Juan de Patmos, en su anuncio de la inminente parusía de Cristo en sus días, afirmó: «He aquí que viene con las nubes: Todo ojo lo verá, y los que lo traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán por causa de él» (Apoc. 1:7). A diferencia de lo que hacía el libro de Daniel, que postergaba al futuro lejano el cumplimiento de buena parte de sus predicciones, todo el Apocalipsis insiste en la inminencia del cumplimiento de lo que Juan pronostica, razón por la que se le pide explícitamente que, a diferencia de lo que en su momento se ordenó a Daniel, no cierre su libro. El Apocalipsis siempre fue una profecía abierta de cumplimiento inminente cuando se escribió.
Pero fijémonos en la parte del versículo 7 que afirma que la parusía iba a ser percibida por todo “ojo” en aquellos días, incluyendo sobremanera a los individuos que habían promovido la ejecución de Jesucristo en la cruz. El propio Jesús había anunciado lo mismo a los interesados durante la farsa de juicio a la que fue sometido: «[V]eréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder de Dios y viniendo en las nubes del cielo» (Mar. 14:62; Mat. 26:64). Aquella generación, en efecto, no pasó, sin que todo lo pronosticado en Mateo 24 y pasajes similares aconteciera.
Ahora bien, esta explicación tan sencilla causa irritación a la secta remanente, y esta se ve obligada a idear interpretaciones que puedan “explicar” cómo aquellos que propiciaron la muerte de Jesucristo (Anás, Caifás y su camarilla), muertos ya hace algún tiempo, pueden llegar a contemplar al que «traspasaron» en una parusía que, según afirma la secta, aún no se ha producido pero que viene siendo “inminente” al menos desde el siglo XIX.
Bien, hay buen número de personas que conoce una “explicación” dada por la falsa profetisa del adventismo al respecto de esa “segunda venida de Cristo” perpetuamente “inminente”:
«Los sepulcros se abren y “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12: 2). Todos los que murieron en la fe del mensaje del tercer ángel, salen glorificados de la tumba, para oír el pacto de paz que Dios hace con los que guardaron su ley. “Los que le traspasaron” (Apocalipsis 1: 7), los que se mofaron y se rieron de la agonía de Cristo y los enemigos más acérrimos de su verdad y de su pueblo, son resucitados para mirarle en su gloria y para ver el honor con que serán recompensados los fieles y obedientes».— El conflicto de los siglos, p. 695.
Así pues, según el planteamiento de Ellen White, Daniel 12:2 se cumple en ocasión de la parusía [aunque los adventistas se apresurarán a negar que en ese momento haya multitudes despertadas del polvo de la tierra para vergüenza y confusión perpetua; según cuentan, eso pasa mil años después], en la que los vivos contemplan con sus ojos físicos la gloria y la majestad de Cristo y, además, se produce una resurrección “especial” de «los que lo traspasaron». La edición original de El conflicto de los siglos en inglés de la que se tradujeron las palabras anteriores se publicó en 1911, pero hubo anterior en 1888 que ya contenía (en la página 637 en inglés) esa misma noción. La noción se repite en otros libros atribuidos a Ellen (El Deseado de todas las gentes, etc.) y puede rastrearse hasta 1884, fecha en la que se publicó el cuarto tomo de The Spirit of Prophecy, cuya página 453 afirma:
«Graves are opened, and “many of them that sleep in the dust of the earth” “awake, some to everlasting life, and some to shame and everlasting contempt.” [DAN. 12:2.] All who have died in faith under the third angel's message come forth from the tomb glorified, to hear God's covenant of peace with those who have kept his law. “They also which pierced Him,” those that mocked and derided Christ's dying agonies, and the most violent opposers of his truth and his people, are raised to behold him in his glory, and to see the honor placed upon the loyal and obedient».
No he podido encontrar ninguna cita anterior atribuida a Ellen White que hable de esa resurrección “especial”, merced a la cual se supone que Caifás y demás colegas han de resucitar DOS veces y morir TRES (de momento, solo han muerto una vez).
En el siglo XX, Ellen complicó un tanto el escenario alucinatorio que padecía con la siguiente “explicación”:
«“And they also which pierced Him.” These words apply not only to the men who pierced Christ when He hung on the cross of Calvary, but to those who by evil-speaking and wrong-doing are piercing Him today. Daily He suffers the agonies of the crucifixion. Daily men and women are piercing Him by dishonoring Him, by refusing to do His will».— The Signs of the Times, 28 de enero de 1903.
