Re: Los extraterrestres no existen.
Mas resumido y con refutaciones para que no digan que soy imparcial:
Como se iluminaban los egipcios en la antiguedad
Entre los numerosos enigmas que la civilización egipcia nos ha planteado, algunos todavía no se han resuelto, en particular éste:
¿cómo se alumbraban los egipcios? Sabemos que utilizaban en la vida diaria
lámparas de aceite o antorchas, los cuales dejaban muchos residuos grasientos en las paredes y los techos. Pero en muchas tumbas del
valle de los reyes, por ejemplo la de Seti II, cavada hasta una profundidad de 100 metros en la montaña, no se ve ningún vestigio de hollín en las paredes y en los techos que son pintados y grabados en la roca. Los artistas trabajaron sin la luz del día, y sin lámparas de aceite ni antorchas. Unos científicos emitieron la hipótesis que sencillamente habían utilizado espejos para reflectar la luz del sol al interior de los pasillos y las salas. Este sistema no funciona a pesar de que resulte desagradable para algunos pensar que para los científicos del siglo XX no queda ningún misterio.
Imagen 3. En las mejores condiciones, los espejos de plata de los egipcios podían reflectar el 40% de la luz, la cual desaparece al cabo de cierta distancia según la colocación de algunos espejos.
Sin embargo, en la sala interior del
templo de Hator en Denderah, se encontraron sorprendentes bajorrelieves de 4 200 años, que en el siglo XIX sólo se podían interpretar como referencias al culto, pero que recuerdan curiosamente a bombillas eléctricas.
El singular hallazgo tuvo lugar en el templo de la diosa Hathor, a cerca de 70 kilómetros de
Luxor, erigido en los tiempos de Ptolomeo, y del que hoy sólo es visible una parte pues ha sido restaurado y destruido en varias ocasiones. Fue explorado en el siglo pasado aunque no fue hasta 1992 cuando sus relieves se interpretaron fuera de los cánones estrictamente ortodoxos. En aquella época vio la luz el libro de
Peter Krassa y
R. Habeck titulado “La luz de los faraones” (Das Licht der Pharaonen) en el que los dos astroarqueólogos relacionan unas enormes burbujas, sujetas por criaturas de aspecto humano, con bombillas.
Estos relieves se hallan en una de las doce criptas del
templo a Hathor. En la actualidad sólo se puede visitar una de ellas y debe valer la pena. En la oscuridad de sus catacumbas se conservan los relieves y las pinturas terreno de discordia. Se trata de dos individuos enfrentados que sostienen lo que parece una burbuja de cristal vacío en cuyo interior fluctúa una serpiente que sobresale de una flor de loto. El tallo de la planta parece estar conectado a una misteriosa caja – acaso un generador – encima del que se distingue un jeroglífico que muestra un hombre con los brazos en alto y un disco solar en la cabeza que según el historiador vallisoletano
Nacho Ares corresponde a un elemento de tipo religioso.
Imagen 4. Los egiptólogos defienden que en esos bajorrelieves se observa el culto rendido a la serpiente.
Como en el caso de las pirámides, para Krassa, todo parece indicar que el Egipto faraónico fue visitado por seres más avanzados tecnológicamente que legaron a los sacerdotes conocimientos importantes. Para probarlo los autores de este revelador ensayo consultaron al ingeniero eléctrico
Walter Garn, jefe de proyectos de una compañía industrial austríaca y, con los datos suministrados por los jeroglíficos, construyó un modelo de bombilla como el de Dendera. “Su modelo – explican – se corresponde con un vaso cónico de dieciséis pulgadas de largo y cinco de diámetro. Los dos extremos – prosiguen – tienen resina”. El ingeniero situó un electrodo en uno de los extremos y, en el otro, un clavo. Para hacerla funcionar utilizó una bomba neumática y un transformador. Consiguieron que el artilugio iluminara. Sin embargo el experimento de Garn tropezaba con una nueva incógnita. ¿Cómo consiguieron los antiguos egipcios producir baja presión en la bombilla para que irradiara luz? La respuesta, según descubrirían Krassa y Habeck se hallaba en los relieves de Dendera. Pues muestran como unos hombres vierten un líquido fuera del aparato al igual que en la actualidad hacemos con las bombas de agua capaces de producir energía eléctrica.
Para estos autores tampoco pasa inadvertido el hecho de que Dendera fue, junto a Edfu y Abydos, los lugares preferidos por los “dioses” para realizar sus batallas. ¿Fueron los extraterrestres quiénes transmitieron conocimientos avanzados a los sacerdotes egipcios? No todas las voces, sin embargo, se alzan a favor de esta hipótesis. El mencionado Ares, en su libro “Egipto el Oculto” asegura que “la serpiente insertada dentro de una burbuja que reposa sobre un pedestal” o su variante sobre el jeroglífico del niwt o “niut” son, en realidad, representaciones de las capillas durante la época ptolemaica.
