María en el catolicismo: Idolatría pura!

Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

Por supuesto que no hay ninguna excusa para adorar a María, adorar a María es idolatría como sería adorar a cualquier otro ser creado. Pero lo que intentaba hacer era comprender este hecho y ver porque ocurre o si puede haber casos en los que no haya adoración sino realmente una veneración. Lo que señalo en eses casos es que el problema ya no sería la idolatría sino otro de distinta naturaleza, como ya he comentado.

Gracias por tu respuesta. ;)

Comprendo lo que quieres decir, hermano; una cosa es IDOLATRAR a María, y otra, AMARLA, CON AMOR DE DIOS.
Creo que también comprendes...

Que DIOS te Bendiga. AMÉN
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

El arca no era la representación de ningún ser creado, ni se oraba al arca, ni se le pedía intercesiones, ni tampoco nadie en Israel sensato creería que el Arca era un ser vivo...

Y nos dice la Escritura:

Josué desgarró sus vestiduras y se postró hasta la tarde delante del Arca del Señor, con el rostro en tierra. Los ancianos de Israel hicieron lo mismo, y todos esparcieron polvo sobre sus cabezas.
Libro de Josué. VII,6.

El Arca de Dios permaneció tres meses en la casa de Obededom. Y el Señor bendijo la casa de Obededom y todos sus bienes.
Primer Libro de Cronicas. XIII,14

Creo yo que debes releer lo que es el Arca de la Alianza.

Pax.
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

...y cuando se quiso poner en primer lugar,antes que a Dios, al pueblo le fue muy mal...(1° Samuel 4)

Es una suposición muy estirada vayikra, el pueblo de Israel fué vencido por los filisteos no por ostentar el Arca sino porque de antemano Dios había destinado que asi fuera.

Además al secuestrar el Arca el Señor planeaba darse Gloria a si mismo, al hacer caer el ídolo de los filisteos y llenarlos de tumores a ellos.

El Arca era mas que un simbolo que destruia a los que no eran dignos de ella, cuando Israel la perdió es que había sido encontrado culpable a los ojos de Dios de ser indignos de tener el Arca.

1Sa 7:3-6
Entonces Samuel habló a toda la casa de Israel, diciendo: Si os volvéis al SEÑOR con todo vuestro corazón, quitad de entre vosotros los dioses extranjeros y las Astorets, y dirigid vuestro corazón al SEÑOR, y servidle sólo a El; y El os librará de la mano de los filisteos.
Los hijos de Israel quitaron los baales y las Astorets, y sirvieron sólo al SEÑOR.
Y Samuel dijo: Reunid en Mizpa a todo Israel, y yo oraré al SEÑOR por vosotros.
Y se reunieron en Mizpa, y sacaron agua y la derramaron delante del SEÑOR, ayunaron aquel día y dijeron allí: Hemos pecado contra el SEÑOR. Y Samuel juzgó a los hijos de Israel en Mizpa.
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

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También esta puede matar a los irreverentes.

Allí en su centro está la Ley hecha Pan.
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

Todos los no católicos pueden comentar sobre prácticas incorrectas de muchos católicos ignorantes, pueden suponer sobre lo que ven pero que ignoran su contenido, pueden argumentar que esa es la enseñanza de la Iglesia, etc., pero para poder hablar sobre el asunto referente a María Santísima, aquí esta lo que el Concilio Vaticano II nos comunica para normar una verdadera devoción hacia la Madre de Jesucristo, les pido la lean y emitan sus comentarios al respecto:

LUMEN GENTIUM
Capítulo VIII
La Santísima Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia

I - Proemio​
1) La bienaventurada Virgen María en el misterio de Cristo

El benignísimo y sapientísimo Dios, queriendo llevar a término la redención del mundo, cuando llegó el fin de los tiempos, envió a su Hijo hecho de mujer…para que recibiésemos la adopción de hijos (Gál.4, 4-5). El cual por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación descendió de los cielos, y se encarnó por obra del Espíritu Santo de María Virgen [SUP]1[/SUP]. Este misterio divino de salvación continúa en la Iglesia, a la que el Señor constituyó como su cuerpo y en ella los fieles, unidos a Cristo, su cabeza, en comunión con todos sus santos, deben también venerar la memoria en primer lugar, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo [SUP]2[/SUP] (LG No. 52).

[SUP]1[/SUP] Credo en la Misa Romana: Símbolo Constatinopolitano: Mansi, 3 566. cfr. Conc. De Efeso, ib. 4, 111-116; Conc. Constant., II, ib. 9, 375-396.
[SUP]2[/SUP] Canon de la Misa Romana.



2) La bienaventurada Virgen y la Iglesia

En efecto, la Virgen María, que según el anuncio del ángel recibió al Verbo de Dios en su corazón y en su cuerpo y trajo la Vida al mundo, es reconocida y honrada como verdadera Madre de Dios Redentor. Redimida de un modo eminente, en atención a los futuros méritos de su Hijo y al El unida con estrecho e indisoluble vínculo, está enriquecida con la suma prerrogativa y dignidad de ser la Madre de Dios Hijo y, por tanto, la hija predilecta del Padre y el sagrario del Espíritu Santo; con un don de gracia tan eximia, antecede, con mucho, a todas las criaturas celestiales y terrenas. Al mismo tiempo está unida en la estirpe de Adán con todos los hombres que necesitan ser salvados; más aún: es verdaderamente madre.

De los miembros (de Cristo)…por haber cooperado con su amor a que naciese en la Iglesia los fieles, que son miembros de aquella Cabeza [SUP]3[/SUP]. Por eso también es saludada como miembro sobreeminente y del todo singular de la Iglesia, su prototipo y modelo eminentísimos en la fe y caridad y a quien la Iglesia Católica, enseñada por el Espíritu Santo, honra con filial afecto de piedad como a su Madre amantísima.


3) Intención del Concilio

Por eso el sacrosanto Sínodo, al exponer la doctrina de la Iglesia, en la cual el divino Redentor realiza la salvación, quiere explicar cuidadosamente tanto la función de la bienaventurada Virgen María en el misterio del Verbo encarnado y del Cuerpo místico, como los deberes de los hombres redimidos hacia la Madre de Dios, Madre de Cristo y Madre de los hombres, en especial de los fieles, sin que tenga la intención de proponer una completa doctrina de María, ni tampoco dirimir las cuestiones no aclaradas totalmente por el estudio de los teólogos. Conservan, pues, su derecho las sentencias que se proponen libremente en las escuelas Católicas sobre Aquella que en la santa Iglesia ocupa después de Cristo, el lugar más alto y el más cercano a nosotros 4 (LG No. 54).

[SUP]3[/SUP] S. Agustin, De S. Virginate, 6: PL 40, 399.
[SUP]4[/SUP] Cfr. Pablo VI, Aloc. En el Concilio, del 4 de diciembre de 1963: AAA 56 (1964), P.37



II- Oficio de la Bienaventurada Virgen en la Economía de la Sanlación
4) La Madre del Mesías en el Antiguo Testamento

La Sagrada Escritura del Antiguo y del Nuevo Testamento y la venerable Tradición, muestran en forma cada vez más clara el oficio de la Madre del Salvador en la economía de la salvación y, por así decirlo, lo muestran ante los ojos. Los libros del Antiguo Testamento describen la historia de la salvación, en la cual se prepara, paso a paso, el advenimiento de Cristo al mundo. Estos primeros documentos, tal como son leídos en la Iglesia y son entendidos a la luz de una ulterior y más plena revelación, cada vez con mayor claridad iluminan la figura de la mujer Madre del Redentor. Ella misma es esbozada bajo esta luz profética en la promesa de victoria sobre la serpiente, dada a nuestros primeros padres, caídos en pecado (cfr. Is. 7, 14; Miq. 5, 2-3; Mt.1, 22-23). Ella misma sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de El con confianza esperan y reciben la salvación. En fin, con Ella, excelsa Hija de Sión, tras larga espera de la promesa, se cumple la plenitud de los tiempos y se inaugura la nueva economía, cuando el Hijo de Dios asumió de Ella la naturaleza humana para librar al hombre del pecado mediante los misterios de su carne (LG No. 55).


5) María en la anunciación

El Padre de las misericordias quiso que precediera a la encarnación la aceptación de parte de la madre predestinada, para que así como la mujer contribuyó a la muerte, así también contribuyera a la vida. Lo cual vale en forma eminente de la Madre de Jesús, que dio al mundo la Vida misma que renueva todas las cosas, y que fue enriquecida por Dios con dones correspondientes a tan gran oficio.

Por eso no es extraño que entre los santos padres fuera común llamar a la Madre de Dios la toda santa e inmune de toda mancha de pecado y como plasmada por el Espíritu Santo y hecha una nueva criatura [SUP]5[/SUP]. Enriquecida desde el primer instante de su concepción con esplendores de santidad del todo singular, la Virgen nazarena es saludada por el ángel pro mandato de Dios como llena de gracia (cfr. Lc. 1, 28), y Ella responde al enviado celestial: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc. 1,38) Así María hija de Adán, aceptando la palabra divina, fue hecha Madre de Jesús y abrazando la voluntad salvífica de Dios, con generoso corazón y sin el impedimento de pecado alguno, se consagró totalmente a sí misma, cual esclava del Señor, a la Persona y a la obra de su Hijo, sirviendo bajo El y con El, por la gracia de Dios omnipotente, al misterio de la redención. Con razón, pues, los santos padres consideran a María, no como un mero instrumento pasivo en las manos de Dios, sino como cooperadora a la salvación humana por la libre fe y obediencia. Porque Ella, como dice San Ireneo, obedeciendo fue causa de su salvación propia y la de todo el género humano [SUP]6[/SUP]. Por eso no pocos padres antiguos en su predicación gustosamente afirman con él: El nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María: lo que ató la virgen Eva por la incredulidad, La Virgen María lo desató por la fe [SUP]7[/SUP]; y comparándola con Eva, llaman a María Madre de los vivientes [SUP]8[/SUP], y afirman con mucha frecuencia: La muerte vino por Eva, por María la vida [SUP]9[/SUP]. (LG. No. 56).

