Leamos la BIBLIA

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La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: - “¿Cómo es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?” La mujer respondió a la serpiente: - “Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte.” La serpiente replicó a la mujer: - “No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal.” La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencias; tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces se le abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. Oyeron al señor que pasaba por el jardín a la hora de la brisa; el hombre y su mujer se escondieron de la vista del Señor Dios entre los árboles del jardín.





En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. El, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.» Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

Palabra del Señor.
 
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El Señor llamó al hombre: - “¿Dónde estás? Él contestó: -“Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí. El Señor le replicó: - “¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer? Adán respondió: -“La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí. El Señor dijo a la mujer: -“¿Qué es lo que has hecho? Ella respondió: -“La serpiente me engañó, y comí. El Señor Dios dijo a la serpiente: -“Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón. A la mujer le dijo: -“Mucho te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido, y El te dominará.” Al hombre le dijo: -“Porque le hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol del que te prohibí comer, maldito el suelo por tu culpa: comerás de Él con fatiga mientras vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás hierba del campo. Con sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella te sacaron; pues eres polvo y al polvo volverás.” El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven. El Señor Dios hizo pellizas para el hombre y su mujer, y se las vistió. Y el Señor Dios dijo: -“Mirad, el hombre es ya como uno de nosotros en el conocimiento del bien y el mal. No vaya a echarle mano al árbol de la vida, coja de El, coma y viva para siempre.” Y el Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde lo habían sacado. Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y la espada llameante que se agitaba, para cerrar el camino del árbol de la vida.





Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer., y, si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos.» Le replicaron sus discípulos: « ¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos?» Él les preguntó: « ¿Cuántos panes tenéis?» Ellos contestaron: «Siete.» Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos cuantos peces; Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también. La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil. Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

Palabra del Señor.
 
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Si quieres, guardarás los mandatos del Señor, porque es prudencia cumplir su voluntad; ante ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras; delante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja. Es inmensa la sabiduría del Señor, es grande su poder y lo ve todo; los ojos de Dios ven las acciones, él conoce todas las obras del hombre; no mandó pecar al hombre, ni deja impunes a los mentirosos.





Hermanos: Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo, ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: «Ni ciego vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.» Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu. El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos. Os lo aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “renegado”, merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto. Habéis oído el mandamiento “no cometerás adulterio”. Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno. Está mandado: “El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.” Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio. Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus votos al Señor”. Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir “sí” o “no”. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.

Palabra del Señor.


Más abajo encontrareis la HOMILÍA correspondiente a estas lecturas.
 
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“DELANTE DEL HOMBRE ESTARÁN MUERTE Y VIDA; LE DARÁN LO QUE ESCOJA”

La libertad.

La libertad es uno de los dones más preciados y hacia la cual es más sensible la sociedad humana. Todos los pueblos intentan conquistarla y ponerla como estandarte de sus más nobles aspiraciones. Para mantenerla y afirmarla, se buscan señas de identidad a través de la lengua, las costumbres y los símbolos.
Porque la libertad general, la que nace de un pueblo libre origina otras libertades individuales y de pequeños colectivos. De esta manera elegimos nuestra profesión, nuestros amigos, el futuro con nuestra pareja, nuestras diversiones, nuestras vacaciones, el seguimiento de nuestros ideales sin sufrir presiones
Es importante el respeto a todas las ideas y costumbres en un marco de convivencia.
Menudean los abusos y los atropellos, por un mal ejercicio de la libertad- que es llamada libertinaje- pero esto no disminuye el valor de la libertad, sino que la afirma.

¿Quién no se ha preguntado alguna vez por qué algunos de los mendigos que proliferan en las grandes ciudades prefieren dormir bajo un puente, en las bocas de Metro o al abrigo de un portal, antes que ser acogidos en un asilo digno?

Yo lo he hecho varias veces, e interrogando a algunos he recibido siempre la misma respuesta: ”Quiero ser libre”
.
Durante los últimos años, estamos experimentando en la sociedad española una progresiva degradación del sistema de libertades en aras del hedonismo y la satisfacción inmediata de necesidades físicas o lúdicas. La forma que tienen buena parte de nuestros jóvenes de entender la diversión con sexo, drogas, alcohol y ruidos hasta altas horas de la madrugada, nos muestran un perfil interior vacío de ideales. Así son presa fácil de las manipulaciones políticas; con ofrecerles “carnaza”, basta. Están atrapados en un callejón de difícil salida, y seguirán actuando de la misma manera, pese a la merma de libertades públicas, mientras les sigan manteniendo el botellón de los fines de semana y los padres contemporicen o claudiquen en su misión educadora.
Muchos ciudadanos sufren las consecuencias de este desbarajuste social que daña las libertades comunes y la ética más elemental.


El respeto es el máximo ejercicio de la libertad.

