María, Madre de Dios.

Gabaon

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24 Octubre 2002
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gabaon.blogspot.com
Nota al Forista Protestante.
Con el presente mensaje no intento probar la veracidad del dogma católico de La Maternidad Divina de María. Mi única y exclusiva intención es probar que dicho dogma no entra en contradicción con el testimonio de La Biblia, Palabra de Dios.
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Dios te bendiga Emaus.

Para el dogma de la maternidad divina no he visto que existan objeciones respecto a contradicciones con La Biblia, excepto que se pretende dividir La Divinidad para salvar que María no puede ser Madre de Dios Padre ni del Espíritu Santo, y que por tanto el título que le otorga Isabel (Elizabeth) como "Madre de Mi Señor" no puede aportarse como prueba. Además de que al ser Dios eterno y su existencia previa a la de María, esta no puede ser su Madre.

Este dogma toca el misterio mismo de la Santísima Trinidad y es necesario hacer unas aclaraciones sobre ella antes de llegar a María.

En La Trinidad tenemos tres personas distintas y diferenciadas, pero que son un mismo Dios y comparten las mismas características sustanciales; independientemente de las "labores" que realice una de estas Personas, ella comparte con las otras dos los mismos y exactos atributos de su Naturaleza; ninguna de estas Personas ha sido creada y ninguna de ellas antecede a la otra en la dimensión temporal. Así el Padre es Dios, el Espíritu es Dios y el Hijo es Dios, sin embargo no tenemos tres sino un solo Dios (Credo Atanasiano). Por lo tanto, lejos de las diferencias de "labores" de estas Personas, es improcedente tratar de diferenciar lo que puede hacer una Persona, o distinguir las características sustanciales que goza sólo una de ellas. Es por esta razón que algunos versos bíblicos nos resultan "incómodos" u "obscuros" al no saber a ciencia cierta qué persona de la Divinidad realmente actúa, y está por demás decir que no es la intención del autor sagrado haer tal diferencia por lo ya mencionado.

Tenemos el caso de La Resurrección; Jesús confiesa tener poder para levantarse Él mismo luego de muerto y lo profetiza Juan 2, 19-22; Pablo nos dice que el responsable de La Resurrección es el Espíritu en Romanos 8, 11 (ver 1, 4 también) y en varias circunstancias vemos que el responsable es Dios Padre, Gálatas 1, 1. Sabemos que el responsable de la obra de la Encarnación es el Espíritu Santo, pero una lectura de Lucas 1,35 nos puede hacer pensar que quien "cubrirá" a María es Dios Padre. En Hechos 5,3-4 Pedro no hace distinción entre mentir a Dios y al Espíritu Santo. Otros pasajes como el de 2 Corintios 3, 17 "Porque el Señor es el Espíritu..." lejos de ser teológicamente inexacto no hace más que resaltar la idea que expongo, de esta manera Dios Padre es el Señor, Jesús es el Señor y el Espíritu es el Señor.

Una correcta comprensión de la persona de Jesús nos lleva a hacer algunas aseveraciones. Jesús no recibió su divinidad en algún momento. La naturaleza humana de Jesús estuvo siempre unida, indisoluble e hipostáticamente a su naturaleza divina. Es incorrecto atribuirle hechos a una de las naturalezas de Jesús y no a la otra, hablar de Jesús-Hombre y Jesús-Dios, su persona es una sola, un solo Cristo. La Divinidad residía en su total plenitud en la persona de Jesús corporalmente, esto no significa que Él fuera "portador" de Dios, sino Dios mismo. Jesús ciertamente es La Plenitud que lo llena todo en todo. Jesús no necesitaba la unción del Espíritu Santo como algo ajeno a su naturaleza para realizar su obra en tanto que aquel Espíritu era el suyo propio.

Pues bien, aclarados esos puntos, llegamos a una conclusión sencilla: Jesús no es "dos naturalezas", Jesús es una persona. Las madres no paren naturalezas, las madres paren personas. María es Madre de Jesús, por tanto Madre de Dios.

No quiero adelantarme a contestar posibles objeciones, por lo que prefiero dejarle mi aporte claro y expresivo y luego responderé a lo que usted objete.

En el Amor de Jesús.
Gabaon.
 
Donde dice la Escritura que María es la madre de Dios???
 
Tobi,

Yo creo que la escritura lo dice bastante claro:

"[Isabel]quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando ... De dónde a mí que la Madre de mi Señor ["Adonai"] venga a mí?" (Lc 1, 43).

Adonai es la Palabra que la Septuginta utiliza innumerables veces como Dios.

Dado que es el Espíritu Santo el que habla por boca de Isabel... no parece lógico que la tercera persona de la Santísima Trinidad se esté refiriendo a ningún otro "Adonai" que sea Dios.

Pero si tienes otra alternativa háznosla saber.

No en vano hasta los verdaderos Reformadores (Lutero, Clavino...) nunca pusieron en duda la Maternidad Divina de María. Hay que entender que si ellos se guiaban por el "sola Sacriptura", debían de leerlo con tanta claridad como cualquier persona lo lee en esa cita de Lucas.

Un Saludo.
 
«Al llamar [a María] "Madre de Dios" se compendia
todo su honor y nadie puede decir algo más grande, aunque tuviera tantas lenguas como las hojas o plantas de hierba que existen, como estrellas en el cielo o arenas en el mar». Martín Lutero («Das Magnificat», W 7, 572-573).

Sirva esta cita como un sólo ejemplo de alguien muy "autorizado" que sí entendía que María era la Madre de Dios según la Biblia.

O no era Lutero el que defendía la "Sola Scriptura"

Un saludo.
 
«Al igual que la madera, no tuvo otro mérito que el de estar preservada por Dios y ser apta para la cruz, así María no tiene otra dignidad que la de estar preservada divinamente y ser apta para ser Madre-de-Dios» M. Lutero(«Das Magnificat», W 7, 573)


Y esta otra como añadidura.

Parece claro que el Reformador Lutero no tenía la más mínima duda de que la Biblia sí habla de María como la Madre de Dios.

DLB.
 
