Los silencios de Dios

Bart

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24 Enero 2001
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http://www.eldiadecordoba.com/pg030904/opinion/opinion_opinion265786.htm

<CENTER>Los silencios de Dios</center>

Grupo Tomás Moro.

Hoy resulta más necesario que nunca hablar de Dios porque vivimos inmersos en una cultura fuertemente secularizada donde se desarrolla la increencia, sobre todo en los sectores más dinámicos y jóvenes de la sociedad. Y esto sucede por primera vez en la Historia: una parte muy importante de la juventud española no cree en casi nada.

Es necesario hablar de Dios en "tiempos de indigencia", decía Heidegger, en tiempos de silencio o silenciamiento de Dios. El lenguaje sobre Dios ha pasado a ser "insignificante" en el espacio público e incluso en la vida cotidiana. Ha quedado relegado al interior de las conciencias y de las comunidades en su vida específicamente religiosa. Y por consiguiente, no por azar, nuestro lenguaje se ha empobrecido.

Por los años sesenta y setenta -tiempos en los que el huracán de la secularización barrió Occidente y también penetró en la Iglesia- se presentó a veces este silencio como ventajoso para la fe; se purifica, se decía, el verdadero saber de Dios en el silencio, porque el silencio protege el misterio de Dios. Pero tal silencio, como también la secularización, es un fenómeno ambiguo. Rebasar todo saber acerca de Dios en el amor y la adoración protege, es cierto, la realidad del misterio de Dios, le libra de falseamiento. Pero no hablar de Dios o de toda otra realidad ha ido unido estos años con el agnosticismo y la indiferencia religiosa, fenómenos que se han condicionado mutuamente.

Detrás de la supuesta realidad silenciada de Dios muchos no han reconocido nada: consiguientemente se han replegado y reafirmado sobre su propia finitud, sobre sus grandes o modestos proyectos, sobre sus grandes o pequeñas satisfacciones. Otros, al no rebasar ese espeso silencio, lo toman como un telón de fondo sobre el que el ser humano proyecta magnificados, en símbolos e imágenes, sus propios deseos y sueños. Pero detrás del telón tampoco reconocen nada.

Este silencio de Dios es el acontecimiento fundamental de estos tiempos de indigencia en Occidente. No hay otros que pueda comparársele en radicalidad y en lo vasto de sus consecuencias deshumanizadoras. Ni siquiera la pérdida del sentido moral.

Durante los veinticinco últimos años, aproximadamente, se ha producido entre nosotros una verdadera "revolución cultural", que fomenta una particular manera de entender al hombre y al mundo, al margen de Dios y como si Dios no existiera. Los peligros que de ahí se derivan son patentes y mortales para el hombre: a pesar de todas las proclamas en contrario, asistimos a una profunda quiebra de humanidad. No es alarmista el reconocer lo que está sucediendo a nuestro alrededor, sino realista. Si existe una enfermedad grave, es preciso descubrirla y reconocerla, sólo así habrá sanación.

Basta mirar a nuestro alrededor, al hombre occidental actual y ver la posición tan generalizada que tiene ante el destino y la vida, o ante la verdad y la mentira; basta mirar a sus ideales, a su vida familiar, a sus esperanzas de futuro, para percatarse que ese hombre anda vacío y desorientado, fugitivo de sí mismo y con unas aspiraciones e ideales prevalentes como el dinero, el sexo, la evasión y el goce narcisista, el vivir bien y el disfrutar, el consumo y el bienestar, el gozar del cuerpo y de la vida, la pluralidad y la permisividad moral amplia y sin trabas de ningún tipo... La misma trascendencia y la expresión religiosa tienen, con frecuencia, los límites de la corteza de la piel, queda en superficie, en la sensibilidad, en el gusto o en el consumo. Se vive como si Dios propiamente no existiera; por supuesto, no se vive en su presencia, ya que Dios es como algo evanescente, relacionado con los sentimientos o los estados anímicos; la fe en Dios deja de configurar la entera realidad de la vida; Dios queda relegado a los márgenes de la vida, lo cual no ocurre, empero, sin gravísimas consecuencias para el hombre.

La indiferencia religiosa, el rechazo o el olvido de Dios quiebra interiormente el verdadero sentido del hombre, altera en su raíz la interpretación de la vida humana y debilita y deforma los valores éticos y morales.

Lo que está en juego, por eso, es la manera de entender la vida, con Dios o sin Dios, con esperanza de vida eterna o sin más horizonte que los bienes del mundo, con un código moral objetivo respetado desde dentro o con la afirmación soberana de la propia libertad como norma absoluta de comportamiento hasta donde permitan las reglas externas de juego. No da lo mismo una cosa que otra, éste es el reto para nosotros los cristianos: que los hombres entiendan y vivan la vida con Dios y con esperanza en la vida eterna. Y para ello necesitamos hablar de Dios. Nada hay tan urgente.

 
Dios te bendiga Bart.