[SUP]5[/SUP] Cfr. S. Germán Const. Hom. In Annunt. Deipapae: PG 98, 328A; In dorm. 2: col. 357; Anastasio Antioq., Serm, 2 de Annunt., 2;PG 89, 1377 AB; Serm. 3.2; col 1388 C; Andrés Cret., Can. In B.V. Nat., 1; col. 812A; Hom. In dorm., 1; col. 1.068C; S. Sofronio, Or. 2 in Annunt., 18; PG 87 (3), 3237BD
[SUP]6[/SUP] S. Ireneo, Adv. Haer., III, 22, 4; PG 7, 959A Harvey, 2, 123.
[SUP]7[/SUP] S.Ireneo, Ibidem; Harvey, 2, 124.
[SUP]8[/SUP] Epifanio, Haer., 78; 18; PG 42, 728CD-729 AB
[SUP]9[/SUP] S Jerónimo, Epist. 22, 21; PL 22, 408; cfr. S. Agustin, Serm, 51, 2, 3; PL 38, 35; Serm. 232, 2; col 1.108; S Cirilo de Jer., Catech., 12,15; PG 33, 741AB; S. Juan Crisóstomo, In Ps. 44, 7; PG 55, 193; S. Juan Damasceno, Hom. 2 in dorm. B.M.V., 3; PG 96, 728.



6) La bienaventurada Virgen y el Niño Jesús

La unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte; en primer término, cuando María se dirige presurosa a visitar a Isabel, es saludada por ella como bienaventurada a causa de su fe en la salvación prometida y el precursor saltó de gozo (cfr. Lc. 1, 41-43) en el seno de su madre; y en la Natividad, cuando la Madre de Dios, llena de alegría muestra a los pastores y a los magos a su Hijo primogénito, que lejos de disminuir consagró su integridad virginal [SUP]10[/SUP]. Y cuando, ofrecido el rescate de los pobres, lo presentó al Señor, oyó al mismo tiempo a Simeón que anunciaba que el Hijo sería signo de contradicción y que una espada atravesaría el alma de la Madre, para que se manifestasen los pensamientos de muchos corazones (cfr. Lc. 2, 34-35). Al Niño Jesús perdido y buscado con dolor, sus padres lo hallaron en el templo, ocupado en las cosas que pertenecían a su Padre, y no entendieron y su respuesta. Pero su Madre conservaba en su corazón, meditándolas, todas estas cosas (cfr. Lc 2, 41-51). (LG No. 57).

[SUP]10[/SUP] Cfr. Conc. Later, del año 649, ca 3; Mansi, 10, 1151; S. León M., Epist. Ad Flav.; PL 54, 759; Conc. Calced.; Mansi, 7, 462; S. Ambrosio, De instit. Virg.; PL 16,320.


7) La bienaventurada Virgen en el ministerio público de Jesús

En la vida pública de Jesús, su Madre aparece significativamente: ya al principio durante las bodas de Caná de Galilea, a misericordia, consiguió por su intercesión el comienzo de los milagros de Jesús Mesías (cfr. Jn. 2, 1-11). En el decurso de la predicación de su hijo acogió las palabras con las que (cfr. Lc. 2, 19.51), elevando el Reino de Dios sobre los motivos y vínculos de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados a los que oían y observaban la palabra de Dios, como Ella lo hacía fielmente (cfr. Mc. 3 35; Lc. 11, 27-28). Así también la bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su hijo hasta la cruz, en donde, no sin designio divino, se mantuvo de pie (cfr. Jn. 19, 25), sufrió profundamente con su Unigénito y se asoció con corazón maternal a su sacrificio, consintiendo con amor en la inmolación de la víctima concebida por Ella misma, y finalmente, fue dada como Madre al discípulo por el mismo Cristo Jesús moribundo en la cruz, con estas palabras: ¡Mujer, he ahí a tu Hijo! (cfr. Jn. 19, 26-27)[SUP]11[/SUP]. (LG. No. 58).

[SUP]11[/SUP] Cfr. Pío XII, Enc. Mystici Corporis, del 29 de junio de 1943; AAS 35 (1943), pp. 247-248.


8) La bienaventurada Virgen después de la ascensión

Queriendo Dios no manifestar solemnemente el sacramento de la salvación humana antes de derramar el Espíritu Santo prometido por Cristo, vemos a los apóstoles antes del día de Pentecostés perseverar unánimemente en la oración, con las mujeres y María, la Madre de Jesús, y los hermanos de El (Hech. 1, 14) y a María implorando con sus ruegos el don del Espíritu Santo, el cual ya a había cubierto con su sombra en la anunciación. Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original [SUP]12[/SUP] , terminado el curso de su vida terrena, en alma y en cuerpo fue asunta a la gloria celestial [SUP]13[/SUP] y enaltecida por el Señor como Reina del Universo, para que se asemejara más plenamente a su Hijo, Señor de los que dominan (Apoc. 19,16) y vencedor del pecado y de la muerte [SUP]14[/SUP] . (LG. No. 59).

[SUP]12[/SUP] Cfr. Pío XII, Bula Ineffabilils, del 8 de diciembre de 1854; Acta Pio IX, 1, I, p. 616; Denz. 1641 (2803).
[SUP]13[/SUP] Cfr. Pío XII, Const. Apost. Menificentissimus, del 10 de noviembre de 1950: AAS 42 (1950); Denz 2333; Cfr. Juan Damasceno, Enc. In dorm. Dei genetricis. Hom. 2 y 3; PG 96, 722-762, en especial col. 728B; S. Germán Const., In S. Dei gen. Dorm. 1: PG98 (3), 340-348; Serm., 3; col. 362; S. Modesto de Jerusalén, In dorm. SS Deiparae PG 86 (2); 3277-3311.



III- La Bienaventurada Virgen y la Iglesia
9) María, esclava del Señor, en la obra de la redención y de la Santificación

Uno solo es nuestro Mediador según la palabra del Apóstol: Porque uno es Dios y uno el Mediador de Dios y de los hombres, un hombre, Cristo Jesús, que se entregó a Sí mismo como precio de rescate por todos [SUP]14[/SUP]. (1 Tim. 2, 5-6). Pero la función maternal de María hacia los hombres de ninguna manera oscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia. Porque todo el influjo salvífico de la bienaventurada Virgen a favor de los hombres, no nace de ninguna necesidad, sino del divino beneplácito y brota de la superabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, de Ella depende totalmente y de la misma saca toda su eficacia, y lejos de impedirla, fomenta la unión inmediata de los creyentes con Cristo. (LG No. 60).

14 Cfr. Pío XII, Enc. Ad caeli Reginam, del 11 de octubre de 1954; AAs 46 (1954), pp. 633-636; Denz. 3.913s.; Cfr. S. Andrés Cret., Hom. 3 In dorm. SS. Deiparae; PG 97, 1090; S. Juan Damasceno, De fide orth., IV, 14; PG 94, 1153-1161.


10) Maternidad espiritual

La bienaventurada Virgen, predestinada desde toda la eternidad como Madre de Dios junto con la encarnación del Verbo divino por designio de la divina Providencia, fue en la tierra la benéfica Madre del divino Redentor y en forma singular la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El moría en la cruz, cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, esperanza y la encendida caridad, en la restauración de la vida sobrenatural de las almas. Por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia. (LG No. 61).


11) Mediadora

Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la anunciación, y lo mantuvo sin vacilación al pie de la cruz, hasta la consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez asunta a los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación [SUP]15[/SUP]. Por su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la bienaventurada Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora [SUP]16[/SUP]. Lo cual, sin embargo, se entiende de manera que nada quite ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador [SUP]17[/SUP].

Porque ninguna criatura puede compararse jamás con el Verbo encarnado, nuestro Redentor; pero así como del sacerdocio de Cristo participan de varias maneras, tanto los ministros como el pueblo fiel, y así como la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en sus criaturas una múltiple cooperación que participa de la fuente única. La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado, lo experimenta continuamente y lo recomienda al amor de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador. (LC No. 62).

[SUP]15[/SUP] Cfr. Kleutgen, texto corregido De misterio Verbi incamati, cap. IV; Mansi, 53, 290; Cfr. S. Andrés Cret., In nat. Mariae, sermo 4; PG 97, 865 A; S. Germán Const., In ann. Deiparae; PG 98, 321 BC; In dorm., Deiparae, III; col. 361G; S. Juan Damasceno,, In dorm. B. V. Mariae, 1; PG 96, 712 BC, 713 A.
[SUP]16[/SUP] Cfr. León XIII, Enc. Adiutricem populi; del 5 de septiembre de 1895; AAS 15 (1895-96), p. 303; P. Pío Xl Enc. Ad diem illum, del 2 d efebrero de 1904; Acta, I, p. 154; Denz. 1978ª (3370); Pío XI, Enc. Miserentissimus, del 8 de mayo de 1928; AAS 20 (1928), p. 178; Pío XII, Mensaje radiof., del 13 de mayo de 1946; AAS 38 (1964), p. 266.
[SUP]17[/SUP] Cfr. S. Ambrosio, Epist. 63; PL 16, 1218.



