El mercado de las religiones
El mercado de las religiones
El mercado de las religiones
A nadie se le escapa que las religiones, además del intento de acercarnos al Dios verdadero, aunque no creo que todas cumplan esta función, tienen otras funciones que tienden a cubrir muchas otras carencias y otras disfunciones a las que nos lleva la moderna sociedad.
Muchas veces las personas se sienten solas y anónimas en medio de los movimientos, prisas y agitación de las grandes ciudades, puede consolar a los enfermos, puede dar compañía en las problemáticas de la vida como en el caso del desempleo, de problemáticas familiares, en los casos de rupturas de la pareja, en medio de los conflictos a que nos vemos abocados. A veces los contextos sociales no nos dan las compensaciones psicológicas necesarias... nos vemos solos y vacíos. El vacío existencial nos puede llegar a angustiar. Y aquí las religiones pueden tener un papel de llenura y compensación de las carencias y soledades sociales.
Por otra parte, los procesos de secularización que se han dado en el mundo, al empujar a la religión hacia la esfera de la privacidad e intimidad, la pueden convertir en una simple opción individual que, si nos descuidamos, nos la ofrecen a la carta . La religión, fundamentalmente en la ciudad secular, ha sido desplazada de lo que podría ser su centro de gravedad social. Antes, toda la sociedad estaba impregnada de religión. Así, la medicina con sus hospitales llenos de monjitas, la enseñanza con sus crucifijos, la justicia y el derecho y hasta en muchos de los centros de trabajo, se podía ver a la religión ubicada en el centro de gravedad de la vida social en general. Hoy, el secularismo, la ha querido reducir a una opción más, propia de la libertad individual, de la intimidad, de la privacidad... De ahí a que surja todo un mercado de las religiones en donde haya multitud de ofertas que se ofrecen en el ámbito de la privacidad, sólo hay un paso. Porque la religión ya no se quiere que esté allí donde se dan las dinámicas sociales que estructuran toda la sociedad.
Pero al perderse la cosmovisión, más o menos universal que nos daba la religión, al quedar como una opción más que se nos ofrece entre muchas otras opciones ideológicas, puede entrar como producto en el mercado que se nos ofrece de un surtido de religiones entre las que se puede escoger más o menos a la carta. La cosmovisión que ofrecía la religión, tiene que ser compartida con otras muchas formas de captar el sentido de la vida y de la muerte, el sentido de nuestro ser y sentir, el sentido de la finalidad de la vida.
Así, pueden levantarse muchos predicadores que son simplemente vendedores de religión. Pueden ser religiones basadas en las religiones orientales antiguas, pueden estar basada en la vuelta de los viejos demonios del pasado, en espiritismos o hechicerías... porque todo son opciones válidas que dependen de que a la persona, en el ámbito individual, les llene y les ayude a llenar los vacíos espirituales de los que son presa . Poco les interesa si esa cosmovisión religiosa que se les vende, responde a la oferta del verdadero Dios, cuyo hijo Jesús murió por nosotros en la cruz del Calvario y que resucitó venciendo a la muerte y siendo las primicias de nuestra propia resurrección. Lo importante es que el producto espiritual que se me ofrece, me ofrezca las ventajas suficientes para llenar los vacíos existenciales que me agobian. Necesito al vendedor que mejor producto religioso me ofrezca para calmar mi sed de espiritualidad y, en su caso, de práctica de un ritual.
Así, en esta búsqueda de llenar vacíos con prácticas de rituales, todo se puede “religionizar” y hacerle que cumpla los objetivos sociales o espirituales de llenar mis vacíos existenciales . Por eso la danza de una discoteca puede sustituir al auténtico ritual, los colores y los gritos en torno a mi equipo de fútbol, puede, de alguna manera, ayuda a llenar vacíos. El aferrarse a la moda o meterse en una tribu urbana, pueden ser sustitutos de la cosmovisión que ofrecía el cristianismo. Son visiones del mundo que creemos que nos ayudan. Así, a las corrientes orientales, la vuelta de los viejos demonios, los cienticismos asimilados a la religiosidad y otras percepciones de la realidad, son complementadas con las cosmovisiones que se consiguen desde el mundo del deporte, las discotecas o las modas, así como desde el culto al cuerpo o al terruño en el caso de los nacionalismos. Todo ello son áreas que ofrecen la posibilidad de ejercer funciones sustitutivas de la religión. Funcionan como mercancías que se pueden sacar al mercado de las religiones.
Y ante esto nos encontramos los cristianos con una oferta a la cual la sociedad la quiere reducir a una opción más en el mercado de las religiones. Y para triunfar y evangelizar, no es suficiente ofertar una ortodoxia perfecta, sino que también hemos de evangelizar con la propia vida, vidas cambiadas y que evangelizan a través de sus compromisos y acciones siguiendo los estilos de vida, las prioridades y los compromiso de Jesús. Pero también estar firmes en la ortodoxia no es nada secundario, así como encontrar el sentido de la auténtica espiritualidad cristiana y de la visión realmente universal, social y pública del cristianismo.