La traducción es la siguiente:
«“Y los que lo traspasaron”. Estas palabras no se aplican únicamente a los hombres que traspasaron a Cristo cuando colgaba de la cruz del Calvario, sino a aquellos que por su lengua malvada y su mal proceder lo traspasan hoy. Sufre a diario las agonías de la crucifixión. A diario, hombres y mujeres lo traspasan deshonrándolo negándose a hacer su voluntad».
Curiosamente, otras “perlas” (más bien abalorios) de “verdad” escritos por Ellen White anteriormente para nuestra “instrucción” narraban este cuentecito de otra manera muy diferente. Veamos los pasajes oportunos, en orden cronológico:
«After the saints are changed to immortality, and are caught up together, and receive their harps, crowns, &c., and enter the Holy City, Jesus and the saints set in judgment. The books are opened, the book of life and the book of death; the book of life contains the good deeds of the saints, and the book of death contains the evil deeds of the wicked. These books were compared with the Statute book, the Bible, and according to that they were judged. The saints in unison with Jesus pass their judgment upon the wicked dead. Behold ye! said the angel, the saints sit in judgment, in unison with Jesus, and mete out to each of the wicked, according to the deeds done in the body, and it is set off against their names what they must receive, at the execution of the judgment. This, I saw, was the work of the saints with Jesus, in the Holy City before it descends to the earth, through the 1000 years. Then at the close of the 1000 years, Jesus, and the angels, and all the saints with him, leaves the Holy City, and while he is descending to the earth with them, the wicked dead are raised, and then the very men that “pierced him,” being raised, will see him afar off in all his glory, the angels and saints with him, and will wail because of him. They will see the prints of the nails in his hands, and in his feet, and where they thrust the spear into his side. The prints of the nails and the spear will then be his glory. It is at the close of the 1000 years that Jesus stands upon the Mount of Olives, and the Mount parts asunder, and it becomes a mighty plain, and those who flee at that time are the wicked, that have just been raised. Then the Holy City comes down and settles on the plain».— The Present Truth, 1 de noviembre de 1850, “Dear Brethren and Sisters”, quinto párrafo.
Para quien no sepa inglés, la traducción de lo anterior figura más abajo en la cita de Primeros escritos en español. En 1851 este párrafo fue reproducido de forma casi idéntica en las páginas 33 y 34 de A Sketch of the Christian Experience and Views of Ellen G. White.
En 1882 se publicó el libro Early Writings (Primeros escritos), cuyas páginas 52 y 53 reproducían el párrafo citado de A Sketch of the Christian Experience and Views of Ellen G. White.
La versión española (misma paginación) dice lo siguiente:
«Después que los santos hayan sido transformados en inmortales y arrebatados con Jesús, después que hayan recibido sus arpas, sus mantos y sus coronas, y hayan entrado en la ciudad, se sentarán en juicio con Jesús. Serán abiertos el libro de la vida y el de la muerte. El libro de la vida lleva anotadas las buenas acciones de los santos; y el de la muerte contiene las malas acciones de los impíos. Estos libros son comparados con el de los estatutos, la Biblia, y de acuerdo con ella son juzgados los hombres. Los santos, al unísono con Jesús, pronuncian su juicio sobre los impíos muertos. “He aquí dijo el ángel que los santos, unidos con Jesús, están sentados en juicio y juzgan a los impíos según las obras que hicieron en el cuerpo, y frente a sus nombres se anota lo que habrán de recibir cuando se ejecute el juicio”. Tal era, según vi, la obra de los santos con Jesús durante los mil años que pasan en la santa ciudad antes que ésta descienda a la tierra. Luego, al fin de los mil años, Jesús, con los ángeles y todos los santos, deja la santa ciudad, y mientras él baja a la tierra con ellos, los impíos muertos resucitan, y entonces, habiendo resucitado, los mismos que "le traspasaron" lo verán de lejos en toda su gloria, acompañado de los ángeles y de los santos, y se lamentarán a causa de él. Verán las señales de los clavos en sus manos y en sus pies, y donde atravesaron su costado con la lanza. Es al fin de los mil años cuando Jesús se para sobre el Monte de las Olivas, y éste se parte y llega a ser una gran llanura […]».
