Re: LOS adventistas, Y OTRA FALSEDAD DE ellen white
Estimado SaintANGELO. Saludos cordiales.
Tú dices:
Respondo: : Para evitar malos entendidos, leamos el siguiente versículo:
“Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados.” Lucas 5:20
De acuerdo al plan de salvación, los pecados de todo el mundo habrían de gravitar en los hombros de Jesucristo, nuestro sacrificio, a quién se le debía de reputar como pecador, a fin de que por medio de Él los pecadores arrepentidos fueran justificados y recibieran el premio de los justos. Porque cuando creemos en Jesucristo, dándonos cuenta de lo grande del amor que lo movió a morir por nosotros, nuestro corazón experimenta un cambio radical, el pecado se nos hace odioso y lo desechamos, y el poder de Dios obrando por nosotros y para nosotros, nos convierte en “criaturas nuevas en Cristo Jesús”.
Como parte de este plan se proveyó, desde el principio, un Salvador para el hombre, con lo cual quedó al punto abierta para éste la puerta de la misericordia. Habiéndose entregado así por el hombre, desde el principio, Jesucristo es con sobra de razón denominado en las Escrituras “el Cordero, el cual fue inmolado desde el principio del mundo.” Apoc. 13:8.
Más Dios no dispuso que Jesucristo diese su vida por el hombre inmediatamente. En esos tiempos todavía no se había desarrollado de un todo la terrible naturaleza del pecado, ni podía verse éste en toda su fealdad hasta que los hombres se volvieran tan malos que llegaran al extremo de quitarle la vida al Hijo de Dios. De esta suerte se pondrían en contraste bien patente el odio de aquellos y la voluntad que Él tenía de que se salvaran. El fruto del pecado y el fruto del amor aparecían tan cerca el uno del otro que cualquiera podía notar la diferencia entre los dos. La elevación de la Cruz en el Calvario sería el acontecimiento más céntrico y culminante de la historia de la humanidad.
Para tener siempre presente ante la mente de los hombres, la gloriosa esperanza de que Jesucristo habría de venir a morir por los pecadores, el Señor mandó que se le hicieran ofrendas. Para que éstas simbolizaran fielmente a Jesucristo habían de ser animales vivos que pudieran ser inmolados como Él iba a ser inmolado. Por medio de tales ofrendas, podrían dar a conocer su fe en el Salvador prometido.
“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.” Hebreos 11:4
¿Qué fue lo que hizo aceptable la ofrenda de Abel? Fue la fe. La fe lo movió a ofrecer un cordero que representaba a la sangre de Cristo que sería vertida en el Calvario. En este sitio se vería al inocente morir por los culpables.
A través de todos los siglos que transcurrieron entre la caída de Adán y el advenimiento de nuestro Señor Jesucristo, los que creían en Dios ofrecían con fe, lo mismo que Abel. Abraham, Isaac, Jacob ofrecieron sacrificios en doquiera que estuvieron. Estas ofrendas eran parte muy importante del culto divino.
Cuando, por conducto de Moisés, Dios sacó a su pueblo de Egipto, donde había estado reducido a la servidumbre, les dio otra vez estatutos respecto a las ofrendas. Los corderos que se ofrecían habían de ser sin tacha para que representaran fielmente al Hijo perfecto de Dios.
Cuando estaba vigente el ritual judaico, quienquiera que pecase y sintiese después la necesidad del perdón, presentaba a Dios su ofrenda. Poniendo la mano en la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados, los cuales eran así transmitidos figuradamente a la ofrenda. Entonces se le quitaba la vida a la víctima en lugar de quitársela al pecador, aunque había enajenado la suya a causa del pecado.
Cuando llegó la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo a este mundo para que fuese el sacrificio divino ofrecido por el pecado. La sangre de los animales no podía, en realidad, lavar la culpa; lo único que podía hacer era simbolizar anticipadamente la sangre de Cristo que iba a ser derramada por el pecado. Cuando Juan Bautista vio venir a Jesús, exclamó: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” Juan 1:29.