EL DOGMA DE MARIA, MADRE DE DIOS


LA IGLESIA CATOLICA ROMANA ENSENA

«Dios, Padre de las misericordias, quiso que precediera a la Encarnación del verbo la aceptación por parte de la Madre predestinada, para que así como la mujer contribuyó a la muerte, así también contribuyera a la vida. Lo cual vale en forma eminente de la Madre de Jesús quien dio a luz la Vida misma que renueva todas las cosas, y fue enriquecida por Dios con dones dignos de tan gran dignidad» (Lumen Gentium, 8, Concilio Vaticano 11).Le da a María el título de Madre de Dios: María es verdaderamente «Madre de Dios» porque es la madre del Hijo eterno de Dios hecho hombre, que es Dios mismo. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de «Madre de Dios», bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos y necesidades (Catecismo de la Iglesia Católica, n.o 971).

«Profundamente se apartan de la verdad quienes creen que tan sólo pueden explicarse y definir plena y rectamente la dignidad y sublimidad de la Santísima Virgen por las Sagradas Escrituras, sin tener en cuenta la tradición católica y el sagrado magisterio» (Pío XII, Inter complures).



LOS CRISTIANOS AFIRMAMOS



A pesar de que no hay un precedente bíblico para ello, el catolicismo romano honra a María como la Madre de Dios. Y razonan así: «Puesto que Jesús es Dios y. María es la madre de Jesús, entonces María debe ser la Madre de Dios», más o menos, ese es el argumento que los católicos utilizan, pero el lenguaje bíblico es la «madre de Jesús» ó «la madre de mi Señor» (Lucas 1:43), desconociendo otras denominaciones.

Siguiendo esos planteamientos las gentes sencillas y los no iniciados podrían con toda lógica extraer la conclusión de que siendo que Jesús es de la misma substancia que Dios, y siendo que María dio a luz a Jesús, se desprende que María dio a luz a Dios. Pero ¿cómo puede una criatura dar a luz a su propio Creador?
Dios siempre ha existido. Dios nunca tuvo madre, o padre, o genealogía. Nadie lo engendró. Ahora bien, es cierto que Jesús es parte de la Deidad, pero cuando Jesús vino a la tierra, asumió una naturaleza completamente humana. Estaba sujeto a los mismos padecimientos y angustias de los hombres, fue tentado en todo, como cualquier hombre, aunque sin pecar. Vino el mundo con el nombre de Jesús (o Enmanuel) que quiere decir «Salvador», porque «...él salvara a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:21).

Así lo atestigua la Sagrada Escritura:«Dios... nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual (Cristo), siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo a efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las Alturas» (Hebreos 1:1-3).

Por otra parte, la Biblia nunca llama a María la Madre de Dios por una razón muy simple: Porque, Dios no tiene madre. Como alguien bien ha dicho, así como la naturaleza humana de Cristo no tuvo padre, así también su naturaleza divina no tuvo madre. La Biblia, por lo tanto, correctamente llama a María la «madre de Jesús» (Juan 2: 1; Hechos 1: 14), pero nunca la denomina como la Madre de Dios.

Nuestro Señor Jesucristo es Dios hecho carne. La virgen María, bienaventurada sobre todas las mujeres, fue escogida de Dios para ser la madre de la naturaleza humana de Cristo. Ella fue madre de su cuerpo físico, pero no pudo ser madre de su deidad. Los textos bíblicos que avalan esta definición son: «...el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios» (Lucas ; 1:35); «¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre _ de mi Señor venga a mí? (Lucas 1:43); «Pero cuando viI no el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley» (Gálatas 4:4).

El término utilizado por Pablo para nacer en Gálatas 4:4, no es la palabra usual gennetos, que se usa por ejemplo al decir que Juan el Bautista «nace de mujer» (Mateo 11:11), sino que adopta la otra palabra genómenos «<era» «hecho de mujer»), que significa «llegó a ser», o «fue hecho». Aquí Pablo usa tres veces la palabra gennetos al referirse al nacimiento de otros, pero al escribir de Cristo elige la palabra más apropiada genómenos.

La Palabra de Dios habla de Jesús como de «Dios encarnado» o como otros denominaron «Dios carne Iportante» (Theos sarkophoros), y «Dios nacido de mujer». Estas son expresiones que los católicos hoy aplican ampliamente a María, sólo que invirtiendo el orden de las palabras para hacer recaer en ella el protagonismo y no en la acción libre de Dios: «La mujer de la cual Dios nació», «la carne que llevó a Dios».

María no concibió a Jesús como una naturaleza, sino como a una persona, un ser humano con todas las.. características físicas normales. María no concibió la naturaleza divina de Cristo, porque esa naturaleza existía desde antes de la fundación del mundo.
He aquí algunas citas que demuestran la eternidad de la naturaleza divina de Cristo: «Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldráel que será Señor en Israel; y sus salidas son desde elprincipio, desde los días de la eternidad» (Miqueas 5:2).

«Ahora, pues, Padre, glorifícame tú aliado Tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese... Padre, aquellos que me has dado, quiero que don de yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.(Juan 17:5 y 24)

Cristo la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, es eterno. Siempre ha existido. Como Dios, Él no ha tenido principio, y por consiguiente, no es lógico hablar de María como madre de Dios: «Porque en él fueron creadas todas las cosas... todo fue creado por medio de él y para él» (Colosenses 1:16).

«En el principio era el I Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho» (Juan 1:1-3); y otros textos sobre la preexistencia de Cristo, antes de la existencia de María, prueban que ella no puede ser madre de su deidad

La Iglesia de Roma usa como argumento para probar este dogma, la confesión de Elisabet, prima de María: «¿Por qué se me concede esto a mi que la madre de mi Señor venga a mí?» (Lucas 1:43). Pero fijémonos bien, aquí se llama a María madre del Señor como verdadero hombre, pero no como verdadero Dios. Elisabet dijo: «LA MADRE DE MI SEÑOR». No dijo: «la madre de Dios», ni «mi madre».

Veamos algunas declaraciones que son definitivas y contundentes por su afirmación: _< Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío»(Juan 20:28). «El dijo: ¿Quien eres Señor? y le dijo: YO soy Jesús, a quien tu persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón» (Romanos 9:5). «Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vidq eterna» (1 Juan 5:20).