Obsérvese que, hasta 1882, Ellen White “explicaba” que los que maquinaron la muerte de Jesús contemplarían al que «traspasaron» no en ocasión de la parusía, sino en ocasión de la resurrección general de los impíos al final de los mil años de Apocalipsis 20. Sin embargo, a partir de 1884 Ellen pasó a explicar que esos individuos malvados (junto con otros que a lo largo de la historia se han opuesto a Cristo), serán objeto de una resurrección “especial” en ocasión de esa “segunda venida” de Cristo perpetuamente “inminente” que preconiza el adventismo.
Es menester que tan llamativa variación reciba algún tipo de explicación. Si no es así, las personas que recibamos “instrucción” de algún “entendido” o “experto” de la secta remanente no sabremos muy bien con qué versión de los hechos quedarnos. ¿Cuándo contemplan la gloria de Cristo «los que lo traspasaron»? ¿En ocasión de una resurrección “especial” minimalista de malvados inmediatamente antes de esa parusía siempre tan “inminente” o en ocasión de la resurrección general de los impíos que, según el adventismo, ocurrirá mil años después de esa parusía “inminente”. Por favor, que nadie se moleste en postular una teoría ecléctica, diciendo que esos sujetos verán la gloria de Cristo tanto antes como después del milenio, pues la farsante White no postula tan ecléctica mongolada.
Hasta 1882 enseñó una cosa. Desde 1884 enseñó otra cosa, que remató a partir 1903. Un par de años después, la fundadora del adventismo tuvo el papo de afirmar lo siguiente:
«That which I have written is what the Lord has bidden me write. I have not been instructed to change that which I have sent out. I stand firm in the Adventist faith; for I have been warned in regard to the seducing sophistries that will seek for entrance among us as a people. The Scripture says, “Some shall depart from the faith, giving heed to seducing spirits, and doctrines of devils.” I present before our people the danger of being led astray as were the angels in the heavenly courts. The straight line of truth presented to me when I was but a girl is just as clearly presented to me now».— Review and Herald, 26 de enero de 1905.
Traducción:
«Lo que he escrito es lo que el Señor me ha ordenado que escribiera. No se me ha instruido que cambie lo que he publicado. Estoy firme en la fe adventista; porque se me ha advertido en cuanto a los seductores sofismas que buscarán entrada entre nosotros como pueblo. Las Escrituras dicen: “Algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”. Presento ante nuestro pueblo el peligro de descarriarse, como les pasó a los ángeles en los atrios celestiales. La línea recta de verdad presentada ante mí cuando no era más que una muchacha se me presenta con exactamente la misma claridad ahora».
¿Línea recta de verdad? ¡Apaga y vámonos!
Pero fijémonos en la parte del versículo 7 que afirma que la parusía iba a ser percibida por todo “ojo” en aquellos días, incluyendo sobremanera a los individuos que habían promovido la ejecución de Jesucristo en la cruz. El propio Jesús había anunciado lo mismo a los interesados durante la farsa de juicio a la que fue sometido: «[V]eréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder de Dios y viniendo en las nubes del cielo» (Mar. 14:62; Mat. 26:64). Aquella generación, en efecto, no pasó, sin que todo lo pronosticado en Mateo 24 y pasajes similares aconteciera.
Ahora bien, esta explicación tan sencilla causa irritación a la secta remanente, y esta se ve obligada a idear interpretaciones que puedan “explicar” cómo aquellos que propiciaron la muerte de Jesucristo (Anás, Caifás y su camarilla), muertos ya hace algún tiempo, pueden llegar a contemplar al que «traspasaron» en una parusía que, según afirma la secta, aún no se ha producido pero que viene siendo “inminente” al menos desde el siglo XIX.
Bien, hay buen número de personas que conoce una “explicación” dada por la falsa profetisa del adventismo al respecto de esa “segunda venida de Cristo” perpetuamente “inminente”:
«Los sepulcros se abren y “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12: 2). Todos los que murieron en la fe del mensaje del tercer ángel, salen glorificados de la tumba, para oír el pacto de paz que Dios hace con los que guardaron su ley. “Los que le traspasaron” (Apocalipsis 1: 7), los que se mofaron y se rieron de la agonía de Cristo y los enemigos más acérrimos de su verdad y de su pueblo, son resucitados para mirarle en su gloria y para ver el honor con que serán recompensados los fieles y obedientes».— El conflicto de los siglos, p. 695.