Amado si tú acudes al divino Salvador arrepentido, Él te perdona todos tus pecados y pone el manto de su justicia en ti. En el Calvario fue donde el amor venció al odio; allí es donde el pecador puede volver los ojos y decir: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre”, que ha entregado a su Hijo a morir, a fin de que nosotros “seamos llamados hijos de Dios” 1 Juan 3:1
Clavado en la cruz, sufriendo las agonías más terribles, el Salvador de la humanidad estuvo suspendido en alto por seis horas, y no obstante, oró por sus verdugos. (Ver Lucas 23:24)
En nuestros días ya no hay necesidad de ofrecer ofrendas de corderos, porque “vemos a aquel mismo Jesús que fue hecho un poco menor que los ángeles por pasión de muerte, coronado de gloria y de honra, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos”. Hebreos 2:9. Dios mismo ha provisto un sacrificio excelso, y no hay para que recelar que deje de aceptar lo que Él mismo ha suministrado.
Este sacrificio está siempre listo. Dondequiera que no hallemos y siempre que lo tengamos a bien, podemos por medio de la fe, hacer esta ofrenda a Dios en nuestras oraciones, alegando a favor nuestro los méritos del Hijo de Dios. La promesa es : “Todo lo que pidiereis en mi nombre, esto haré; para que el Padre sea glorificado en el Hijo” Juan 14:13.
Jesucristo es el Príncipe de la vida “y su nombre, por la fe en su nombre,” puede producir “perfecta sanidad” en toda alma pecadora. Hechos 3:16
Hoy en día nuestro Salvador está oficiando a favor nuestro en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial como Sumo Sacerdote.
"De toda palabra ociosa que hablaran los hombres, darán cuenta en el día del juicio". Dice el Salvador: "Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado" (Mat. 12: 36, 37, VM)
"Regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos" (Luc. 10: 20)
Los propósitos y motivos secretos aparecen en el registro infalible, pues Dios "sacará a luz las obras encubiertas de las tinieblas, y pondrá de manifiesto los propósitos de los corazones" (1 Cor. 4: 5, VM).
Pablo habla de sus fieles compañeros de trabajo, "cuyos nombres están en el libro de la vida" (Fil. 4: 3)
"Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios: y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al Evangelio de Dios?" (1 Ped. 4: 17)
"Y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras" (Apoc. 20: 12)
Y Juan dice en el Apocalipsis que sólo entrarán en la ciudad de Dios aquellos cuyos nombres "están inscritos en el libro de la vida del Cordero" (Apoc. 21: 27).
"Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados."
Isaías 43:25
El juicio investigativo cuyo fundamento es 100% bíblico (lea la visión de Ezequiel 8-11 y Zacarías su tercera y la cuarta visión) está abierto al universo. Automáticamente el que no está envuelto en este juicio solo le quedara enfrentar al fase adjudicativa y ejecutiva del mismo. La fase adjudicativa ocurre durante el período conocido como el milenio y ocurre después del advenimiento de Jesús. La fase ejecutiva ocurre al final del milenio, específicamente después de su tercer advenimiento.
El juicio divino, mejor conocido entre los adventistas como "El Juicio Investigador" un acto de bondad divina para el universo, los ángeles no caídos, para los seres humanos. No es para salvar a nadie, pues la salvación se obtiene solamente a través de Cristo Jesús; ni tampoco para informar a Dios, pues el todo lo sabe. El no necesita de un juicio para saber quien esta salvo o no; sin embargo el resto del universo no lo sabe.
Desde el punto de vista bíblico y del Espíritu de Profecía, en realidad al Juicio Investigador se le puede conocer o entender como el "Juicio de Certificación". Es decir Dios certifica y muestra las evidencias de porque uno esta y el otro no. Así la justicia divina se exalta y jamás será cuestionada. Los que permanecen en "libro de la vida" son los que hayan aceptados el poder salvador de Cristo; Sus vidas son solo un reflejo de esa relación.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.