12) María, como Virgen y Madre, tipo de la Iglesia

La bienaventurada Virgen, por el don y el oficio de la maternidad divina, con que está unida al Hijo Redentor, y por sus singulares gracias y dones, está unida también íntimamente a la Iglesia. La Madre de Dios es tipo de la Iglesia, como ya enseñaba San Ambrosio; a saber: en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo [SUP]18[/SUP]. Porque en el misterio de la Iglesia, que con razón también es llamada madre y virgen, la bienaventurada Virgen María la precedió, mostrando en forma eminente y singular el modelo de la Virgen y de la Madre [SUP]19[/SUP] ; pues creyendo y obedeciendo engendró en la tierra al mismo Hijo del Padre, y esto sin conocer varón, por obra del Espíritu Santo, como nueva Eva, prestando fe sin sombra de duda, no a la antigua serpiente, sino al mensaje de Dios. Dio a luz al Hijo, a quien Dios constituyó como primogénito entre muchos hermanos (Rom. 8,29); a saber: los fieles, a cuya generación y educación coopera con materno amor. (LG No. 63).

[SUP]18[/SUP] Cfr. S. Ambrosio, Expos. Lc. II, 7; PL 15, 1555.
[SUP]19[/SUP] Cfr. Ps. –Pedro Dam., Serm. 63: PL 144,861AB; Godofredo de S. Víctor, In nat. B. M., Ms. París Mazarine, 1002, fol. 109r; Gerhohus Reich, De gloria et honore Filii Hominis, 10: PL 194, 1105 AB.



13) Fecundidad de la Virgen y de la Iglesia

Ahora bien: la Iglesia, contemplando su arcana santidad e imitando su caridad, y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, también recibida; en efecto, por la predicación y el bautismo engendra para la vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios. Y también ella es virgen que custodia pura e íntegramente la fidelidad prometida al Esposo e imitando a la Madre de su Señor, por la virtud del Espíritu Santo, conserva virginalmente la fe íntegra, la sólida esperanza, la sincera caridad [SUP]20[/SUP]. (LG No. 64).
[SUP]20[/SUP] Cfr. S. Ambrosio, 1. c. y Expos., in Lc. 10, 25-25; PL 15, 1810; S. Agustín, In 1º Tr., 13, 12; PL 35, 1499; Cfr. Serm. 191, 2, 3; PL 38, 1010, etc.; cfr. También Ven. Beda, In Lc Expos. I, c. 2; PL 92, 330; Isaac de Stella, Serm. 31; PL 194, 1863 A.


14) Virtudes de María que han de ser imitadas por la Iglesia

Mientras que la Iglesia en la beatísima Virgen ya llegó a la perfección, por la que se presenta sin mancha ni arruga (cfr. Ef. 5, 27), los fieles, en cambio, aún se esfuerzan en crecer en la santidad venciendo el pecado; y por eso levantan sus ojos hacia María, que brilla ante toda la comunidad de los elegidos como modelo de virtudes. La Iglesia, reflexionando piadosamente sobre Ella y contemplándola a la luz del Verbo hecho hombre, llena de veneración entra mas profundamente en el altísimo misterio de la encarnación y se asemeja más y más a su Esposo. Porque María, que habiendo participado íntimamente en la historia de la salvación, en cierta manera une en sí y refleja las más grandes verdades de la fe, al ser predicada y honrada, atrae a los creyentes hacia su Hijo, hacia su sacrificio y hacia el amor del Padre.

La Iglesia, a su vez, buscando la gloria de Cristo, se hace más semejante a su excelso Modelo, progresando continuamente en la fe, la esperanza y la caridad, buscando y siguiendo en todas las cosas la divina voluntad. Por lo cual, también en su obra apostólica con razón la Iglesia mira hacia aquella que engendró a Cristo, concebido por el Espíritu Santo y nacido de la Virgen precisamente, para que la Iglesia nazca y crezca también en los corazones de los fieles. La Virgen en su vida fue ejemplo de aquel afecto materno, con el que es necesario estén animados todos los que en la misión apostólica de la Iglesia cooperan para regenerar a los hombres. (LG No. 65).


IV- Culto de la Bienaventurada Virgen en la Iglesia
15. Naturaleza y fundamento del culto

María, que por la gracia de Dios, después de su Hijo, fue exaltada por encima de todos los ángeles y los hombres, en cuanto que es la Santísima Madre de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo, con razón es honrada con especial culto por la Iglesia. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos la bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios. A cuyo amparo los fieles en todos sus peligros y necesidades acuden con sus súplicas [SUP]21[/SUP]. Especialmente desde el Concilio de Efeso, el culto del Pueblo de Dios hacia María creció admirablemente en la veneración en la veneración y el amor, en la invocación e imitación, según las palabras proféticas de Ella misma: Me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque hizo en mí cosas grandes el Poderoso (Lc. 1, 48). Este culto, tal como existió siempre en la Iglesia aunque es del todo singular, difiere esencialmente del culto de adoración, que se da al Verbo encarnado lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, y lo promueve poderosamente. Pues las diversas formas de la piedad hacia la Madre de Dios, que la Iglesia ha aprobado dentro de los límites de la doctrina sana y ortodoxa, según la índole y modo de ser los fieles, hacen que mientras se honra a la Madre, el Hijo, en quienes fueron creadas todas las cosas. (cfr. Col. 1, 15-16) y en quien tuvo a bien el Padre que morase toda la plenitud (col. 1, 19), sea debidamente conocido, amado, glorificado y sean cumplidos sus mandamientos (LG No. 66).

[SUP]21[/SUP] “Sub tuum praesidium”.


16. Espíritu de la predicación y del culto

El sacrosanto Sínodo enseña deliberadamente esta doctrina católica y exhorta al mismo tiempo a todos los hijos de la Iglesia a que cultiven generosamente el culto, sobre todo litúrgico, hacia la bienaventurada Virgen, como también estimen mucho las prácticas y ejercicios de piedad hacia Ella, recomendados en el curso de los siglos por el magisterio, y que observen religiosamente aquellas cosas que en los tiempos pasados fueron decretadas acerca del culto de las imágenes de Cristo, de la bienaventurada Virgen y de los santos [SUP]22[/SUP].

Asimismo exhorta encarecidamente a los teólogos y a los predicadores de la divina palabra que se abstengan con cuidado tanto de toda falsa exageración como también de una excesiva estrechez de espíritu, al considerar la singular dignidad de la Madre de Dios [SUP]23[/SUP]. Cultivando el estudio de la Sagrada Escritura, de los santos padres y doctores y de las liturgias de la Iglesia, bajo la dirección del magisterio, ilustren rectamente los dones y privilegios de la bienaventurada Virgen, que siempre están referidos a Cristo, origen de toda verdad, santidad y piedad. Aparten con diligencia todo aquello que, sea de palabra, sea de obra, pueda inducir a error a los hermanos separados o a cualesquiera otros acerca de la verdadera doctrina de la Iglesia. Recuerden, por su parte, los fieles que la verdadera devoción no consiste ni en un afecto estéril y transitorio ni en vana credulidad, sino que procede de la fe verdadera, que nos lleva a reconocer la excelencia de la Madre de Dios y nos incita a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes. (LG No. 67).

[SUP]22[/SUP] Conc, Nic. II, año 787; Manzi, 13, 378-379; Denz. 302 (600-601); Conc. Trid., sess. XXV; Mansi, 33, 171-172.
[SUP]23[/SUP] Cfr. Pío XII, Mensaje radiof., del 24 de octubre de 1954l AAS 46 (1954), p. 679; Enc. Ad caeli Reginam, del 11 de octubre de 1954; AAS 46 (1954), p. 637.



V – María, signo de esperanza cierta y consuelo para el pueblo de Dios peregrinante
17. Entre tanto, la Madre de Jesús, de la misma manera que ya glorificada en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y principio de la Iglesia que ha de ser consumada en el futuro siglo, así en esta tierra, hasta que llegue el día del Señor (cfr. 2 Ped. 3, 10), brilla ante el Pueblo de Dios peregrinante, como signo de esperanza segura y de consuelo (LG No. 68).


18. Ofrece gran gozo y consuelo a este sacrosanto Sínodo el hecho de queTampoco falten entre los hermanos separados quienes tributan debido honor a la Madre del Señor y Salvador, especialmente entre los orientales, que van a una con nosotros por su impulso fervoroso y ánimo devoto en ele culto de la siempre Virgen Madre de Dios [SUP]24[/SUP]. Ofrezcan todos los fieles súplicas insistentes a la Madre de Dios y Madre de los hombres, para que Ella, que estuvo presente a las primeras oraciones de la Iglesia, ensalzada ahora en el cielo sobre todos los bienaventurados y los ángeles, en la comunión de todos los santos, interceda también ante su Hijo para que las familias de todos los pueblos, tanto los que se honran con el nombre cristiano, como los que aún ignoran al Salvador, sean felizmente congregadas con paz y concordia en un solo Pueblo de Dios, para gloria de la Santísima e individua Trinidad. (LG No. 69).

[SUP]24[/SUP] Cfr. Pío XI, Enc. Ecclesiam Dei, del 12 de noviembre de 1923; AAS 15 (1923), p. 581; Pío XII, Enc. Fulgens Corona, del 8 de septiembre de 1953; AAS 45 (1953), pp. 590-591.

Sacrosantum Concilium



EL AÑO LITURGICO
19. En la celebración de este círculo anual de los misterios de Cristo la santa Iglesia venera con amor especial a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María, unida con lazo indisoluble a la obra salvífica de su Hijo; en Ella la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de la redención, y la contempla gozosamente como una purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera se. (SC No. 103).



APOSTOLICAM ACTUOSITATEM​
22. La espiritualidad seglar en orden al apostolado.

Este método de vida espiritual de los seglares debe tomar su nota característica del estado de matrimonio y de familia, de soltería o de viudez, de la condición de enfermedad, de la actividad profesional y social. No descuiden, pues, el cultivo asiduo de las cualidades y dotes convenientes para ellos que se les ha dado, y el uso de los propios dones recibidos del Espíritu Santo.

Además los seglares que, siguiendo su vocación, se han inscrito en alguna de las asociaciones o institutos aprobados por la Iglesia, han de esforzarse al mismo tiempo en asimilar fielmente la característica peculiar de la vida espiritual que les es propia. Aprecien también como es debido al pericia profesional, el sentimiento familiar y cívico y esas virtudes que exigen las costumbres sociales, como la honradez, el espíritu de justicia, la sinceridad, la delicadeza, la fortaleza del alma, sin las que no puede darse la verdadera vida cristiana.