Sin embargo el ejercicio libre de la libertad tiene unas normas que hemos de respetar. La libertad de cada uno acaba donde empieza la del otro. Hay unas reglas éticas que pasan por encima de hacer lo que me dé la gana. Es corriente oír que la ética es “cosa de cada uno.” Esto sería correcto si nos lleva a respetar, como lo hace Dios, la ética de cada uno y a no descalificar a nadie por exponer sus opiniones. No es igual la ética individual de un terrorista iluminado que la del que cree en la igualdad y dignidad de todo ser humano. No es lo mismo una ética clasista que la que no admite discriminaciones por sexo, edad, religión o ideas
Somos libres, pero si no respetamos al hombre como sujeto principal de libertad, nuestra ética sería cuestionable.

La exigencia de responsabilidad, que subyace en la puesta en práctica de la libertad ocasiona con frecuencia múltiples conflictos. Y hay personas que crecen con miedo a la libertad. Es más cómodo transigir, dejarse llevar, renunciar a derechos, ceder en las atribuciones propias, que trabajar por los propios derechos y los de la familia.

Educar para la libertad.

Este es el gran dilema de las sociedades libres, con una amplia gama de opciones y de peligros para los más débiles y los más incautos. Algunos padres hacen mal uso de esta libertad manteniendo sobre sus hijos un excesivo proteccionismo que les ahoga y les agobia: “haz esto; no hagas lo otro.”
Intentan proteger a la persona de la atmósfera exterior por miedo a los virus contaminantes en vez de inocular antídotos que permitan superarla en la convivencia diaria.

La verdadera ética consiste en reconocer el bien del mal por encima a veces de normas éticas o códigos morales, religiosos o civiles. Es lo que viene a afirmar Jesús en su mensaje: “Habéis oído que se dijo... Yo, en cambio, os digo”.
Es necesario respetar los mandamientos: no matar, no cometer adulterio, no robar, no mentir, no levantar falsos testimonios...”

Una cosa es elegir el bien y caminar siempre adelante en su consecución, y otra evitar el mal sin más.
La ética que nos pide Jesús nos lleva a superar la barrera de los mínimos y a aspirar- lo veremos el próximo Domingo- a derramar amor sobre todos, incluso hacia los enemigos.

La muerte y la vida; el bien y el mal, entran constantemente en juego.
Acertar en la elección es de sabios, pero con Jesús todo resultará más fácil.

La historia de la Iglesia está repleta de mártires que, por encima de todo, fueron libres en la proclamación de su fe y jamás renunciaron a este bien supremo. Optaron por Jesús hasta el final, sin claudicar ante amenazas y tormentos. Nadie podrá decir que se equivocaron, porque gracias a su testimonio ha crecido en el mundo la conciencia de la propia dignidad y el valor de la fe.

Campaña contra el hambre.

Un año más y bajo el lema: ”Su mañana es hoy”, Manos Unidas emprende una nueva campaña de concienciación y ayuda económica contra el hambre en el mundo.
Tal como insisten los periódicos, el problema más acuciante en la actualidad, junto al terrorismo, es el hambre.
El hambre es la forma más radical de la pobreza y la más lacerante injusticia, que interpela nuestra conciencia humana y cristiana. 1.400 millones de personas viven en esta situación, afectadas por otro terrorismo, no menos cruel: el de la esclavitud económica y social.
Lo malo es que se puede evitar este drama con una distribución equitativa de la riqueza.

”Alimenta al que muere de hambre, porque si no lo alimentas, lo matas”

Estas palabras de la “Gaudium et Spes” nº 69, junto a otras de la “Redemptoris Mater,” que denuncian la dilapidación de bienes y las gigantescas inversiones en armamentos, son todavía, por desgracia, de rabiosa actualidad.
Manos Unidas, una organización seria, avalada por numerosos años de experiencia y un voluntariado fiel a la causa de los pobres, nos invita a compartir lo que somos y tenemos. Seamos generosos.

¡Feliz Domingo!
 
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En aquellos días, Pablo y Bernabé dijeron a los judíos: -«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra.”» Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región.





En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: -«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios.”»

Palabra del Señor.
 
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Al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la tierra, y que todo su modo de pensar era siempre perverso, se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra, y le pesó de corazón. Y dijo: -“Borraré de la superficie de la tierra al hombre que he creado; al hombre con los cuadrúpedos, reptiles y aves, pues me pesa de haberlos hecho.” Pero Noé alcanzó el favor del Señor. El Señor dijo a Noé: -“Entra en el arca con toda tu familia, pues tú eres el único justo que he encontrado en tu generación. De cada animal puro toma siete parejas, macho y hembra; de los no puros, una pareja, macho y hembra; y lo mismo de los pájaros, siete parejas, macho y hembra, para que conserven la especie en la tierra. Dentro de siete días haré llover sobre la tierra cuarenta días con sus noches, y borraré de la superficie de la tierra a todos los vivientes que he creado.” Noé hizo todo lo que le mandó el Señor. Pasados siete días, vino el diluvio a la tierra.