El escritor suizo de habla alemana
Erich Von Däniken ha sido ampliamente criticado por científicos y religiosos al haber difundido la palabra de que la Tierra fue visitada por extraterrestres en el pasado. Su gran colección de obras ha llegado a superar los 63 millones de ventas volviéndose uno de los autores más leídos por los amantes de la ufología. A pesar de que el autor de este curso no apoya este planteamiento, se recomienda a los lectores la lectura de alguno de sus libros para ampliar conocimiento y puntos de vista.
Imagen 5. Reconstrucción moderna de una bombilla eléctrica, basada en los grabados egipcios, por el científico Walter Garn.
La descripción de lámparas eternas remonta a la más alta antigüedad. Por ejemplo, la
Biblia, en el capítulo 27 del Éxodo, versículo 20, describe un tabernáculo con una lámpara eterna. Numerosos autores, griegos, árabes, romanos y medievales relataron el descubrimiento de esas lámparas, la mayoría del tiempo en tumbas, pero también en templos antiguos.
Numerosos autores, religiosos, alquimistas y otros curiosos se han interesado por estas lámparas imposibles. Para unos, eran
obra del diablo, incluso si los mismos religiosos no las consideraban más que como lámparas de características curiosas, misteriosas, pero no mágicas. Para otros, no eran nada más que burlas y puesto que les resultaba imposible fabricar lámparas semejantes, estos objetos no podían existir. Mientras tanto unos cuantos herejes, para encontrar una explicación, se pusieron en busca de esta
ciencia perdida. Así es cómo, en 1669, al intentar probar la realidad de esas lámparas imposibles, el alquimista alemán
Brand descubrió el fósforo.
En el apartado de opinión de la revista
Público.es se publicó un artículo el 8 de marzo de 2009 por el autor Miguel Ángel Sabadell donde se califica de estupidez y desfachatez los trabajos de Von Däniken y Javier Sierra relacionados con la teoría de las bombillas egipcias. Comenta lo siguiente:
“¿Sabían qué los egipcios iluminaban el interior de las pirámides y otros monumentos con ayuda de bombillas? Eso al menos dicen Von Däniken o Javier Sierra. ¿Cómo lo saben? Por unos relieves donde se ven unos objetos que se parecen a nuestras bombillas. Así de simple. ¿Realmente se creen estos señores semejante chorrimemez? Diseñar, construir y utilizar industrialmente una bombilla exige entender lo que es la electricidad y ser capaces de generarla (algo nada trivial), conocer la existencia de los elementos químicos y cómo jugar con ellos (menos trivial aún), poseer una industria metalúrgica y del vidrio avanzada, una poderosa industria del vacío (y saber lo que es)…”
Desde luego, cada uno es libre de opinar lo que quiera. El problema reside en cuanto lees los relatos y opiniones de ambos bandos; los que creen en la posibilidad de lo increíble y los que piensan que, los dedicados a lo primero, solo dicen tonterías para ganarse la vida. El punto de vista del autor del curso se decanta hacia los primeros, tal como quise demostrar en el primer curso que publiqué en esta web titulado ‘Historia. Civilización antes de Egipto (10.000 A.C)’.
Pero a lo largo de la historia podemos encontrar muchísimos más relatos relacionados con ciertos artefactos luminiscentes:
- El satírico griego Lucian (120-180) vio, durante uno de sus viajes a Heirapolis en Siria, en la frente de una estatua de Hera, una joya brillante que en la noche iluminaba el templo entero. En otro templo dedicado a Júpiter, en Baalbek, existía otra piedra incandescente y luminescente.
- Numa Pompilius, el segundo rey de Roma, además de su capacidad para dominar el rayo, poseía también una lámpara eterna en la cúpula de su templo.
- Plutarco relata que, según los sacerdotes, en la entrada de un templo dedicado a Júpiter-Amón, una lámpara ardía desde la más alta Antiguedad.
- El naturalista romano, Pliny (siglo I d. C.), pretendía que una lámpara llena con aceite purísimo y dotada de una mecha de amianto, podría arder para siempre.
- Un siglo más tarde, ideas similares fueron reiteradas por Hero de Alejandría.