De María, jamás se dice nada semejante, cuanto menos algo que tenga el mínimo parecido a estos textos. Ella recibió una gracia especial de Dios para servirle en forma única. Es este aspecto ella está sola entre la humanidad y todas las generaciones la consideran «bendita». Pero la Escritura guarda silencio en cuanto a cualquier lugar especial que María tuviese por sí misma. El título «madre de Dios (theotokos) debe entonces usarse con cuidado por causa de las implicaciones que tiene para María misma, aunque reconozcamos lo apropiado del término cuando se aplica, como en Éfeso, para declarar la deidad de Jesucristo aun en su vida encarnada.


EL DOGMA DE MARÍA, MADRE DE DIOS


La Iglesia de Roma usa como argumento para probar este dogma, la confesión de Elisabet, prima de María: «¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?» (Lucas 1:43). Pero fijémonos bien, aquí se llama a María madre del Señor como verdadero hombre, pero no como verdadero Dios. Elisabet dijo: «LA MADRE DE MI SEÑOR». No dijo: «la madre de Dios», ni «mi madre».
Veamos algunas declaraciones que son definitivas y contundentes por su afirmación: !( Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío»(Juan 20:28). «El dijo: ¿Quien eres Señor? y le dijo: YO soy Jesús, a quien tu persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón» (Romanos 9:5). «Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vidq eterna» (1 Juan 5:20).

De María, jamás se dice nada semejante, cuanto menos algo que tenga el mínImo parecIdo a estos textos. Ella recibió una gracia especial de Dios para servirle en forma única. Es este aspecto ella está sola entre la humanidad y todas las generaciones la consideran «bendita». Pero la Escritura guarda silencio en cuanto a cualquier lugar especial que María tuviese por sí misma. El título «madre de Dios (theotokos) debe entonces usarse con cuidado por causa de las implicaciones que tiene para María misma, aunque reconozcamos lo apropiado del término cuando se aplica, como en Éfeso, para declarar la deidad de Jesucristo aun en su vida encarnada.

No podemos decir, como los católicos hacen, que María es madre de Dios. Según la Biblia, María solamente es un ser humano, con los límites humanos. Dios es el «Señor del cielo y de la tierra» (Hechos 17:24). Jesucristo es Dios omnipotente, omnipresente y omnisciente. El es eterno sin comienzo y sin fin. Como Dios, Cristo existía antes de su nacimiento terrenal ¿Cómo puede ser María, que tiene comienzo y fin ser la madre de Dios, entonces Jesucristo no sería, Dios.
Antes de mi no fue formado dios, dice Jehova, ni lo será después de mí, dice Jehová» (Isaías 43:10).

Si no hay ninguno antes de Jehová, no podemos llamar a María «madre de Dios».

El clero hace creer que por el hecho de ser María la madre de Jesús, es de la familia divina, Madre de Dios, y por eso digna de adoración. Pero esto es una blasfemia: María no es la madre de Dios; es verdad que Jesús, el cual nació de María, era Dios y a la vez hombre, pero está claramente enseñado en la Biblia, que María lo fue solamente de Aquel que era Dios manifestado en carne; fue madre de su humanidad únicamente, o sea, de Su carne; Jesús sólo tenía de ella su naturaleza humana, su divinidad Él la tenía de Dios.
El apóstol Pablo, establece exactamente la distinción al decir de Jesús, que Dios«...había prometido antes por sus profetas en las Santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad...» (Romanos 1:2-4).
Si María fuera madre de Dios, tendría que ser también madre del Espíritu Santo, ya que la divinidad existe en las tres personas de la Santísima Trinidad, cada una de las cuales es Dios. La única manera en que pudiera ser «Madre de Dios» sería que ella misma fuera divina, una diosa, y miembro de la familia celestial, cosa que la Biblia no enseña de ninguna manera. Esto es lo que el título implica.
La Biblia llama a María, «la madre de Jesús» solamente. Ese único título basta, sin embargo, para que todos los cristianos la deban amar. Cualquier otro título es imposible, ya que Dios no puede tener madre: El es eterno y ha existido siempre. No sería un titulo adecuado, ya que Dios no necesita madre para existir. Es antibíblico, ya que Jesús mismo dice «...Antes que Abraham fuese, yo soy» (Juan 8:58).

Sólo en su naturaleza humana podría haber tenido Jesús una madre. Meyer Marcus hace una 'observación muy pertinente. Dice, ¿«se imagina a María presentando a Jesús como «este es Dios, mi Hijo»? Si María puede en propiedad ser la madre de Dios, entonces José es el padrastro de Dios; Santiago, José, Simón y Judas son los hermanos de Dios; Isabel es la tía de Dios y Juan el Bautista es el primo de Dios». Absurdo, ¿no es cierto?

Después del nacimiento de Jesús, María no ocupa ningún sitio de honor en las Escrituras. Las pocas veces que se le menciona es siempre subordinada a la gloria de su Hijo. Ni aún los apóstoles le demostraban honor especial. Ni Pedro, ni Pablo, Juan o Santiago la mencionan en las cartas que escribieron a las iglesias. Juan la cuidó mientras vivía, y sin embargo no la menciona en ninguna de sus tres cartas. No se hace mención de que ella haya llevado a cabo ninguna obra especial ni que fuera el centro de algún movimiento cristiano.




LAS DESVENTURAS DE LA VIRGEN MARÍA. Análisis de la mariología a la luz de la Biblia y de la Historia. Manuel Díaz Pineda PHP. AEP
 
Y ésta otra para completar, por si no has visto mi propia firma:


" «La dulce Madre de Dios me procure ella misma el espíritu, para que pueda explicar útil y objetivamente este cántico suyo» [/b]

M. Lutero («Das Magnificat, W 7, 574-575).

DLB.
 
Parece claro que el Reformador Lutero no tenía la más mínima duda de que la Biblia sí habla de María como la Madre de Dios.


El reformador Lutero, todavía llevaba en su bagaje, las blasfemias que Roma le había inculcado. Incluso su anti judaismo era producido por lo que aprendió en el seno de la Gran Ramera
 
Con el presente mensaje no intento probar la veracidad del dogma católico de La Maternidad Divina de María. Mi única y exclusiva intención es probar que dicho dogma no entra en contradicción con el testimonio de La Biblia, Palabra de Dios.