Así pues, según el planteamiento de Ellen White, Daniel 12:2 se cumple en ocasión de la parusía [aunque los adventistas se apresurarán a negar que en ese momento haya multitudes despertadas del polvo de la tierra para vergüenza y confusión perpetua; según cuentan, eso pasa mil años después], en la que los vivos contemplan con sus ojos físicos la gloria y la majestad de Cristo y, además, se produce una resurrección “especial” de «los que lo traspasaron». La edición original de El conflicto de los siglos en inglés de la que se tradujeron las palabras anteriores se publicó en 1911, pero hubo anterior en 1888 que ya contenía (en la página 637 en inglés) esa misma noción. La noción se repite en otros libros atribuidos a Ellen (El Deseado de todas las gentes, etc.) y puede rastrearse hasta 1884, fecha en la que se publicó el cuarto tomo de The Spirit of Prophecy, cuya página 453 afirma:
«Graves are opened, and “many of them that sleep in the dust of the earth” “awake, some to everlasting life, and some to shame and everlasting contempt.” [DAN. 12:2.] All who have died in faith under the third angel's message come forth from the tomb glorified, to hear God's covenant of peace with those who have kept his law. “They also which pierced Him,” those that mocked and derided Christ's dying agonies, and the most violent opposers of his truth and his people, are raised to behold him in his glory, and to see the honor placed upon the loyal and obedient».
No he podido encontrar ninguna cita anterior atribuida a Ellen White que hable de esa resurrección “especial”, merced a la cual se supone que Caifás y demás colegas han de resucitar DOS veces y morir TRES (de momento, solo han muerto una vez).
En el siglo XX, Ellen complicó un tanto el escenario alucinatorio que padecía con la siguiente “explicación”:
«“And they also which pierced Him.” These words apply not only to the men who pierced Christ when He hung on the cross of Calvary, but to those who by evil-speaking and wrong-doing are piercing Him today. Daily He suffers the agonies of the crucifixion. Daily men and women are piercing Him by dishonoring Him, by refusing to do His will».— The Signs of the Times, 28 de enero de 1903.
La traducción es la siguiente:
«“Y los que lo traspasaron”. Estas palabras no se aplican únicamente a los hombres que traspasaron a Cristo cuando colgaba de la cruz del Calvario, sino a aquellos que por su lengua malvada y su mal proceder lo traspasan hoy. Sufre a diario las agonías de la crucifixión. A diario, hombres y mujeres lo traspasan deshonrándolo negándose a hacer su voluntad».
Curiosamente, otras “perlas” (más bien abalorios) de “verdad” escritos por Ellen White anteriormente para nuestra “instrucción” narraban este cuentecito de otra manera muy diferente. Veamos los pasajes oportunos, en orden cronológico:
«After the saints are changed to immortality, and are caught up together, and receive their harps, crowns, &c., and enter the Holy City, Jesus and the saints set in judgment. The books are opened, the book of life and the book of death; the book of life contains the good deeds of the saints, and the book of death contains the evil deeds of the wicked. These books were compared with the Statute book, the Bible, and according to that they were judged. The saints in unison with Jesus pass their judgment upon the wicked dead. Behold ye! said the angel, the saints sit in judgment, in unison with Jesus, and mete out to each of the wicked, according to the deeds done in the body, and it is set off against their names what they must receive, at the execution of the judgment. This, I saw, was the work of the saints with Jesus, in the Holy City before it descends to the earth, through the 1000 years. Then at the close of the 1000 years, Jesus, and the angels, and all the saints with him, leaves the Holy City, and while he is descending to the earth with them, the wicked dead are raised, and then the very men that “pierced him,” being raised, will see him afar off in all his glory, the angels and saints with him, and will wail because of him. They will see the prints of the nails in his hands, and in his feet, and where they thrust the spear into his side. The prints of the nails and the spear will then be his glory. It is at the close of the 1000 years that Jesus stands upon the Mount of Olives, and the Mount parts asunder, and it becomes a mighty plain, and those who flee at that time are the wicked, that have just been raised. Then the Holy City comes down and settles on the plain».— The Present Truth, 1 de noviembre de 1850, “Dear Brethren and Sisters”, quinto párrafo.
Para quien no sepa inglés, la traducción de lo anterior figura más abajo en la cita de Primeros escritos en español. En 1851 este párrafo fue reproducido de forma casi idéntica en las páginas 33 y 34 de A Sketch of the Christian Experience and Views of Ellen G. White.
