"Esto es, hasta Juan el Bautista. “Hasta” Juan, que predicaba el reino de Dios, los sagrados escritos del AT fueron la principal guía del hombre para la salvación (Rom_3:1-2). La palabra “hasta” (Gr. méjri) no indica en nada, como lo sugieren algunos expositores superficiales de las Escrituras, que la ley y los profetas -es decir, los escritos del AT- perdieron su fuerza o su valor cuando Juan comenzó a predicar. Lo que Jesús enseñó con estas palabras era que “hasta” el ministerio de Juan los hombres sólo habían tenido “la ley y los profetas”.
El Evangelio no vino para reemplazar o anular lo que Moisés y los profetas habían escrito, sino para complementar esos escritos, reforzarlos y confirmarlos ( Mat_5:17-19). El Evangelio no ocupa el lugar del AT, sino que se suma a él.
“La muerte reinó desde Adán hasta [méjri] Moisés” (Rom_5:14), pero sabemos bien que la muerte continuó después de Moisés.
El NT nunca disminuye el valor del AT; por el contrario: en el AT fue donde los creyentes del NT encontraron la más firme confirmación de su fe. El AT era, en verdad, la única Biblia que tenía la primera generación de cristianos en los días del NT ( Joh_5:39). Ellos no despreciaban el AT como lo hacen hoy algunos que se llaman cristianos, sino que lo honraban y lo amaban. No hay duda de que Jesús estaba afirmando en esta ocasión que los escritos del AT eran suficientes para guiar a los hombres al cielo (Luk_16:29-31). Los que enseñan que las Escrituras del AT carecen de valor y de autoridad para los cristianos, están enseñando en contra de lo que Jesús enseñó.
Pablo afirmaba que sus enseñanzas no incluían “nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder” (Act_26:22); y en su enseñanza, se refería constantemente a la “ley de Moisés” y a “los profetas” (Act_28:23).