Saludos estimado Gatomarco.
Pasemos ahora a considerar el tiempo en que tendrá lugar la «abominación desoladora» pues algunos dicen que se refiere a un evento pasado y cumplido en el año 70 d. de C.
"Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)" (Mateo 24:15).
Estas palabras del Señor pueden tal vez ser aplicadas parcialmente a lo que ocurrió antes de la caída de Jerusalén bajo el imperio de Tito, pero sólo pueden ser plenamente cumplidas en el FUTURO DE ISRAEL, si atendemos con cuidado a estas tres cosas:
(a) La particularidad del escenario donde se lleva a cabo
(b) El contexto de la profecía, y, sobre todo:
(d) La consumación en que todo habrá de terminar
Primero de todo, pues, nuestro Señor señala a un profeta judío: "Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)" (Mateo 24:15). El paréntesis nos advierte de que la predicción podría ser mal entendida, o sea, que, sea como fuere, ella demanda nuestra cuidadosa atención.
Dos pasajes de la profecía, que no deben ser confundidos, hablan de esta ABOMINACIÓN: Daniel 11:31 y 12:11, el uno aplicándose a un evento pasado y el otro a un evento aún futuro. Leamos los dos:
Daniel 11:31: "Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora".
Daniel 12:11: " Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio y puesta [“y” en el original, no “hasta”] la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días"
El primer pasaje se refiere indudablemente en figura a los hechos de Antíoco Epífanes, siglos antes de Cristo. Y el segundo pasaje, en cambio, es aquel a que el Señor hace referencia y permanece todavía sin cumplir.
Veamos brevemente el capítulo 12 de Daniel (que es aún futuro)
Totalmente distinto de la época de Antíoco, el capítulo 12 de Daniel habla de que trae desolación en su curso, y que tiene lugar expresamente en "el tiempo del fin" (Daniel 12:4).
"Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán" (Daniel 12:10).
En estas palabras tenemos otro vínculo de conexión con las palabras pronunciadas por nuestro Señor: "El que lee, entienda."
"Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio y puesta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días" (Daniel 12:11).
Así, además del mal idólatra impuesto por el notorio rey del norte mucho antes de que el Señor apareciera, Daniel mira hacia adelante, a un futuro, hacia un mal similar al final de los sufrimientos de Israel, cuya destrucción precede inmediatamente a su liberación final.
"Bienaventurado el que espere" (Daniel 12:12). En cuanto a esto último, nuestro Señor cita al profeta judío, y arroja más luz sobre el mismo período de tiempo y circunstancias, cuando Daniel mismo reaparezca en su heredad (v. 13).
La conclusión es tan clara como cierta: Nuestro Señor, en su discurso en el Monte de los Olivos, en el v. 15 de Mateo 24, determina que la alusión la hace con referencia a esa parte de Daniel que es aún futuro (capítulo 12), y no a lo que es historia ya cumplida
Daniel 9:27 parece ser aún más fuerte en sus reclamos. Allí tenemos un pacto confirmado por una semana; y luego, a la mitad de la semana, el sacrificio y la oblación se hacen cesar; después de lo cual, a causa de la protección brindada a las abominaciones o ídolos, hay un desolador "hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador" (literalmente: "sobre la desolada", esto es, "sobre Jerusalén": véase Isaías 54:1; Lamentaciones 1:13; 3:11).
Ésta es la explicación más clara del verdadero sentido de este importante pasaje (Mateo 24:15,Lucas 21 y Marcos 13); y, evidentemente, cuando se lo declara así con precisión, el supuesto parecido a "la abominación desoladora" desaparece. Un desolador que viene "a causa de la protección de las abominaciones" (Daniel 9:27, hebreo) es muy diferente de la abominación que causa la desolación o el ídolo que aún habrá de ser puesto en el santuario. Con el establecimiento de esta abominación se relaciona la fecha de mil doscientos noventa días.
Incluso a aquellos que entienden esto como cumplido hace muchos años, resulta imposible aplicar la profecía a la destrucción de Jerusalén o de su templo por los romanos. Si fuese así, el período de bendición para Israel habría debido llegar mucho antes. ¿Ha fallado la profecía entonces?