- Pausanius (siglo II), en su "Atticus" describe una magnífica lámpara dorada en el templo de Minerva Polias en Atenas, fabricada por Callimachus, que podía arder durante más de un año. Según el relatado de Saïd Ebn Batric, el altar del templo de Apolo Carneus y el gran templo de Aberdain en Armenia poseían lámparas semejantes.
- San Agustín (354-430) nos dejó la descripción de una lámpara maravillosa de un templo dedicado a Isis, en Egipto, que no se apagaba ni con el viento ni con la lluvia. Esta lámpara fue descrita tambien por Fortunius Licetus.
- Durante el reinado de Justiniano de Bizancio en 527, al renovar un edificio antiguo en Edessa, Siria, se encontró en un nicho disimulado y tapado, un crucifijo y una lámpara que habría ardido durante 500 años.
- En el año 600, en la isla volcánica de Nesis, cerca de Nápoles, en una tumba de mármol, se encontró un vaso con una lámpara cuya llama brillaba en una bombilla de cristal; cuando el cristal se rompió, la lámpara se apagó. La tumba databa de la era precristiana.
- Hacia 1300, Marcus Grecus, escribía en su "Liber Ignium" (libro sobre el fuego), que se podía fabricar una lámpara inagotable funcionando con una pasta de luciérnagas.
- Cerca de Roma, en 1401, se encontró el sepulcro de Pallas, hijo del rey troyano Evandre, iluminado por un farol perpetuo. Para apagarlo hubo que romperlo, o, según otra versión, derramar el "licor" de la lámpara que había estado luciendo durante 2600 años.
- El obispo de Verona, Ermalao Barbaro (1410-1471), conocido por sus traducciones de las fábulas de Esopo, señaló también varios descubrimientos de lámparas. En particular el de un campesino de Padua (Italia) en 1450, el cual al arar su campo, sacó una urna de gran tamaño hecha de terracota con dos pequeños vasos metálicos, uno de oro y otro de plata. Un fluido claro, de composición desconocida y calificado de "licor alquímico", llenaba los dos vasos, mientras que en el interior de la urna un segundo vaso de terracota contenía una lámpara ardiendo. Franciscus Maturantius recuperó la lámpara y la describió en una carta dirigida a su amigo Alphenus. Sobre la urna, unas inscripciones en latín, exhortaban a los ladrones eventuales a respetar la ofrenda de Maximus Olybius a Plutón.
- En la Vía Apia, cerca de Roma, en abril de 1485, se abrió la tumba de Tullia, hija de Cicerón, fallecida en 44 antes de J.C. Los descubridores quedaron tan sorprendidos por el hallazgo de una lámpara de luz reducida que la rompieron. Había estado ardiendo durante más de 1500 años. El sarcófago estaba lleno de un líquido oscuro que había conservado perfectamente el cuerpo expuesto en Roma y visitado por 20 000 personas.
- En 1610, Ludovicius Vives, en sus notas sobre San Agustín, contó que, en 1580 mientras su padre vivía, una lámpara encontrada en una tumba se rompió al cogerla. Una inscripción revelaba que tenía 1500 años de antigüedad.
- En 1586, el historiador inglés Cambden, en su descripción de Yorkshire, habla de una lámpara eterna, encontrada en la tumba de Constantius Chlorus, padre del emperador Constantino el Grande y fallecido en Inglaterra en el año 306. Cambden señala el descubrimiento de otras lámparas encontradas en la misma época, después de la disolución, en 1539, de la iglesia católica y de los grandes monasterios por Enrique VIII. Los bienes de la iglesia fueron sistemáticamente saqueados y las lámparas despreciadas por ser reliquias del papazgo.
- En 1652, el padre jesuita Kirscher, en su "Oedipus Aegyptiacus", se refiere a numerosos descubrimientos de lámparas perpetuas halladas en sepulturas subterráneas en Memphis, por sus contemporáneos.
- En 1681, cerca de Grenoble, un mercenario suizo llamado Du Praz, encontró una curiosa lámpara de cristal que ardía en una tumba sellada. La lámpara, todavía incandescente, fue traída a un monasterio cercano donde siguió ardiendo durante varios meses, hasta que un día un monje entrado en años la rompió.
- En 1846, cerca de Córdoba en España, en una tumba romana antigua, otra lámpara fue encontrada.
- El padre Evariste Regis Huc (1813-1860) que viajó mucho a Asia, hizo la descripción de una lámpara perpetua que pudo ver en Tíbet.
Estos y seguramente muchos más relatos olvidados en la inmensidad de la literatura hablan de la posibilidad de que los antiguos pudiesen controlar la iluminación hasta ciertos puntos. Lo que cabe preguntarse también es por qué no utilizaron este bien material a escala más industrial para iluminar hogares y palacios.