A mí no me engaña, usted está defendiendo el dogma romanista, porque usted es un gran mariano, y si no lo demuestra, está usted creyendo una mentira de satanás.


Está usted excusando su religiosidad mariana, ni más ni menos...usted le está quitando
 
Gabaon

Haga lo que Dios le está diciendo hace tiempo, y deje de honrar imágenes; Dios jamás le ha dicho a usted que venere a María, ni que le rece, y usted le esta quitando TODA LA GLORIA A DIOS, CUANDO DIOS NO COMPARTE SU GLORIA CON NADIE NI DA SU ALABANZA A ESCULTURAS.


Escuche a Dios, que hace tiempo le habla, no luchge con sus tradiciones y su religiosidad...Cristo es mucho más
 
Quizás convenga aclarar a algunos foristas que el propio Lutero estaba lejos de defender posiciones sobre María, que a veces leemos en este foro.

Digo esto, no por yo ser Protestante, sino para que aquellos que lo son conozcan al menos la postura que los reformadores tenían sobre la Santísima y Purísima Virgen María.

Intentaré aportar algunas citas más de las que ya he aportado anteriormente, para aportar claridad al asunto.

"Creo y sé que la Escritura nos enseña que sólo la segunda persona en la deidad, es decir, el Hijo, se hizo verdadero hombre, concebido por obra del Espíritu Santo sin intervención de hombre, nacido de la pura y santa Virgen María, como de una real y natural madre, tal como lo narra San Lucas (Lc 1,26 y ss) claramente y los profetas lo habían predicho (Is 7, 14»

(Confesión acerca de la Santa Cena de Cristo,Martín Lutero,Obras de Martín Lutero, t.5, Ed. Paidós, 1971, pág. 529)


«En Él creo; y creo, por consiguiente, en el Hijo de Dios sin dividirlo del Hijo de nacido de María. Mi fe se adhiere no sólo al Hijo de Dios o a su divinidad sino también a Él que es llamado hijo de María, porque son idénticos. Estoy decidido a no saber nada del Hijo de Dios que no es también el Hijo de María que sufrió, el Dios envuelto en la humanidad y quien es una Persona. No me atrevo a separar el uno del otro y decir que la humanidad no sirve, sino sólo la divinidad»

(Sermones sobre el Evangelio de San Juan, Chapters 6-8, Martín Lutero,Luther?s Works , Vol. 23, St. Louis, Concordia Publishing House, pág. 101-102)

«¡Cómo se habrá sentido la amada Virgen María cuando llegó el ángel y le comunicó el mensaje de que sería la madre del Altísimo (Lc 1,26 y ss)! ¿Quién se encontraba a su lado y creyó a este mensaje acompañándola? ¿Habrá tomado en cuenta el hecho de que estaban a disposición las hijas de tantos señores y príncipes ricos y poderosos? ¿No podría Dios haber hallado alguna otra para esta tarea tan importante? Sin embargo, sólo la virgen fue llamada a esta obra, ella que era una doncella pobre, desconocida y despreciada»

(El sermón de la montaña (sermones), Martín Lutero, Luther?s Works, Vol. 21, St. Louis, Concordia Publishing House, pág. 243)

Parece que LUTERO sí tiene claro que "..la Madre de mi Señor.." SI significa que María es la Madre del Altísimo.

Si acaso citaremos algunas más después.

Dios le Bendiga a Todos, y espero haber sido de ayuda.

Especialmente a tí, Toni.
 
Aunque me odien y me recriminen, no me callaré

Aunque me odien y me recriminen, no me callaré

JESUCRISTO SIENDO EN "FORMA" DE DIOS, NO TUVO USURPACION DE SER IGUAL A DIOS. SIN EMBARGOSE ANONADO ASI MISMO, TOMANDO FORMA DE SIERVO, HECHO SEMEJANTE A LOS HOMBRES; Y HALLADOEN LA CONDICION COMO HOMBRE, SE HUMILLO A SI MISMO, HECHO OBEDIENTE HASTA LA MUERTE, Y MUERTE DE CRUZ. POR LO CUAL DIOS (EL DUEÑO) TAMBIEN LE ENSALZO A LO SUMO Y DIOLE UN NOMBRE QUE ES SOBRE TODO NOMBRE; PARA QUE EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO (EL HIJO DE DIOS) SE DOBLE TODA RODILLA DE LOS QUE ESTAN EN LOS CIELOS, Y DE LOS QUE ESTAN EN LA TIERRA, Y DE LOS QUE ESTAN DEBAJO DE LAS AGUAS DE LA TIERRA Y TODA LENGUA CONFIESE QUE JESUCRISTO (EL HIJO DE DIOS) ES EL SEÑOR PARA LA GLORIA DE DIOS (EL DUEÑO) EL PADRE. FILIPENSES 2:7-11

PORQUE HAY UN DIOS (EL DUEÑO); ASIMISMO UN MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES JESUCRISTO (EL HIJO DE DIOS) HOMBRE. 1A. TIMOTEO 2:5 Y A JESUCRISTO (EL HIJO DE DIOS) MEDIADOR DEL NUEVO TESTAMENTO Y A LA SANGRE DEL ESPARCIMIENTO QUE HABLA MEJOR QUE LA DE ABEL.HEBREOS 12:24
 
Originalmente enviado por: Maripaz
El reformador Lutero, todavía llevaba en su bagaje, las blasfemias que Roma le había inculcado. Incluso su anti judaismo era producido por lo que aprendió en el seno de la Gran Ramera

Maripaz,

Lutero cita textualmente la Biblia. Relee los posts. Paricularmente este que le propongo a Toni, para responder a su pregunta:

«¡Cómo se habrá sentido la amada Virgen María cuando llegó el ángel y le comunicó el mensaje de que sería la madre del Altísimo (Lc 1,26 y ss)! ¿Quién se encontraba a su lado y creyó a este mensaje acompañándola?....

El sermón de la montaña (sermones), Martín Lutero, Luther`s Works, Vol. 21, St. Louis, Concordia Publishing House, pág. 243)
Dios te bendiga, y sigue con tu ardor.
 
Así más clarito.