En 1882 se publicó el libro Early Writings (Primeros escritos), cuyas páginas 52 y 53 reproducían el párrafo citado de A Sketch of the Christian Experience and Views of Ellen G. White.
La versión española (misma paginación) dice lo siguiente:
«Después que los santos hayan sido transformados en inmortales y arrebatados con Jesús, después que hayan recibido sus arpas, sus mantos y sus coronas, y hayan entrado en la ciudad, se sentarán en juicio con Jesús. Serán abiertos el libro de la vida y el de la muerte. El libro de la vida lleva anotadas las buenas acciones de los santos; y el de la muerte contiene las malas acciones de los impíos. Estos libros son comparados con el de los estatutos, la Biblia, y de acuerdo con ella son juzgados los hombres. Los santos, al unísono con Jesús, pronuncian su juicio sobre los impíos muertos. “He aquí dijo el ángel que los santos, unidos con Jesús, están sentados en juicio y juzgan a los impíos según las obras que hicieron en el cuerpo, y frente a sus nombres se anota lo que habrán de recibir cuando se ejecute el juicio”. Tal era, según vi, la obra de los santos con Jesús durante los mil años que pasan en la santa ciudad antes que ésta descienda a la tierra. Luego, al fin de los mil años, Jesús, con los ángeles y todos los santos, deja la santa ciudad, y mientras él baja a la tierra con ellos, los impíos muertos resucitan, y entonces, habiendo resucitado, los mismos que "le traspasaron" lo verán de lejos en toda su gloria, acompañado de los ángeles y de los santos, y se lamentarán a causa de él. Verán las señales de los clavos en sus manos y en sus pies, y donde atravesaron su costado con la lanza. Es al fin de los mil años cuando Jesús se para sobre el Monte de las Olivas, y éste se parte y llega a ser una gran llanura […]».
Obsérvese que, hasta 1882, Ellen White “explicaba” que los que maquinaron la muerte de Jesús contemplarían al que «traspasaron» no en ocasión de la parusía, sino en ocasión de la resurrección general de los impíos al final de los mil años de Apocalipsis 20. Sin embargo, a partir de 1884 Ellen pasó a explicar que esos individuos malvados (junto con otros que a lo largo de la historia se han opuesto a Cristo), serán objeto de una resurrección “especial” en ocasión de esa “segunda venida” de Cristo perpetuamente “inminente” que preconiza el adventismo.
Es menester que tan llamativa variación reciba algún tipo de explicación. Si no es así, las personas que recibamos “instrucción” de algún “entendido” o “experto” de la secta remanente no sabremos muy bien con qué versión de los hechos quedarnos. ¿Cuándo contemplan la gloria de Cristo «los que lo traspasaron»? ¿En ocasión de una resurrección “especial” minimalista de malvados inmediatamente antes de esa parusía siempre tan “inminente” o en ocasión de la resurrección general de los impíos que, según el adventismo, ocurrirá mil años después de esa parusía “inminente”. Por favor, que nadie se moleste en postular una teoría ecléctica, diciendo que esos sujetos verán la gloria de Cristo tanto antes como después del milenio, pues la farsante White no postula tan ecléctica mongolada.
Hasta 1882 enseñó una cosa. Desde 1884 enseñó otra cosa, que remató a partir 1903. Un par de años después, la fundadora del adventismo tuvo el papo de afirmar lo siguiente:
«That which I have written is what the Lord has bidden me write. I have not been instructed to change that which I have sent out. I stand firm in the Adventist faith; for I have been warned in regard to the seducing sophistries that will seek for entrance among us as a people. The Scripture says, “Some shall depart from the faith, giving heed to seducing spirits, and doctrines of devils.” I present before our people the danger of being led astray as were the angels in the heavenly courts. The straight line of truth presented to me when I was but a girl is just as clearly presented to me now».— Review and Herald, 26 de enero de 1905.
Traducción:
«Lo que he escrito es lo que el Señor me ha ordenado que escribiera. No se me ha instruido que cambie lo que he publicado. Estoy firme en la fe adventista; porque se me ha advertido en cuanto a los seductores sofismas que buscarán entrada entre nosotros como pueblo. Las Escrituras dicen: “Algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”. Presento ante nuestro pueblo el peligro de descarriarse, como les pasó a los ángeles en los atrios celestiales. La línea recta de verdad presentada ante mí cuando no era más que una muchacha se me presenta con exactamente la misma claridad ahora».
¿Línea recta de verdad? ¡Apaga y vámonos!