El Señor les bendiga:
¿Es María la madre de Dios?...
Luc. 1:32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
El ángel no dice ni que es grande, ni que es el Hijo del Altísimo, sino que será grande y será llamado Hijo del Altísimo. Será, en un futuro. E igualmente dice que el Señor Dios le dará, con lo cual claramente se ve que el ángel distingue al Señor Dios de aquello que en María va a ser engendrado por obra del Espíritu Santo (Mat. 1:18-20).
¿Cuando el Hijo de Dios Padre, engendrado del Padre, ha dejado de ser grande e Hijo?. ¿Cuándo Dios ha dejado de ser uno?.
A la vez el ángel deja en claro que su padre lo es David, hablado ya en presente y no en futuro.
Hemos de tener en cuenta que el evangelista quiere mostrarnos a través de la anunciación quien es Jesús, pero de modo alguno se centra en su madre, ya que ello sería contrario a la obra del Espíritu Santo mismo, por tanto que:
Jn. 16:13 Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que van a suceder. 14 Él mostrará mi gloria, porque recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes. 15 Todo lo que el Padre tiene, es mío también; por eso dije que el Espíritu recibirá de lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes.
Como bien podemos leer y en Palabra del Señor Jesucristo mismo, el Espíritu Santo toma de Él, nos lo da a conocer y le glorifica. María, como criatura, solo es un instrumento del que Dios se sirve en un momento determinado de la historia y sin más mérito, si es que se le puede atribuir alguno, que el haber sido un vaso útil en las manos del Señor, a tal cual el plan original de Dios que se cumple siempre a su debido tiempo, independientemente de la voluntad del hombre o mujer en cuestión que Dios haya decidido utilizar en su sola potestad en cada ocasión.
Pero sigamos viendo que nos dice el ángel:
Luc. 1:35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
Hay que tener en cuenta los detalles.
Por una parte nos dice que el Espíritu Santo vendrá sobre ella, sobre, de modo alguno le está diciendo que será llena del Espíritu, y mucho menos que lo recibirá en ella. Sino que claramente dice sobre ella.
Y a su vez también es muy importante el tener en cuenta que el ángel dice que el poder del Altísimo, el poder, que no el Altísimo y en si mismo, le cubrirá con su sombra. No dice de modo alguno que esté siendo el Altísimo quien le cubre con su sombra, sino su poder, aquello que de Él emana, pero que no es Él en si mismo.
Y de nuevo hay que tener en cuenta que por segunda vez el ángel no dice que lo que de ella va a nacer sea el Hijo de Dios, sino que será llamado Hijo de Dios. Y el ángel viene de parte de Dios, enviado de Dios, con un mensaje de Él, y le dice que lo que de ella va a nacer será llamado Hijo de Dios, no que sea el Hijo de Dios.
María es la madre de Jesús, un verdadero hombre, porque Jesús es nacido de mujer como hombre verdadero. Jesucristo vino como hombre verdadero, y así hay que confesarlo y reconocerlo a tal cual está escrito (2Jn. 7).
La Palabra estaba con Dios, y era Dios. Pero no vino a ser Dios, sino hombre verdadero, porque lo que nace de la carne, carne es, y María es carne. Por ello la Escritura evita decir en la anunciación que quien va a nacer es el Hijo de Dios, porque el Hijo de Dios, y esto todos lo sabemos, es de la misma naturaleza y sustancia que el Padre y engendrado del Padre. Por ello el ángel no dice que lo que en ella es engendrado, del Padre es. Sino que dice y bien claramente que lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es (Mat. 1:18-20). Muy necesario es de tener en cuenta este detalle: “lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es”.
¿Por qué?; porque lo que va a nacer del vientre de una mujer es un hombre verdadero que no es de la misma naturaleza y sustancia que el Padre, porque el Padre es Dios, es Espíritu. Y el Hijo, que es de la misma naturaleza y sustancia que el Padre, Espíritu e igual al Padre es.
Por esta razón el ángel no pudo decirle a María en la anunciación que lo que de ella iba a nacer, su hijo, era el Hijo de Dios, sino que sería llamado Hijo de Dios, en un futuro, cuando Jesús y como hombre verdadero manifieste quien es en verdad el HIJO, por medio de su Palabra y las Obras que hará en nombre del Padre.
