Mi enhorabuena para OCTA Y DREAMER... QUE D.O.B.
No penséis que esta batalla por conocer la verdadera doctrina de Jesucristo hace poco que está entablada. Esta batalla es tan antigua, que ya muchos la han dejado por imposible, pero esto tiene un origen, y esto son las cartas atribuidas a Pablo. Cartas que muchos de sus puntos se contradicen radicalmente y empujan a los cristianos a observar las leyes del Antiguo Testamento en cuanto a la sexualidad, la impureza y los sacrificios.
En las cartas atribuidas a Pablo hay dos "pablos". Primeramente vamos a escoger una parte del Pablo que nos da la razón a aquellos que nos sentimos libres de muchas leyes del Antiguo Testamento:
"Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud. Soy yo, Pablo, quien os lo dice: Si os dejáis circuncidar, Cristo no os aprovechará nada. De nuevo declaro a todo hombre que se circuncida que queda obligado a practicar toda la ley. Habéis roto con Cristo todos cuantos buscáis la justicia en la ley. Os habéis apartado de la gracia. Pues a nosotros nos mueve el Espíritu a aguardar por la fe los bienes esperados por la justicia.
Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad. Comenzasteis bien vuestra carrera, ¿quién os puso obstáculo para no seguir a la verdad? Semejante persuasión no proviene de Aquel que os llama. Un poco de levadura fermenta toda la masa. Por mi parte, confío en el Señor que vosotros no pensaréis de otra manera; pero el que os perturba llevará su castigo, quienquiera que sea. En cuanto a mí, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué soy todavía perseguido? ¡Pues se acabó ya el escándalo de la cruz! ¡Ojalá que se mutilaran los que os perturban!. (Gálatas 5,1-12)
Ya veis que aquí Pablo reconoce que Jesucristo sólo nos pide que actuemos por "la fe que actúa por la caridad"..., y nos dice también que aquellos que nos juzgan y nos condenan según las leyes del Antiguo Testamento, más les valiera que se mutilaran ellos mismos.
Pero ahora viene el otro "pablo". El otro "pablo" en el que se justifican todos aquellos que nos quieren condenar según las leyes del Antiguo Testamento:
"Porque, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros. Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Pero si os mordéis y os devoráis mutuamente, ¡mirad no vayáis mutuamente a destruiros! Por mi parte os digo: Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne, como que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais. Pero, si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje" (Gálatas 5,13-19)
Fijarse en la contradicción: primeramente nos dice Pablo que estamos libres de la ley, y que se apartan de Jesucristo lo que se quieren justificar por la ley..., y ahora este otro "pablo" nos dice que "toda la ley alcanza su plenitud en este sólo precepto: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Y si ésta es la Ley, ¿para qué nos libró Jesucristo de una ley tan maravillosa y tan evangélica?
Luego nos dice que "si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley". Y si no estamos bajo la ley que nos imputaba los "pecados sexuales", ¿cómo es que nos dice: "Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne"?
¿Entonces, para qué nos libró Jesucristo de la ley que nos era contraria?... ¿es que ya los que seguimos a Cristo no somos humanos? ¿no tenemos cuerpo? ¿no tenemos carne? ¿no tenemos deseos? ¿entonces, de que nos libró Jesucristo? Si ya no vamos a estar bajo las apetencias de la carne (de una forma misericordiosa se entiende), ¿de qué nos libró Jesucristo?... ¿de la ley que nos era contraria y nos acusaba de pecado? ¿o de nuestra carne?. Por supuesto que de nuestra carne no nos libró. ¿Entonces, cómo vamos a andar solamente en espíritu?.
Esto es lo que nos dicen los dos "pablos" que han dejado su firma en las supuestas cartas de Pablo. Pero en el Evangelio es todo más sencillo, pues Jesucristo no anda divagando ni con contradicciones, pues en cuanto a las cosas sexuales y necesidades de la carne, nos dice: "Haced con los hombres todo lo que queráis que ellos hagan con vosotros; porque ésta es la Ley y los profetas" (Mateo 7,12). Y para que comprendamos mejor el alcance de esta Ley, nos dice: "Si hubierais comprendido lo que quiere decir: "Misericordia quiero y no sacrificios", no condenaríais a los inocentes" (Mateo 12,7).
No debemos imponernos sacrificios unos a otros, porque lo que Dios quiere es la misericordia. Y la moral que nos quieren imponer los judaizantes adoradores del "evangelio paulinista", nada tiene que ver con la misericordia que nos predicó Jesucristo.