Estimado SaintANGELO. Saludos cordiales.
Tú dices:
Respondo: : Para evitar malos entendidos, leamos el siguiente versículo:
“Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados.” Lucas 5:20
De acuerdo al plan de salvación, los pecados de todo el mundo habrían de gravitar en los hombros de Jesucristo, nuestro sacrificio, a quién se le debía de reputar como pecador, a fin de que por medio de Él los pecadores arrepentidos fueran justificados y recibieran el premio de los justos. Porque cuando creemos en Jesucristo, dándonos cuenta de lo grande del amor que lo movió a morir por nosotros, nuestro corazón experimenta un cambio radical, el pecado se nos hace odioso y lo desechamos, y el poder de Dios obrando por nosotros y para nosotros, nos convierte en “criaturas nuevas en Cristo Jesús”.
Como parte de este plan se proveyó, desde el principio, un Salvador para el hombre, con lo cual quedó al punto abierta para éste la puerta de la misericordia. Habiéndose entregado así por el hombre, desde el principio, Jesucristo es con sobra de razón denominado en las Escrituras “el Cordero, el cual fue inmolado desde el principio del mundo.” Apoc. 13:8.
Más Dios no dispuso que Jesucristo diese su vida por el hombre inmediatamente. En esos tiempos todavía no se había desarrollado de un todo la terrible naturaleza del pecado, ni podía verse éste en toda su fealdad hasta que los hombres se volvieran tan malos que llegaran al extremo de quitarle la vida al Hijo de Dios. De esta suerte se pondrían en contraste bien patente el odio de aquellos y la voluntad que Él tenía de que se salvaran. El fruto del pecado y el fruto del amor aparecían tan cerca el uno del otro que cualquiera podía notar la diferencia entre los dos. La elevación de la Cruz en el Calvario sería el acontecimiento más céntrico y culminante de la historia de la humanidad.
Para tener siempre presente ante la mente de los hombres, la gloriosa esperanza de que Jesucristo habría de venir a morir por los pecadores, el Señor mandó que se le hicieran ofrendas. Para que éstas simbolizaran fielmente a Jesucristo habían de ser animales vivos que pudieran ser inmolados como Él iba a ser inmolado. Por medio de tales ofrendas, podrían dar a conocer su fe en el Salvador prometido.
“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.” Hebreos 11:4
¿Qué fue lo que hizo aceptable la ofrenda de Abel? Fue la fe. La fe lo movió a ofrecer un cordero que representaba a la sangre de Cristo que sería vertida en el Calvario. En este sitio se vería al inocente morir por los culpables.
A través de todos los siglos que transcurrieron entre la caída de Adán y el advenimiento de nuestro Señor Jesucristo, los que creían en Dios ofrecían con fe, lo mismo que Abel. Abraham, Isaac, Jacob ofrecieron sacrificios en doquiera que estuvieron. Estas ofrendas eran parte muy importante del culto divino.
Cuando, por conducto de Moisés, Dios sacó a su pueblo de Egipto, donde había estado reducido a la servidumbre, les dio otra vez estatutos respecto a las ofrendas. Los corderos que se ofrecían habían de ser sin tacha para que representaran fielmente al Hijo perfecto de Dios.
Cuando estaba vigente el ritual judaico, quienquiera que pecase y sintiese después la necesidad del perdón, presentaba a Dios su ofrenda. Poniendo la mano en la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados, los cuales eran así transmitidos figuradamente a la ofrenda. Entonces se le quitaba la vida a la víctima en lugar de quitársela al pecador, aunque había enajenado la suya a causa del pecado.
Cuando llegó la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo a este mundo para que fuese el sacrificio divino ofrecido por el pecado. La sangre de los animales no podía, en realidad, lavar la culpa; lo único que podía hacer era simbolizar anticipadamente la sangre de Cristo que iba a ser derramada por el pecado. Cuando Juan Bautista vio venir a Jesús, exclamó: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” Juan 1:29.