No, no es la divinidad de Jesús lo que es engendrado en María por obra del Espíritu Santo, sino su humanidad. No olvidemos que Jesucristo vino como hombre verdadero, y así nos es necesario de confesar para no dar pie al engaño (2Jn. 7).
El ser humano y como está escrito (1Tes. 5:23), se compone de alma, cuerpo y Espíritu. Y es el cuerpo, la carne, lo que nace de María, porque María es carne, y lo que es nacido de la carne, carne es (Jn. 3:6). Pero Jesús, como hombre verdadero y en todo igual a nosotros (Heb. 2:17), posee a su vez y como ya hemos dicho; un alma y un espíritu. Y ello, que conforma junto con el cuerpo el ser único de Jesús como hombre verdadero, su persona plena, de modo alguno lo toma de María. De modo alguno emana de María.
Y digo que de modo alguno emana de María, porque madre alguna nada tiene que ver ni con el alma y ni con el espíritu de su hijo, ya que el alma es el ser individual e intransferible de la persona, su yo. Y el espíritu es el único órgano que posee la capacidad para unirse a la vida increada de Dios, con el ser mismo de Dios.
Concluyendo:
Jesús es Dios verdadero no por haber nacido del vientre de una mujer, sino porque Dios ha depositado su vida misma, su ser mismo, su esencia misma en su Espíritu, que forma parte y es indivisible del ser completo que conforma la persona humana, que como ya se ha mostrado y está escrito; se compone de alma, cuerpo y espíritu.
El alma y el cuerpo corresponden a la vida anímica y el espíritu a la vida increada de Dios. Es el miembro que nos permite comunicarnos con Dios.
Jesús es Hombre verdadero porque nació de mujer, engendrado en el vientre de una mujer por obra del Espíritu Santo. Y es Dios verdadero, porque ha sido engendrado del Padre mismo, del Dios Altísimo, en su Espíritu.
Ni la carne ni la sangre pueden lograr entrar ni estar en comunión con Dios (1Cor. 15.50), porque Dios es Espíritu, y únicamente desde el Espíritu se puede ser uno con Dios. Aunque no hay que olvidar que todo en la persona de Jesús, todo su ser: alma, cuerpo y espíritu, todo, estaba sujeto a Dios Padre Todopoderoso, conforme a la Voluntad única de Dios. Esta es la grandeza de Jesús como hombre y de la cual todos hemos de tomar y aprender a ser, y poder llegar a ser uno con Dios, por medio del Hijo.
Sabemos que Isaías 42 hace referencia a Jesús, el siervo sufriente de Dios, por lo tanto vamos a leerlo en sus primeros versículos:
Is. 42:1 “Aquí está mi siervo, a quien sostengo, mi elegido, en quien me deleito. He puesto en él mi espíritu para que traiga la justicia a todas las naciones.
Es Dios mismo quien dice que ha puesto en él su Espíritu, es decir: así mismo, porque el Espíritu de Dios es Dios en si mismo.
El Espíritu de Jesús y el Espíritu de Dios uno es. Por ello Jesús es verdaderamente Dios, porque el Espíritu de Dios y el Espíritu de Jesús son uno solo. No su carne, que es nacida de mujer, sino que es su Espíritu el que es uno con Dios, el que es Dios y en si mismo. Todo el ser de Jesús es uno con Dios, porque todo en Jesús: alma, cuerpo y espíritu, estaba, y está, sujeto plenamente a la voluntad de Dios, por sobre su voluntad mismo.
No hay que olvidar que Dios Padre no engendra su Espíritu en María, ello no lo dice en lugar alguno la Escritura, no, sino que es por obra del Espíritu Santo que Jesús es engendrado en María, y lo que en ella es engendrado, es un Hombre verdadero, porque lo humano solo puede dar vida a lo humano, no a lo espiritual, no a lo divino, no a Dios en persona mismo. A Dios nadie le pudo dar a luz, porque Dios es increado, existe desde siempre, es eterno e inmaterial, es invisible, Dios es Espíritu.
Y todos sabemos que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, es decir; que lo que en María es engendrado, del Espíritu Santo es, porque así está escrito. Jesús no recibe de María ni su alma, ni su Espíritu, por lo cual no puede ser madre de Dios, porque de ella no nace un espíritu, y menos aun Dios, sino a un hombre verdadero.