Importancia de Daniel 12
La verdad es que el entendimiento de Daniel 12 es de la mayor importancia para sacar el debido provecho de Mateo 24. En el primer versículo tenemos una clara indicación: "En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo" (Daniel 12:1). No puede caber ninguna duda justificada de que el pueblo de Daniel significa los judíos, y que se sugiere una poderosa intervención a favor de ellos; pero, como de costumbre, no sin la más severa prueba de la fe. Porque "será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces".
El Señor, incuestionablemente, tiene esto en vista en el v. 21 de Mateo 24: "Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá." Es evidente que no puede haber dos tribulaciones para el mismo pueblo, cada una de las cuales es la más grande: ambas declaraciones (Daniel 12:1 y Mateo 24) se refieren a la misma tribulación.
Ahora bien, Daniel afirma categóricamente: "En aquel tiempo será libertado tu pueblo (los judíos)." ¿Quién puede pretender sugerir que Miguel estuvo de parte de Israel contra Tito, mucho más que contra Nabucodonosor? ¿Acaso no todo el mundo sabe que en aquel tiempo, los judíos, lejos de ser libertados, fueron completamente conquistados por los romanos, y aquellos que escaparon de la espada fueron vendidos como esclavos y esparcidos por el mundo? Dios entonces, estuvo contra Israel, no a favor; y, como el rey de la parábola, Él se airó, envió Sus ejércitos, destruyó a esos asesinos, e incendió su ciudad. Aquí en el capítulo 12 de Daniel, por el contrario, el incomparable tiempo de dolores, ocurre justo antes de su liberación por parte de Dios, y no antes de su cautividad.
Llevando esto de nuevo a nuestro capítulo 24 de Mateo, la aparición de la abominacion desoladora en el lugar santo constituye la señal para que Israel huya (v. 16).Primero de todo, pues, nuestro Señor señala a un profeta judío: "Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)" (Mateo 24:15). El paréntesis nos advierte de que la predicción podría ser mal entendida, o sea, que, sea como fuere, ella demanda nuestra cuidadosa atención.
Dos pasajes de la profecía, que no deben ser confundidos, hablan de esta ABOMINACIÓN: Daniel 11:31 y 12:11, el uno aplicándose a un evento pasado y el otro a un evento aún futuro. Leamos los dos:
Daniel 11:31: "Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora".
Daniel 12:11: " Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio y puesta [“y” en el original, no “hasta”] la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días"
El primer pasaje se refiere indudablemente en figura a los hechos de Antíoco Epífanes, siglos antes de Cristo. Y el segundo pasaje, en cambio, es aquel a que el Señor hace referencia y permanece todavía sin cumplir.
Veamos brevemente el capítulo 12 de Daniel (que es aún futuro)
Totalmente distinto de la época de Antíoco, el capítulo 12 de Daniel habla de OTRO ÍDOLO que trae desolación en su curso, y que tiene lugar expresamente en "el tiempo del fin" (Daniel 12:4).
"Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán" (Daniel 12:10).
En estas palabras tenemos otro vínculo de conexión con las palabras pronunciadas por nuestro Señor: "El que lee, entienda."
"Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio y puesta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días" (Daniel 12:11).
Así, además del mal idólatra impuesto por el notorio rey del norte mucho antes de que el Señor apareciera, Daniel mira hacia adelante, a un futuro, hacia un mal similar al final de los sufrimientos de Israel, cuya destrucción precede inmediatamente a su liberación final.
"Bienaventurado el que espere" (Daniel 12:12). En cuanto a esto último, nuestro Señor cita al profeta judío, y arroja más luz sobre el mismo período de tiempo y circunstancias, cuando Daniel mismo reaparezca en su heredad (v. 13).
La conclusión es tan clara como cierta: Nuestro Señor, en su discurso en el Monte de los Olivos, en el v. 15 de Mateo 24, determina que la alusión la hace con referencia a esa parte de Daniel que es aún futuro (capítulo 12), y no a lo que es historia ya cumplida (capítulo anterior).
