de “fariseo” que hay dentro mi. Y tu. ?