Decir que María es la madre de Dios, es negar la vida increada de Dios. Es negar que Jesús es Hombre y Dios verdadero. Hombre verdadero por haber nacido de Mujer, pero Dios verdadero porque ha sido el Padre mismo quien lo ha engendrado igual así mismo.
Ahora sigamos escudriñando a ver si logramos ver quien es el Hijo de Dios y en verdad en Jesús.
Jn. 3:6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
Jn. 6:63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
El espíritu es el que da vida. La vida del Hijo estaba en Jesús, en la Persona de Jesús, pero lo que es nacido de la carne, de María, carne es. Entonces pues: ¿quién es el Hijo de Dios?. Nos lo acaba de mostrar Jesús mismo por medio de su Palabra: “las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”.
¿Quién es esta Palabra que es Espíritu y Vida según Jesús?.
Jn. 1:1 En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. 2 Él estaba en el principio con Dios.
El Hijo es engendrado del Padre, y el Padre que es Dios es Espíritu. Lo que en María es engendrado, del Espíritu Santo es, y María es carne. El Hijo es de la misma naturaleza que el Padre, y el Padre es Espíritu. Y lo que es nacido de la carne, carne es. Y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es.
Lemos bien, porque es Jesús mismo quien está hablando de si mismo:
Jn. 6:63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
¿Quién es el que da vida?, el Espíritu. ¿De qué aprovecha la carne?, de nada y según Jesús. ¿Esto lo tenemos claro?, pues ahora leamos:
Jn. 3:6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
¿Qué es María?, carne, humana, mortal. ¿Qué es Dios?... Espíritu, Divino, Inmortal, y por sobre todo Vida.
¿Quién da y según Jesús vida?, el Espíritu. ¿Qué es Dios?, Espíritu y Vida. ¿Qué nos dice Jesús que es la vida?, Su Palabra. Ahora leamos:
Jn. 1:1 En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. 2 Él estaba en el principio con Dios. 3 Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. 5 Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla.
La Palabra estaba con Dios, y era Dios. Y Dios es Espíritu. El Señor dice que la carne para nada aprovecha, sino que es el Espíritu quien da vida, y que su Palabra es Espíritu y Vida.
4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad.
¿En quién estaba la vida?, en la Palabra. ¿Qué nos dice Jesús de su Palabra?, que es Espíritu y Vida.
Por lo tanto, la Palabra que estaba con Dios, y era Dios, es el Espíritu y la Palabra de Jesús, indivisible de Jesús. Y es por medio de Su Palabra, de su Espíritu, que Jesús manifestó a Dios al mundo. Un Dios que es invisible, un Dios que es Espíritu.
El Hijo es de la misma naturaleza que el Padre, engendrado del Padre. El Hijo es Espíritu porque el Padre es Espíritu. Y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es.
Lo que en María es engendrado por obra del Espíritu Santo, no lo es del Padre, sino del Espíritu Santo, es obra de Espíritu Santo y así está escrito:
Mat. 1:18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
Y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, no el Padre y el Hijo del Espíritu Santo.
Claro y sencillo: LO QUE EN ELLA ES ENGENDRADO POR OBRA DEL ESPÍRITU SANTO, DEL ESPÍRITU SANTO ES. Pero el Hijo de Dios, que es de la misma naturaleza y sustancia que el Padre, es Hijo del Padre y ENGENDRADO DEL PADRE.
Podría seguir, pero si no entienden esto, difícilmente logren llegar a conocer quien es y en verdad el Hijo de Dios, al cual no todos los de su tiempo pudieron ver ante la persona de Jesús mismo. Ni lo vieron ni reconocieron los escribas, ni los maestros de la ley, ni los fariseos. Incluso a algunos de sus discípulos, que andaban a diario con él, les resultó imposible reconocerlo.
Es verdad que en la persona única de Jesús se dan dos naturalezas, la Humana y la Divina, indivisibles estas a su vez, pero nunca hemos de olvidar que estas dos naturalezas no están mezcladas, ni se pueden confundir. Porque si lo olvidamos, si no lo tenemos constantemente en cuenta, nos resultará imposible saber quien es a la verdad el Hijo de Dios, y por consiguiente se nos escapará la ocasión de serlo nosotros y a la vez, de ser Salvos por haberle visto y creer en Él.
Jn. 6:40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
No, María no es la madre de Dios.