«¡Cómo se habrá sentido la amada Virgen María cuando llegó el ángel y le comunicó el mensaje de que sería la madre del Altísimo (Lc 1,26 y ss)! ¿Quién se encontraba a su lado y creyó a este mensaje acompañándola?....

El sermón de la montaña (sermones), Martín Lutero, Luther`s Works, Vol. 21, St. Louis, Concordia Publishing House, pág. 243)


DLB.
 
Originalmente enviado por: Maripaz
EL DOGMA DE MARIA, MADRE DE DIOS

LOS CRISTIANOS AFIRMAMOS


A pesar de que no hay un precedente bíblico para ello, el catolicismo romano honra a María como la Madre de Dios. Y razonan así: «Puesto que Jesús es Dios y. María es la madre de Jesús, entonces María debe ser la Madre de Dios», más o menos, ese es el argumento que los católicos utilizan, pero el lenguaje bíblico es la «madre de Jesús» ó «la madre de mi Señor» (Lucas 1:43), desconociendo otras denominaciones.

Siguiendo esos planteamientos las gentes sencillas y los no iniciados....


Maripaz, cálmate, no somos los católicos sólo los que afirmamos eso. Es TODA la cristiandad. Incluida la REFORMA.

Lutero no es sospechoso de ser ningún católico, y dice exactamente lo contrario que tú . No es necesario injuriar a nadie, ni siquiera a Lutero por leer lo mismo que todos leemos en Lucas:

«¡Cómo se habrá sentido la amada Virgen María cuando llegó el ángel y le comunicó el mensaje de que sería la madre del Altísimo (Lc 1,26 y ss)! ¿Quién se encontraba a su lado y creyó a este mensaje acompañándola?....

El sermón de la montaña (sermones), Martín Lutero, Luther`s Works, Vol. 21, St. Louis, Concordia Publishing House, pág. 243)
 
De Gabaon
El cual, rizando el rizo muestra su capacidad de razonamiento. Ha escrito:
Este dogma toca el misterio mismo de la Santísima Trinidad y es necesario hacer unas aclaraciones sobre ella antes de llegar a María.

En La Trinidad tenemos tres personas distintas y diferenciadas, pero que son un mismo Dios y comparten las mismas características sustanciales; independientemente de las "labores" que realice una de estas Personas, ella comparte con las otras dos los mismos y exactos atributos de su Naturaleza; ninguna de estas Personas ha sido creada y ninguna de ellas antecede a la otra en la dimensión temporal. Así el Padre es Dios, el Espíritu es Dios y el Hijo es Dios, sin embargo no tenemos tres sino un solo Dios (Credo Atanasiano). Por lo tanto, lejos de las diferencias de "labores" de estas Personas, es improcedente tratar de diferenciar lo que puede hacer una Persona, o distinguir las características sustanciales que goza sólo una de ellas. Es por esta razón que algunos versos bíblicos nos resultan "incómodos" u "obscuros" al no saber a ciencia cierta qué persona de la Divinidad realmente actúa, y está por demás decir que no es la intención del autor sagrado haer tal diferencia por lo ya mencionado.

Si esto es exactamente así nos servirá tanto el si como el no a la pretendida Madre de Dios. Es más la niega, no el hecho que arguye Gabaón sino el hecho de la función del Hijo el cual adquiere una naturaleza distinta a la del Padre y a la del Espíritu Santo. Su naturaleza humana y esta fué perfectamente distingible. De esta naturaleza humana es madre Maria y lo contrario es negar la Trinidad de Dios.
Otra de las cosas que afirma, haciendo alarde de conocimientos teológidos, :confused: es esta:
Es por esta razón que algunos versos bíblicos nos resultan "incómodos" u "obscuros" al no saber a ciencia cierta qué persona de la Divinidad realmente actúa,
¿Cuales son estos versos bíblicos? Lo que está claro es cuando actua el Hijo. Cabe no olvidar que el ungido lo fué por el hecho de ser "hombre" y como "hombre" y no como Dios. El Cristo, Ungido es el que nació de María y no el Padre y el Espiritu. Precisamente la Trinidad aparece cuando el Hijo se hizo carne. Antes de esto no es conocida en las Escrituras. Por lo que, cuando en algunos textos, parecen llevar implicita la Trinidad en realidad, nunca se puede deducir la existencia del Hijo.
Asi, que, Gabaon, cuando un supuesto es inexacto e incluso falso no se puede formular un tésis basada en el mismo.
 
Originalmente enviado por: Catholico34
Tobi,

Yo creo que la escritura lo dice bastante claro:

"[Isabel]quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando ... De dónde a mí que la Madre de mi Señor ["Adonai"] venga a mí?" (Lc 1, 43).

Adonai es la Palabra que la Septuginta utiliza innumerables veces como Dios.

Dado que es el Espíritu Santo el que habla por boca de Isabel... no parece lógico que la tercera persona de la Santísima Trinidad se esté refiriendo a ningún otro "Adonai" que sea Dios.

Pero si tienes otra alternativa háznosla saber.

No en vano hasta los verdaderos Reformadores (Lutero, Clavino...) nunca pusieron en duda la Maternidad Divina de María. Hay que entender que si ellos se guiaban por el "sola Sacriptura", debían de leerlo con tanta claridad como cualquier persona lo lee en esa cita de Lucas.

Un Saludo.

Amigo mio. Te hago saber que no tengo el más mínimo interes en discutir opiniones y doctrinas de personas privadas. Lo que si discuto son aquellas doctrinas que sostiene el Magisterio romanista.
Como te he mostrado en varias ocasiones las tuyas no se ciñen a las otras por lo que el diálogo contigo es completamente estéril. Tienes el derecho de creer lo que te apetezca, pero no tienes el de darnos gato por liebre.

Ad imposibilia nemo tenetur.
 
Originalmente enviado por: Catholico34
Maripaz,

Lutero cita textualmente la Biblia. Relee los posts. Paricularmente este que le propongo a Toni, para responder a su pregunta:

«¡Cómo se habrá sentido la amada Virgen María cuando llegó el ángel y le comunicó el mensaje de que sería la madre del Altísimo (Lc 1,26 y ss)! ¿Quién se encontraba a su lado y creyó a este mensaje acompañándola?....