El modelo perfecto de esta vida espiritual y apostólica es la Santísima Virgen María, Reina de los apóstoles, quien, mientras llevaba en este mundo una vida igual a la de los demás, llena de preocupaciones familiares y de trabajos, estaba constantemente unida con su Hijo, cooperó de un modo singularísimo a la obra del Salvador; y ahora, asunta a los cielos, “cuida con amor materno de los hermanos de su Hijo que peregrinan todavía y viven en peligros y angustias hasta que lleguen a la patria feliz”. Hónrenla todos con suma devoción y encomienden su vida Apostólica a al solicitud materna de María. (AA No. 4).

AD GENTES​
23. Los padres del concilio, juntamente con el Romano Pontífice, sintiendo vivamente la obligación de difundir en todas partes el reino de Dios, saludan con gran amor a todos los heraldos del Evangelio, sobre todo a los que padecen persecución por el nombre de Cristo, hechos partícipes de sus sufrimientos [SUP]19[/SUP]. Ellos se encienden el mismo amor en que ardía Cristo por los hombres. Pero, sabedores de que es Dios quien hace que su reino venga a la tierra, ruegan juntamente con todos los fieles cristianos que por intercesión de la Virgen María, Reina de los apóstoles, sean atraídos los gentiles al conocimiento de la verdad (cfr. 1 Tim. 2, 4); y la claridad de Dios que resplandece en el rostro de Cristo Jesús, brille a todos por el Espíritu Santo (cfr. 2 Cor. 4, 6). (AG No. 42).

[SUP]19[/SUP] Cfr. Pío XII, Enc. Evangelio parecones; AAS (1951), p. 527; Juan XXIII, Enc. Princeps pastorum; AAS (1959), p. 864.

UNITATIS REDINTEGRATIO​
24. La tradición litúrgica y espiritual de los orientales
Todos conocen con cuánto amor los cristianos orientales celebran el culto litúrgico, sobre todo la celebración eucarística, fuente de la vida de la Iglesia y prenda de la gloria futura, por la cual los fieles unidos a su obispo, teniendo a cogida ante Dios Padre por su Hijo el Verbo encarnado, martirizado y glorificado en la efusión del Espíritu Santo, consiguen la comunión con la Santísima Trinidad, hechos partícipes de la naturaleza divina (2, Ped. 1, 4).

Consiguientemente, por la celebración de la Eucaristía del Señor en cada una de estas Iglesias, se edifica y crece la Iglesia de Dios [SUP]20[/SUP], y por la concelebración se manifiesta la comunión entre ellas.

En este culto litúrgico los orientales ensalzan con hermosos himnos a María, siempre Virgen, a quien el concilio ecuménico de Efeso proclamó solemnemente Santísima Madre de Dios, para que Cristo fuera reconocido como Hijo de Dios e Hijo del hombre, según las Escrituras, y honran también a muchos santos, entre ellos a los padres de la Iglesia universal. (UR No. 15).

[SUP]20 [/SUP]Cfr. S. Juan Crisóstomo, In Ioannem, Homilía XLVI; PG 59, 260-262.

Esta es la voz oficial de la Iglesia, así nos quitamos de suposiciones.- Enseguida voy a traer lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica.
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

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También esta puede matar a los irreverentes.

Allí en su centro está la Ley hecha Pan.

Un artículo de mi blog:

¿Transustanciación?

La hostia es solo un símbolo que representa el cuerpo de Cristo y no debemos rendirle culto. Jesús hablaba en parábolas y decía muchas cosas en sentido figurado. Cuando Jesús dice que debemos comer su carne y beber su sangre se refiere a asimilar las enseñanzas que impartió mientras estuvo en la Tierra en un cuerpo humano.

Leamos lo que dijo Jesús acerca de la carne:

Juan 6:63

“63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.”

Si por el hecho de que Jesús en la última cena dijo: “esto es mi cuerpo” entonces la hostia es literalmente su cuerpo, con el mismo criterio nosotros los cristianos seríamos literalmente sal, ya que Cristo dijo: vosotros sois la sal de la tierra:

Mateo 5:13

"13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres."

¿Con qué autoridad los católicos le dan a uno de los pasajes una interpretación literal y al otro una interpretación parabólica?
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

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También esta puede matar a los irreverentes.

Tienes razón; con un solo "golpe", es suficiente...Pero, NO hay AMOR AL PRÓJIMO, y es CONTRARIO a los MANDATOS DEL SEÑOR; como el "culto" a María: DOCTRINA AÑADIDA y ERRADA que ALEJA del ÚNICO CAMINO.

Que DIOS te Bendiga. AMÉN.
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

Todos los no católicos pueden comentar sobre prácticas incorrectas de muchos católicos ignorantes, pueden suponer sobre lo que ven pero que ignoran su contenido, pueden argumentar que esa es la enseñanza de la Iglesia, etc., pero para poder hablar sobre el asunto referente a María Santísima, aquí esta lo que el Concilio Vaticano II nos comunica para normar una verdadera devoción hacia la Madre de Jesucristo, les pido la lean y emitan sus comentarios al respecto:

LUMEN GENTIUM
Capítulo VIII
La Santísima Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia

I - Proemio​
1) La bienaventurada Virgen María en el misterio de Cristo

El benignísimo y sapientísimo Dios, queriendo llevar a término la redención del mundo, cuando llegó el fin de los tiempos, envió a su Hijo hecho de mujer…para que recibiésemos la adopción de hijos (Gál.4, 4-5). El cual por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación descendió de los cielos, y se encarnó por obra del Espíritu Santo de María Virgen [SUP]1[/SUP]. Este misterio divino de salvación continúa en la Iglesia, a la que el Señor constituyó como su cuerpo y en ella los fieles, unidos a Cristo, su cabeza, en comunión con todos sus santos, deben también venerar la memoria en primer lugar, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo [SUP]2[/SUP] (LG No. 52).

[SUP]1[/SUP] Credo en la Misa Romana: Símbolo Constatinopolitano: Mansi, 3 566. cfr. Conc. De Efeso, ib. 4, 111-116; Conc. Constant., II, ib. 9, 375-396.
[SUP]2[/SUP] Canon de la Misa Romana.



2) La bienaventurada Virgen y la Iglesia

En efecto, la Virgen María, que según el anuncio del ángel recibió al Verbo de Dios en su corazón y en su cuerpo y trajo la Vida al mundo, es reconocida y honrada como verdadera Madre de Dios Redentor. Redimida de un modo eminente, en atención a los futuros méritos de su Hijo y al El unida con estrecho e indisoluble vínculo, está enriquecida con la suma prerrogativa y dignidad de ser la Madre de Dios Hijo y, por tanto, la hija predilecta del Padre y el sagrario del Espíritu Santo; con un don de gracia tan eximia, antecede, con mucho, a todas las criaturas celestiales y terrenas. Al mismo tiempo está unida en la estirpe de Adán con todos los hombres que necesitan ser salvados; más aún: es verdaderamente madre.

De los miembros (de Cristo)…por haber cooperado con su amor a que naciese en la Iglesia los fieles, que son miembros de aquella Cabeza [SUP]3[/SUP]. Por eso también es saludada como miembro sobreeminente y del todo singular de la Iglesia, su prototipo y modelo eminentísimos en la fe y caridad y a quien la Iglesia Católica, enseñada por el Espíritu Santo, honra con filial afecto de piedad como a su Madre amantísima.


3) Intención del Concilio

Por eso el sacrosanto Sínodo, al exponer la doctrina de la Iglesia, en la cual el divino Redentor realiza la salvación, quiere explicar cuidadosamente tanto la función de la bienaventurada Virgen María en el misterio del Verbo encarnado y del Cuerpo místico, como los deberes de los hombres redimidos hacia la Madre de Dios, Madre de Cristo y Madre de los hombres, en especial de los fieles, sin que tenga la intención de proponer una completa doctrina de María, ni tampoco dirimir las cuestiones no aclaradas totalmente por el estudio de los teólogos. Conservan, pues, su derecho las sentencias que se proponen libremente en las escuelas Católicas sobre Aquella que en la santa Iglesia ocupa después de Cristo, el lugar más alto y el más cercano a nosotros 4 (LG No. 54).

[SUP]3[/SUP] S. Agustin, De S. Virginate, 6: PL 40, 399.
[SUP]4[/SUP] Cfr. Pablo VI, Aloc. En el Concilio, del 4 de diciembre de 1963: AAA 56 (1964), P.37



II- Oficio de la Bienaventurada Virgen en la Economía de la Sanlación
4) La Madre del Mesías en el Antiguo Testamento

La Sagrada Escritura del Antiguo y del Nuevo Testamento y la venerable Tradición, muestran en forma cada vez más clara el oficio de la Madre del Salvador en la economía de la salvación y, por así decirlo, lo muestran ante los ojos. Los libros del Antiguo Testamento describen la historia de la salvación, en la cual se prepara, paso a paso, el advenimiento de Cristo al mundo. Estos primeros documentos, tal como son leídos en la Iglesia y son entendidos a la luz de una ulterior y más plena revelación, cada vez con mayor claridad iluminan la figura de la mujer Madre del Redentor. Ella misma es esbozada bajo esta luz profética en la promesa de victoria sobre la serpiente, dada a nuestros primeros padres, caídos en pecado (cfr. Is. 7, 14; Miq. 5, 2-3; Mt.1, 22-23). Ella misma sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de El con confianza esperan y reciben la salvación. En fin, con Ella, excelsa Hija de Sión, tras larga espera de la promesa, se cumple la plenitud de los tiempos y se inaugura la nueva economía, cuando el Hijo de Dios asumió de Ella la naturaleza humana para librar al hombre del pecado mediante los misterios de su carne (LG No. 55).