En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no teman mas que un pan en la barca. Jesús les recomendó: -«Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.» Ellos comentaban: -«Lo dice porque no tenemos pan.» Dándose cuenta, les dijo Jesús: -«¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?» Ellos contestaron: -«Doce.» -« ¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?» Le respondieron: -«Siete.» Él les dijo: -«¿Y no acabáis de entender?»

Palabra del Señor.
 
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Pasados cuarenta días, Noé abrió el tragaluz que había hecho en el arca y soltó el cuervo, que voló de un lado para otro, hasta que se secó el agua en la tierra. Después soltó la paloma, para ver si el agua sobre la superficie estaba ya somera. La paloma, no encontrando donde posarse, volvió al arca con Noé, porque todavía había agua sobre la superficie. Noé alargó el brazo, la agarró y la metió consigo en el arca. Esperó otros siete días y de nuevo soltó la paloma desde el arca; ella volvió al atardecer con una hoja de olivo arrancada en el pico. Noé comprendió que el agua sobre la tierra estaba somera; esperó otros siete días, y soltó la paloma, que ya no volvió. El año seiscientos uno, el día primero del mes primero, se secó el agua en la tierra. Noé abrió el tragaluz del arca, miró y vio que la superficie estaba seca. Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar. El Señor olió el aroma que aplaca y se dijo: - No volveré a maldecir la tierra a causa del hombre, porque el corazón humano piensa mal desde la juventud. No volveré a matar a los vivientes, como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra, no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche.





En aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron a Betsaida. Le trajeron un ciego, pidiéndole que lo tocase. Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en lo ojos, le impuso las manos y le preguntó: -«¿Ves algo?» Empezó a distinguir y dijo: -«Veo hombres; me parecen árboles, pero andan.» Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a casa, diciéndole: -«No entres siquiera en la aldea.»

Palabra del Señor.
 
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Dios bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles: -“Creced, multiplicaos y llenad la tierra. Todos los animales de la tierra os temerán y respetarán; aves del cielo, reptiles del suelo, peces del mar, están en vuestro poder. Todo lo que vive y se mueve os servirá de alimento; os lo entrego, lo mismo que los vegetales. Pero no comáis carne con sangre, que es su vida. Pediré cuentas de vuestra sangre y vida, y se las pediré a cualquier animal; y al hombre le pediré cuentas de la vida de su hermano. Si uno derrama la sangre de un hombre, otro derramará la suya, porque Dios hizo al hombre a su imagen. Vosotros creced y multiplicaos, moveos por la tierra y dominadla.” Dios dijo a Noé y a sus hijos: -“Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.” Y Dios añadió: -“Ésta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra.”





En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: -«Unos, Juan Bautista; otros, Ellas; y otros, uno de los profetas. » Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: -«Tú eres el Mesías.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: -«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días. » Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: -« ¡ Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios! »

Palabra del Señor.
 
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Toda la tierra hablaba la misma lengua con las mismas palabras. Al emigrar (el hombre) de oriente, encontraron una llanura en el país de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: -“Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos.” Emplearon ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de cemento. Y dijeron: -“Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para hacernos famosos, y para no dispersarnos por la superficie de la tierra.” El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres; y se dijo: -“Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Voy a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo.” El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y cesaron de construir la ciudad. Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.





En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: -«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿0 qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mi y de mis palabras, en esta generación descreída y malvada, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles.» Y añadió: -«Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia.»

Palabra del Señor.
 
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Hermanos: La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve. Por su fe, son recordados los antiguos. Por la fe, sabemos que la palabra de Dios configuró el universo, de manera que lo que está a la vista no proviene de nada visible. Por la fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio mejor que Caín; por ella, Dios mismo, al recibir sus dones, lo acreditó como justo; por ella sigue hablando después de muerto. Por fe, fue arrebatado Henoc, sin pasar por la muerte; no lo encontraban, porque Dios lo había arrebatado; en efecto, antes de ser arrebatado se le acreditó que había complacido a Dios, y sin fe es imposible complacerle, pues el que se acerca a Dios debe creer que existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por fe. Noé, advertido por Dios de lo que aún no se veía, tomó precauciones y construyó un arca para salvar a su familia; por la fe, condenó al mundo y consiguió la justicia que viene de la fe.





En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: -«Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: -«Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.» De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: -«No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.» Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos». Le preguntaron: -« ¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Ellas? » Les contestó él: -«Elías vendrá primero y lo restablecerá todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Os digo que Ellas ya ha venido, y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito.

Palabra del Señor.
 
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El Señor habló a Moisés: -”Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: “Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tu hermano. Reprenderás a tu pariente, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor. “





Hermanos: ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros. Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito:” Él caza a los sabios en su astucia. “Y también: “El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos.” Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.





En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -”Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente.” Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas. Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publícanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.”

Palabra del Señor.


Más abajo encontrareis la HOMILÍA correspondiente a estas lecturas.