Quizá esto esté muy denso para que muchos se animen a opinar, pero me gustaría resaltar dos ideas.


1.Pero no hablar de Dios o de toda otra realidad ha ido unido estos años con el agnosticismo y la indiferencia religiosa, fenómenos que se han condicionado mutuamente.
2.La indiferencia religiosa, el rechazo o el olvido de Dios quiebra interiormente el verdadero sentido del hombre, altera en su raíz la interpretación de la vida humana y debilita y deforma los valores éticos y morales.


Siempre he sido prudente en cuanto a responsabilizar a los que propagan la idea de que "Religión No, Cristo Sí" de ser meras víctimas de esta propaganda secularizante. Pero si le soy honesto, realmente creo que más que víctimas han pasado a ser vehículos promotores de la secularización. Lo peor del caso es que esta infiltración en La Iglesia es mucho más solapada que cualquier otra y por lo tanto mucho más peligrosa.

Sería bueno preguntarse a cuántos de los que tan machacadamente y con todo esfuerzo le han dicho que "Religión No", (y definitivamente se lo han creido) han podido sacarles de sus corazones un "Cristo Sí".

En el Amor de Jesús.
Gabaon.

P.D. Querido lector (alguien distinto de Bart), si usted desea responder a este mensaje por favor le sugiero que ore antes de hacerlo; revise su conciencia a la luz del Espíritu de Dios y luego escríbame sus líneas. No me interesa debatir sino intercambiar impresiones.
 

Hola Gabaon, Indudablemente que la religión es un freno a la depravación y tiene un efecto positivo sobre sus seguidores, una religión parte de valores absolutos, los mandamientos de Dios. Lo malo es que nuestra sociedad en nombre de una supuesta “libertad”, “progresismo”, “laicismo”, etc... Ha dado un salto en el vacío con la negación de todo lo que suene a religioso y lo triste es que meten en el mismo saco a Cristo y a los Cristianos, esto ayudado por el mal testimonio que han dado algunas instituciones religiosas que han servido de escándalo y han traído oprobio al nombre de Dios. A consecuencia de todo esto no nos enfrentamos a una sociedad laica sino a una sociedad hostil. El Cristiano nunca lo tuvo ni lo tiene fácil, muchas veces perseguido por la misma religión.

Por otro lado, el cine y la TV, llevan educando a varias generaciones de que lo malo es lo bueno, y que hay que ser trasgresores. Este espíritu, incluso ha penetrado dentro de la religión y hoy vemos defender dentro de las iglesias aberraciones y pecados que hace pocos años eran inconcebibles. Una cosa es cierta, el alejamiento de la Palabra de Dios es una clara apostasía.

Por otra parte, según la Palabra de Dios no somos llamados a predicar una religión, somos llamados a predicar a Cristo, solamente la fe en Cristo puede salvar y regenerar a las personas a través de la predicación del Evangelio.

Por la predicación del Evangelio, el Señor ha podido sacarle de lo profundo de sus corazones un “Cristo Sí” a todos los que hoy somos santos y conformamos Su Iglesia, el Cuerpo de Cristo.

Puedo ser religioso y estar completamente perdido, pero si estoy en Cristo, mis pecados fueron perdonados, y ahora soy una nueva criatura engendrada por el Espíritu Santo para Vida Eterna.

Bendiciones

Bart
 
A propòsito del tema de la religiòn...

A propòsito del tema de la religiòn...

Saludos y bendiciones en Cristo Jesùs.
Estimado Bart, me parecen muy importantes tus apreciaciones, lo mismo que las hechas por Gabaòn.

No obstante, sé que en estos foros entran toda clase de personas, recièn convertidos o no convertidos a los que algunos mensajes pueden parecerles confusos, particularmente me refiero a:
Indudablemente que la religión es un freno a la depravación y tiene un efecto positivo sobre sus seguidores, una religión parte de valores absolutos, los mandamientos de Dios.

La salvedad viene en el sentido de que religiones hay muchas y de todos los pelambres...pero no necesariamente es un freno a la depravaciòn, ni se parte de valores absolutos (casos: Iglesia Catòlica y Nueva Era)...y mucho menos podrìamos decir que tiene un efecto positivo sobre sus seguidores; un ejemplo de esto ùltimo son las persecusiones que afrontamos los cristianos actualmente en paìses islàmicos. Una religiòn tampoco parte necesariamente de los mandamientos de Dios, porque existen religiones con falsos dioses (el "Alà" musulmàn, por ejemplo).

Afortunadamente, màs adelante haces la salvedad sobre el verdadero sentido de la religiòn que practicamos:

según la Palabra de Dios no somos llamados a predicar una religión, somos llamados a predicar a Cristo, solamente la fe en Cristo puede salvar y regenerar a las personas a través de la predicación del Evangelio.

Hago estas anotaciones, no en el sentido de refutar, sino de aclarar a terceros foristas que, desprevenidamente capten estas frases al vuelo.

Bendiciones en Cristo Jesùs,

EMMAUS