5) María en la anunciación

El Padre de las misericordias quiso que precediera a la encarnación la aceptación de parte de la madre predestinada, para que así como la mujer contribuyó a la muerte, así también contribuyera a la vida. Lo cual vale en forma eminente de la Madre de Jesús, que dio al mundo la Vida misma que renueva todas las cosas, y que fue enriquecida por Dios con dones correspondientes a tan gran oficio.

Por eso no es extraño que entre los santos padres fuera común llamar a la Madre de Dios la toda santa e inmune de toda mancha de pecado y como plasmada por el Espíritu Santo y hecha una nueva criatura [SUP]5[/SUP]. Enriquecida desde el primer instante de su concepción con esplendores de santidad del todo singular, la Virgen nazarena es saludada por el ángel pro mandato de Dios como llena de gracia (cfr. Lc. 1, 28), y Ella responde al enviado celestial: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc. 1,38) Así María hija de Adán, aceptando la palabra divina, fue hecha Madre de Jesús y abrazando la voluntad salvífica de Dios, con generoso corazón y sin el impedimento de pecado alguno, se consagró totalmente a sí misma, cual esclava del Señor, a la Persona y a la obra de su Hijo, sirviendo bajo El y con El, por la gracia de Dios omnipotente, al misterio de la redención. Con razón, pues, los santos padres consideran a María, no como un mero instrumento pasivo en las manos de Dios, sino como cooperadora a la salvación humana por la libre fe y obediencia. Porque Ella, como dice San Ireneo, obedeciendo fue causa de su salvación propia y la de todo el género humano [SUP]6[/SUP]. Por eso no pocos padres antiguos en su predicación gustosamente afirman con él: El nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María: lo que ató la virgen Eva por la incredulidad, La Virgen María lo desató por la fe [SUP]7[/SUP]; y comparándola con Eva, llaman a María Madre de los vivientes [SUP]8[/SUP], y afirman con mucha frecuencia: La muerte vino por Eva, por María la vida [SUP]9[/SUP]. (LG. No. 56).

[SUP]5[/SUP] Cfr. S. Germán Const. Hom. In Annunt. Deipapae: PG 98, 328A; In dorm. 2: col. 357; Anastasio Antioq., Serm, 2 de Annunt., 2;PG 89, 1377 AB; Serm. 3.2; col 1388 C; Andrés Cret., Can. In B.V. Nat., 1; col. 812A; Hom. In dorm., 1; col. 1.068C; S. Sofronio, Or. 2 in Annunt., 18; PG 87 (3), 3237BD
[SUP]6[/SUP] S. Ireneo, Adv. Haer., III, 22, 4; PG 7, 959A Harvey, 2, 123.
[SUP]7[/SUP] S.Ireneo, Ibidem; Harvey, 2, 124.
[SUP]8[/SUP] Epifanio, Haer., 78; 18; PG 42, 728CD-729 AB
[SUP]9[/SUP] S Jerónimo, Epist. 22, 21; PL 22, 408; cfr. S. Agustin, Serm, 51, 2, 3; PL 38, 35; Serm. 232, 2; col 1.108; S Cirilo de Jer., Catech., 12,15; PG 33, 741AB; S. Juan Crisóstomo, In Ps. 44, 7; PG 55, 193; S. Juan Damasceno, Hom. 2 in dorm. B.M.V., 3; PG 96, 728.



6) La bienaventurada Virgen y el Niño Jesús

La unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte; en primer término, cuando María se dirige presurosa a visitar a Isabel, es saludada por ella como bienaventurada a causa de su fe en la salvación prometida y el precursor saltó de gozo (cfr. Lc. 1, 41-43) en el seno de su madre; y en la Natividad, cuando la Madre de Dios, llena de alegría muestra a los pastores y a los magos a su Hijo primogénito, que lejos de disminuir consagró su integridad virginal [SUP]10[/SUP]. Y cuando, ofrecido el rescate de los pobres, lo presentó al Señor, oyó al mismo tiempo a Simeón que anunciaba que el Hijo sería signo de contradicción y que una espada atravesaría el alma de la Madre, para que se manifestasen los pensamientos de muchos corazones (cfr. Lc. 2, 34-35). Al Niño Jesús perdido y buscado con dolor, sus padres lo hallaron en el templo, ocupado en las cosas que pertenecían a su Padre, y no entendieron y su respuesta. Pero su Madre conservaba en su corazón, meditándolas, todas estas cosas (cfr. Lc 2, 41-51). (LG No. 57).

[SUP]10[/SUP] Cfr. Conc. Later, del año 649, ca 3; Mansi, 10, 1151; S. León M., Epist. Ad Flav.; PL 54, 759; Conc. Calced.; Mansi, 7, 462; S. Ambrosio, De instit. Virg.; PL 16,320.


7) La bienaventurada Virgen en el ministerio público de Jesús

En la vida pública de Jesús, su Madre aparece significativamente: ya al principio durante las bodas de Caná de Galilea, a misericordia, consiguió por su intercesión el comienzo de los milagros de Jesús Mesías (cfr. Jn. 2, 1-11). En el decurso de la predicación de su hijo acogió las palabras con las que (cfr. Lc. 2, 19.51), elevando el Reino de Dios sobre los motivos y vínculos de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados a los que oían y observaban la palabra de Dios, como Ella lo hacía fielmente (cfr. Mc. 3 35; Lc. 11, 27-28). Así también la bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su hijo hasta la cruz, en donde, no sin designio divino, se mantuvo de pie (cfr. Jn. 19, 25), sufrió profundamente con su Unigénito y se asoció con corazón maternal a su sacrificio, consintiendo con amor en la inmolación de la víctima concebida por Ella misma, y finalmente, fue dada como Madre al discípulo por el mismo Cristo Jesús moribundo en la cruz, con estas palabras: ¡Mujer, he ahí a tu Hijo! (cfr. Jn. 19, 26-27)[SUP]11[/SUP]. (LG. No. 58).

[SUP]11[/SUP] Cfr. Pío XII, Enc. Mystici Corporis, del 29 de junio de 1943; AAS 35 (1943), pp. 247-248.


8) La bienaventurada Virgen después de la ascensión

Queriendo Dios no manifestar solemnemente el sacramento de la salvación humana antes de derramar el Espíritu Santo prometido por Cristo, vemos a los apóstoles antes del día de Pentecostés perseverar unánimemente en la oración, con las mujeres y María, la Madre de Jesús, y los hermanos de El (Hech. 1, 14) y a María implorando con sus ruegos el don del Espíritu Santo, el cual ya a había cubierto con su sombra en la anunciación. Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original [SUP]12[/SUP] , terminado el curso de su vida terrena, en alma y en cuerpo fue asunta a la gloria celestial [SUP]13[/SUP] y enaltecida por el Señor como Reina del Universo, para que se asemejara más plenamente a su Hijo, Señor de los que dominan (Apoc. 19,16) y vencedor del pecado y de la muerte [SUP]14[/SUP] . (LG. No. 59).

[SUP]12[/SUP] Cfr. Pío XII, Bula Ineffabilils, del 8 de diciembre de 1854; Acta Pio IX, 1, I, p. 616; Denz. 1641 (2803).
[SUP]13[/SUP] Cfr. Pío XII, Const. Apost. Menificentissimus, del 10 de noviembre de 1950: AAS 42 (1950); Denz 2333; Cfr. Juan Damasceno, Enc. In dorm. Dei genetricis. Hom. 2 y 3; PG 96, 722-762, en especial col. 728B; S. Germán Const., In S. Dei gen. Dorm. 1: PG98 (3), 340-348; Serm., 3; col. 362; S. Modesto de Jerusalén, In dorm. SS Deiparae PG 86 (2); 3277-3311.



III- La Bienaventurada Virgen y la Iglesia
9) María, esclava del Señor, en la obra de la redención y de la Santificación

Uno solo es nuestro Mediador según la palabra del Apóstol: Porque uno es Dios y uno el Mediador de Dios y de los hombres, un hombre, Cristo Jesús, que se entregó a Sí mismo como precio de rescate por todos [SUP]14[/SUP]. (1 Tim. 2, 5-6). Pero la función maternal de María hacia los hombres de ninguna manera oscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia. Porque todo el influjo salvífico de la bienaventurada Virgen a favor de los hombres, no nace de ninguna necesidad, sino del divino beneplácito y brota de la superabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, de Ella depende totalmente y de la misma saca toda su eficacia, y lejos de impedirla, fomenta la unión inmediata de los creyentes con Cristo. (LG No. 60).

14 Cfr. Pío XII, Enc. Ad caeli Reginam, del 11 de octubre de 1954; AAs 46 (1954), pp. 633-636; Denz. 3.913s.; Cfr. S. Andrés Cret., Hom. 3 In dorm. SS. Deiparae; PG 97, 1090; S. Juan Damasceno, De fide orth., IV, 14; PG 94, 1153-1161.


10) Maternidad espiritual

La bienaventurada Virgen, predestinada desde toda la eternidad como Madre de Dios junto con la encarnación del Verbo divino por designio de la divina Providencia, fue en la tierra la benéfica Madre del divino Redentor y en forma singular la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El moría en la cruz, cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, esperanza y la encendida caridad, en la restauración de la vida sobrenatural de las almas. Por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia. (LG No. 61).


11) Mediadora

Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la anunciación, y lo mantuvo sin vacilación al pie de la cruz, hasta la consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez asunta a los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación [SUP]15[/SUP]. Por su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la bienaventurada Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora [SUP]16[/SUP]. Lo cual, sin embargo, se entiende de manera que nada quite ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador [SUP]17[/SUP].

Porque ninguna criatura puede compararse jamás con el Verbo encarnado, nuestro Redentor; pero así como del sacerdocio de Cristo participan de varias maneras, tanto los ministros como el pueblo fiel, y así como la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en sus criaturas una múltiple cooperación que participa de la fuente única. La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado, lo experimenta continuamente y lo recomienda al amor de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador. (LC No. 62).

