Re: LOS NUEVOS JUDAIZANTES VUELVEN A COLOCAR EL YUGO SOBRE LOS HOMBRES.
jjaja la espada, que digo cuchillo de palo, me hace recordar a Simón el mago
XIII
Acerca de Simón el mago
1. No obstante, como fuera que la fe en nuestro Salvador y Señor Jesucristo se divulgaba ya entre todos los hombres, el Enemigo de la salvación de los hombres condujo a Simón (al que ya mencionamos anteriormente) a la ciudad imperial, con la intención de apresarle de antemano. Y de este modo, apoyando a ese hombre en sus hábiles encantamientos, consiguió apoderarse para el extravío de muchos habitantes de Roma.
2. Justino, que fue persona notable de nuestra doctrina poco después de los apóstoles, también muestra este hecho. A este autor lo iremos citando cuando sea preciso. En su primera Apología, dirigida a Antonio, escribe lo siguiente en defensa de nuestras creencias:
3. «Después de la ascensión del Señor al cielo, los demonios compelían a algunos hombres a llamarse a sí mismos dioses, y a éstos no sólo no perseguiste sino que han sido tenidos por dignos de veneración. Cierto Simón, samaritano, de la aldea llamada Gibón, realizaba, en tiempos del césar Claudio, milagros mágicos por arte de los demonios que operaban en él; fue considerado dios en Roma, nuestra ciudad real, y como tal fue honrado entre vosotros con una estatua en el río Tíber entre los dos puentes, con la siguiente inscripcién en latín: "SIMONI DEO SANCTO", lo que significa: A Simón, el dios santo.
4. »Y casi todos los samaritanos, e incluso algunos de otros pueblos, le reconocen y adoran como el primer Dios. También decían que una tal Elena, que por entonces iba con él, aunque anteriormente había estado en un prostíbulo —en Tiro de Fenicia— era el Primer Pensamiento producido por él».
5. Esto es lo que expone Justino, y con él está de acuerdo Ireneo en su primer libro Contra las herejías, donde describe a este hombre junto con su enseñanza sacrílega y malvada. Sería excesivo referirla en la presente obra, cuando todos los interesados en el origen, las vidas y los falsos principios de los heresiarcas que le siguieron, juntamente con sus formas de actuar, pueden encontrarlos en el libro de Ireneo que ya hemos mencionado.
6. Así pues, la tradición ha llegado hasta nosotros según la cual Simón fue el primer iniciador de toda herejía. Y desde él mismo hasta nuestros días, cuantos toman parte en sus herejías y fingen la filosofía de los cristianos, sensata y conocida por todos por su máxima pureza de vida, no se aferran menos que antes a la superstición idolátrica de la que se creían libres; pues se inclinan ante escritos e imágenes de Simón y de la mencionada Elena que andaba con él; además se dedican a prestarles culto con incienso, sacrificios y libaciones.
7. En cuanto a sus obras más secretas, se dice que quien las escucha por primera vez queda horrorizado; y, según un escrito que corre entre ellos, ciertamente están repletas de espanto, de extravío mental y locura y tan terribles son, que no sólo no es posible consignarlas por escrito, sino que un hombre sobrio no puede mencionarlas con sus propios labios, debido a su exagerada obscenidad y sus perversas obras.
8. De modo que cualquier cosa vergonzosa e infame que se pueda imaginar es claramente superada por la repugnante herejía que profesan estos hombres, que abusan de mujeres dignas de misericordia y ciertamente oprimidas por todo tipo de males.