Es sabido que algunos han confundido Mateo 24:15 con lo que leemos en Daniel 8 y 9. Pero "la transgresión desoladora" (Versión Reina-Valera 1960: "prevaricación asoladora") de Daniel 8:13, no es lo mismo que "la abominación desoladora" (12:11). En Daniel 8:13 aparece la palabra hebrea Pesha` (transgresión), mientras que en Daniel 12:11 aparece la palabra hebrea Shiqquwts (abominación o ídolo). Tampoco podemos identificar absolutamente "el fin de la ira" (Daniel 8:19), con "el tiempo del fin" (Daniel 12) (comparar con Isaías 10). Las distinciones de la Escritura han de ser observadas tanto como los puntos de semejanza y de contacto.
Daniel 9:27 parece ser aún más fuerte en sus reclamos. Allí tenemos un pacto confirmado por una semana; y luego, a la mitad de la semana, el sacrificio y la oblación se hacen cesar; después de lo cual, a causa de la protección brindada a las abominaciones o ídolos, hay un desolador "hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador" (literalmente: "sobre la desolada", esto es, "sobre Jerusalén": véase Isaías 54:1; Lamentaciones 1:13; 3:11).
Ésta es la explicación más clara del verdadero sentido de este importante pasaje (Mateo 24:15); y, evidentemente, cuando se lo declara así con precisión, el supuesto parecido a "la abominación desoladora" desaparece. Un desolador que viene "a causa de la protección de las abominaciones" (Daniel 9:27, hebreo) es muy diferente de la abominación que causa la desolación o el ídolo que aún habrá de ser puesto en el santuario. Con el establecimiento de esta abominación se relaciona la fecha de mil doscientos noventa días.
Incluso a aquellos que entienden esto como cumplido hace muchos años, resulta imposible aplicar la profecía a la destrucción de Jerusalén o de su templo por los romanos. Si fuese así, el período de bendición para Israel habría debido llegar mucho antes. ¿Ha fallado la profecía entonces? No; pero muchos lectores han fallado al entenderla. Debemos corregir, no el lenguaje de la Escritura, sino nuestra interpretación: debemos volver a la Palabra de Dios una y otra vez, y verificar si es que no hemos errado nuestros rumbos.
La verdad es que el entendimiento de Daniel 12 es de la mayor importancia para sacar el debido provecho de Mateo 24. En el primer versículo tenemos una clara indicación: "En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo" (Daniel 12:1). No puede caber ninguna duda justificada de que el pueblo de Daniel significa los judíos, y que se sugiere una poderosa intervención a favor de ellos; pero, como de costumbre, no sin la más severa prueba de la fe. Porque "será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces".
El Señor, incuestionablemente, tiene esto en vista en el v. 21 de Mateo 24: "Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá." Es evidente que no puede haber dos tribulaciones para el mismo pueblo, cada una de las cuales es la más grande: ambas declaraciones (Daniel 12:1 y Mateo 24) se refieren a la misma tribulación.
Ahora bien, Daniel afirma categóricamente: "En aquel tiempo será libertado tu pueblo (los judíos)." ¿Quién puede pretender sugerir que Miguel estuvo de parte de Israel contra Tito, mucho más que contra Nabucodonosor? ¿Acaso no todo el mundo sabe que en aquel tiempo, los judíos, lejos de ser libertados, fueron completamente conquistados por los romanos, y aquellos que escaparon de la espada fueron vendidos como esclavos y esparcidos por el mundo? Dios entonces, estuvo contra Israel, no a favor; y, como el rey de la parábola, Él se airó, envió Sus ejércitos, destruyó a esos asesinos, e incendió su ciudad. Aquí en el capítulo 12 de Daniel, por el contrario, el incomparable tiempo de dolores, ocurre justo antes de su liberación por parte de Dios, y no antes de su cautividad.
Llevando esto de nuevo a nuestro capítulo 24 de Mateo, la aparición en el lugar santo constituye la señal para que Israel huya (v. 16).
SALUDOS PATRICIO CESPEDES