[SUP]15[/SUP] Cfr. Kleutgen, texto corregido De misterio Verbi incamati, cap. IV; Mansi, 53, 290; Cfr. S. Andrés Cret., In nat. Mariae, sermo 4; PG 97, 865 A; S. Germán Const., In ann. Deiparae; PG 98, 321 BC; In dorm., Deiparae, III; col. 361G; S. Juan Damasceno,, In dorm. B. V. Mariae, 1; PG 96, 712 BC, 713 A.
[SUP]16[/SUP] Cfr. León XIII, Enc. Adiutricem populi; del 5 de septiembre de 1895; AAS 15 (1895-96), p. 303; P. Pío Xl Enc. Ad diem illum, del 2 d efebrero de 1904; Acta, I, p. 154; Denz. 1978ª (3370); Pío XI, Enc. Miserentissimus, del 8 de mayo de 1928; AAS 20 (1928), p. 178; Pío XII, Mensaje radiof., del 13 de mayo de 1946; AAS 38 (1964), p. 266.
[SUP]17[/SUP] Cfr. S. Ambrosio, Epist. 63; PL 16, 1218.



12) María, como Virgen y Madre, tipo de la Iglesia

La bienaventurada Virgen, por el don y el oficio de la maternidad divina, con que está unida al Hijo Redentor, y por sus singulares gracias y dones, está unida también íntimamente a la Iglesia. La Madre de Dios es tipo de la Iglesia, como ya enseñaba San Ambrosio; a saber: en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo [SUP]18[/SUP]. Porque en el misterio de la Iglesia, que con razón también es llamada madre y virgen, la bienaventurada Virgen María la precedió, mostrando en forma eminente y singular el modelo de la Virgen y de la Madre [SUP]19[/SUP] ; pues creyendo y obedeciendo engendró en la tierra al mismo Hijo del Padre, y esto sin conocer varón, por obra del Espíritu Santo, como nueva Eva, prestando fe sin sombra de duda, no a la antigua serpiente, sino al mensaje de Dios. Dio a luz al Hijo, a quien Dios constituyó como primogénito entre muchos hermanos (Rom. 8,29); a saber: los fieles, a cuya generación y educación coopera con materno amor. (LG No. 63).

[SUP]18[/SUP] Cfr. S. Ambrosio, Expos. Lc. II, 7; PL 15, 1555.
[SUP]19[/SUP] Cfr. Ps. –Pedro Dam., Serm. 63: PL 144,861AB; Godofredo de S. Víctor, In nat. B. M., Ms. París Mazarine, 1002, fol. 109r; Gerhohus Reich, De gloria et honore Filii Hominis, 10: PL 194, 1105 AB.



13) Fecundidad de la Virgen y de la Iglesia

Ahora bien: la Iglesia, contemplando su arcana santidad e imitando su caridad, y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, también recibida; en efecto, por la predicación y el bautismo engendra para la vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo y nacidos de Dios. Y también ella es virgen que custodia pura e íntegramente la fidelidad prometida al Esposo e imitando a la Madre de su Señor, por la virtud del Espíritu Santo, conserva virginalmente la fe íntegra, la sólida esperanza, la sincera caridad [SUP]20[/SUP]. (LG No. 64).
[SUP]20[/SUP] Cfr. S. Ambrosio, 1. c. y Expos., in Lc. 10, 25-25; PL 15, 1810; S. Agustín, In 1º Tr., 13, 12; PL 35, 1499; Cfr. Serm. 191, 2, 3; PL 38, 1010, etc.; cfr. También Ven. Beda, In Lc Expos. I, c. 2; PL 92, 330; Isaac de Stella, Serm. 31; PL 194, 1863 A.


14) Virtudes de María que han de ser imitadas por la Iglesia

Mientras que la Iglesia en la beatísima Virgen ya llegó a la perfección, por la que se presenta sin mancha ni arruga (cfr. Ef. 5, 27), los fieles, en cambio, aún se esfuerzan en crecer en la santidad venciendo el pecado; y por eso levantan sus ojos hacia María, que brilla ante toda la comunidad de los elegidos como modelo de virtudes. La Iglesia, reflexionando piadosamente sobre Ella y contemplándola a la luz del Verbo hecho hombre, llena de veneración entra mas profundamente en el altísimo misterio de la encarnación y se asemeja más y más a su Esposo. Porque María, que habiendo participado íntimamente en la historia de la salvación, en cierta manera une en sí y refleja las más grandes verdades de la fe, al ser predicada y honrada, atrae a los creyentes hacia su Hijo, hacia su sacrificio y hacia el amor del Padre.

La Iglesia, a su vez, buscando la gloria de Cristo, se hace más semejante a su excelso Modelo, progresando continuamente en la fe, la esperanza y la caridad, buscando y siguiendo en todas las cosas la divina voluntad. Por lo cual, también en su obra apostólica con razón la Iglesia mira hacia aquella que engendró a Cristo, concebido por el Espíritu Santo y nacido de la Virgen precisamente, para que la Iglesia nazca y crezca también en los corazones de los fieles. La Virgen en su vida fue ejemplo de aquel afecto materno, con el que es necesario estén animados todos los que en la misión apostólica de la Iglesia cooperan para regenerar a los hombres. (LG No. 65).


IV- Culto de la Bienaventurada Virgen en la Iglesia
15. Naturaleza y fundamento del culto

María, que por la gracia de Dios, después de su Hijo, fue exaltada por encima de todos los ángeles y los hombres, en cuanto que es la Santísima Madre de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo, con razón es honrada con especial culto por la Iglesia. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos la bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios. A cuyo amparo los fieles en todos sus peligros y necesidades acuden con sus súplicas [SUP]21[/SUP]. Especialmente desde el Concilio de Efeso, el culto del Pueblo de Dios hacia María creció admirablemente en la veneración en la veneración y el amor, en la invocación e imitación, según las palabras proféticas de Ella misma: Me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque hizo en mí cosas grandes el Poderoso (Lc. 1, 48). Este culto, tal como existió siempre en la Iglesia aunque es del todo singular, difiere esencialmente del culto de adoración, que se da al Verbo encarnado lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, y lo promueve poderosamente. Pues las diversas formas de la piedad hacia la Madre de Dios, que la Iglesia ha aprobado dentro de los límites de la doctrina sana y ortodoxa, según la índole y modo de ser los fieles, hacen que mientras se honra a la Madre, el Hijo, en quienes fueron creadas todas las cosas. (cfr. Col. 1, 15-16) y en quien tuvo a bien el Padre que morase toda la plenitud (col. 1, 19), sea debidamente conocido, amado, glorificado y sean cumplidos sus mandamientos (LG No. 66).

[SUP]21[/SUP] “Sub tuum praesidium”.


16. Espíritu de la predicación y del culto

El sacrosanto Sínodo enseña deliberadamente esta doctrina católica y exhorta al mismo tiempo a todos los hijos de la Iglesia a que cultiven generosamente el culto, sobre todo litúrgico, hacia la bienaventurada Virgen, como también estimen mucho las prácticas y ejercicios de piedad hacia Ella, recomendados en el curso de los siglos por el magisterio, y que observen religiosamente aquellas cosas que en los tiempos pasados fueron decretadas acerca del culto de las imágenes de Cristo, de la bienaventurada Virgen y de los santos [SUP]22[/SUP].

Asimismo exhorta encarecidamente a los teólogos y a los predicadores de la divina palabra que se abstengan con cuidado tanto de toda falsa exageración como también de una excesiva estrechez de espíritu, al considerar la singular dignidad de la Madre de Dios [SUP]23[/SUP]. Cultivando el estudio de la Sagrada Escritura, de los santos padres y doctores y de las liturgias de la Iglesia, bajo la dirección del magisterio, ilustren rectamente los dones y privilegios de la bienaventurada Virgen, que siempre están referidos a Cristo, origen de toda verdad, santidad y piedad. Aparten con diligencia todo aquello que, sea de palabra, sea de obra, pueda inducir a error a los hermanos separados o a cualesquiera otros acerca de la verdadera doctrina de la Iglesia. Recuerden, por su parte, los fieles que la verdadera devoción no consiste ni en un afecto estéril y transitorio ni en vana credulidad, sino que procede de la fe verdadera, que nos lleva a reconocer la excelencia de la Madre de Dios y nos incita a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes. (LG No. 67).

[SUP]22[/SUP] Conc, Nic. II, año 787; Manzi, 13, 378-379; Denz. 302 (600-601); Conc. Trid., sess. XXV; Mansi, 33, 171-172.
[SUP]23[/SUP] Cfr. Pío XII, Mensaje radiof., del 24 de octubre de 1954l AAS 46 (1954), p. 679; Enc. Ad caeli Reginam, del 11 de octubre de 1954; AAS 46 (1954), p. 637.



V – María, signo de esperanza cierta y consuelo para el pueblo de Dios peregrinante
17. Entre tanto, la Madre de Jesús, de la misma manera que ya glorificada en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y principio de la Iglesia que ha de ser consumada en el futuro siglo, así en esta tierra, hasta que llegue el día del Señor (cfr. 2 Ped. 3, 10), brilla ante el Pueblo de Dios peregrinante, como signo de esperanza segura y de consuelo (LG No. 68).


18. Ofrece gran gozo y consuelo a este sacrosanto Sínodo el hecho de queTampoco falten entre los hermanos separados quienes tributan debido honor a la Madre del Señor y Salvador, especialmente entre los orientales, que van a una con nosotros por su impulso fervoroso y ánimo devoto en ele culto de la siempre Virgen Madre de Dios [SUP]24[/SUP]. Ofrezcan todos los fieles súplicas insistentes a la Madre de Dios y Madre de los hombres, para que Ella, que estuvo presente a las primeras oraciones de la Iglesia, ensalzada ahora en el cielo sobre todos los bienaventurados y los ángeles, en la comunión de todos los santos, interceda también ante su Hijo para que las familias de todos los pueblos, tanto los que se honran con el nombre cristiano, como los que aún ignoran al Salvador, sean felizmente congregadas con paz y concordia en un solo Pueblo de Dios, para gloria de la Santísima e individua Trinidad. (LG No. 69).