El sermón de la montaña (sermones), Martín Lutero, Luther`s Works, Vol. 21, St. Louis, Concordia Publishing House, pág. 243)
Dios te bendiga, y sigue con tu ardor.



El Altísimo NO TIENE MADRE, lo diga el papa o lo diga Lutero, cuando estaba impregnado de las aberrantes doctrinas del romanismo
 
Digo esto, no por yo ser Protestante, sino para que aquellos que lo son conozcan al menos la postura que los reformadores tenían sobre la Santísima y Purísima Virgen María.


Conocemos mucho más de lo que usted conoce su propia religión repleta de blasfemia contra Dios.


La bienaventurada ya María NO ES VIRGEN, usted está siendo engañado por la Gran Ramera


María fue conocida (tuvo sexo) con José después de nacer Jesús.






La doctrina de la perpetua virginidad de Maria no se empezó a enseñar hasta 300 años después de la ascensión de Jesús a los cielos. Fue en el Concilio de Calcedonia, en el año 451, donde se dio aprobación oficialmente esta infundada enseñanza.

Basilio (+379) defendió la perpetua virginidad de María. Reconoce que en la Escritura no hay argumentos para probar apodícticamente la virginidad «post partum», y por eso recurre - más como ilustración que como prueba - a la narración apócrifa de Zacarías, pero el verdadero argumento para él estaba en el sentido de los fieles: «no soportan que se diga que la Theotókos cesó de ser virgen en un determinado momento» (Hom. de Nativitate).

Tanto Epifanio como Jerónimo, defensores de estas teorias, eran seguidores de la vida ascética y monástica, lo cual explica el empeño de ellos por afirmar la perpetua virginidad de María. Uno de los primeros testimonios con que contamos en relación a esta doctrina es el del papa León Magno que, a mediados del siglo quinto, afirmaba que María «dio a luz conservando la virginidad, así como la había conservado al concebirlo».

Otro papa, Hormisdas, en el 521 d.C., señalaba que el Hijo de Dios nació «dejando intacta, por el poder divino, la virginidad de la madre». Este dogma de María siempre virgen (María semper Virgo) fue finalmente definido como artículo de fe en el V Concilio General celebrado en Constantinopla bajo el Papa Virgiluio en el año 553
La primera definición formal del dogma puede ser la que manifiesta el I Concilio de Letrán del año 649 bajo el papa Martín 1. El Canon 3 de ese Concilio decretó: «Si alguno no confiesa en armonía con los santos padres que la santa y siempre virgen inmaculada María es real y verdaderamente la Madre de Dios, en cuanto que ella en los últimos tiempos y sin semen concibió por el Espíritu Santo a Dios el Verbo mismo especial y verdaderamente, que fue nacido de Dios el Padre antes de todas las edades, y le llevó incorrupto, y después de su nacimiento su virginidad permaneció indisoluble, sea anatema».

A partir de entonces, puede decirse que la creencia en la virginidad perpetua de María se generalizó haciéndose común la referencia a la misma en los documentos conciliares, como la epístola del papa Agatón, del año 680. Así en el concilio de Toledo del año 693 se afirma de María que siendo «virgen concibió, virgen dio a luz y, después del parto, conservó sin menoscabo el pudor de la integridad».

El Concilio de Trento confirmó esta afirmación en el año 1555 bajo la forma de una constitución por el papa Pablo IV, titulada Cum qt¡orundam. Esta constitución fue dirigida contra los socinianos, a los que el Papa advirtió que no enseñaran que «la misma muy bienaventurada virgen María no es realmente la madre de Dios, y no permaneció siempre en la integridad de la virginidad, es decir, antes del nacimiento, en el nacimiento y perpetuamente después del nacimiento». De esta declaración viene el clásico término teológico semper Virgo (siempre virgen), ante partum, in partum, et post partum (antes del nacimiento, en el nacimiento y después del nacimiento). De modo oficial, sin embargo, María no fue «preservada libre de toda mancha del pecado original» hasta el año 1584.

Con todo, la doctrina fue enfatizada particularmente durante la Edad Media y el período de la Contrarreforma, llegando hasta nuestra época. Ya en el presente siglo, ha sido recalcada nuevamente por el Concilio Vaticano II, al referirse a la «integridad virginal».

Por doloroso que pueda ser para muchos, el investigador honesto no puede sino reconocer que el origen de la creencia en la virginidad perpetua de María no se halla ni en el Nuevo Testamento, ni en fuentes históricas fiables, ya sean de tipo escrito o arqueológico.

Sus raíces se hunden en una obra escrita durante el siglo tercero, presentada falsamente bajo el nombre de Santiago, el hermano de Jesús, quien murió en el año 62 d.c.; surgida en el seno de la secta herética de los ebionitas; nacida con la pretensión de inocular en el seno del cristianismo una visión ascética contraria al mismo y que, para defender el buen nombre de Jesús y de María, recurrió no a la realidad histórica sino a la invención de historias que nunca tuvieron lugar.

COMENTARIO


De hecho, tratadistas católicos especializados en mariología se ven obligados a reconocer que tal doctrina no se desprende de la Escritura, sino de una tradición posterior. El biblista P.Colunga admitía que resultaba difícil encontrar en la Biblia un argumento concluyente a favor de la virginidad de María después del nacimiento virginal de Jesús, siento la Tradición el único recurso definitivo para el dogma (primera edición de la Biblia Nacar-Colunga).

Como lo ha expresado un distinguido mariólogo católico romano: «.. nuestra fe en este dogma finalmente descansa no en los recursos de la prueba histórico-exegética, sino más bien en la autoridad magistral de la iglesia, que es la única intérprete auténtica de la Escritura».

A este respecto, Carda, en una obra que cuenta con el expreso aprecio del papa Juan Pablo II, ha señalado:
«A diferencia del aspecto relativo a la concepción virginal, no se encuentra en la Sagrada Escritura testimonio alguno por el que conste que ella siguió un parto también virginaL Este otro aspecto de la virginidad de María hay que buscarlo en la ulterior reflexión hecha desde la fe». La afirmación del citado mariólogo es, desde nuestro punto de vista, totalmente correcta. La Escritura no hace referencia a la virginidad perpetua de María.