Amigos Octa y Dreamer, ya veis que aquí está el problema, en las cartas atribuidas a Pablo. Y mientras las religiones sigan llamando palabra de Dios a todas las palabras del supuesto "pablo" que ha llegado hasta nosotros, difícilmente van a salir de la confusión en la que han caído. Pues estos señores se han empeñado en que los cristianos no tenemos cuerpo, y por eso no hay que tener caridad con la carne. Pero parece el Pablo evangélico no está de acuerdo con ellos, pues nos dice:
"¿No soy yo libre? ¿No soy yo apóstol? ¿Acaso no he visto yo a Jesús, Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? Si para otros no soy yo apóstol, para vosotros sí que lo soy; pues ¡vosotros sois el sello de mi apostolado en el Señor! He aquí mi defensa contra mis acusadores. ¿Por ventura no tenemos derecho a comer y beber? ¿No tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer cristiana, como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas? ¿Acaso únicamente Bernabé y yo estamos privados del derecho de no trabajar? ¿Quién ha militado alguna vez a costa propia? ¿Quién planta una viña y no come de sus frutos? ¿Quién apacienta un rebaño y no se alimenta de la leche del rebaño?" (I Corintios 9,1-7)
"Si en vosotros hemos sembrado bienes espirituales, ¡qué mucho que recojamos de vosotros bienes carnales!" (I Corintios 9,11)
Jesucristo solamente nos mandó que predicáramos su Evangelio, y así vivieron los primeros cristianos, en la libertad y el amor del Evangelio, y esto nos lo dejan bien aclarado los Apóstoles (Hechos 15) y también el Pablo amigo del Evangelio:
"Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio! Si lo hiciera por propia iniciativa, ciertamente tendría derecho a una recompensa. Mas si lo hago forzado, es una misión que se me ha confiado. Ahora bien, ¿cuál es mi recompensa? Predicar el Evangelio entregándolo gratuitamente, renunciando al derecho que me confiere el Evangelio. Efectivamente, siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más que pueda. Con los judíos me he hecho judío para ganar a los judíos; con los que están bajo la Ley, como quien está bajo la Ley - aun sin estarlo - para ganar a los que están bajo ella. Con los que están sin ley, como quien está sin ley para ganar a los que están sin ley, no estando yo sin ley de Dios sino bajo la ley de Cristo. Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos. Y todo esto lo hago por el Evangelio para ser partícipe del mismo". (1ª Corintios 9,16-23
Bien aclarado queda por este Pablo que él sólo predica el Evangelio, y que él ya no tiene las leyes del Antiguo Testamento como ley: "con los que están bajo la Ley, como quien está bajo la Ley - aun sin estarlo - para ganar a los que están bajo ella. Con los que están sin ley, como quien está sin ley para ganar a los que están sin ley, no estando yo sin ley de Dios sino bajo la ley de Cristo".
Las cartas de Pablo fueron muy combatidas porque no les interesaba a los judaizantes y ya desde el primer siglo estos ya comenzaron a corromperlas y a cambiarlas. San Pedro nos avisa de estas cosas y nos dice:
"Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo". (2ª Pedro 3,15-18)
Ya veis que Pedro, desde el primer siglo, ya nos avisa que tengamos cuidado con las cartas de Pablo "no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza"... Y para terminar nos dice que para evitar los errores "creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo".
Pero los emperadores de Roma y sus amigos los obispos, como no amaban el Evangelio, porque el Evangelio mandaba repartir los bienes y dejar libres a los oprimidos, y los emperadores y los poderosos de Roma tenían muchos bienes y muchos esclavos, prefirieron el "evangelio paulinista" con todas sus contradicciones. Desde el siglo IV, estos emperadores con su religión, impusieron las Biblias por la fuerza de las armas llamándolo a todo palabra de Dios. Pero palabra de Dios solamente es el Evangelio de Jesucristo, y a él tendremos que volver otra vez si queremos salir algún día de la confusión en la que nos metieron las religiones de los emperadores de Roma.
Y el mismo Pablo, sintiendo que algún día los judaizantes cambiarían sus palabras, y harían de sus cartas un "evangelio judaizante", nos dijo:
"Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo". (Gálatas 1,6-10).
Pablo intentó ser siervo de Jesucristo, pero los que retorcieron sus cartas eran falsos cristianos. Y aquellos judaizantes del siglo IV que pusieron el "evangelio paulinista" con todas sus contradicciones en lugar del Evangelio de Cristo, ya no querían ser siervos de Cristo, pues sólo trataban de "agradar a los hombres" (justificar a los emperadores de Roma con su opulencia y crueldad).
Yo pienso que estos sentimientos evangélicos, aunque sean ahogados mil veces, mil veces volverán a ser expuestos ante los hombres, porque la misericordia de Jesucristo es tan grande, que muchos no la comprenden.