Amado si tú acudes al divino Salvador arrepentido, Él te perdona todos tus pecados y pone el manto de su justicia en ti. En el Calvario fue donde el amor venció al odio; allí es donde el pecador puede volver los ojos y decir: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre”, que ha entregado a su Hijo a morir, a fin de que nosotros “seamos llamados hijos de Dios” 1 Juan 3:1
Clavado en la cruz, sufriendo las agonías más terribles, el Salvador de la humanidad estuvo suspendido en alto por seis horas, y no obstante, oró por sus verdugos. (Ver Lucas 23:24)
En nuestros días ya no hay necesidad de ofrecer ofrendas de corderos, porque “vemos a aquel mismo Jesús que fue hecho un poco menor que los ángeles por pasión de muerte, coronado de gloria y de honra, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos”. Hebreos 2:9. Dios mismo ha provisto un sacrificio excelso, y no hay para que recelar que deje de aceptar lo que Él mismo ha suministrado.
Este sacrificio está siempre listo. Dondequiera que no hallemos y siempre que lo tengamos a bien, podemos por medio de la fe, hacer esta ofrenda a Dios en nuestras oraciones, alegando a favor nuestro los méritos del Hijo de Dios. La promesa es : “Todo lo que pidiereis en mi nombre, esto haré; para que el Padre sea glorificado en el Hijo” Juan 14:13.
Jesucristo es el Príncipe de la vida “y su nombre, por la fe en su nombre,” puede producir “perfecta sanidad” en toda alma pecadora. Hechos 3:16
Hoy en día nuestro Salvador está oficiando a favor nuestro en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial como Sumo Sacerdote.
"De toda palabra ociosa que hablaran los hombres, darán cuenta en el día del juicio". Dice el Salvador: "Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado" (Mat. 12: 36, 37, VM)
"Regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos" (Luc. 10: 20)
Los propósitos y motivos secretos aparecen en el registro infalible, pues Dios "sacará a luz las obras encubiertas de las tinieblas, y pondrá de manifiesto los propósitos de los corazones" (1 Cor. 4: 5, VM).
Pablo habla de sus fieles compañeros de trabajo, "cuyos nombres están en el libro de la vida" (Fil. 4: 3)
"Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios: y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al Evangelio de Dios?" (1 Ped. 4: 17)
"Y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras" (Apoc. 20: 12)
Y Juan dice en el Apocalipsis que sólo entrarán en la ciudad de Dios aquellos cuyos nombres "están inscritos en el libro de la vida del Cordero" (Apoc. 21: 27).
"Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados."
Isaías 43:25
El juicio investigativo cuyo fundamento es 100% bíblico (lea la visión de Ezequiel 8-11 y Zacarías su tercera y la cuarta visión) está abierto al universo. Automáticamente el que no está envuelto en este juicio solo le quedara enfrentar al fase adjudicativa y ejecutiva del mismo. La fase adjudicativa ocurre durante el período conocido como el milenio y ocurre después del advenimiento de Jesús. La fase ejecutiva ocurre al final del milenio, específicamente después de su tercer advenimiento.
El juicio divino, mejor conocido entre los adventistas como "El Juicio Investigador" un acto de bondad divina para el universo, los ángeles no caídos, para los seres humanos. No es para salvar a nadie, pues la salvación se obtiene solamente a través de Cristo Jesús; ni tampoco para informar a Dios, pues el todo lo sabe. El no necesita de un juicio para saber quien esta salvo o no; sin embargo el resto del universo no lo sabe.
Desde el punto de vista bíblico y del Espíritu de Profecía, en realidad al Juicio Investigador se le puede conocer o entender como el "Juicio de Certificación". Es decir Dios certifica y muestra las evidencias de porque uno esta y el otro no. Así la justicia divina se exalta y jamás será cuestionada. Los que permanecen en "libro de la vida" son los que hayan aceptados el poder salvador de Cristo; Sus vidas son solo un reflejo de esa relación.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.