El dogma de la perpetua virginidad es con mucho el más importante de los dogmas mariológicos, porque es la base de todas las especulaciones posteriores acerca de Los privilegios y gracias especiales concedidos a María debido a su relación con Jesucristo.

El dogma de la perpetua virginidad de María en particular es el fundamento de la interpretación católicorromana de la maternidad divina y de los dogmas de la Inmaculada Concepción y la Asunción de María. Ninguno de los últimos dos dogmas es posible sin aquel, porque ambos presuponen que el cuerpo de María no fue corrompido por el pecado.


¿Aceptaremos la Biblia como nuestra única autoridad, o aceptaremos la posición católica de tomar tanto las Escrituras como la tradición? La Iglesia Católica no puede defender su doctrina apoyándose en la Biblia; tienen que salir de los límites de la Palabra de Dios, y como resultado termina con una doctrina que contradice lo que la Palabra de Dios enseña claramente.

Desde un punto de vista moral, no deja de ser lamentable que durante siglos, millones de personas hayan dejado de lado la evidencia contenida en los evangelios para dar como buena la información que aparece en un documento carente de las más mínimas garantías.

Aunque la doctrina de la virginidad perpetua de María forma parte indisoluble de la mariología, lo cierto es que carece de la más mínima base no sólo bíblica sino histórica. Hoy en día, los mismos estudiosos católicos tienden a reconocer que no existe exposición de esta doctrina en las Escrituras y que para aceptarla se hace necesario remitirse a un desarrollo teológico posterior.

Este desarrollo no tiene importancia real hasta el siglo cuarto, y no se extiende de manera considerable en el seno de la cristiandad hasta la época Medieval. Su origen, sin embargo, puede situarse en el contexto de la secta herética de los ebionitas (más difícilmente en algún movimiento gnóstico) hacia el siglo tercero. Aunque parte de la intencionalidad del escrito tenía una finalidad positiva, no podemos cerrar los ojos ante el hecho de que sus raíces eran heterodoxas, su autor falso, su teología antibíblica y su contenido contrario a las Escrituras y al testimonio de las fuentes históricas.

Desgraciadamente, a partir de una falacia de tamaña magnitud acabaría erigiéndose uno de los pilares esenciales de la enseñanza «mitológica de María». De hecho, puede afirmarse que sin el Protoevangelio de Santiago, el desarrollo ulterior de la mariología seguramente no habría sido el mismo.
Si la doctrina de la perpetua virginidad de María se hubiese originado con Dios, encontraríamos evidencias que la corroboraran en las Escrituras. Pero no existen tales evidencias, y el testimonio de las Escrituras nos obliga a creer que María tuvo otros hijos de su matrimonio con José

Pablo declara osadamente: «...y aun si a Cristo cono cimos según la carne, ya no lo conocemos así» (2 Corintios 5:16). Esta es una declaración clara e inequívoca, que no da cabida a malás interpretaciones. Esta sola declaración paulina evidencia y sintetiza la actitud cristiana general hacia María conforme nos la presenta el Nuevo Testamento: nosotros los cristianos, por el testimonio fundamental de la Escritura, ya no conocemos a Jesús como el hijo de María, porque el nuestro es el Cristo resucitado y exaltado.


Las desventuras de María
Manuel Díaz Pineda Ph. D.
Pgs. 50-55
Ed AEP

 
Digo esto, no por yo ser Protestante, sino para que aquellos que lo son conozcan al menos la postura que los reformadores tenían sobre la Santísima y Purísima Virgen María.


Conocemos mucho más de lo que usted conoce su propia religión repleta de blasfemia contra Dios.


Esto es lo que creían los primeros cristianos, padres de la Iglesia

La doctrina de la perpetua virginidad de Maria no se empezó a enseñar hasta 300 años después de la ascensión de Jesús a los cielos. Fue en el Concilio de Calcedonia, en el año 451, donde se dio aprobación oficialmente esta infundada enseñanza.

Basilio (+379) defendió la perpetua virginidad de María. Reconoce que en la Escritura no hay argumentos para probar apodícticamente la virginidad «post partum», y por eso recurre - más como ilustración que como prueba - a la narración apócrifa de Zacarías, pero el verdadero argumento para él estaba en el sentido de los fieles: «no soportan que se diga que la Theotókos cesó de ser virgen en un determinado momento» (Hom. de Nativitate).

Tanto Epifanio como Jerónimo, defensores de estas teorias, eran seguidores de la vida ascética y monástica, lo cual explica el empeño de ellos por afirmar la perpetua virginidad de María. Uno de los primeros testimonios con que contamos en relación a esta doctrina es el del papa León Magno que, a mediados del siglo quinto, afirmaba que María «dio a luz conservando la virginidad, así como la había conservado al concebirlo».

Otro papa, Hormisdas, en el 521 d.C., señalaba que el Hijo de Dios nació «dejando intacta, por el poder divino, la virginidad de la madre». Este dogma de María siempre virgen (María semper Virgo) fue finalmente definido como artículo de fe en el V Concilio General celebrado en Constantinopla bajo el Papa Virgiluio en el año 553
La primera definición formal del dogma puede ser la que manifiesta el I Concilio de Letrán del año 649 bajo el papa Martín 1. El Canon 3 de ese Concilio decretó: «Si alguno no confiesa en armonía con los santos padres que la santa y siempre virgen inmaculada María es real y verdaderamente la Madre de Dios, en cuanto que ella en los últimos tiempos y sin semen concibió por el Espíritu Santo a Dios el Verbo mismo especial y verdaderamente, que fue nacido de Dios el Padre antes de todas las edades, y le llevó incorrupto, y después de su nacimiento su virginidad permaneció indisoluble, sea anatema».

A partir de entonces, puede decirse que la creencia en la virginidad perpetua de María se generalizó haciéndose común la referencia a la misma en los documentos conciliares, como la epístola del papa Agatón, del año 680. Así en el concilio de Toledo del año 693 se afirma de María que siendo «virgen concibió, virgen dio a luz y, después del parto, conservó sin menoscabo el pudor de la integridad».