[SUP]24[/SUP] Cfr. Pío XI, Enc. Ecclesiam Dei, del 12 de noviembre de 1923; AAS 15 (1923), p. 581; Pío XII, Enc. Fulgens Corona, del 8 de septiembre de 1953; AAS 45 (1953), pp. 590-591.

Sacrosantum Concilium



EL AÑO LITURGICO
19. En la celebración de este círculo anual de los misterios de Cristo la santa Iglesia venera con amor especial a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María, unida con lazo indisoluble a la obra salvífica de su Hijo; en Ella la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de la redención, y la contempla gozosamente como una purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera se. (SC No. 103).



APOSTOLICAM ACTUOSITATEM​
22. La espiritualidad seglar en orden al apostolado.

Este método de vida espiritual de los seglares debe tomar su nota característica del estado de matrimonio y de familia, de soltería o de viudez, de la condición de enfermedad, de la actividad profesional y social. No descuiden, pues, el cultivo asiduo de las cualidades y dotes convenientes para ellos que se les ha dado, y el uso de los propios dones recibidos del Espíritu Santo.

Además los seglares que, siguiendo su vocación, se han inscrito en alguna de las asociaciones o institutos aprobados por la Iglesia, han de esforzarse al mismo tiempo en asimilar fielmente la característica peculiar de la vida espiritual que les es propia. Aprecien también como es debido al pericia profesional, el sentimiento familiar y cívico y esas virtudes que exigen las costumbres sociales, como la honradez, el espíritu de justicia, la sinceridad, la delicadeza, la fortaleza del alma, sin las que no puede darse la verdadera vida cristiana.

El modelo perfecto de esta vida espiritual y apostólica es la Santísima Virgen María, Reina de los apóstoles, quien, mientras llevaba en este mundo una vida igual a la de los demás, llena de preocupaciones familiares y de trabajos, estaba constantemente unida con su Hijo, cooperó de un modo singularísimo a la obra del Salvador; y ahora, asunta a los cielos, “cuida con amor materno de los hermanos de su Hijo que peregrinan todavía y viven en peligros y angustias hasta que lleguen a la patria feliz”. Hónrenla todos con suma devoción y encomienden su vida Apostólica a al solicitud materna de María. (AA No. 4).

AD GENTES​
23. Los padres del concilio, juntamente con el Romano Pontífice, sintiendo vivamente la obligación de difundir en todas partes el reino de Dios, saludan con gran amor a todos los heraldos del Evangelio, sobre todo a los que padecen persecución por el nombre de Cristo, hechos partícipes de sus sufrimientos [SUP]19[/SUP]. Ellos se encienden el mismo amor en que ardía Cristo por los hombres. Pero, sabedores de que es Dios quien hace que su reino venga a la tierra, ruegan juntamente con todos los fieles cristianos que por intercesión de la Virgen María, Reina de los apóstoles, sean atraídos los gentiles al conocimiento de la verdad (cfr. 1 Tim. 2, 4); y la claridad de Dios que resplandece en el rostro de Cristo Jesús, brille a todos por el Espíritu Santo (cfr. 2 Cor. 4, 6). (AG No. 42).

[SUP]19[/SUP] Cfr. Pío XII, Enc. Evangelio parecones; AAS (1951), p. 527; Juan XXIII, Enc. Princeps pastorum; AAS (1959), p. 864.

UNITATIS REDINTEGRATIO​
24. La tradición litúrgica y espiritual de los orientales
Todos conocen con cuánto amor los cristianos orientales celebran el culto litúrgico, sobre todo la celebración eucarística, fuente de la vida de la Iglesia y prenda de la gloria futura, por la cual los fieles unidos a su obispo, teniendo a cogida ante Dios Padre por su Hijo el Verbo encarnado, martirizado y glorificado en la efusión del Espíritu Santo, consiguen la comunión con la Santísima Trinidad, hechos partícipes de la naturaleza divina (2, Ped. 1, 4).

Consiguientemente, por la celebración de la Eucaristía del Señor en cada una de estas Iglesias, se edifica y crece la Iglesia de Dios [SUP]20[/SUP], y por la concelebración se manifiesta la comunión entre ellas.

En este culto litúrgico los orientales ensalzan con hermosos himnos a María, siempre Virgen, a quien el concilio ecuménico de Efeso proclamó solemnemente Santísima Madre de Dios, para que Cristo fuera reconocido como Hijo de Dios e Hijo del hombre, según las Escrituras, y honran también a muchos santos, entre ellos a los padres de la Iglesia universal. (UR No. 15).

[SUP]20 [/SUP]Cfr. S. Juan Crisóstomo, In Ioannem, Homilía XLVI; PG 59, 260-262.

Esta es la voz oficial de la Iglesia, así nos quitamos de suposiciones.- Enseguida voy a traer lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica.



Ése NO es el EVANGELIO DEL SEÑOR, hermano; y SOLO EN ÉL ESTÁ LA VIDA.

ÉL DICE: "YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD y LA VIDA, NADIE viene AL PADRE sino POR MÍ."...AMÉN.

SOLO ÉL.

Que ÉL te Bendiga con SU PAZ y SU AMOR. AMÉN.
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

Lamentablemente quien no cree en el legado mariano se estancó en su fé unos 5 siglos al menos, hay un profecía bíblica que vino de la mano de Maria:

Joel 3:3 Y realizaré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, fuego y columnas de humo."

El milagro de Fátima y las posteriores dos guerras mundiales.

Pero no hay discernimiento a menos que primero creas, porque esa profecía pasó y la seguirán esperando los que no aceptan a la Santisima Virgen Maria.

1.- ¿puede explicarnos por que los que no creen en los dogmas Mariano su fe estanco 5 siglos?
¿acaso Jesus no menciona que creamos en el?, ¿acaso cuando mando a predicar su evangelio no dijo que el que creyere y sea buatizado y el que no creyere sera condenado?

bajo el contexto de estas preguntas que te hago, ¿puedes decirme en que se estanco mi fe?
¿acaso Jesus cambio de 5 siglos para aca?


2.- No se que version biblica tengas pero Joel 3:3 dice esto:

3:3 y echaron suertes sobre mi pueblo, y dieron los niños por una ramera, y vendieron las niñas por vino para beber.

mas bien te refieres a Joel 2:30

2:30 Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo.

Y me disculpas caminante, pero esta profecia es del Profeta Joel y no de Maria, ¿puedes explicar como vinculas a maria con este texto?
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

Entonces tu concluyes que hacerse imagen es idolatría... eso te entiendo

Pan de Vida voy a hacer el comentario que siempre realizo cuando se tocan este tema es especifico.

El problema no son las imagenes, yo tengo un cuadro de mi boda que mande a dibujar a pintar con un artista de mi localidad, que por cierto es buenísimo, ahi esta en la sala, junto con las caritas que le tome a mis dos hijos cuando eran unas tiernas criaturas, tengo fotos de mi Madre, de mi Padre, mis hermanos, tios, de momentos especiales de la familia, de reuniones en la iglesia etc, etc, etc.

Esto no es malo por que no estan ocupando el lugar que debe tener Dios en mi vida y por que no existe ninguna dogma que pueda relacionar estas fotos o imagenes que a veces me siento con hijos a ver y recordar con principios religiosos establecidos por Jesus y que naveguen en contra de ello.

Tu tienes imagenes en tu iglesia, perfecto no hay ningun problema si todo quedara hasta alli, en el simple hecho de tenerlas, pero , aqui viene el meollo del asunto Pan de Vida, pero en el mismo momento en que un feligres se acerca a esa Imagen y le pida, santo fulano de tal te pido por esto y por aquello, hermanito estas cayendo en idolatria, por que Jesus dejo enseñado como y a quien debemos elevar nuestras plegarias al cielo.

No te enseño que lo hagas un santo, si no que te enseño que todo lo que necesitemos se lo pidamos al Padre en su nombre

Ahora si a esto le agregas que es una enseñanza oficial de la Iglesia, ahi tienes la idolatria y no por que tengas imagenes, si no por que estas te estan para llevar acabo practicas contrarias a las enseñanzas de Jesus y apostolicas.

Mas claro y mas explicito Pan de Vida no pude haber sido
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

Y nos dice la Escritura:

Josué desgarró sus vestiduras y se postró hasta la tarde delante del Arca del Señor, con el rostro en tierra. Los ancianos de Israel hicieron lo mismo, y todos esparcieron polvo sobre sus cabezas.
Libro de Josué. VII,6.

El Arca de Dios permaneció tres meses en la casa de Obededom. Y el Señor bendijo la casa de Obededom y todos sus bienes.
Primer Libro de Cronicas. XIII,14

Creo yo que debes releer lo que es el Arca de la Alianza.

Pax.


Clasico de Novohispano y de su desconocimiento de los temas bíblicos, por que lo único que se pone en evidencia ese esto que mas adelante explicare.

Primero voy a poner juntos una serie de textos bíblicos para que el lector de este tema los visualice juntos:

Antiguo testamento:

20:3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.
20:4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
20:5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,


25:1 Jehová habló a Moisés, diciendo:
25:10 Harán también un arca de madera de acacia
, cuya longitud será de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio.
25:11 Y la cubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor.
25:12 Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado.
25:13 Harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro.
25:14 Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas.
25:15 Las varas quedarán en los anillos del arca; no se quitarán de ella.
25:16 Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré.
25:17 Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio.
25:18 Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio.
25:19 Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos.
25:20 Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines.
25:21 Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.
25:22 Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel.