El Concilio de Trento confirmó esta afirmación en el año 1555 bajo la forma de una constitución por el papa Pablo IV, titulada Cum qt¡orundam. Esta constitución fue dirigida contra los socinianos, a los que el Papa advirtió que no enseñaran que «la misma muy bienaventurada virgen María no es realmente la madre de Dios, y no permaneció siempre en la integridad de la virginidad, es decir, antes del nacimiento, en el nacimiento y perpetuamente después del nacimiento». De esta declaración viene el clásico término teológico semper Virgo (siempre virgen), ante partum, in partum, et post partum (antes del nacimiento, en el nacimiento y después del nacimiento). De modo oficial, sin embargo, María no fue «preservada libre de toda mancha del pecado original» hasta el año 1584.

Con todo, la doctrina fue enfatizada particularmente durante la Edad Media y el período de la Contrarreforma, llegando hasta nuestra época. Ya en el presente siglo, ha sido recalcada nuevamente por el Concilio Vaticano II, al referirse a la «integridad virginal».

Por doloroso que pueda ser para muchos, el investigador honesto no puede sino reconocer que el origen de la creencia en la virginidad perpetua de María no se halla ni en el Nuevo Testamento, ni en fuentes históricas fiables, ya sean de tipo escrito o arqueológico.

Sus raíces se hunden en una obra escrita durante el siglo tercero, presentada falsamente bajo el nombre de Santiago, el hermano de Jesús, quien murió en el año 62 d.c.; surgida en el seno de la secta herética de los ebionitas; nacida con la pretensión de inocular en el seno del cristianismo una visión ascética contraria al mismo y que, para defender el buen nombre de Jesús y de María, recurrió no a la realidad histórica sino a la invención de historias que nunca tuvieron lugar.

COMENTARIO


De hecho, tratadistas católicos especializados en mariología se ven obligados a reconocer que tal doctrina no se desprende de la Escritura, sino de una tradición posterior. El biblista P.Colunga admitía que resultaba difícil encontrar en la Biblia un argumento concluyente a favor de la virginidad de María después del nacimiento virginal de Jesús, siento la Tradición el único recurso definitivo para el dogma (primera edición de la Biblia Nacar-Colunga).

Como lo ha expresado un distinguido mariólogo católico romano: «.. nuestra fe en este dogma finalmente descansa no en los recursos de la prueba histórico-exegética, sino más bien en la autoridad magistral de la iglesia, que es la única intérprete auténtica de la Escritura».

A este respecto, Carda, en una obra que cuenta con el expreso aprecio del papa Juan Pablo II, ha señalado:
«A diferencia del aspecto relativo a la concepción virginal, no se encuentra en la Sagrada Escritura testimonio alguno por el que conste que ella siguió un parto también virginaL Este otro aspecto de la virginidad de María hay que buscarlo en la ulterior reflexión hecha desde la fe». La afirmación del citado mariólogo es, desde nuestro punto de vista, totalmente correcta. La Escritura no hace referencia a la virginidad perpetua de María.

El dogma de la perpetua virginidad es con mucho el más importante de los dogmas mariológicos, porque es la base de todas las especulaciones posteriores acerca de Los privilegios y gracias especiales concedidos a María debido a su relación con Jesucristo.

El dogma de la perpetua virginidad de María en particular es el fundamento de la interpretación católicorromana de la maternidad divina y de los dogmas de la Inmaculada Concepción y la Asunción de María. Ninguno de los últimos dos dogmas es posible sin aquel, porque ambos presuponen que el cuerpo de María no fue corrompido por el pecado.


¿Aceptaremos la Biblia como nuestra única autoridad, o aceptaremos la posición católica de tomar tanto las Escrituras como la tradición? La Iglesia Católica no puede defender su doctrina apoyándose en la Biblia; tienen que salir de los límites de la Palabra de Dios, y como resultado termina con una doctrina que contradice lo que la Palabra de Dios enseña claramente.

Desde un punto de vista moral, no deja de ser lamentable que durante siglos, millones de personas hayan dejado de lado la evidencia contenida en los evangelios para dar como buena la información que aparece en un documento carente de las más mínimas garantías.

Aunque la doctrina de la virginidad perpetua de María forma parte indisoluble de la mariología, lo cierto es que carece de la más mínima base no sólo bíblica sino histórica. Hoy en día, los mismos estudiosos católicos tienden a reconocer que no existe exposición de esta doctrina en las Escrituras y que para aceptarla se hace necesario remitirse a un desarrollo teológico posterior.

Este desarrollo no tiene importancia real hasta el siglo cuarto, y no se extiende de manera considerable en el seno de la cristiandad hasta la época Medieval. Su origen, sin embargo, puede situarse en el contexto de la secta herética de los ebionitas (más difícilmente en algún movimiento gnóstico) hacia el siglo tercero. Aunque parte de la intencionalidad del escrito tenía una finalidad positiva, no podemos cerrar los ojos ante el hecho de que sus raíces eran heterodoxas, su autor falso, su teología antibíblica y su contenido contrario a las Escrituras y al testimonio de las fuentes históricas.

Desgraciadamente, a partir de una falacia de tamaña magnitud acabaría erigiéndose uno de los pilares esenciales de la enseñanza «mitológica de María». De hecho, puede afirmarse que sin el Protoevangelio de Santiago, el desarrollo ulterior de la mariología seguramente no habría sido el mismo.
Si la doctrina de la perpetua virginidad de María se hubiese originado con Dios, encontraríamos evidencias que la corroboraran en las Escrituras. Pero no existen tales evidencias, y el testimonio de las Escrituras nos obliga a creer que María tuvo otros hijos de su matrimonio con José

Pablo declara osadamente: «...y aun si a Cristo cono cimos según la carne, ya no lo conocemos así» (2 Corintios 5:16). Esta es una declaración clara e inequívoca, que no da cabida a malás interpretaciones. Esta sola declaración paulina evidencia y sintetiza la actitud cristiana general hacia María conforme nos la presenta el Nuevo Testamento: nosotros los cristianos, por el testimonio fundamental de la Escritura, ya no conocemos a Jesús como el hijo de María, porque el nuestro es el Cristo resucitado y exaltado.


Las desventuras de María
Manuel Díaz Pineda Ph. D.
Pgs. 50-55
Ed AEP