Josue
7:6 Entonces Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehová hasta caer la tarde, él y los ancianos de Israel; y echaron polvo sobre sus cabezas.

Cronicas 13
13:14 Y el arca de Dios estuvo con la familia de Obed-edom, en su casa, tres meses; y bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo lo que tenía.

Novohispano dice que los textos de Josue y Cronoicas avalan o son ejemplo que la imagenes que ocupan tarde o temprano el lugar de altisimo Dios las permite.

Pero de acuerdo al contexto biblico el hermanito esta en un error, si Josue se postro ante el arca de Jehova es porque esa arca de acuerdo a exodo el ordeno construirla por que a traves de ella Jehova iba a ser acto de presencia.

No hay nada mas que decir al respecto.
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

RAZONEMOS:

A CAMINANTE 7....

UNA COSA ES ACARREAR EL ARCA, PARA MOVER LO, DE UN LUGAR A OTRO.
Y OTRA ES ADORAR, COMO HACEN LOS CATÓLICOS. NO CONFUNDA HOMBRE.
MUESTRA EVIDENCIA BÍBLICA, QUE LOS ISRAELITAS ADORABAN EL ARCA.

SALUDOS...
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

¿acaso Jesus cambio de 5 siglos para aca?

Le pregunto a usted eso mismo.

¿Jesús cambió o los Protestantes lo forzaron a cambiar?
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

Ése NO es el EVANGELIO DEL SEÑOR, hermano; y SOLO EN ÉL ESTÁ LA VIDA.

ÉL DICE: "YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD y LA VIDA, NADIE viene AL PADRE sino POR MÍ."...AMÉN.

SOLO ÉL.

Que ÉL te Bendiga con SU PAZ y SU AMOR. AMÉN.

Agradezco su respuesta.-

Jamás en esta Constitución del Concilio Vaticano II se dice ni se pretende que sea otro Evangelio, la Iglesia dentro de sus responzabilidades esta el ser Maestra para sus integrantes, y lo que hace es discernir las Sagradas Escrituras junto con la Patrística y nos lo comunica para normar nuestro actuar dentro de la fe.

Si se tomó la molestia de leer detenidamente, y lo resalté, esta Constitución nos señala repetidamente que ¡Nadie puede sustituir el papel de Salvador que tuvo Jesucristo! ni María Santísima, así que no se preocupe, no estamos errando el camino.

Gracias por sus deseos, estos son recíprocos.
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

RAZONEMOS:

A CAMINANTE 7....

UNA COSA ES ACARREAR EL ARCA, PARA MOVER LO, DE UN LUGAR A OTRO.
Y OTRA ES ADORAR, COMO HACEN LOS CATÓLICOS. NO CONFUNDA HOMBRE.
MUESTRA EVIDENCIA BÍBLICA, QUE LOS ISRAELITAS ADORABAN EL ARCA.

SALUDOS...

Le explico, nosotros llamamos a Maria "Arca de la Nueva Alianza", y le profesamos la misma reverencia que el pueblo Israelita al Arca del Antiguo Pacto.

Aunque la Ley escrita en las piedras fué rota en mil pedazos alguna vez (prefiguración de Cristo), el Arca en cambio era intocable, Uzá se atrevió a tocarla y murió fulminado, de la misma manera el Hijo protege a la Madre, podemos desangrar a Jesucristo pero no podemos tocar a la madre.

Cuando leemos los libros apócrifos sobre el nacimiento de Jesús dos o tres de ellos coinciden en decir que la partera trató de tocar a Maria por su labor de parto y su mano fué quemada.

Maria es el Arca de la Nueva Alianza.

En el Apocalipsis se habla que el cielo reveló el Arca:

Apo 11:19 El templo de Dios que está en el cielo fue abierto; y el arca de su pacto se veía en su templo, y hubo relámpagos, voces y truenos, y un terremoto y una fuerte granizada.

Este tiempo ha llegado a nosotros, el Templo de Dios fué abierto y nos ha sido mostrada Maria, una revelación guardada para los últimos tiempos, precisamente estos que vivimos.

No por casualidad en siguiente capítulo del Apocalipsis, inmediatamente después se habla de la Mujer de 12 estrellas sobre su cabeza... eso es lo que muestra el Arca.

Saludos
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

No tiene nada de nuevo, cada vez que se toca el tema se termina demostrando las falacias catolicas respecto a lo dogmas de Maria

Creo que es mucha su pretensión, desde el brote de las sectas nacidas en Norteamerica, es cuando se acrecentó la diferencia con el catolicismo, como se ha demostrado los padres del protestantismo nacido en la Reforma, no cavaron un abismo tan inmenso como el que hoy existe entre ustedes y nosotros.- En su pretensión trata de ignorar el indispensable razonamiento y conclusión que se tiene que hacer de las Sagradas Escrituras, pretensión totalmente falsa, existen infinidad de Institutos de Teología Protestante ¿por qué o para qué? si usted deja sentir que es la Escritura y nada más que la Escritura (máxima antibíblica) lo que debemos de aplicar, trata de disimular que usted sigue una doctrina que es salida de un razonamiento teológico y por lo tanto filosófico.

Por tanto, hasta este momento, ustedes han expuesto su punto de vista y nosotros el nuestro, no ha demostrado mas que esa realidad analítica y aún esta en la mesa de los debates.

Que Dios le bendiga.
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

Por otro lado si María nace producto de una inmaculada concepción y además nunca pecó en el transcurso de toda su vida, entonces ella no tuvo necesidad de un Salvador, algo ridículo.
 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

Por otro lado si María nace producto de una inmaculada concepción y además nunca pecó en el transcurso de toda su vida, entonces ella no tuvo necesidad de un Salvador, algo ridículo.

Creo que lo que usted ha entendido de este punto no esta correcto.-
Si, por cierto. Ella necesitó de la Salvación al igual que todos nosotros. Excepto que con María, Dios actuó en manera diferente; especial. Nosotros recibimos la Salvación a través de las aguas del Bautismo que recibimos al poco tiempo de haber nacido. Literalmente, el agua del Bautismo lava el Pecado Original que contrajimos por la desobediencia de Adán y Eva. Dios simplemente no permitió que María fuera manchada por el Pecado Original, en anticipación a los méritos de su Hijo Jesucristo.
En otras palabras, por el Pecado Original caemos en un pozo del cual necesitamos ser rescatados. Dios simplemente intervino para que ella no cayera en ese pozo. Y todo esto, por el poder de la Redención.
Que María se declarara pecadora es falso. Que ella se declarara salvada por Dios es cierto. En Lc 1:48 ella reconoce que fue salvada. ¿De qué? Del dominio del pecado, por gracia de Dios. Pero para eso no tuvo que llegar a pecar. Dios la salvó preservándola del pecado.
El dogma de la Inmaculada Concepción de María no niega que ella fue salvada por Jesús. En María las gracias de Cristo se aplicaron ya desde el momento de su concepción. El hecho de que Jesús no hubiese aún nacido no presenta obstáculo pues las gracias de Jesús no tienen barreras de tiempo y se aplicaron anticipadamente en su Madre. Para Dios nada es imposible.

 
Re: María en el catolicismo: Idolatría pura!

RAZONEMOS:

ALGUNOS DICEN:
"Le explico, nosotros llamamos a Maria "Arca de la Nueva Alianza", y le profesamos la misma reverencia que el pueblo Israelita al Arca del Antiguo Pacto."

UDS. LA PUEDEN LLAMAR A MARIA COMO QUIERAN, DA IGUAL. EL TEMA ES, QUE LA BIBLIA NUNCA LA LLAMO, NI LA LLAMA
"Arca de la Nueva Alianza", COMO TU DICES.
FAVOR DE NO INCLUIR COSAS QUE LA BIBLIA NO DICE NI SUGIERE.


ALGUNOS DICEN:" el Arca en cambio era intocable, Uzá se atrevió a tocarla y murió fulminado, de la misma manera el Hijo protege a la Madre, podemos desangrar a Jesucristo pero no podemos tocar a la madre."

MOSTRAR, DONDE LA BIBLIA DICE, QUE NO SE LA PODÍA TOCAR A MARÍA


ALGUNOS DICEN: "Cuando leemos los libros apócrifos sobre el nacimiento de Jesús dos o tres de ellos coinciden en decir que la partera trató de tocar a Maria por su labor de parto y su mano fué quemada."

ESOS LIBROS QUE MENCIONAS NO FORMAN PARTE DEL CANON OFICIAL. REPITO, NO METAS LIBROS QUE NADA TIENEN QUE VER.



ALGUNOS DICEN:
"Maria es el Arca de la Nueva Alianza."

AMIGO, NO SE QUE BIBLIA LEE UDS. PERO EN LA PALABRA DE DIOS TAL AFIRMACION (Barbaridad) NO EXISTE.



ALGUNOS DICEN:
"Apo 11:19 El templo de Dios que está en el cielo fue abierto; y el arca de su pacto se veía en su templo, y hubo relámpagos, voces y truenos, y un terremoto y una fuerte granizada. "

HABER, EL TEXTO ES DEMACIADO CLARO, COMO PARA TORCERLO.
DICE "el arca de su pacto ". NO DICE MARIA, O ARCA DE MARIA O QUE MARIA ES EL ARCA. NO TUERZA LAS ESCRITURA, EN POS DE SU DOCTRINA, POR FAVOR.

ADEMAS, PARA UTILIZAR ESTE VERSO EN FAVOR DE SU DOCTRINA, DEBE MOSTRAR Y PROBAR, QUE MARIA ES EL ARCA DEL PACTO(como tú dices).
PERO NO CON COMENTARIOS O CUENTOS CATOLICOS, SINO CON LA BIBLIA.
YA LE DIJE EN OTRO FORO, HABLA MUCHO Y DEMUESTRA POCO.

SALUDOS...